Por Rubén Weinsteiner
En el escenario Iraní, se han producido recientemente dos cambios dramáticos: uno ha sido la victoria de Mahmud Ahmadinejad en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del pasado 24 de junio, y el otro, ya desde antes de las elecciones, el corrimiento hacia posturas cercanas a las de Estados Unidos por parte de la Europa no aliada a Washington.
La victoria del ex alcalde de Teherán ha generado preocupación dentro y fuera de Irán: algunos expertos hablan de su postura inflexible en el tema nuclear y de su identificación con los sectores más radicales de la revolución islámica. Pero no es su poder lo que debería causarles preocupación, dado que éste no es de una base muy amplia, sino el hecho de que su elección pone de manifiesto la falta de un contrapeso moderado al máximo líder religioso, Ali Jamenaí. Por ello, las intenciones de Irán de aquí en más se volverán más claras y evidentes.
La política europea con respecto a Irán, basada en la intención de reformar el estado de los Ayatohlas, ha fracasado. Ha caído el velo reformista que erigió el presidente saliente, Mohammed Jatamí, que tranquilizaba la conciencia de Europa. La elección de Mahmud Ahmadinejad vuelve a mostrar sin maquillaje el rostro de la república islámica. Ahora la situación es clara, tanto que no permite lugar a dobles interpretaciones verdaderas o simuladas. Sin embargo Irán entraña un problema para los simplificadores. El alto nivel de sus recursos humanos y de su burocracia y el rol de la mujer, accediendo aun con las vestimentas islámicas, a todas las ramas de las ciencias y la cultura, lo posicionan como una "rara avis". A sus dirigentes no es fácil descalificarlos, como se hacía con los talibanes analfabetos; pero tampoco resulta fácil discutir con ellos, desde el lugar de "la superioridad occidental": con ellos no funciona, son personas cultas, intelectualmente sofisticados y poseedores de una lógica conceptualmente muy eficaz, están al tanto de las últimas corrientes y tendencias culturales y hablan ingles, francés, alemán o italiano con la fluidez de un nativo.
A finales del verano de 2004, la entonces responsable de Seguridad Nacional de la Administración Bush , Condoleeza Rice, advirtió sobre la necesidad de contar con el apoyo de Europa a la hora de idear medidas que hagan volver atrás a uno de los integrantes del llamado "eje del mal", que se había lanzado a una carrera nuclear.
La administración Bush apoyó en un principio los esfuerzos de Francia y Alemania destinados a negociar con Teherán el cese de su programa nuclear a cambio de algunos incentivos económicos. Por su parte, el gobierno iraní siempre negó que pretendiera fabricar armas nucleares y señaló que empleará ese tipo de energía para abastecer de electricidad a su población en constante aumento. La Casa Blanca siempre estuvo segura que las negociaciones de los europeos iban a fracasar. Además, el triunfo de Mahmud Ahmadineyad les brinda un escenario más cómodo a los "Neocons" de Washington: consideran que el alcalde conservador de Teherán será más predecible de lo que hubiera sido el voluble Muhammad Ali Akbar Hachemi Rafsanjani. Los círculos conservadores de Washington esperan que la política exterior de Ahmadineyad sea menos conciliadora que la de su antecesor. Eso jugaría a su favor en la discusión con Europa y justificaría una actitud más dura frente a la República Islámica.
Pero el cambio de posición de la Europa no aliada con Washington comenzó hace aproximadamente un año, cuando Chirac y Schroeder aceptaron imaginar un Irán nuclear. Gráfica fue la frase de Vladimir Putin en Israel al respecto, cuando le dijo a Ariel Sharon que "Un Irán nuclear nos genera tanta preocupación a nosotros como a Ustedes" Las negociaciones empezaron con un optimismo real o fingido en el viejo continente, pero rápidamente los europeos se encontraron con que las intenciones negociadoras de Irán no expresaban intenciones de interrumpir la carrera nuclear sino de asegurar el marco en el cual esta pudiera desarrollarse en forma no traumática. Allí fue donde Europa pensó fríamente en la fotografía de un Irán nuclear.
Tras la victoria electoral en las municipales de 2003 y en las legislativas de 2004, el sector conservador iraní no podía dejar escapar la ocasión para cerrar el círculo de un poder del que ya disfrutaba a través de su Líder Supremo y de órganos como el poderoso Consejo de Guardianes. Ahora, con la llegada de Ahmadinejad, tanto el poder real como el formal están en las mismas manos.
