jueves, junio 26, 2008

Habitantes de un país piden asilo como consecuencia del cambio climático

Las gestiones de Anote Tong, presidente de la pequeña nación de Oceanía, Kiribati, por encontrar un país que acepte a sus ciudadanos, hasta ahora solo fue respondida favorablemente por Nueva Zelanda. Hasta el momento, dos de los 33 islotes que la conforman, 22 de ellos deshabitados, se han hundido producto del aumento del nivel del mar.

Son 105 mil personas que buscan un lugar para vivir después de que los efectos del cambio climático, amenazaran con arrasar sus islas, lo que finalmente sucedió en dos de ellas. La pequeña nación de Kiribati, en el continente de Oceanía, se debate entre la supervivencia o la desaparición.

Para encontrar un lugar para estos futuros refugiados ambientales, el Presidente de ese país, Anote Tong, inició una gira internacional para solicitar a sus vecinos que adopten a los ciudadanos de Kiribati. Hasta el momento, sólo respondió favorablemente Nueva Zelanda, según informó Adnmundo.

El Presidente denunció en todos los ámbitos internacionales que los archipiélagos del Pacífico Sur son los que más sufren los efectos del cambio climático, con la amenaza latente de desaparición, cuando solo producen el 0,6 por ciento de la contaminación mundial.

En 1989, un informe de las Naciones Unidas había advertido que los islotes que conforman Kiribati - once que están habitados; 22 deshabitados y una isla volcánica -, desaparecerían bajo las aguas. El hundimiento de los dos islotes confirmó lo peor.

Como si fuera una jugarreta del destino, Tebua y Abanuea, tal el nombre de los dos islotes perdidos, significan en lengua nativa, “la playa que más tiempo permanece”.

La superficie de los 33 islotes que conforman el país de Kiribati no supera en total la de cualquier municipio de una gran ciudad occidental, sin embargo, la petición de asilo de las 105 mil personas que necesitan encontrar una nueva patria, no ha sido atendida por la mayoría de las naciones vecinas.

De esos poco más de cien mil habitantes que tiene Kirabati, la mayoría se aloja en las islas Gilbert, que fueron magistralmente reflejadas por el escritor escocés, Robert Louis Stevenson, en su novela de fines del 1800; “Los Mares del Sur”.

Habitantes de un país piden asilo como consecuencia del cambio climático

Las gestiones de Anote Tong, presidente de la pequeña nación de Oceanía, Kiribati, por encontrar un país que acepte a sus ciudadanos, hasta ahora solo fue respondida favorablemente por Nueva Zelanda. Hasta el momento, dos de los 33 islotes que la conforman, 22 de ellos deshabitados, se han hundido producto del aumento del nivel del mar.

Son 105 mil personas que buscan un lugar para vivir después de que los efectos del cambio climático, amenazaran con arrasar sus islas, lo que finalmente sucedió en dos de ellas. La pequeña nación de Kiribati, en el continente de Oceanía, se debate entre la supervivencia o la desaparición.

Para encontrar un lugar para estos futuros refugiados ambientales, el Presidente de ese país, Anote Tong, inició una gira internacional para solicitar a sus vecinos que adopten a los ciudadanos de Kiribati. Hasta el momento, sólo respondió favorablemente Nueva Zelanda, según informó Adnmundo.

El Presidente denunció en todos los ámbitos internacionales que los archipiélagos del Pacífico Sur son los que más sufren los efectos del cambio climático, con la amenaza latente de desaparición, cuando solo producen el 0,6 por ciento de la contaminación mundial.

En 1989, un informe de las Naciones Unidas había advertido que los islotes que conforman Kiribati - once que están habitados; 22 deshabitados y una isla volcánica -, desaparecerían bajo las aguas. El hundimiento de los dos islotes confirmó lo peor.

Como si fuera una jugarreta del destino, Tebua y Abanuea, tal el nombre de los dos islotes perdidos, significan en lengua nativa, “la playa que más tiempo permanece”.

La superficie de los 33 islotes que conforman el país de Kiribati no supera en total la de cualquier municipio de una gran ciudad occidental, sin embargo, la petición de asilo de las 105 mil personas que necesitan encontrar una nueva patria, no ha sido atendida por la mayoría de las naciones vecinas.

De esos poco más de cien mil habitantes que tiene Kirabati, la mayoría se aloja en las islas Gilbert, que fueron magistralmente reflejadas por el escritor escocés, Robert Louis Stevenson, en su novela de fines del 1800; “Los Mares del Sur”.

lunes, junio 23, 2008

La lógica de la cultura digital


Vivir al ritmo del videoclip y a fuerza de estímulos vertiginosos que le llegan por la Red coloca a los chicos de hoy frente a una pérdida notoria de su capacidad de atención en un solo objeto, así como a una ausencia de frecuencia narrativa en el relato. Vale decir que anula la aptitud para contarse a sí mismo y la capacidad para fijar conocimientos, entre otras pérdidas.

Tales afirmaciones son formuladas por el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, quien coordinó el libro No seamos ingenuos. Manual para la lectura inteligente de los medios (Santillana), destinado a padres y docentes, recientemente publicado. La editorial lanzará en agosto próximo un blog que actualizará el manual en tiempo real, con los aportes e inquietudes que sumen los maestros y los padres.

Siete profesores de la Universidad Austral escribieron artículos sobre escuela y medios, el lenguaje audiovisual, la publicidad y su retórica, los nuevos medios electrónicos y la lengua en las nuevas tecnologías, entre otros contenidos destinados. El capítulo más novedoso de este trabajo es el de los nuevos medios electrónicos, donde se pone de relieve la nueva lógica cultural-digital.

Barcia dijo que "estamos viviendo una dicotomia muy grande entre el sistema de enseñanza en el aula y la realidad fuera de la escuela. El país va a tardar mucho para incorporar los lenguajes de los medios a la escuela, porque los docentes no tienen una actualización adecuada en el manejo de estos lenguajes". La idea del manual fue agrupar "los lenguajes mediáticos y su retórica, con ejemplos claros. Los padres y los docentes son responsables de orientar a los chicos en la comprensión de esos medios. Si el padre se aviva, el hijo se aviva".

Explica Barcia que los medios no son "ni ventanas abiertas, ni espejos fieles, ni instrumentos objetivos". Y en sintonía con la famosa teoría de Umberto Eco, "ni apocalípticos (el que demoniza a los medios) ni integrados (el entusiasta acrítico)", Barcia propone que los consumidores aprendan a vivir "entreverados" con los medios. Lo que supone "una forma de acción donde cada uno está mezclado entre adversarios y aliados, pero con clara conciencia de dónde está el socio y dónde, el enemigo, sin perder su individualidad".

-¿Cuál es la orientación del manual?

-Porque los mensajes de los medios no son objetivos ni son espejos neutrales, y hay que despertar la conciencia de que tenemos que superar la apariencia para leer dentro de los mensajes, para no permanecer en la costra de la realidad.

-¿El libro da herramientas?

-Se dan pautas para aprender a entender los efectos de esos lenguajes básicos. Si el padre se aviva, se aviva el hijo. No podemos vivir sin los medios, por eso la voluntad es siempre la de asociarnos y articular nuestra vida con ellos.

-¿Qué medio exige una atención prioritaria desde su perspectiva?

-La televisión. La gran fuerza de la TV, que no tiene la escuela, es que alfabetiza por si misma, sin necesidad de hacer pasar a sus consumidores por la lectoescritura, que es tan penosa para un chico. Cuando pasamos a Internet, el problema es que en el aula no se enseña a buscar y a jerarquizar la información. La Red no tiene centro. Hay que prestar atención a la forma en que el chico articula la información con el conocimiento. La Red por sí sola no ayuda.

-¿Cuáles son los riesgos de la virtualidad en los jóvenes?

-El chico tiene cada vez menos capacidad de atención aplicada a un objeto. Se acostumbra a estímulos fuertes, instantáneos y cambiantes. Esa atención que es fundamental para fijar conocimientos y, en el futuro, investigar, se está amorteciendo. Es necesario brindarles estímulos que equilibren el ritmo de videoclip en que viven. Otro riesgo es la pérdida de la frecuencia narrativa que los jóvenes sufren hoy. No saben enlazar un relato. Cuentan lo que hicieron el fin de semana en tres frases y no saben contarse a sí mismos. Eso se debe a que tienen cada vez más virtualidad y menos diálogo real. Por lo tanto, el mundo en que viven es cada vez más virtual. Esa ruptura va en deterioro de la relación humana. La vida pierde dimensión real para los jóvenes, que se vuelven cada vez más insulares.

