domingo, octubre 27, 2013

La edad de los que deciden

La edad de los que deciden

Del total del padrón de electores para los comicios de 2013, un 30% tiene menos de 30 años, el 50,2% no llega a cumplir los 40 años de edad al momento de votar y 6 de cada 10 electores tendrá 45 años o menos al votar. Esto convalida la creciente participación que los jóvenes tienen en la política desde 2003.


Distribución de los electores por grupos etarios



La incorporación de los jóvenes a la política es un fenómeno contundente en términos cualitativos, típico de la repolitización de la sociedad Argentina post crisis del neoliberalismo que introdujo el modelo nacional que encarnara Néstor Kirchner en mayo del 2003 y hoy conduce Cristina Kirchner.

La clave de la participación política creciente de los jóvenes a partir de mayo del 2003 fue sin duda la capacidad de resituar primero, y desplegar después, el conflicto contra los sectores del establishment económico, político, judicial y mediático que desplegó sin prisa ni pausa el peronismo kirchnerista durante sus tres períodos de gobierno.

Tras treinta años que, salvo lapsos excepcionales durante el primer período del gobierno de Raúl Alfonsín que entonces también recibió el acompañamiento juvenil, gobernar en la Argentina supuso reproducir y ampliar los intereses de los poderosos. Con el triunfo de Néstor Kirchner, por primera vez desde la recuperación democrática, un gobierno se comportó como contrapoder en el país, convocando por eso en su apoyo a buena parte de los sectores juveniles que vieron en él un canal para expresar su rebeldía y oposición al modelo neoliberal.

Neoliberalismo que hay que recordarlo, desarticuló drásticamente la morfología de la sociedad argentina desde mediados de los años setenta mediante la dictadura cívico-militar y los sucesivos gobierno democráticos que lo aceptaron como único camino posible, transformando 6% de pobreza de 1975 en 54% a la salida de la convertibilidad, 3% de desempleo en 24%, 15% de trabajo informal a medidos de los años setenta en 55% en 2002 y que estiró la brecha entre el 10% más rico y más pobre de perceptores de ingresos de 12 a 32 veces.
"El 30% de los electores tiene menos de 30 años, el 50,2%  no llega a cumplir los 40 años de edad al momento de votar, mientras 6 de cada 10 electores al ejercer el sufragio en 2013 tendrá 45 años o menos."

Pero si la participación juvenil es la nota de mayor volumen cualitativo del ciclo kirchnerista, cuando se analiza la distribución del padrón de electores 2013 con la novedosa incorporación de 750.000 jóvenes de 16 y 17 años que ejercerán su nuevo derecho ciudadano, el análisis cuantitativo muestra la fuerte impronta juvenil del electorado nacional, que sin duda es la característica central que deberán atender las distintas dirigencias en competencia electoral si es que no quieren resultar obsoletas y con ellas sus propuestas.

En efecto, en el cuadro que acompaña esta nota se observará que el 8,6% de los votantes este año tiene entre 16 y 19 años mientras otro 10,9% recorre el tramo etario que va entre los 20 y 24 años.

Completando el tramo de menores de treinta años un 10,5% adicional de electores cursa edades entre los 25 y 29 años.

En suma el 30% de los electores tiene menos de 30 años, el 50,2%  no llega a cumplir los 40 años de edad al momento de votar, mientras 6 de cada 10 electores al ejercer el sufragio en 2013 tendrá 45 años o menos.

Las conclusiones son notables. Por ejemplo, dada la estructura etaria que lo segmenta, para el 50% del padrón de electores el gobierno de Raúl Alfonsín y los ciclos hiperinflacionarios de los años 1989 y 1990 no resultaron experiencias vividas, e incluso buena parte de la década de los año noventas tampoco lo fue en plenitud.

Más aún, la crisis del año 2001 fue vivida con menos de 15 años de edad por el 25% de los empadronados, que inician su adolescencia y los primeros contactos con la realidad política nacional ya con el kirchnerismo gobernando el país.

En sentido contrario, solo el 20% de los electores efectivos -que irán a votar-  en el año 2013 tenía 15 años o más en la década de los años setenta y vivieron con conciencia plena los gobiernos de Cámpora, Perón e Isabel y el último golpe cívico militar.

En conclusión, la fijación de temas de agenda que se anclan demasiado rígidamente en experiencias del pasado, aún las más convulsionantes, estrategia tan recurrente en buena parte de la oposición e incluso un recurso que sobre utiliza algún sector del oficialismo, no parecen poder interpelar de manera exitosa a una mayoría de electores sencillamente porque no forma parte de su experiencia de vida, y, si bien es cierto que la historia se transmite entre generaciones, nunca es bueno para la dirigencia política abusar de esa circunstancia confundiendo lo dicho con lo vivido.

El mito de la burguesía nacional



Por Claudio Scaletta

Esta semana se realizó el tradicional encuentro anual de empresarios de IDEA, el Instituto para el Desarrollo Empresario Argentino, que agrupa a las principales empresas del país. Respondiendo a invitaciones generosas, la prensa cumplió su también tradicional rol de caja de resonancia del llamado “coloquio”. Según se desprende de lo escrito e irradiado sobre la reunión, el estado anímico de los principales empresarios del país sería de avanzado disgusto con el oficialismo. Para quienes creen que el objetivo central de las empresas es ganar dinero, se trata, sólo en principio, de una anomalía; casi de una rareza. Sucede que una economía en crecimiento prácticamente constante durante más de una década, en especial cuando su motor es el consumo y el empleo, supone mejoras para la mayoría de la población. Y “mayoría” incluye aquí también a los sectores dominantes. Si el PIB crece a tasas altas, quiere decir que también crece el producto de las empresas. Sin embargo, a pesar de los buenos negocios, la relación entre los empresarios como clase y el kirchnerismo nunca fue la mejor.
La presunta anomalía lleva a preguntarse por las razones económicas del disgusto. Una primera respuesta es la ideológica. El empresario medio es más feliz imaginando gobiernos absolutamente “pro mercado”, es decir, con regulaciones mínimas, impuestos bajos y nula intervención estatal. Se trata de una actitud en principio lógica. A nadie le gusta que se metan con sus actividades y mucho menos pagar impuestos. Para el liberalismo económico, éste es el fundamento de la libertad. En el límite no habría mejor gobierno que un “no gobierno” o, más sofisticadamente, un gobierno que sólo se ocupe de las actividades subsidiarias, como la seguridad, la defensa y las relaciones exteriores. Del desarrollo, global, sectorial y regional debería encargarse solamente el mercado.
Luego está la historia económica. El caso ideal del desarrollo conducido por el mercado simplemente no existe. Ni siquiera remitiéndose a la acumulación originaria primigenia. Lo que normalmente existe son las burguesías que controlan los aparatos de Estado en su beneficio. Luego serían estos Estados los que planifican el desarrollo. Todo un problema. Detrás de este razonamiento se encuentra la idea mítica de la burguesía nacional. Una especie de clase única, con una visión homogénea de país, nacionalista por definición y comprometida con un proyecto de largo plazo. En su versión peronista, esta burguesía tendría conciencia de que para la armonía social resulta indispensable un desarrollo inclusivo. La alianza natural de la burguesía nacional sería entonces con los trabajadores. Un verdadero mundo feliz sólo amenazado por las facciones “no nacionales” de la burguesía. O nacionales, pero vinculadas con el comercio con el extranjero, como buena parte del sector agropecuario.
El problema, otra vez, es de inexistencia. Si se observa la estructura de propiedad de los medios de producción en la Argentina y también en el mundo, se encontrarán empresas multinacionales liderando prácticamente todos los sectores. En el marco de las empresas de mayor facturación, las encuestas del Indec muestran que alrededor de 400 de las primeras 500 firmas del mercado local son extranjeras. Desde comienzos de los ’90, cuando en este segmento sólo eran extranjeras alrededor de 100, el cambio fue espectacular. Sin necesidad de recurrir a mayores números, cualquier lector en cualquier ubicación del territorio de la república puede hacer su propio test, mirar alrededor y observar el origen del capital de las principales empresas de su entorno. Verá que existe una burguesía, pero no una burguesía nacional. El dato es clave para comprender las relaciones de poder real y el margen para las alianzas políticas y de clase que respalden los procesos de desarrollo. También resulta aclaratorio de muchos discursos, como el de la “seguridad jurídica”, el “no caerse del mundo”, o el reciente beneplácito entre los empresarios que participaron del encuentro de IDEA en favor de los potenciales pagos de juicios espurios en el Ciadi o por el acercamiento a los organismos financieros internacionales.
Pero si con el crecimiento y el desarrollo los empresarios también ganan, se supone que cualquier burguesía, nacional o no, debería entonces estar comprometida con ambos factores, en tanto contribuyen al objetivo principal de ganar dinero. La respuesta es negativa. El círculo virtuoso no es inevitable; la presunta anomalía no es tal. Los empresarios pueden continuar ganando dinero aunque la economía no crezca y no se desarrolle, lo que constituye un verdadero problema desde la perspectiva del bienestar de las mayorías. En la historia económica sobran los ejemplos. Sin ir más lejos, la propia Argentina. El tema no es nuevo y ya fue tratado, por ejemplo, por el economista polaco Michal Kalecki en su texto de 1943 Aspectos políticos del pleno empleo, en el que describía cómo la baja desocupación cambiaba las relaciones de poder en desmedro de los empleadores. La conclusión, inclusive sin recurrir a Kalecki, cae por su propio peso. El desarrollo es algo demasiado importante para dejarlo en manos de los empresarios. Los países que lograron de-sarrollarse en las últimas décadas, empezando por China, no lo hicieron gracias al libre mercado, sino de la mano de una decidida planificación y con el Estado controlando sectores clave de la economía
jaius@yahoo.com

