La designación de Nicolás Maduro como sucesor presidencial en Venezuela para conducir el país durante el proceso de elecciones regionales del 16 de diciembre y hasta tanto se produce la recuperación de Chávez o nuevas elecciones presidenciales, no parece lograr todo el acuerdo esperado no en la oposición , sino al interior del partido de gobierno , cuya fortaleza programática y organizativa sin su líder natural es una incógnita.
En rigor la transición sin liderazgos fuertes es un problema tradicional e inevitable en las experiencias populistas.
Al respecto leemos:
Para el politólogo John Magdaleno, la incertidumbre en que está sumida Venezuela abre un período de inestabilidad política, con “muchos interrogantes sobre el control de las decisiones en el gobierno”.
“Una cosa es la designación oficial de Maduro, y otra cosa muy distinta son las dinámicas internas que se producen dentro del oficialismo. Otros pesos pesados del chavismo, como Cabello, Ramírez (Rafael, ministro de Petróleo) o Jaua (Elías, ex vicepresidente) querrán tener influencia en las decisiones”, dijo Magdaleno a la AFP.
La recaída de Chávez coincide con la campaña para las elecciones regionales del domingo. El oficialismo gobierna en la mayoría de los 23 estados y aspira a conquistar los feudos opositores para acelerar su proyecto socialista.
En este estado de despliegue de los reacomodamientos , una caracterización interesante al interior del chavismo se lee en BBC Mundo:
Con la designación como hipotético sucesor de su vicepresidente Nicolás Maduro, el presidente Hugo Chávez vino a cortar de raíz cualquier lucha de poder interna dentro de sus filas para el caso de que no pueda continuar en el poder.
Cortó de raíz o resolvió ungir al ganador de una lucha de larga data, lo cierto es que Maduro, sindicalista considerador moderado, se convirtió el sábado en el ganador provisional de una carrera que no debió ser sencilla.
Y es que no hace falta haber leído demasiado sobre la recaída en el cáncer del presidente venezolano para haberse encontrado con alusiones a que el chavismo es una amalgama de tendencias y movimientos que tienen un único elemento en común, su líder carismático.
Con su piedra fundacional en el "por ahora" del teniente coronel Chávez en su intentona golpista del 4 de febrero de 1992, los numerosos movimientos que integran el chavismo pueden reconducirse a dos pilares fundamentales: civiles de ideología socialista y los militares que lo acompañaron en la asonada de hace dos décadas, sin olvidar, claro, a la familia.
Así, Maduro, un sindicalista de formación socialista, tuvo que imponerse sobre todo al otro hombre fuerte del oficialismo y cabeza visible del ala militar, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
Pero también tuvo que erigirse por encima de otros civiles socialistas más o menos radicales, como los exvicepresidentes Elías Jaua o José VicenteRangel, y hasta al propio hermano del presidente, Adán Chávez.
Los civiles
En 2010, Chávez nombró como vicepresidente al sociólogo Elías Jaua (43), convertido entonces en el más prominente de una generación formada en el socialista que ha venido poco a poco copando los círculos más cercanos al mandatario en detrimento de los militares.
Por su posición como número dos del gobierno y por tener también bajo su mando el influyente Ministerio de Agricultura y Tierras, Jaua fue incluido en el grupo de aspirantes a suceder a Chávez desde que se hizo pública la enfermedad del presidente.
Por entonces apareció también como el mejor situado en los sondeos de popularidad, aunque como le dijo a BBC Mundo Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanálisis, esos estudios ya no son válidos con la nueva situación...