Keith Bradsher
La debacle económica global y los esfuerzos destinados a revertirla probablemente conviertan a China en un competidor económico más fuerte aún de lo que era antes de la crisis.
China, la tercera economía del mundo, después de Estados Unidos y Japón, ya se había vuelto más enérgica y segura. Y ahora está aprovechando su inusual posición como un país con gran cantidad de efectivo y un sistema bancario sólido, en un momento en que muchos países carecen de ambas cosas, para comprar recursos naturales y ganar nuevos amigos.
La semana pasada, el primer ministro, Wen Jiabao, incluso le recordó a Washington que, en su condición de uno de los mayores acreedores de Estados Unidos, China espera que Washington proteja sus inversiones. Los dirigentes de China están convirtiendo la crisis económica en una ventaja competitiva, según dijeron algunos analistas económicos.
El país está usando su paquete de estímulo de casi 600.000 millones de dólares para permitir que sus empresas tengan más competitividad en el mercado interno y en el exterior, para volver a adiestrar a los trabajadores golondrina en inmensa escala y para ampliar rápidamente los subsidios destinados a investigación y desarrollo. Ya se ha iniciado la construcción de nuevas autopistas y líneas férreas, que probablemente reduzcan de manera permanente los costos de transporte. Y mientras los líderes estadounidenses se esfuerzan por revivir el crédito, los bancos chinos han hecho más préstamos en el curso de los últimos tres meses que en los 12 meses precedentes.
"Los últimos retoques del paquete de estímulo revelan un especial interés por la competitividad a largo plazo de la industria china", dijo Eswar S. Prasad, un ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional. "Un mayor gasto destinado a educación y desarrollo, junto con las cifras ya asignadas a inversión en infraestructura, estimulará la productividad de la economía."
Además, la recesión internacional está logrando cosas que las autoridades chinas intentaron hacer sin conseguirlo durante cuatro años: detener la inflación, revertir una creciente dependencia de las exportaciones y hacer estallar una burbuja inmobiliaria antes de que pudiera llegar a hacerse más grande.
La recesión de casi todas las grandes economías del mundo está infligiendo verdaderos daños en China: provocó una caída récord de las exportaciones, dejó sin empleo a 20 millones de trabajadores y aumentó la posibilidad de una constante agitación social. Pero tal como el presidente Hu Jintao dijo al Congreso Nacional del Pueblo la semana pasada: "El desafío y la oportunidad siempre vienen juntos" en ciertas situaciones, una cosa puede transformarse en la otra".
Con ese propósito, las empresas chinas buscan hacer negocios en el extranjero. El ministro de Comercio anunció el lunes que se estaba facilitando mucho el proceso de aprobación gubernamental para las empresas chinas que buscan el permiso para hacer adquisiciones en el exterior.
Beneficios
Las iniciativas del gobierno coinciden con algunos beneficios inmediatos de la recesión en el caso de China. Por ejemplo, los costos de envío aéreo y marítimo se han reducido dos tercios desde el verano pasado, con la caída de la demanda.
Los salarios de los obreros, que se habían duplicado en el transcurso de cuatro años en algunas ciudades costeras, se han reducido para muchos este invierno. Esto generó problemas personales pero revivió la ventaja de China en lo referido a los costos laborales.
Los administrativos calificados, que escaseaban un año atrás, ahora se consiguen inmediatamente, ya que hay muchos disponibles a causa de los despidos. Y posiblemente sigan desempleados? aunque la falta de trabajo a ese nivel podría plantear una amenaza de agitación social. La limitada oportunidad de empleo contribuyó a las protestas de hace 20 años en la plaza de Tiananmen.
Los obreros no especializados son los que tienen mayores dificultades para conseguir empleo. Pero con los subsidios de Pekín, los gobiernos provinciales se han embarcado en programas de entrenamiento vocacional en gran escala, similares a los propuestos en Estados Unidos, pero que jamás se han probado en la realidad.
Al incrementar la productividad, los programas de capacitación pueden reducir los costos laborales por unidad de producción durante los próximos años. Pero también pueden preservar la estabilidad social al mantener a los desempleados alejados de las calles, aunque los funcionarios chinos niegan que ésa sea su intención.
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miércoles, marzo 18, 2009
Para China el desafío y la oportunidad siempre vienen juntos
Keith Bradsher
La debacle económica global y los esfuerzos destinados a revertirla probablemente conviertan a China en un competidor económico más fuerte aún de lo que era antes de la crisis.
China, la tercera economía del mundo, después de Estados Unidos y Japón, ya se había vuelto más enérgica y segura. Y ahora está aprovechando su inusual posición como un país con gran cantidad de efectivo y un sistema bancario sólido, en un momento en que muchos países carecen de ambas cosas, para comprar recursos naturales y ganar nuevos amigos.
La semana pasada, el primer ministro, Wen Jiabao, incluso le recordó a Washington que, en su condición de uno de los mayores acreedores de Estados Unidos, China espera que Washington proteja sus inversiones. Los dirigentes de China están convirtiendo la crisis económica en una ventaja competitiva, según dijeron algunos analistas económicos.
El país está usando su paquete de estímulo de casi 600.000 millones de dólares para permitir que sus empresas tengan más competitividad en el mercado interno y en el exterior, para volver a adiestrar a los trabajadores golondrina en inmensa escala y para ampliar rápidamente los subsidios destinados a investigación y desarrollo. Ya se ha iniciado la construcción de nuevas autopistas y líneas férreas, que probablemente reduzcan de manera permanente los costos de transporte. Y mientras los líderes estadounidenses se esfuerzan por revivir el crédito, los bancos chinos han hecho más préstamos en el curso de los últimos tres meses que en los 12 meses precedentes.
"Los últimos retoques del paquete de estímulo revelan un especial interés por la competitividad a largo plazo de la industria china", dijo Eswar S. Prasad, un ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional. "Un mayor gasto destinado a educación y desarrollo, junto con las cifras ya asignadas a inversión en infraestructura, estimulará la productividad de la economía."
Además, la recesión internacional está logrando cosas que las autoridades chinas intentaron hacer sin conseguirlo durante cuatro años: detener la inflación, revertir una creciente dependencia de las exportaciones y hacer estallar una burbuja inmobiliaria antes de que pudiera llegar a hacerse más grande.
La recesión de casi todas las grandes economías del mundo está infligiendo verdaderos daños en China: provocó una caída récord de las exportaciones, dejó sin empleo a 20 millones de trabajadores y aumentó la posibilidad de una constante agitación social. Pero tal como el presidente Hu Jintao dijo al Congreso Nacional del Pueblo la semana pasada: "El desafío y la oportunidad siempre vienen juntos" en ciertas situaciones, una cosa puede transformarse en la otra".
