Un microclima es un clima local de características distintas a las de la zona en que se encuentra. El microclima es un conjunto de afecciones atmosféricas que caracterizan un entorno o ámbito reducido. En este sentido, podemos utilizar esta definición como analogía de aquello que sucede con los medios opositores. Transitamos un período en el que abundan los acontecimientos editorializados por los medios que confrontan al oficialismo, que construyen un microclima teóricamente capaz de interpelar constituyendo a la “opinión pública” nacional.
Así las cosas, una vez creado el microclima por los medios opositores, puede resultar inesperado el notable nivel de convocatoria a los actos masivos en los que participa la Presidenta, para no hablar de los casi 12 millones de votos obtenidos por la fórmula Cristina Kirchner-Amado Boudou, en octubre de 2011. Qué sucede entonces si es que, estando todo tan mal, para una cantidad enorme de ciudadanos el acontecer cotidiano no parece tan negativo. ¿Acaso los medios opositores no tienen ya ninguna capacidad de construir opinión? Por supuesto que la tienen, pero acotada.
Para intentar aproximarnos a este fenómeno de medios masivos opositores y respaldo electoral, desarrollamos el concepto de “audiencias redundantes” para describir el fenómeno configurado por el verdadero impacto de la notable actividad política opositora desplegada por los medios de difusión de alcance metropolitano.
El concepto de audiencias redundantes no minimiza la influencia de los aparatos de medios opositores, pero señala su actual incapacidad de ampliar audiencias, quedando su efecto opositor encapsulado sobre los segmentos que ya resultaban adversos al oficialismo y circunscriptos geográficamente de manera dominante a la zona metropolitana, donde prácticamente agotan toda su influencia.
La zona metropolitana, debe recordarse, representa no la totalidad ni la mayoría, sino el 33 por ciento del padrón nacional de electores, aunque si consideramos la CABA y el cordón 1 del conurbano bonaerense, donde efectivamente el corredor de medios opositores es fluido, la representación baja al 20 por ciento del total de electores nacionales.
La redundancia y el acotamiento geográfico entonces explican el impacto escaso de los temas que se han generado desde los aparatos mediáticos opositores en el último tiempo, desde el caso Schoklender hasta la Ley Antiterrorista, la megaminería, el Proyecto X y el más reciente affaire Ciccone, que recibió su bautismo mediático en este matutino y se disparó al resto de los medios opositores.
Ciertamente alguno de estos temas generó incertidumbre circunstancial entre los adherentes y electores progresistas no peronistas del kirchnerismo –siempre muy informados y permeables a los medios masivos–, que representan el 8 por ciento del total del universo de votantes kirchneristas en general, pero finalmente la duda cedió y ni en ese universo de adherentes ni en el general de votantes oficialistas se observan ahora mismo cambios estadísticamente significativos en la arquitectura de preferencias nacionales.
El impacto metropolitano de los medios opositores, que son los que llevan la delantera en la instalación de estos temas aunque sin mayores réplicas nacionales importantes en los medios –incluso los opositores– del resto del país, no parece alterar en nada la arquitectura de audiencias de octubre, y lo que logra es redundar sobre aquellos ciudadanos que ya estaban convencidos. “Cazan en el zoológico”, siguiendo la feliz imagen con que los especialistas suelen caracterizar al sistema tributario argentino perforado por la evasión.
El de los medios opositores es una especie de fenómeno de las audiencias de 6, 7, 8, en sentido contrario. No logran incorporar novedades y sólo impactan en parte de las audiencias ya establecidas, reproduciendo tanto las adhesiones como las aversiones de estos grupos.
En este sentido, lo más efectivo de las alternativas de medios oficialistas es hoy ya no tanto la generación de contenidos ni la ampliación de audiencias, que lograron en su primera época, sino el efecto arrastre sobre medios opositores que responden contraeditorializando el discurso de medios oficialista. Un caso paradigmático de esta práctica contraeditorial es PPT, el nuevo ciclo opositor de Jorge Lanata, que hasta replica las iniciales de la productora del ciclo oficialista 6,7,8.
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