jueves, marzo 05, 2009

Pepe Mujica: el manual de la política






José Mujica recibió a Brecha en su chacra. Habló de todo: el valor de la militancia, los bemoles del acuerdo con los comunistas, las diferencias con Astori, el liderazgo de Vázquez, su equipo de gobierno, y hasta del famoso "giro a la izquierda".


NELSON CESIN


COSTÓ MUCHO MÁS de lo habitual concertar esta entrevista, quizá porque por estos días, y probablemente como nunca antes, Mujica vive un asedio equiparable al de una estrella pop. Después de mucha insistencia, y de un preámbulo tan dilatado como enriquecedor, el grabador comenzó a girar sobre una mesita de austeridad espartana ubicada en la cocina del también muy austero rancho del senador en Rincón del Cerro. El sopor de este martes a las 3 de la tarde facilitaba la comodidad del anfitrión. Los retos y las responsabilidades del candidato habilitaron la agenda del encuentro.

-De acuerdo a la postura global con la que ha encarado todo este proceso, en el cual usted ha sido el abogado del diablo de su propia candidatura, uno no sabe si felicitarlo o darte el pésame por la nominación.

-Las dos cosas. No es contradictorio.

-¿No es contradictorio?

-No, porque mi sueño era muy modesto, hacer una escuela de oficios rurales acá en la chacra. Sólo eso, tal vez, porque... no sé... tal vez sea algo inconsciente por aquello de la somática de vida de no haber tenido hijos. Mis hijos figurados serían los futuros trabajadores rurales de la tierra. Es una hipótesis, porque allí está el campo trabajando y esperando. Y otras cosas que están esperando, hay un caño arrollado...

-Esto de la candidatura le vino a arruinar un poco los sueños, entonces...

-Sí, porque mi sueño estaba más acorde con una retirada de la militancia política. No lo puedo hacer porque estructuralmente soy un hombre de partido, de organización, y es muy fuerte la presión de los compañeros que me han planteado la necesidad de no abdicar hoy en medio de la lucha. En alguna medida soy consciente de que no soy el mástil, pero por lo menos soy un pedacito del cual se ata la bandera. Entonces no puedo recular y tengo que agarrar este viaje en el que estoy ahora. Yo me confieso: envejecer es no querer salir de casa, alguna vez algún periodista jovenzuelo me ha preguntado: "¿Y usted quiere ser presidente?", y yo me río. Yo quiero ser yo, pero ando enredado en eso.

-¿ El liderazgo de Tabaré Vázquez perdió pie en la estructura del Frente Amplio (FA), enfundan de los resultados del congreso ?

-No, ésa es una lectura muy superficial. Además Tabaré no se plantea ningún liderazgo.

-¿Cómo es eso?

-Tabaré es un médico enamorado de la medicina, aficionado a la política. La política es su segundo amor, no es el primero; es más importante el otro. La política es la aventura, el matrimonio es el otro. No es un militante de todos los días, de esos que se bancan 10 horas de comité central interminable. No tiene esa educación, es un enamorado de la medicina. ¿Cuáles son los argumentos que tengo para decir eso? Los ojos, el rostro de Tabaré son distintos cuando habla de política y cuando de un tema médico. Y eso no es trampa, eso no se disimula. Pero es un tipo muy inteligente, brillante; no por lo que sabe, es brillante por lo que no sabe, agarra la onda rapidísimo.

-¿Es un táctico, no un estratega ?

-No, no tiene la maldad de un estratega. Es como es, no más, pero agarra al vuelo. Tabaré lo que está buscando es paz, que no le rompan los quinotos, está podrido. Es mi interpretación. Hay que ser presidente y bancar y bancar y bancar... Está precisando paz.

-Pero por algo eligió la fórmula que eligió.

-Eligió una fórmula porque honesta e intelectualmente él pensó que era la mejor. Yo creo que en el nivel social, con el nivel de información de Tabaré y con el círculo que lo rodea, tiene razón. Porque yo en primera instancia pensé lo mismo que él, y Tabaré tiene todo el derecho a pensar como piensa.

-¿ Y por qué le fallaron los cálculos?

-Ah, lo sacaron de La Teja, salió de La Teja, salió de donde es él. Está rodeado de asesores, todo lo demás.

-Le cantaron errado.

-Y es posible que él no haya tenido el olfato de ver más abajo. Porque un hombre es él y sus circunstancias, hay que ver lo que significa ser presidente, estar rodeado de una corte y todo lo demás. Hay que tener piedad también.

-Pero en definitiva la estructura del FA no le llevó la fórmula. ¿ Qué quiere decir eso?

-Ah, la estructura del Frente. Escúchame, pero la estructura del Frente es gloriosa, hay que respetarla.

-¿No significa nada que la estructura desobedezca al presidente ?

-No. Fíjate esta contradicción. Ta, al Pepe lo lleva 70 y pico por ciento. Pero hace poco me dio en la nuca, la misma estructura me pegó en la nuca (Nde R: alude al congreso de diciembre de 2007que rechazó su propuesta de llevar a Constanza Moreira a la presidencia del FA). Nos quitó los decibeles, está bien. Entonces yo lo tomo ahí, me pegó en la nuca ayer, ta, y ahora me votó. Pero no te vayas a creer, no te creas que sos el crack.

-Pero le pegó en la nuca en un tema de menor cuantía que éste, en el que le dice "te quiero..."

-Sí, pero el resultado... porque en realidad en aquella decisión yo le decía al Frente "te quiero", "te quiero a vos, estructura; te quiero a vos, partido; quiero que vos te desarrolles, quiero que vos seas más fuerte; quiero que vos seas más joven". No me interpretó. Y ahora me dice: "Tú nos representas". Es brava la cosa.

-A juzgar por el resultado entre una instancia y otra, la impresión es que usted aprendió de sus propios errores.

-Sin duda. Sin duda que en lugar de hacer declaraciones pomposas y que no sirven para nada, recogí el mensaje y dije "vamos a trabajar tratando de modificar siquiera en parte la realidad". Se trató de un trabajo silencioso, nada soberbio ni altanero.

-Y todo indica que bastante efectivo, al menos en lo que refiere al Partido Comunista (PCV).

-Alguna gente se queja, pone el grito en el cielo porque hicimos un acuerdo con los compañeros del PCU; es cierto, lo hicimos, costó en pila, y mucho más les costó a ellos.

-¿Por qué?

-Porque hay una tradición histórica de que estábamos distanciados, diferenciados. Yo sé que para ellos históricamente es un paso duro. Lo hicimos por lo que está en juego, pero todos hacen acuerdos, que no nos reprochen a nosotros. Porque el acuerdo con la 738, el acuerdo con el sector de Michelini, no es por el Espíritu Santo, es por algo. El acuerdo que hicimos con el partido está en la misma línea. Yo, terminada la jornada -porque el burro nunca debe olvidar dónde come-, fui a saludar a la dirección del partido. Correspondía. Pero a su vez, previamente y durante todos estos meses, habíamos trabajado diciéndoles a los compañeros: "Prioricen la militancia en el FA, en los comités". ¿Son importantes los comités o no son importantes? Porque fuera de esto, que es cáscara, lo importante es ¿qué queremos, partido de opinión o fuerza que contenga militantes? Yo sé que los militantes son incómodos: van, cuestionan, piensan, te relajan, a veces están mal informados.

-¿Qué aportan a cambio?

-El problema está ahí: ¿qué aportan? Qué aportan y qué suman. El partido es el futuro, como yo lo concibo, es el pacto tácito intergeneracional, es los que van a venir y van a recoger la bandera. Lo otro es la agencia de publicidad, es la consultora, son los asesores.

-¿ El MPP no subestimó también a los militantes, al congreso, en su iniciativa primera, cuando dijo "vamos directo a las internas y utilizamos al congreso poco menos como varita para habilitar ese tránsito "?

-Es posible, pero nosotros partimos en ese momento de una cuestión de buena fe: reconocer la realidad. De hecho, estos años, nos guste o no, para bien, para mal, para regular, habían dibujado dos candidaturas naturales. Y lo otro es verso.

-¿Los otros candidatos son verso? -No, el resto no son verso, son figuras muy importantes. Desde el punto de vista del peso político ante la opinión pública se había dibujado eso. Nuestro planteo sería ingenuo, pero ¿cuál fue?: ésta es la realidad, que la gente ponga el orden, porque esto puede ser mejor. Hubo una explicación oficial: esos sectores de centro, que pueden decidir el partido, pueden ser más que influenciables por Danilo. Teóricamente pueden ser, sí; pero en la práctica hicimos ciencia, empezamos a investigar, ¿y qué descubrimos en esa investigación? Descubrimos lo siguiente: que la palabra centro es una especie de comodín, para el Centro van el 127, el 125, el 133, pero tienen puntos de partida muy distintos, tienen visiones muy distintas, aunque todos vayan para el Centro.

-¿ Y políticamente qué descubrieron, entonces?

-Que había un centro que sí era más receptivo. Pero había otro centro que no quería saber nada con Danilo. La palabra centro es muy ambivalente, entonces entre sumas y restas nos encontramos con que acá no hay respuesta; respuesta clara, definitiva no hay. Porque si lo esencial era que ganara el Frente, ése era un factor a tener en cuenta. Entonces nuestra percepción es que eso no tiene respuesta clara; es mentira, no hay respuesta clara. Hay un centro que va a apoyar, hay un centro que repudia, y hay un centro que nos apoya y repudia para el otro lado. Hay distintos centros, el centro no es una cosa uniforme, está compuesto por muchos estamentos. Esta es la cuestión esencial que no se ha visto en esta contradicción.

-¿Le inquieta o preocupa que varios integrantes de la corriente astorista hayan cuestionado la legitimidad del congreso, apelando al argumento de su falta de representatividad?

-Hay varias cosas ahí. La convención del Partido Nacional o del Partido Colorado no representa el 100 por ciento del electorado. Pero ¿precisan los partidos convención? ¿Se precisa un círculo más cercano o no? Porque si no se precisa eso, ¿qué se precisa? La agencia de opinión, el contrato con el canal de televisión. Más claro: ¿se precisan militantes o no? Esto es lo que hay que definir. Yo sostengo que un partido históricamente no existe si no genera militancia, si no genera pasión, si no genera compromiso en cascada. Y soy esclavo de esa interpretación; acepto perfectamente que la opinión pública puede tener matices, diferencias, niveles, pero... Los militantes a veces no dan luz, no dan paz, pero escriben muros, están todos los días, prenden el fuego, mantienen los comités. ¡Pobres de nosotros si los ignoramos!