Con ese propósito, las empresas chinas buscan hacer negocios en el extranjero. El ministro de Comercio anunció el lunes que se estaba facilitando mucho el proceso de aprobación gubernamental para las empresas chinas que buscan el permiso para hacer adquisiciones en el exterior.
Beneficios
Las iniciativas del gobierno coinciden con algunos beneficios inmediatos de la recesión en el caso de China. Por ejemplo, los costos de envío aéreo y marítimo se han reducido dos tercios desde el verano pasado, con la caída de la demanda.
Los salarios de los obreros, que se habían duplicado en el transcurso de cuatro años en algunas ciudades costeras, se han reducido para muchos este invierno. Esto generó problemas personales pero revivió la ventaja de China en lo referido a los costos laborales.
Los administrativos calificados, que escaseaban un año atrás, ahora se consiguen inmediatamente, ya que hay muchos disponibles a causa de los despidos. Y posiblemente sigan desempleados? aunque la falta de trabajo a ese nivel podría plantear una amenaza de agitación social. La limitada oportunidad de empleo contribuyó a las protestas de hace 20 años en la plaza de Tiananmen.
Los obreros no especializados son los que tienen mayores dificultades para conseguir empleo. Pero con los subsidios de Pekín, los gobiernos provinciales se han embarcado en programas de entrenamiento vocacional en gran escala, similares a los propuestos en Estados Unidos, pero que jamás se han probado en la realidad.
Al incrementar la productividad, los programas de capacitación pueden reducir los costos laborales por unidad de producción durante los próximos años. Pero también pueden preservar la estabilidad social al mantener a los desempleados alejados de las calles, aunque los funcionarios chinos niegan que ésa sea su intención.
La debacle económica global y los esfuerzos destinados a revertirla probablemente conviertan a China en un competidor económico más fuerte aún de lo que era antes de la crisis.
China, la tercera economía del mundo, después de Estados Unidos y Japón, ya se había vuelto más enérgica y segura. Y ahora está aprovechando su inusual posición como un país con gran cantidad de efectivo y un sistema bancario sólido, en un momento en que muchos países carecen de ambas cosas, para comprar recursos naturales y ganar nuevos amigos.
La semana pasada, el primer ministro, Wen Jiabao, incluso le recordó a Washington que, en su condición de uno de los mayores acreedores de Estados Unidos, China espera que Washington proteja sus inversiones. Los dirigentes de China están convirtiendo la crisis económica en una ventaja competitiva, según dijeron algunos analistas económicos.
El país está usando su paquete de estímulo de casi 600.000 millones de dólares para permitir que sus empresas tengan más competitividad en el mercado interno y en el exterior, para volver a adiestrar a los trabajadores golondrina en inmensa escala y para ampliar rápidamente los subsidios destinados a investigación y desarrollo. Ya se ha iniciado la construcción de nuevas autopistas y líneas férreas, que probablemente reduzcan de manera permanente los costos de transporte. Y mientras los líderes estadounidenses se esfuerzan por revivir el crédito, los bancos chinos han hecho más préstamos en el curso de los últimos tres meses que en los 12 meses precedentes.
"Los últimos retoques del paquete de estímulo revelan un especial interés por la competitividad a largo plazo de la industria china", dijo Eswar S. Prasad, un ex jefe de la división China del Fondo Monetario Internacional. "Un mayor gasto destinado a educación y desarrollo, junto con las cifras ya asignadas a inversión en infraestructura, estimulará la productividad de la economía."
Además, la recesión internacional está logrando cosas que las autoridades chinas intentaron hacer sin conseguirlo durante cuatro años: detener la inflación, revertir una creciente dependencia de las exportaciones y hacer estallar una burbuja inmobiliaria antes de que pudiera llegar a hacerse más grande.
La recesión de casi todas las grandes economías del mundo está infligiendo verdaderos daños en China: provocó una caída récord de las exportaciones, dejó sin empleo a 20 millones de trabajadores y aumentó la posibilidad de una constante agitación social. Pero tal como el presidente Hu Jintao dijo al Congreso Nacional del Pueblo la semana pasada: "El desafío y la oportunidad siempre vienen juntos" en ciertas situaciones, una cosa puede transformarse en la otra".
Con ese propósito, las empresas chinas buscan hacer negocios en el extranjero. El ministro de Comercio anunció el lunes que se estaba facilitando mucho el proceso de aprobación gubernamental para las empresas chinas que buscan el permiso para hacer adquisiciones en el exterior.
Beneficios
Las iniciativas del gobierno coinciden con algunos beneficios inmediatos de la recesión en el caso de China. Por ejemplo, los costos de envío aéreo y marítimo se han reducido dos tercios desde el verano pasado, con la caída de la demanda.
Los salarios de los obreros, que se habían duplicado en el transcurso de cuatro años en algunas ciudades costeras, se han reducido para muchos este invierno. Esto generó problemas personales pero revivió la ventaja de China en lo referido a los costos laborales.
Los administrativos calificados, que escaseaban un año atrás, ahora se consiguen inmediatamente, ya que hay muchos disponibles a causa de los despidos. Y posiblemente sigan desempleados? aunque la falta de trabajo a ese nivel podría plantear una amenaza de agitación social. La limitada oportunidad de empleo contribuyó a las protestas de hace 20 años en la plaza de Tiananmen.
Los obreros no especializados son los que tienen mayores dificultades para conseguir empleo. Pero con los subsidios de Pekín, los gobiernos provinciales se han embarcado en programas de entrenamiento vocacional en gran escala, similares a los propuestos en Estados Unidos, pero que jamás se han probado en la realidad.
Al incrementar la productividad, los programas de capacitación pueden reducir los costos laborales por unidad de producción durante los próximos años. Pero también pueden preservar la estabilidad social al mantener a los desempleados alejados de las calles, aunque los funcionarios chinos niegan que ésa sea su intención.
lunes, noviembre 03, 2008
Estado: Ser o no ser
A la espera de la refundación del capitalismo prometida por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, cabe hacer un primer balance político de la hecatombe, no ya de ganadores y perdedores, porque todos pierden, pero unos más y de forma distinta que otros.
El primer perdedor, catastrófico, El neoliberalismo Republicano, que recoge ahora la siembra económica monetarista, no solo de los 2000, sino que se arrastra desde Reagan en los 80. La dirección estaba en la pared; un ciclón que devastó Nueva Orleans, desprotegida de un Estado que no había considerado necesario el mantenimiento de sus diques; o en Gran Bretaña, un sistema ferroviario privatizado que probablemente es el peor de Europa, . El eterno debate entre la presunta eficacia, pero egoísta, de la iniciativa privada y la garantía de una cierta justicia, pero sin calidad asegurada, del servicio público, se ha definido hoy rotundamente a favor de la segunda.