Efectos de la virtualidad

Nuevos analfabetos



Por ejercitación de percepciones simultáneas, en desmedro de las sucesivas y alfabéticas, se está produciendo un proceso de "desalfabetización" de los chicos. Eso lleva a la desatención del texto legible y al deterioro de la capacidad lectora.


El papel de la escuela


La escuela es la que debe retomar una acción renovadora activa como sede y creación de conocimientos. No tiene sentido de futuro decir que los chicos se educan por los medios, fuera del ámbito escolar. Padres y maestros deben reafirmar la enseñanza de la lectoescritura.


Sin preguntas


La perspectiva y las conclusiones de los jóvenes se obnubilan por falta de distanciamiento y por exceso de la insistencia en la inmediatez, en el aquí y el ahora. A su vez, se debilita la capacidad de preguntar, cuestionar, argumentar por exceso de discusiones interruptas.






Por Susana Reinoso

La lógica de la cultura digital


Vivir al ritmo del videoclip y a fuerza de estímulos vertiginosos que le llegan por la Red coloca a los chicos de hoy frente a una pérdida notoria de su capacidad de atención en un solo objeto, así como a una ausencia de frecuencia narrativa en el relato. Vale decir que anula la aptitud para contarse a sí mismo y la capacidad para fijar conocimientos, entre otras pérdidas.

Tales afirmaciones son formuladas por el presidente de la Academia Argentina de Letras, Pedro Luis Barcia, quien coordinó el libro No seamos ingenuos. Manual para la lectura inteligente de los medios (Santillana), destinado a padres y docentes, recientemente publicado. La editorial lanzará en agosto próximo un blog que actualizará el manual en tiempo real, con los aportes e inquietudes que sumen los maestros y los padres.

Siete profesores de la Universidad Austral escribieron artículos sobre escuela y medios, el lenguaje audiovisual, la publicidad y su retórica, los nuevos medios electrónicos y la lengua en las nuevas tecnologías, entre otros contenidos destinados. El capítulo más novedoso de este trabajo es el de los nuevos medios electrónicos, donde se pone de relieve la nueva lógica cultural-digital.

Barcia dijo que "estamos viviendo una dicotomia muy grande entre el sistema de enseñanza en el aula y la realidad fuera de la escuela. El país va a tardar mucho para incorporar los lenguajes de los medios a la escuela, porque los docentes no tienen una actualización adecuada en el manejo de estos lenguajes". La idea del manual fue agrupar "los lenguajes mediáticos y su retórica, con ejemplos claros. Los padres y los docentes son responsables de orientar a los chicos en la comprensión de esos medios. Si el padre se aviva, el hijo se aviva".

Explica Barcia que los medios no son "ni ventanas abiertas, ni espejos fieles, ni instrumentos objetivos". Y en sintonía con la famosa teoría de Umberto Eco, "ni apocalípticos (el que demoniza a los medios) ni integrados (el entusiasta acrítico)", Barcia propone que los consumidores aprendan a vivir "entreverados" con los medios. Lo que supone "una forma de acción donde cada uno está mezclado entre adversarios y aliados, pero con clara conciencia de dónde está el socio y dónde, el enemigo, sin perder su individualidad".

-¿Cuál es la orientación del manual?

-Porque los mensajes de los medios no son objetivos ni son espejos neutrales, y hay que despertar la conciencia de que tenemos que superar la apariencia para leer dentro de los mensajes, para no permanecer en la costra de la realidad.

-¿El libro da herramientas?

-Se dan pautas para aprender a entender los efectos de esos lenguajes básicos. Si el padre se aviva, se aviva el hijo. No podemos vivir sin los medios, por eso la voluntad es siempre la de asociarnos y articular nuestra vida con ellos.

-¿Qué medio exige una atención prioritaria desde su perspectiva?

-La televisión. La gran fuerza de la TV, que no tiene la escuela, es que alfabetiza por si misma, sin necesidad de hacer pasar a sus consumidores por la lectoescritura, que es tan penosa para un chico. Cuando pasamos a Internet, el problema es que en el aula no se enseña a buscar y a jerarquizar la información. La Red no tiene centro. Hay que prestar atención a la forma en que el chico articula la información con el conocimiento. La Red por sí sola no ayuda.

-¿Cuáles son los riesgos de la virtualidad en los jóvenes?

-El chico tiene cada vez menos capacidad de atención aplicada a un objeto. Se acostumbra a estímulos fuertes, instantáneos y cambiantes. Esa atención que es fundamental para fijar conocimientos y, en el futuro, investigar, se está amorteciendo. Es necesario brindarles estímulos que equilibren el ritmo de videoclip en que viven. Otro riesgo es la pérdida de la frecuencia narrativa que los jóvenes sufren hoy. No saben enlazar un relato. Cuentan lo que hicieron el fin de semana en tres frases y no saben contarse a sí mismos. Eso se debe a que tienen cada vez más virtualidad y menos diálogo real. Por lo tanto, el mundo en que viven es cada vez más virtual. Esa ruptura va en deterioro de la relación humana. La vida pierde dimensión real para los jóvenes, que se vuelven cada vez más insulares.

Efectos de la virtualidad

Nuevos analfabetos



Por ejercitación de percepciones simultáneas, en desmedro de las sucesivas y alfabéticas, se está produciendo un proceso de "desalfabetización" de los chicos. Eso lleva a la desatención del texto legible y al deterioro de la capacidad lectora.


El papel de la escuela


La escuela es la que debe retomar una acción renovadora activa como sede y creación de conocimientos. No tiene sentido de futuro decir que los chicos se educan por los medios, fuera del ámbito escolar. Padres y maestros deben reafirmar la enseñanza de la lectoescritura.


Sin preguntas


La perspectiva y las conclusiones de los jóvenes se obnubilan por falta de distanciamiento y por exceso de la insistencia en la inmediatez, en el aquí y el ahora. A su vez, se debilita la capacidad de preguntar, cuestionar, argumentar por exceso de discusiones interruptas.






Por Susana Reinoso

domingo, junio 22, 2008

Jakob Nielsen dice que los internautas cada vez aceptan menos las promociones


Jakob Nielsen, la principal autoridad internacional en usabilidad para Internet, ha dado a conocer recientemente una serie de datos bastante llamativos en torno al uso de la Red.

Uno de los más interesantes es que los internautas se están haciendo más expertos, lo que se deriva en que cada vez acepten menos las promociones y distracciones de diversa índole que aparecen en las Webs.

Esto explica por qué los banners cada vez tienen menos éxito. Al mismo tiempo, el porcentaje de éxito al buscar algo en la Red se ha incrementado y ha pasado del 60% al 75% en menos de diez años.

Este fenómeno está muy relacionado con el mayor uso de Google y con el declive de los portales, que ya sólo emplean el 25% de los internautas, frente al 40% de hace dos años. La mayor parte de los usuarios visitan directamente la página que les interesa, sin entrar por la portada, lo que también se conoce como "larga cola".

Es decir, que se la mayor parte de las visitas se generan en puntos concretos de una Web a los que se llega buscando algo a través de Google. Estamos en un reinado de este buscador, viene a concluir Nielsen.


Vea la nota completa en inglés en: más información en: http://news.bbc.co.uk/2/hi/7417496.stm

Jakob Nielsen dice que los internautas cada vez aceptan menos las promociones


Jakob Nielsen, la principal autoridad internacional en usabilidad para Internet, ha dado a conocer recientemente una serie de datos bastante llamativos en torno al uso de la Red.

Uno de los más interesantes es que los internautas se están haciendo más expertos, lo que se deriva en que cada vez acepten menos las promociones y distracciones de diversa índole que aparecen en las Webs.

Esto explica por qué los banners cada vez tienen menos éxito. Al mismo tiempo, el porcentaje de éxito al buscar algo en la Red se ha incrementado y ha pasado del 60% al 75% en menos de diez años.

Este fenómeno está muy relacionado con el mayor uso de Google y con el declive de los portales, que ya sólo emplean el 25% de los internautas, frente al 40% de hace dos años. La mayor parte de los usuarios visitan directamente la página que les interesa, sin entrar por la portada, lo que también se conoce como "larga cola".