-¿El congreso representó el triunfo de los aparatos, como cuestionó Astori?

-Sí, fue, claro que fue. Los aparatos son una construcción humana, porque los hombres no somos seres robotizados y construimos compañeros, gente, colectividades. ¡Qué soledad los que no pueden construir colectividades que los amparen en la soledad! Qué tristeza.

-Ahora, ¿no es cierto, como también señala Astori, que los resultados del congreso marcan una distancia considerable con el sentir y las preferencias de ese vasto universo frenteamplista que trasciende a la militancia?

-Pero, ¿de qué estamos hablando? López Mena (que no apoya precisamente mi candidatura), aunque es argentino, es también del pueblo; aporta mucho a Uruguay, invierte en Uruguay, es parte del pueblo. Los argentinos no son unos extraños, en el país, son compatriotas diferenciados. Pero hay otros que no tienen ese poder, que son otra cosa, otra historia. También son parte de todo este asunto. Yo no les tendría tanta bronca; no le tengo bronca a uno, ¿por qué les voy a tener bronca a los otros? Me siento en parte motivado, picaneado, por estas cosas. Me siento representante de los astrosos, de los desarrapados, de los incultos. No porque no sea culto, algún par de libritos he leído. Pero me siento de los que caminan por la calle, soy de ellos en cuerpo y alma; no abdico de sus gustos, tomo grapa en los boliches con ellos, son mis amigos. Sé que cometen errores en pila, pero son los míos. Más claro: a nadie le tengo odio ni cuentas que cobrar. Pero hay un sentido de pertenencia en las clases sociales, mi clase casi no sabe leer, tiene unas dificultades bárbaras. En realidad lee, pero deletrea; parecerá primitiva, y lo es, pero es mi clase.

-¿ La competencia por la candidatura del FA está planteando, en el fondo una confrontación de clase? -

No es absolutamente pura, porque hay muchos hombres intelectuales con un sentido de responsabilidad social tal que han traicionado a su clase primigenia, por suerte. Y eso es hermoso y habla bien de la condición humana, es lo que te reconforta. Pero no me chupo el dedo tampoco; mis gustos, mi manera de vivir, mis valores, la calle, no pueden renunciar a lo que son. Tienen razón cuando dicen que no tengo pinta de presidente, porque los presidentes que han tenido esa pinta pertenecen a la otra clase; o se suben a otra clase.

-Es fuerte el comentario...

-Es duro lo que estoy diciendo, soy plenamente consciente, pero tengo mis fundadas razones para decirlo.

-Por lo visto, usted quiere reafirmar que sus bases sociales de apoyo son muy distintas a las de Astori...

-Son entreveradas; seguramente los que hablan inglés van a estar más tranquilos con Danilo, les va a parecer más previsible. Pero Danilo no es un traidor a lo que yo pienso, es un compañero. Seguramente los que no entienden una palabra de inglés se van a sentir más tranquilos conmigo. Pero ni tan tan, ni muy muy. Porque el día después Danilo me precisa a mí y yo lo preciso a él. Porque el mundo es no como a mí me gusta, sino como es.

-¿Su triunfo se puede interpretar como la coronación de cierto clamor por un giro a la izquierda en el próximo período de gobierno?

-Eso del giro a la izquierda es relativo. Uno puede llegar a la conclusión de que una mayor participación del Estado en la economía puede llegar a ser un giro a la izquierda frente a todas estas tendencias neo que ha habido, pero también puede ser al revés, porque el Estado puede intervenir a muerte en la economía para evitar que el modelo en agonía desaparezca. Porque yo no me voy a creer que la generosidad del gobierno de Bush para salvar a los bancos y esas cosas es en nombre de la liberación y el socialismo. Ojo: no confundir estatismo con socialismo, sería un histórico error. El socialismo no es igual a una oficina pública gigantesca. Ahora, si por giro a la izquierda se entiende tratar de mejorar la condiciones de vida de la gente, aún dentro del funcionamiento del sistema, por un lado; y por otro lado, no con un sentido cuestionador del sistema sino con un sentido experimental de que se puede desarrollar empresismo autogestionario, frente a la empresa capitalista, que existe y que debe seguir existiendo y funcionando para generar riqueza, porque si no la quedamos, entonces sí creo, decía, que puede haber un giro. Porque se puede desarrollar un empresismo de la corresponsabilidad de los que trabajan, tratando de multiplicar la riqueza en el campo de la producción y de los servicios, ésa es la verdadera paz social posible en la época en que vivimos. Porque el tipo convencido de los principios desde el punto de vista socialista, siempre que trabaje para un patrón va a considerar que es un explotado. Vamos a construir la alternativa: rómpete el orto y las guampas y paga el precio de la liberación. No estén esperando todo de papá Estado. Porque lo otro es burocratismo.

-¿No hay algo de ese tipo de reflejo en la inclusión programática de entes estatales testigos para el caso, por ejemplo, de la industria frigorífica?

El propio Astori, sin ir más lejos, prometió dar batalla contra esa medida.

-Yo entiendo que esa reacción es un reflejo condicionado, como decía Pavlov, que existe también en política con respecto a la tenencia del Frigorífico Nacional, porque ha habido alguna pintada. El ente testigo está dibujado por la defensa de la propia economía. En Francia hay un permiso bien estudiado para hacer factura casera y venderla con marca artesanal. En un país como Uruguay hay decenas de cuarteles con mataderos, y hay otros tantos mataderos abandonados, anquilosados, a cargo de las intendencias, que no cumplen tal vez con los requisitos que requiere el mundo moderno. Pero diría más: el verdadero ente testigo que precisaría el Uruguay del futuro es la capacidad ambulante de faenar ovejas en los grandes campos ganaderos para vender la mejor carne de oveja.

-¿Frigorífico ambulante?

-Sí, señor. ¿Por qué? Porque hay unos señores que tienen plata en el mundo y pueden pagar los costos: son los árabes, que se dan el lujo de importar ovejas en pie para llevarlas al otro mundo y matarlas cuando las van a comer. ¿Son tarados? No, tienen cultura ovina. ¿Qué pasa? La oveja, por su conformación, cuando se estresa acumula en las grasas elementos que son contrarios al gusto y al sabor de la carne; por eso en Montevideo no se puede comer carne de oveja, y cuando la comes afuera, en un campo, es exquisita. No estreses a la oveja si querés comer carne buena.

-No tenía idea de esa moraleja...

-Linda moraleja, ¿no? Hay que estar embebido de estas cosas. Lo que pasa es que la tradición cultural es que un frigorífico tiene que ser imponente, cinco mil reses por día... No seas malo, los mejores chorizos de mi barrio los hace un loco a quien yo le tengo mucha confianza.

-¿ Es exagerado pensar que el FA dirime en las elecciones internas dos proyectos de país, en términos muy gruesos?

-No sé si son dos proyectos. Danilo es el centro de un equipo que manejó la macroeconomía en estos años con fundamental solvencia. Me van a decir los blancos: "Había una coyuntura mundial, precios favorables". Sí, pero las decisiones que se podían haber tomado ahí podían haber hecho mierda la coyuntura mundial, y no lo hicieron. Y dentro de eso, ese equipo también priorizó la línea de gasto social, el presupuesto de la Universidad, el presupuesto de la enseñanza, de la salud; hizo un montón, aportó, contribuyó. Entonces, vamos a ser justos con todo eso. ¿En qué quedamos flacos? Tal vez no daba el tiempo ni los recursos: políticas sectoriales, definir a qué apostamos. Inversión: chocolate; para progresar, generar trabajo, mejor empleo, precisamos inversión. Descubrimos el agujero del mate. Totalmente de acuerdo: precisamos inversión. Pero ¿nada más que inversión? El país tiene que definir algunos rumbos. Si hablo en términos capitalistas de modelo, Japón y todo el modelo asiático dijeron en general "vamos a esto, esto y esto", y el Estado dijo "vamos a esto, a esto y esto". ¿El Estado se puso a hacer? No; priorizó.

-Hay que elegir ganadores y perdedores, entonces.

-Hay que elegir: a este sector le doy pelota, a este otro no.

-A su juicio, ¿qué se juega el FA en las elecciones internas? -A mi me indigna un Uruguay en el que siete pesos se gastan en la costa y tres en el resto del país. Para nadie puede ser un secreto que personalmente pienso que el acento hay que ponerlo en arrancar el interior profundo del ostracismo. Después, para mí... puede haber acentos distintos, pero naides es más que naides, nos precisamos como el pan. No impongo: imploro, pido por favor.

-¿Qué cosa implora?

-Respeto intelectual a los que planteamos variantes a algunos modelos neoclásicos que andan en la vuelta. Respeto intelectual, nada más. Porque no somos sabios, de ninguna manera; tampoco tan burros como nos quieren pintar, alguna cosa representamos. Pero no me impongo: imploro. Yo no le meto el gaucho a nadie.

-Esta carrera se compone de tres etapas: las internas de junio, las nacionales de octubre y, eventualmente, el balotaje de noviembre. ¿Cuál es su estrategia para enfrentar ese proceso?

-¡No, yo no tengo una estrategia! Yo soy un ser primitivo, soy como soy, nada más. Mi verdad es presentanea y temporánea. Pero mi actitud histórica es vital, el arco de una vida. Puedo equivocarme, y me voy a equivocar, pero pongo el alma en la cancha, no tengo precio, no soy negociable. Soy convencible, porque a esta altura no soy ningún fanático.
¿Una comunista a la Intendencia de Montevideo?
-SE HA ESPECULADO con que el apoyo del PCU a su candidatura no habría sido gratuito, sino a cambio del respaldo del MPP a la candidatura de la comunista Ana Olivera a la Intendencia de Montevideo.

-Los compañeros no son vendedores de votos y de apoyo, luchan por una causa noble. Pero nosotros somos conscientes de que tener la Presidencia y la Intendencia de Montevideo es una especie de abuso. Lo tenemos claro. Y esto no es para los compañeros del PCU, esto es para el Frente. También dejamos claro que ésa es una decisión que tendrá que tomar el Frente en su debido momento.

-Pero esa decisión no impide que el MPP impulse como candidato a la Intendencia a una figura del PCU, su aliado natural...

-Podría ser, pero lo tiene que decidir el Frente, no el MPP.

Pepe Mujica: el manual de la política






José Mujica recibió a Brecha en su chacra. Habló de todo: el valor de la militancia, los bemoles del acuerdo con los comunistas, las diferencias con Astori, el liderazgo de Vázquez, su equipo de gobierno, y hasta del famoso "giro a la izquierda".