Otro perdedor, Rodríguez Zapatero, que tiene la mala suerte de gobernar cuando se produce una gravísima quiebra de la prosperidad nacional. Carlos Solchaga dijo hace un tiempo que los españoles "habían sufrido un ataque de riqueza", y el despertar de lo que algunos podrán temer que sólo haya sido un sueño es tan duro que alguien tiene que pagarlo.
Perdedores muy matizados tendrían que ser los responsables chinos y rusos, Hu Jintao y la dupla Putin-Medvedev, porque ambos poseen reservas billonarias para capear la crisis.
El caso de Hugo Chávez en Venezuela es contradictorio porque, al igual que Lula en Brasil, se beneficia del fracaso intelectual en América latina del neoliberalismo norteamericano, pero como señala The Economist , por cada 10 dólares que baja el crudo, a Caracas dejan de ingresar 5000 millones al año, y por debajo de los 75 dólares el barril -ronda los 60- no alcanza para sostener el ritmo de importaciones, ni mucho menos financiar a los activistas pro Chávez fuera de Venezuela.
Para Sarkozi, como buen francés gran acuñador de palabras, la crisis no hará sino devolverlo a su verdadera nacionalidad. El presunto liberal a la americana de su primer año de mandato ha dado paso a la socialdemocracia corporativo-galicana de toda la vida.
El estado natural de las cosas seguramente es el sistema capitalista: la búsqueda del beneficio personal sin miramientos, mientras que el socialismo es una impostura del instinto, que en ocasiones se fabrica, avergonzado, el ser humano. Pero ese grado mínimo de socialismo que por sí sólo encarna la existencia de un Estado democrático interventor es todo lo que separa a la sociedad de la selva. Ese es el socialismo del siglo XXI.
El primer perdedor, catastrófico, El neoliberalismo Republicano, que recoge ahora la siembra económica monetarista, no solo de los 2000, sino que se arrastra desde Reagan en los 80. La dirección estaba en la pared; un ciclón que devastó Nueva Orleans, desprotegida de un Estado que no había considerado necesario el mantenimiento de sus diques; o en Gran Bretaña, un sistema ferroviario privatizado que probablemente es el peor de Europa, . El eterno debate entre la presunta eficacia, pero egoísta, de la iniciativa privada y la garantía de una cierta justicia, pero sin calidad asegurada, del servicio público, se ha definido hoy rotundamente a favor de la segunda.
Otro perdedor, Rodríguez Zapatero, que tiene la mala suerte de gobernar cuando se produce una gravísima quiebra de la prosperidad nacional. Carlos Solchaga dijo hace un tiempo que los españoles "habían sufrido un ataque de riqueza", y el despertar de lo que algunos podrán temer que sólo haya sido un sueño es tan duro que alguien tiene que pagarlo.
Perdedores muy matizados tendrían que ser los responsables chinos y rusos, Hu Jintao y la dupla Putin-Medvedev, porque ambos poseen reservas billonarias para capear la crisis.
El caso de Hugo Chávez en Venezuela es contradictorio porque, al igual que Lula en Brasil, se beneficia del fracaso intelectual en América latina del neoliberalismo norteamericano, pero como señala The Economist , por cada 10 dólares que baja el crudo, a Caracas dejan de ingresar 5000 millones al año, y por debajo de los 75 dólares el barril -ronda los 60- no alcanza para sostener el ritmo de importaciones, ni mucho menos financiar a los activistas pro Chávez fuera de Venezuela.
Para Sarkozi, como buen francés gran acuñador de palabras, la crisis no hará sino devolverlo a su verdadera nacionalidad. El presunto liberal a la americana de su primer año de mandato ha dado paso a la socialdemocracia corporativo-galicana de toda la vida.
El estado natural de las cosas seguramente es el sistema capitalista: la búsqueda del beneficio personal sin miramientos, mientras que el socialismo es una impostura del instinto, que en ocasiones se fabrica, avergonzado, el ser humano. Pero ese grado mínimo de socialismo que por sí sólo encarna la existencia de un Estado democrático interventor es todo lo que separa a la sociedad de la selva. Ese es el socialismo del siglo XXI.
Estado: Ser o no ser
A la espera de la refundación del capitalismo prometida por el presidente francés, Nicolas Sarkozy, cabe hacer un primer balance político de la hecatombe, no ya de ganadores y perdedores, porque todos pierden, pero unos más y de forma distinta que otros.
El primer perdedor, catastrófico, El neoliberalismo Republicano, que recoge ahora la siembra económica monetarista, no solo de los 2000, sino que se arrastra desde Reagan en los 80. La dirección estaba en la pared; un ciclón que devastó Nueva Orleans, desprotegida de un Estado que no había considerado necesario el mantenimiento de sus diques; o en Gran Bretaña, un sistema ferroviario privatizado que probablemente es el peor de Europa, . El eterno debate entre la presunta eficacia, pero egoísta, de la iniciativa privada y la garantía de una cierta justicia, pero sin calidad asegurada, del servicio público, se ha definido hoy rotundamente a favor de la segunda.
Otro perdedor, Rodríguez Zapatero, que tiene la mala suerte de gobernar cuando se produce una gravísima quiebra de la prosperidad nacional. Carlos Solchaga dijo hace un tiempo que los españoles "habían sufrido un ataque de riqueza", y el despertar de lo que algunos podrán temer que sólo haya sido un sueño es tan duro que alguien tiene que pagarlo.
Perdedores muy matizados tendrían que ser los responsables chinos y rusos, Hu Jintao y la dupla Putin-Medvedev, porque ambos poseen reservas billonarias para capear la crisis.
El caso de Hugo Chávez en Venezuela es contradictorio porque, al igual que Lula en Brasil, se beneficia del fracaso intelectual en América latina del neoliberalismo norteamericano, pero como señala The Economist , por cada 10 dólares que baja el crudo, a Caracas dejan de ingresar 5000 millones al año, y por debajo de los 75 dólares el barril -ronda los 60- no alcanza para sostener el ritmo de importaciones, ni mucho menos financiar a los activistas pro Chávez fuera de Venezuela.
Para Sarkozi, como buen francés gran acuñador de palabras, la crisis no hará sino devolverlo a su verdadera nacionalidad. El presunto liberal a la americana de su primer año de mandato ha dado paso a la socialdemocracia corporativo-galicana de toda la vida.
El estado natural de las cosas seguramente es el sistema capitalista: la búsqueda del beneficio personal sin miramientos, mientras que el socialismo es una impostura del instinto, que en ocasiones se fabrica, avergonzado, el ser humano. Pero ese grado mínimo de socialismo que por sí sólo encarna la existencia de un Estado democrático interventor es todo lo que separa a la sociedad de la selva. Ese es el socialismo del siglo XXI.
