Por FRANCISO PEREGIL
Hace varias semanas ocurrió un hecho trascendental en la mina que hasta ahora se había mantenido en silencio: un grupo de mineros se rebeló contra la autoridad del jefe de turno, Luis Urzúa. El motivo era que ellos pretendían abrirse camino hacia la superficie por su cuenta y riesgo. En la superficie de la mina San José se dispararon todas las alarmas: necesitaban reforzar la autoridad de Urzúa, el topógrafo que durante los 17 días en que permanecieron incomunicados, logró mantener el orden y la disciplina.
Mientras el Gobierno trataba de acelerar varios planes de rescate, a setecientos metros de profundidad se debatía si seguir esperando las decisiones de arriba o no. Los expertos de la NASA habían advertido a las autoridades chilenas que en situaciones de aislamiento era esencial fomentar el liderazgo de una persona del grupo. Y a esa misión se dedicó el psicólogo Alberto Iturra. Pero la autoridad del psicólogo también llegó a cuestionarse por parte de algunos mineros.
En el primer vídeo que envió el Gobierno a los medios de comunicación no salieron al menos cinco mineros. Las autoridades no explicaron el motivo. Pero la razón era que esos cinco pertenecían a una subcontrata, vivían apartados del resto y buscaban otras vías de escape distintas a las del resto. "El problema se solucionó cuando el jefe de ellos les ordenó desde la superficie que se integraran con el resto", añadió Iturra.
Finalmente, las aguas volvieron a su cauce. "Yo no sé exactamente cómo lo arreglaron entre ellos. No sé si hubo episodios más o menos virulentos", comentó Iturra a El PAÍS. "Sólo sé que lo que el sistema que usaron funcionó. Y eso es lo que me interesa. A partir de ahí, pude seguir con mi trabajo".
Luis Urzúa, de 54 años y dos hijos, estudió topografía y llevaba sólo dos meses trabajando en mina San José, pero 31 años como minero. Fue el primero en establecer contacto con el exterior cuando el presidente se les puso al habla. Walter Carrizo trabajó con él desde 1981 hasta 1990 en la que antes era la mina Agustina y ahora se llama Carolina. "Le gustaba mucho la pelota y era buen futbolista. Y, como a todos los mineros, le gustaba carretear (salir de farra). Un asaíto, unos traguitos de vez en cuando... En aquella época no era jefe de turno, simplemente topógrafo. Pero ya tenía carácter de líder, aunque no fuera jefe siempre había gente alrededor de él. Además de que había estudiado, tenía mucha experiencia. El cerro enseña mucho".
La familia de Luis Urzúacon es la única que no ha hablado que no ha hablado con la prensa durante los dos meses en que han permanecido atrapados los 33. La esposa de Urzúa decidió que el único que tendría que hablar sería su marido cuando saliese. Se lo propuso y lo cumplió.
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