NELSON CESIN


COSTÓ MUCHO MÁS de lo habitual concertar esta entrevista, quizá porque por estos días, y probablemente como nunca antes, Mujica vive un asedio equiparable al de una estrella pop. Después de mucha insistencia, y de un preámbulo tan dilatado como enriquecedor, el grabador comenzó a girar sobre una mesita de austeridad espartana ubicada en la cocina del también muy austero rancho del senador en Rincón del Cerro. El sopor de este martes a las 3 de la tarde facilitaba la comodidad del anfitrión. Los retos y las responsabilidades del candidato habilitaron la agenda del encuentro.

-De acuerdo a la postura global con la que ha encarado todo este proceso, en el cual usted ha sido el abogado del diablo de su propia candidatura, uno no sabe si felicitarlo o darte el pésame por la nominación.

-Las dos cosas. No es contradictorio.

-¿No es contradictorio?

-No, porque mi sueño era muy modesto, hacer una escuela de oficios rurales acá en la chacra. Sólo eso, tal vez, porque... no sé... tal vez sea algo inconsciente por aquello de la somática de vida de no haber tenido hijos. Mis hijos figurados serían los futuros trabajadores rurales de la tierra. Es una hipótesis, porque allí está el campo trabajando y esperando. Y otras cosas que están esperando, hay un caño arrollado...

-Esto de la candidatura le vino a arruinar un poco los sueños, entonces...

-Sí, porque mi sueño estaba más acorde con una retirada de la militancia política. No lo puedo hacer porque estructuralmente soy un hombre de partido, de organización, y es muy fuerte la presión de los compañeros que me han planteado la necesidad de no abdicar hoy en medio de la lucha. En alguna medida soy consciente de que no soy el mástil, pero por lo menos soy un pedacito del cual se ata la bandera. Entonces no puedo recular y tengo que agarrar este viaje en el que estoy ahora. Yo me confieso: envejecer es no querer salir de casa, alguna vez algún periodista jovenzuelo me ha preguntado: "¿Y usted quiere ser presidente?", y yo me río. Yo quiero ser yo, pero ando enredado en eso.

-¿ El liderazgo de Tabaré Vázquez perdió pie en la estructura del Frente Amplio (FA), enfundan de los resultados del congreso ?

-No, ésa es una lectura muy superficial. Además Tabaré no se plantea ningún liderazgo.

-¿Cómo es eso?

-Tabaré es un médico enamorado de la medicina, aficionado a la política. La política es su segundo amor, no es el primero; es más importante el otro. La política es la aventura, el matrimonio es el otro. No es un militante de todos los días, de esos que se bancan 10 horas de comité central interminable. No tiene esa educación, es un enamorado de la medicina. ¿Cuáles son los argumentos que tengo para decir eso? Los ojos, el rostro de Tabaré son distintos cuando habla de política y cuando de un tema médico. Y eso no es trampa, eso no se disimula. Pero es un tipo muy inteligente, brillante; no por lo que sabe, es brillante por lo que no sabe, agarra la onda rapidísimo.

-¿Es un táctico, no un estratega ?

-No, no tiene la maldad de un estratega. Es como es, no más, pero agarra al vuelo. Tabaré lo que está buscando es paz, que no le rompan los quinotos, está podrido. Es mi interpretación. Hay que ser presidente y bancar y bancar y bancar... Está precisando paz.

-Pero por algo eligió la fórmula que eligió.

-Eligió una fórmula porque honesta e intelectualmente él pensó que era la mejor. Yo creo que en el nivel social, con el nivel de información de Tabaré y con el círculo que lo rodea, tiene razón. Porque yo en primera instancia pensé lo mismo que él, y Tabaré tiene todo el derecho a pensar como piensa.

-¿ Y por qué le fallaron los cálculos?

-Ah, lo sacaron de La Teja, salió de La Teja, salió de donde es él. Está rodeado de asesores, todo lo demás.

-Le cantaron errado.

-Y es posible que él no haya tenido el olfato de ver más abajo. Porque un hombre es él y sus circunstancias, hay que ver lo que significa ser presidente, estar rodeado de una corte y todo lo demás. Hay que tener piedad también.

-Pero en definitiva la estructura del FA no le llevó la fórmula. ¿ Qué quiere decir eso?

-Ah, la estructura del Frente. Escúchame, pero la estructura del Frente es gloriosa, hay que respetarla.

-¿No significa nada que la estructura desobedezca al presidente ?

-No. Fíjate esta contradicción. Ta, al Pepe lo lleva 70 y pico por ciento. Pero hace poco me dio en la nuca, la misma estructura me pegó en la nuca (Nde R: alude al congreso de diciembre de 2007que rechazó su propuesta de llevar a Constanza Moreira a la presidencia del FA). Nos quitó los decibeles, está bien. Entonces yo lo tomo ahí, me pegó en la nuca ayer, ta, y ahora me votó. Pero no te vayas a creer, no te creas que sos el crack.

-Pero le pegó en la nuca en un tema de menor cuantía que éste, en el que le dice "te quiero..."

-Sí, pero el resultado... porque en realidad en aquella decisión yo le decía al Frente "te quiero", "te quiero a vos, estructura; te quiero a vos, partido; quiero que vos te desarrolles, quiero que vos seas más fuerte; quiero que vos seas más joven". No me interpretó. Y ahora me dice: "Tú nos representas". Es brava la cosa.

-A juzgar por el resultado entre una instancia y otra, la impresión es que usted aprendió de sus propios errores.

-Sin duda. Sin duda que en lugar de hacer declaraciones pomposas y que no sirven para nada, recogí el mensaje y dije "vamos a trabajar tratando de modificar siquiera en parte la realidad". Se trató de un trabajo silencioso, nada soberbio ni altanero.

-Y todo indica que bastante efectivo, al menos en lo que refiere al Partido Comunista (PCV).

-Alguna gente se queja, pone el grito en el cielo porque hicimos un acuerdo con los compañeros del PCU; es cierto, lo hicimos, costó en pila, y mucho más les costó a ellos.

-¿Por qué?

-Porque hay una tradición histórica de que estábamos distanciados, diferenciados. Yo sé que para ellos históricamente es un paso duro. Lo hicimos por lo que está en juego, pero todos hacen acuerdos, que no nos reprochen a nosotros. Porque el acuerdo con la 738, el acuerdo con el sector de Michelini, no es por el Espíritu Santo, es por algo. El acuerdo que hicimos con el partido está en la misma línea. Yo, terminada la jornada -porque el burro nunca debe olvidar dónde come-, fui a saludar a la dirección del partido. Correspondía. Pero a su vez, previamente y durante todos estos meses, habíamos trabajado diciéndoles a los compañeros: "Prioricen la militancia en el FA, en los comités". ¿Son importantes los comités o no son importantes? Porque fuera de esto, que es cáscara, lo importante es ¿qué queremos, partido de opinión o fuerza que contenga militantes? Yo sé que los militantes son incómodos: van, cuestionan, piensan, te relajan, a veces están mal informados.

-¿Qué aportan a cambio?

-El problema está ahí: ¿qué aportan? Qué aportan y qué suman. El partido es el futuro, como yo lo concibo, es el pacto tácito intergeneracional, es los que van a venir y van a recoger la bandera. Lo otro es la agencia de publicidad, es la consultora, son los asesores.

-¿ El MPP no subestimó también a los militantes, al congreso, en su iniciativa primera, cuando dijo "vamos directo a las internas y utilizamos al congreso poco menos como varita para habilitar ese tránsito "?

-Es posible, pero nosotros partimos en ese momento de una cuestión de buena fe: reconocer la realidad. De hecho, estos años, nos guste o no, para bien, para mal, para regular, habían dibujado dos candidaturas naturales. Y lo otro es verso.

-¿Los otros candidatos son verso? -No, el resto no son verso, son figuras muy importantes. Desde el punto de vista del peso político ante la opinión pública se había dibujado eso. Nuestro planteo sería ingenuo, pero ¿cuál fue?: ésta es la realidad, que la gente ponga el orden, porque esto puede ser mejor. Hubo una explicación oficial: esos sectores de centro, que pueden decidir el partido, pueden ser más que influenciables por Danilo. Teóricamente pueden ser, sí; pero en la práctica hicimos ciencia, empezamos a investigar, ¿y qué descubrimos en esa investigación? Descubrimos lo siguiente: que la palabra centro es una especie de comodín, para el Centro van el 127, el 125, el 133, pero tienen puntos de partida muy distintos, tienen visiones muy distintas, aunque todos vayan para el Centro.

-¿ Y políticamente qué descubrieron, entonces?

-Que había un centro que sí era más receptivo. Pero había otro centro que no quería saber nada con Danilo. La palabra centro es muy ambivalente, entonces entre sumas y restas nos encontramos con que acá no hay respuesta; respuesta clara, definitiva no hay. Porque si lo esencial era que ganara el Frente, ése era un factor a tener en cuenta. Entonces nuestra percepción es que eso no tiene respuesta clara; es mentira, no hay respuesta clara. Hay un centro que va a apoyar, hay un centro que repudia, y hay un centro que nos apoya y repudia para el otro lado. Hay distintos centros, el centro no es una cosa uniforme, está compuesto por muchos estamentos. Esta es la cuestión esencial que no se ha visto en esta contradicción.

-¿Le inquieta o preocupa que varios integrantes de la corriente astorista hayan cuestionado la legitimidad del congreso, apelando al argumento de su falta de representatividad?

-Hay varias cosas ahí. La convención del Partido Nacional o del Partido Colorado no representa el 100 por ciento del electorado. Pero ¿precisan los partidos convención? ¿Se precisa un círculo más cercano o no? Porque si no se precisa eso, ¿qué se precisa? La agencia de opinión, el contrato con el canal de televisión. Más claro: ¿se precisan militantes o no? Esto es lo que hay que definir. Yo sostengo que un partido históricamente no existe si no genera militancia, si no genera pasión, si no genera compromiso en cascada. Y soy esclavo de esa interpretación; acepto perfectamente que la opinión pública puede tener matices, diferencias, niveles, pero... Los militantes a veces no dan luz, no dan paz, pero escriben muros, están todos los días, prenden el fuego, mantienen los comités. ¡Pobres de nosotros si los ignoramos!

-¿El congreso representó el triunfo de los aparatos, como cuestionó Astori?

-Sí, fue, claro que fue. Los aparatos son una construcción humana, porque los hombres no somos seres robotizados y construimos compañeros, gente, colectividades. ¡Qué soledad los que no pueden construir colectividades que los amparen en la soledad! Qué tristeza.

-Ahora, ¿no es cierto, como también señala Astori, que los resultados del congreso marcan una distancia considerable con el sentir y las preferencias de ese vasto universo frenteamplista que trasciende a la militancia?