El primer perdedor, catastrófico, El neoliberalismo Republicano, que recoge ahora la siembra económica monetarista, no solo de los 2000, sino que se arrastra desde Reagan en los 80. La dirección estaba en la pared; un ciclón que devastó Nueva Orleans, desprotegida de un Estado que no había considerado necesario el mantenimiento de sus diques; o en Gran Bretaña, un sistema ferroviario privatizado que probablemente es el peor de Europa, . El eterno debate entre la presunta eficacia, pero egoísta, de la iniciativa privada y la garantía de una cierta justicia, pero sin calidad asegurada, del servicio público, se ha definido hoy rotundamente a favor de la segunda.
Otro perdedor, Rodríguez Zapatero, que tiene la mala suerte de gobernar cuando se produce una gravísima quiebra de la prosperidad nacional. Carlos Solchaga dijo hace un tiempo que los españoles "habían sufrido un ataque de riqueza", y el despertar de lo que algunos podrán temer que sólo haya sido un sueño es tan duro que alguien tiene que pagarlo.
Perdedores muy matizados tendrían que ser los responsables chinos y rusos, Hu Jintao y la dupla Putin-Medvedev, porque ambos poseen reservas billonarias para capear la crisis.
El caso de Hugo Chávez en Venezuela es contradictorio porque, al igual que Lula en Brasil, se beneficia del fracaso intelectual en América latina del neoliberalismo norteamericano, pero como señala The Economist , por cada 10 dólares que baja el crudo, a Caracas dejan de ingresar 5000 millones al año, y por debajo de los 75 dólares el barril -ronda los 60- no alcanza para sostener el ritmo de importaciones, ni mucho menos financiar a los activistas pro Chávez fuera de Venezuela.
Para Sarkozi, como buen francés gran acuñador de palabras, la crisis no hará sino devolverlo a su verdadera nacionalidad. El presunto liberal a la americana de su primer año de mandato ha dado paso a la socialdemocracia corporativo-galicana de toda la vida.
El estado natural de las cosas seguramente es el sistema capitalista: la búsqueda del beneficio personal sin miramientos, mientras que el socialismo es una impostura del instinto, que en ocasiones se fabrica, avergonzado, el ser humano. Pero ese grado mínimo de socialismo que por sí sólo encarna la existencia de un Estado democrático interventor es todo lo que separa a la sociedad de la selva. Ese es el socialismo del siglo XXI.
martes, octubre 14, 2008
Tras el plan europeo, las bolsas del mundo cerraron en alza
El Dow Jones subió 11,37%, mientras el Viejo Continente reflejó históricas subas en sus promedios; impacto por la decisión de los 15 países de la zona euro de garantizar el financiamiento de sus bancos; las plazas asiáticas, con intensas alzas
Impulsados por el plan de salvataje acordado entre los 15 países de la zona euro y el plan acordado por el G7 en Washington, Wall Street recuperó notablemente la confianza en la primera jornada de la semana con una fuerte alza, mientras que se registraron históricas subas en Europa.
Después de semanas oscuras, el índice Dow Jones de Industriales terminó hoy la sesión con un alza del 11,37% o cerca de mil puntos, en un ambiente de mayor confianza sobre una posible estabilización de los mercados financieros.
Según datos disponibles al cierre, ese índice, que agrupa a algunas de las mayores corporaciones estadounidenses, avanzó 961,11 puntos, hasta las 9.412,30 unidades, la mayor subida en puntos que registra en su historia.
En tanto, el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, llamó a una reunión con los jefes de los principales bancos de Estados Unidos, señaló el diario Wall Street Journal.
Paulson discutirá un plan para tomar participaciones accionarias en firmas financieras, agregó el periódico. Los presidentes ejecutivos de los bancos Bank of America, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Citigroup concurrirán a la reunión, dijo el diario citando a fuentes.
Tras los esfuerzos internacionales del fin de semana para estabilizar a los mercados y en espera de que los países europeos detallasen durante la tarde sus planes de acción, las bolsas reaccionaron en forma positiva: el índice FTSE 100 de la Bolsa de Londres subió un 8,26%, después de haber caído un 8,85% el viernes, su mayor desplome en un día desde el crac de octubre de 1987.
En tanto, la Bolsa de Francfort, que el viernes había perdido un 7,01%, ganó 11,40%, y París se afirmó un 11,18% recuperándose del 7,73% perdido el mismo día. El índice Ibex 35 de los principales valores de la Bolsa de Madrid progresó un 10,65%, su mayor suba en la historia.
La confianza parecía así haber vuelto a los mercados, después de que durante una cumbre en París, los 15 países del Eurogrupo decidieran garantizar el financiamiento de sus bancos hasta fines del año próximo.
La cumbre en París fue el último capítulo de un fin de semana plagado de esfuerzos internacionales por contener el avance de la crisis financiera, que incluyó la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial en Washington y sendas reuniones del G7, que nuclea a las mayores potencias del mundo, y del llamado Grupo de los 20 (G-20), que agrupa a países industrializados y en desarrollo.
Por su parte, las alzas también incluyeron a los mercados asiáticos, donde todas las bolsas cerraron con fuertes alzas. Hong Kong ganó 10,24%, Seúl 3,8% y Shanghai 3,65%. En la misma línea también cerraron en verde Sídney (5,6%), Taipei (+2,15%) y Manila (+1,0%).
Impulsados por el plan de salvataje acordado entre los 15 países de la zona euro y el plan acordado por el G7 en Washington, Wall Street recuperó notablemente la confianza en la primera jornada de la semana con una fuerte alza, mientras que se registraron históricas subas en Europa.
Después de semanas oscuras, el índice Dow Jones de Industriales terminó hoy la sesión con un alza del 11,37% o cerca de mil puntos, en un ambiente de mayor confianza sobre una posible estabilización de los mercados financieros.
Según datos disponibles al cierre, ese índice, que agrupa a algunas de las mayores corporaciones estadounidenses, avanzó 961,11 puntos, hasta las 9.412,30 unidades, la mayor subida en puntos que registra en su historia.
En tanto, el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, llamó a una reunión con los jefes de los principales bancos de Estados Unidos, señaló el diario Wall Street Journal.
Paulson discutirá un plan para tomar participaciones accionarias en firmas financieras, agregó el periódico. Los presidentes ejecutivos de los bancos Bank of America, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Citigroup concurrirán a la reunión, dijo el diario citando a fuentes.
Tras los esfuerzos internacionales del fin de semana para estabilizar a los mercados y en espera de que los países europeos detallasen durante la tarde sus planes de acción, las bolsas reaccionaron en forma positiva: el índice FTSE 100 de la Bolsa de Londres subió un 8,26%, después de haber caído un 8,85% el viernes, su mayor desplome en un día desde el crac de octubre de 1987.
