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jueves, noviembre 13, 2008

La Crisis NINJA

La Crisis NINJA

Si se les han quemado los libros, lean el diario

Hace falta una revisión del libro “Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero” (1936), de John Maynard Keynes, digo esto a riesgo de ser tildado de cepalino y de estructuralista latinoaméricano entre otras cosas.
El otro día un ex colaborador de Cavallo, decía que algunos economistas estudiaron en Calamuchita, como si solo se debiera escuchar a los egresados de Chicago.
Guy Sorman dice que el neoliberalismo no fracasó, solo que fue mal aplicado... lean el diario.

Minsky tenía razón


¿Cómo puede explicarse una crisis con un modelo que no tiene una crisis entre sus resultados posibles?"

Hyman Minsky, dedicó gran parte de su carrera a explicar que los sistemas financieros son inherentemente susceptibles a crisis especulativas que, si duran lo suficiente, terminan en grandes crisis.

Aunque Minsky nació en Chicago, sus ideas no pueden ser más opuestas a las de la famosa escuela de esa ciudad, precisamente la promotora de la teoría de los mercados eficientes. Por el contrario, fue un seguidor de Keynes (el economista más relevante del Siglo XX, padre del new deal y de la explosión del gasto público que convirtió a la posguerra mundial en la mayor era de prosperidad de la Historia). Minsky murió en 1996, justo antes de una década de crisis financieras que han empezado a dar credibilidad a sus ideas: Asia, Rusia, las punto com, el crédito corporativo y, ahora, la sub prime.

¿Se imaginan a un médico que intente curar una enfermedad a partir de una teoría en la cuál la persona no se enferma nunca? No. Bueno, algunos economistas proponen que la economía no se enferma nunca. Y, cuando se enferma, no tienen receta. Así que en tiempos como estos hay que recurrir a aquellos que piensan que la economía se enferma, y mucho... Minsky es uno de esos economistas.


Uno de los libros clásicos en momentos de desastre en los mercados es Manias, Panics and Crashes: A History of Financial Crises , de Charles Kindleberger, que se apoya claramente en las tesis de Minsky. En esencia, esta tesis es muy directa: en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados. En algún momento, alcanzan un punto en el que la liquidez que generan sus activos ya no es suficiente para amortizar las montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos. Las pérdidas en los activos especulativos motivan que los bancos que prestan el dinero reclamen los préstamos. Y eso provoca el colapso del valor de los activos, según Minsky.

Es decir, cuando los inversores se ven obligados a vender incluso sus activos más seguros para poder pagar sus préstamos, se inicia una espiral bajista en los mercados y se genera una enorme demanda de liquidez. Entonces es cuando se produce el momento Minsky. Algunos analistas, como Paul McCulley, de Pacific Investment Management –la mayor gestora de fondos de renta fija del mundo-, creen que ahora nos encontramos en uno de esos momentos.

El mercado inmobiliario es un ejemplo perfecto de esta situación. Cuando los compradores de casas tienen que pagar una entrada del 10% o el 20% para conseguir una hipoteca, y también tienen que aportar documentación que pruebe que pueden hacer frente a los pagos, el riesgo para los bancos es mínimo. Pero a medida que los precios de la vivienda suben, los especuladores entran en el mercado y los bancos relajan la guardia, y ofrecen préstamos sin entrada y con muy poca o ninguna documentación.

Y cuando los precios de la vivienda se estancan o incluso empiezan a bajar, llega el gran problema. Si un banco presta dinero a compradores que han puesto un 20% de entrada y los precios bajan en 25, no pasa nada; pero si la mayoría de la cartera de hipotecas está concentrada en compradores que no han dado nada de entrada y los precios bajan un 2%, el resultado es la quiebra.



Para Minsky existían 3 clases de empresas:
(1) La que tiene la capacidad de pagar puntualmente las obligaciones contraídas
(2) La que solo tiene la capacidad de pagar los intereses de la deuda contraída
(3) La que ni siquiera puede pagar los intereses, y necesita renovar el capital mas los intereses.
La constitución de un sistema financiero robusto requiere que las empresas que interactúan sean predominantemente del tipo (1). Según Minsky, todo sistema financiero robusto tiene la tendencia de convertirse en frágil, mientras el tipo de interés es muy inferior a la tasa de beneficio privado.
Por el contrario las empresas que requieran una refinanciación permanente de capital, o una renovación de capital e interés, establecen las bases de un sistema financiero frágil y vulnerable ante una situación financiera retadora.
Cuando un país como EE.UU., por temor a que se descontrole la inflación, baja la tasa de interés de 5,25% a 1% en unos pocos trimestres (2004), se generan los incentivos necesarios para estimular el endeudamiento creciente (apalancamiento) para invertir o hacer negocios de “compra venta” de alta rotación, o emitir bonos, títulos y derivados; con garantía de los bienes adquiridos creyendo que crecen de precio en forma permanente e inalterable, mientras las tasas permanecen fijas para siempre; todo esto guiado por “la codicia” irracional de hacer una operación más cada vez, sin solución de continuidad.
El crecimiento de la demanda de crédito, lleva inexorablemente a un aumento de la tasa de interés, que luego crecerá en forma inversamente proporcional (por aumento del riesgo) al rendimiento de los beneficios de las empresas. En ese contexto las empresas del tipo (1) podrán seguir honrando sus compromisos antes que llegue el contagio, pero las empresas del tipo (3), y luego las del tipo (2), en ese orden, no podrán hacerlo porque ya la rentabilidad de la inversión no alcanza para afrontar el costo financiero (efecto palanca negativo). Comienza a escasear el crédito y crece la tasa de interés como consecuencia del riesgo sistémico progresivo.
Obviamente los activos financieros entran en un periodo de volatilidad, incluyendo a las empresas mas destacadas y de mayor solvencia, independientemente de sus balances. Por esta razón los tenedores de activos financieros, productivos y fijos; comienzan a vender para hacerse de liquidez, luego el alto costo financiero comienza a trasladarse a los precios y se sigue reduciendo la tasa de rentabilidad, creándose un circulo vicioso que termina en colapso.
La sofisticación de los instrumentos financieros que ya existían desde mucho antes, crecieron en forma difícilmente cuantificable en los últimos años, sin racionalidad cuantificable, exacerbados a partir de la globalización de los mercados, sin las regulaciones y controles pertinentes; y han ido constituyendo un riesgo creciente para la estabilidad financiera alejándose de la teoría convencional actuarial (calculo de probabilidades asociadas de ocurrencia), sin que nadie se atreviera a intervenir para prevenirlo; por temor a ser clasificado como “izquierdista, estatista y dirigista” (Cuyo sentido real era desprestigiar).
Reventada que fue la burbuja, alguien difícil de estereotipar (Warren Buffett), en oposición al dogmatismo intolerante dijo: “estos (derivativos y estrategias de apalancamiento) son armas de destrucción masivas financieras”.
Obviamente un endeudamiento creciente ahora restringe las inversiones de riesgo del sector privado, y consecuentemente aleja la llave de crecimiento a largo plazo de la economía capitalista, conduciendo al mundo a la recesión y desempleo.
El comportamiento de la mayor economía monetaria con el mas alto grado de desarrollo financiero, creció en condiciones de incertidumbre, en forma imponderable, cambió el mejor ciclo económico mundial y compromete el liderazgo político hegemónico que gozó por 18 años la nación más poderosa del mundo, solo por la volatilidad de las expectativas, convirtiendo un sistema financiero fuerte, en otro al borde de la quiebra.