Es decir, que se la mayor parte de las visitas se generan en puntos concretos de una Web a los que se llega buscando algo a través de Google. Estamos en un reinado de este buscador, viene a concluir Nielsen.


Vea la nota completa en inglés en: más información en: http://news.bbc.co.uk/2/hi/7417496.stm

miércoles, junio 18, 2008

"No me dedico ni a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria"


La violencia de los 70 en Uruguay, según José Mujica

El senador tupamaro José Mujica, uno de los políticos más populares de Uruguay, afirmó que quiere colaborar con el presidente Tabaré Vázquez en un pronunciamiento de ex guerrilleros y militares en contra de la violencia de los años 70, pero agregó que no ve el clima necesario para que eso se logre y que, a su juicio, lo más conveniente es mirar hacia el futuro y no al pasado.

"No me dedico ni a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria. He decidido estar empeñado con lo que me parece que va a ser el mundo de mis nietos, en el cual yo no voy a estar", afirmó en una entrevista con LA NACION el dirigente del Frente Amplio, que esta semana ocupa la vicepresidencia de la República, debido al viaje de Vázquez por América Central.

A inicios de los años sesenta, Mujica lideró, junto con otros dirigentes de la izquierda radical, la formación del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), guerrilla urbana que fue derrotada en 1971 por las fuerzas armadas.

Dos años después, comenzó la dictadura, que terminó en 1985. Una amnistía dejó libres a los guerrilleros y presos políticos del gobierno militar y, luego, el Parlamento aprobó la "ley de caducidad" (confirmada mediante un referéndum), que anuló los delitos cometidos por militares y policías.

La llegada de la izquierda al gobierno, en 2005, permitió una interpretación diferente de aquella ley -confusa en su redacción- y los principales agentes de represión militar fueron a prisión junto con los dictadores Juan María Bordaberry y Gregorio Alvarez.

La discusión sobre aquellos años sigue presente en el debate político uruguayo. Vázquez impulsó el año pasado el acto anual del "nunca más", que se celebra el 19 de junio, fecha de natalicio del prócer José Artigas. Para mañana, el presidente impulsó un pronunciamiento público de ex guerrilleros y militares de aquella época en favor del "nunca más", pero no ha tenido resultado positivo.

En su despacho del Palacio Legislativo, Mujica expuso a LA NACION su postura sobre este tema.

-Aquel pasado sigue como problema del presente. ¿Eso tiene solución?

-Con los problemas que no se pueden solucionar hay que tener la madurez de aprender a convivir. Sería un craso error pretender que toda la gente pensara igual. Hay gente que considera, honradamente, que bucear permanentemente en lo que pasó es la causa esencial de su vida, aun con la noble intención de que el ventilar esos problemas les sirva a las generaciones que vienen para que no se vuelva a tropezar con la misma piedra. En el mejor de los casos, eso es una parte de la sociedad. Y hay otra sociedad que está absorbida por otras cosas. En un galpón del interior del país, un paisano me dijo: «¿Por qué no se preocupan más de los que estamos desapareciendo hoy?» ¿Ta? Problemas de pobreza rural son las preocupaciones. ¡Convivir en una sociedad es aprender a andar con todo eso! Y no que unos aplasten a los otros y les nieguen el camino, porque, si no, no sé cómo es la convivencia en una sociedad. Hay olvidos que nunca se van a tener, que son imposibles. Hay cosas que hasta que no desaparezcamos todos, van a estar latiendo.

-¿Y cuál es su actitud frente al debate?

- Yo no quiero estorbar, porque, en la juventud, me puse un revólver al cinto y jugué a cambiar el mundo, y sabía que perdía o ganaba. Y perdí. Pero no todos hicieron eso y además pasaron un montón de barbaridades. Comprendo que haya gente dolorida por lo que pasó, algunos con cuentas a reprocharnos a nosotros [al MLN-T] y otros con cuentas para reprocharles a los otros [militares de la dictadura]. No me dedico ni a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria. He decidido estar empeñado en lo que me parece que va a ser el mundo de mis nietos en el cual yo no voy a estar. Pero no les pido a todos que tengan la misma filosofía. Las mataduras que tengo en el lomo, los 14 años de cana ... nadie me los va a reponer.

-Desde la política, ¿hay alguna forma de encauzar esto?

-No. Hay que aprender a soportar y luchar, para que una parte de nuestra humanidad camine por una vereda y otra camine por otra vereda, tolerándose y sin insultarse.

-Con este gobierno fueron presas varias figuras de la dictadura, pese a la ley que las protegía, avalada en un referéndum. Unos están conformes porque dicen que a los militares "les llegó el brazo de la justicia", pero otros dicen que en realidad hubo revancha.

-Las soluciones políticas, las decisiones, no necesariamente tienen el aval dentro de los 20 o 25 años, porque el criterio de los hombres puede variar según la perspectiva histórica. También cabe que aquella decisión que se tomó [la amnistía a militares de 1986] fuera hija del miedo.

-¿El planteo de Vázquez sobre el pronunciamiento conjunto por el "nunca más" tiene viabilidad?

-Es una buena intención del presidente. Los dos últimos presidentes del uruguay [Jorge Batlle y Vázquez] han estado preocupados por este tema. Va a tener que pasar algún tiempo todavía. Yo no quiero estorbar al presidente; si lo puedo ayudar, lo voy a ayudar, pero no veo que en la calle haya un ámbito, digamos, por las dos vertientes.

-¿La salida pasa por el perdón?

-Desde el punto de vista individual puede pasar, pero el perdón no existe desde el punto de vista colectivo. El perdón es una sensación que se tiene o no. Yo no la tengo en el orden de mis prioridades: no me puedo andar preocupando por revolver trastos viejos ni baúles viejos; no tengo nada que perdonar, porque no perdono. Tampoco tengo que cobrar nada, porque no voy a cobrar nada.

Por Nelson Fernández

"No me dedico ni a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria"


La violencia de los 70 en Uruguay, según José Mujica

El senador tupamaro José Mujica, uno de los políticos más populares de Uruguay, afirmó que quiere colaborar con el presidente Tabaré Vázquez en un pronunciamiento de ex guerrilleros y militares en contra de la violencia de los años 70, pero agregó que no ve el clima necesario para que eso se logre y que, a su juicio, lo más conveniente es mirar hacia el futuro y no al pasado.

"No me dedico ni a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria. He decidido estar empeñado con lo que me parece que va a ser el mundo de mis nietos, en el cual yo no voy a estar", afirmó en una entrevista con LA NACION el dirigente del Frente Amplio, que esta semana ocupa la vicepresidencia de la República, debido al viaje de Vázquez por América Central.

A inicios de los años sesenta, Mujica lideró, junto con otros dirigentes de la izquierda radical, la formación del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), guerrilla urbana que fue derrotada en 1971 por las fuerzas armadas.

Dos años después, comenzó la dictadura, que terminó en 1985. Una amnistía dejó libres a los guerrilleros y presos políticos del gobierno militar y, luego, el Parlamento aprobó la "ley de caducidad" (confirmada mediante un referéndum), que anuló los delitos cometidos por militares y policías.

La llegada de la izquierda al gobierno, en 2005, permitió una interpretación diferente de aquella ley -confusa en su redacción- y los principales agentes de represión militar fueron a prisión junto con los dictadores Juan María Bordaberry y Gregorio Alvarez.

La discusión sobre aquellos años sigue presente en el debate político uruguayo. Vázquez impulsó el año pasado el acto anual del "nunca más", que se celebra el 19 de junio, fecha de natalicio del prócer José Artigas. Para mañana, el presidente impulsó un pronunciamiento público de ex guerrilleros y militares de aquella época en favor del "nunca más", pero no ha tenido resultado positivo.

En su despacho del Palacio Legislativo, Mujica expuso a LA NACION su postura sobre este tema.

-Aquel pasado sigue como problema del presente. ¿Eso tiene solución?