Ahmadinejad es un fiel seguidor de Ali Jamenai, actual Líder Supremo y auténtica autoridad máxima del país, y se ha distinguido reiteradamente, tanto en su condición de alcalde de Teherán desde 2003, como en su desempeño como candidato conservador en estos comicios, por ser un defensor a ultranza del modelo Jomeinista ("no hicimos una revolución para tener una democracia"). También es notable su esfuerzo constante por aparecer como un político honesto, defensor de los valores islámicos y revolucionarios (las mujeres, los jóvenes y los demócratas reciben con temor su ascensión a la presidencia); crítico con los corruptos (entre los que incluye al ahora derrotado Rafsanjani); conectado con la gente corriente (como revolucionario de primera hora que ha combatido en el frente); y desapegado de los privilegios del poder (incluyendo el hecho de haber renunciado a su coche oficial). Ahmadinejad se autodenomina "el barrendero de las calles de la nación iraní": juega así con el doble sentido de su origen humilde y la promesa de barrer el desempleo, la corrupción, la ostentación y la injusticia social de las calles de Irán. Su slogan electoral no fue original: "El petróleo, para los iraníes", pero resulto muy efectivo entre los jóvenes. El 60 por ciento de la población iraní tiene menos de 25 años: no conoció a Jomeini ni a la revolución de 1979, es decir que estamos hablando de una masa mayoritaria que no vivió la revolución pero tampoco conoció las discotecas y los jeans de la época del Sha, y que a la vez es producto de la revolución ya institucionalizada.
Durante los noventa se produjeron importantes cambios en diferentes estamentos del poder en Irán. Por ejemplo, en el Vevak, el servicio de inteligencia externo, bajo la dirección de Ali Falahian, éste tuvo como prioridades estratégicas la construcción y solidificación de estructuras que realizaran operaciones terroristas en diferentes lugares del mundo. Para ello leyeron el escenario post guerra fría con el factor chechenio, el bosnio y la enorme potencia de la resistencia afgana tras la retirada de la URSS. Pero a partir del 1998, con la llegada de Ali Yunesi al Vevak, las prioridades se volcaron a factibilizar el programa nuclear, dejando el escenario terrorista a otros factores, que ya habían tomado vida propia, e incluso se habían rebelado contra Teherán por entenderlos traidores a la Jihad. Entre esos factores estamos hablando de Al Qaeda, que no está controlada por chiítas sino por wahabitas.1
Los chiítas son una de las corrientes internas del Islam y por ser la heterodoxa y minoritaria ha sido siempre discriminada, formando sus fieles en las clases populares. Son mayoría en Irán y en Irak, en el primero ocupando el gobierno a partir de 1979 y en Irak siendo sometida y perseguida por Saddam.
Ahora bien, el hecho de que Irán no sea un país árabe resulta un condicionante importante. Durante la década del 60 se discutió en diferentes ámbitos universitarios, especialmente en París, cómo definir quién es árabe y qué es ser árabe, y los estudiosos se encontraron con muchas dudas y dificultades: hay árabes cristianos; hay musulmanes que no hablan árabe; hay árabes occidentalizados; y hay musulmanes en Oriente. Y la propuesta que prevaleció fue que árabe es aquel que es parte de la cultura árabe, pero para definirlo mejor quedó establecido, allá por 1963, que árabe es todo aquel que habla árabe. Los iraníes, hablan farsi, las mismas letras, un parecido notable con el árabe, como el portugués con el español, pero no es lo mismo. Además, el origen étnico de los iraníes esta ligado a pueblos nórdicos y los especialistas afirman que si bien es un pueblo semita, tiene un componente ario, a diferencia de los árabes entre quienes predomina el componente semita.
Por otra parte, el Corán es "el Libro": tiene por lo tanto, una letra, pero sobretodo tiene una interpretación, por lo que tiene exégetas, pero no todos los musulmanes los aceptan. Los chiítas los tienen, los sunnitas y los alauitas también, no así los Wahabitas, que no reconocen la autoridad eclesiástica. Por eso el Mullah Omar podía tener veintiún años y ser el máximo líder talibán. O por ejemplo, para declarar la Jihad (guerra santa) según el Islam hace falta que lo haga un gran sabio, Imam etc. Para los wahabitas cualquiera puede declarar la Jihad , y de hecho un exponente claro fue Bin Laden o lo es hoy Abu Musab al Zarqawi.