Minsky tenía razón


¿Cómo puede explicarse una crisis con un modelo que no tiene una crisis entre sus resultados posibles?"

Hyman Minsky, dedicó gran parte de su carrera a explicar que los sistemas financieros son inherentemente susceptibles a crisis especulativas que, si duran lo suficiente, terminan en grandes crisis.

Aunque Minsky nació en Chicago, sus ideas no pueden ser más opuestas a las de la famosa escuela de esa ciudad, precisamente la promotora de la teoría de los mercados eficientes. Por el contrario, fue un seguidor de Keynes (el economista más relevante del Siglo XX, padre del new deal y de la explosión del gasto público que convirtió a la posguerra mundial en la mayor era de prosperidad de la Historia). Minsky murió en 1996, justo antes de una década de crisis financieras que han empezado a dar credibilidad a sus ideas: Asia, Rusia, las punto com, el crédito corporativo y, ahora, la sub prime.

¿Se imaginan a un médico que intente curar una enfermedad a partir de una teoría en la cuál la persona no se enferma nunca? No. Bueno, algunos economistas proponen que la economía no se enferma nunca. Y, cuando se enferma, no tienen receta. Así que en tiempos como estos hay que recurrir a aquellos que piensan que la economía se enferma, y mucho... Minsky es uno de esos economistas.


Uno de los libros clásicos en momentos de desastre en los mercados es Manias, Panics and Crashes: A History of Financial Crises , de Charles Kindleberger, que se apoya claramente en las tesis de Minsky. En esencia, esta tesis es muy directa: en los buenos tiempos, los inversores asumen riesgos, hasta que asumen demasiados. En algún momento, alcanzan un punto en el que la liquidez que generan sus activos ya no es suficiente para amortizar las montañas de deuda en que incurrieron para comprarlos. Las pérdidas en los activos especulativos motivan que los bancos que prestan el dinero reclamen los préstamos. Y eso provoca el colapso del valor de los activos, según Minsky.

Es decir, cuando los inversores se ven obligados a vender incluso sus activos más seguros para poder pagar sus préstamos, se inicia una espiral bajista en los mercados y se genera una enorme demanda de liquidez. Entonces es cuando se produce el momento Minsky. Algunos analistas, como Paul McCulley, de Pacific Investment Management –la mayor gestora de fondos de renta fija del mundo-, creen que ahora nos encontramos en uno de esos momentos.

El mercado inmobiliario es un ejemplo perfecto de esta situación. Cuando los compradores de casas tienen que pagar una entrada del 10% o el 20% para conseguir una hipoteca, y también tienen que aportar documentación que pruebe que pueden hacer frente a los pagos, el riesgo para los bancos es mínimo. Pero a medida que los precios de la vivienda suben, los especuladores entran en el mercado y los bancos relajan la guardia, y ofrecen préstamos sin entrada y con muy poca o ninguna documentación.

Y cuando los precios de la vivienda se estancan o incluso empiezan a bajar, llega el gran problema. Si un banco presta dinero a compradores que han puesto un 20% de entrada y los precios bajan en 25, no pasa nada; pero si la mayoría de la cartera de hipotecas está concentrada en compradores que no han dado nada de entrada y los precios bajan un 2%, el resultado es la quiebra.



Para Minsky existían 3 clases de empresas:
(1) La que tiene la capacidad de pagar puntualmente las obligaciones contraídas
(2) La que solo tiene la capacidad de pagar los intereses de la deuda contraída
(3) La que ni siquiera puede pagar los intereses, y necesita renovar el capital mas los intereses.
La constitución de un sistema financiero robusto requiere que las empresas que interactúan sean predominantemente del tipo (1). Según Minsky, todo sistema financiero robusto tiene la tendencia de convertirse en frágil, mientras el tipo de interés es muy inferior a la tasa de beneficio privado.
Por el contrario las empresas que requieran una refinanciación permanente de capital, o una renovación de capital e interés, establecen las bases de un sistema financiero frágil y vulnerable ante una situación financiera retadora.
Cuando un país como EE.UU., por temor a que se descontrole la inflación, baja la tasa de interés de 5,25% a 1% en unos pocos trimestres (2004), se generan los incentivos necesarios para estimular el endeudamiento creciente (apalancamiento) para invertir o hacer negocios de “compra venta” de alta rotación, o emitir bonos, títulos y derivados; con garantía de los bienes adquiridos creyendo que crecen de precio en forma permanente e inalterable, mientras las tasas permanecen fijas para siempre; todo esto guiado por “la codicia” irracional de hacer una operación más cada vez, sin solución de continuidad.
El crecimiento de la demanda de crédito, lleva inexorablemente a un aumento de la tasa de interés, que luego crecerá en forma inversamente proporcional (por aumento del riesgo) al rendimiento de los beneficios de las empresas. En ese contexto las empresas del tipo (1) podrán seguir honrando sus compromisos antes que llegue el contagio, pero las empresas del tipo (3), y luego las del tipo (2), en ese orden, no podrán hacerlo porque ya la rentabilidad de la inversión no alcanza para afrontar el costo financiero (efecto palanca negativo). Comienza a escasear el crédito y crece la tasa de interés como consecuencia del riesgo sistémico progresivo.
Obviamente los activos financieros entran en un periodo de volatilidad, incluyendo a las empresas mas destacadas y de mayor solvencia, independientemente de sus balances. Por esta razón los tenedores de activos financieros, productivos y fijos; comienzan a vender para hacerse de liquidez, luego el alto costo financiero comienza a trasladarse a los precios y se sigue reduciendo la tasa de rentabilidad, creándose un circulo vicioso que termina en colapso.
La sofisticación de los instrumentos financieros que ya existían desde mucho antes, crecieron en forma difícilmente cuantificable en los últimos años, sin racionalidad cuantificable, exacerbados a partir de la globalización de los mercados, sin las regulaciones y controles pertinentes; y han ido constituyendo un riesgo creciente para la estabilidad financiera alejándose de la teoría convencional actuarial (calculo de probabilidades asociadas de ocurrencia), sin que nadie se atreviera a intervenir para prevenirlo; por temor a ser clasificado como “izquierdista, estatista y dirigista” (Cuyo sentido real era desprestigiar).
Reventada que fue la burbuja, alguien difícil de estereotipar (Warren Buffett), en oposición al dogmatismo intolerante dijo: “estos (derivativos y estrategias de apalancamiento) son armas de destrucción masivas financieras”.
Obviamente un endeudamiento creciente ahora restringe las inversiones de riesgo del sector privado, y consecuentemente aleja la llave de crecimiento a largo plazo de la economía capitalista, conduciendo al mundo a la recesión y desempleo.
El comportamiento de la mayor economía monetaria con el mas alto grado de desarrollo financiero, creció en condiciones de incertidumbre, en forma imponderable, cambió el mejor ciclo económico mundial y compromete el liderazgo político hegemónico que gozó por 18 años la nación más poderosa del mundo, solo por la volatilidad de las expectativas, convirtiendo un sistema financiero fuerte, en otro al borde de la quiebra.

martes, noviembre 11, 2008

American Express se convertirá en un banco


La medida permitirá al gigante de tarjetas de crédito acogerse a los programas de financiación de la Reserva Federal

La Reserva Federal (Fed) dio su visto bueno a la conversión de la empresa de medios de pago American Express en un banco comercial, lo que le permitirá acogerse a los programas de financiación de bajo coste de la autoridad monetaria.

