jueves, octubre 17, 2013

"La disputa por la hegemonía"

  por Alejandro Grimson

(Por Alejandro Grimson*, El Dipló)


Los resultados de las primarias de agosto se explican por la mala lectura del kirchnerismo de su apabullante victoria del 2011, interpretada como un respaldo absoluto cuando en verdad se trataba de un apoyo heterogéneo y condicionado. En este marco, recuperar la capacidad de construcción hegemónica es crucial para el gobierno.

a más indigente de las teorías políticas es aquella que presupone que los jugadores son perfectos. Desde esa perspectiva, los actos de cada participante del juego son pensados como si fueran la mejor de todas las estrategias posibles, como si cada político fuera la máquina que pudo ganarle a Kasparov. Las decisiones más llamativas y extrañas son justificadas, y aquellas que desnudan una inhabilidad notoria son adjudicadas a motivos secretos y a conspiraciones que no están al alcance de la gente de a pie. Cuando actores importantes cometen errores evidentes se escuchan nuevas adhesiones a la teoría de los jugadores perfectos, que llevan a malabarismos intelectuales y contradicciones flagrantes: en pocos minutos el pueblo se convertirá de agente de la liberación nacional en retrógrado, mientras que las corporaciones, que antes eran pasibles de ser enfrentadas y derrotadas, pasan a ser todopoderosas.
¿Cuál es el talón de Aquiles de los jugadores de la política? ¿Cuál es la dimensión que resulta más difícil de visualizar? Claramente es, al menos en el caso argentino, el tiempo: el hecho de que las cosas serán necesariamente diferentes mañana y que nadie sabe cómo serán.
Hay historiadores a los que les gusta jugar: se preguntan, por ejemplo, qué hubiera sucedido si el 17 de octubre de 1945 hubiese habido represión policial o si Hitler no hubiese invadido la Unión Soviética. En base a un conocimiento detallado del resto de los hechos, la historia contrafáctica busca reconstruir, hasta donde es posible, aquello que no sucedió. En la política argentina de las últimas décadas, por ejemplo, muchos se preguntan qué hubiera sucedido si Chacho Álvarez no hubiera aceptado conformar la Alianza con el radicalismo en 1998.
En este sentido, el triunfo del kirchnerismo con el 54% de los votos en las elecciones de 2011 resultó paradójico: la amplitud de la distancia respecto del resto de las fuerzas políticas habilitó una interpretación parcial y a la postre equivocada de lo que había sucedido. La legitimidad de origen fue tan abrumadora que dejó en un segundo plano un aspecto que había caracterizado momentos decisivos del oficialismo desde su llegada al poder en mayo de 2003: la construcción cotidiana de hegemonía. En efecto, cuando Néstor Kirchner asumió con apenas el 22% de los votos o cuando Cristina Fernández vio sacudido su apoyo social en 2009 toda su potencia política estuvo orientada a la construcción de hegemonía a partir de las leyes propuestas, de las políticas desplegadas y de la propia gestión de gobierno.
Por supuesto, ni siquiera frente a una legitimidad electoral tan apabullante dejan de existir otros jugadores, poderes, corporaciones, políticos. Del mismo modo, nada podía haber incidido en la dinámica de la crisis económica internacional. Esos y otros elementos deberán ser tenidos en consideración a la hora de describir la historia contrafáctica acerca de qué hubiese sucedido si el kirchnerismo hubiese interpretado de modo diferente la elección de 2011, si hubiese tenido en cuenta la dimensión de la temporalidad política en base a la idea de que había ganado una plataforma extraordinaria, pero que en el mediano plazo nada podía asegurar que la conservaría.
El hecho social, el dato insoslayable, es que varias de las orientaciones políticas de los últimos dos años fueron generando una creciente distancia entre el gobierno y una parte de sus votantes, al tiempo que algunos de sus principales discursos parecían más destinados a fortalecer el vínculo con sus propios seguidores que a convencer a aquellos que se iban ubicando en una posición crecientemente dubitativa.

Posibles explicaciones

Descartar las explicaciones simplistas es necesario para comprender la situación actual. Más allá del carácter legislativo de las elecciones de octubre, el resultado de las PASO, desfavorable al kirchnerismo, está a la vista, y en este sentido el mayor error político sería construir argumentos ad hoc para minimizarlo.
¿Cómo se explica la pérdida de votos? Nunca falta quien aplique la ley economicista según la cual el apoyo al gobierno es directamente proporcional a las tasas de crecimiento económico. El pronóstico economicista afirmaba que al kirchnerismo le iría mejor en la PASO de agosto que en los comicios de 2009. El problema de este tipo de modelos predictivos es que no todas las sociedades le asignan la misma importancia a la economía, los derechos humanos, las instituciones, la transparencia o el relato épico. Es más: la misma sociedad valora esos elementos de manera diferente en tiempos distintos.
Otras explicaciones, basadas en el poder de los medios o de las corporaciones, ignoran el pequeño detalle de que en 2011 ese poder era idéntico al de 2013, lo que no impidió que el gobierno obtuviera un triunfo rotundo. Por último, una interpretación que circuló con fuerza afirma que la sociedad ha girado a la derecha, lectura basada en las ideologías presuntas de los candidatos más votados.
Pero la clave está en otro lugar. El principal motivo de la erosión oficialista es la interpretación equivocada que se realizó del 54% logrado en 2011. Para construir estrategias políticas adecuadas es imprescindible no sólo entender por qué ciertos sectores votan a los adversarios; también es crucial comprender los motivos por los cuales apoyan a la propia fuerza. En este sentido, cuando un político reúne millones de votos debe presumirse que logró sintetizar motivos heterogéneos. Y en este sentido hay un dato sencillo: en aquel 54% estaban Massa, Moyano y una parte del peronismo disidente. El 54% expresaba un apoyo heterogéneo que se tendió a leer como un festejo incondicional. En la medida en que el gobierno creyó que tenía el respaldo asegurado, fue menos sensible a escuchar opiniones y críticas de diversos sectores. Pero registrar esas críticas y responder de modo adecuado es una condición sine qua non de la construcción de hegemonía.

La clase media y la sintonía fina

Lo que se expresó en las PASO y probablemente se expresará en octubre es básicamente un cambio de expectativas de la sociedad. Quien no lea ese cambio, antes y después de las elecciones, contribuirá al ruido y a la sensación de confusión que sobrevuela el clima cultural argentino. El cambio puede sintetizarse en que la comparación con los noventa ya no es una matriz de lectura suficiente para la sociedad. Los procesos de movilidad social ascendente modifican expectativas y demandas, y la insistencia en esa comparación puede producir el sentido de quitarles peso a esas expectativas. Lo cual, a su vez, desdibuja la construcción de un horizonte de futuro. Y la disputa por el voto implica siempre una construcción de futuro.
Si hay un punto ciego de esta grieta, éste se condensa en el término “clases medias”. Se ha escuchado a dirigentes oficialistas referirse a las clases medias aludiendo a la Recoleta o a los manifestantes que se reunían a cacerolear en la esquina de Santa Fe y Callao, pero los estudios indican que se trata de un universo mucho más amplio: una encuesta realizada en el Área Metropolitana de Buenos Aires encontró que el 78% de los consultados se considera a sí mismo como parte de las clases medias (1). Así, mientras en una interpretación tradicional, ajustada a una realidad de otra época, las clases medias se definían en contraste con los trabajadores, actualmente la mayoría de la población la define por dos contrastes: con los millonarios y los pobres. En efecto, si el 78% se considera como parte de las clases medias es evidente que la mayoría de los trabajadores se ubican en ese lugar. ¿Cómo es posible? Probablemente algunos signos del lenguaje social distingan a las personas de uno y otro sector social. Un hijo en la universidad, una casita, un autito o quizás hasta una motito pueden, a los ojos de muchos, hacer que una persona ya no se considere pobre. De hecho, la encuesta incluyó a un 20% que se autodefine como perteneciente a la “clase media baja”. Pero clase media al fin.
Si hemos superado aquella predicción recurrente de los 80 y 90 que indicaba que la clase media estaba en proceso de desaparición, evidentemente es resultado de los logros importantes de estos años. Resulta paradójico entonces que quien motorizó esos cambios no incorpore en el análisis las consecuencias de sus propias políticas. La sintonía fina, esencial para corregir la estrategia, refiere a poder escuchar sin interferencias y hacerse entender. En los últimos dos años, sin embargo, las dificultades para escuchar diferentes planteos fueron abonando el terreno político de paradojas: cuando el antikirchnerismo visceral no tenía forma de articularse encontró en el rechazo a la re-reelección un único punto de reunión. En este marco, parte del oficialismo consideró que abandonar explícitamente el proyecto implicaba abrir la interna de la sucesión, aunque las encuestas indicaban que sectores cercanos al Frente para la Victoria no apoyarían una reforma de la Constitución. Así las cosas, la re-reelección podía resultar útil para postergar disputas internas al tiempo que erosionaba el capital político del gobierno.
En cualquier caso, no parece haber habido un análisis cuidadoso de los tiempos políticos, en el sentido de que no era necesario estirar la idea de la re-reelección al punto de que cayera por el simple efecto del resultado electoral. Pero hubo otras paradojas: el oficialismo, por ejemplo, impulsó la elección por voto directo de los miembros del Consejo de la Magistratura. Si la Corte no la hubiera declarado inconstitucional y si las distintas fuerzas anti-kirchneristas, que denunciaron el proyecto como un atentado a la democracia, hubiesen presentado una única lista, probablemente el organismo hubiese quedado bajo control opositor a partir de diciembre de este año.
El problema de la interpretación se encuentra en el corazón de las tensiones políticas actuales. En nuestro mundo político se ha impuesto la teoría de que las interpretaciones producen realidad. Esto puede derivar no sólo en graves errores, sino que puede convertirse en una fábrica de enormes frustraciones. Suele creerse, por ejemplo, que si se afirma con suficiente contundencia que un candidato ganará una elección eso lo favorecerá, o que si se insiste con que la economía está sólida –o débil– eso fortalecerá –o debilitará– a la economía. Y aunque por supuesto es cierto que si se produce confianza o desconfianza eso tendrá un efecto sobre la realidad, la sociedad nunca es tan ingenua como para creer literalmente en las intervenciones de economistas o funcionarios sin considerar otros indicios. Un ejemplo: si el ministro de Economía no para de vociferar que “el que apuesta al dólar pierde” mientras que la realidad apunta exactamente en dirección contraria, se produce entonces “la paradoja de Sigaut”: la interpretación inverosímil del ministro termina alimentando la corrida cambiaria.
Néstor Kirchner lo había entendido bien: cuando Argentina se encontraba todavía en situación de crisis afirmaba “estamos en el infierno”, y al hacerlo sintonizaba con una sociedad acostumbrada a que las máximas autoridades digan que no hay graves problemas. A veces, claro, es muy difícil, o incluso imposible, resolver en el corto plazo ciertos problemas, pero es necesario no agravarlos a través de su negación. En este sentido, el catastrofismo visceral siempre resultó funcional a un kirchnerismo que logró mantener la gobernabilidad. Pero no todas las críticas, ni siquiera la mayoría, y menos aun las surgidas de las propias filas, están orientadas a alimentar la catástrofe. Algunos análisis suelen señalar que los gobiernos, en la medida en que consiguieron éxitos, tienden a cerrarse a los cuestionamientos. Pero en política no hay inexorables y, por otra parte, hay que llamar la atención sobre las consecuencias reales de ese fenómeno.