En materia internacional, la República Islámica iraní encaró el desarrollo de políticas de posicionamiento y construcción de alianzas de un bloque que se oponga a los EEUU. Para ello ha procurado el acercamiento con Chávez y con Irak y el cultivo de sus aceitadas relaciones con Rusia, Francia, China y Japón. Con cada uno de estos aliados Irán ha encontrado lugares comunes desde donde construir alianzas, aun desde diferencias a priori insalvables. El espíritu de esta política es generar un espacio de independencia en el tablero global, una independencia que le permita reivindicar y generar un espacio conceptual para los valores islámicos y defenderlos de la democracia globalizadora, relativizándola.
Cuando Jatami estuvo en Caracas, Chávez declaró que la revolución bolivariana con apenas 6 años debería aprender de la revolución iraní que lleva 26 años en el poder. Hasta 1979 Irán fue una de las principales monarquías pro-EEUU del mundo. La insurrección violenta que depuso al Shá fue masiva y urbana. Si bien los sindicatos jugaron cierto rol el gobierno recayó en manos del clero chiíta. Tras tolerar inicialmente los movimientos de izquierda y de nacionalidades que pedían autonomía el Ayatolá Jomeini impuso una dictadura teocrática dura. Chávez, en cambio, es un militar que llegó al gobierno por la vía constitucional y se ha mantenido en el poder sin haber prohibido a la oposición. Si bien ha cambiado la constitución y sus oponentes le acusan de violar derechos humanos, no gobierna autocráticamente. A diferencia del gobierno de Irán, no se apoya en el clero, por el contrario tiende a ser cada vez más secular y no ha limitado los derechos de la mujer (se jacta de haberlos extendido). Irán, en cambio, es el único estado liderado por sacerdotes chiítas en el mundo. Por otro laso, ambos exportan sus revoluciones, intelectualmente de manera abierta y operativamente de manera encubierta, y son enemigos declarados de EEUU. Ambos han elegido una vía: enfrentar al "Imperialismo yanqui" y apuntar a la soberanía política, económica, cultural y militar.
La alianza de Irán con China le presenta a los EEUU algunos desafíos interesantes: por un lado dificulta la presión de la administración Bush sobre Teherán. China con su poder de veto puede frenar las embestidas de Washington en la ONU. El canciller chino Li Zhaoxing, en su reciente visita a Teherán garantizo la defensa del plan nuclear Iraní para fines pacíficos en la ONU. Ello se explica fácil. China producía hasta 1993 el petróleo que necesitaba para su mercado interno y además podía exportar excedentes; hoy, luego del crecimiento de su economía en forma dramática, lo que produce no le alcanza ni para su consumo interno, y se calcula que sus reservas llegarán para un máximo de catorce años. Por eso hoy Irán es la segunda fuente de recursos petrolíferos de China.
Las relaciones comerciales entre estos dos países datan de mucho tiempo atrás, podríamos hablar de la ruta de la seda. Pero los acuerdos firmados para la provisión de petróleo a cambio de dinero y de infraestructura petrolera, como la de Yadavaran en la frontera con Irak, son recientes. Estos acuerdos oscilarían entre los setenta mil y cien mil millones de dólares, como parte de ellos, China se comprometió a la compra de veinticinco mil millones de dólares de gas licuado en los próximos veinticinco años. Por su parte, China exporta a Irán textiles y computación, de modo que el mercado interno iraní se va habituando a los productos chinos. Bijan Zanganeh, el Ministro de Petróleo de Irán, declaró que si bien Japón es el consumidor número uno de petróleo iraní, la aspiración de Teherán es que China lo reemplace, dado "la alta conveniencia del intercambio comercial (con China), debido al costo de sus productos". Este intercambio limita los alcances de las sanciones y embargos de EEUU al país de los Ayatohlas.
Por otra parte, la venta de armas de China a Irán no tiene espacio mediático, no se publicita, pero fuentes bien informadas señalan un dato significativo que fue confirmado por el Viceministro de Comercio chino, Gao Hucheng, quien señaló que en 2003, la venta de material bélico a Irán se había incrementado en un cincuenta por ciento. Es que en el terreno militar ambos comparten la preocupación de tener a la OTAN , y a EEUU en particular, presentes en Asia.