Según informa en un comunicado, la Fed ha aceptado la petición del gigante de las tarjetas de crédito después de que el pasado mes de septiembre los bancos de inversión Goldman Sachs y Morgan Stanley tomaran esta iniciativa.

Al tomar esta medida, los dos bancos de inversión adquirieron la capacidad de tomar prestado el dinero de la autoridad monetaria, y además construir una cartera de depósitos de clientes, con la idea de equilibrar sus balances, terriblemente deteriorados por la crisis financiera.

American Express ha seguido los mismos pasos, después de que el mes pasado informara de una caída en su beneficio trimestral del 24 por ciento, debido al menor uso de las tarjetas y a las mayores dificultades de sus clientes para devolver el crédito.

Esta situación le creó a American Express grandes dificultades para colocar su deuda en el mercado, y por tanto, para recabar financiación.

La Fed permite a los bancos comerciales utilizar la deuda de sus clientes, incluida la de las tarjetas de crédito, como garantía colateral para los préstamos que ofrece con descuento, con un tipo de interés muy bajo, del 1,25 por ciento.

En la actualidad, American Express, la mayor empresa de medios de pago de EE.UU., cuenta con unos activos de 127.000 millones de dólares.

American Express financia directamente a sus clientes, por lo que se ha visto arrastrada directamente por la destrucción de empleo en EE.UU. y la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores estadounidenses.

Visa, por el contrario, solo actúa como una procesadora de los pagos, sin dar crédito directamente, lo que le ha permitido duplicar sus beneficios trimestrales hasta los 448 millones de dólares, según informó ayer.

El Banco Mundial anuncia que triplicará los préstamos a países en desarrollo


El organismo financiero multilateral concedió préstamos por valor de 13.500 millones de dólares el año pasado. Para este año planea dar préstamos por valor de 35.000 millones de dólares.

El Banco Mundial (BM) anunció hoy que podría casi triplicar su volumen de préstamos este año, hasta los 35.000 millones de dólares, para ayudar a países en desarrollo afectados por la crisis financiera global.



El organismo financiero multilateral concedió préstamos por valor de 13.500 millones de dólares el año pasado.

Robert Zoellick, presidente del BM, indicó hoy que se trata de una ayuda "global", que irá a parar a países tanto de Asia, como de Latinoamérica y otras regiones del mundo, aunque no precisó nombres concretos.

La institución indicó que los nuevos préstamos podrían totalizar los 100.000 millones de dólares en los tres próximos años.

El Banco Mundial rebajó sus previsiones de crecimiento para los países en desarrollo para este año desde el 6,4 por ciento previsto inicialmente hasta el 4,5 por ciento.

El organismo explicó que las turbulencias financieras, las menores exportaciones y la caída en los precios de las materias primas reducirán el crecimiento previsto.

El anuncio llega solo unos días antes de que los líderes del G20 (que agrupa a países desarrollados y en desarrollo) se reúnan en Washington para abordar la crisis financiera.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, que tiene previsto participar en la cumbre del G20, insistió hoy en que es necesario que los líderes que se reunirán el sábado en Washington no olviden el que describió como "rescate humano".

Zoellick pronosticó que la cumbre no ofrecerá todas las respuestas, pero sí permitirá que se pongan "buenas ideas" sobre la mesa de trabajo.

El responsable del BM indicó que durante los dos próximos años se producirán "cambios significativos" que permitirán la modernización del actual sistema multilateral.

Afirmó que los países en desarrollo deben de tener "un papel en el proceso" de reestructuración y destacó que sería un "error de proporciones históricas" si los países desarrollados implementan medidas que excluyan los intereses de los países en vías de desarrollo.

El Banco Mundial anuncia que triplicará los préstamos a países en desarrollo


El organismo financiero multilateral concedió préstamos por valor de 13.500 millones de dólares el año pasado. Para este año planea dar préstamos por valor de 35.000 millones de dólares.

El Banco Mundial (BM) anunció hoy que podría casi triplicar su volumen de préstamos este año, hasta los 35.000 millones de dólares, para ayudar a países en desarrollo afectados por la crisis financiera global.



El organismo financiero multilateral concedió préstamos por valor de 13.500 millones de dólares el año pasado.

Robert Zoellick, presidente del BM, indicó hoy que se trata de una ayuda "global", que irá a parar a países tanto de Asia, como de Latinoamérica y otras regiones del mundo, aunque no precisó nombres concretos.

La institución indicó que los nuevos préstamos podrían totalizar los 100.000 millones de dólares en los tres próximos años.

El Banco Mundial rebajó sus previsiones de crecimiento para los países en desarrollo para este año desde el 6,4 por ciento previsto inicialmente hasta el 4,5 por ciento.

El organismo explicó que las turbulencias financieras, las menores exportaciones y la caída en los precios de las materias primas reducirán el crecimiento previsto.

El anuncio llega solo unos días antes de que los líderes del G20 (que agrupa a países desarrollados y en desarrollo) se reúnan en Washington para abordar la crisis financiera.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, que tiene previsto participar en la cumbre del G20, insistió hoy en que es necesario que los líderes que se reunirán el sábado en Washington no olviden el que describió como "rescate humano".

Zoellick pronosticó que la cumbre no ofrecerá todas las respuestas, pero sí permitirá que se pongan "buenas ideas" sobre la mesa de trabajo.

El responsable del BM indicó que durante los dos próximos años se producirán "cambios significativos" que permitirán la modernización del actual sistema multilateral.

Afirmó que los países en desarrollo deben de tener "un papel en el proceso" de reestructuración y destacó que sería un "error de proporciones históricas" si los países desarrollados implementan medidas que excluyan los intereses de los países en vías de desarrollo.

China lanza plan de medidas para impusar su economía

El Gobierno chino aprobó un plan de inversiones con un presupuesto de 4 billones de yuanes (unos 459.000 millones de euros) para impulsar la demanda interna y facilitar la recuperación de su economía, la cuarta más grande del mundo, informó la agencia de noticias Xinhua.

El plan, aprobado el pasado miércoles, pero hecho público hoy, incluye también un cambio para "relajar moderadamente" la política monetaria, es decir, una posible rebaja de las tasas de interés que se sumarían al descenso de mediados de septiembre.

El Banco de China ya rebajó su actitud oficial de "rigurosa" a "prudente y flexible" el pasado verano ante el aumento de la inflación y la desaceleración del crecimiento.

"Con el agravamiento de la crisis financiera global en los últimos dos meses, el Gobierno debe adoptar políticas macroeconómicas flexibles y prudentes para afrontar la compleja y cambiante situación", explica el comunicado publicado por Xinhua.

No se detalla ninguna fuente de financiación para la aplicación del plan, compuesto de diez puntos, aunque el presupuesto estatal cuenta con un superávit de más de 133.000 millones de euros sólo del primer semestre del año.

En lugar de crecer por encima del 10%, como lo ha hecho los últimos años, las previsiones apuntan que el gigante asiático registrará un PIB apenas cercano al 9%,. Aunque esta cifra es espectacular respecto a las economía de Occidente, para China es peligroso puesto que si crece por debajo del 7% tiene graves problemas de desempleo.