Lo esencial

Reconocer un problema no es de derecha ni de izquierda; es una condición de la sintonía fina. La ideología se juega en el lugar que cada problema ocupa en la agenda y en las propuestas para resolverlo. Detectar los problemas y separar lo esencial de los errores y los efectos no deseados es crucial para el gobierno. Negarlos, en cambio, sólo contribuirá a alimentar el malestar social. Hay inflación, es un hecho y negarla sólo produce el efecto de distancia con la población. Que su solución sea compleja si se pretende evitar el clásico ajuste no implica que deba minimizarse el problema. Otro ejemplo: Argentina nunca logrará desarrollarse con una fuga de dólares como la de las últimas décadas, por lo cual una regulación del Estado en esta materia es imprescindible. Pero la forma en que se administra la venta de dólares genera una irritación adicional e innecesaria en la población. Otro ejemplo: la solvencia fiscal es crucial para un Estado activo, pero la ausencia de una legislación impositiva progresiva afecta la legitimidad de la recaudación. Al final, el debate público termina centrándose más en el impuesto a las ganancias que en el IVA.
En fin, inmediatamente después de las PASO el gobierno buscó retomar la iniciativa mediante una serie de reuniones con empresarios y sindicalistas y anunció cambios sustanciales en el impuesto a las ganancias y el monotributo que produjeron un fuerte impacto político. Además, la grave amenaza que se cierne sobre el país por los fallos de las cortes estadounidenses genera incluso el apoyo de sectores de la oposición. En ese contexto, ¿es el momento más adecuado para debatir, por ejemplo, sobre el uso de un galpón en Aeroparque?
Aunque las ciencias sociales han desterrado las metáforas biológicas hace mucho tiempo, se escucha con insistencia hablar del “ADN del kirchnerismo”. Sus cosas buenas y malas se explicarían, desde este punto de vista, por sus genes. Pero si analizamos la última década encontramos continuidades y características comunes tanto como cambios y redefiniciones. Nadie se mantiene una década en el poder sin modificar sus estrategias. A la vez, podremos ver diferentes sectores que, acordando con el núcleo central de las políticas oficiales, se distinguen en el énfasis, las estrategias y los estilos. Cada vez se hace más evidente que resulta apropiado hablar de los kirchnerismos, en plural.
En este sentido, buena parte del futuro depende de cómo el propio kirchnerismo entienda su lugar en el juego y su capacidad de construcción hegemónica. Decíamos al inicio que los actores políticos no siempre se destacan en el manejo del tiempo, y en este sentido los resultados de las elecciones de octubre serán leídos como un pronóstico de los comicios presidenciales del 2015. Desde luego, no caben dudas de que una elección configura un mapa relevante. Pero los pronósticos se ofrecen por doquier, a los precios más variados: ¿o acaso las elecciones de 1987 permitían pronosticar el ascenso de Menem o las del 2001 el de Kirchner? ¿Alguien hubiera previsto en el 2009 la victoria de Cristina en el 2011? Leer adecuadamente un resultado electoral implica no sólo preguntarse por el mapa sino también por los posibles caminos que cada uno de los protagonistas recorrerá en los dos años sucesivos. Insistamos: un jugador no necesariamente hará las mejores jugadas, y si queda alguna duda alcanza con mirar la trayectoria de Francisco de Narváez.
1. La encuesta fue realizada por el IDAES-UNSAM en el marco de un proyecto del CONICET.
* Antropólogo.

miércoles, octubre 16, 2013

Discurso 3.0 y #votojoven: verdad y emoción en oraciones cortas



Por Rubén Weinsteiner  para EL PAÍS
El discurso 3.0 se emite desde actores políticos y corporativos hacia sujetos jóvenes de elección, consenso y consumo;  y se despliega ante audiencias de audiencias.  
Twitter, facebook, los SMS, el e-mail, son lugares conceptuales de expresión, que modificaron disruptivamente el discurso por  formato, extensión, recorrido y definición del mismo, transformando los discursos sociales,  creando nuevos géneros que implican diferentes estrategias de intercambio de información, producción, comprensión y lectura de textos, y profundizando  la brecha con los adultos inmigrantes digitales.
La comunicación 3.0, última forma de comunicación humana, se ha desarrollado en todas los esferas sociales, sustituyendo a géneros tradicionales como la carta, el diálogo, la conversación o el debate,  y ha modificado los géneros del discurso de transmisión de conocimientos, como los diccionarios y los métodos de enseñanza, muy especialmente en los sub 25.
Para algunos este cambio abrupto y profundo, representa una amenaza. Teniendo en cuenta que las palabras son el órgano constitutivo del pensamiento,  para los que exploramos nuevas formas de comunicar, las innovaciones representan más que una amenaza,  la oportunidad de explorar las posibilidades a las que nos conduce el lenguaje, que son en definitiva las de la mente humana.
Googlear o cliquear son verbos que no vienen a reemplazar palabras, sino a dotar de representación lingüística a posibilidades nuevas. Escribir 2b or nt 2b no priva a alguien de leer y apropiarse intelectualmente de la literatura de Shakespeare, sino de construir un puente (una traducción, si se quiere) entre los usuarios de esas expresiones y los de otras prácticas comunicativas.
La narrativa y el discurso 3.0 construyen y acumulan en  el campo de las emociones, donde la cognitividad fundamenta y la emocionalidad define.
Junto con las palabras nuevas y las abreviaturas 2.0 y 3.0,  aparecen los emoticones como signos que denotan y comunican emociones como sonrisa, tristeza, llanto, asombro, duda, apoyo,  indignación, deseo, coquetería  etc. Los emoticones y la acotación icónica, son estrategias que operan como pistas perceptivas. Estos  elementos suprasegmentales del discurso,  favorecen la comprensión del mensaje, al posibilitar la metarepresentación de la emocionalidad y las intenciones verdaderas.
Esa emocionalidad exprés, como factor constitutivo central del discurso 3.0, determina la credibilidad del mismo y su viralidad potencial.
El discurso 3.0 de los nativos digitales, tiene una funcionalidad primordial lúdica,  donde la comunicación presenta aspectos muy personales,  al ser los jugadores “amigos” y “seguidores”. Vemos  dos rasgos  emocionales  muy marcados en esta forma de comunicación, el humor y la identidad. Por eso los jóvenes necesitan establecer en su discurso 3.0, con vehemencia los rasgos emocionales principales de su persona. En esta tarea, el humor y la protesta juegan un papel importante: ser gracioso y ser mordaz son formas  rápidas y efectivas de conseguir ser conocido,  valorado y viralizado en este entorno (aunque, por supuesto, no las únicas).
La narrativa y el discurso 3.0 de una marca política, para desarrollar una propuesta de valor, dotada de emocionalidad y verdad, deberán  revelar el grado de aptitud de la marca, para satisfacer demandas y proponer nuevas perspectivas.
El discurso 3.0,  emocional y directo, se caracteriza por articular oraciones cortas,  de cómo máximo siete palabras, donde cada palabra debe luchar por su supervivencia,  y donde la percepción del valor de verdad y potencia de emocionalidad de una oración,  resultan inversamente proporcional a su extensión.
Oraciones cortas, emoción  y valor de verdad
Volviendo a Shakespeare,  en Macbeth escribía:  “La Reina, mi Lord, murió” una oración emocional, directa y perfectamente twitteable.
Un lugar efectivo, para que una oración corta construya emocionalidad e  instale percepción de verdad, es al final de un largo párrafo. Esa oración corta le da sentido y a la vez resuelve la función de ese párrafo.
Una buena estrategia de pinzas,  para que dos oraciones cortas se constituya en “anillo de la verdad y emoción” de un párrafo largo, es ubicar a la primera como una especie de subtitulo y a la segunda como oración final despegada del párrafo más largo, pausa mediante y  rodeando el párrafo.
George Orwell lo utiliza en “Animal farm”
It was a pig walking on his hind legs.
Yes, it was Squealer … And finally there was a tremendous baying of dogs and a shrill crowing from the black cockerel, and out came Napoleon himself, majestically upright, casting haughty glances from side to side, and with his dogs gambolling round him.
He carried a whip in his trotter.
El subtitulo que abre, construye sentido, el párrafo largo puede ser tedioso, pero prepara al auditorio y empodera a la oración final, con la que se define emocionalmente el tramo del discurso.
Otro ejemplo interesante lo vemos en Anthony Burgess, autor de “La naranja mecánica” cuando en la escena final y con la música de la novena sinfonía de Beethoven, el personaje dice:
Oh, it was gorgeosity and yumyumyum. When it came to the Scherzo I could viddy myself very clear running and running on like very light and mysterious nogas, carving the whole litso of the creeching world with my cut-throat britva. And there was the slow movement and the lovely last singing movement still to come. I was cured all right.
Burgess nos presenta aquí una última oración con cinco palabras muy cortas, que no solo define un párrafo importante, resuelve, construye sentido y cierra el libro, luego devenido en película.
Lo que define el carácter corto de una oración corta, es el conjunto de oraciones que rodean a esa oración. En un mundo de oraciones de 25 palabras, las oraciones de 7 adquieren un poder especial.
Las oraciones cortas, se constituyen en atajos cognitivos  en la construcción del sistema de preferencias del voto joven. El discurso 3.0, con sus oraciones cortas debe plantear el “para qué”, el candidato quiere llegar al poder,  y por otra parte, generar identificación.
Los sujetos de elección jóvenes,  necesitan para relacionarse emocionalmente e identificarse con una marca política,  atribuirles a estas, voluntades, particularidades, valores, obligaciones, promesas, diferencias y capacidades subjetivas.
Ese es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven. Para los adultos,  identificación es solo empatía, para el joven,  identificación, es amor.