-Con los problemas que no se pueden solucionar hay que tener la madurez de aprender a convivir. Sería un craso error pretender que toda la gente pensara igual. Hay gente que considera, honradamente, que bucear permanentemente en lo que pasó es la causa esencial de su vida, aun con la noble intención de que el ventilar esos problemas les sirva a las generaciones que vienen para que no se vuelva a tropezar con la misma piedra. En el mejor de los casos, eso es una parte de la sociedad. Y hay otra sociedad que está absorbida por otras cosas. En un galpón del interior del país, un paisano me dijo: «¿Por qué no se preocupan más de los que estamos desapareciendo hoy?» ¿Ta? Problemas de pobreza rural son las preocupaciones. ¡Convivir en una sociedad es aprender a andar con todo eso! Y no que unos aplasten a los otros y les nieguen el camino, porque, si no, no sé cómo es la convivencia en una sociedad. Hay olvidos que nunca se van a tener, que son imposibles. Hay cosas que hasta que no desaparezcamos todos, van a estar latiendo.

-¿Y cuál es su actitud frente al debate?

- Yo no quiero estorbar, porque, en la juventud, me puse un revólver al cinto y jugué a cambiar el mundo, y sabía que perdía o ganaba. Y perdí. Pero no todos hicieron eso y además pasaron un montón de barbaridades. Comprendo que haya gente dolorida por lo que pasó, algunos con cuentas a reprocharnos a nosotros [al MLN-T] y otros con cuentas para reprocharles a los otros [militares de la dictadura]. No me dedico ni a cultivar el olvido ni a cultivar la memoria. He decidido estar empeñado en lo que me parece que va a ser el mundo de mis nietos en el cual yo no voy a estar. Pero no les pido a todos que tengan la misma filosofía. Las mataduras que tengo en el lomo, los 14 años de cana ... nadie me los va a reponer.

-Desde la política, ¿hay alguna forma de encauzar esto?

-No. Hay que aprender a soportar y luchar, para que una parte de nuestra humanidad camine por una vereda y otra camine por otra vereda, tolerándose y sin insultarse.

-Con este gobierno fueron presas varias figuras de la dictadura, pese a la ley que las protegía, avalada en un referéndum. Unos están conformes porque dicen que a los militares "les llegó el brazo de la justicia", pero otros dicen que en realidad hubo revancha.

-Las soluciones políticas, las decisiones, no necesariamente tienen el aval dentro de los 20 o 25 años, porque el criterio de los hombres puede variar según la perspectiva histórica. También cabe que aquella decisión que se tomó [la amnistía a militares de 1986] fuera hija del miedo.

-¿El planteo de Vázquez sobre el pronunciamiento conjunto por el "nunca más" tiene viabilidad?

-Es una buena intención del presidente. Los dos últimos presidentes del uruguay [Jorge Batlle y Vázquez] han estado preocupados por este tema. Va a tener que pasar algún tiempo todavía. Yo no quiero estorbar al presidente; si lo puedo ayudar, lo voy a ayudar, pero no veo que en la calle haya un ámbito, digamos, por las dos vertientes.

-¿La salida pasa por el perdón?

-Desde el punto de vista individual puede pasar, pero el perdón no existe desde el punto de vista colectivo. El perdón es una sensación que se tiene o no. Yo no la tengo en el orden de mis prioridades: no me puedo andar preocupando por revolver trastos viejos ni baúles viejos; no tengo nada que perdonar, porque no perdono. Tampoco tengo que cobrar nada, porque no voy a cobrar nada.

Por Nelson Fernández

Report From a 1994 Web Usability Study

Users had low tolerance for anything that did not work, was too complicated, or that they did not like. They often made comments like "if this was not a test I would be out of here" or stated that they would not want to visit a site again after a quite small number of problems. With non-WWW user interfaces, the technically oriented users in this study would normally persist for some time in trying to figure out how to use the system, but with the WWW, there are so many sites out there that users have zero patience. Thus, the demands for good usability are probably higher for WWW user interfaces than for normal user interfaces, even though the designers' options are fewer. "Under construction" signs should be avoided and the server should always provide a response within a few seconds. If the requested information cannot be provided, a meaningful error message should be given instead.
I found that users wanted search and that global search mechanisms should be globally available. Even so, users were poor at specifying search strings and they often overlooked relevant hits. Thus, we cannot rely on search as the main navigation feature. Navigational structure and overviews are necessary to avoid user confusion and should be provided both in the large (server structure and location) and in the small (structure for the individual pages with iconic markers for the various types of information). Users liked the feeling of being part of a two-way communication with a site staffed by real humans and not just the recipients of a stream of bytes coming in over the net. Care should be taken to provide a "high-touch" feeling in addition to the "high-tech" image of a WWW server.

Report From a 1994 Web Usability Study

Users had low tolerance for anything that did not work, was too complicated, or that they did not like. They often made comments like "if this was not a test I would be out of here" or stated that they would not want to visit a site again after a quite small number of problems. With non-WWW user interfaces, the technically oriented users in this study would normally persist for some time in trying to figure out how to use the system, but with the WWW, there are so many sites out there that users have zero patience. Thus, the demands for good usability are probably higher for WWW user interfaces than for normal user interfaces, even though the designers' options are fewer. "Under construction" signs should be avoided and the server should always provide a response within a few seconds. If the requested information cannot be provided, a meaningful error message should be given instead.
I found that users wanted search and that global search mechanisms should be globally available. Even so, users were poor at specifying search strings and they often overlooked relevant hits. Thus, we cannot rely on search as the main navigation feature. Navigational structure and overviews are necessary to avoid user confusion and should be provided both in the large (server structure and location) and in the small (structure for the individual pages with iconic markers for the various types of information). Users liked the feeling of being part of a two-way communication with a site staffed by real humans and not just the recipients of a stream of bytes coming in over the net. Care should be taken to provide a "high-touch" feeling in addition to the "high-tech" image of a WWW server.

lunes, junio 16, 2008

Bernardo Kliksberg: "La equidad no se consigue por decreto"


Reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, el economista Bernardo Kliksberg destaca la extraordinaria mejoría luego de la crisis y, más allá de la coyuntura, dice que ve con optimismo las perspectivas del país. Y aunque confía en el "inmenso potencial" del país destaca que es fundamental contar con estadísticas confiables


A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.

Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.

Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".

"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".

-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?

-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.

-¿Qué plantea el libro?

-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.

-¿Están teniendo éxito?

-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.

-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?

-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.

-¿Por ejemplo?

-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.

-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?

-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.

-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?

-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.

-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?

-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.

-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?

-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.

-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?

-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.

-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?

-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.

Por Daniel Casas

El perfil

Proyección internacional

Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.

Más de 40 libros

Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.


Bernardo Kliksberg: "La equidad no se consigue por decreto"


Reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, el economista Bernardo Kliksberg destaca la extraordinaria mejoría luego de la crisis y, más allá de la coyuntura, dice que ve con optimismo las perspectivas del país. Y aunque confía en el "inmenso potencial" del país destaca que es fundamental contar con estadísticas confiables


A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.

Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.

Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".

"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".

-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?

-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.

-¿Qué plantea el libro?

-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.

-¿Están teniendo éxito?

-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.

-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?

-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.

-¿Por ejemplo?

-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.

-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?

-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.

-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?

-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.

-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?

-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.

-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?

-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.

-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?

-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.

-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?

-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.

Por Daniel Casas

El perfil

Proyección internacional

Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.

Más de 40 libros

Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.


China rumbo al Olimpo: deporte, política y orgullo nacional


Consolidada como superpotencia económica, China busca ahora ser reconocida como actor político por derecho propio. Los 40 mil millones de dólares invertidos en los preparativos para las olimpíadas muestran que el gobierno apostó fuerte para transformar el mayor encuentro deportivo del mundo en el escenario de su legitimación internacional

Por Adriana La Rotta


El país más populoso del mundo, el que tiene mayor número de internautas, el principal productor de acero, el que más óxido de carbono lanza a la atmósfera, el que ha sacado de la pobreza al mayor número de personas, el que más sentencias de muerte aplica...

China es el gigante de nuestros tiempos. Un gigante contradictorio, confinado a la pobreza y al aislamiento durante la mayor parte del último siglo -el siglo de la humillación, lo llaman ellos-, pero que ha recuperado su supremacía económica y está en camino de convertirse en una potencia geopolítica: un relevamiento del Banco Mundial la ubicó cuarta en el ranking de las principales potencias mundiales, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, pero antes de Francia y Gran Bretaña; en 2006, con 974 mil millones de dólares, fue la tercera potencia exportadora mundial y el primer comprador mundial de cemento, carbón, acero, níquel y aluminio. Fue también el segundo importador de petróleo, detrás de los Estados Unidos. Así y todo, su balanza comercial arrojó un superávit de 200.000 millones de dólares.