China lanza plan de medidas para impusar su economía

El Gobierno chino aprobó un plan de inversiones con un presupuesto de 4 billones de yuanes (unos 459.000 millones de euros) para impulsar la demanda interna y facilitar la recuperación de su economía, la cuarta más grande del mundo, informó la agencia de noticias Xinhua.

El plan, aprobado el pasado miércoles, pero hecho público hoy, incluye también un cambio para "relajar moderadamente" la política monetaria, es decir, una posible rebaja de las tasas de interés que se sumarían al descenso de mediados de septiembre.

El Banco de China ya rebajó su actitud oficial de "rigurosa" a "prudente y flexible" el pasado verano ante el aumento de la inflación y la desaceleración del crecimiento.

"Con el agravamiento de la crisis financiera global en los últimos dos meses, el Gobierno debe adoptar políticas macroeconómicas flexibles y prudentes para afrontar la compleja y cambiante situación", explica el comunicado publicado por Xinhua.

No se detalla ninguna fuente de financiación para la aplicación del plan, compuesto de diez puntos, aunque el presupuesto estatal cuenta con un superávit de más de 133.000 millones de euros sólo del primer semestre del año.

En lugar de crecer por encima del 10%, como lo ha hecho los últimos años, las previsiones apuntan que el gigante asiático registrará un PIB apenas cercano al 9%,. Aunque esta cifra es espectacular respecto a las economía de Occidente, para China es peligroso puesto que si crece por debajo del 7% tiene graves problemas de desempleo.

Megaplán para frenar la crisis

Con el objetivo de fortalecer el mercado interno y la generación de empleo ante la merma de la actividad económica, el Ejecutivo lanzará obras de grandes dimensiones y otras de menor costo, con participación de pymes y cooperativas.

Por Martín Piqué

En los próximos veinte días, el Gobierno lanzará un plan de obras públicas para fortalecer el mercado interno y la generación de empleo. El proyecto, que apunta a compensar la caída de la actividad económica y su efecto sobre el sector privado, ya se puede consultar en varios despachos del Ejecutivo. Una copia descansa en la oficina que suele usar Néstor Kirchner en Olivos cada vez que recibe a un invitado. Aunque se anunciará en dos semanas, la iniciativa comenzará a ejecutarse con la llegada del nuevo año. El objetivo del proyecto consiste en reanudar las obras públicas de grandes dimensiones que se paralizaron o demoraron producto de la crisis, pero también y sobre todo prevé impulsar nuevos emprendimientos de infraestructura de menor costo pero alta visibilidad. Se trata de la construcción de hospitales y centros integradores comunitarios (las reparticiones descentralizadas del Ministerio de Desarrollo Social), como también obras vinculadas con cloacas, agua potable y veredas.

Una de las particularidades de la propuesta, que en algunas oficinas del Gobierno ya se conoce como el “megaplán”, es que tendrá una participación importante de pymes, microempresas y cooperativas. “Son las más creadoras de empleo”, argumentó uno de los diputados que integra la comisión de Obras Públicas de la Cámara baja. En la elaboración del proyecto, como en el repaso de los detalles y el estudio de la financiación, está trabajando el secretario de Obras Públicas, José López. Para que el plan se concrete, el Gobierno necesitará que se sancionen dos leyes claves que están pendientes en la agenda parlamentaria. La primera es la estatización de los fondos de las AFJP, que ya logró la media sanción en Diputados. La otra ley imprescindible es la prórroga del Impuesto al cheque, que deberá tratarse antes de fin de año. La prórroga de ese impuesto garantizará un importante ingreso a las arcas del Fisco.

En las altas esferas del Gobierno creen que el efecto que tendrá el plan de obras públicas será el de subsidiar la demanda y fortalecer el mercado interno. También funcionará como compensación ante las pérdidas de puestos de trabajo que la crisis está provocando en el sector privado.

Dentro del paquete “keynesiano” que promete anunciar la Rosada hay un espacio para los créditos que apuntalen el nivel de actividad. El Banco Nación, que preside la economista Mercedes Marcó Del Pont, está estudiando una línea de créditos blandos para empresas. Podría anunciarse en una semana.

Leído desde el escenario global, el paquete que prepara el oficialismo podría sumarse a la ola de medidas contracíclicas que están impulsando la mayor parte de los países afectados por la crisis. Tanto los desarrollados como los emergentes.

Uno de los primeros hombres del Gobierno que habló sobre el proyecto de obra pública fue nada menos que Kirchner. En sus periódicas reuniones con dirigentes del oficialismo en Olivos, el ex mandatario adelantó los puntos principales de la iniciativa. En las últimas semanas conversó sobre la iniciativa con el diputado Edgardo Depetri, el dirigente del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, y con el subsecretario de Integración Latinoamericana de la Cancillería, Eduardo Sigal, entre muchos otros. Uno de sus visitantes más recientes, incluso, pudo echar una ojeada a un cuadernillo con anotaciones en el que el propio Kirchner tenía anotados números y detalles del famoso “megaplán”. Otra de las ideas del santacruceño es reactivar las cooperativas de desocupados, algunas de ellas integradas por miembros de movimientos sociales, para que cumplan un rol en la ejecución de las obras.

Quienes han conversado con Kirchner sobre la crisis internacional aseguran haberlo encontrado confiado en los números de la economía argentina: léase, las reservas del Banco Central y los fondos que –con la sanción de la eliminación de las AFJP– podrían pasar a formar parte de la Anses.

El ex presidente considera a la fortaleza fiscal como una estrategia clave para sobrellevar la depresión económica que se avecina. “Kirchner sostiene que tenemos los instrumentos para bancarnos la crisis un tiempo y para enfrentar cualquier intento de especulación interna con los bonos, el dólar o las acciones. Pero todo depende de cuánto dure la crisis”, reconoció un funcionario y dirigente que hace poco fue invitado a conversar con el ex mandatario en la quinta de Olivos.

domingo, noviembre 09, 2008

Debe pensar en grande

Por Paul Krugman

El martes 4 de noviembre de 2008 será un día famoso (lo contrario de infame) para siempre. Si la elección de nuestro primer presidente afroamericano no ha conmovido y dejado al norteamericano al borde de las lágrimas de orgullo por su país, entonces hay algo que no anda bien.

¿Pero esta elección es un punto de inflexión real para la esencia de la política? ¿Barack Obama puede realmente abrirle la puerta a una nueva era de políticas progresistas? Sí, puede.

En este momento, muchos aconsejan a Obama que piense en chico, y basan sus argumentos en razones políticas: Estados Unidos, afirman, sigue siendo un país conservador, y los votantes castigarán a los demócratas si éstos se vuelcan muy a la izquierda. Otros dicen que la crisis económica no deja márgenes para actuar sobre temas como la reforma del sistema de salud. Esperemos que Obama tenga el buen criterio de hacer caso omiso de esas recomendaciones.

Tengamos en cuenta también que las elecciones presidenciales de este año fueron un claro referéndum sobre filosofías políticas, y la filosofía progresista triunfó.

La plataforma con la que se presentó Obama garantiza el cuidado de salud y una reducción de impuestos para la clase media, que se costeará con un aumento de impuestos para los más ricos. John McCain acusó a su adversario de socialista y "redistribuidor", pero de todos modos los norteamericanos lo votaron. Eso es un mandato real.