Scioli, Massa, Binner, cobos, todos se anotan en la carrera presidencial

Cuarenta. Ese es el número ‘mágico’ al que muchos de los candidatos que se presentan el próximo domingo aspiran llegar –o superar–, para elevar sus chances mirando al 2015.
Sergio Massa hace tiempo que le pidió a los suyos “superar esa barrera” para consolidar su proyecto presidencial.
Mauricio Macri, en la Ciudad de Buenos Aires aspira a que sus candidatos también lleguen a ese número y un 25% a nivel nacional, para relanzar su candidatura presidencial.
Y en el mismo lote se anotan Hermes Binner en Santa Fe y Julio Cobos en Mendoza. Este último sueña con superar el 50% de los votos el próximo domingo, para volver a entrar ‘por la puerta grande’ de la política nacional y lanzar después su candidatura presidencial.
Más modesto, el candidato del oficialismo Martín Insaurralde aspira llegar al 33%, que fue el porcentaje obtenido por Néstor Kirchner en el 2009, cuando fue derrotado por Francisco de Narváez, y cumplir con una ‘elección digna’.
El massismo sostiene que sus encuestas le marcan una diferencia de más de diez puntos sobre el candidato Martín Insaurralde. “Si superamos el 40% de los votos, que se escondan debajo de la cama” lanzan desde las cercanías de Sergio Massa, desafiantes.
Por más que no lo digan, toda la estructura del massismo está volcada ya hacia la candidatura presidencial del 2015. Y todo apunta a que competirá con su Frente Renovador, aunque hace algunas horas atrás en un encuentro con algunos de sus funcionarios, Mauricio Macri reveló: “Yo dije que el acuerdo con Massa era hasta el 28 de octubre porque él me dijo que competiría a la presidencia por dentro de la estructura del Peronismo”.
En el macrismo también tienen todo preparado para lanzar el andamiaje hacia el 2015, que incluye potenciar la figura de María Eugenia Vidal en la provincia (la gran pregunta es qué hará Jorge Macri, que sí tiene acuerdo con Massa), y la de Horacio Rodríguez Larreta como el ‘candidato natural’ para suceder a Mauricio Macri en la ciudad. ¿Y Gabriela? Es la pregunta obligada. Responden desde el macrismo: “Será el as en la manga que nos guardamos por si Mauricio no es candidato presidencial, y debemos negociar una fórmula. Gabriela es una excelente candidata a Vice”. Pero se sabe, Gabriela Michetti aspira a ser Jefa de Gobierno.
El gobernador bonaerense Daniel Scioli está en la línea de largada, desde hace tiempo. Y desde el 28 de octubre, sea cual sea el resultado en su provincia, comienza su armado nacional. Algunas líneas ya ha tendido en las provincias, y fiel a su estilo, les ha pedido a varios dirigentes que no anticipen ningún paso, si no cuentan con su autorización.
Tiene muy aceitadas las relaciones con varios gobernadores provinciales, y se sabe que desde hace algunas semanas, ha retomado los diálogos con el cordobés José Manuel de la Sota.
La gran pregunta del sciolismo es si tendrán desde el kirchnerismo el apoyo para su candidatura: “No pedimos que Cristina salga a bancarnos, sólo con que ella deje jugar y no nos hagan zancadillas, estamos conformes.”
A Hermes Binner le saldrá un jugador fuerte, si es que quieren mantener a nivel nacional la experiencia de Santa Fe y la provincia de Buenos Aires: Julio Cobos.
Desde el radicalismo, daría la impresión que el mendocino se encamina a ser la figura presidencial fuerte que el centenario partido pondrá sobre la mesa, llegado el momento de las primarias del 2015. Ricardo Alfonsín ya ha indicado que no aspira a esa postulación e iría por la presidencia del radicalismo mientras Ernesto Sanz jugaría la gobernación de su provincia.
Y Carrió también aspira a jugar en el 2015,en una interna del panradicalismo.
Habrá que ver cómo negocian. Y qué deseos hay de mantener a nivel nacional, lo que han construido en Santa Fe y provincia de Buenos Aires.
Tanto Macri como las figuras del ‘panradicalismo’ sostienen que la sociedad tiene cierto ‘hartazgo’ del peronismo, y que en el 2015 el péndulo se inclinará hacia a alguno de ellos.
Deberán ofertar una alternativa potable y sólida. Hoy, aún no la tienen.
Y es el partido que se comienza a jugar, el próximo 28 de octubre.
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Una mirada a las últimas cifras


Los consultores diagnostican que el kirchnerismo será la primera fuerza. Todos crecerán si mantienen los resultados de las PASO. Incógnita por el tercer senador porteño. La diferencia en provincia.