lunes, octubre 14, 2013

#votojoven: el mapa no es el territorio


Por Rubén Weinsteiner para EL PAíS


Con el voto a los 16 años se incorporan 1,2 millones de nuevos votantes al padrón nacional. En el nuevo escenario el 36% de los votantes tiene menos de 30 años, lo que llamamos voto joven.
Obteniendo una victoria del 50% en este segmento se obtendrían 18 puntos en el total nacional, lo que junto a un despliegue moderado en el resto de los segmentos se construiría una ventaja indescontable en cualquier escenario.

En las elecciones de 2008, Obama derrotó a Mc Cain 52,9 % a 45,7, la diferencia que le permitió compensar derrotas en segmentos importantes y construir esos 7 puntos fue el 68% de apoyo entre los menores de 30 años.
En las elecciones de 2012 volvió a conseguir una importante ventaja en ese segmento frente a Mitt Romney, quedandosé con el 60% de los votos sub 30, y también ahí construyó la diferencia que le permitió consolidar su victoria .
Tanto es así que Obama alcanzó los diferenciales mayores en el segmento joven y de esa manera consiguió la victoria en cuatro de los estados clave por la cantidad de electores para el colegio electoral que asignan, sin los que no hubiera alcanzado la presidencia: Florida, Ohio, Pennsylvania y Virginia.

En la provincia de Buenos Aires, cada año son 250.000 los chicos que hacen el cambio de documento al cumplir los 16 años. En Córdoba 112.000 jóvenes estarán en condiciones de votar a partir de la nueva ley. En Santa Fe un total de 107.433, en Mendoza 64.000 jóvenes, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, unos 62.000 jóvenes. En Santiago del Estero 57.000, en Chaco se incorporarán 49.302, en Entre Ríos 46.500, en Tucumán 56.000, en Salta 50.000, en Misiones 30.000 jóvenes. En Formosa no hay información oficial, pero serían 27.000.

El voto jóven recrea mecanismos de tensión joven-adulto y esta tensión se focaliza desde lo emotivo en el planteo y posible enrolamiento en conflictos y luchas contra poderes importantes y con final abierto.

Desde lo funcional la acumulación en términos de preferencias en este segmento se apoya en 2 clivajes específicos:

a)prohibido-permitido
b) institucionalizado-desinstitucionalizado

El joven pone en emergencia conductas “asociales” que muchos viven y practican subterráneamente; constituyendo "lo que viene", "la próxima cultura"  más que una contracultura.
Los jóvenes barometrizan el cambio, por eso lo demandan, y el cambio lo anclan en el límite de lo que la ley habilita y lo que prohíbe.

La demanda implícita es permitir lo que está prohibido pero como dice la marcha de la bronca de Pedro y Pablo “haré de cualquier modo” .
La otra demanda fundamental de este segmento es la institucionalización de soluciones. Esta institucionalización conlleva una legitimación implícita demandada, de valores, sentimientos, necesidades, etc.

El segmento demanda ocupar el imaginario de la clase política.  A este segmento  el discurso de los de 50 les resulta ajeno emocionalmente, lento conceptualmente y aburrido discursivamente, pero la zona donde la brecha mas se profundiza, es en la credibilidad, los jóvenes no le creen a los mayores.

Esa linealidad de las series de los setenta y ochenta donde todo está demasiado claro, lo bueno, lo malo, los buenos y los malos,  lo que está bien y lo que está mal, no resulta creíble en este segmento. Esa unidimensionalidad bajada al discurso resulta inverosímil, “careta”, y sus emisores “truchos y gatos”.

Desde la emergencia, la organización del debate para el segmento se da en torno al clivaje “gato”-autentico. Los otros son la impostura, los que dicen una cosa pero son otra, contra eso, se plantea un modelo normativo de autenticidad, sencillez y transparencia.
No ser “careta”, no ser “gato”, no ser “trucho”, ser o en realidad parecer verdadero, transparente. El marco de referencia está afuera pero dentro del círculo tribal, esa figura referencial emerge por un cualidad específica, ser por ejemplo, el líder de la banda que más le gusta, pero además validar su autoridad con un discurso que se retrolegitime con los valores de la tribu,  de autenticidad,  y los proyecte hacia afuera.

Las experiencias de voto a los 16 en los diferentes países donde se habilitó ese derecho, marcan tasas de voto altas, los jóvenes “quieren usar la credencial”, son votantes comprometidos y convencidos, despegan y con facilidad del mandato de voto familiar. Demandan convocatorias a enfrentar y forzar, reconocimiento legitimación e institucionalización. Satisfacer deseos antes que necesidades. Es un voto emocional, complejo inteligente y definitorio en cualquier elección.

Rubén Weinsteiner

Facts are facts? : reposo estricto o activo?




Nota Relacionada
 
sobre la objetividad en las ciencias sociales y sus prácticas derivadas

Aún hoy increíblemente sigue sucediéndose con relativo éxito, declinante claro, el discurso sobre la objetividad en las ciencias sociales como marco general y sus prácticas derivadas, encuestas, análisis, proyecciones económicas, calificaciones de riesgo, y seamos generosos con las licenciaturas realmente existentes, la "comunicación social" donde se inscribe la "práctica periodística" llamémosla así.

Los hechos son los hechos, afirman los que aún curten el mambo de la objetividad. En fin discusión obsoleta si las hay, en Miradas al Sur aparece en contratatapa una linda radiografía de la objetividad de la práctica periodística respecto al 17 de octubre de 1945 escrita por el Historiador Claudio Panela.

Leer más:

Filtraciones

Por Santiago O´Donnell

  The New York Times, que bien puede considerarse el mejor diario del mundo, publicó el jueves pasado un artículo que sin querer desnuda la crisis del periodismo. O, por lo menos, que pone en jaque a uno de los principios sagrados del prestigioso diario

Esto es, que el buen periodismo, a diferencia de la buena propaganda, informa desde cierta neutralidad. Enseguida, rápido, viene la aclaración: esa neutralidad nunca llega a ser absoluta. La falta de neutralidad es inherente a nuestros ideales y nuestros principios y sobre todo nuestras simpatías. Pero nuestro trabajo, el de periodistas, consiste en registrar los hechos y las noticias de todos los días que quedarán en la historia.