¿Y qué decir del argumento que afirma que la actual crisis económica hace imposible un programa de gobierno progresista? Bueno, no cabe duda de que la lucha contra la crisis costará muchísimo dinero. El rescate del sistema financiero seguramente exigirá el desembolso de fondos más cuantiosos aún de los ya comprometidos. Para colmo, necesitamos con urgencia un programa de mayor inversión pública para alentar la producción y en empleo. ¿El déficit fiscal federal del año próximo alcanzará el billón de dólares? Sí.

Pero el manual de economía básica indica que eso está bien, que es justo y apropiado enfrentar temporalmente la depresión económica con déficit público. Mientras tanto, uno o dos años en rojo -y que apenas pesarán sobre las arcas federales a futuro- no deberían ser impedimento para la implementación de un nuevo plan de salud que aunque se convierta en ley de inmediato, probablemente recién será efectivo a partir de 2011.

Agenda progresista
Más allá de eso, dar respuesta a la crisis económica es la mejor oportunidad de llevar adelante una agenda progresista. Ahora bien, el gobierno de Obama no debería copiar el hábito de la administración Bush de dar vuelta todos los argumentos para llevar agua al molino de sus políticas preferidas. (¿Recesión? La economía necesita ayuda, ¡entonces bajemos los impuestos a los ricos! ¿Recuperación? Reducción de impuesto a las ganancias para los ricos, ¡y más!)

Sería bueno que el nuevo gobierno dejara muy en claro hasta qué punto la ideología conservadora y la idea de que toda ambición es buena contribuyeron a generar esta crisis. Nunca fueron tan ciertas como hoy las palabras inaugurales de F. D. Roosevelt al asumir su segundo mandato: "Siempre hemos sabido que el interés personal desenfrenado es un error moral; ahora también sabemos que es un error económico".

Y éste parece ser uno de esos momentos en que lo contrario también es cierto, y los aciertos morales son también aciertos económicos. Ayudar a los más necesitados en tiempos de crisis a través de mayor asistencia sanitaria y beneficios para los desocupados es la respuesta moralmente correcta, y son también medidas de estímulo económico mucho más efectivas que reducir el impuesto a los bienes de capital. Proveer ayuda a los estados y gobiernos locales para garantizar la prestación de los servicios básicos esenciales es fundamental para los usuarios que dependen de esos servicios, y es también una manera de evitar la pérdida de puestos de trabajo y así acotar la profundidad del derrumbe.

Por lo tanto, una agenda progresista seria -llamémosla el nuevo New Deal-, no sólo es económicamente posible, sino que es precisamente lo que nuestra economía necesita.

En resumidas cuentas, lo importante es que Obama no preste oídos a quienes intentan amedrentarlo para que no haga las cosas. Cuenta con el mandato popular de las urnas, y la buena economía está de su lado. Podría decirse que a lo único que debe temerle es a sí mismo.

Debe pensar en grande

Por Paul Krugman

El martes 4 de noviembre de 2008 será un día famoso (lo contrario de infame) para siempre. Si la elección de nuestro primer presidente afroamericano no ha conmovido y dejado al norteamericano al borde de las lágrimas de orgullo por su país, entonces hay algo que no anda bien.

¿Pero esta elección es un punto de inflexión real para la esencia de la política? ¿Barack Obama puede realmente abrirle la puerta a una nueva era de políticas progresistas? Sí, puede.

En este momento, muchos aconsejan a Obama que piense en chico, y basan sus argumentos en razones políticas: Estados Unidos, afirman, sigue siendo un país conservador, y los votantes castigarán a los demócratas si éstos se vuelcan muy a la izquierda. Otros dicen que la crisis económica no deja márgenes para actuar sobre temas como la reforma del sistema de salud. Esperemos que Obama tenga el buen criterio de hacer caso omiso de esas recomendaciones.

Tengamos en cuenta también que las elecciones presidenciales de este año fueron un claro referéndum sobre filosofías políticas, y la filosofía progresista triunfó.

La plataforma con la que se presentó Obama garantiza el cuidado de salud y una reducción de impuestos para la clase media, que se costeará con un aumento de impuestos para los más ricos. John McCain acusó a su adversario de socialista y "redistribuidor", pero de todos modos los norteamericanos lo votaron. Eso es un mandato real.

¿Y qué decir del argumento que afirma que la actual crisis económica hace imposible un programa de gobierno progresista? Bueno, no cabe duda de que la lucha contra la crisis costará muchísimo dinero. El rescate del sistema financiero seguramente exigirá el desembolso de fondos más cuantiosos aún de los ya comprometidos. Para colmo, necesitamos con urgencia un programa de mayor inversión pública para alentar la producción y en empleo. ¿El déficit fiscal federal del año próximo alcanzará el billón de dólares? Sí.

Pero el manual de economía básica indica que eso está bien, que es justo y apropiado enfrentar temporalmente la depresión económica con déficit público. Mientras tanto, uno o dos años en rojo -y que apenas pesarán sobre las arcas federales a futuro- no deberían ser impedimento para la implementación de un nuevo plan de salud que aunque se convierta en ley de inmediato, probablemente recién será efectivo a partir de 2011.

Agenda progresista
Más allá de eso, dar respuesta a la crisis económica es la mejor oportunidad de llevar adelante una agenda progresista. Ahora bien, el gobierno de Obama no debería copiar el hábito de la administración Bush de dar vuelta todos los argumentos para llevar agua al molino de sus políticas preferidas. (¿Recesión? La economía necesita ayuda, ¡entonces bajemos los impuestos a los ricos! ¿Recuperación? Reducción de impuesto a las ganancias para los ricos, ¡y más!)

Sería bueno que el nuevo gobierno dejara muy en claro hasta qué punto la ideología conservadora y la idea de que toda ambición es buena contribuyeron a generar esta crisis. Nunca fueron tan ciertas como hoy las palabras inaugurales de F. D. Roosevelt al asumir su segundo mandato: "Siempre hemos sabido que el interés personal desenfrenado es un error moral; ahora también sabemos que es un error económico".

Y éste parece ser uno de esos momentos en que lo contrario también es cierto, y los aciertos morales son también aciertos económicos. Ayudar a los más necesitados en tiempos de crisis a través de mayor asistencia sanitaria y beneficios para los desocupados es la respuesta moralmente correcta, y son también medidas de estímulo económico mucho más efectivas que reducir el impuesto a los bienes de capital. Proveer ayuda a los estados y gobiernos locales para garantizar la prestación de los servicios básicos esenciales es fundamental para los usuarios que dependen de esos servicios, y es también una manera de evitar la pérdida de puestos de trabajo y así acotar la profundidad del derrumbe.

Por lo tanto, una agenda progresista seria -llamémosla el nuevo New Deal-, no sólo es económicamente posible, sino que es precisamente lo que nuestra economía necesita.

En resumidas cuentas, lo importante es que Obama no preste oídos a quienes intentan amedrentarlo para que no haga las cosas. Cuenta con el mandato popular de las urnas, y la buena economía está de su lado. Podría decirse que a lo único que debe temerle es a sí mismo.

viernes, noviembre 07, 2008

Peligro de deflación

Mientras docenas de países se sumergen al mismo tiempo en graves dificultades financieras, una nueva amenaza podría estar emergiendo: la posibilidad de que los productos se stockeen por la ausencia de compradores y los precios caigan gradualmente, sofocando a la inversión y empeorando el desempleo por muchos meses, e incluso años.