A diferencia de otras elecciones, los encuestadores han tenido pocas discrepancias entre sí durante todo el proceso. En forma unánime, los consultores diagnostican que el Frente para la Victoria será la primera fuerza y el gran interrogante es si podrá retener el quórum propio en ambas cámaras. En la provincia de Buenos Aires, los cinco puntos de diferencia que sacó Sergio Massa a Martín Insaurralde se estiraron a 15 en seguida después de las PASO, luego hubo una reducción a siete –verificada por todos los estudios– y en los últimos días parece haberse dado una nueva ventaja. En la Capital también hay coincidencia en que Gabriela Michetti ganará la elección y pasará los 40 puntos. El interrogante es quién conseguirá la tercera banca en el Senado, si Daniel Filmus o Fernando “Pino” Solanas, lo que dependerá de la magnitud del corte de boleta. A más corte, más chances de Filmus, a menos corte, más chances de Solanas.
Hay un crecimiento para casi todas las listas si se compararan los resultados con los de las PASO. Es que en aquella elección no se descartaban los votos llamados no positivos, es decir los que correspondieron a los que sufragaron en blanco o anularon el voto. En esta elección, en cambio, para hacer el conteo de qué porcentaje saca cada candidato, primero se descuentan los votos en blanco y nulos y después se hace el cálculo. En la provincia de Buenos Aires hubo casi cinco por ciento de voto en blanco y uno y medio por ciento de voto nulo.
La convicción de la mayoría de los consultores es que el FpV aumentará sus bancas en la Cámara de Diputados. El problema es si conservan sus asientos los aliados y, en consecuencia, si el oficialismo retiene su capacidad de armar el quórum propio. Otro tanto ocurre en el Senado.
En territorio bonaerense, los 35 puntos que consiguió Massa en agosto se convierten automáticamente en 37 por la forma distinta de cálculo. A esto se agrega lo que ganó a manos de Francisco de Narváez, que consiguió 11 por ciento en las PASO y hoy seguramente bajará a siete. Por su parte, los casi 30 puntos que obtuvo Insaurralde serán 32 y habrá que ver si agrega alguno más, lo que le permitiría estar en lo que se considera el núcleo duro kirchnerista en la provincia de Buenos Aires. La candidata del Frente Cívico y Social, Margarita Stolbizer, mantiene su intención de voto de las PASO. Uno de los grandes interrogantes de la elección de mañana es si el Frente de Izquierda, con Néstor Pitrola como candidato, consigue o no la banca de Diputados. Consiguió el cuatro por ciento en las PASO y, además, quedaron afuera otros candidatos de izquierda, de manera que tiene chances.
En el territorio porteño, la duda fundamental tiene que ver con la tercera banca del Senado. Las dos primeras corresponderán al PRO que, según los encuestadores, estará por encima del 40 por ciento. Todos los consultores están de acuerdo en que del 32 por ciento de los votos que consiguió Unen en Capital, hay una proporción importante que no apoyará a Pino Solanas y existe un corte de boleta Michetti-Carrió que favorece a Filmus. Sin embargo, el interrogante a resolver es si habrá un 35 por ciento de corte de boleta –como aparece en los sondeos– o si la proporción es muchísimo menor. En la Ciudad también tienen chances de conseguir banca Luis Zamora y Jorge Altamira.
En el interior está cantado el triunfo de Hermes Binner en Santa Fe, el de Juan Schiaretti en Córdoba, el de Julio Cobos en Mendoza y la lista del Frente para la Victoria, acaudillada por el gobernador Sergio Urribarri en Entre Ríos.

A 30 años del alfonsinazo


El logo de RA, el Preámbulo de la Constitución y el “Ahora Alfonsín” marcaron una estrategia centrada en un liderazgo personal, que trascendió la UCR y capturó el voto peronista.

 Por Sebastian Abrevaya
En una etapa en la que los partidos tenían un rol fundamental en la política argentina, la elección de 1983 no sólo tuvo la enorme particularidad de abrir el período democrático más largo de la historia argentina, sino de marcar el inicio a una campaña electoral moderna, más centrada en la imagen y en la figura del candidato, un camino que se fue profundizando hasta hoy. Con el objetivo de trascender las pertenencias partidarias, Raúl Alfonsín y su equipo relegaron la marca UCR, el sello partidario y los íconos tradicionales y apostaron fuerte al liderazgo carismático de líder del movimiento Renovación y Cambio, que empezó por su identificación con la República Argentina a través del óvalo con las iniciales RA, con los colores de la bandera nacional. “En la campaña había una contradicción, porque Alfonsín decía no sigan hombres, sigan ideas, pero la UCR no aparecía y siempre firmaba RA. Fue la campaña de un partido que ocultaba su identidad porque tenía históricamente un 25 por ciento de los votos y necesitaba el 50 por ciento”, explica Gabriel Dreyfus, uno de los principales publicistas del equipo que en aquel entonces comandaba David Ratto.
Antes de empezar la campaña, peronistas y radicales estaban convencidos de que el PJ, con Italo Luder de candidato, llegaría a la presidencia, como cada vez que se habían presentado en elecciones libres. “El peronismo pensaba que ganaba con la camiseta, que era invencible, que no importaba el candidato, la campaña, el contexto”, detalla el abogado y periodista Oscar Muiño, autor del reciente libro Alfonsín, mitos y verdades del padre de la democracia. Pero Alfonsín estaba persuadido de que sería diferente y el 30 de octubre de 1983 alcanzó el 51,75 por ciento de los votos, frente al 40,16 de Luder.
El Preámbulo de la Constitución Nacional, el famoso saludo con las dos manos unidas a la altura del hombro, el logo RA, los “alfonsinazos” por todo el país, los slogan “Ahora Alfonsín” y “Con la democracia se come, se cura, se educa”, fueron los puntos más recordados de aquellos años de movilizaciones masivas, que alcanzaron un millón de personas en el cierre de campaña en la 9 de Julio. Apelando a sus mejores condiciones de orador, el 26 de octubre, Alfonsín dio un discurso vibrante y emotivo. “No podemos fallarle más a nuestro pueblo, el último fracaso nos llevó a este período tremendo de la historia argentina... Pero no bastan las buenas ideas, hay que garantizarle al pueblo argentino que no vamos a fracasar. Y la única forma de no fracasar es si logramos concretar una democracia con poder en la Argentina. Y el poder a la democracia se lo da el pueblo. El pueblo unido, sin distinción entre radicales y antirradicales, peronistas y antiperonistas”, exclamó, poniendo en evidencia un mensaje que rescataba el liderazgo de Alfredo Palacios para los socialistas, de Lisandro de la Torre para los demócratas progresistas y de Evita para los peronistas.
Para Muiño, ex subsecretario de Información Pública de Alfonsín, “la idea de que fue sólo una campaña publicitaria es una idea falsa”, ya que había notables diferencias entre los dos competidores. “Los peronistas que participaron en la campaña cuentan que el que parecía candidato peronista por su fuerza era Alfonsín, y el que era más reposado era Luder. Uno era un tribuno de la plebe, mientras el otro era un constitucionalista, un profesor universitario”, completa Muiño. En la misma línea, Dreyfus sostiene que si bien la campaña “ayudó”, “lo central fue el candidato”.
“Fue una campaña muy básica. Con afiches en blanco y negro, televisión en blanco y negro. Con algunos hallazgos muy interesantes desde el punto de vista gráfico como el RA. Eso lo inventó Alfonsín porque le habían regalado una hebilla de cinturón con esas iniciales”, recuerda Martín Baintrub, publicista de la agencia Persuación, que por aquel entonces presidía el centro de estudiantes de la Facultad de Arquitectura y luego la poderosa Federación Universitaria Argentina.
Entre los múltiples factores que llevaron a Alfonsín a la victoria, se destacan su posición contraria a la guerra de Malvinas, su denuncia del pacto sindical-militar, la postura frente a la dictadura, que luego se plasmó en la teoría de los dos demonios, pero que enfrente tenía la “autoamnistía” que proponía el PJ. “Alfonsín logró conmover a las mujeres y a los jóvenes. A las amas de casa por el tema de la paz y a los jóvenes porque tenía un discurso moderno”, señala Muiño.
Un liderazgo fuerte y carismático, un adversario más débil, una gran estructura partidaria detrás, un mensaje político claro y una novedosa campaña publicitaria marcaron aquel camino alfonsinista, que terminó en su victoria y en la apertura democrática, 30 años

La carrera presidencial, 2 años antes, lo que dice la historia reciente

La interpretación de los comicios de hoy como antesala de la elección presidencial de 2015  no toma en cuenta la experiencia de treinta años de democracia. En ningún caso dos años antes era previsible quién resultaría electo. Los grandes vencedores en la provincia de Buenos Aires, de Cafiero, Duhalde y Fernández Meijide a Rückauf y De Narváez, no tuvieron la proyección posterior esperada.