Pero en la psicología del gobierno -y cada vez más en la del pueblo chino-, el estatus de primera línea le será concedido el próximo 8 de agosto, cuando se inauguren en Pekín los XXIX Juegos Olímpicos. El énfasis del gobierno en la construcción del mejor escenario para su lanzamiento internacional -la inversión total ya llegó a los 40 mil millones de dólares; se esperan 500.000 visitantes y una audiencia de 4000 millones de televidentes- permite anticipar un evento en el que habrá mucho más de epopeya nacional, de celebración patriótica, que de torneo deportivo. Y que las hazañas de los atletas, seguramente, pasarán a un segundo plano, comparadas con la proeza que China siente haber conseguido: volver a ser relevante para el mundo, tras un largo y oprobioso paréntesis.

"China ha sido siempre una de las grandes civilizaciones, pero en el último siglo estuvo subyugada a los poderes occidentales. Pekín ve los Juegos como un símbolo de su resurrección como potencia y como una oportunidad para que el resto del mundo reconozca ese poder", dice Baohui Zhang, profesor de ciencias políticas en la Universidad Lingnan de Hong Kong.

A menos de dos meses del inicio de los Juegos, el ambiente Olímpico se respira en las grandes ciudades chinas, incluyendo a Hong Kong que, once años después del traspaso del control británico al chino, está redescubriendo el orgullo de formar parte de la "madre patria".

Grandes carteles luminosos en plazas, avenidas céntricas y estaciones de tren, en todas las grandes ciudades, llevan la cuenta regresiva para el inicio del evento, mientras que los medios oficiales dedican buena parte de su espacio a mostrar los preparativos en las sedes olímpicas y a hacer perfiles de los deportistas con potencial de ganar oro para el país.

Ninguna encuesta independiente ha medido el respaldo que la población china da a los Olímpicos, pero parece ser un apoyo masivo que el gobierno interpreta -quizás con razón- como un referendo de su propio desempeño. Una buena medida de hasta qué punto se han vuelto populares estos juegos entre la población la da un hecho singular: al menos 4 mil recién nacidos en los últimos meses han sido bautizados con el nombre Aoyun, que significa nada, más y nada menos, que "Juegos Olímpicos". Muchas empresas chinas, incluso las que no son patrocinadoras oficiales del evento, han diseñado sus campañas en sintonía con los Juegos y adoptando el mismo tono épico e inflamado de fervor patrio que destila la propaganda gubernamental (ver recuadro).

Al contrario de lo que sucedió en otros continentes en donde el paso de la Antorcha Olímpica fue recibido con protestas, en el territorio chino el símbolo ha tenido recepciones multitudinarias. Inclusive en Hong Kong, cuyos habitantes solían pensar en China como un país aparte, la llama fue vitoreada por un público arropado con enormes banderas rojas.

Los Juegos Olímpicos han sometido a China a un escrutinio internacional que no sólo le ha cambiado la fisonomía a las ciudades sedes, y en especial a Pekín, sino que ha introducido elementos de democracia que antes no existían en el país, entre ellos -el más notable-, la forma abierta y transparente con que el gobierno ha manejado la emergencia producida por el terremoto en Sichuan.

Podría decirse que es un escenario parecido al de Japón en 1964, cuando los Olímpicos de Tokio simbolizaron el cierre del capítulo de la posguerra y el comienzo de la recuperación espectacular de la economía nipona. Aunque muchos preferirían que hubiera más paralelos con la Olimpiada de Seúl en 1988, la que sirvió como catalizador del movimiento democrático que acabó con cuarenta años de gobiernos autoritarios y ayudó a propulsar el desarrollo coreano.

Pero el surgimiento de China como potencia global encarnado en los Olímpicos de Pekín también podría traer cambios no tan bienvenidos por Occidente. "China y su población van a emerger de los Juegos más confiados y por lo tanto más dispuestos a dar pelea -imagina el profesor Zhang-. No van a dejarse doblegar en términos diplomáticos y serán menos cooperativos. Esa nueva confianza puede ser una invitación al conflicto."

Como el surgimiento de China no es una expectativa sino una realidad, lo que desvela a los sinólogos es cómo el gigante hará uso de su nuevo estatus. "La fuerza es apenas una parte de la ecuación. Las intenciones -cómo usará China su poder- harán la diferencia entre la guerra y la paz", escribió Susan Shrik, alta funcionaria del Departamento de Estado norteamericano para asuntos chinos, en un libro que se ha convertido en una especie de Biblia para entender ya no el "efecto" sino la "amenaza" del gigante asiático.

Shrik sostiene que el principal objetivo político de los dirigentes chinos es mantener la estabilidad social porque en ella radica la supervivencia del gobierno. Por tanto, sus decisiones de política exterior estarán determinadas por la necesidad de mantener el consenso interno.

En un país de dimensiones continentales con más de cincuenta grupos raciales y enormes disparidades económicas -se estima que hay en China 350 mil millonarios, unos 800 multimillonarios y 124 millones de personas que viven todavía con menos de un dólar por día-, la estabilidad social vive en estado de permanente fragilidad. En este momento de la historia, no obstante, a menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, Pekín tiene más consenso interno del que muchas veces se cree en Occidente.

Vientos nacionalistas

Casi tres décadas de vigoroso crecimiento han puesto al alcance de millones de personas en China bienes y servicios antes impensables. Por eso, las nuevas generaciones de chinos -que han visto a su país pasar de la pobreza a ser la cuarta economía del globo- son más pragmáticas que las anteriores y profundamente nacionalistas.

"Los jóvenes chinos son diferentes ahora porque nacieron en una sociedad más próspera y menos controlada. Son más individualistas, más sofisticados y están mejor informados. Las recientes manifestaciones de nacionalismo mostraron que también les interesa la política", dice la escritora Lijia Zhang, quien fue operaria en los años 80 en una fábrica de misiles en Nanjing y organizó protestas en 1989 en apoyo al levantamiento de los jóvenes en la plaza Tiananmen.

Zhang, quien vive ahora en Pekín, admite que la dieta de propaganda nacionalista que se les da a los jóvenes chinos ha moldeado sus posiciones políticas, pero eso, señala, no es lo único que explica por qué, en lugar de lanzarse a las calles a respaldar la independencia del Tíbet en marzo pasado, la juventud salió en masa a defender al gobierno. "Los chinos tienen buenas razones para estar orgullosos de lo que han conseguido. La fuerte explosión de nacionalismo fue provocada, en parte, por lo que es visto como una visión parcializada de la prensa extranjera", dice.

Lo que China piensa de sí misma y lo que se piensa de China en Occidente son dos visiones totalmente distintas, pero están relacionadas. China se percibe como una víctima de la avaricia y la envidia del Primer Mundo, a pesar de lo cual ha logrado dar saltos gigantescos que la han colocado en la ruta hacia convertirse en la principal economía del globo.

Aunque el gobierno no lo expresa de manera totalmente clara, Pekín condena la doble moral de Occidente, que reclama la independencia del Tíbet y condena las violaciones a los derechos humanos del régimen comunista mientras mantiene con China una lucrativa relación comercial.

No sorprende entonces que la prensa internacional, acostumbrada a reforzar la dicotomía entre Gobierno y ciudadanía, haya visto sorprendida cómo la juventud china, más expuesta que nunca a las influencias externas, tiene una mayor desconfianza hacia Occidente que sus antecesores.

"Yo veo que mis estudiantes dudan de la propaganda del gobierno porque saben que no es equilibrada, pero son mucho más escépticos de la democracia al estilo Occidental de lo que eran los jóvenes hace veinte años. La democracia como modelo no los inspira", dice Daniel Bell, profesor canadiense que enseña teoría política en la Universidad Tsinghua, una de las más prestigiosas del país.

Originaria de la provincia de Hubei, Wu Yun, una joven de 26 años a punto de terminar su maestría de ética en Tsinghua, explica por qué, pese a que no participó en las protestas en contra de los extranjeros a propósito del conflicto con Tíbet, sí entiende por qué fueron motivadas. "La mayoría de los chinos, incluyendo los jóvenes, prefiere adoptar la opinión unificada o autorizada de los hechos. En el caso del Tíbet, esa mayoría cree que el gobierno ha mejorado mucho las condiciones de vida en la región, por lo tanto los tibetanos no tienen motivos para oponerse al gobierno", explica Yun.