La palabra que corresponde a este fenómeno es deflación, la misma acompañó la Gran Depresión que disparó la crisis de 1929. La caída persistente de precios estuvo en el corazón de la crisis japonesa tras el catastrófico colapso de la burbuja inmobiliaria en los ’80, un período que para muchos presenta varias características similares al actual.

"Ese es el riesgo que percibo”, dijo Robert Barbera, economista en la compañía ITG. Hace apenas unos meses, los líderes mundiales estaban preocupados por el problema inverso, la inflación, en tanto los crecientes costos de petróleo y alimentos se filtraban a través de la economía global. Pero ahora todo parece haber cambiado.

Mientras la economía de Estados Unidos sigue debilitándose, así como la de muchos países, la demanda de petróleo, hierro y otras commodities ha disminuido drásticamente, derrumbando los precios.

La nueva preocupación es que el fin de la escalada inflacionaria sea el comienzo de algo más temible: un largo proceso de alejamiento en el que los consumidores pierdan su capacidad de compra y los precios de muchos productos caigan bruscamente. Eso llevaría a la reducción de la producción y a la aceleración de los despidos, extrayendo sueldos de la economía y debilitando la demanda de muchos productos y servicios.

El peligro del arribo de esta situación radica en la dificultad para encontrar un remedio. En general, la inflación se calma elevando las tasas de interés, congelando la actividad económica y reduciendo la demanda de bienes. Pero tal como Japón lo descubrió en los ’90, una economía puede quedar atrapada por la deflación por varios años, incluso cuando las tasas de interés se contraen hasta cero. La caída de los precios reduce las oportunidades rentables, por lo que las firmas son reacias a invertir incluso cuando pueden endeudarse casi gratuitamente.

A través de gran parte de los ’90, los precios de propiedades y muchos bienes no dejaron de descender en Japón, eliminando los incentivos de inversión para las empresas. En tanto los despidos cobraban velocidad y el poder de compra declinaba, los bienes se acumulaban y perdían valor.

Algunos temen que la economía estadounidense se hunda en una experiencia similar. "Ese es un riesgo significativo a este punto”, dijo Nouriel Roubini, economista de Stern School of Business of New York University, quien hace meses fue una de las primeras en advertir sobre la llegada de la crisis financiera y la deflación.

La mayoría de los economistas, Roubini y Barbera incluidos, alegan que Estados Unidos tiene las herramientas para eludir el impacto deflacionario que golpeó a Japón. "El Banco Central carta Blanca, suficiente poder, para generar el nivel de inflación que desee”, dijo Kenneth Rogoff, ex-economista del Fondo Monetario Internacional (FMI) y profesor de Harvard. "Si se imprime suficiente dinero, se puede crear inflación”, agregó.

La crisis financiera nacida en Estados Unidos se ha tornado global, como un virus que muta ante cada cura experimental. Desde Corea del Sur hasta Pakistán, desde el Báltico hasta Turquía o Brasil, la pandemia se ha esparcido, llevando con ella una contracción del crédito que ha quitado a compañías relativamente saludables la capacidad de financiar operaciones, provocando desempleo y la disminución de la demanda de bienes. "Lo más dramático es que la crisis financiera se ha propagado a los mercados emergentes”, indicó Rogoff. "Estamos ingresando en una intensa recesión global. La crisis financiera puede rápidamente transformarse en un verdadero pánico global. Es una situación muy peligrosa. El peligro es que en lugar de tener un par de años malos, tengamos otra década perdida”, sentenció.

Los años recientes han visto un boom en el crecimiento económico global, en gran medida gracias a la multiplicación de la inversión. Un extraordinario incremento de las operaciones financieras hizo nacer reinos inmobiliarios en Florida y California, acerías en Ucrania, frigoríficos en Brasil y centros comerciales en Turquía. Gran parte del dinero provino de instituciones financieras de Estados Unidos, que nadaban en efectivo y estaban dispuestas a prestar dólares a tasas de interés bajísimas que las compañías de muchos países podían adquirir en moneda local. Esa corriente ahora se esta moviendo en reversa. Los bancos y las instituciones financieras están calculando en miles de millones de dólares el resultado de inversiones desastrosas, una suma que según Roubini podría alcanzar los 1,7 billones de dólares. Mientras tratan de reconstruir su capital, frenan los préstamos a muchos clientes, demandando rápidos repagos a otros y librándose de activos: casas vendidas en ejecuciones hipotecarias, inversiones complejas relacionadas con hipotecas, préstamos corporativos.

En crisis financieras pasadas, como la que devastó a México en 1994 y la de Asia en 1997 y 1998, las economías débiles intentaron recuperarse exportando agresivamente a los mercados ricos, incluso a Estados Unidos. Pero ahora el consumidor estadounidense está mucho más golpeado. Después de años de cosechar ganancias en el mercado de valores, endeudarse en función del creciente valor de las propiedades y explotar la tarjeta de crédito para financiar la compra compulsiva, muchos están quebrados.

Desde Asia hasta América Latina, la sensación es que las exportaciones, el primer sustento de muchas economías, están cayendo continuarán haciéndolo en tanto el apetito global se reduzca. Esto alienta los temores de que grandes exportadores como China, India y Brasil arrojen sus productos al Mercado internacional, presionando a la baja a los precios de muchas manufacturas, recortando los incentivos de inversión para muchas empresas estadounidenses.

China ha intentado justificar que el mundo puede seguir creciendo a pesar de los problemas de Estados Unidos. El país asiático ha estado importando algodón de India, paneles de vidrio de Corea del Sur, chips de computadora de Malasia y Taiwán, madera de Rusia y el Sudeste de Asia, y petróleo y gas natural de Medio Oriente. Pero muchos de los productos terminados de las fábricas chinas últimamente han desembarcado en Estados Unidos, Europa y Japón. En tanto los minoristas de esos países sufren, también lo hacen las compañías chinas y sus proveedores.

Peligro de deflación

Mientras docenas de países se sumergen al mismo tiempo en graves dificultades financieras, una nueva amenaza podría estar emergiendo: la posibilidad de que los productos se stockeen por la ausencia de compradores y los precios caigan gradualmente, sofocando a la inversión y empeorando el desempleo por muchos meses, e incluso años.

La palabra que corresponde a este fenómeno es deflación, la misma acompañó la Gran Depresión que disparó la crisis de 1929. La caída persistente de precios estuvo en el corazón de la crisis japonesa tras el catastrófico colapso de la burbuja inmobiliaria en los ’80, un período que para muchos presenta varias características similares al actual.

"Ese es el riesgo que percibo”, dijo Robert Barbera, economista en la compañía ITG. Hace apenas unos meses, los líderes mundiales estaban preocupados por el problema inverso, la inflación, en tanto los crecientes costos de petróleo y alimentos se filtraban a través de la economía global. Pero ahora todo parece haber cambiado.

Mientras la economía de Estados Unidos sigue debilitándose, así como la de muchos países, la demanda de petróleo, hierro y otras commodities ha disminuido drásticamente, derrumbando los precios.

La nueva preocupación es que el fin de la escalada inflacionaria sea el comienzo de algo más temible: un largo proceso de alejamiento en el que los consumidores pierdan su capacidad de compra y los precios de muchos productos caigan bruscamente. Eso llevaría a la reducción de la producción y a la aceleración de los despidos, extrayendo sueldos de la economía y debilitando la demanda de muchos productos y servicios.