 Un ejercicio revelador es ubicarse dos años antes de cada elección presidencial, para ver si era previsible quién las ganaría o incluso quiénes serían candidatos.
Raúl Alfonsín, 1983. En octubre de 1981 gobernaba el general Roberto Viola y ni siquiera se contemplaba la designación del presidente por otro medio que la deliberación dentro de la Junta Militar. En noviembre, Viola fue depuesto por su colega Leopoldo Galtieri, quien declaró que las urnas estaban bien guardadas. Su mandato se interrumpió en forma abrupta luego de la guerra de las Malvinas. Lo sucedió el también general Benito Bignone, quien firmó la convocatoria electoral. Desde que se abrió la campaña, la única incógnita que importaba era quién sería el candidato del Partido Justicialista, que desde 1946 se había impuesto en todas las elecciones en las que se le permitió participar. Quienes concitaban las mayores expectativas eran Antonio Cafiero, quien contaba con la simpatía del jefe sindical metalúrgico Lorenzo Miguel; el escribano Deolindo Felipe Bittel, que había conducido el partido bajo la dictadura, y el ex presidente interino Italo Argentino Luder, quien fue el designado. Ni los más entusiastas partidarios de Raúl Alfonsín imaginaron hasta muy pocos días antes del 10 de octubre de 1983 que el candidato de la UCR pudiera alzarse con la presidencia. Su elección constituyó por ello un auténtico terremoto político.
1987-Cafiero asestó su primera derrota al alfonsinismo
en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Su ascenso a la presidencia parecía inexorable.

1993-Sin posibilidad
constitucional de reelección, Menem ingresaba
en los dos últimos años de su mandato de seis y
Eduardo Duhalde parecía firme candidato
a la presidencia.
Carlos Menem, 1989. En octubre de 1987, la UCR fue derrotada por el rejuvenecido justicialismo en las elecciones legislativas y, lo que es peor, también en la gubernativa bonaerense, donde Cafiero batió al candidato alfonsinista Juan Manuel Casella. Las encuestas previas le daban una ventaja de tres puntos, pero en el escrutinio se impuso por siete. Por primera vez la candidatura presidencial del peronismo se dirimiría en elecciones internas, que fueron convocadas para nueve meses después de la gran victoria de Cafiero, cuya Liga Peronista Bonaerense le garantizaba los votos del mayor distrito electoral del país. Fortalecido por su victoria sobre el candidato oficial Herminio Iglesias en las legislativas de 1985, por su decidido apoyo a las instituciones durante el alzamiento carapintada de 1987, y con control de los bloques legislativos de su partido en ambas cámaras, el gobernador de Buenos Aires era la figura excluyente de la política argentina. Sin embargo, en junio de 1988 fue derrotado por el gobernador riojano Carlos Menem, quien lo había acompañado en la renovación, pero que no contaba con un aparato que pudiera oponer a la maquinaria bonaerense. Tan fuerte era la imagen de Cafiero y tan poco temor inspiraba Menem, que el ministro de Interior Enrique Nosiglia suministró recursos para la campaña interna del riojano, con la esperanza luego realizada, de que sacara de pista al temido candidato bonaerense.
Carlos Menem, 1995. El mandato de seis años de Menem concluía en 1995 y la Constitución no admitía la reelección antes de que pasara un período. Pero en 1993, Alfonsín consintió la reforma constitucional que habilitaría un segundo mandato presidencial, a cambio de la elección de un tercer senador por la minoría en cada provincia, innovación concebida para insuflar vida a su alicaída estructura partidaria. Esto postergó las aspiraciones del ex vicepresidente y gobernador bonaerense desde 1991, Eduardo Duhalde, a quien Menem le había prometido que sería su candidato a la sucesión.
1997-La profesora Graciela Fernández Meijide batió al aparato duhaldista en su bastión bonaerense y se convirtió en la mimada precandidata presidencial para 1999.

2001-Cuando el gobierno de la Alianza mostró sus primeras fisuras, que condujeron a la renuncia del vicepresidente Alvarez, la figura emergente era Carlos Rückauf, quien en 1999 había sido electo gobernador de Buenos Aires sobre Graciela Fernández Meijide. Luego de la crisis de fin de siglo, Duhalde instaló la candidatura de Reutemann.

2005-Luego de la victoria de CFK sobre Hilda González en la provincia de Buenos Aires, nada se oponía a la reelección de Kirchner. Pero el presidente desistió de presentarse y promovió la candidatura de su esposa.
Fernando De la Rúa, 1999. La animosidad que esto generó entre Menem y Duhalde contribuyó a la derrota del justicialismo en las elecciones legislativas de 1997 frente a una Alianza de ocasión entre el radicalismo y el flamante Frente para un País Solidario, Frepaso, un desprendimiento liberal del peronismo liderado por el Licenciado en Historia Carlos Alvarez. También entonces el mayor impacto fue el resultado bonaerense. Alvarez persuadió a la senadora Graciela Fernández Meijide de renunciar a su banca por la Capital y competir por una diputación en la provincia. Esta profesora de francés, madre de un estudiante detenido-desaparecido durante la dictadura y dirigente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, era una personalidad tan irresistible que venció por cinco puntos a la esposa del gobernador, Hilda González de Duhalde, quien había sumado una entusiasta organización de manzaneras al dispositivo territorial de su marido. Duhalde se proclamó como el padre de la derrota. El último día de ese año el columnista Martín Dinatale informó que en la compulsa realizada dentro de la redacción de La Nación, Fernández Meijide había sido designada como la personalidad política del año y anunciaba su candidatura presidencial para 1999, una vez más impulsada por el licenciado Alvarez y con generalizado sostén mediático. Si se hubiera dirimido como estaba previsto en elecciones internas, tal vez el vaticinio se habría cumplido. Pero temeroso de la maquinaria radical, Alvarez convenció a Fernández Meijide de que no disputara contra Fernando De la Rúa, y aceptó acompañarlo él como candidato a vice. De la Rúa relegó a Fernández Meijide y se impuso con holgura a Duhalde, cosas inimaginables dos años antes.
Néstor Kirchner, 2003. De la Rúa y Alvarez contaron con la benevolencia de Menem. El presidente no hizo nada para apuntalar la candidatura de Duhalde, quien perdió ante la Alianza en 1999. Pero su candidato Carlos Rückauf recuperó la provincia de Buenos Aires, a cuya gobernación llegó con una victoria sobre Fernández Meijide. Cuando la Alianza mostró sus primeras fisuras, Rückauf emergió como el favorito para disputar la presidencia en 2003. Pero sobrevino la gran crisis de fin de siglo y Duhalde pudo entrar por la ventana al despacho que las urnas le habían negado. Lo ocupó como encargado interino del Poder Ejecutivo durante unos meses entre 2002 y 2003. La Asamblea Legislativa había concedido a Duhalde permanecer allí hasta la finalización del mandato iniciado en 1999, pero su incapacidad para conducir una situación turbulenta lo obligó a renunciar también él antes de tiempo, como los dos presidentes radicales. Las elecciones de octubre de 2003 se adelantaron para abril y la entrega del mando de diciembre a mayo. Duhalde escogió entonces como su candidato al gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann, quien gozaba de excelente imagen. Pero rehusó presentarse, por razones que ni hoy se conocen con certeza. Néstor Kirchner era un desconocido fuera de Santa Cruz. Incluso en la semana previa a la primera vuelta sólo cuatro de las diez encuestas publicadas vaticinaron que el desempate sería entre Menem y Kirchner mientras otras tantas colocaron en el ballotage contra Menem al radical Ricardo López Murphy, a quien una dio como vencedor. Aún al año siguiente, durante un panel sobre publicidad política y elecciones, Julio Aurelio y Eduardo Fidanza insistieron en que en la Semana Santa previa a los comicios, López Murphy se encaminaba hacia la presidencia, fenómeno que no sucedió según Aurelio por una campaña de estigmatización y de acuerdo con Fidanza por errores del candidato.
CFK, 2007. En octubre de 2005, Kirchner tenía índices abrumadores de aprobación popular y decidió liberarse de la tutela de Duhalde. Postuló la candidatura de su esposa, que pudo batir a la de Duhalde en las elecciones bonaerense para el Senado. A partir de entonces nadie dudó de la reelección de Kirchner en 2007. Se pensaba que CFK podría suceder a Felipe Solá en la gobernación de Buenos Aires. Pero Kirchner declinó su reelección, para impulsar la candidatura de Cristina, quien en 2007 duplicó los votos de la segunda fórmula.
2009-El conflicto con las patronales agropecuarias
de 2008 y las elecciones legislativas de 2009,
con la victoria en la provincia de Buenos Aires
de Francisco de Narváez fueron evaluados como
el fin del kirchnerismo: la presidencia en 2011
estaría entre Julio Cobos y Maurizio Macrì.
CFK, 2011. En octubre de 2009, luego de la elección legislativa bonaerense en la que el filántropo colombiano Francisco De Narváez batió a la lista encabezada por Néstor Kirchner, Daniel Scioli y Sergio Tomás Massa, la prensa opositora dio por terminado el ciclo kirchnerista e incluso se anunció la probable renuncia de la presidente para que asumiera en su reemplazo el vicepresidente Julio Cobos. En cualquier caso, Cobos era el candidato imbatible que en octubre de 2011 disputaría la presidencia con Scioli, Carlos Reutemann y/o Maurizio Macrì. Ninguno de los cuatro fue siquiera candidato y Cristina fue reelecta, con el 54 por ciento de los votos y casi 40 puntos sobre la segunda fórmula. De Narváez sí compitió por la gobernación, pero cayó por 43 puntos de diferencia ante Scioli. Cafiero, Bittel, Fernández Meijide, Duhalde, López Murphy, Reutemann, De Narváez resplandecieron durante sus respectivos quince minutos de gloria y se extinguieron