-Pero, ¿de qué estamos hablando? López Mena (que no apoya precisamente mi candidatura), aunque es argentino, es también del pueblo; aporta mucho a Uruguay, invierte en Uruguay, es parte del pueblo. Los argentinos no son unos extraños, en el país, son compatriotas diferenciados. Pero hay otros que no tienen ese poder, que son otra cosa, otra historia. También son parte de todo este asunto. Yo no les tendría tanta bronca; no le tengo bronca a uno, ¿por qué les voy a tener bronca a los otros? Me siento en parte motivado, picaneado, por estas cosas. Me siento representante de los astrosos, de los desarrapados, de los incultos. No porque no sea culto, algún par de libritos he leído. Pero me siento de los que caminan por la calle, soy de ellos en cuerpo y alma; no abdico de sus gustos, tomo grapa en los boliches con ellos, son mis amigos. Sé que cometen errores en pila, pero son los míos. Más claro: a nadie le tengo odio ni cuentas que cobrar. Pero hay un sentido de pertenencia en las clases sociales, mi clase casi no sabe leer, tiene unas dificultades bárbaras. En realidad lee, pero deletrea; parecerá primitiva, y lo es, pero es mi clase.

-¿ La competencia por la candidatura del FA está planteando, en el fondo una confrontación de clase? -

No es absolutamente pura, porque hay muchos hombres intelectuales con un sentido de responsabilidad social tal que han traicionado a su clase primigenia, por suerte. Y eso es hermoso y habla bien de la condición humana, es lo que te reconforta. Pero no me chupo el dedo tampoco; mis gustos, mi manera de vivir, mis valores, la calle, no pueden renunciar a lo que son. Tienen razón cuando dicen que no tengo pinta de presidente, porque los presidentes que han tenido esa pinta pertenecen a la otra clase; o se suben a otra clase.

-Es fuerte el comentario...

-Es duro lo que estoy diciendo, soy plenamente consciente, pero tengo mis fundadas razones para decirlo.

-Por lo visto, usted quiere reafirmar que sus bases sociales de apoyo son muy distintas a las de Astori...

-Son entreveradas; seguramente los que hablan inglés van a estar más tranquilos con Danilo, les va a parecer más previsible. Pero Danilo no es un traidor a lo que yo pienso, es un compañero. Seguramente los que no entienden una palabra de inglés se van a sentir más tranquilos conmigo. Pero ni tan tan, ni muy muy. Porque el día después Danilo me precisa a mí y yo lo preciso a él. Porque el mundo es no como a mí me gusta, sino como es.

-¿Su triunfo se puede interpretar como la coronación de cierto clamor por un giro a la izquierda en el próximo período de gobierno?

-Eso del giro a la izquierda es relativo. Uno puede llegar a la conclusión de que una mayor participación del Estado en la economía puede llegar a ser un giro a la izquierda frente a todas estas tendencias neo que ha habido, pero también puede ser al revés, porque el Estado puede intervenir a muerte en la economía para evitar que el modelo en agonía desaparezca. Porque yo no me voy a creer que la generosidad del gobierno de Bush para salvar a los bancos y esas cosas es en nombre de la liberación y el socialismo. Ojo: no confundir estatismo con socialismo, sería un histórico error. El socialismo no es igual a una oficina pública gigantesca. Ahora, si por giro a la izquierda se entiende tratar de mejorar la condiciones de vida de la gente, aún dentro del funcionamiento del sistema, por un lado; y por otro lado, no con un sentido cuestionador del sistema sino con un sentido experimental de que se puede desarrollar empresismo autogestionario, frente a la empresa capitalista, que existe y que debe seguir existiendo y funcionando para generar riqueza, porque si no la quedamos, entonces sí creo, decía, que puede haber un giro. Porque se puede desarrollar un empresismo de la corresponsabilidad de los que trabajan, tratando de multiplicar la riqueza en el campo de la producción y de los servicios, ésa es la verdadera paz social posible en la época en que vivimos. Porque el tipo convencido de los principios desde el punto de vista socialista, siempre que trabaje para un patrón va a considerar que es un explotado. Vamos a construir la alternativa: rómpete el orto y las guampas y paga el precio de la liberación. No estén esperando todo de papá Estado. Porque lo otro es burocratismo.

-¿No hay algo de ese tipo de reflejo en la inclusión programática de entes estatales testigos para el caso, por ejemplo, de la industria frigorífica?

El propio Astori, sin ir más lejos, prometió dar batalla contra esa medida.

-Yo entiendo que esa reacción es un reflejo condicionado, como decía Pavlov, que existe también en política con respecto a la tenencia del Frigorífico Nacional, porque ha habido alguna pintada. El ente testigo está dibujado por la defensa de la propia economía. En Francia hay un permiso bien estudiado para hacer factura casera y venderla con marca artesanal. En un país como Uruguay hay decenas de cuarteles con mataderos, y hay otros tantos mataderos abandonados, anquilosados, a cargo de las intendencias, que no cumplen tal vez con los requisitos que requiere el mundo moderno. Pero diría más: el verdadero ente testigo que precisaría el Uruguay del futuro es la capacidad ambulante de faenar ovejas en los grandes campos ganaderos para vender la mejor carne de oveja.

-¿Frigorífico ambulante?

-Sí, señor. ¿Por qué? Porque hay unos señores que tienen plata en el mundo y pueden pagar los costos: son los árabes, que se dan el lujo de importar ovejas en pie para llevarlas al otro mundo y matarlas cuando las van a comer. ¿Son tarados? No, tienen cultura ovina. ¿Qué pasa? La oveja, por su conformación, cuando se estresa acumula en las grasas elementos que son contrarios al gusto y al sabor de la carne; por eso en Montevideo no se puede comer carne de oveja, y cuando la comes afuera, en un campo, es exquisita. No estreses a la oveja si querés comer carne buena.

-No tenía idea de esa moraleja...

-Linda moraleja, ¿no? Hay que estar embebido de estas cosas. Lo que pasa es que la tradición cultural es que un frigorífico tiene que ser imponente, cinco mil reses por día... No seas malo, los mejores chorizos de mi barrio los hace un loco a quien yo le tengo mucha confianza.

-¿ Es exagerado pensar que el FA dirime en las elecciones internas dos proyectos de país, en términos muy gruesos?

-No sé si son dos proyectos. Danilo es el centro de un equipo que manejó la macroeconomía en estos años con fundamental solvencia. Me van a decir los blancos: "Había una coyuntura mundial, precios favorables". Sí, pero las decisiones que se podían haber tomado ahí podían haber hecho mierda la coyuntura mundial, y no lo hicieron. Y dentro de eso, ese equipo también priorizó la línea de gasto social, el presupuesto de la Universidad, el presupuesto de la enseñanza, de la salud; hizo un montón, aportó, contribuyó. Entonces, vamos a ser justos con todo eso. ¿En qué quedamos flacos? Tal vez no daba el tiempo ni los recursos: políticas sectoriales, definir a qué apostamos. Inversión: chocolate; para progresar, generar trabajo, mejor empleo, precisamos inversión. Descubrimos el agujero del mate. Totalmente de acuerdo: precisamos inversión. Pero ¿nada más que inversión? El país tiene que definir algunos rumbos. Si hablo en términos capitalistas de modelo, Japón y todo el modelo asiático dijeron en general "vamos a esto, esto y esto", y el Estado dijo "vamos a esto, a esto y esto". ¿El Estado se puso a hacer? No; priorizó.

-Hay que elegir ganadores y perdedores, entonces.

-Hay que elegir: a este sector le doy pelota, a este otro no.

-A su juicio, ¿qué se juega el FA en las elecciones internas? -A mi me indigna un Uruguay en el que siete pesos se gastan en la costa y tres en el resto del país. Para nadie puede ser un secreto que personalmente pienso que el acento hay que ponerlo en arrancar el interior profundo del ostracismo. Después, para mí... puede haber acentos distintos, pero naides es más que naides, nos precisamos como el pan. No impongo: imploro, pido por favor.

-¿Qué cosa implora?

-Respeto intelectual a los que planteamos variantes a algunos modelos neoclásicos que andan en la vuelta. Respeto intelectual, nada más. Porque no somos sabios, de ninguna manera; tampoco tan burros como nos quieren pintar, alguna cosa representamos. Pero no me impongo: imploro. Yo no le meto el gaucho a nadie.

-Esta carrera se compone de tres etapas: las internas de junio, las nacionales de octubre y, eventualmente, el balotaje de noviembre. ¿Cuál es su estrategia para enfrentar ese proceso?

-¡No, yo no tengo una estrategia! Yo soy un ser primitivo, soy como soy, nada más. Mi verdad es presentanea y temporánea. Pero mi actitud histórica es vital, el arco de una vida. Puedo equivocarme, y me voy a equivocar, pero pongo el alma en la cancha, no tengo precio, no soy negociable. Soy convencible, porque a esta altura no soy ningún fanático.
¿Una comunista a la Intendencia de Montevideo?
-SE HA ESPECULADO con que el apoyo del PCU a su candidatura no habría sido gratuito, sino a cambio del respaldo del MPP a la candidatura de la comunista Ana Olivera a la Intendencia de Montevideo.

-Los compañeros no son vendedores de votos y de apoyo, luchan por una causa noble. Pero nosotros somos conscientes de que tener la Presidencia y la Intendencia de Montevideo es una especie de abuso. Lo tenemos claro. Y esto no es para los compañeros del PCU, esto es para el Frente. También dejamos claro que ésa es una decisión que tendrá que tomar el Frente en su debido momento.

-Pero esa decisión no impide que el MPP impulse como candidato a la Intendencia a una figura del PCU, su aliado natural...

-Podría ser, pero lo tiene que decidir el Frente, no el MPP.

martes, marzo 03, 2009

Flickr le da pelea a You Tube


El sitio de fotos de Yahoo! permitirá ahora que todos sus usuarios suban sus videos a la web, incluso en alta definición. El servicio tiene limitaciones, pero sin dudas plantea un desafío a la hegemonía de Google

"No importa si tienes cuenta gratuita o pro, ahora todos nuestros miembros pueden compartir videos en Flickr. Si eres un miembro pro, tus videos HD serán mucho mejor".

Con esas palabras, el sitio de fotos y videos de Yahoo! anunció la ampliación de su servicio a los más de 35 millones de usuarios registrados. Antes, la posibilidad de subir videos sólo estaba disponible para aquellos que disponían de una cuenta paga.

Desde ahora, los miembros con cuentas gratuitas pueden compartir dos videos al mes, de no más de 90 segundos de duración.