También comparten el conflicto con los sunnitas: los iraníes desde el tablero islámico mundial, y los chinos con los ocho millones de personas que forman la minoría turca musulmana sunnita de los uigures, en la provincia de Xinjiang. Con la llegada del régimen Talibán en Afganistán los grupos separatistas de la región se vieron fortificados y apoyados además, desde el territorio afgano, fue y es aun hoy, refugio para los movimientos de oposición a China existentes en la zona.
Irán acaba de encontrar en la India otro socio estratégico, a pesar de que mantiene relaciones estrechas con Pakistán, enemigo de la India y que ha sido proveedor de tecnología nuclear de Irán El crecimiento demográfico de la India y su rápido desarrollo económico la enfrenta con un serio problema en lo que se refiere a la provisión de energía. A pesar de sus importantes reservas de carbón, su consumo de petróleo se duplicó entre 1987 y 1999. El 26 de enero de 2003 con la visita de Jatami a la India , ambos países firmaron la Declaración de Nueva Delhi, la que los compromete a extender su asociación económica a la esfera de la energía (pero también en materia estratégica y militar). Así, los recientes acuerdos entre Irán y la India incluyen el suministro de gas natural y hasta un megaproyecto de gasoducto que partirá del yacimiento de South Pars, en Irán, y se extenderá a la India , justamente a través de Pakistán. El primer capítulo de estos acuerdos, firmado en enero de 2005, apunta al suministro anual de 7,5 millones de toneladas de gas natural licuado por un período de 25 años, por un costo aproximado de 50 mil millones de euros.
La india posee una minoría islámica, cuya mayor parte es de culto chiíta: otro factor que acerca a ambas naciones.
Rusia suministra a Irán combustible nuclear para su planta de 1.000 megavatios de Bushehr, construida por Rusia. Según información filtrada por este último país ambos firmaron un acuerdo secreto para que el único reactor iraní funcione a finales de este año y alcance su capacidad total en 2006. Una parte clave del acuerdo está destinada a atender las preocupaciones de Estados Unidos, y obliga a Teherán a devolver a Rusia todos los residuos del combustible nuclear consumido, para evitar así que pueda ser utilizado para la fabricación de armas nuclear. La cooperación de Irán con Rusia ha ayudado a la industria nuclear rusa a sobrevivir, especialmente después de que Moscú perdiera a sus clientes tradicionales del antiguo bloque soviético. De este modo, el volumen de intercambio entre ambos países ha alcanzado los 3.800 millones de dólares anuales. Teherán importa alrededor de 2 millones de toneladas de acero cada año de Rusia.
El asunto iraní es un punto de conflicto en la agenda entre EEUU y Rusia, pero a Rusia le conviene este escenario, porque de ella dependerá que Irán se convierta o no en una potencia nuclear. Rusia quiere mantener la incertidumbre para poder acopiar más poder ante EEUU y Europa sobre el terma iraní. Si el Presidente Putin ayudara Estados Unidos a eliminar toda posibilidad de un Irán con armas nucleares, Rusia perdería gran parte de su poder de negociación con Estados Unidos en los temas relacionados con la seguridad regional asiática Desde la perspectiva de Washington, sería importante eliminar ese factor de negociación de las manos de Putin, pero para ello ya fracaso la vía europea.
Y aunque Irán es único país que aún no ha acordado una frontera con Rusia en el Mar Caspio, ambos presionan a Azerbaiyán, otro ribereño del Caspio e importante productor del petróleo, para que los ayude a limitar la creciente influencia militar de EEUU en la región.
Teherán también ha extendido su enfrentamiento con los EEUU al terreno monetario y ya cotiza en euros sus exportaciones de petróleo a ese país y a varios países del sudeste asiático. En la misma dirección ha anunciado la creación de una Bolsa de valores, como la NYMEX de Nueva York o la IPE de Londres, que cotizan en dólares los precios a futuro del crudo. La Bolsa de Valores iraní comenzará a funcionar a principios del 2006, el proyecto esta a cargo del economista Mohammad Javad Asemipour, quien señala que esta bolsa podría atraer operaciones de otros miembros de la OPEP , e incluso de productores de la región del Caspio, en euros, claro. Asemipour, declaró en The Guardian: "Conocedores de la economía iraní señalan que, desde el 11/9, hay inversores de Arabia Saudita que optan por invertir en Irán en vez de hacerlo en los mercados tradicionales de Occidente, y es notorio que al enfriarse las relaciones del reino con EE.UU., el Ministerio del Petróleo de Irán no oculta su anhelo de atraer inversiones extranjeras, absolutamente necesarias para su sector energético, y de ampliar el arco de los importadores de su petróleo" Obviamente en Washington no cae bien que los compradores internacionales de petróleo, tengan la posibilidad de elegir entre la cotización en dólares o en euros, favoreciendo así el surgimiento de un mecanismo de fijación de precios del crudo basado en el euro, última aspiración del fallido Saddam y del embravecido Chávez. Preocupación que se suma al hecho de que los bancos centrales de Rusia y China vienen incrementando sus reservas de divisa en euros desde 2003.