Lista completa de todos los candidatos que juegan hoy



Click en cada Distrito para conocer a los candidatos.

BUENOS AIRES
CATAMARCA
CHACO
CHUBUT
CIUDAD DE BUENOS AIRES
CORDOBA
CORRIENTES
ENTRE RIOS
FORMOSA
JUJUY
LA PAMPA
LA RIOJA
MENDOZA
MISIONES
NEUQUEN
RIO NEGRO
SALTA
SAN JUAN
SAN LUIS
SANTA CRUZ
SANTA FE
SANTIAGO DEL ESTERO
TIERRA DEL FUEGO
TUCUMÁN

sábado, octubre 26, 2013

Acción de los sujetos políticos


La acción de los sujetos políticos se expresa en dos momentos importantes.

1)   la práctica momento de confrontación entre los diferentes sujetos que operan en el campo de los ordenamientos del estado

2)    La elaboración ideológica, lo que permite establecer valores y formas valorativas, elementos que tienden  a cohesionar a los sujetos políticos y a convertirlos en representantes de intereses. Son las representaciones simbólicas que permean al conjunto de la sociedad y le dan direccionalidad a las orientaciones políticas de los grupos e individuos. Es decir, el momento de la construcción política.

Política es acción y construcción ideológica
Acción instrumental y dimensión normativa y simbólica

Según un estudio la TV pública mejora el grado de conocimiento de la población acerca de los asuntos públicos

Se ha publicado recientemente un estudio (que puede verse aquí: Soroka et al. 2012. ”Auntie Knows Best? Public Broadcasters and Current Affairs Knowledge”, en British Journal of Political Science), que constata una relación entre el consumo de televisión pública y el mayor grado de conocimiento de la población sobre los asuntos públicos. El análisis se ha hecho mediante encuesta internacional en seis países: Canadá, Italia, Japón, Noruega, Gran Bretaña y Corea del Sur. El resumen del artículo dice así:
“Las televisiones públicas son una parte central del sistema de los sistemas de medios nacionales, y a menudo se las tiene por especialistas en la provisión de noticias relevantes (hard news). Pero, ¿influye la exposición a las noticias públicas frente a la exposición a las noticias privadas en el conocimiento que los ciudadanos tienen de los asuntos de actualidad? Esta es la cuestión que se investiga en este artículo utilizando encuestas en varios países y capturando el conocimiento de los asuntos de actualidad y el consumo de medios. … Los resultados indican que, comparados con los medios comerciales, los medios públicos tienen una influencia positiva en el conocimiento de las noticias relevantes, aunque no todos los medios públicos sean igual de eficaces a este respecto. Las diferencias entre países están relacionadas con la independencia jurídica de los medios, la financiación pública de los mismos y la cuota de audiencia que consiguen.”
En resumen: garantía legal de independencia, más audiencia y más dinero, igual a una población mejor informada de los asuntos públicos.

Genética y política

En los últimos años, venimo leyendo mucho sobre   la incidencia de la genética en la política. La aproximación es sumamente interesante, y empezamos a tener conclusiones ya con bastante constatación científica. Por ejemplo, que la influencia de la genética es fuerte en las predisposiciones al conservadurismo y al progresismo, incluso mayor que la influencia ambiental.
Aquí un estudio preliminar, tanto que ni siquiera se ha publicado el paper definitivo:
Hatemi et al., “Genetic Influences on Political Ideologies: Genome-Wide Findings on Three Populations, and a Mega-Twin Analysis of 19 Measures of Political I

El sesgo predictivo en las campañas electorales


Interesantísimo estudio de dos profesores de Estados Unidos que entrevistaron a 4.000 miembros de los diferentes equipos del Partido Demócrata en las últimas 200 elecciones de diverso nivel. Les preguntaron qué decían las encuestas sobre la posible victoria o derrota de su candidato respectivo, con garantía de anonimato. Pues bien, en la mayoría de los casos se equivocaron. Y no en cualquier dirección, no. Los errores fueron de sobrestimación: lo más frecuente fue que creyeran que ganarían cuando en realidad luego perdieron. Se ve muy bien en este gráfico aportado por los investigadores:
 
En el cuadrante superior derecho, los casos en los que los equipos predijeron victoria y tuvieron victoria. En el muy poblado cuadrante superior izquierdo, los casos en los que se predijo victoria y se perdió. En el inferior izquierdo, los casos en los que se predijo derrota y hubo derrota. Y en el desierto cuadrante inferior derecho (ni un solo caso en él), la eventualidad de predecir fracaso y ganar. Nos equivocamos pero no por pesimistas, sino por brabucones y optimistas. Cuidado.
El paper completo está aquí:
Enos, Ryan y Eitan Hershey. 2013. “Elite Perceptions of Electoral Closeness: Fear in the of Uncertainty or Overconfidence of True Believers”

viernes, octubre 25, 2013

Sobre el estado benefactor y la reestructuración productiva

En un muy buen post Baleno cita al economista surcoreano Ha-Joon Chang  y en especial refiere  al texto   "23 cosas que no se dicen sobre el capitalismo".

Interesante punteo de temas del que extraemos este, particularmente notable y de gran utilidad para un país como la Argentina que , sí o sí, debe reformular su estructura productiva y los saberes y habilidades de los agentes involucrados.
Los países con Estados de Bienestar más grandes pueden crecer con mayor rapidez  ¿Y qué pasa con las pruebas? ¿Cuál es el comportamiento relativo de la economía de los países que difieren en términos del tamaño de sus Estados benefactores? Como lo dijimos anteriormente, la convención indica que los países con Estados de bienestar más pequeños son más dinámicos. No obstante, las pruebas no apoyan este punto de vista.
Hasta la década de los ochenta, los EE.UU. crecieron mucho más lentamente que Europa, a pesar de que su Estado de Bienestar era mucho más pequeño. Por ejemplo, en 1980, el porcentaje del PBI dedicado al gasto social era de solamente 13,3% en los EE.UU., comparado con el 19,9% para 15 países de la UE. La proporción alcanzaba un 28,6% en Suecia, 24,1% en Holanda y 23% en Alemania Occidental. 
A pesar de ello, entre 1950 y 1987 los EE.UU. crecieron más lentamente que cualquier país europeo. El ingreso per cápita creció un 3,8% en Alemania, 2,7% en Suecia y 2,5% en Holanda, mientras que en EE.UU. creció un 1,9% en el mismo período. Obviamente, el tamaño del Estado de Bienestar no es el único factor determinante para el comportamiento de la economía de un país, pero esto demuestra que un Estado benefactor grande no es incompatible con un alto crecimiento.
Incluso desde 1990, cuando el comportamiento del crecimiento relativo de los EE.UU. empezó a mejorar, algunos países con grandes Estados benefactores lo hicieron más rápidamente.

