Por Artemio López
Sociólogo, titular de la Consultora Equis
El avance de las fronteras del sur de la Ciudad Autónoma es contundente. Desde el año 1998, cuando residían 700 mil habitantes en esa zona, en 2010 ya habitan 1 millón de personas (el 33% de la población), tras el desplazamiento de su frontera socioambiental hacia el centro, fenómeno que se expande y hoy toma barrios emblemáticos del centro porteño como Flores, Almagro, Parque Chacabuco, y sigue sin prisa ni pausa.
Las consecuencias del avance del paisaje socioambiental de gran deterioro sureño sobre el resto de la ciudad son múltiples y comienza a mostrar su faceta más interesante al análisis en el deterioro en cascada sobre el centro de las fronteras del sur, sin que el gobierno de la Ciudad se dé por enterado.
En términos demográficos, la mutación es profunda y definitiva a mediano plazo: si en el norte la población mayor de 65 años equivale al 20% de los residentes, en el sur corresponde al 12%. Son estos los barrios más jóvenes y la perspectiva es arrolladora.
También cambia la dinámica electoral del distrito, aunque más discretamente, puesto que una parte importante de los ciudadanos residentes del sur no vota, por ser menores, indocumentados o residentes extranjeros, en especial indicadores sociales y sanitarios muy elementales, como por caso la mortalidad infantil, según se desprende de datos elaborados por el propio gobierno de la Ciudad donde, insistimos, las tasas superiores al promedio ya se despliegan sobre barrios hasta ayer pertenecientes fronteras adentro del centro de la ciudad.
La consideración fundamental que sucede a este desplazamiento en villas de emergencias, donde en el complejo 1-11-14 (el más extenso: allí reside el 30% de los 270 mil ciudadanos que habitan villas de emergencias), casi el 55% de los habitantes no es de nacionalidad argentina. Sin embargo, el peso relativo del voto típico del paisaje sureño, de gran carencia socioeconómica, va ampliando su peso en el mix de la ciudad, terminando con la tradicional arquitectura electoral del norte porteño con hegemonía de derecha clásica, el centro socialdemócrata con impronta radical y/o progresista y un sur de mayor adhesión electoral a la oferta populista, en cualquiera de sus múltiples variantes.
Es el sur el que avanza, lenta pero inexorablemente, y la ciudad resulta cada día más permeable a las experiencias populistas. Un cambio de paradigma electoral está llegando a la Reina del Plata.
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