El peligro del arribo de esta situación radica en la dificultad para encontrar un remedio. En general, la inflación se calma elevando las tasas de interés, congelando la actividad económica y reduciendo la demanda de bienes. Pero tal como Japón lo descubrió en los ’90, una economía puede quedar atrapada por la deflación por varios años, incluso cuando las tasas de interés se contraen hasta cero. La caída de los precios reduce las oportunidades rentables, por lo que las firmas son reacias a invertir incluso cuando pueden endeudarse casi gratuitamente.

A través de gran parte de los ’90, los precios de propiedades y muchos bienes no dejaron de descender en Japón, eliminando los incentivos de inversión para las empresas. En tanto los despidos cobraban velocidad y el poder de compra declinaba, los bienes se acumulaban y perdían valor.

Algunos temen que la economía estadounidense se hunda en una experiencia similar. "Ese es un riesgo significativo a este punto”, dijo Nouriel Roubini, economista de Stern School of Business of New York University, quien hace meses fue una de las primeras en advertir sobre la llegada de la crisis financiera y la deflación.

La mayoría de los economistas, Roubini y Barbera incluidos, alegan que Estados Unidos tiene las herramientas para eludir el impacto deflacionario que golpeó a Japón. "El Banco Central carta Blanca, suficiente poder, para generar el nivel de inflación que desee”, dijo Kenneth Rogoff, ex-economista del Fondo Monetario Internacional (FMI) y profesor de Harvard. "Si se imprime suficiente dinero, se puede crear inflación”, agregó.

La crisis financiera nacida en Estados Unidos se ha tornado global, como un virus que muta ante cada cura experimental. Desde Corea del Sur hasta Pakistán, desde el Báltico hasta Turquía o Brasil, la pandemia se ha esparcido, llevando con ella una contracción del crédito que ha quitado a compañías relativamente saludables la capacidad de financiar operaciones, provocando desempleo y la disminución de la demanda de bienes. "Lo más dramático es que la crisis financiera se ha propagado a los mercados emergentes”, indicó Rogoff. "Estamos ingresando en una intensa recesión global. La crisis financiera puede rápidamente transformarse en un verdadero pánico global. Es una situación muy peligrosa. El peligro es que en lugar de tener un par de años malos, tengamos otra década perdida”, sentenció.

Los años recientes han visto un boom en el crecimiento económico global, en gran medida gracias a la multiplicación de la inversión. Un extraordinario incremento de las operaciones financieras hizo nacer reinos inmobiliarios en Florida y California, acerías en Ucrania, frigoríficos en Brasil y centros comerciales en Turquía. Gran parte del dinero provino de instituciones financieras de Estados Unidos, que nadaban en efectivo y estaban dispuestas a prestar dólares a tasas de interés bajísimas que las compañías de muchos países podían adquirir en moneda local. Esa corriente ahora se esta moviendo en reversa. Los bancos y las instituciones financieras están calculando en miles de millones de dólares el resultado de inversiones desastrosas, una suma que según Roubini podría alcanzar los 1,7 billones de dólares. Mientras tratan de reconstruir su capital, frenan los préstamos a muchos clientes, demandando rápidos repagos a otros y librándose de activos: casas vendidas en ejecuciones hipotecarias, inversiones complejas relacionadas con hipotecas, préstamos corporativos.

En crisis financieras pasadas, como la que devastó a México en 1994 y la de Asia en 1997 y 1998, las economías débiles intentaron recuperarse exportando agresivamente a los mercados ricos, incluso a Estados Unidos. Pero ahora el consumidor estadounidense está mucho más golpeado. Después de años de cosechar ganancias en el mercado de valores, endeudarse en función del creciente valor de las propiedades y explotar la tarjeta de crédito para financiar la compra compulsiva, muchos están quebrados.

Desde Asia hasta América Latina, la sensación es que las exportaciones, el primer sustento de muchas economías, están cayendo continuarán haciéndolo en tanto el apetito global se reduzca. Esto alienta los temores de que grandes exportadores como China, India y Brasil arrojen sus productos al Mercado internacional, presionando a la baja a los precios de muchas manufacturas, recortando los incentivos de inversión para muchas empresas estadounidenses.

China ha intentado justificar que el mundo puede seguir creciendo a pesar de los problemas de Estados Unidos. El país asiático ha estado importando algodón de India, paneles de vidrio de Corea del Sur, chips de computadora de Malasia y Taiwán, madera de Rusia y el Sudeste de Asia, y petróleo y gas natural de Medio Oriente. Pero muchos de los productos terminados de las fábricas chinas últimamente han desembarcado en Estados Unidos, Europa y Japón. En tanto los minoristas de esos países sufren, también lo hacen las compañías chinas y sus proveedores.

miércoles, noviembre 05, 2008

El plan económico de Obama




Con la mente puesta en la recta final de la carrera hacia la Casa Blanca, el candidato demócrata Barack Obama lanzó ayer su plan económico, diseñado exclusivamente para superar la crisis financiera.

A diferencia de su rival, el republicano John McCain, Obama casi ni aludió a su rival. Puso énfasis en los errores cometidos durante los últimos ocho años y bregó para que quienes hayan perdido sus empleos o puedan quedarse sin sus hogares tengan la opción de retirar ahorros de sus fondos de pensión sin penalidades.


Los puntos más destacados del plan:


El plan tiene un costo estimado de 60.000 millones de dólares y apunta a asistir a las clases media y baja de Estados Unidos.


Prevé una exención tributaria por los próximos dos años para los comercios que creen nuevos empleos. Se dará un crédito impositivo temporal de 3 mil dólares por cada puesto de empleo que genere una firma en Estados Unidos.


Se realizará una moratoria de 90 días para las ejecuciones de viviendas de propietarios que vivan en sus casas y muestren que se esfuerzan en pagar sus hipotecas.


Retiros sin penalidad de cuentas de ciertos pensionados y retirados por un máximo de 10.000 dólares este año y el próximo.


Conlleva un pedido para que el Tesoro estadounidense ayude a descongelar los mercados para hipotecas individuales, préstamos de estudios, autos, viviendas de varias familias y préstamos de tarjetas de crédito.


El plan también llama a eliminar temporalmente los impuestos a los beneficios de seguros de desempleo y que la Fed y el Tesoro se preparen para garantizar un mayor rango de pasivos del sistema

El plan económico de Obama




Con la mente puesta en la recta final de la carrera hacia la Casa Blanca, el candidato demócrata Barack Obama lanzó ayer su plan económico, diseñado exclusivamente para superar la crisis financiera.

A diferencia de su rival, el republicano John McCain, Obama casi ni aludió a su rival. Puso énfasis en los errores cometidos durante los últimos ocho años y bregó para que quienes hayan perdido sus empleos o puedan quedarse sin sus hogares tengan la opción de retirar ahorros de sus fondos de pensión sin penalidades.


Los puntos más destacados del plan:


El plan tiene un costo estimado de 60.000 millones de dólares y apunta a asistir a las clases media y baja de Estados Unidos.


Prevé una exención tributaria por los próximos dos años para los comercios que creen nuevos empleos. Se dará un crédito impositivo temporal de 3 mil dólares por cada puesto de empleo que genere una firma en Estados Unidos.