Sin embargo el gobierno Iraní antes que invertir energías en ese enfrentamiento deberá resolver algunos problemas claves en su agenda: manejar las tensiones internas entre reformistas y conservadores y contener, consensuar y negociar con los movimientos estudiantiles. La organización más grande de estudiantes iraníes, Takhim Vahdat, está patrocinando la celebración de un referéndum nacional sobre la nueva constitución. Muchos lo ven como un plebiscito sobre la democracia en Irán. No parece posible que las actuales autoridades de Teherán vayan a permitir que esta iniciativa prospere, pero tampoco parece que se vayan a inclinar por la dura represión del movimiento estudiantil de hace dos años. Saben que la comunidad internacional los está observando. Los estudiantes, curiosamente, piden a la comunidad internacional que saque el tema nuclear de la agenda, porque dicen que el gobierno lo usa para victimizarse y ponerlo como una cuestión de orgullo nacional, que le otorga margen para detener otros avances.
Bush dijo hace unos años que los disidentes iraníes no encontrarán mejores amigos que los Estados Unidos. La pregunta es ¿qué harían estos en el poder? ¿Renunciarían al proyecto atómico o querrán seguir con él? En las agencias de inteligencia occidentales plantean que aún cuando los estudiantes y los más radicales reformistas tomaran el poder, ellos también querrán seguir con el programa nuclear, por eso una ayuda a estos grupos para que tomen el poder parece difícil por ahora. En el escenario actual, Irán como estado, se siente rodeado por vecinos nucleares, más cercanos o más lejanos, como India, Rusia, China, Pakistán e Israel. Y con los Estados Unidos como vecino en Irak y en Afganistán. El actual gobierno de Irán encarna un proyecto dentro del mundo islámico, que tiene que ver con la exportación del modelo islámico iraní. Teherán sabe que dicha exportación, tanto en el caso de los estados islámicos como en el de Israel (en quien los Ayatohlas han puesto en el lugar del Satán, y al que consideran el enemigo a destruir sin ninguna posibilidad de reconocimiento o consideración), le generará diversos riesgos de conflicto. Por ello, buscando crear un nuevo equilibrio en la región y contar con un arma de disuasión, la administración Jamenai-Ahmedinejad considera como inevitable la necesidad de constituirse en un estado nuclear.
Temas como la vigencia de la democracia, los derechos humanos, y los derechos específicos de la mujer en Irán, van a aparecer en todos los foros y los iraníes tendrán que lidiar con ellos. Del mismo modo que tendrán que despejar las dudas que se ciernen sobre Teherán sobre su apoyo al terrorismo, definir su posición en el conflicto palestino-Israelí, si hubiera un acuerdo, o sobre la creación de un estado palestino. O cómo encarar mañana su relación con los EEUU para resolver los problemas derivados de las sanciones y el embargo de EEUU, y enfrentar la falta de crecimiento e inversión de los últimos diez años con el postergado plan de reformas económico.
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El chiísmo apareció en el año 656, Alí, primo y yerno del profeta Mahoma, se opuso a la sucesión sostenida por la aristocracia de La Meca. Después de enfrentamientos, se llegó a una negociación, pero en el 661, murió asesinado por sus enemigos. Los opositores a la línea oficial de los omeyas se posicionaron en las filas del chiísmo. Sin embargo, en el 680, Hussein, descendiente y heredero de Alí, murió en la derrota de Kerbala, ante las tropas oficiales del Islam. Los chiítas profesan una especie de mesianismo, en la vuelta de El Madhi, último Imám desaparecido, quien a su retorno instaurará el reinado de la justicia y de la paz. Al respecto, ver: Rubén Wensteiner, "Chiitas, Sunnitas, Alauitas, Wahhabitas y Hezballa" en
http://www.ciudadpolitica.com/modules/newbb/viewtopic.php?topic_id=389
http://www.pjgrupomayo.com.ar/revista/revista_iran.php
Rubén Weinsteiner