 Entonces, más allá de las columnas de opinión, el periodismo reconoce en la búsqueda de cierta neutralidad, de ciertas reglas de juego, el mejor camino para acercarse a una verdad reconocible. En cuanto a la falta neutralidad, que no podemos ni queremos evitar, se compensa con una ética y una técnica predeterminadas y específicas, reconocidas en un pacto de lectura, más o menos explícito, que se aplica de manera uniforme a todos los temas, todas las fuentes y todas las noticias. Al menos se intenta. Esto es lo que nos enseñaron, y enseñamos, en las escuelas de periodismo.

 Pasamos al artículo en cuestión, firmado por Eric Schmitt. Dice que el “topo” Edward Snowden ya había sido investigado por la CIA cuatro años antes de fugarse del país con una computadora llena de secretos. Snowden es un ex agente de inteligencia estadounidense, actualmente exliado en Rusia, que en los últimos meses filtró información secreta a un diarios, revistas y programas de televisión sobre el espionaje masivo e indiscriminado que Estados Unidos viene desarrollando en todo el mundo, hasta entonces sin el conocimiento de la opinión pública estadounidense o mundial.

 El artículo dice que ya en el 2009 sus entonces jefes en la CIA notaron que Snowden andaba en algo raro y que hasta escribieron un informe alertando sobre su conducta. El informe decía que un supervisor lo había soprendido a Snowden intentando acceder a información secreta y lo había mandado a su casa y alertaba sobre un “abrupto cambio de hábitos” en el proceder del entonces contratista de la CIA. Sin embargo, ese informe nunca circuló entre las distintas agencias de seguridad y por eso Snowden pudo conseguir trabajo en otra agencia, la NSA, de donde se robaría los secretos cuatro años más tarde. Eso informó Schmitt en The New York Times. Hasta ahí todo muy lindo.

 Pero tarde o temprano el periodista nos tendrá que decir de dónde sacó la información. En el quinto y sexto párrafos, esto escribe Schmitt:

 Voceros de la C.IA., la NSA y el FBI declinaron comentar sobre la naturaleza precisa del alerta y por qué no circuló, citando la investigación en curso sobre las actividades del Sr. Snowden. Media docena de funcionarios de inteligencia, seguridad y del Congreso con conocimiento directo del informe del supervisor fueron contactados para este artículo. 

 Todos los funcionarios aceptaron hablar a cambio de mantener el anonimato por la investigación criminal en curso. 

Y acá viene el problema porque, señores, esto es una filtración. Media docena de funcionarios y voceros de agencias de espionaje pasando información secreta al Times. Encima es información incomprobable y que pinta a Snowden como un loquito. Justo lo que esos voceros buscan.

Sin poner un solo nombre, una sola prueba sobre la mesa, pero con el sello de The New York Times, el diario más influyente del mundo, y la firma de un periodista. (El viernes, en el mismo diario, Schmitt publicó una firme desmentida de la CIA diciendo que dicho informe nunca existió. El periodista mantuvo que dos fuentes, ya no seis, le habían contado lo del informe. “No está claro por qué hay una divergencia de opinión” sobre los hechos, escribió Schmitt en su artículo del viernes.)

 Filtraciones light, con filtradores oficiales, aprobados desde el poder. Eso se puede hacer en The New York Times, sin que nadie lo cuestione. En cambio filtraciones que demostarían delitos, violaciones de privacidad y de tratados internacionales, como las de Snowden, son tratadas en el mismo artículo como un peligro para la seguridad nacional, un criminal que "se escapó entre las grietas” de la comunidad de inteligencia estadounidense.

 Como dice un lector del artículo en la página web, los funcionarios públicos tienen la obligación de denunciar delitos. Si es delito revelar secretos sobre una "investigación criminal" como la de Snowden , ¿por qué no se castiga a los seis funcionarios que hablaron del tema con el periodista Schmitt?

 Es cierto, las filtraciones son más que habituales en el periodismo. Pero lo bizarro de este caso es que se trata de unos funcionarios que filtran información secreta para hacer quedar mal a un tipo por filtrar información secreta.

 O sea, The New York Times se presta de tribuna para funcionarios anónimos que extraen datos de manera ilegal de un informe secreto sobre Snowden. Esos mismos funcionarios, sin que se les mueva un pelo, pintan a Snowden como un traficante de información secreta y, por lo tanto, un peligro para Estados Unidos.

Entonces, a riesgo de ser reiterativo,  el gobierno de Estados Unidos recurre a la filtración para denunciar la filtración, y The New York Times le hace el juego, pasando por alto la evidente contradicción. Lejos de buscar un espacio neutral, el diario se deja usar por el gobierno para perseguir a Snowden, descripto en el artículo como presunto criminal con un historial de conductas sospechosas.

Mientras tanto, los nuevos filtradores de secretos de Estado, los perseguidores de Snowden, son presentados por el Times en el mismo artículo como fuentes privilegiadas, merecedoras de la protección del anonimato por ser poseedoras de valiosa información.

 Claro, el Times no tiene acceso a los secretos de Snowden, que ha optado por otros medios para propagarlos. Entonces echa mano a lo que hay, a los filtradores profesionales de secretos banales, intrascendentes y de difícil comprobación que pululan en los servicios de inteligencia de todos los países. 

Cuando estas cosas pasan desapercibidas en el diario más reconocido de todo el mundo, el desafío se extiende al periodismo en general y a los principios que gobiernan su forma de comunicar.

Esta bien, sólo se trata de un artículo. Desde el punto de vista del periodista, podemos creer que pecó de ingenuo y se dejó operar. Desde el punto de vista del diario podemos decir que simplemente se trata de un artículo malo o mal ejecutado y que por cada artículo flojo que se le cuela, el  Times publica un montón de artículos muy buenos.

Pero desde el punto de vista del periodismo tradicional, ese que busca reinventarse en medio de una revolución tecnológica, el artículo muestra cómo esas nuevas tecnologías sirven para desnudar los intereses ocultos detrás del mensaje que los medios buscan imponer. El Times no tiene filtraciones de Snowden pero sí del gobierno, entonces le conviene quedar bien con el gobierno.

Así, el artículo desnuda la imperiosa necesidad de un nuevo pacto de transparencia con el lector, de límites más estrechos y verificables,  que redefinan la función social de los medios dedicados a la difusión de noticias y demás información

Gobernabilidad

Toda la semana estuvo signada por la reaparición del elemento de la salud presidencial. Tras la operación exitosa realizada en el hospital de la Fundación Favaloro, los médicos le prescribieron a la Presidente entre 30 y 45 días de reposo absoluto. Luego de algunas vacilaciones sobre el procedimiento a seguir, finalmente por un mecanismo automático previsto por la Constitución, el Vicepresidente Amado Boudou es desde hace unos días el mandatario en funciones.

Hubo, en estos últimos días, una infinidad de interpretaciones sobre el significado de su cuadro de salud, una "colección subdural crónica". Es entendible, ya que la Presidencia es un cargo unipersonal y todo lo relativo a la vulnerabilidad física de quien la ejerce conmociona. Ese temor fue, precisamente, lo que en el siglo XVIII llevó a crear en Estados Unidos la institución de la Vicepresidencia, que por momentos luce anacrónica. Pero lo que se ha dicho y escrito sobre los partes médicos es, en su mayor parte, especulación. Con el agregado melodramático del componente neurológico, toda vez que el cerebro presidencial viene siendo objeto de todo tipo de fantasías, agitadas por sus opositores más acérrimos.

El dato político de la enfermedad de la Presidente, es que durante un mes o más estará prácticamente fuera de circuito. Ya no será, como pudo haberlo sido, la protagonista central de la campaña oficialista en las elecciones legislativas, aunque estará presente en discursos y deseos de recuperación; se estrenaron los spots del Frente para la Victoria bonaerense con Daniel Scioli como actor central.

En lo internacional, durante todo un mes no se sentará a negociar con su par uruguayo, José Mujica, los niveles de producción de papel a la vera del río. Y el resurgimiento del justicialismo, en ocasión del proceso electoral, tendrá lugar con una Presidente en reposo. El gobierno seguirá funcionando y la estructura de poder del peronismo permanecerá intacta, todo lo cual servirá para recordarle a la población que en la Argentina democrática hay una dinámica de gobernabilidad que está más allá de las personas.

Acerca de la objetividad en las ciencias sociales y sus prácticas derivadas


Aún hoy increíblemente sigue sucediéndose con relativo éxito, declinante claro, el discurso sobre la objetividad en las ciencias sociales como marco general y sus prácticas derivadas, encuestas, análisis, proyecciones económicas, calificaciones de riesgo, y seamos generosos con las licenciaturas realmente existentes, la "comunicación social" donde se inscribe la "práctica periodística" llamémosla así. 
Los hechos son los hechos, afirman los que aún curten el mambo de la objetividad. En fin discusión obsoleta si las hay, en Miradas al Sur aparece en contratatapa una linda radiografía de la objetividad de la práctica periodística respecto al 17 de octubre de 1945 escrita por el Historiador Claudio Panela. Leemos:

La apreciación que los periódicos dominantes tuvieron de la jornada fue contraria respecto de aquel y de los manifestantes que la protagonizaron. 