“Los videos en Flickr surgieron a partir de la idea de “fotos extensas” y, como tales, hemos implementado lo que podría parecer un límite arbitrario de reproducción de los primeros 90 segundos de un video. ¿90 segundos? No intentamos limitar tu libertad artística, sólo estamos probando algo nuevo. Todos hemos tenido que soportar ese video de bodas en el que hasta la novia adelanta la reproducción para llegar a la ‘parte divertida’”, explican desde Flickr.

Flickr le da pelea a You Tube


El sitio de fotos de Yahoo! permitirá ahora que todos sus usuarios suban sus videos a la web, incluso en alta definición. El servicio tiene limitaciones, pero sin dudas plantea un desafío a la hegemonía de Google

"No importa si tienes cuenta gratuita o pro, ahora todos nuestros miembros pueden compartir videos en Flickr. Si eres un miembro pro, tus videos HD serán mucho mejor".

Con esas palabras, el sitio de fotos y videos de Yahoo! anunció la ampliación de su servicio a los más de 35 millones de usuarios registrados. Antes, la posibilidad de subir videos sólo estaba disponible para aquellos que disponían de una cuenta paga.

Desde ahora, los miembros con cuentas gratuitas pueden compartir dos videos al mes, de no más de 90 segundos de duración.

“Los videos en Flickr surgieron a partir de la idea de “fotos extensas” y, como tales, hemos implementado lo que podría parecer un límite arbitrario de reproducción de los primeros 90 segundos de un video. ¿90 segundos? No intentamos limitar tu libertad artística, sólo estamos probando algo nuevo. Todos hemos tenido que soportar ese video de bodas en el que hasta la novia adelanta la reproducción para llegar a la ‘parte divertida’”, explican desde Flickr.

The Financial Crisis and the Six Pillars of Russian Strength

Under the leadership of Vladimir Putin, Russia has been re-establishing much of its lost Soviet-era strength. This has given rise to the possibility — and even the probability — that Russia again will become a potent adversary of the Western world. But now, Russia is yet again on the cusp of a set of massive currency devaluations that could destroy much of the country’s financial system. With a crashing currency, the disappearance of foreign capital, greatly decreased energy revenues and currency reserves flying out of the bank, the Western perception is that Russia is on the verge of collapsing once again. Consequently, many Western countries have started to grow complacent about Russia’s ability to further project power abroad.
But this is Russia. And Russia rarely follows anyone else’s rulebook.
The State of the Russian State
Russia has faced a slew of economic problems in the past six months. Incoming foreign direct investment, which reached a record high of $28 billion in 2007, has reportedly dried up to just a few billion. Russia’s two stock markets, the Russian Trading System (RTS) and the Moscow Interbank Currency Exchange (MICEX), havefallen 78 and 67 percent respectively since their highs in May 2008. And Russians have withdrawn $290 billion from the country’s banks in fear of a financial collapse.
One of Moscow’s sharpest financial pains came in the form of a slumping Russian ruble, which has dropped by about one-third against the dollar since August 2008. Thus far, the Kremlin has spent $200 billion defending its currency, a startling number given that the currency still dropped by 35 percent. The Russian government has allowed dozens of mini-devaluations to occur since August; the ruble’s fall has pushed the currency past its lowest point in the 1998 ruble crash.
The Kremlin now faces three options. First, it can continue defending the ruble bypouring more money into what looks like a black hole. Realistically, this can last only another six months or so, as Russia’s combined reserves of $750 billion in August 2008 have dropped to just less than $400 billion due to various recession-battling measures (of which currency defense is only one). This option would also limit Russia’s future anti-recession measures to currency defense alone. In essence, this option relies on merely hoping the global recession ends before the till runs dry.
The second option would be to abandon any defense of the ruble and just let the currency crash. This option will not hurt Moscow or its prized industries (like those in the energy and metals sectors) too much, as the Kremlin, its institutions and most large Russian companies hold their reserves in dollars and euros. Smaller businesses and the Russian people would lose everything, however, just as in the August 1998 ruble crash. This may sound harsh, but the Kremlin has proved repeatedly — during the Imperial, Soviet and present eras — that it is willing to put the survival of the Russian state before the welfare and survival of the people.
The third option is much like the second. It involves sealing the currency system off completely from international trade, relegating it only to use in purely domestic exchanges. But turning to a closed system would make the ruble absolutely worthless abroad, and probably within Russia as well — the black market and small businesses would be forced to follow the government’s example and switch to the euro, or more likely, the U.S. dollar. (Russians tend to trust the dollar more than the euro.)
According to the predominant rumor in Moscow, the Kremlin will opt for combining the first and second options, allowing a series of small devaluations, but continuing a partial defense of the currency to avoid a single 1998-style collapse. Such a hybrid approach would reflect internal politicking.
The lack of angst within the government over the disappearance of the ruble as a symbol of Russian strength is most intriguing. Instead of discussing how to preserve Russian financial power, the debate is now over how to let the currency crash. The destruction of this particular symbol of Russian strength over the past ten years has now become a given in the Kremlin’s thinking, as has the end of the growth and economic strength seen in recent years.
Washington is interpreting the Russian acceptance of economic failure as a sort of surrender. It is not difficult to see why. For most states — powerful or not — a deep recession coupled with a currency collapse would indicate an evisceration of the ability to project power, or even the end of the road. After all, similar economic collapses in 1992 and 1998 heralded periods in which Russian power simply evaporated, allowing the Americans free rein across the Russian sphere of influence. Russia has been using its economic strength to revive its influence as of late, so — as the American thinking goes — the destruction of that strength should lead to a new period of Russian weakness.
Geography and Development
But before one can truly understand the roots of Russian power, the reality and role of the Russian economy must be examined. From this perspective, the past several years are most certainly an aberration — and we are not simply speaking of the post-Soviet collapse.
All states economies’ to a great degree reflect their geographies. In the United States, the presence of large, interconnected river systems in the central third of the country, the intracoastal waterway along the Gulf and Atlantic coasts, the vastness of San Francisco Bay, the numerous rivers flowing to the sea from the eastern slopes of the Appalachian Mountains and the abundance of ideal port locations made the country easy to develop. The cost of transporting goods was nil, and scarce capital could be dedicated to other pursuits. The result was a massive economy with an equally massive leg up on any competition.
Russia’s geography is the polar opposite. Hardly any of Russia’s rivers are interconnected. The country has several massive ones — the Pechora, the Ob, the Yenisei, the Lena and the Kolyma — but they drain the nearly unpopulated Siberia to the Arctic Ocean, making them useless for commerce. The only river that cuts through Russia’s core, the Volga, drains not to the ocean but to the landlocked and sparsely populated Caspian Sea, the center of a sparsely populated region. Also unlike the United States, Russia has few useful ports. Kaliningrad is not connected to the main body of Russia. The Gulf of Finland freezes in winter, isolating St. Petersburg. The only true deepwater and warm-water ocean ports, Vladivostok and Murmansk, are simply too far from Russia’s core to be useful. So while geography handed the United States the perfect transport network free of charge, Russia has had to use every available kopek to link its country together with an expensive road, rail and canal network.
One of the many side effects of this geography situation is that the United States had extra capital that it could dedicate to finance in a relatively democratic manner, while Russia’s chronic capital deficit prompted it to concentrate what little capital resources it had into a single set of hands — Moscow’s hands. So while the United States became the poster child for the free market, Russia (whether the Russian Empire, Soviet Union or Russian Federation) has always tended toward central planning.
Russian industrialization and militarization began in earnest under Josef Stalin in the 1930s. Under centralized planning, all industry and services were nationalized, while industrial leaders were given predetermined output quotas.
Perhaps the most noteworthy difference between the Western and Russian development paths was the different use of finance. At the start of Stalin’s massive economic undertaking, international loans to build the economy were unavailable, both because the new government had repudiated the czarist regime’s international debts and because industrialized countries — the potential lenders — were coping with the onset of their own economic crisis (e.g., the Great Depression).
With loans and bonds unavailable, Stalin turned to another centrally controlled resource to “fund” Russian development: labor. Trade unions were converted into mechanisms for capturing all available labor as well as for increasing worker productivity. Russia essentially substitutes labor for capital, so it is no surprise that Stalin — like all Russian leaders before him — ran his population into the ground. Stalin called this his “revolution from above.”
Over the long term, the centralized system is highly inefficient, as it does not take the basic economic drivers of supply and demand into account — to say nothing of how it crushes the common worker. But for a country as geographically massive as Russia, it was (and remains) questionable whether Western finance-driven development is even feasible, due to the lack of cheap transit options and the massive distances involved. Development driven by the crushing of the labor pool was probably the best Russia could hope for, and the same holds true today.