En tanto, la Bolsa de Francfort, que el viernes había perdido un 7,01%, ganó 11,40%, y París se afirmó un 11,18% recuperándose del 7,73% perdido el mismo día. El índice Ibex 35 de los principales valores de la Bolsa de Madrid progresó un 10,65%, su mayor suba en la historia.
La confianza parecía así haber vuelto a los mercados, después de que durante una cumbre en París, los 15 países del Eurogrupo decidieran garantizar el financiamiento de sus bancos hasta fines del año próximo.
La cumbre en París fue el último capítulo de un fin de semana plagado de esfuerzos internacionales por contener el avance de la crisis financiera, que incluyó la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial en Washington y sendas reuniones del G7, que nuclea a las mayores potencias del mundo, y del llamado Grupo de los 20 (G-20), que agrupa a países industrializados y en desarrollo.
Por su parte, las alzas también incluyeron a los mercados asiáticos, donde todas las bolsas cerraron con fuertes alzas. Hong Kong ganó 10,24%, Seúl 3,8% y Shanghai 3,65%. En la misma línea también cerraron en verde Sídney (5,6%), Taipei (+2,15%) y Manila (+1,0%).
Tras el plan europeo, las bolsas del mundo cerraron en alza
El Dow Jones subió 11,37%, mientras el Viejo Continente reflejó históricas subas en sus promedios; impacto por la decisión de los 15 países de la zona euro de garantizar el financiamiento de sus bancos; las plazas asiáticas, con intensas alzas
Impulsados por el plan de salvataje acordado entre los 15 países de la zona euro y el plan acordado por el G7 en Washington, Wall Street recuperó notablemente la confianza en la primera jornada de la semana con una fuerte alza, mientras que se registraron históricas subas en Europa.
Después de semanas oscuras, el índice Dow Jones de Industriales terminó hoy la sesión con un alza del 11,37% o cerca de mil puntos, en un ambiente de mayor confianza sobre una posible estabilización de los mercados financieros.
Según datos disponibles al cierre, ese índice, que agrupa a algunas de las mayores corporaciones estadounidenses, avanzó 961,11 puntos, hasta las 9.412,30 unidades, la mayor subida en puntos que registra en su historia.
En tanto, el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, llamó a una reunión con los jefes de los principales bancos de Estados Unidos, señaló el diario Wall Street Journal.
Paulson discutirá un plan para tomar participaciones accionarias en firmas financieras, agregó el periódico. Los presidentes ejecutivos de los bancos Bank of America, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Citigroup concurrirán a la reunión, dijo el diario citando a fuentes.
Tras los esfuerzos internacionales del fin de semana para estabilizar a los mercados y en espera de que los países europeos detallasen durante la tarde sus planes de acción, las bolsas reaccionaron en forma positiva: el índice FTSE 100 de la Bolsa de Londres subió un 8,26%, después de haber caído un 8,85% el viernes, su mayor desplome en un día desde el crac de octubre de 1987.
En tanto, la Bolsa de Francfort, que el viernes había perdido un 7,01%, ganó 11,40%, y París se afirmó un 11,18% recuperándose del 7,73% perdido el mismo día. El índice Ibex 35 de los principales valores de la Bolsa de Madrid progresó un 10,65%, su mayor suba en la historia.
La confianza parecía así haber vuelto a los mercados, después de que durante una cumbre en París, los 15 países del Eurogrupo decidieran garantizar el financiamiento de sus bancos hasta fines del año próximo.
La cumbre en París fue el último capítulo de un fin de semana plagado de esfuerzos internacionales por contener el avance de la crisis financiera, que incluyó la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial en Washington y sendas reuniones del G7, que nuclea a las mayores potencias del mundo, y del llamado Grupo de los 20 (G-20), que agrupa a países industrializados y en desarrollo.
Por su parte, las alzas también incluyeron a los mercados asiáticos, donde todas las bolsas cerraron con fuertes alzas. Hong Kong ganó 10,24%, Seúl 3,8% y Shanghai 3,65%. En la misma línea también cerraron en verde Sídney (5,6%), Taipei (+2,15%) y Manila (+1,0%).
Impulsados por el plan de salvataje acordado entre los 15 países de la zona euro y el plan acordado por el G7 en Washington, Wall Street recuperó notablemente la confianza en la primera jornada de la semana con una fuerte alza, mientras que se registraron históricas subas en Europa.
Después de semanas oscuras, el índice Dow Jones de Industriales terminó hoy la sesión con un alza del 11,37% o cerca de mil puntos, en un ambiente de mayor confianza sobre una posible estabilización de los mercados financieros.
Según datos disponibles al cierre, ese índice, que agrupa a algunas de las mayores corporaciones estadounidenses, avanzó 961,11 puntos, hasta las 9.412,30 unidades, la mayor subida en puntos que registra en su historia.
En tanto, el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, llamó a una reunión con los jefes de los principales bancos de Estados Unidos, señaló el diario Wall Street Journal.
Paulson discutirá un plan para tomar participaciones accionarias en firmas financieras, agregó el periódico. Los presidentes ejecutivos de los bancos Bank of America, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Citigroup concurrirán a la reunión, dijo el diario citando a fuentes.
Tras los esfuerzos internacionales del fin de semana para estabilizar a los mercados y en espera de que los países europeos detallasen durante la tarde sus planes de acción, las bolsas reaccionaron en forma positiva: el índice FTSE 100 de la Bolsa de Londres subió un 8,26%, después de haber caído un 8,85% el viernes, su mayor desplome en un día desde el crac de octubre de 1987.
En tanto, la Bolsa de Francfort, que el viernes había perdido un 7,01%, ganó 11,40%, y París se afirmó un 11,18% recuperándose del 7,73% perdido el mismo día. El índice Ibex 35 de los principales valores de la Bolsa de Madrid progresó un 10,65%, su mayor suba en la historia.
La confianza parecía así haber vuelto a los mercados, después de que durante una cumbre en París, los 15 países del Eurogrupo decidieran garantizar el financiamiento de sus bancos hasta fines del año próximo.
La cumbre en París fue el último capítulo de un fin de semana plagado de esfuerzos internacionales por contener el avance de la crisis financiera, que incluyó la asamblea anual del FMI y el Banco Mundial en Washington y sendas reuniones del G7, que nuclea a las mayores potencias del mundo, y del llamado Grupo de los 20 (G-20), que agrupa a países industrializados y en desarrollo.