Así, La Nación aludió a la concentración argumentando que al desaparecer en esa jornada todo vestigio de autoridad del presidente Edelmiro J. Farrell, éste “actuó bajo la presión de las turbas que acampaban en la plaza histórica en forma más lesiva quizá para la cultura, por lo menos dada la diferencia de épocas, que la de los caudillos del litoral en el año ’20”. Para el periódico fundado por Bartolomé Mitre, la del 17 había sido la “noche triste” (SIC) de la democracia argentina. 
Otro diario conservador, La Prensa, propiedad de la familia Paz, no editorializó sobre los sucesos, aunque dio amplio espacio a las declaraciones de repudio que empezaron a proliferar en los días siguientes. 

Crítica, fundado por Natalio Botana en 1913 y que había sido un actor destacado en el golpe de Estado de 1930, tituló su edición de la jornada de la siguiente manera: “Grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino tratan de intimidar a la población”. Y en su interior argumentaba: “El anunciado movimiento popular de los peronistas ha fracasado estrepitosamente, en un ridículo de extraordinarias proporciones. 
En la misma línea, El Mundo decía: “Recurriendo a toda clase de métodos de coerción y contando con una inexplicable pasividad por parte de la policía, que se negó a intervenir en los casos en que se solicitó su protección, elementos adictos al ex vicepresidente de la República intentaron poner en práctica un plan de perturbación del orden tendiente a impedir la normalización institucional del país”. 
El vespertino La Razón, a su vez, expresaba: “Numerosos grupos, en abierta rebeldía, paralizaron en la zona sur los transportes y obligaron a cerrar fábricas, uniéndose luego en manifestación en la Capital Federal”. 
Y Clarín, de reciente aparición, encabezaba su tapa del día 18 del siguiente modo: “Una jornada dramática vivió ayer Buenos Aires”.
 
Los medios de las fuerzas políticas de izquierda, empero, fueron más allá que los diarios comerciales en su condena a los protagonistas de la jornada. Llama la atención que todos ellos eran considerados marginales y lúmpenes, esto es, la antítesis del “verdadero trabajador”, supuestamente defendido por aquellas. 
Desde el comunismo, el periódico Orientación sentenciaba: “Pero también se ha visto otro espectáculo, el de las hordas de desclasados haciendo de vanguardia del presunto orden peronista. Los pequeños clanes con aspecto de murga que recorrieron la ciudad no representan ninguna clase de la sociedad argentina. Era el malevaje reclutado por la policía y los funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión para amedrentar a la población”.
 
Desde el socialismo, La Vanguardia tenía un discurso similar, donde los manifestantes peronistas eran “elementos típicos de comité; obreros municipales y del Estado obligados por sus jefes; un conglomerado de hombres de trabajo indefinidos que, evidentemente, por su condición ni están agremiados y poco entienden de reivindicaciones y de problemas sociales; (…) se le añadió a todo ello una buena dosis de elementos que viven al margen de la ley, ante la perspectiva de sacar algún provecho de los tumultos”.
 
Fue tan significativa esta tergiversación de la realidad por parte de la prensa opositora a Perón, que se silenció el único hecho de sangre de la jornada, esto es, la muerte del joven nacionalista Darwin Passaponti, que había concurrido a la Plaza de Mayo a pedir por la libertad dePerón , quien cayó asesinado a consecuencia de un tiroteo producido frente al edificio del diario Crítica.

La Epoca, reaparecida el mes anterior –había sido fundada en 1915 para defender al gobierno de Hipólito Yrigoyen siendo clausurada en 1930–, único medio que adhería incondicionalmente a Perón. Exultante, anunciaba en su primera plana del día 18, junto a una fotografía que mostraba a la multitud reunida: “Desde la histórica Plaza de Mayo, más de un millón de ciudadanos aclamó presidente al Cnel. Perón”. Y en su segunda página agregaba: “Dio el pueblo un magnífico ejemplo de cultura, cordura y corrección al expresar ayer su más auténtica voluntad”.

En fin la realidad es un producto social y como tal se trata de una realidad objetiva . Ahora bien decir esto no supone nada más lejano a afirmar groseramente que "los hechos son los hechos", no?


Completo acá

domingo, octubre 13, 2013

#votojoven: legitimación de la tribu e institucionalización del cambio.



 Por Rubén Weinsteiner para EL PAíS

Roberto Brito Lemus plantea que la juventud, comienza cuando se desarrolla  la capacidad de reproducir la especie humana, y  termina cuando se desarrolla la capacidad de reproducir el orden social.
Se es joven mientras se cuestiona, contesta y demanda cambios y se evita reproducir el orden social tal cual está planteado. Cuando se evita “transar”.
La demanda más clara de los diferentes sub segmentos que componen el voto joven,  tiene que ver con la  institucionalización  de soluciones desde la política, a problemas colectivos de carácter  tribal  de los jóvenes.
El abordaje de estas demandas, conlleva una legitimación implícita   y demandada de valores, sentimientos, necesidades,  deseos y aspiraciones, colectivas y tribales. Esa legitimación es el corazón de la demanda del segmento.  Ser escuchado, reconocido el problema, y reconocido el carácter colectivo y la tribalidad de la demanda.
El discurso político tradicional,  que intenta interpelar al segmento joven,  lo hace desde el paradigma individual introspectivo y adulto,  frente  al paradigma  comunicacional colectivo de referencia externa y tribal,  desde donde el segmento 16-30 escucha y construye su sistema de preferencias.
El reconocimiento y la identificación con la tribu en tanto colectivo,   ante el problema por parte del discurso político, es el eje de la racionalidad instrumental del voto joven.  Para el joven,  identificación es amor, para los adultos identificación, es solo empatía.
Todo discurso plantea dos niveles a tener en cuenta: el de los contenidos y el relacional.  El primer nivel debe apuntar a la institucionalización de soluciones para problemas específicos, el segundo nivel a establecer un vínculo de reconocimiento y valoración hacia el colectivo, donde el joven se encuentra inserto,  y desde donde demanda esos cambios y soluciones.
Para que la comunicación  con el segmento joven sea  esencialmente persuasiva y técnicamente informativa, y  no al revés, debe tener en cuenta que es más importante lo que dicen otros jóvenes, dentro o fuera de la tribu, por afirmación o por negación, que lo que dicen los padres o los políticos. Si los jóvenes cumplen con lo que está bien para los padres, incumplen con lo que está bien para los pares y la tribu, y viceversa. “No tomes, no entables relación con gente peligrosa, estudiá mucho, acóstate temprano, no te quedes hasta cualquier hora en la computadora” consejos sobre la vida sexual, las relaciones, el trabajo y finalmente la política.
En la mayoría de los casos donde las consecuencias no revisten inmediatez , amenaza o peligro, la tensión padres-tribu, se salda a favor de la tribu, por el peso del colectivo a la hora de la aprobación y legitimación social.
La ocupación del imaginario por parte del joven, en tanto integrante de un colectivo, una tribu, con sus leyes, códigos y marcos transaccionales,  es una precondición de cualquier construcción discursiva, políticamente significativa,  para la interpelación y colonización de subjetividades dentro del segmento 16-30.
Rubén Weinsteiner

Livingston, solo 80

 Werner Pertot


“Prometo que no habrá ningún discurso aburrido”, dice el inusual volante con el que el arquitecto Rodolfo Livingston convoca a una charla en el Café de los Angelitos. El reconocido urbanista integra la lista de legisladores de Aluvión Ciudadano, el partido que creó el sanitarista Carlos Oviedo y que compite por un lugar en la Legislatura porteña sin una boleta nacional.