In stark contrast to ages past, for the past five years foreign money has underwritten Russian development. Russian banks did not depend upon government funding — which was accumulated into vast reserves — but instead tapped foreign lenders and bondholders. Russian banks took this money and used it to lend to Russian firms. Meanwhile, as the Russian government asserted control over the country’s energy industries during the last several years, it created a completely separate economy that only rarely intersected with other aspects of Russian economic life. So when the current global recession helped lead to the evaporation of foreign credit, the core of the government/energy economy was broadly unaffected, even as the rest of the Russian economy ingloriously crashed to earth.
Since Putin’s rise, the Kremlin has sought to project an image of a strong, stable and financially powerful Russia. This vision of strength has been the cornerstone ofRussian confidence for years. Note that STRATFOR is saying “vision,” not “reality.” For in reality, Russian financial confidence is solely the result of cash brought in from strong oil and natural gas prices — something largely beyond the Russians’ ability to manipulate — not the result of any restructuring of the Russian system. As such, the revelation that the emperor has no clothes — that Russia is still a complete financial mess — is more a blow to Moscow’s ego than a signal of a fundamental change in the reality of Russian power.
The Reality of Russian Power
So while Russia might be losing its financial security and capabilities, which in the West tend to boil down to economic wealth, the global recession has not affected the reality of Russian power much at all. Russia has not, currently or historically, worked off of anyone else’s cash or used economic stability as a foundation for political might or social stability. Instead, Russia relies on many other tools in its kit. Some of the following six pillars of Russian power are more powerful and appropriate than ever:
Geography: Unlike its main geopolitical rival, the United States, Russia borders most of the regions it wishes to project power into, and few geographic barriers separate it from its targets. Ukraine, Belarus and the Baltic states have zero geographic insulation from Russia. Central Asia is sheltered by distance, but not by mountains or rivers. The Caucasus provide a bit of a speed bump to Russia, but pro-Russian enclaves in Georgia give the Kremlin a secure foothold south of the mountain range (putting the August Russian-Georgian war in perspective). Even if U.S. forces were not tied down in Iraq and Afghanistan, the United States would face potentially insurmountable difficulties in countering Russian actions in Moscow’s so-called “Near Abroad.” Russia can project all manner of influence and intimidation there on the cheap, while even symbolic counters are quite costly for the United States. In contrast, places such as Latin America, Southeast Asia or Africa do not capture much more than the Russian imagination; the Kremlin realizes it can do little more there than stir the occasional pot, and resources are allotted (centrally, of course) accordingly.
Politics: It is no secret that the Kremlin uses an iron fist to maintain domestic control. There are few domestic forces the government cannot control or balance. The Kremlin understands the revolutions (1917 in particular) and collapses (1991 in particular) of the past, and it has control mechanisms in place to prevent a repeat. This control is seen in every aspect of Russian life, from one main political party ruling the country to the lack of diversified media, limits on public demonstrations and the infiltration of the security services into nearly every aspect of the Russian system. This domination was fortified under Stalin and has been re-established under the reign of former President and now-Prime Minister Vladimir Putin. This political strength is based on neither financial nor economic foundations. Instead, it is based within the political institutions and parties, on the lack of a meaningful opposition, and with the backing of the military and security services. Russia’s neighbors, especially in Europe, cannot count on the same political strength because their systems are simply not set up the same way. The stability of the Russian government and lack of stability in the former Soviet states and much of Central Europe have also allowed the Kremlin to reach beyond Russia and influence its neighbors to the east. Now as before, when some of its former Soviet subjects — such asUkraine — become destabilized, Russia sweeps in as a source of stability and authority, regardless of whether this benefits the recipient of Moscow’s attention.
Social System: As a consequence of Moscow’s political control and the economic situation, the Russian system is socially crushing, and has had long-term effects on the Russian psyche. As mentioned above, during the Soviet-era process of industrialization and militarization, workers operated under the direst of conditions for the good of the state. The Russian state has made it very clear that the productivity and survival of the state is far more important than the welfare of the people. This made Russia politically and economically strong, not in the sense that the people have had a voice, but in that they have not challenged the state since the beginning of the Soviet period. The Russian people, regardless of whether they admit it, continue to work to keep the state intact even when it does not benefit them. When the Soviet Union collapsed in 1991, Russia kept operating — though a bit haphazardly. Russians still went to work, even if they were not being paid. The same was seen in 1998, when the country collapsed financially. This is a very different mentality than that found in the West. Most Russians would not even consider the mass protests seen in Europe in response to the economic crisis. The Russian government, by contrast, can count on its people to continue to support the state and keep the country going with little protest over the conditions. Though there have been a few sporadic and meager protests in Russia, these protests mainly have been in opposition to the financial situation, not to the government’s hand in it. In some of these demonstrations, protesters have carried signs reading, “In government we trust, in the economic system we don’t.” This means Moscow can count on a stable population.
Natural Resources: Modern Russia enjoys a wealth of natural resources in everything from food and metals to gold and timber. The markets may take a roller-coaster ride and the currency may collapse, but the Russian economy has access to the core necessities of life. Many of these resources serve a double purpose, for in addition to making Russia independent of the outside world, they also give Moscow the ability to project power effectively. Russian energy — especially natural gas — is particularly key: Europe is dependent on Russian natural gas for a quarter of its demand. This relationship guarantees Russia a steady supply of now-scarce capital even as it forces the Europeans to take any Russian concerns seriously. The energy tie is something Russia has very publicly used as a political weapon, either by raising prices or by cutting off supplies. In a recession, this lever’s effectiveness has only grown.
Military: The Russian military is in the midst of a broad modernization and restructuring, and is reconstituting its basic warfighting capability. While many challenges remain, Moscow already has imposed a new reality through military force in Georgia. While Tbilisi was certainly an easy target, the Russian military looks very different to Kiev — or even Warsaw and Prague — than it does to the Pentagon. And even in this case, Russia has come to rely increasingly heavily on its nuclear arsenal to rebalance the military equation and ensure its territorial integrity, and is looking to establish long-term nuclear parity with the Americans. Like the energy tool, Russia’s military has become more useful in times of economic duress, as potential targets have suffered far more than the Russians.
Intelligence: Russia has one of the world’s most sophisticated and powerful intelligence services. Historically, its only rival has been the United States (though today the Chinese arguably could be seen as rivaling the Americans and Russians). The KGB (now the FSB) instills fear into hearts around the world, let alone inside Russia. Infiltration and intimidation kept the Soviet Union and its sphere under control. No matter the condition of the Russian state, Moscow’s intelligence foundation has been its strongest pillar. The FSB and other Russian intelligence agencies have infiltrated most former Soviet republics and satellite states, and they also have infiltrated as far as Latin America and the United States. Russian intelligence has infiltrated political, security, military and business realms worldwide, and has boasted of infiltrating many former Soviet satellite governments, militaries and companies up to the highest level. All facets of the Russian government have backed this infiltration since Putin (a former KGB man) came to power and filled the Kremlin with his cohorts. This domestic and international infiltration has been built up for half a century. It is not something that requires much cash to maintain, but rather know-how — and the Russians wrote the book on the subject. One of the reasons Moscow can run this system inexpensively relative to what it gets in return is because Russia’s intelligence services have long been human-based, though they do have some highly advanced technology to wield. Russia also has incorporated other social networks in its intelligence services, such as organized crime or the Russian Orthodox Church, creating an intricate system at a low price. Russia’s intelligence services are much larger than most other countries’ services and cover most of the world. But the intelligence apparatus’ most intense focus is on the Russian periphery, rather than on the more expensive “far abroad.”
Thus, while Russia’s financial sector may be getting torn apart, the state does not really count on that sector for domestic cohesion or stability, or for projecting power abroad. Russia knows it lacks a good track record financially, so it depends on — and has shored up where it can — six other pillars to maintain its (self-proclaimed) place as a major international player. The current financial crisis would crush the last five pillars for any other state, but in Russia, it has only served to strengthen these bases. Over the past few years, there was a certain window of opportunity for Russia to resurge while Washington was preoccupied with wars in Iraq and Afghanistan. This window has been kept open longer by the West’s lack of worry over the Russian resurgence given the financial crisis. But others closer to the Russian border understand that Moscow has many tools more potent than finance with which to continue reasserting itself.