Por su parte, las alzas también incluyeron a los mercados asiáticos, donde todas las bolsas cerraron con fuertes alzas. Hong Kong ganó 10,24%, Seúl 3,8% y Shanghai 3,65%. En la misma línea también cerraron en verde Sídney (5,6%), Taipei (+2,15%) y Manila (+1,0%).
lunes, octubre 13, 2008
Paper del Deutsche Bank: "No creemos que la demanda de dólares en Argentina pueda ser contenida”
"¿Se está esperando que ocurra un accidente en la Argentina? Estamos preocupados por el riesgo de una sustancial devaluación en la Argentina. La aparente estabilidad del tipo de cambio y de las reservas en u$s47.000 millones es, en nuestra opinión, maquillaje.” El pronóstico apocalíptico, en medio de la crisis financiera internacional, proviene del lugar menos pensado por el Gobierno: el Deutsche Bank, uno de “los tres importantes bancos” –como los llamó Cristina Fernández– que presentaron la propuesta de canje de deuda a la que apuesta la Casa Rosada para despejar los vencimientos del año próximo. El diagnóstico circuló en un informe reservado que la entidad envió a un selecto grupo de clientes. El representante en el país de la entidad de origen alemán se reunió hace dos semanas con la Presidenta, a quien sólo expresó sonrisas y elogios, al formalizar la oferta para los holdouts. No se conoce hasta ahora un solo experto que comparta el escenario sombrío que describe el Deutsche Bank ni que crea que el Banco Central no pueda administrar la flotación del dólar.
El documento, dedicado a la evaluación de los “mercados emergentes”, incluye un apartado sobre el país que se titula con la sugerente pregunta mencionada más arriba: “¿Se está esperando que ocurra un accidente en la Argentina?”. Fue escrito por el “reasearch team” (equipo de investigaciones) del banco alemán, encabezado por Arend Kapteijn, su economista jefe, desde Londres. El titular del Deutsche para la Argentina, Marcelo Blanco, se reunió con Cristina el 29 de septiembre, junto a los representantes del Citigroup y Barclays, las otras dos entidades que participan de la propuesta para los bonistas que no ingresaron al canje de deuda de 2005. Dos días después, el 1º de octubre, los analistas del Deutsche publicaron el lapidario informe para un exclusivo listado de clientes.
“Estamos preocupados por el riesgo de una sustancial devaluación. Mientras las monedas de la región se devaluaron y continuarán haciéndolo frente al dólar, el peso tuvo una moderada depreciación de sólo el 4% desde su pico. El precio de las commodities continúa cayendo y la inflación galopante, subestimada por las cuentas oficiales, erosiona la competitividad del peso”, afirman. “La expectativa es que el crecimiento disminuya, lo cual podría ayudar a acercar el número de inflación real al reportado oficialmente, y daría espacio para la largamente esperada normalización de la situación del INDEC. Pero esto sólo incrementa los incentivos para dejar que el peso se devalúe”, agregan luego.
Tal vez el punto más dañino del informe es que pone en duda las verdaderas reservas del Banco Central: “La aparente estabilidad del tipo de cambio y las reservas de u$s47.000 millones son, en nuestra opinión, maquillaje. Esconden la sustancial intervención cambiaria (del Banco Central) y la caída fuera de balance de las reservas como consecuencia de la demanda local de dólares, la cual no creemos que pueda ser contenida a medida que la aversión al riesgo aumente y el mercado local continúe desconfiando por la propia inflación y, más importante, por la pérdida de credibilidad debido a la subestimación de la inflación informada oficialmente”.
Que el Central está frenando una devaluación mayor no es ninguna novedad, porque justamente ésa es la política de tipo de cambio administrado que lleva adelante Martín Redrado. El titular del Central cree que dejar subir el dólar más bruscamente provocaría pánico en los ahorristas y prefiere que el peso se devalúe muy lentamente mientras monitorea la evolución de los depósitos en los bancos.
Pero el Deutsche denuncia que el BCRA ocultaría la pérdida de reservas que le insume la intervención cambiaria, lo cual nadie –salvo el banco alemán– está en condiciones, por ahora, de demostrar.
Para fundamentar que las reservas serían menores a las informadas por el BCRA, se descuentan a los 47.000 millones los siguientes ítems:
.“La pendiente operación del pago al Club de París por u$s7.000 millones.”
.“Nuestra estimación de la deuda contraída (por el BCRA) con el BIS (Banco Internacional de Basilea) es de u$s3.000 millones.”
.“Una estimado de u$s3.000 millones en operaciones de recompra de bonos de la deuda.”
.“La creciente posición en contratos de venta a futuro de dólares, que estimamos en el rango de u$s12.000 millones, en un intento por contener la demanda de dólares sin mostrar la pérdida de reservas.”
En relación a la venta de contratos de futuros, el Central suele vender contratos para los próximos meses con un dólar apenas unos centavos arriba del valor del día. Si la cotización sube, como está ocurriendo, más de lo pactado, el Central deberá poner la diferencia, con la consiguiente pérdida de reservas. Igualmente, en el organismo oficial aseguran que la venta de dólares a futuro es mucho menor (alrededor de 8.000 millones) y que, a lo sumo, el Central a fin de año tendrá que reconocer por esos contratos una pérdida no mayor a los u$s500 millones.
Sea como fuere, el banco “socio” del Gobierno en el canje de deuda lanza otra advertencia de grueso calibre: “Acumular contratos a futuro vendiendo dólares en un intento de frenar la demanda sin mostrar la pérdida de reservas ha creado una situación insostenible, no diferente de un juego Ponzi (ver recuadro) para el Gobierno, el cual tememos que sólo termine mal”, dispara.
Para el final, el Deutsche abre una tenue luz de esperanza, siempre y cuando avance la operación de canje de deuda que el propio banco le vendió al Gobierno. “Un canje exitoso reduciría la incertidumbre y las presiones de financiamiento, pero sin un cambio completo en la política macroeconómica (léase la inflación), el mercado local permanecerá débil y la demanda de pesos seguirá frágil”, concluye.
El documento, dedicado a la evaluación de los “mercados emergentes”, incluye un apartado sobre el país que se titula con la sugerente pregunta mencionada más arriba: “¿Se está esperando que ocurra un accidente en la Argentina?”. Fue escrito por el “reasearch team” (equipo de investigaciones) del banco alemán, encabezado por Arend Kapteijn, su economista jefe, desde Londres. El titular del Deutsche para la Argentina, Marcelo Blanco, se reunió con Cristina el 29 de septiembre, junto a los representantes del Citigroup y Barclays, las otras dos entidades que participan de la propuesta para los bonistas que no ingresaron al canje de deuda de 2005. Dos días después, el 1º de octubre, los analistas del Deutsche publicaron el lapidario informe para un exclusivo listado de clientes.
