miércoles, octubre 16, 2013

Discurso 3.0 y #votojoven: verdad y emoción en oraciones cortas



Por Rubén Weinsteiner  para EL PAÍS
El discurso 3.0 se emite desde actores políticos y corporativos hacia sujetos jóvenes de elección, consenso y consumo;  y se despliega ante audiencias de audiencias.  
Twitter, facebook, los SMS, el e-mail, son lugares conceptuales de expresión, que modificaron disruptivamente el discurso por  formato, extensión, recorrido y definición del mismo, transformando los discursos sociales,  creando nuevos géneros que implican diferentes estrategias de intercambio de información, producción, comprensión y lectura de textos, y profundizando  la brecha con los adultos inmigrantes digitales.
La comunicación 3.0, última forma de comunicación humana, se ha desarrollado en todas los esferas sociales, sustituyendo a géneros tradicionales como la carta, el diálogo, la conversación o el debate,  y ha modificado los géneros del discurso de transmisión de conocimientos, como los diccionarios y los métodos de enseñanza, muy especialmente en los sub 25.
Para algunos este cambio abrupto y profundo, representa una amenaza. Teniendo en cuenta que las palabras son el órgano constitutivo del pensamiento,  para los que exploramos nuevas formas de comunicar, las innovaciones representan más que una amenaza,  la oportunidad de explorar las posibilidades a las que nos conduce el lenguaje, que son en definitiva las de la mente humana.
Googlear o cliquear son verbos que no vienen a reemplazar palabras, sino a dotar de representación lingüística a posibilidades nuevas. Escribir 2b or nt 2b no priva a alguien de leer y apropiarse intelectualmente de la literatura de Shakespeare, sino de construir un puente (una traducción, si se quiere) entre los usuarios de esas expresiones y los de otras prácticas comunicativas.
La narrativa y el discurso 3.0 construyen y acumulan en  el campo de las emociones, donde la cognitividad fundamenta y la emocionalidad define.
Junto con las palabras nuevas y las abreviaturas 2.0 y 3.0,  aparecen los emoticones como signos que denotan y comunican emociones como sonrisa, tristeza, llanto, asombro, duda, apoyo,  indignación, deseo, coquetería  etc. Los emoticones y la acotación icónica, son estrategias que operan como pistas perceptivas. Estos  elementos suprasegmentales del discurso,  favorecen la comprensión del mensaje, al posibilitar la metarepresentación de la emocionalidad y las intenciones verdaderas.
Esa emocionalidad exprés, como factor constitutivo central del discurso 3.0, determina la credibilidad del mismo y su viralidad potencial.
El discurso 3.0 de los nativos digitales, tiene una funcionalidad primordial lúdica,  donde la comunicación presenta aspectos muy personales,  al ser los jugadores “amigos” y “seguidores”. Vemos  dos rasgos  emocionales  muy marcados en esta forma de comunicación, el humor y la identidad. Por eso los jóvenes necesitan establecer en su discurso 3.0, con vehemencia los rasgos emocionales principales de su persona. En esta tarea, el humor y la protesta juegan un papel importante: ser gracioso y ser mordaz son formas  rápidas y efectivas de conseguir ser conocido,  valorado y viralizado en este entorno (aunque, por supuesto, no las únicas).
La narrativa y el discurso 3.0 de una marca política, para desarrollar una propuesta de valor, dotada de emocionalidad y verdad, deberán  revelar el grado de aptitud de la marca, para satisfacer demandas y proponer nuevas perspectivas.
El discurso 3.0,  emocional y directo, se caracteriza por articular oraciones cortas,  de cómo máximo siete palabras, donde cada palabra debe luchar por su supervivencia,  y donde la percepción del valor de verdad y potencia de emocionalidad de una oración,  resultan inversamente proporcional a su extensión.
Oraciones cortas, emoción  y valor de verdad
Volviendo a Shakespeare,  en Macbeth escribía:  “La Reina, mi Lord, murió” una oración emocional, directa y perfectamente twitteable.
Un lugar efectivo, para que una oración corta construya emocionalidad e  instale percepción de verdad, es al final de un largo párrafo. Esa oración corta le da sentido y a la vez resuelve la función de ese párrafo.
Una buena estrategia de pinzas,  para que dos oraciones cortas se constituya en “anillo de la verdad y emoción” de un párrafo largo, es ubicar a la primera como una especie de subtitulo y a la segunda como oración final despegada del párrafo más largo, pausa mediante y  rodeando el párrafo.
George Orwell lo utiliza en “Animal farm”
It was a pig walking on his hind legs.
Yes, it was Squealer … And finally there was a tremendous baying of dogs and a shrill crowing from the black cockerel, and out came Napoleon himself, majestically upright, casting haughty glances from side to side, and with his dogs gambolling round him.
He carried a whip in his trotter.
El subtitulo que abre, construye sentido, el párrafo largo puede ser tedioso, pero prepara al auditorio y empodera a la oración final, con la que se define emocionalmente el tramo del discurso.
Otro ejemplo interesante lo vemos en Anthony Burgess, autor de “La naranja mecánica” cuando en la escena final y con la música de la novena sinfonía de Beethoven, el personaje dice:
Oh, it was gorgeosity and yumyumyum. When it came to the Scherzo I could viddy myself very clear running and running on like very light and mysterious nogas, carving the whole litso of the creeching world with my cut-throat britva. And there was the slow movement and the lovely last singing movement still to come. I was cured all right.
Burgess nos presenta aquí una última oración con cinco palabras muy cortas, que no solo define un párrafo importante, resuelve, construye sentido y cierra el libro, luego devenido en película.
Lo que define el carácter corto de una oración corta, es el conjunto de oraciones que rodean a esa oración. En un mundo de oraciones de 25 palabras, las oraciones de 7 adquieren un poder especial.
Las oraciones cortas, se constituyen en atajos cognitivos  en la construcción del sistema de preferencias del voto joven. El discurso 3.0, con sus oraciones cortas debe plantear el “para qué”, el candidato quiere llegar al poder,  y por otra parte, generar identificación.
Los sujetos de elección jóvenes,  necesitan para relacionarse emocionalmente e identificarse con una marca política,  atribuirles a estas, voluntades, particularidades, valores, obligaciones, promesas, diferencias y capacidades subjetivas.
Ese es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven. Para los adultos,  identificación es solo empatía, para el joven,  identificación, es amor.

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