Livingston resume su vida hasta ahora: “A los 40, me casé, tuve mi primer hijo y corrí mi primer maratón. Después, tuve otros dos hijos, corrí 14 maratones más. A los 50, salvé a un ahogado. A los 67 me tiré en paracaídas y a los 80 empiezo mi carrera política. A los cien tengo pensada una fiesta. Pero no me pienso morir”.
Livingston nació en noviembre de 1931 y se recibió en 1956. En 1961 pisaba por primera vez Cuba, un mes más tarde del intento de invasión en playa Girón. “Estaba dispuesto a morir por la revolución. Hoy habría una callecita con mi nombre y alguien diría: ‘Oye, coge por la Livingston’”, se imagina. “Dirigí la erradicación de una villa miseria en un pueblo que se llamaba Baracoa. Se esperaba otra invasión”, recuerda. Volvió en 1962 y luego en los noventa, cuando supervisó el programa Arquitectos de la Comunidad, en Cuba. “Fui 32 veces a Cuba y formamos consultorios de arquitectura”, dijo.
Tuvo una columna semanal en el diario cubano Juventud Rebelde entre 2002 y 2003. “Cuando empiezan a estar en el monte el Che y Fidel, me interesé por esa gente que era muy cercana a mí. Leí un reportaje de Sartre, que estuvo en Cuba con Simone de Beauvoir. Me enamoré de un país y tengo una novia inmortal: Cuba”, dice Livingston, quien también pasó un año en Perú en 1967, tras la Noche de los Bastones Largos. “Nos sacaron literalmente a patadas de la universidad y me ofrecieron un cargo en Arequipa”, cuenta. Dio seminarios en Venezuela, Uruguay, Brasil y Cuba. Es autor de diez libros, como Cirugía de Casas, Arquitectura y autoritarismo y Cuba existe, es socialista y no está en coma. También tiene un libro con sus fotografías de Cuba. Fue director del Centro Cultural Recoleta en 1989.
“Me ofrecieron por primera vez ser candidato y me gustó la gente de Aluvión”, señala Livingston. Sobre las otras listas kirchneristas, indica que simplemente no hubo un ofrecimiento similar de parte de ellos. “No va a ser un trabajo nuevo. Hace 50 años que me ocupo de la ciudad. Tuve que pelear con la escuela shopping de Grosso. Quería hacer 25 escuelas-shopping más”, señala.
“El gobierno de Macri omite la belleza. La belleza es un derecho de los ciudadanos”, plantea Livingston. “El plan Pro.Cre.Ar es un aporte importante, pero hace falta más. Hay que modificar los códigos municipales que tienen prohibiciones ridículas. Son muchas cosas que podría proponer como legislador y que simplificarían la vida de la gente, sin necesidad de más presupuesto. La ciudad no puede estar gobernada por burócratas”, señala el arquitecto. “Cuando quiere hacer una casa, la gente primero llama al albañil y después va viendo sobre la marcha. Así nació el metrobús: es la consecuencia de querer hacer una propaganda electoral y un negocio. No fue precedido por el pensamiento”, dice Livingston, quien advierte que “el costo es una monstruosidad”. “Dietrich dice que se ahorran 15 minutos con el metrobús de la 9 de Julio. Pero no todo el mundo va de una punta a la otra. Se ahorran, supongamos, 7 minutos, que pierden buscando las nuevas paradas, que están cada cinco cuadras.”

Quien vota a quien en Chile

El ADN del voto

A un mes de las elecciones, una encuesta del Ichem y la Universidad Autónoma -con entrevistas cara a cara y más de 1.700 casos a nivel nacional- ayuda a revelar uno de los misterios de la presidencial: cómo son los votantes que respaldan a las principales candidaturas que compiten para llegar a La Moneda. Ésta es la radiografía de aquellos electores que afirman tener decidida su opción: dónde se ubican, qué edad tienen, cuál es su nivel socioeconómico y qué piensan sobre los temas valóricos y sociales que están en el debate.

La candidata de la Nueva Mayoría logra sus mejores porcentajes entre las mujeres (en que supera por ocho puntos su desempeño frente a los hombres), votantes de más de 45 años, integrantes de los grupos socioeconómicos D y E y sectores rurales, donde la intención de voto supera el 45%, e incluso el 50%. El grupo de edad es especialmente importante, porque los votantes de más de 45 años son los más dispuestos a participar en noviembre.
Bachelet también tiene un respaldo importante entre quienes no tienen estudios universitarios: logra el 44,9% en el grupo que llegó hasta la educación media y el 65,6% -casi dos de cada tres preferencias- en quienes tienen educación básica.
Los números más bajos para la ex mandataria se dan entre los jóvenes que tienen entre 18 y 29 años (con 27%), la zona norte del país, los solteros y quienes tienen estudios universitarios, donde logra 27,1%. También baja su desempeño en las denominadas “urbes medianas” -ciudades que no son grandes centros de población-, donde alcanza 37%.
En cuanto a temas valóricos, si bien los votantes de Bachelet apoyan  el Acuerdo de Vida en Pareja (61,9%), rechazan el matrimonio homosexual (sólo 37% a favor), la legalización de la marihuana (51% en contra) y el aborto (39,2% a favor). Estos tres últimos temas han sido levantados como propuestas por diversos sectores de la Nueva Mayoría, pero la candidata no se ha comprometido con ninguna de ellas.
El 38,7% de sus votantes afirma que preferiría matricular a su hijo en un colegio municipal, la cifra más alta entre los cuatro principales candidatos, y el 54,9% asegura que prefiere un presidente que comprenda sus problemas antes que uno que sea técnicamente más capaz.
En cuanto a su situación personal, quienes optan por Bachelet son más bien pesimistas: el 61,5% piensa que avanza menos o está retrocediendo en relación al resto de los chilenos; el 54,7% afirma que su situación económica dentro de cinco años será igual o peor, y el 47,9%, si pudiera tomarse un café con ella, le hablaría de sus problemas, siendo que en los demás candidatos la opción mayoritaria sería contarle de sus sueños y proyectos.

Su anterior postulación presidencial y su presencia en la escena política en los últimos cuatro años parecen haber dado frutos para el candidato del PRO al menos en una dimensión: su nivel de conocimiento a nivel nacional es de 97,3%, muy similar al de Evelyn Matthei (98,9%) y Michelle Bachelet (99,1%).
Los mejores grupos para Marco Enríquez-Ominami son los votantes entre 18 y 44 años, los sectores ABC1 y C2 y quienes tienen estudios universitarios, donde las intenciones de voto son superiores al 10%. Lo mismo ocurre en el Norte del país -sector donde superó el 25% en las elecciones de 2009 y tiene alcaldes que lo respaldan-, aunque sus cifras son superadas por las de Franco Parisi en cuanto a intención de voto en esa zona (10,6% contra 12,3%).
Los votantes de Enríquez-Ominami tienen un perfil muy determinado en temas valóricos: son los más liberales de entre las cuatro candidaturas principales. El 58% está a favor de legalizar el aborto, el 50% apoya el matrimonio homosexual, el 80,2% respalda el Acuerdo de Vida en Pareja y el 56,6% aprobaría la legalización de la marihuana, siendo el único candidato del grupo para el que sus votantes apoyan las cuatro iniciativas.
El 15% de quienes respaldan a ME-O tiene educación básica, el 39% cursó educación media y el 46% tiene educación superior. El 51,4% afirma que optaría por matricular a su hijo en un colegio particular subvencionado, y el 50,2% de ellos dice que preferiría a un presidente que comprenda mejor sus problemas antes que a uno que sea técnicamente más capaz. Económicamente, son optimistas: el 56,8% piensa que su situación personal estará mejor en cinco años de lo que está hoy y el 44,7% afirma que siente que avanza más que el resto de los chilenos.
Enríquez-Ominami también tiene el problema de ser la “segunda opción”: es el segundo candidato mejor evaluado en preguntas como “con quién se tomaría un café” o “a quién invitaría a un asado”, y el 21,3% lo menciona como el candidato por el que votaría en caso de que el postulante por el que optaron inicialmente no se presentara, pero eso no se capitaliza en la intención de voto.


OPINIÓN: DOS COLLERAS
[Por Daniel Flores, director de Estudios Ichem-U. Autónoma de Chile]
La competencia presidencial de noviembre, demuestra la encuesta Ichem-U. Autónoma, no es por el tercer lugar entre candidatos diferentes. Es por el domicilio político entre candidatos similares. Mientras ME-O busca los votos blandos de Bachelet, Parisi busca los votos que Matthei no logra remontar. Porque los votantes de Marco y Parisi son muy diferentes. Mientras el voto de Marco es más político e ideológico, el de Franco es un voto que prefiere lo técnico. Mientras el votante de ME-O  se ubica en la centroizquierda y declara que prefiere a políticos antes que a técnicos, el votante de Parisi se posiciona en la centroderecha, y prefiere candidatos más capaces técnicamente, que representantes ideológicos o políticos.
Por eso, el par de oposición no es ME-O vs.Parisi, sino que Bachelet vs. MEO y Matthei  vs. Parisi. Y en este sentido, Parisi tiene un campo mucho más llano de crecimiento. Porque mientras Marco enfrenta al poderoso arquetipo bacheletiano, Parisi compite con una derecha que ha tenido cuatro candidatos presidenciales en lo que va del año, ycon un duro enfrentamiento interno por los dichos del presidente Piñera durante la conmemoración de los 40 años del golpe.
La competencia entonces es clara. El 41% del electorado bacheletista votaría por Marco si ella no fuese la candidata. El 28% del electorado de Matthei  sería de Parisi si ella no estuviese. Al revés, los votos que comparten Parisi con ME-O y Bachelet con Matthei son mínimos. La competencia es por los domicilios políticos.
Luego, los candidatos masculinos tienen de dulce y de agraz. Como a Parisi lo conoce el 61% de la población, tiene espacio para crecer hasta noviembre, y probablemente lo haga. A Marco, en cambio, ya lo conoce un 97% de las personas y, por tanto, su rango de crecimiento hasta las elecciones depende solamente de restarles votos a otros. Sin embargo, al otro día de las elecciones, el escenario será distinto. Porque a ME-O le corresponderá sumar el 41% de los votos de Bachelet, que votarían por él si ella no estuviese, y que lo dejarán, probablemente, como el político de centroizquierda mejor posicionado (un 31% de expectativas de voto a nivel nacional). Mientras que, luego de noviembre, Parisi deberá luchar, por un lado, con la sombra de una eventual candidatura de Piñera y, por otro, con el posicionamiento de la izquierda liberal de Velasco.