“Estamos preocupados por el riesgo de una sustancial devaluación. Mientras las monedas de la región se devaluaron y continuarán haciéndolo frente al dólar, el peso tuvo una moderada depreciación de sólo el 4% desde su pico. El precio de las commodities continúa cayendo y la inflación galopante, subestimada por las cuentas oficiales, erosiona la competitividad del peso”, afirman. “La expectativa es que el crecimiento disminuya, lo cual podría ayudar a acercar el número de inflación real al reportado oficialmente, y daría espacio para la largamente esperada normalización de la situación del INDEC. Pero esto sólo incrementa los incentivos para dejar que el peso se devalúe”, agregan luego.
Tal vez el punto más dañino del informe es que pone en duda las verdaderas reservas del Banco Central: “La aparente estabilidad del tipo de cambio y las reservas de u$s47.000 millones son, en nuestra opinión, maquillaje. Esconden la sustancial intervención cambiaria (del Banco Central) y la caída fuera de balance de las reservas como consecuencia de la demanda local de dólares, la cual no creemos que pueda ser contenida a medida que la aversión al riesgo aumente y el mercado local continúe desconfiando por la propia inflación y, más importante, por la pérdida de credibilidad debido a la subestimación de la inflación informada oficialmente”.
Que el Central está frenando una devaluación mayor no es ninguna novedad, porque justamente ésa es la política de tipo de cambio administrado que lleva adelante Martín Redrado. El titular del Central cree que dejar subir el dólar más bruscamente provocaría pánico en los ahorristas y prefiere que el peso se devalúe muy lentamente mientras monitorea la evolución de los depósitos en los bancos.
Pero el Deutsche denuncia que el BCRA ocultaría la pérdida de reservas que le insume la intervención cambiaria, lo cual nadie –salvo el banco alemán– está en condiciones, por ahora, de demostrar.
Para fundamentar que las reservas serían menores a las informadas por el BCRA, se descuentan a los 47.000 millones los siguientes ítems:
.“La pendiente operación del pago al Club de París por u$s7.000 millones.”
.“Nuestra estimación de la deuda contraída (por el BCRA) con el BIS (Banco Internacional de Basilea) es de u$s3.000 millones.”
.“Una estimado de u$s3.000 millones en operaciones de recompra de bonos de la deuda.”
.“La creciente posición en contratos de venta a futuro de dólares, que estimamos en el rango de u$s12.000 millones, en un intento por contener la demanda de dólares sin mostrar la pérdida de reservas.”
En relación a la venta de contratos de futuros, el Central suele vender contratos para los próximos meses con un dólar apenas unos centavos arriba del valor del día. Si la cotización sube, como está ocurriendo, más de lo pactado, el Central deberá poner la diferencia, con la consiguiente pérdida de reservas. Igualmente, en el organismo oficial aseguran que la venta de dólares a futuro es mucho menor (alrededor de 8.000 millones) y que, a lo sumo, el Central a fin de año tendrá que reconocer por esos contratos una pérdida no mayor a los u$s500 millones.
Sea como fuere, el banco “socio” del Gobierno en el canje de deuda lanza otra advertencia de grueso calibre: “Acumular contratos a futuro vendiendo dólares en un intento de frenar la demanda sin mostrar la pérdida de reservas ha creado una situación insostenible, no diferente de un juego Ponzi (ver recuadro) para el Gobierno, el cual tememos que sólo termine mal”, dispara.
Para el final, el Deutsche abre una tenue luz de esperanza, siempre y cuando avance la operación de canje de deuda que el propio banco le vendió al Gobierno. “Un canje exitoso reduciría la incertidumbre y las presiones de financiamiento, pero sin un cambio completo en la política macroeconómica (léase la inflación), el mercado local permanecerá débil y la demanda de pesos seguirá frágil”, concluye.
Paper del Deutsche Bank: "No creemos que la demanda de dólares en Argentina pueda ser contenida”
"¿Se está esperando que ocurra un accidente en la Argentina? Estamos preocupados por el riesgo de una sustancial devaluación en la Argentina. La aparente estabilidad del tipo de cambio y de las reservas en u$s47.000 millones es, en nuestra opinión, maquillaje.” El pronóstico apocalíptico, en medio de la crisis financiera internacional, proviene del lugar menos pensado por el Gobierno: el Deutsche Bank, uno de “los tres importantes bancos” –como los llamó Cristina Fernández– que presentaron la propuesta de canje de deuda a la que apuesta la Casa Rosada para despejar los vencimientos del año próximo. El diagnóstico circuló en un informe reservado que la entidad envió a un selecto grupo de clientes. El representante en el país de la entidad de origen alemán se reunió hace dos semanas con la Presidenta, a quien sólo expresó sonrisas y elogios, al formalizar la oferta para los holdouts. No se conoce hasta ahora un solo experto que comparta el escenario sombrío que describe el Deutsche Bank ni que crea que el Banco Central no pueda administrar la flotación del dólar.
El documento, dedicado a la evaluación de los “mercados emergentes”, incluye un apartado sobre el país que se titula con la sugerente pregunta mencionada más arriba: “¿Se está esperando que ocurra un accidente en la Argentina?”. Fue escrito por el “reasearch team” (equipo de investigaciones) del banco alemán, encabezado por Arend Kapteijn, su economista jefe, desde Londres. El titular del Deutsche para la Argentina, Marcelo Blanco, se reunió con Cristina el 29 de septiembre, junto a los representantes del Citigroup y Barclays, las otras dos entidades que participan de la propuesta para los bonistas que no ingresaron al canje de deuda de 2005. Dos días después, el 1º de octubre, los analistas del Deutsche publicaron el lapidario informe para un exclusivo listado de clientes.
“Estamos preocupados por el riesgo de una sustancial devaluación. Mientras las monedas de la región se devaluaron y continuarán haciéndolo frente al dólar, el peso tuvo una moderada depreciación de sólo el 4% desde su pico. El precio de las commodities continúa cayendo y la inflación galopante, subestimada por las cuentas oficiales, erosiona la competitividad del peso”, afirman. “La expectativa es que el crecimiento disminuya, lo cual podría ayudar a acercar el número de inflación real al reportado oficialmente, y daría espacio para la largamente esperada normalización de la situación del INDEC. Pero esto sólo incrementa los incentivos para dejar que el peso se devalúe”, agregan luego.
Tal vez el punto más dañino del informe es que pone en duda las verdaderas reservas del Banco Central: “La aparente estabilidad del tipo de cambio y las reservas de u$s47.000 millones son, en nuestra opinión, maquillaje. Esconden la sustancial intervención cambiaria (del Banco Central) y la caída fuera de balance de las reservas como consecuencia de la demanda local de dólares, la cual no creemos que pueda ser contenida a medida que la aversión al riesgo aumente y el mercado local continúe desconfiando por la propia inflación y, más importante, por la pérdida de credibilidad debido a la subestimación de la inflación informada oficialmente”.