Si bien legítimas, las preocupaciones de los jóvenes que tienen acceso a la educación en las grandes ciudades son muy diferentes de los problemas que aquejan al 56% de la población que vive todavía en áreas rurales o a los 150 millones de trabajadores migrantes que han abandonado el campo en busca de prosperidad en las líneas de ensamblaje de las fábricas.

La industrialización ha ocasionado a millones de agricultores la pérdida de sus tierras y ha creado problemas ambientales que deterioran aún más su calidad de vida. Entre tanto, las reformas al sistema de salud -para alinearlo con una economía de mercado- han convertido a los médicos y los hospitales en artículos de lujo a los que sólo una mínima parte de la población tiene acceso.

Aunque a finales del 2005 el gobierno chino decretó nueve años de educación gratuita para los habitantes de las áreas rurales, la calidad del profesorado y el estado de las instalaciones educativas han sido una constante preocupación de los padres. Y con buen fundamento, como lo corroboró trágicamente el terremoto de mayo en Sichuan, que destruyó o dejó en estado calamitoso más de 13 mil establecimientos educativos y mató a casi 5 mil estudiantes en esa provincia.

En el saldo siniestro del terremoto de Sichuan, como en miles de otros casos a lo largo y a lo ancho del país, la corrupción es un fenómeno cuyo control escapa al gobierno central.

La gran brecha

De acuerdo con un estudio del think-tank estadounidenseFondo Carnegie para la Paz Internacional publicado en octubre pasado, el 10% del valor de todos los contratos oficiales en China está reservado para pagos ilícitos y sólo uno de cada cien funcionarios corruptos acaba en la cárcel.

Las autoridades reconocen que el problema existe y lo atribuyen a los cambios estructurales que atraviesa la economía. En la práctica, es el resultado del sistema de partido único que no permite los mecanismos control que existen en las democracias.

Pero las placas tectónicas no son la única razón por la que en China se puedan producir fuertes sismos. Desde que reemplazó el planeamiento central por una economía de mercado y se abrió al mundo en los años 80, China ha empezado a figurar en la lista de los países con mayor desigualdad. Según la revista Hurun -una especie de Forbes china que le sigue la pista a la acumulación de riqueza-, el país tiene casi 350 mil millonarios y unos 800 multimillonarios. En contraste, 124 millones de chinos viven todavía con menos de un dólar por día.

Parte de esa nueva riqueza ha sido amasada a través de medios no legítimos y, como resultado, la inestabilidad social está en los primeros lugares de las listas de los sinólogos que estudian los factores de riesgo en el futuro inmediato chino.

"Los líderes centrales entienden los problemas sociales que el país está acumulando, pero no pueden sobre-reaccionar. El país no puede parar el crecimiento económico debido a las presiones sociales", dice el experto en China y consultor Michael Enright.

Para el gobierno, sin embargo, controlar el crecimiento económico para que no produzca más desequilibrios es una prioridad, y así lo confirmó el premier chino Wen Jiabao en marzo último, cuando indicó que el gobierno querría disminuir la tasa de crecimiento del 11,4 alcanzado el año pasado a no más del 8%. La principal preocupación hoy es que las asimetrías económicas pongan en peligro la continuidad del régimen.

En la historia reciente de China hay pocos ejemplos mejores del potencial desestabilizador de un hecho y de la forma como fue controlado que el terremoto de mayo en la provincia de Sichuan. Menos de dos horas después de ocurrido el sismo, el Premier Wen Jiabao se dirigió en helicóptero a la zona del desastre y comandó en persona las tareas de los cuerpos de rescate ante los ojos del país entero, que por primera vez pudo seguir un acontecimiento como ése por televisión.

Al abrir el flujo de información, el gobierno impulsó al pueblo chino a solidarizarse con la tragedia y creó oportunidades de participación a través de colectas de dinero y trabajo voluntario que no se habían visto en la era comunista. Ecos de esa apertura se oyeron más allá del continente chino. "Por primera vez en mi vida sentí que soy china y que son mis hermanos los que están sufriendo", dijo hace poco en Hong Kong Maggie M., una oficinista de 30 años, quien hasta antes del terremoto sentía que su única patria era la excolonia británica.

El movimiento ciudadano que parece haberse despertado con los temblores de Sichuan podría, sin embargo, traer nuevos desafíos a la nación china. "Levantarse e ir a ayudar a los demás no formó parte hasta ahora de la cultura china, que suele preocuparse por la familia pero no por la comunidad. Podría ser el nacimiento de la sociedad civil, algo que las autoridades han alentado en Sichuan pero que al mismo tiempo van a querer limitar por los riesgos que encierra", advierte el profesor Baohui Zhang.

Es posible, pero la rapidez y voluntad con que millones de chinos se unieron para rodear a sus compatriotas pueden ser síntoma de que la sociedad civil está lista para ejercer más democracia de la que se le permite, y negarle esa demanda puede llegar a ser un nuevo factor de inestabilidad social.

La China que llega a los Juegos Olímpicos es un país frágil y fuerte al mismo tiempo. Algunos analistas han advertido que después de los Juegos vendrá una resaca y sólo entonces la opinión pública se empezará a preguntar si se justificaba invertir 40 mil millones de dólares en un evento cuya llama se extinguiría en tres semanas.

Tal vez quienes presagian ese final olvidan que la Olimpíada para China no es un evento deportivo sino un acto político, una especie de entrega de credenciales a la comunidad internacional del más nuevo miembro del selecto club de las superpotencias.

Los juegos en cifras



Costo total incluyendo infraestructura: US$ 40.000 millones



Costo de los escenarios deportivos: US$ 1.800 millones



Total de escenarios en Pekín: 31; fuera de Pekín, 6



Desplazados por los escenarios según el gobierno: 6.000 familias; desplazados según ONGs, 1.5 millones de personas



Atletas participantes: 10.708



Voluntarios: 70.000



Televidentes previstos: 4 mil millones



Visitantes esperados: 500.000


Propaganda y disidencia

Con la Antorcha Olímpica aproximándose a suelo tibetano, el gobierno chino se prepara para enfrentar días de tensión que podrían recordar los violentos disturbios ocurridos en Lhasa en marzo pasado.

La independencia del Tíbet es un tema fuera de cuestión para la población china, 90% de la cual pertenece a la etnia Han, la predominante en el país. Para la inmensa mayoría de la opinión pública, los reclamos de los tibetanos son una muestra de ingratitud para con la nación, que ha hecho fuertes inversiones económicas y elevado el nivel de vida en la región autónoma.

Cincuenta años de propaganda de desprestigio contra la figura del Dalai Lama han calado hondo en la población, para la cual el líder de los tibetanos es visto no como un santo, sino como un político sagaz al servicio de los intereses de Occidente.

Nada indica que habrá avances en la situación del Tíbet antes o después de la Olimpíada, ni tampoco en relación con la suerte de los miles de prisioneros políticos -la cifra real se desconoce- confinados en las cárceles chinas por ejercer actividades que en otros sistemas serían consideradas normales.

De acuerdo con el disidente Wang Dan, líder de la revuelta de Tiananmen en 1989, quien desde hace una década vive exiliado en los Estados Unidos, más de 300 mil chinos en los últimos años han sido enviados a campos de reeducación como castigo por ejercer actividades políticas distintas de las aprobadas por el Partido Comunista.

Aun así, la disidencia sobrevive en China ayudada por la capacidad de diseminación de las ideas que permite Internet. En blogs y salas de chat que logran volar bajo el radar de la censura, voces aisladas continúan reclamando apertura democrática y defendiendo las causas de minorías que no tienen voz en el país.

China rumbo al Olimpo: deporte, política y orgullo nacional


Consolidada como superpotencia económica, China busca ahora ser reconocida como actor político por derecho propio. Los 40 mil millones de dólares invertidos en los preparativos para las olimpíadas muestran que el gobierno apostó fuerte para transformar el mayor encuentro deportivo del mundo en el escenario de su legitimación internacional

Por Adriana La Rotta


El país más populoso del mundo, el que tiene mayor número de internautas, el principal productor de acero, el que más óxido de carbono lanza a la atmósfera, el que ha sacado de la pobreza al mayor número de personas, el que más sentencias de muerte aplica...