Los sectores de jóvenes (22,7%), ABC1 (28,6%) y de personas con educación universitaria (21,9%) son los mejores nichos para Evelyn Matthei entre quienes declaran que participarán en las elecciones el próximo 17 de noviembre. Además, tiene buenas cifras en el grupo que describe tener un bienestar alto en su vida (24,4%), y en cuanto a características geográficas, también obtiene un desempeño mejor que su promedio en el Norte del país (19,8%) y en las “urbes medianas” (22,4%), ciudades cuyo perfil concuerda con el despliegue hecho por la candidata en terreno.
Su desempeño es más bajo que el promedio en los sectores rurales (12,1%) y entre quienes sólo tienen educación básica, donde obtiene 9%. En el resto de los bloques su desempeño es parejo, aun cuando se observa una pequeña diferencia al comparar la intención de voto de las mujeres (18,2%) contra la de los hombres (16,3%).
El perfil en lo valórico es más conservador que en los otros tres candidatos analizados. Los votantes de Matthei respaldan el AVP (68,2% a favor), pero rechazan el aborto (51,7% en contra), el matrimonio homosexual (61,2%) y la legalización de la marihuana (58,6%).
El 15% de sus votantes tiene educación básica, el 44% educación media, y el 41% educación superior. Y a la hora de elegir dónde matricular a sus hijos, las cifras son parejas: el 24% lo haría en un colegio municipal, el 33% en uno particular subvencionado y el 31,6% en uno privado.
En cuanto a su percepción de vida, quienes optan por la candidata de la Alianza parecen estar conformes con su situación actual. El 67,3% afirma que aunque el sistema económico necesite ajustes profundos o menores, no lo cambiaría por otro. El 52,7% cree que avanza más que el resto de los chilenos, y sus votantes prefieren como presidente a un político “técnicamente más capaz” (47,2%).
En el caso de Matthei, cobran especial relevancia los indecisos. El sondeo indica que el 17,7% de quienes respondieron que irán a votar aún no tiene decidido por quién lo hará, una cifra elevada considerando que queda un mes para la elección. Por eso, es un grupo que podría modificar el escenario de la presidencial.


Franco Parisi está, literalmente, contra el tiempo. De los cuatro candidatos con mayor intención de voto, el economista es el que tiene menor porcentaje de conocimiento: 61,3%. La cifra indica dos cosas: que aún tiene espacio para crecer, pero que tiene una carrera contrarreloj para llegar al público que no lo conoce.
Pese a que apela constantemente en sus intervenciones al mundo popular -su lema de campaña es “El poder de la gente”-, la fortaleza de Parisi está en los jóvenes y los sectores más educados. En el grupo de 18 a 29 años, el independiente tiene 15,2% de intención de voto entre posibles votantes, mientras en los grupos ABC1 y C2 tiene 13,7% y 12,7%. En tanto, entre los hombres obtiene el doble de votos que entre las mujeres (10,8% versus 4,5%), y entre quienes tienen estudios universitarios llega al 12,3%. De hecho, al desglosar esa cifra, el 4% de sus votantes tiene sólo educación básica, el 48% tiene educación media y el 48% tiene educación superior.
Entre sus puntos débiles, Parisi logra apenas 1,4% entre los mayores de 60 años; en los sectores más pobres (D y E) logra 4,0% y 2,7%, respectivamente, y en las zonas rurales alcanza el 4,5% de las preferencias.
En cuanto a temas valóricos, sus votantes están a medio camino entre liberales y conservadores: hay “empate técnico” -45,4% a 44,5%- sobre si se debe legalizar el aborto y respaldan el Acuerdo de Vida en Pareja (73,6%), pero rechazan el matrimonio homosexual (52,5% en contra) y la legalización de la marihuana (48,6% no está de acuerdo).
Al igual que en el caso de Bachelet, el 55,4% de los votantes de Parisi cree que avanza menos que el resto de los chilenos o que está retrocediendo. El 55,5%, por su parte, afirma que preferiría matricular a sus hijos en un colegio particular subvencionado. El 43,2% cree que la sociedad chilena cambió tras las movilizaciones estudiantiles de 2011, la cifra más alta de los cuatro candidatos.
Sus electores se reparten en caso de que Parisi no fuera candidato: el 20,2% afirma que votaría por la abanderada de la Alianza, el 21,7% lo haría por ME-O, y el 25% por Bachelet.



FICHA TÉCNICA: La encuesta Ichem-Universidad Autónoma se realizó en base a un universo de población urbana y rural de 18 años y más, residente en las 15 regiones del país, con una cobertura total en base al Censo de 2002. Se encuestó a 1.708 personas, que fueron entrevistadas en sus hogares, en cuatro tipos de territorios comunales: grandes urbes, urbes intermedias, comunas con centro urbano y  presencia rural y comunas rurales. Es una muestra probabilística en todas sus etapas, compuesta de conglomerado (para las manzanas), al interior de cada conglomerado selección al azar de viviendas dentro de ellos, y dentro de éstas selección al azar de personas. El error muestral se estima en ±2,35% considerando varianza máxima y un 95% de confianza. El instrumento fue un cuestionario estructurado con respuestas cerradas y aplicado en una entrevista cara a cara. La recolección de datos se efectuó entre los días 23 de agosto y 27 de septiembre del 2013, trabajo realizado por Iccom-Cadem. En los gráficos y tablas se presenta a los candidatos por orden alfabético.

viernes, octubre 11, 2013

La debilidad de la negación



Por Rubén Weinsteiner para El País

Toda negación implica una afirmación,  esto es Lacan.
Andá y decile a tu esposa: “tu amiga Claudia…, no me gusta” , “la verdad, que no me mueve ni un pelo”. A partir de ese momento,  tu esposa va a estar completamente segura  que te gusta mucho su amiga Claudia.
La funcionalidad de la negación en el discurso, es inversa en términos de sus objetivos a la intención del emisor.  Nadie que sea honesto debería decir  “no robé ”, sería como para alguien que no tiene ninguna cicatriz en la cara,  decir “yo no tengo ninguna cicatriz en la cara”. Si uno no tiene  el deseo de tener algo ni nada con Claudia, difícilmente habilite los senderos neurológicos que le hagan decir  algo relacionado con  “tener algo con Claudia”,  aún para negarlo, y eso las audiencias lo decodifican rápido,  aunque  no lo puedan poner en palabras y en emergencia,  y fundamentarlo.
Esta percepción no decodificada, no construye afirmaciones racionales con reproductibilidad, no es algo que las personas van a contar y repetir,  sino que genera  sensaciones y sentimientos que se van solidificando e interviniendo en los mecanismos de valoración y preferencias.
Desde ya que la afirmación no debería dejar ninguna duda, pero debería negar afirmando e intervenir en forma cenestésica en los públicos objetivo.
La reacción refleja,  siempre será negar, para  luego exponer elementos objetivos que desmientan la información que deseamos negar. Y esta secuencia plantea problemas complejos.
El primer problema que presenta la negación consiste en rebatir con una respuesta racional una instalación emocional que han “comprado” algunas personas. Una vez que la emocionalidad generada  se instala, corre por canales separados con la racionalidad.
El segundo problema consiste en la previsibilidad y obviedad, ya que  lo que se espera siempre es la negación, con lo cual la predisposición  del oyente es defensiva.  Ante la difusión de una noticia que señala que el ministro de defensa recibió una coima,  resulta obvio que el ministro no va a decir “es cierto recibí una coima”.
El tercer problema consiste en que cuando alguien tiene que negar un rumor o una información,  esa información ha generado  interés en la masa crítica, con lo cual el negador se convierte en un aguafiestas. La población se enteró que el ministro de economía participó de una orgía, a la gente le gusta imaginar difundir y viralizar el rumor, si viene el ministro a arruinar ese disfrute no será bien recibido, uno cree aquello en lo que quiere creer.
El cuarto problema de la negación radica en la asimetría de reproductibilidad de esa negación,  en relación a la información que se pretende negar. La cantidad de veces que se repite una información ponderada por la viralización boca a boca, 2.0 y la retroalimentación desde y hacia los medios tradicionales, es muy superior a la cantidad de veces que una persona puede negar algo.
La acción más eficaz para gestionar una acusación un rumor o una información negativa,  es la construcción de una imagen emocional positiva en la audiencia, que compita y derrote las construcciones cenestésicas generadas por la información original.
Si hay algo en lo que la información o el rumor refieren,   que tenga que ver con un error propio, resulta altamente eficaz admitirlo. Cuando alguien comienza un discurso admitiendo un problema o un error, el receptor baja la guardia y se consigue automáticamente crédito de ese receptor.
Resulta clave microsegmentar la reacción, porque las sensaciones construidas por la información original, difieren de acuerdo a los públicos donde está intervino.
Hace falta  destabicar y explicar el mecanismo por el cual se instaló el rumor, o se fraguó una falsa información, de manera clara, simple y didáctica, identificando los intereses que se movieron detrás de la operación, sin personalizar.
Resulta fundamental reaccionar rápido, el tiempo que pasa aumenta la tasa de reproductibilidad de la información y solidifica la emocionalidad que la información genera y el costo de revertir aumenta minuto a minuto como en un taxi.