Se realizará una moratoria de 90 días para las ejecuciones de viviendas de propietarios que vivan en sus casas y muestren que se esfuerzan en pagar sus hipotecas.


Retiros sin penalidad de cuentas de ciertos pensionados y retirados por un máximo de 10.000 dólares este año y el próximo.


Conlleva un pedido para que el Tesoro estadounidense ayude a descongelar los mercados para hipotecas individuales, préstamos de estudios, autos, viviendas de varias familias y préstamos de tarjetas de crédito.


El plan también llama a eliminar temporalmente los impuestos a los beneficios de seguros de desempleo y que la Fed y el Tesoro se preparen para garantizar un mayor rango de pasivos del sistema

jueves, octubre 30, 2008

Se viene la crisis de las tarjetas de crédito


Primero fue la crisis de las hipotecas. Ahora se viene la crisis de las tarjetas de crédito. Después de inundar a los estadounidenses con ofertas de tarjetas de crédito y topes de crédito altísimos, las entidades prestamistas están reduciendo bruscamente ambas cosas, justo en el momento en que una economía deteriorada aprieta a los consumidores.

Esta retirada afecta incluso a los consumidores de alto nivel crediticio y amenaza a una industria bancaria en mal estado con otra ola de duras pérdidas después de una época en que cosechó ganancias récord en el negocio del crédito fácil que ella misma contribuyó a crear.

Las entidades crediticias absorbieron alrededor de 21.000 millones de dólares en préstamos de tarjetas incobrables durante la primera mitad de 2008.

Ahora que las empresas se preparan para despedir a decenas de miles de empleados, la industria bancaria se dispone a perder por lo menos otros 55.000 millones de dólares en el próximo año y medio, según afirman los analistas. En la actualidad, las deudas pendientes de las tarjetas de crédito suponen el 5,5 por ciento de las pérdidas totales del sector. Y podrían superar el 7,9 por ciento que se alcanzó tras el estallido de la burbuja tecnológica en 2001.

"Si el desempleo sigue aumentando, las cancelaciones de tarjetas de crédito podrían exceder los patrones históricos", dijo Gary L. Crittenden, ejecutivo financiero de Citigroup.

Enfrentados a una situación preocupante, las empresas que emiten MasterCard, Visa y otras tarjetas se apresuran a contener la hemorragia, mientras desaparecen opciones a las que antes los usuarios podían recurrir fácilmente para pagar sus cuotas de las tarjetas, como las garantías de propiedad. Las grandes entidades crediticias como American Express, Bank of America o Citigroup han empezado a exigir condiciones más severas a los solicitantes y a limpiar sus carteras de los clientes más riesgosos.

Las instituciones están rechazando a los consumidores que ya han contraído deudas y, a la vez, reduciendo los límites de crédito a los que ya poseen tarjetas, especialmente a los afectados por la crisis inmobiliaria o por el desempleo.

La profundidad de la crisis financiera ha golpeado a una nación adicta al crédito, obligándola a repensar sus hábitos. Muchas familias acostumbradas antes a comprar de inmediato y pagar después están ansiosas por reducir su dependencia de las tarjetas de crédito.

Se viene la crisis de las tarjetas de crédito


Primero fue la crisis de las hipotecas. Ahora se viene la crisis de las tarjetas de crédito. Después de inundar a los estadounidenses con ofertas de tarjetas de crédito y topes de crédito altísimos, las entidades prestamistas están reduciendo bruscamente ambas cosas, justo en el momento en que una economía deteriorada aprieta a los consumidores.

Esta retirada afecta incluso a los consumidores de alto nivel crediticio y amenaza a una industria bancaria en mal estado con otra ola de duras pérdidas después de una época en que cosechó ganancias récord en el negocio del crédito fácil que ella misma contribuyó a crear.

Las entidades crediticias absorbieron alrededor de 21.000 millones de dólares en préstamos de tarjetas incobrables durante la primera mitad de 2008.

Ahora que las empresas se preparan para despedir a decenas de miles de empleados, la industria bancaria se dispone a perder por lo menos otros 55.000 millones de dólares en el próximo año y medio, según afirman los analistas. En la actualidad, las deudas pendientes de las tarjetas de crédito suponen el 5,5 por ciento de las pérdidas totales del sector. Y podrían superar el 7,9 por ciento que se alcanzó tras el estallido de la burbuja tecnológica en 2001.

"Si el desempleo sigue aumentando, las cancelaciones de tarjetas de crédito podrían exceder los patrones históricos", dijo Gary L. Crittenden, ejecutivo financiero de Citigroup.

Enfrentados a una situación preocupante, las empresas que emiten MasterCard, Visa y otras tarjetas se apresuran a contener la hemorragia, mientras desaparecen opciones a las que antes los usuarios podían recurrir fácilmente para pagar sus cuotas de las tarjetas, como las garantías de propiedad. Las grandes entidades crediticias como American Express, Bank of America o Citigroup han empezado a exigir condiciones más severas a los solicitantes y a limpiar sus carteras de los clientes más riesgosos.

Las instituciones están rechazando a los consumidores que ya han contraído deudas y, a la vez, reduciendo los límites de crédito a los que ya poseen tarjetas, especialmente a los afectados por la crisis inmobiliaria o por el desempleo.

La profundidad de la crisis financiera ha golpeado a una nación adicta al crédito, obligándola a repensar sus hábitos. Muchas familias acostumbradas antes a comprar de inmediato y pagar después están ansiosas por reducir su dependencia de las tarjetas de crédito.

domingo, octubre 26, 2008

La crisis no se dió por prestarle a los que no tenían dinero


Lo advirtió el economista argentino Bernardo Kliksberg

Esta es una crisis del Main Street, no de Wall Street, que tiene reservas. Main Street, la gente pobre y de clase media, es la que está perdiendo sus empleos y ahorros. Y en América latina por la crisis habrá más pobreza y desigualdad social, por lo cual hay que proteger la inversión en educación y salud, evitando cualquier ajuste del gasto social.

Los programas con transferencias condicionales han sido exitosos, como el plan Solidaridad de Chile o el Bolsa Familia de Brasil. Los planes lograron, junto con el crecimiento económico, bajar el nivel de pobreza, pero ahora todo está en riesgo por esta crisis, porque no alcanzan las redes actuales


En la Argentina, hubo avances por la ley que compromete al Gobierno a aumentar los recursos en educación y el plan de medicamentos genéricos en salud, pero no se puede ser triunfalista porque sigue habiendo un porcentaje muy importante de población pobre en el país.

El Estado no puede estar ausente del interés colectivo y dejar todo librado a la autorregulación. Debe tener un rol inteligente, no de productor. Esa acción se impone, no es ideológica.
Aquellos que creen que esta crisis es una parte del ciclo o que la comparan con una crisis latinoamericana no ven la realidad. Otra equivocación es pensar que algún país puede quedar desacoplado del problema: nadie está afuera y América latina está en riesgo, pero a la vez es la principal productora de alimentos del mundo.

La etapa de los 90 en la Argentina se analiza en el resto del mundo como un laboratorio que desindustrializó al país, con propuestas de especulación que fracasaron y llevaron la pobreza al 52% y empobrecieron a la mitad de la clase media. Esa misma especulación es la que generó esta crisis, pese a que algunos dicen que la culpa la tuvieron quienes compraron casas baratas en Estados Unidos.