China es el gigante de nuestros tiempos. Un gigante contradictorio, confinado a la pobreza y al aislamiento durante la mayor parte del último siglo -el siglo de la humillación, lo llaman ellos-, pero que ha recuperado su supremacía económica y está en camino de convertirse en una potencia geopolítica: un relevamiento del Banco Mundial la ubicó cuarta en el ranking de las principales potencias mundiales, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, pero antes de Francia y Gran Bretaña; en 2006, con 974 mil millones de dólares, fue la tercera potencia exportadora mundial y el primer comprador mundial de cemento, carbón, acero, níquel y aluminio. Fue también el segundo importador de petróleo, detrás de los Estados Unidos. Así y todo, su balanza comercial arrojó un superávit de 200.000 millones de dólares.

Pero en la psicología del gobierno -y cada vez más en la del pueblo chino-, el estatus de primera línea le será concedido el próximo 8 de agosto, cuando se inauguren en Pekín los XXIX Juegos Olímpicos. El énfasis del gobierno en la construcción del mejor escenario para su lanzamiento internacional -la inversión total ya llegó a los 40 mil millones de dólares; se esperan 500.000 visitantes y una audiencia de 4000 millones de televidentes- permite anticipar un evento en el que habrá mucho más de epopeya nacional, de celebración patriótica, que de torneo deportivo. Y que las hazañas de los atletas, seguramente, pasarán a un segundo plano, comparadas con la proeza que China siente haber conseguido: volver a ser relevante para el mundo, tras un largo y oprobioso paréntesis.

"China ha sido siempre una de las grandes civilizaciones, pero en el último siglo estuvo subyugada a los poderes occidentales. Pekín ve los Juegos como un símbolo de su resurrección como potencia y como una oportunidad para que el resto del mundo reconozca ese poder", dice Baohui Zhang, profesor de ciencias políticas en la Universidad Lingnan de Hong Kong.

A menos de dos meses del inicio de los Juegos, el ambiente Olímpico se respira en las grandes ciudades chinas, incluyendo a Hong Kong que, once años después del traspaso del control británico al chino, está redescubriendo el orgullo de formar parte de la "madre patria".

Grandes carteles luminosos en plazas, avenidas céntricas y estaciones de tren, en todas las grandes ciudades, llevan la cuenta regresiva para el inicio del evento, mientras que los medios oficiales dedican buena parte de su espacio a mostrar los preparativos en las sedes olímpicas y a hacer perfiles de los deportistas con potencial de ganar oro para el país.

Ninguna encuesta independiente ha medido el respaldo que la población china da a los Olímpicos, pero parece ser un apoyo masivo que el gobierno interpreta -quizás con razón- como un referendo de su propio desempeño. Una buena medida de hasta qué punto se han vuelto populares estos juegos entre la población la da un hecho singular: al menos 4 mil recién nacidos en los últimos meses han sido bautizados con el nombre Aoyun, que significa nada, más y nada menos, que "Juegos Olímpicos". Muchas empresas chinas, incluso las que no son patrocinadoras oficiales del evento, han diseñado sus campañas en sintonía con los Juegos y adoptando el mismo tono épico e inflamado de fervor patrio que destila la propaganda gubernamental (ver recuadro).

Al contrario de lo que sucedió en otros continentes en donde el paso de la Antorcha Olímpica fue recibido con protestas, en el territorio chino el símbolo ha tenido recepciones multitudinarias. Inclusive en Hong Kong, cuyos habitantes solían pensar en China como un país aparte, la llama fue vitoreada por un público arropado con enormes banderas rojas.

Los Juegos Olímpicos han sometido a China a un escrutinio internacional que no sólo le ha cambiado la fisonomía a las ciudades sedes, y en especial a Pekín, sino que ha introducido elementos de democracia que antes no existían en el país, entre ellos -el más notable-, la forma abierta y transparente con que el gobierno ha manejado la emergencia producida por el terremoto en Sichuan.

Podría decirse que es un escenario parecido al de Japón en 1964, cuando los Olímpicos de Tokio simbolizaron el cierre del capítulo de la posguerra y el comienzo de la recuperación espectacular de la economía nipona. Aunque muchos preferirían que hubiera más paralelos con la Olimpiada de Seúl en 1988, la que sirvió como catalizador del movimiento democrático que acabó con cuarenta años de gobiernos autoritarios y ayudó a propulsar el desarrollo coreano.

Pero el surgimiento de China como potencia global encarnado en los Olímpicos de Pekín también podría traer cambios no tan bienvenidos por Occidente. "China y su población van a emerger de los Juegos más confiados y por lo tanto más dispuestos a dar pelea -imagina el profesor Zhang-. No van a dejarse doblegar en términos diplomáticos y serán menos cooperativos. Esa nueva confianza puede ser una invitación al conflicto."

Como el surgimiento de China no es una expectativa sino una realidad, lo que desvela a los sinólogos es cómo el gigante hará uso de su nuevo estatus. "La fuerza es apenas una parte de la ecuación. Las intenciones -cómo usará China su poder- harán la diferencia entre la guerra y la paz", escribió Susan Shrik, alta funcionaria del Departamento de Estado norteamericano para asuntos chinos, en un libro que se ha convertido en una especie de Biblia para entender ya no el "efecto" sino la "amenaza" del gigante asiático.

Shrik sostiene que el principal objetivo político de los dirigentes chinos es mantener la estabilidad social porque en ella radica la supervivencia del gobierno. Por tanto, sus decisiones de política exterior estarán determinadas por la necesidad de mantener el consenso interno.

En un país de dimensiones continentales con más de cincuenta grupos raciales y enormes disparidades económicas -se estima que hay en China 350 mil millonarios, unos 800 multimillonarios y 124 millones de personas que viven todavía con menos de un dólar por día-, la estabilidad social vive en estado de permanente fragilidad. En este momento de la historia, no obstante, a menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, Pekín tiene más consenso interno del que muchas veces se cree en Occidente.

Vientos nacionalistas

Casi tres décadas de vigoroso crecimiento han puesto al alcance de millones de personas en China bienes y servicios antes impensables. Por eso, las nuevas generaciones de chinos -que han visto a su país pasar de la pobreza a ser la cuarta economía del globo- son más pragmáticas que las anteriores y profundamente nacionalistas.

"Los jóvenes chinos son diferentes ahora porque nacieron en una sociedad más próspera y menos controlada. Son más individualistas, más sofisticados y están mejor informados. Las recientes manifestaciones de nacionalismo mostraron que también les interesa la política", dice la escritora Lijia Zhang, quien fue operaria en los años 80 en una fábrica de misiles en Nanjing y organizó protestas en 1989 en apoyo al levantamiento de los jóvenes en la plaza Tiananmen.

Zhang, quien vive ahora en Pekín, admite que la dieta de propaganda nacionalista que se les da a los jóvenes chinos ha moldeado sus posiciones políticas, pero eso, señala, no es lo único que explica por qué, en lugar de lanzarse a las calles a respaldar la independencia del Tíbet en marzo pasado, la juventud salió en masa a defender al gobierno. "Los chinos tienen buenas razones para estar orgullosos de lo que han conseguido. La fuerte explosión de nacionalismo fue provocada, en parte, por lo que es visto como una visión parcializada de la prensa extranjera", dice.

Lo que China piensa de sí misma y lo que se piensa de China en Occidente son dos visiones totalmente distintas, pero están relacionadas. China se percibe como una víctima de la avaricia y la envidia del Primer Mundo, a pesar de lo cual ha logrado dar saltos gigantescos que la han colocado en la ruta hacia convertirse en la principal economía del globo.

Aunque el gobierno no lo expresa de manera totalmente clara, Pekín condena la doble moral de Occidente, que reclama la independencia del Tíbet y condena las violaciones a los derechos humanos del régimen comunista mientras mantiene con China una lucrativa relación comercial.

No sorprende entonces que la prensa internacional, acostumbrada a reforzar la dicotomía entre Gobierno y ciudadanía, haya visto sorprendida cómo la juventud china, más expuesta que nunca a las influencias externas, tiene una mayor desconfianza hacia Occidente que sus antecesores.

"Yo veo que mis estudiantes dudan de la propaganda del gobierno porque saben que no es equilibrada, pero son mucho más escépticos de la democracia al estilo Occidental de lo que eran los jóvenes hace veinte años. La democracia como modelo no los inspira", dice Daniel Bell, profesor canadiense que enseña teoría política en la Universidad Tsinghua, una de las más prestigiosas del país.

