Fuente Ramble Tamble
Los primeros pasos de Dilma Rousseff , que en oposición a la etapa de salida de Lula, estuvieron sujetos a la ortodoxia anti inflacionaria , explican la declinación por sobre lo esperado de la economía brasileña.
Sorpresa desagradable, sin embargo -- y aquí la buena noticia -- sin esperar revancha , Dilma pragmática , abandona sus añoradas "metas de inflación" o lo que es lo mismo la estrafalaria "recomposición fiscal" de la ortodoxa etapa inicial y Brasil se encamina entonces a un segundo semestre de mayor crecimiento, con lo que ello implica de positivo para la economía argenta , que , aún creciendo menos que años anteriores, sigue traccionada por el consumo doméstico y el precio de los granos que, hay que decirlo y contra todos los pronósticos de los gurúes, se aproximan a valores cercanos a sus máximos históricos, con perspectivas de montarse sobre cocechas de volumen récord en el año 2013, año electoral, además.
De paso, señalaremos que a nuestro modestísimo juicio hay una percepción errónea ya no de parte de la opo, que es habitual la pifie, sino de sectores aliados distanciados coyunturalmente del oficialismo, sobre el nivel de empeoramiento de las perspectivas socioeconómicas y electorales de corto y mediano plazo que atravesará el gobierno.
Continuando con el análisis del giro de la economía brasuca, aunque con una lectura en otra pespectiva que la que propone el autor del post, leemos una muy buena descrpción de Elemaco:
Comparto una versión (con algunos cambios y gráficos) de la nota que el viernes pasado salió en El Economista
La economía brasilera se mueve cerca de la recesión. La desaceleración, que comenzó en 2010, se transformó en crecimiento nulo en el segundo bimestre del año, arrastrado principalmente por un sector manufacturero que desde la crisis de 2008 no toma vuelo. Estancada desde marzo de 2010, cuando recuperó los registros previos a la crisis, la industria brasilera comenzó una lenta pero persistente declinación, acumulando una caída de 3.7% desde el máximo de 2011.
Sin embargo, en una explicación que sonará extraña en un país acostumbrado a la expansividad permanente, parte de esta desaceleración fue inducida por la propia política económica como respuesta a inflación que, entre mediados de 2009 y de 2011, se aceleró de 4% a 7%.
La desaceleración responde, en parte, a la recomposición de la posición fiscal tras la fuerte expansión durante la crisis, cuando el superávit primario pasó de 4% del PBI a 1% en 12 meses, desde donde se recuperó hasta el 3.1% actual. La política monetaria también acompañó el sesgo contractivo. Entre abril de 2010 y agosto de 2011 el COPOM elevó 400 puntos la tasa SELIC, convalidando un Real fuerte que en junio de 2011 alcanzó un valor un 11% por arriba de los registros durante el Plan Real en la década del noventa...