Lauren Goodrich and Peter Zeihan

The Financial Crisis and the Six Pillars of Russian Strength

Under the leadership of Vladimir Putin, Russia has been re-establishing much of its lost Soviet-era strength. This has given rise to the possibility — and even the probability — that Russia again will become a potent adversary of the Western world. But now, Russia is yet again on the cusp of a set of massive currency devaluations that could destroy much of the country’s financial system. With a crashing currency, the disappearance of foreign capital, greatly decreased energy revenues and currency reserves flying out of the bank, the Western perception is that Russia is on the verge of collapsing once again. Consequently, many Western countries have started to grow complacent about Russia’s ability to further project power abroad.
But this is Russia. And Russia rarely follows anyone else’s rulebook.
The State of the Russian State
Russia has faced a slew of economic problems in the past six months. Incoming foreign direct investment, which reached a record high of $28 billion in 2007, has reportedly dried up to just a few billion. Russia’s two stock markets, the Russian Trading System (RTS) and the Moscow Interbank Currency Exchange (MICEX), havefallen 78 and 67 percent respectively since their highs in May 2008. And Russians have withdrawn $290 billion from the country’s banks in fear of a financial collapse.
One of Moscow’s sharpest financial pains came in the form of a slumping Russian ruble, which has dropped by about one-third against the dollar since August 2008. Thus far, the Kremlin has spent $200 billion defending its currency, a startling number given that the currency still dropped by 35 percent. The Russian government has allowed dozens of mini-devaluations to occur since August; the ruble’s fall has pushed the currency past its lowest point in the 1998 ruble crash.
The Kremlin now faces three options. First, it can continue defending the ruble bypouring more money into what looks like a black hole. Realistically, this can last only another six months or so, as Russia’s combined reserves of $750 billion in August 2008 have dropped to just less than $400 billion due to various recession-battling measures (of which currency defense is only one). This option would also limit Russia’s future anti-recession measures to currency defense alone. In essence, this option relies on merely hoping the global recession ends before the till runs dry.
The second option would be to abandon any defense of the ruble and just let the currency crash. This option will not hurt Moscow or its prized industries (like those in the energy and metals sectors) too much, as the Kremlin, its institutions and most large Russian companies hold their reserves in dollars and euros. Smaller businesses and the Russian people would lose everything, however, just as in the August 1998 ruble crash. This may sound harsh, but the Kremlin has proved repeatedly — during the Imperial, Soviet and present eras — that it is willing to put the survival of the Russian state before the welfare and survival of the people.
The third option is much like the second. It involves sealing the currency system off completely from international trade, relegating it only to use in purely domestic exchanges. But turning to a closed system would make the ruble absolutely worthless abroad, and probably within Russia as well — the black market and small businesses would be forced to follow the government’s example and switch to the euro, or more likely, the U.S. dollar. (Russians tend to trust the dollar more than the euro.)
According to the predominant rumor in Moscow, the Kremlin will opt for combining the first and second options, allowing a series of small devaluations, but continuing a partial defense of the currency to avoid a single 1998-style collapse. Such a hybrid approach would reflect internal politicking.
The lack of angst within the government over the disappearance of the ruble as a symbol of Russian strength is most intriguing. Instead of discussing how to preserve Russian financial power, the debate is now over how to let the currency crash. The destruction of this particular symbol of Russian strength over the past ten years has now become a given in the Kremlin’s thinking, as has the end of the growth and economic strength seen in recent years.
Washington is interpreting the Russian acceptance of economic failure as a sort of surrender. It is not difficult to see why. For most states — powerful or not — a deep recession coupled with a currency collapse would indicate an evisceration of the ability to project power, or even the end of the road. After all, similar economic collapses in 1992 and 1998 heralded periods in which Russian power simply evaporated, allowing the Americans free rein across the Russian sphere of influence. Russia has been using its economic strength to revive its influence as of late, so — as the American thinking goes — the destruction of that strength should lead to a new period of Russian weakness.
Geography and Development
But before one can truly understand the roots of Russian power, the reality and role of the Russian economy must be examined. From this perspective, the past several years are most certainly an aberration — and we are not simply speaking of the post-Soviet collapse.
All states economies’ to a great degree reflect their geographies. In the United States, the presence of large, interconnected river systems in the central third of the country, the intracoastal waterway along the Gulf and Atlantic coasts, the vastness of San Francisco Bay, the numerous rivers flowing to the sea from the eastern slopes of the Appalachian Mountains and the abundance of ideal port locations made the country easy to develop. The cost of transporting goods was nil, and scarce capital could be dedicated to other pursuits. The result was a massive economy with an equally massive leg up on any competition.
Russia’s geography is the polar opposite. Hardly any of Russia’s rivers are interconnected. The country has several massive ones — the Pechora, the Ob, the Yenisei, the Lena and the Kolyma — but they drain the nearly unpopulated Siberia to the Arctic Ocean, making them useless for commerce. The only river that cuts through Russia’s core, the Volga, drains not to the ocean but to the landlocked and sparsely populated Caspian Sea, the center of a sparsely populated region. Also unlike the United States, Russia has few useful ports. Kaliningrad is not connected to the main body of Russia. The Gulf of Finland freezes in winter, isolating St. Petersburg. The only true deepwater and warm-water ocean ports, Vladivostok and Murmansk, are simply too far from Russia’s core to be useful. So while geography handed the United States the perfect transport network free of charge, Russia has had to use every available kopek to link its country together with an expensive road, rail and canal network.
One of the many side effects of this geography situation is that the United States had extra capital that it could dedicate to finance in a relatively democratic manner, while Russia’s chronic capital deficit prompted it to concentrate what little capital resources it had into a single set of hands — Moscow’s hands. So while the United States became the poster child for the free market, Russia (whether the Russian Empire, Soviet Union or Russian Federation) has always tended toward central planning.
Russian industrialization and militarization began in earnest under Josef Stalin in the 1930s. Under centralized planning, all industry and services were nationalized, while industrial leaders were given predetermined output quotas.
Perhaps the most noteworthy difference between the Western and Russian development paths was the different use of finance. At the start of Stalin’s massive economic undertaking, international loans to build the economy were unavailable, both because the new government had repudiated the czarist regime’s international debts and because industrialized countries — the potential lenders — were coping with the onset of their own economic crisis (e.g., the Great Depression).
With loans and bonds unavailable, Stalin turned to another centrally controlled resource to “fund” Russian development: labor. Trade unions were converted into mechanisms for capturing all available labor as well as for increasing worker productivity. Russia essentially substitutes labor for capital, so it is no surprise that Stalin — like all Russian leaders before him — ran his population into the ground. Stalin called this his “revolution from above.”
Over the long term, the centralized system is highly inefficient, as it does not take the basic economic drivers of supply and demand into account — to say nothing of how it crushes the common worker. But for a country as geographically massive as Russia, it was (and remains) questionable whether Western finance-driven development is even feasible, due to the lack of cheap transit options and the massive distances involved. Development driven by the crushing of the labor pool was probably the best Russia could hope for, and the same holds true today.
In stark contrast to ages past, for the past five years foreign money has underwritten Russian development. Russian banks did not depend upon government funding — which was accumulated into vast reserves — but instead tapped foreign lenders and bondholders. Russian banks took this money and used it to lend to Russian firms. Meanwhile, as the Russian government asserted control over the country’s energy industries during the last several years, it created a completely separate economy that only rarely intersected with other aspects of Russian economic life. So when the current global recession helped lead to the evaporation of foreign credit, the core of the government/energy economy was broadly unaffected, even as the rest of the Russian economy ingloriously crashed to earth.
Since Putin’s rise, the Kremlin has sought to project an image of a strong, stable and financially powerful Russia. This vision of strength has been the cornerstone ofRussian confidence for years. Note that STRATFOR is saying “vision,” not “reality.” For in reality, Russian financial confidence is solely the result of cash brought in from strong oil and natural gas prices — something largely beyond the Russians’ ability to manipulate — not the result of any restructuring of the Russian system. As such, the revelation that the emperor has no clothes — that Russia is still a complete financial mess — is more a blow to Moscow’s ego than a signal of a fundamental change in the reality of Russian power.
The Reality of Russian Power
So while Russia might be losing its financial security and capabilities, which in the West tend to boil down to economic wealth, the global recession has not affected the reality of Russian power much at all. Russia has not, currently or historically, worked off of anyone else’s cash or used economic stability as a foundation for political might or social stability. Instead, Russia relies on many other tools in its kit. Some of the following six pillars of Russian power are more powerful and appropriate than ever:
Geography: Unlike its main geopolitical rival, the United States, Russia borders most of the regions it wishes to project power into, and few geographic barriers separate it from its targets. Ukraine, Belarus and the Baltic states have zero geographic insulation from Russia. Central Asia is sheltered by distance, but not by mountains or rivers. The Caucasus provide a bit of a speed bump to Russia, but pro-Russian enclaves in Georgia give the Kremlin a secure foothold south of the mountain range (putting the August Russian-Georgian war in perspective). Even if U.S. forces were not tied down in Iraq and Afghanistan, the United States would face potentially insurmountable difficulties in countering Russian actions in Moscow’s so-called “Near Abroad.” Russia can project all manner of influence and intimidation there on the cheap, while even symbolic counters are quite costly for the United States. In contrast, places such as Latin America, Southeast Asia or Africa do not capture much more than the Russian imagination; the Kremlin realizes it can do little more there than stir the occasional pot, and resources are allotted (centrally, of course) accordingly.
Politics: It is no secret that the Kremlin uses an iron fist to maintain domestic control. There are few domestic forces the government cannot control or balance. The Kremlin understands the revolutions (1917 in particular) and collapses (1991 in particular) of the past, and it has control mechanisms in place to prevent a repeat. This control is seen in every aspect of Russian life, from one main political party ruling the country to the lack of diversified media, limits on public demonstrations and the infiltration of the security services into nearly every aspect of the Russian system. This domination was fortified under Stalin and has been re-established under the reign of former President and now-Prime Minister Vladimir Putin. This political strength is based on neither financial nor economic foundations. Instead, it is based within the political institutions and parties, on the lack of a meaningful opposition, and with the backing of the military and security services. Russia’s neighbors, especially in Europe, cannot count on the same political strength because their systems are simply not set up the same way. The stability of the Russian government and lack of stability in the former Soviet states and much of Central Europe have also allowed the Kremlin to reach beyond Russia and influence its neighbors to the east. Now as before, when some of its former Soviet subjects — such asUkraine — become destabilized, Russia sweeps in as a source of stability and authority, regardless of whether this benefits the recipient of Moscow’s attention.
Social System: As a consequence of Moscow’s political control and the economic situation, the Russian system is socially crushing, and has had long-term effects on the Russian psyche. As mentioned above, during the Soviet-era process of industrialization and militarization, workers operated under the direst of conditions for the good of the state. The Russian state has made it very clear that the productivity and survival of the state is far more important than the welfare of the people. This made Russia politically and economically strong, not in the sense that the people have had a voice, but in that they have not challenged the state since the beginning of the Soviet period. The Russian people, regardless of whether they admit it, continue to work to keep the state intact even when it does not benefit them. When the Soviet Union collapsed in 1991, Russia kept operating — though a bit haphazardly. Russians still went to work, even if they were not being paid. The same was seen in 1998, when the country collapsed financially. This is a very different mentality than that found in the West. Most Russians would not even consider the mass protests seen in Europe in response to the economic crisis. The Russian government, by contrast, can count on its people to continue to support the state and keep the country going with little protest over the conditions. Though there have been a few sporadic and meager protests in Russia, these protests mainly have been in opposition to the financial situation, not to the government’s hand in it. In some of these demonstrations, protesters have carried signs reading, “In government we trust, in the economic system we don’t.” This means Moscow can count on a stable population.
Natural Resources: Modern Russia enjoys a wealth of natural resources in everything from food and metals to gold and timber. The markets may take a roller-coaster ride and the currency may collapse, but the Russian economy has access to the core necessities of life. Many of these resources serve a double purpose, for in addition to making Russia independent of the outside world, they also give Moscow the ability to project power effectively. Russian energy — especially natural gas — is particularly key: Europe is dependent on Russian natural gas for a quarter of its demand. This relationship guarantees Russia a steady supply of now-scarce capital even as it forces the Europeans to take any Russian concerns seriously. The energy tie is something Russia has very publicly used as a political weapon, either by raising prices or by cutting off supplies. In a recession, this lever’s effectiveness has only grown.
Military: The Russian military is in the midst of a broad modernization and restructuring, and is reconstituting its basic warfighting capability. While many challenges remain, Moscow already has imposed a new reality through military force in Georgia. While Tbilisi was certainly an easy target, the Russian military looks very different to Kiev — or even Warsaw and Prague — than it does to the Pentagon. And even in this case, Russia has come to rely increasingly heavily on its nuclear arsenal to rebalance the military equation and ensure its territorial integrity, and is looking to establish long-term nuclear parity with the Americans. Like the energy tool, Russia’s military has become more useful in times of economic duress, as potential targets have suffered far more than the Russians.
Intelligence: Russia has one of the world’s most sophisticated and powerful intelligence services. Historically, its only rival has been the United States (though today the Chinese arguably could be seen as rivaling the Americans and Russians). The KGB (now the FSB) instills fear into hearts around the world, let alone inside Russia. Infiltration and intimidation kept the Soviet Union and its sphere under control. No matter the condition of the Russian state, Moscow’s intelligence foundation has been its strongest pillar. The FSB and other Russian intelligence agencies have infiltrated most former Soviet republics and satellite states, and they also have infiltrated as far as Latin America and the United States. Russian intelligence has infiltrated political, security, military and business realms worldwide, and has boasted of infiltrating many former Soviet satellite governments, militaries and companies up to the highest level. All facets of the Russian government have backed this infiltration since Putin (a former KGB man) came to power and filled the Kremlin with his cohorts. This domestic and international infiltration has been built up for half a century. It is not something that requires much cash to maintain, but rather know-how — and the Russians wrote the book on the subject. One of the reasons Moscow can run this system inexpensively relative to what it gets in return is because Russia’s intelligence services have long been human-based, though they do have some highly advanced technology to wield. Russia also has incorporated other social networks in its intelligence services, such as organized crime or the Russian Orthodox Church, creating an intricate system at a low price. Russia’s intelligence services are much larger than most other countries’ services and cover most of the world. But the intelligence apparatus’ most intense focus is on the Russian periphery, rather than on the more expensive “far abroad.”
Thus, while Russia’s financial sector may be getting torn apart, the state does not really count on that sector for domestic cohesion or stability, or for projecting power abroad. Russia knows it lacks a good track record financially, so it depends on — and has shored up where it can — six other pillars to maintain its (self-proclaimed) place as a major international player. The current financial crisis would crush the last five pillars for any other state, but in Russia, it has only served to strengthen these bases. Over the past few years, there was a certain window of opportunity for Russia to resurge while Washington was preoccupied with wars in Iraq and Afghanistan. This window has been kept open longer by the West’s lack of worry over the Russian resurgence given the financial crisis. But others closer to the Russian border understand that Moscow has many tools more potent than finance with which to continue reasserting itself.