Originaria de la provincia de Hubei, Wu Yun, una joven de 26 años a punto de terminar su maestría de ética en Tsinghua, explica por qué, pese a que no participó en las protestas en contra de los extranjeros a propósito del conflicto con Tíbet, sí entiende por qué fueron motivadas. "La mayoría de los chinos, incluyendo los jóvenes, prefiere adoptar la opinión unificada o autorizada de los hechos. En el caso del Tíbet, esa mayoría cree que el gobierno ha mejorado mucho las condiciones de vida en la región, por lo tanto los tibetanos no tienen motivos para oponerse al gobierno", explica Yun.

Si bien legítimas, las preocupaciones de los jóvenes que tienen acceso a la educación en las grandes ciudades son muy diferentes de los problemas que aquejan al 56% de la población que vive todavía en áreas rurales o a los 150 millones de trabajadores migrantes que han abandonado el campo en busca de prosperidad en las líneas de ensamblaje de las fábricas.

La industrialización ha ocasionado a millones de agricultores la pérdida de sus tierras y ha creado problemas ambientales que deterioran aún más su calidad de vida. Entre tanto, las reformas al sistema de salud -para alinearlo con una economía de mercado- han convertido a los médicos y los hospitales en artículos de lujo a los que sólo una mínima parte de la población tiene acceso.

Aunque a finales del 2005 el gobierno chino decretó nueve años de educación gratuita para los habitantes de las áreas rurales, la calidad del profesorado y el estado de las instalaciones educativas han sido una constante preocupación de los padres. Y con buen fundamento, como lo corroboró trágicamente el terremoto de mayo en Sichuan, que destruyó o dejó en estado calamitoso más de 13 mil establecimientos educativos y mató a casi 5 mil estudiantes en esa provincia.

En el saldo siniestro del terremoto de Sichuan, como en miles de otros casos a lo largo y a lo ancho del país, la corrupción es un fenómeno cuyo control escapa al gobierno central.

La gran brecha

De acuerdo con un estudio del think-tank estadounidenseFondo Carnegie para la Paz Internacional publicado en octubre pasado, el 10% del valor de todos los contratos oficiales en China está reservado para pagos ilícitos y sólo uno de cada cien funcionarios corruptos acaba en la cárcel.

Las autoridades reconocen que el problema existe y lo atribuyen a los cambios estructurales que atraviesa la economía. En la práctica, es el resultado del sistema de partido único que no permite los mecanismos control que existen en las democracias.

Pero las placas tectónicas no son la única razón por la que en China se puedan producir fuertes sismos. Desde que reemplazó el planeamiento central por una economía de mercado y se abrió al mundo en los años 80, China ha empezado a figurar en la lista de los países con mayor desigualdad. Según la revista Hurun -una especie de Forbes china que le sigue la pista a la acumulación de riqueza-, el país tiene casi 350 mil millonarios y unos 800 multimillonarios. En contraste, 124 millones de chinos viven todavía con menos de un dólar por día.

Parte de esa nueva riqueza ha sido amasada a través de medios no legítimos y, como resultado, la inestabilidad social está en los primeros lugares de las listas de los sinólogos que estudian los factores de riesgo en el futuro inmediato chino.

"Los líderes centrales entienden los problemas sociales que el país está acumulando, pero no pueden sobre-reaccionar. El país no puede parar el crecimiento económico debido a las presiones sociales", dice el experto en China y consultor Michael Enright.

Para el gobierno, sin embargo, controlar el crecimiento económico para que no produzca más desequilibrios es una prioridad, y así lo confirmó el premier chino Wen Jiabao en marzo último, cuando indicó que el gobierno querría disminuir la tasa de crecimiento del 11,4 alcanzado el año pasado a no más del 8%. La principal preocupación hoy es que las asimetrías económicas pongan en peligro la continuidad del régimen.

En la historia reciente de China hay pocos ejemplos mejores del potencial desestabilizador de un hecho y de la forma como fue controlado que el terremoto de mayo en la provincia de Sichuan. Menos de dos horas después de ocurrido el sismo, el Premier Wen Jiabao se dirigió en helicóptero a la zona del desastre y comandó en persona las tareas de los cuerpos de rescate ante los ojos del país entero, que por primera vez pudo seguir un acontecimiento como ése por televisión.

Al abrir el flujo de información, el gobierno impulsó al pueblo chino a solidarizarse con la tragedia y creó oportunidades de participación a través de colectas de dinero y trabajo voluntario que no se habían visto en la era comunista. Ecos de esa apertura se oyeron más allá del continente chino. "Por primera vez en mi vida sentí que soy china y que son mis hermanos los que están sufriendo", dijo hace poco en Hong Kong Maggie M., una oficinista de 30 años, quien hasta antes del terremoto sentía que su única patria era la excolonia británica.

El movimiento ciudadano que parece haberse despertado con los temblores de Sichuan podría, sin embargo, traer nuevos desafíos a la nación china. "Levantarse e ir a ayudar a los demás no formó parte hasta ahora de la cultura china, que suele preocuparse por la familia pero no por la comunidad. Podría ser el nacimiento de la sociedad civil, algo que las autoridades han alentado en Sichuan pero que al mismo tiempo van a querer limitar por los riesgos que encierra", advierte el profesor Baohui Zhang.

Es posible, pero la rapidez y voluntad con que millones de chinos se unieron para rodear a sus compatriotas pueden ser síntoma de que la sociedad civil está lista para ejercer más democracia de la que se le permite, y negarle esa demanda puede llegar a ser un nuevo factor de inestabilidad social.

La China que llega a los Juegos Olímpicos es un país frágil y fuerte al mismo tiempo. Algunos analistas han advertido que después de los Juegos vendrá una resaca y sólo entonces la opinión pública se empezará a preguntar si se justificaba invertir 40 mil millones de dólares en un evento cuya llama se extinguiría en tres semanas.

Tal vez quienes presagian ese final olvidan que la Olimpíada para China no es un evento deportivo sino un acto político, una especie de entrega de credenciales a la comunidad internacional del más nuevo miembro del selecto club de las superpotencias.

Los juegos en cifras



Costo total incluyendo infraestructura: US$ 40.000 millones



Costo de los escenarios deportivos: US$ 1.800 millones



Total de escenarios en Pekín: 31; fuera de Pekín, 6



Desplazados por los escenarios según el gobierno: 6.000 familias; desplazados según ONGs, 1.5 millones de personas



Atletas participantes: 10.708



Voluntarios: 70.000



Televidentes previstos: 4 mil millones



Visitantes esperados: 500.000


Propaganda y disidencia

Con la Antorcha Olímpica aproximándose a suelo tibetano, el gobierno chino se prepara para enfrentar días de tensión que podrían recordar los violentos disturbios ocurridos en Lhasa en marzo pasado.

La independencia del Tíbet es un tema fuera de cuestión para la población china, 90% de la cual pertenece a la etnia Han, la predominante en el país. Para la inmensa mayoría de la opinión pública, los reclamos de los tibetanos son una muestra de ingratitud para con la nación, que ha hecho fuertes inversiones económicas y elevado el nivel de vida en la región autónoma.

Cincuenta años de propaganda de desprestigio contra la figura del Dalai Lama han calado hondo en la población, para la cual el líder de los tibetanos es visto no como un santo, sino como un político sagaz al servicio de los intereses de Occidente.

Nada indica que habrá avances en la situación del Tíbet antes o después de la Olimpíada, ni tampoco en relación con la suerte de los miles de prisioneros políticos -la cifra real se desconoce- confinados en las cárceles chinas por ejercer actividades que en otros sistemas serían consideradas normales.

De acuerdo con el disidente Wang Dan, líder de la revuelta de Tiananmen en 1989, quien desde hace una década vive exiliado en los Estados Unidos, más de 300 mil chinos en los últimos años han sido enviados a campos de reeducación como castigo por ejercer actividades políticas distintas de las aprobadas por el Partido Comunista.

Aun así, la disidencia sobrevive en China ayudada por la capacidad de diseminación de las ideas que permite Internet. En blogs y salas de chat que logran volar bajo el radar de la censura, voces aisladas continúan reclamando apertura democrática y defendiendo las causas de minorías que no tienen voz en el país.