domingo, octubre 13, 2013

Livingston, solo 80

 Werner Pertot


“Prometo que no habrá ningún discurso aburrido”, dice el inusual volante con el que el arquitecto Rodolfo Livingston convoca a una charla en el Café de los Angelitos. El reconocido urbanista integra la lista de legisladores de Aluvión Ciudadano, el partido que creó el sanitarista Carlos Oviedo y que compite por un lugar en la Legislatura porteña sin una boleta nacional.

Livingston resume su vida hasta ahora: “A los 40, me casé, tuve mi primer hijo y corrí mi primer maratón. Después, tuve otros dos hijos, corrí 14 maratones más. A los 50, salvé a un ahogado. A los 67 me tiré en paracaídas y a los 80 empiezo mi carrera política. A los cien tengo pensada una fiesta. Pero no me pienso morir”.
Livingston nació en noviembre de 1931 y se recibió en 1956. En 1961 pisaba por primera vez Cuba, un mes más tarde del intento de invasión en playa Girón. “Estaba dispuesto a morir por la revolución. Hoy habría una callecita con mi nombre y alguien diría: ‘Oye, coge por la Livingston’”, se imagina. “Dirigí la erradicación de una villa miseria en un pueblo que se llamaba Baracoa. Se esperaba otra invasión”, recuerda. Volvió en 1962 y luego en los noventa, cuando supervisó el programa Arquitectos de la Comunidad, en Cuba. “Fui 32 veces a Cuba y formamos consultorios de arquitectura”, dijo.
Tuvo una columna semanal en el diario cubano Juventud Rebelde entre 2002 y 2003. “Cuando empiezan a estar en el monte el Che y Fidel, me interesé por esa gente que era muy cercana a mí. Leí un reportaje de Sartre, que estuvo en Cuba con Simone de Beauvoir. Me enamoré de un país y tengo una novia inmortal: Cuba”, dice Livingston, quien también pasó un año en Perú en 1967, tras la Noche de los Bastones Largos. “Nos sacaron literalmente a patadas de la universidad y me ofrecieron un cargo en Arequipa”, cuenta. Dio seminarios en Venezuela, Uruguay, Brasil y Cuba. Es autor de diez libros, como Cirugía de Casas, Arquitectura y autoritarismo y Cuba existe, es socialista y no está en coma. También tiene un libro con sus fotografías de Cuba. Fue director del Centro Cultural Recoleta en 1989.
“Me ofrecieron por primera vez ser candidato y me gustó la gente de Aluvión”, señala Livingston. Sobre las otras listas kirchneristas, indica que simplemente no hubo un ofrecimiento similar de parte de ellos. “No va a ser un trabajo nuevo. Hace 50 años que me ocupo de la ciudad. Tuve que pelear con la escuela shopping de Grosso. Quería hacer 25 escuelas-shopping más”, señala.
“El gobierno de Macri omite la belleza. La belleza es un derecho de los ciudadanos”, plantea Livingston. “El plan Pro.Cre.Ar es un aporte importante, pero hace falta más. Hay que modificar los códigos municipales que tienen prohibiciones ridículas. Son muchas cosas que podría proponer como legislador y que simplificarían la vida de la gente, sin necesidad de más presupuesto. La ciudad no puede estar gobernada por burócratas”, señala el arquitecto. “Cuando quiere hacer una casa, la gente primero llama al albañil y después va viendo sobre la marcha. Así nació el metrobús: es la consecuencia de querer hacer una propaganda electoral y un negocio. No fue precedido por el pensamiento”, dice Livingston, quien advierte que “el costo es una monstruosidad”. “Dietrich dice que se ahorran 15 minutos con el metrobús de la 9 de Julio. Pero no todo el mundo va de una punta a la otra. Se ahorran, supongamos, 7 minutos, que pierden buscando las nuevas paradas, que están cada cinco cuadras.”

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