Por ejemplo, entre 1990 y 2008, el ingreso per cápita en los EE.UU. creció un 1,8%. Es básicamente lo mismo que en el período anterior, pero dado el desaceleramiento de las economías europeas, EE.UU. se convirtió en la economía de mayor crecimiento del “núcleo” del grupo OCDE (es decir, excluyendo los países que aún no son tan ricos, como Corea y Turquía).
Lo interesante es, sin embargo, que las dos economías de mayor crecimiento en el núcleo del grupo OCDE durante el período posterior a 1990 pertenecen a Finlandia (2,6%) y a Noruega (2,5%), ambos con un gran Estado de Bienestar. En 2003, el porcentaje del PBI destinado al gasto social público era de 22,5% en Finlandia y 25,1% en Noruega, comparado con el promedio del OCDE de 20,7% y un 16,2% en los EE.UU. 

Suecia, que literalmente tiene el Estado benefactor más grande del mundo (31,3%, el doble que el de los EE.UU.), marcó una tasa de crecimiento de 1,8%, sólo un poco más baja que la tasa de EE.UU. Contando únicamente la década del 2000 (2000-2008), las tasas de crecimiento de Suecia (2,4%) y Finlandia (2,8%) fueron muy superiores a la de los EE.UU. (1,8%). Si los economistas del libre mercado tuvieran razón con respecto a los efectos perjudiciales del Estado de Bienestar en la ética del trabajo y los incentivos para la creación de riqueza, este tipo de cosas no ocurriría.
Con todo esto, por supuesto, no quiero sugerir que el Estado benefactor sea necesariamente bueno. Como toda institución, tiene sus lados buenos y malos. En especial cuando se basa en programas dirigidos, en lugar de universales (como en los EE.UU.), puede estigmatizar a los beneficiarios de la asistencia social. 

El Estado benefactor eleva el “salario de reserva” de las personas y los desalienta a tomar empleos con bajos salarios y condiciones pobres de trabajo, aunque si esto es malo o no es discutible (personalmente creo que unagran cantidad de “trabajadores pobres”, comoen los EE.UU., es un problema tan importante como el de las tasas de desempleo generalmente altas que se observan en Europa). Sin embargo, si está bien diseñado, enfocado a dar a los trabajadores una segunda oportunidad, como en los países escandinavos, puede estimular el crecimiento económico al predisponer a la gente al cambio y lograr que la reestructuración industrial sea más fácil.
Podemos manejar nuestros autos a gran velocidad porque tenemos frenos. Si los autos no tuvieran frenos, ni siquiera los conductores más habilidosos se atreverían a ir a más de 30 o 40 kilómetros por hora, por miedo a un accidente fatal. De la misma forma, la gente puede aceptar de mejor gana el riesgo del desempleo y la necesidad de capacitarse para adaptar sus habilidades si saben que esas experiencias no van a arruinar sus vidas. Por eso, un gobierno más grande puede hacer que la gente esté más abierta al cambio, y de esa manera, que la economía sea más dinámica.

Marketing del punto y banca; algunas preguntas

Massa dice que es Flandria jugando contra Boca, instalando la idea que el gobierno nacional, en sus palabras, posee un aparato inmenso de comunicación frente a su armado desprovisto de ese poder de fuego. El gobierno dice que Massa es el candidato de Clarín y que todo el dispositivo comunicacional del grupo está afectado a la campaña de Massa. Macri dice que no tienen aparato, solo a la gente. Stolbizer que el candidato de Clarín es Massa y que no tienen ni los recursos de De Narváez, menos los del gobierno. De Narváez dice que Massa es el candidato de Clarín y que el grupo lo invisibiliza, y que el gobierno nacional utiliza todos los recursos del estado para la campaña.

Preguntas:

Existe la sensación en estos espacios de estar en desventaja? es un recurso de marketing ser punto y no banca? ambas cosas son ciertas? 




jueves, octubre 24, 2013

Elites y estado

Por Mariano Kestelboim * y Daniel Schteingart **

“El mundo más conveniente
para los gigantes multinacionales
es un mundo poblado
por Estados enanos o
sin ningún Estado”

Eric Hobsbawm

La ideología neoliberal ha oscurecido el rol del Estado en la constitución de las sociedades capitalistas desarrolladas, considerando al capitalismo como la derivación lógica y necesaria de una determinada naturaleza humana. Sin embargo, la experiencia histórica comprueba que todos los casos exitosos de desarrollo han requerido de una muy activa intervención estatal. Esa acción permitió construir mercados, orientar el accionar de las elites hacia procesos de inversión sostenida e innovación tecnológica, erigir modos de inserción económica con el resto del mundo y lidiar con conflictos sociales, característicos de cualquier sociedad.
Aun en la librecambista Inglaterra, adorada por la ortodoxia como el ejemplo de laissez-faire, el Estado tuvo un rol crucial en la promoción de una burguesía industrial emprendedora.
En el libro ¿Qué fue del buen samaritano?, el investigador coreano Ha Joon Chang señala que, entre los siglos XV y XVIII, Inglaterra se valió de protecciones aduaneras, subsidios, derechos de monopolio y espionaje industrial para desarrollar la industria textil, que luego sería el motor de la Revolución Industrial.
Potencias como Alemania, Japón y Estados Unidos también aplicaron una fortísima intervención pública. Durante largos períodos, impusieron trabas al comercio de mercancías industriales y al flujo de capitales, con el objetivo de volver más sólidas sus capacidades tecnológicas.
Como señala Chang, “no todos los países han tenido éxito mediante protección y subvenciones, pero muy pocos sin ellas”. Una vez desarrollados, advierte el investigador asiático, un excesivo proteccionismo dejó de ser funcional a su sostenimiento, en tanto pasaron a necesitar exportar sus manufacturas a países que no tienen la capacidad de fabricarlas. Así, sus recomendaciones de política hacia naciones subdesarrolladas se basaron en la máxima “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hice”.
Además, los Estados de los países desarrollados impulsan innovaciones básicas que luego son aprovechadas por capitalistas para introducir nuevos productos a los mercados. En el libro El Estado emprendedor, la investigadora italiana Mariana Mazzucato desmitifica una idea consolidada que muestra a empresarios innovadores que desarrollan productos “a pesar” de la intervención pública. Las contribuciones de la industria bélica estadounidense han sido fundamentales. Mazzucato cita los casos de Apple y Google, cuyo éxito no habría tenido razón de ser de no haber sido por el complejo militar-estatal norteamericano, que facilitó herramientas como el GPS o Internet.
Como bien reconoce Chang, la protección y los subsidios por sí solos no garantizan el desarrollo. Las experiencias latinoamericanas prueban que éstos pueden promover capturas de rentas por parte de las elites protegidas, alejando así la posibilidad de crear una cultura empresaria proclive a la inversión. La economía soviética también probó que la intervención estatal por sí sola no garantiza nada. El accionar público es necesario, pero además debe ser eficiente y depende en buena medida de su posibilidad de alterar relaciones de poder.