Lauren Goodrich and Peter Zeihan

La venganza de la superabundancia de dinero barato

Paul Krugman

¿Se acuerdan de aquella buena época, cuando solíamos hablar de la "crisis de los subprimes " y algunos incluso llegaron a pensar que esta crisis podía "contenerse"? ¡Ah, qué nostalgia!

Hoy sabemos que los préstamos subprime eran tan sólo una pequeña parte del problema. Vivimos en un mundo de prestatarios en problemas, que son desde los desarrolladores de centros comerciales hasta las "milagrosas" economías europeas. Y siguen apareciendo nuevas clases de deudas problemáticas.

¿Cómo se produjo esta crisis global de deudas? ¿Por qué se generalizó tanto? La respuesta puede localizarse en un discurso que Ben Bernanke, el director de la Reserva Federal, pronunció hace cuatro años. En ese momento, Bernanke intentaba tranquilizar. Pero lo que dijo presagiaba el descalabro que vendría.

El discurso, titulado "La superabundancia global de ahorros y el déficit de la cuenta corriente estadounidense", ofrecía una nueva explicación para el rápido aumento del déficit comercial de los Estados Unidos a principios del siglo XXI. Las causas, argumentó Bernanke, no estaban localizadas en los Estados Unidos, sino en Asia.

A mediados de los 90, señaló, las economías emergentes de Asia eran grandes importadoras de capital y pedían préstamos en el exterior para financiar su propio desarrollo. Pero después de la crisis financiera asiática de 1997-98, esos países empezaron a protegerse amasando reservas extranjeras y, de hecho, exportando capital al resto del mundo.

El resultado fue un mundo inundado de dinero barato que buscaba algún lugar a donde ir.

Casi todo ese dinero fue a los Estados Unidos: de ahí nuestro gigantesco déficit comercial, que es la contracara de la afluencia de capitales. Pero, tal como Bernanke señaló, el dinero fluyó también hacia otras naciones.

En particular, un número de pequeñas economías europeas recibieron una gran masa de capital que, aunque mucho más pequeña en términos de dólares que la que entró en los Estados Unidos, era mucho más grande en comparación con el tamaño de sus respectivas economías. Sin embargo, gran parte de la superabundancia global de ahorros terminó en los Estados Unidos. ¿Por qué?

Bernanke citó como justificación "la profundidad y la sofisticación" de los mercados financieros del país. Profundidad, sí. Pero ¿sofisticación? Bueno, se podría decir que los banqueros estadounidenses, a los que un cuarto de siglo de entusiasmo desregulador había conferido poder, guiaron al mundo hacia el descubrimiento de maneras sofisticadas de enriquecerse, y ocultaron los riesgos y engañaron a los inversores.

Los sistemas financieros abiertos y poco regulados caracterizaban a muchos de los otros receptores de esa gran afluencia de capitales.

Eso puede explicar la casi espeluznante correlación que existe entre los elogios de los conservadores de dos o tres años atrás y el desastre económico de hoy.

Del milagro al caso perdido
"Las reformas han convertido a Islandia en un tigre nórdico", declaraba un artículo del Instituto Cato. "Cómo hizo Irlanda para convertirse en el tigre celta" era el título de un artículo de la Fundación Heritage. "El milagro económico estonio", el título de otro.

Las tres naciones sufren hoy una profunda crisis. Durante un tiempo, la afluencia de capitales creó la ilusión de riqueza en esos países, tal como les creó la misma ilusión a los propietarios de viviendas estadounidenses: el precio de los valores subía, las monedas eran fuertes y todo parecía fantástico.

Pero las burbujas siempre estallan y las economías milagrosas de ayer se han convertido en los casos perdidos de hoy, naciones cuyos valores se han evaporado, pero cuyas deudas siguen siendo reales. Y esas deudas son una carga especialmente pesada, porque casi todos los préstamos estaban establecidos en otras monedas.

Hoy los perjudicados no son tan sólo los prestatarios originales. En los Estados Unidos, la burbuja inmobiliaria se infló a lo largo de ambas costas, pero cuando estalló, la demanda de productos manufacturados, especialmente autos, cayó a pique, y eso tuvo un costo altísimo sobre el centro industrial.

De manera semejante, las burbujas de Europa se situaron en la periferia del continente y, sin embargo, la producción industrial de Alemania -que nunca tuvo una burbuja financiera, pero es el núcleo manufacturero europeo- cae rápidamente, ante la reducción de las exportaciones.

Si ustedes quieren saber de dónde salió la crisis, deben pensar de esta manera: estamos viendo la venganza de la superabundancia. Y la superabundancia de ahorros sigue existiendo. De hecho, es más grande que nunca, ahora que los consumidores súbitamente empobrecidos han redescubierto las virtudes de la austeridad y el boominmobiliario mundial, que ofreció una salida para todos esos ahorros excesivos, se ha convertido en un colapso mundial.

Una manera de pensar la situación de este momento es entender que sufrimos una paradoja global de la austeridad: en todo el mundo los ahorros necesarios exceden la cantidad que las empresas están dispuestas a invertir. Y el resultado es una crisis mundial que deja a todos en malas condiciones. Así fue como nos metimos en este lío. Y todavía buscamos la forma de salir de él.

La venganza de la superabundancia de dinero barato

Paul Krugman

¿Se acuerdan de aquella buena época, cuando solíamos hablar de la "crisis de los subprimes " y algunos incluso llegaron a pensar que esta crisis podía "contenerse"? ¡Ah, qué nostalgia!

Hoy sabemos que los préstamos subprime eran tan sólo una pequeña parte del problema. Vivimos en un mundo de prestatarios en problemas, que son desde los desarrolladores de centros comerciales hasta las "milagrosas" economías europeas. Y siguen apareciendo nuevas clases de deudas problemáticas.

¿Cómo se produjo esta crisis global de deudas? ¿Por qué se generalizó tanto? La respuesta puede localizarse en un discurso que Ben Bernanke, el director de la Reserva Federal, pronunció hace cuatro años. En ese momento, Bernanke intentaba tranquilizar. Pero lo que dijo presagiaba el descalabro que vendría.

El discurso, titulado "La superabundancia global de ahorros y el déficit de la cuenta corriente estadounidense", ofrecía una nueva explicación para el rápido aumento del déficit comercial de los Estados Unidos a principios del siglo XXI. Las causas, argumentó Bernanke, no estaban localizadas en los Estados Unidos, sino en Asia.

A mediados de los 90, señaló, las economías emergentes de Asia eran grandes importadoras de capital y pedían préstamos en el exterior para financiar su propio desarrollo. Pero después de la crisis financiera asiática de 1997-98, esos países empezaron a protegerse amasando reservas extranjeras y, de hecho, exportando capital al resto del mundo.

El resultado fue un mundo inundado de dinero barato que buscaba algún lugar a donde ir.

Casi todo ese dinero fue a los Estados Unidos: de ahí nuestro gigantesco déficit comercial, que es la contracara de la afluencia de capitales. Pero, tal como Bernanke señaló, el dinero fluyó también hacia otras naciones.

En particular, un número de pequeñas economías europeas recibieron una gran masa de capital que, aunque mucho más pequeña en términos de dólares que la que entró en los Estados Unidos, era mucho más grande en comparación con el tamaño de sus respectivas economías. Sin embargo, gran parte de la superabundancia global de ahorros terminó en los Estados Unidos. ¿Por qué?

Bernanke citó como justificación "la profundidad y la sofisticación" de los mercados financieros del país. Profundidad, sí. Pero ¿sofisticación? Bueno, se podría decir que los banqueros estadounidenses, a los que un cuarto de siglo de entusiasmo desregulador había conferido poder, guiaron al mundo hacia el descubrimiento de maneras sofisticadas de enriquecerse, y ocultaron los riesgos y engañaron a los inversores.

Los sistemas financieros abiertos y poco regulados caracterizaban a muchos de los otros receptores de esa gran afluencia de capitales.

Eso puede explicar la casi espeluznante correlación que existe entre los elogios de los conservadores de dos o tres años atrás y el desastre económico de hoy.

Del milagro al caso perdido
"Las reformas han convertido a Islandia en un tigre nórdico", declaraba un artículo del Instituto Cato. "Cómo hizo Irlanda para convertirse en el tigre celta" era el título de un artículo de la Fundación Heritage. "El milagro económico estonio", el título de otro.

Las tres naciones sufren hoy una profunda crisis. Durante un tiempo, la afluencia de capitales creó la ilusión de riqueza en esos países, tal como les creó la misma ilusión a los propietarios de viviendas estadounidenses: el precio de los valores subía, las monedas eran fuertes y todo parecía fantástico.

Pero las burbujas siempre estallan y las economías milagrosas de ayer se han convertido en los casos perdidos de hoy, naciones cuyos valores se han evaporado, pero cuyas deudas siguen siendo reales. Y esas deudas son una carga especialmente pesada, porque casi todos los préstamos estaban establecidos en otras monedas.

Hoy los perjudicados no son tan sólo los prestatarios originales. En los Estados Unidos, la burbuja inmobiliaria se infló a lo largo de ambas costas, pero cuando estalló, la demanda de productos manufacturados, especialmente autos, cayó a pique, y eso tuvo un costo altísimo sobre el centro industrial.

De manera semejante, las burbujas de Europa se situaron en la periferia del continente y, sin embargo, la producción industrial de Alemania -que nunca tuvo una burbuja financiera, pero es el núcleo manufacturero europeo- cae rápidamente, ante la reducción de las exportaciones.

Si ustedes quieren saber de dónde salió la crisis, deben pensar de esta manera: estamos viendo la venganza de la superabundancia. Y la superabundancia de ahorros sigue existiendo. De hecho, es más grande que nunca, ahora que los consumidores súbitamente empobrecidos han redescubierto las virtudes de la austeridad y el boominmobiliario mundial, que ofreció una salida para todos esos ahorros excesivos, se ha convertido en un colapso mundial.

Una manera de pensar la situación de este momento es entender que sufrimos una paradoja global de la austeridad: en todo el mundo los ahorros necesarios exceden la cantidad que las empresas están dispuestas a invertir. Y el resultado es una crisis mundial que deja a todos en malas condiciones. Así fue como nos metimos en este lío. Y todavía buscamos la forma de salir de él.