Rubén Weinsteiner

El marketing de "salir a endeudarse"




Ahora que se debate si salir a endeudarse, o seguir manejándose con lo propio, conviene tener presente como construcción de sentido, ante el discurso de salir a los mercados, salir a endeudarse, que este discurso, esgrimido por operadores, periodistas y economistas, se constituye fundamentalmente en un corporizador de estrategias individuales y corporativas, con el objeto de hacer negocios.

No hay ahí ningún interés ni preocupación por lo colectivo, lo nacional ni la otredad.

Como ejemplo del condicionamiento terminal que ejerce el endeudamiento sobre nuestros países de Latinoamérica, tomé un período de 8 años 1979-1987, durante ese período América latina destinó el 5% de su PBI para pagar deuda y aún así la deuda creció un 230%.

En 1979 la deuda latinoamericana representaba el 37% del producto, en 1987 el 60%.

Vamos a los casos:

En 1978 Brasil debía 52.187 millones de dólares, entre 1979 y 1987 Brasil pagó 88 mil millones de dólares (solo en concepto de intereses), y en 1987 debía 121 mil millones de dólares. Brasil pagó una vez y media su deuda y termino el período con una deuda superior al doble de su deuda original.

Argentina debía en 1978 13 mil millones de dólares, en el período 79/87 pagó 36 mil millones de dólares (solo en concepto de intereses) , y en 1987 debía 51 mil millones de dólares. Argentina pagó 2,76 veces su deuda y terminó debiendo casi cuatro veces lo que debía al comienzo.

México en 1978 debía 35 mil millones de dólares, entre 1979 y 1987 pagó 65 mil millones de dólares (solo en concepto de intereses) . En 1987 debía 105 mil millones de dólares. Pagó 1,8 veces su deuda, y terminó debiendo el triple.

Perú debía en 1978, 9 mil millones de dólares. Entre 1979 y 1987 pagó 8 mil millones de dólares (solo en concepto de intereses), al final del período debía 15 mil millones de dólares.

El caso más interesante es el de Venezuela, único país que pagó además de los intereses, capital. En 1984 Venezuela debía 34 mil millones de dólares, En los 5 años subsiguientes pagó 8 mil millones de capital y 16 mil millones de intereses. En total pagó 25 mil millones de dólares. Después de este tremendo esfuerzo, en 1988 Venezuela debía 32 mil millones de dólares.

El marketing neoliberal encarna estrategias diversas para facilitar negocios a determinados grupos. Neustadt en los 80 insistía en los bien que funcionarían los servicios en caso fueran privados. 
Los 90 evaluados en retrospectiva, nos ayudaron a pensar y diferenciar realidad de marketing. En este caso comisiones de hasta 50 millones de dólares por cada refinanciación en la era Cavallo, comisiones de los Bancos y fees de empresas a lobbistas, se constituyen en el reason why del marketing de “salgamos a endeudarnos”

Brasil votará economía, ruptura con aliados y nacionalismo 2.0

 
Un Brasil que disfruta de una tensa calma luego de las masivas manifestaciones de mediados del presente año, ya comienza a calentar los motores para el proceso electoral del 2014. En él se definirá la reelección o no de la actual presidenta Dilma Rousseff. Hasta las movilizaciones, la reelección era considerada poco menos que un trámite sencillo. No obstante, el impacto del descontento multiplicado por los medios de comunicación masiva y las cada vez más protagónicas redes sociales derivaron en una caída de la popularidad de la mandataria del 65 % al 30 %. Para luego volver a crecer a cifras entre 35 y 40 %.
Asimismo, en el frente económico, la devaluación del real fue muy fuerte hasta agosto, rondando un 20 % y se detuvo en los últimos meses por la masiva intervención del Banco Central. Para ello, se usaron 55 mil millones de dólares (un 15 % del total de reservas y una vez y media todas las reservas del Banco Central argentino, que están en 35 mil millones). La principal preocupación del Brasil es controlar su inflación, que llegó al 6,5 anual hace unos meses y que por acción de las autoridades monetarias cerraría el año en 5,82, con un estimado de 5,84 en el 2014. Décimas por abajo del techo del 6 % anual que el equipo económico de Lula y luego de Rousseff establecieron para contar con una economía sana y estable.
Esa prioridad afecta la tasa de crecimiento en el corto plazo (2,4 en 2013 y 2,2 el año que viene) pero aleja al Brasil de proyecciones de ajustes más fuertes como se esperan en otros países de la región que cuentan con tasa inflacionarias del 25 al 30 % como la Argentina y poco más del 40% en Venezuela. No obstante, esta ventaja de mediano y largo plazo tiene como contracara un nivel de crecimiento más que modesto de la economía brasileña en el electoral 2014.
A la agitación de las capas medias, creciente y fortalecidas en estos once años del PT en el poder, se le suman algunas novedades en el plano político partidario. La joven y carismática ex ministra de Medio Ambiente de Lula, Marina Silva, que ya rompiese en el pasado con el oficialismo y lo enfrentara en las elecciones del 2010 sacando un más que digno 20 % de los sufragios y quedando sólo por detrás de Rousseff y el opositor Serra, articuló una alianza con el PSB del hábil Eduardo Campos. Él mismo, ex ministro de Ciencia y Tecnología del primer gobierno de Lula y actual gobernador de Pernambuco. Antes de esta suma de fuerzas, las encuestas otorgaban un 35 % para la actual presidenta, Marina Silva con 16 %, Campos con 5 % y 11 % para el opositor gobernador Aecio Neves del PSDB. Según trascendió, Neves ha visto, paradójicamente, con buenos ojos el arreglo de la dupla Silva-Campos dado que en su opinión este escenario de mayor fragmentación de ex aliados del PT y un descenso de la popularidad de Rousseff mejoraría las posibilidades de la necesidad de una segunda vuelta electoral entre la mandataria y el opositor que se sitúe en un segundo puesto.
Neves parece percibir que la dupla presidencial de los ex oficialistas será con Campos encabezando. Pese a ello, de confirmarse una intención del voto en torno al 40% para la presidenta, sus posibilidades de ser reelecta serían más que importantes. De más está decir que la histórica visión de Brasil como un país “ballena” de movimientos lentos y previsibles ha quedado en cuestión este año, pero aún a años luz de los vaivenes tradicionales que viven sus vecinos hispanos. Otro factor, en este caso externo, ha venido a aportarle a la presidenta un buen tema de marketing electoral. Tal es el caso de la firme postura asumida ante la administración Obama por el caso de espionaje de la agencia de inteligencia de las comunicación NSA de los EEUU

Clivajes eficaces para la gestión de la marca política



Por Rubén Weinsteiner para EL PAÍS
Una de las dimensiones más importantes para la construcción de una marca política poderosa, es la arquitectura de un discurso de poder sólido,  en función de un clivaje eficaz.
El clivaje es la división traducida en competencia política,  que construye las singularidades y particularidades de un liderazgo, permitiendo plantearle a la sociedad en ese discurso de poder,  los cambios propuestos, construir el debate  y estructurar la competencia con los demás jugadores políticos.
El clivaje permite presentar lo que uno es, reforzado por lo que uno no es, simplificando en un esquema binario, si-no, blanco-negro,  un planteo  fácil de asumir, del tipo “de que lado estás” a los electores.
Organizar el debate y definir un clivaje
Plantear el eje divisorio, el clivaje,  es organizar el debate, y el que organiza el debate acumula poder. Los comentaristas, los que opinan y reaccionan sobre lo que hace el que organiza el debate y el clivaje, resignan poder. Gana el que instala, dirige y por lo tanto controla  el debate.
A lo largo de la historia, la construcción de los clivajes políticos viraron de la clivación por variables duras como religión, etnia o territorio a establecer clivajes por variables blandas.
Desde los históricos derecha-izquierda, conservadurismo-liberalismo en Estados Unidos o peronismo-antiperonismo, en la Argentina; a  la UCR desarrollando un clivaje en torno a institucionalidad-clientelismo, Carrió acerca de  transparencia-corrupción,  Macri; ineficiencia-gerentismo eficiente, el Kirchnerismo inclusión-exclusión (todos/as-pocos), el sujeto político agromediático modelo 2008 consolidado en la figura de Cobos en su momento: consenso-enfrentamiento. Otros probaron mano dura-garantismo, modernidad primer mundística-atraso (lo viejo), privado-estatal,  liberación o dependencia, etc.
Hay clivajes eficaces y otros que no lo son
En la toma de la iniciativa para la instalación del debate y en  el diseño eficaz  del clivaje reside la clave del éxito en la construcción y acumulación.
Desde el marco  investigativo llegamos a la conclusión que hay ejes que no han servido para construir poder y votos, como seguridady corrupción y otros que si, como economía y formas. Seguridad y corrupción han sido altamente eficaces para construir malestar, pero no para construir votos.
La disposición y dirección del debate y el diseño, instalación y gestión de los clivajes son acciones que requieren abordajes  permanentes, creatividad, pensamiento disruptivo y una  persistente ruptura de límites.
Gana el que organiza sostiene y conduce el debate, en torno al clivaje más eficaz en un contexto de tiempo y espacio.
Rubén Weinsteiner