Distribución

El investigador chileno Gabriel Palma, en “Sectores medios homogéneos vs. extremos heterogéneos, y el final de la ‘U invertida’: de lo que se trata es de lo que se apropian los ricos”, muestra que lo que realmente determina el grado de desigualdad de una sociedad es la relación entre lo que obtiene el 10 por ciento más rico y el 40 por ciento más pobre. En otras palabras, la fracción de la torta que captan los sectores de ingresos medios es relativamente similar entre los distintos países, en tanto que las grandes diferencias se encuentran en los extremos de la pirámide social.
El 10 por ciento más rico maneja el grueso de lo que en economía se conoce como “excedente”, es decir, aquella parte del ingreso que sobra una vez cubiertos los gastos de las necesidades básicas de consumo y del mantenimiento de las instalaciones productivas. El excedente puede utilizarse de tres maneras: inversión, consumo suntuario o fuga de capitales. Palma revela que el 10 por ciento más rico en Asia oriental invierte más del 70 por ciento del excedente, mientras que el 10 por ciento de los de mayores recursos en América latina destina apenas alrededor del 30 por ciento a la inversión productiva. Esto quiere decir que de cada 100 dólares que se queda el 10 por ciento más rico en Latinoamérica, 70 se usan para consumo de lujo o fugar capitales. Según el autor, este comportamiento diferencial entre las regiones explica por qué la inversión llega a niveles superiores al 30 por ciento del PBI en el este asiático, y a sólo el 20 por ciento en esta región.
El crecimiento sostenido requiere poder ensanchar constantemente la capacidad productiva, para lo cual es un requisito que la inversión tenga mayor participación en el producto. ¿Por qué, entonces, en ambas regiones el comportamiento de las elites ha sido tan disímil?
La discusión al respecto es enorme y diversas explicaciones pueden complementarse. Varias investigaciones (entre ellas, las de Peter Evans y Alice Amsden, dos de los más reconocidos analistas de las experiencias asiáticas de desarrollo tardío) han probado que el logro de los “tigres asiáticos” se explica por la edificación de un Estado sumamente eficiente, capaz de ejecutar exitosamente una política industrial de transformación de la estructura productiva. Sin embargo, como fue dicho, la calidad del accionar estatal está estrechamente vinculada con el comportamiento de las elites vernáculas. Amsden señala que al momento del despegue coreano (principios de la década de 1960), la distribución del ingreso era mucho más igualitaria que en América latina. En consecuencia, las elites eran significativamente más débiles y pudieron ser disciplinadas desde un Estado que les otorgó subsidios a la producción industrial y protección de mercado a cambio de metas de de-sempeño. En otros términos, el Estado logró redistribuir recursos y que las transferencias de ingresos a la élite derivaran en que ésta se volviera innovadora y eficiente, bajo la amenaza de que, si no lo hacía, se la castigaría. En América latina, en cambio, las protecciones sin contraprestación e interrumpidas agresivamente por políticas liberales implicaron empresas demasiado orientadas a la búsqueda de ganancias fáciles y no basadas en el esfuerzo y la innovación.

Capitalismo chino

El caso taiwanés es aleccionador. Entre 1912 y 1949, China había experimentado un fallido desarrollo capitalista comandado por el Partido Nacionalista (el Kuomintang). Predominaba un capitalismo de tipo predatorio, en el cual las elites –básicamente, terratenientes– tenían un gran control sobre la economía y gastaban el excedente de forma improductiva. Tras la revolución de 1949, el Kuomintang fue perseguido y muchos de sus cuadros técnicos y políticos se exiliaron en la isla de Taiwan, que fue ocupada por alrededor de dos millones de chinos del continente.
De este modo, en la migración a la isla de Taiwan, el Kuomintang se preocupó por deshacerse de dicho lastre. Sobre estas bases, y con una distribución del ingreso al momento inicial del desarrollo similar a la coreana, Taiwan también construyó un Estado con elevadas capacidades administrativas y tuvo éxito en su planificación económica.
La ubicación geográfica, tanto en Corea como en Taiwan, en el contexto de Guerra Fría, los ayudó significativamente: Estados Unidos, ante la amenaza de la expansión del comunismo, facilitó sus procesos de desarrollo, por ejemplo, por medio de la apertura de su mercado a las manufacturas de estos países y aportando divisas y tecnología.
En el artículo “¿Qué capitalismo es el chino?”, el historiador Maurice Meisner también remarca que el boom de la locomotora asiática está estrechamente asociado a lo que ocurrió con sus elites. Según el autor, la revolución del ‘49 logró desarticularlas, canalizando, a partir de políticas públicas, el excedente agrario hacia distintos fines estratégicos. Entre ellos, se destacaron su programa de industrialización y la notable mejora de los servicios de salud y educación. Esto sentó las bases para el virtuoso devenir económico de China de las últimas décadas. Su nueva elite poco y nada tiene que ver con aquella parasitaria que había dominado la economía durante la primera mitad del siglo XX.
La relación de poder entre los Estados y las elites es mucho menos favorable para emprender un proceso de desarrollo en América latina. Las corporaciones en Latinoamérica cuentan con un poder de veto mucho mayor que en Asia. Muchas no son controladas por residentes locales y responden a estrategias globales que pueden no coincidir con los propósitos y necesidades nacionales de desarrollo. El otro gran contraste es que aquí, a diferencia de las experiencias de China, Corea y Taiwan, los regímenes políticos son democráticos, lo cual supone una dinámica de relación de fuerza Estado-elites que requiere niveles de consenso más amplios para la aplicación de determinadas políticas.

Plan integral

En el caso argentino en particular, el balance de la década kirchnerista es, en líneas generales, positivo. Hoy el Estado tiene una autonomía considerablemente mayor respecto de las presiones corporativas que sufría hace diez años. Esta mayor capacidad fue lograda fundamentalmente a través de la superación de la crisis de 2001, la inclusión social, el desendeudamiento y la recuperación de la plataforma productiva. Sin embargo, la intervención estatal ha tenido fallas importantes, como en la política energética y de transportes, en la pérdida de credibilidad del sistema estadístico, o en la administración cambiaria, que pueden atentar contra la necesidad de fortalecer los grados de autonomía recuperados y requeridos en un proceso de desarrollo.
El desafío debe consistir en seguir mejorando la calidad de la intervención estatal, de modo que las elites deban acoplarse a un plan integral de desarrollo. Ello sólo puede darse a partir del apoyo de una amplia base social que incluya tanto a sectores populares como a empresariales y logre contrapesar los intereses centrífugos de la las elites. Este proceso debería sortear un escenario mucho más complejo por la enorme liberalización económica global, la mayor independencia de los grupos de poder económico y la degradación de las instituciones públicas sufrida en las últimas dos décadas y media del siglo pasado. Sin embargo, la unión política a nivel regional, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación que contribuyen a una gestión pública más eficiente, los mejores precios de exportación de los recursos naturales y la recuperación de facultades de regulación estatal de la última década son factores que pueden contribuir positivamente en esta misión.
* Economista (UBA), miembro de SIDbaires. @marianokestel
** Sociólogo (UBA), miembro de SIDbaires, maestrando en Sociología Económica en IdaesUnsam. @danyscht
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miércoles, octubre 23, 2013

Marca política y clivaje eficaz


Massa- Insaurralde cuestión de clivajes y entropías de las marcas políticas




Por Rubén Weinsteiner para ADN

Los atributos de la marca política,  la definen en contextos cada vez más dinámicos, que los vuelven permeables y demandan significados  que se adapten a escenarios,  donde los códigos se resignifican y  ponen a prueba los valores.
Las denuncias contra presuntos hecho de corrupción en 2011, posicionaban a la “marca Carrió” con  el 1,8 % de los votos,  y hoy con el mismo posicionamiento marcario,  la ubican liderando con UNEN la ciudad de Buenos Aires, luego de un año y medio de Lanata con altos índices de rating.
Podemos decir que la “marca Carrió” es la expresión electoral de la “marca Lanata”. Teniendo en cuenta que la totalidad de las denuncias sobre casos de corrupción de Lanata apuntan al gobierno nacional, y en ningún caso al gobierno de la ciudad, el Espacio UNEN se impone  al macrismo, porque más que el ataque al gobierno, pesa la instalación del clivaje: honestidad-corrupción.
Los clivajes  instalados definen el escenario pero no el resultado, que está atado a diversas variables de índole política, económica, social, de gestión de humores y percepciones, de formato y volumen y  de  impacto de politicas públicas entre otras.
En el enfrentamiento entre Massa e Insaurralde pesó más la instalación del clivaje  gestión=seguridad/cámaras= ondas de amor y paz, instalado  por parte de la campaña de Massa, que el clivaje propuesto por la campaña de Insaurralde:  K-no K,  “estás conmigo y aprobás todo lo que hago o sos de la corpo”, “en la vida hay que elegir”.
Seis de cada diez personas que eligieron al de Tigre,  fundamentaron su apoyo en “los antecedentes de Massa en la gestión”, es decir, la fama que construyó al frente de la intendencia de Tigre. Curiosamente, sólo uno de cada diez  personas votaron a Massa por su perfil opositor, es decir que una parte  importante de los votantes,  piensa que es algo así como un “post kirchnerismo”.
Siempre decimos que todo discurso con vocación hegemónica debe incluir y superar a aquel discurso al que intenta desplazar y esto es uno de los fundamentals del posicionamiento marcario de Massa, aún cuando intercambió nutrido fuego con el gobierno nacional.
Los clivajes que fueron eficaces en 2011 no tienen porqué serlo ahora
Massa ganó en el voto joven, porque sus clivajes fueron estratégicamente los que más les convenían a su marca política  en ese segmento. El clivaje más eficaz hacia el interior del voto joven es sin duda : “gato-autentico”,  y ahí Insaurralde se hubiera hecho más fuerte porque da más autentico que un Massa impostado que repite muletillas y lugares comunes,  se saca el saco y con voz aflautada pregunta “¿quieren pelear?”.
Massa planteo un clivaje dinámico a  futuro, desde una marca política nueva y sin desgaste; “subite al micro no te pedimos nada”. Insaurralde planteo un clivaje rígido, de pertenencia como factor atado a una instancia de identificación y adhesión pasada.
La marca política sufre de entropía, se gasta,  y requiere de homeostasis, dotarla de nuevos significados e imágenes para ser disparados a la cabeza de los votantes.  El “mensaje del día” de la marca política es un “texto en contexto”. Teniendo en cuenta lo dinámico del escenario,  para gestionar eficazmente una marca política  debemos,  más que” lo que decimos”,  considerar, “a quien se lo decimos”, y más que “quien vota”, debemos tener en cuenta “desde donde vota”.
Rubén Weinsteiner

Empleo industrial y sustitución de importaciones en la industria automotriz


Uno de los temas que más preocupa al conjunto de los trabajadores y  al Gobierno Nacional es, a pesar de la baja de casi 20 puntos en la tasa de informalidad en la última década , la persistencia de altos niveles de trabajo ilegal, independientemente ya del nivel de desempleo y crecimiento económico.

Pareciera que la tasa de informalidad se ha estancado desde hace un trienio y no desciende al ritmo esperado o lo hace muy lentamente y sabemos qué implica para el trabajador hacerlo en la ilegalidad: ausencia de cobertura social y previsional y salarios promedios equivalentes al 60% de su par formal por igual carga horaria y actividad.

Una de las explicaciones posibles de la persistencia de alta tasas de informalidad laboral , consiste en observar qué está sucediendo con el empleo industrial, en tanto es en el sector industrial donde se manifiestan mayores niveles de formalidad laboral y mejores salarios, a diferencia por caso del sector agropecuario donde, a pesar de las enormes tasas de ganancia del sector, los niveles de informalidad promedio superan ampliamente la media nacional y el salario medio del sector cae bien por debajo del promedio nacional.

Para observar entonces qué sucedió en la última década con el empleo industrial extraemos del estudio "El empleo industrial: Balance de una década (2003-2012)", de Adriana Marshall y Laura Perelman, esta interesante reflexión entre la evolución del PIB y el empleo industrial, su productividad y la elasticidad empleo-producto en el período 2004-2011 que se desprenden del cuadro que abre el post.

"Se identifican entonces dos fases diferenciadas en el proceso de expansión industrial, una de ellas con fuerte crecimiento del empleo, que transcurrió entre 2004 y 2007 (con una tasa promedio anual de aumento del empleo del 6.8%), y la siguiente, que se desarrolló durante 2008-2011 (con un incremento promedio del empleo del 0.9% por año, incluyendo la retracción del -3.6 % en 2009) o, más estrictamente, la que siguió a la recesión de 2009, durante 2010-2011, con escaso reclutamiento y mayor dinamismo en el avance de la productividad, durante la cual el empleo creció en promedio un 2.3% anual."

domingo, octubre 20, 2013

Call your Zeyde, llamá a tu abuelo y decile que Obama es bueno para los judíos

 
Por Rubén Weinsteiner para El País

Cuando tenía 10 u 11 años,  leía el diario en voz alta, sentado en el sillón del living de la casa de mi abuela Rosa, mi abuela que mientras tanto ordenaba las copas y los platos en un armario, al terminar de leer yo, un título y sin dejar de hacer  ella, lo que estaba haciendo, me preguntaba: “¿y eso es bueno o malo para los judíos?”
La comediante estadounidense perteneciente a la comunidad  judía Sarah Silverman,  le imponía un tono de comedia a la convocatoria. "Si ustedes supiesen que visitar a sus abuelos podría cambiar el mundo, ¿lo harían? Por supuesto que sí. Sería estúpido no hacerlo", decía Silverman en el video publicado a principios de octubre de 2008 para convocar a jóvenes judíos al "Gran Schlep" En Yidish el gran arrastre/viaje)  hacia  el estado de Florida.
El viaje al que invitaba Silverman era una peregrinación con un objetivo claro: convencer a sus abuelos para que voten a Barack Obama en un estado que podría ser clave en los resultados de la elección del 4 de noviembre de 2008.
Obama encontraba fuertes resistencias  en 2008,  dentro del “voto judío”. Muchos miembros de esa comunidad, cuando se jubilan se mudan a Florida, un estado que construye 25 electores para el colegio electoral. Esas resistencias se potenciaban en los judíos más viejos.
La idea de Sarah Silverman rápidamente tomó forma y la campaña 2.0 de Obama organizó el call for action para jóvenes judíos con abuelos en Florida.
 “Andá y decile a tus abuelos que Obama  es bueno para los judíos”  fue el metamensaje  de la campaña que buscaba medirse con prejuicios, sentimientos y relatos ocultos de un segmento importante en Florida.
Obama tuvo un desempeño discreto en 2008 en ese segmento, pero en 2012 obtuvo más del 60% entre los judíos de Florida.
Cuando se le pide a los jóvenes que viajen a Florida a convencer a sus abuelos para que voten por Obama, la arquitectura del discurso de poder en su submodalidad del segmento joven  se vuelve poderosa al plantear :
Los jóvenes pueden identificarse con Sarah Silverman, auténtica, salvaje, mal hablada, sincera, exitosa, linda pero no artificial, ni top model.
Los jóvenes le dicen a sus abuelos, Obama va a resolver problemas que tenemos y nos complican la vida
Lo prohibido- permitido,   tiene que ver con darse el permiso de votar a alguien que a priori no es visto como un amigo de Israel, y que es negro ( existen algunos recelos importantes entre la comunidad judía y la afro americana)  entre otras cosas.
Se le pide que vayan como tribu, como grupo, jóvenes judíos a cumplir una misión difícil e importante, contra un poder  grande como son los prejuicios y relatos ocultos del segmento, y de resultados a obtener palpables.
La cultura que viene, variables blandas que agrupan segmentos en forma transversal y los ponen en escenarios  diferentes a los protagonizados por la generación de sus padres.
La Web 2.0 como territorio propio es herramienta,  plataforma y espacio de acción de nuevas formas de participación política.