Que el Central está frenando una devaluación mayor no es ninguna novedad, porque justamente ésa es la política de tipo de cambio administrado que lleva adelante Martín Redrado. El titular del Central cree que dejar subir el dólar más bruscamente provocaría pánico en los ahorristas y prefiere que el peso se devalúe muy lentamente mientras monitorea la evolución de los depósitos en los bancos.
Pero el Deutsche denuncia que el BCRA ocultaría la pérdida de reservas que le insume la intervención cambiaria, lo cual nadie –salvo el banco alemán– está en condiciones, por ahora, de demostrar.
Para fundamentar que las reservas serían menores a las informadas por el BCRA, se descuentan a los 47.000 millones los siguientes ítems:
.“La pendiente operación del pago al Club de París por u$s7.000 millones.”
.“Nuestra estimación de la deuda contraída (por el BCRA) con el BIS (Banco Internacional de Basilea) es de u$s3.000 millones.”
.“Una estimado de u$s3.000 millones en operaciones de recompra de bonos de la deuda.”
.“La creciente posición en contratos de venta a futuro de dólares, que estimamos en el rango de u$s12.000 millones, en un intento por contener la demanda de dólares sin mostrar la pérdida de reservas.”
En relación a la venta de contratos de futuros, el Central suele vender contratos para los próximos meses con un dólar apenas unos centavos arriba del valor del día. Si la cotización sube, como está ocurriendo, más de lo pactado, el Central deberá poner la diferencia, con la consiguiente pérdida de reservas. Igualmente, en el organismo oficial aseguran que la venta de dólares a futuro es mucho menor (alrededor de 8.000 millones) y que, a lo sumo, el Central a fin de año tendrá que reconocer por esos contratos una pérdida no mayor a los u$s500 millones.
Sea como fuere, el banco “socio” del Gobierno en el canje de deuda lanza otra advertencia de grueso calibre: “Acumular contratos a futuro vendiendo dólares en un intento de frenar la demanda sin mostrar la pérdida de reservas ha creado una situación insostenible, no diferente de un juego Ponzi (ver recuadro) para el Gobierno, el cual tememos que sólo termine mal”, dispara.
Para el final, el Deutsche abre una tenue luz de esperanza, siempre y cuando avance la operación de canje de deuda que el propio banco le vendió al Gobierno. “Un canje exitoso reduciría la incertidumbre y las presiones de financiamiento, pero sin un cambio completo en la política macroeconómica (léase la inflación), el mercado local permanecerá débil y la demanda de pesos seguirá frágil”, concluye.
El documento, dedicado a la evaluación de los “mercados emergentes”, incluye un apartado sobre el país que se titula con la sugerente pregunta mencionada más arriba: “¿Se está esperando que ocurra un accidente en la Argentina?”. Fue escrito por el “reasearch team” (equipo de investigaciones) del banco alemán, encabezado por Arend Kapteijn, su economista jefe, desde Londres. El titular del Deutsche para la Argentina, Marcelo Blanco, se reunió con Cristina el 29 de septiembre, junto a los representantes del Citigroup y Barclays, las otras dos entidades que participan de la propuesta para los bonistas que no ingresaron al canje de deuda de 2005. Dos días después, el 1º de octubre, los analistas del Deutsche publicaron el lapidario informe para un exclusivo listado de clientes.
“Estamos preocupados por el riesgo de una sustancial devaluación. Mientras las monedas de la región se devaluaron y continuarán haciéndolo frente al dólar, el peso tuvo una moderada depreciación de sólo el 4% desde su pico. El precio de las commodities continúa cayendo y la inflación galopante, subestimada por las cuentas oficiales, erosiona la competitividad del peso”, afirman. “La expectativa es que el crecimiento disminuya, lo cual podría ayudar a acercar el número de inflación real al reportado oficialmente, y daría espacio para la largamente esperada normalización de la situación del INDEC. Pero esto sólo incrementa los incentivos para dejar que el peso se devalúe”, agregan luego.
Tal vez el punto más dañino del informe es que pone en duda las verdaderas reservas del Banco Central: “La aparente estabilidad del tipo de cambio y las reservas de u$s47.000 millones son, en nuestra opinión, maquillaje. Esconden la sustancial intervención cambiaria (del Banco Central) y la caída fuera de balance de las reservas como consecuencia de la demanda local de dólares, la cual no creemos que pueda ser contenida a medida que la aversión al riesgo aumente y el mercado local continúe desconfiando por la propia inflación y, más importante, por la pérdida de credibilidad debido a la subestimación de la inflación informada oficialmente”.
Que el Central está frenando una devaluación mayor no es ninguna novedad, porque justamente ésa es la política de tipo de cambio administrado que lleva adelante Martín Redrado. El titular del Central cree que dejar subir el dólar más bruscamente provocaría pánico en los ahorristas y prefiere que el peso se devalúe muy lentamente mientras monitorea la evolución de los depósitos en los bancos.
Pero el Deutsche denuncia que el BCRA ocultaría la pérdida de reservas que le insume la intervención cambiaria, lo cual nadie –salvo el banco alemán– está en condiciones, por ahora, de demostrar.
Para fundamentar que las reservas serían menores a las informadas por el BCRA, se descuentan a los 47.000 millones los siguientes ítems:
.“La pendiente operación del pago al Club de París por u$s7.000 millones.”
.“Nuestra estimación de la deuda contraída (por el BCRA) con el BIS (Banco Internacional de Basilea) es de u$s3.000 millones.”
.“Una estimado de u$s3.000 millones en operaciones de recompra de bonos de la deuda.”
.“La creciente posición en contratos de venta a futuro de dólares, que estimamos en el rango de u$s12.000 millones, en un intento por contener la demanda de dólares sin mostrar la pérdida de reservas.”
En relación a la venta de contratos de futuros, el Central suele vender contratos para los próximos meses con un dólar apenas unos centavos arriba del valor del día. Si la cotización sube, como está ocurriendo, más de lo pactado, el Central deberá poner la diferencia, con la consiguiente pérdida de reservas. Igualmente, en el organismo oficial aseguran que la venta de dólares a futuro es mucho menor (alrededor de 8.000 millones) y que, a lo sumo, el Central a fin de año tendrá que reconocer por esos contratos una pérdida no mayor a los u$s500 millones.
Sea como fuere, el banco “socio” del Gobierno en el canje de deuda lanza otra advertencia de grueso calibre: “Acumular contratos a futuro vendiendo dólares en un intento de frenar la demanda sin mostrar la pérdida de reservas ha creado una situación insostenible, no diferente de un juego Ponzi (ver recuadro) para el Gobierno, el cual tememos que sólo termine mal”, dispara.
Para el final, el Deutsche abre una tenue luz de esperanza, siempre y cuando avance la operación de canje de deuda que el propio banco le vendió al Gobierno. “Un canje exitoso reduciría la incertidumbre y las presiones de financiamiento, pero sin un cambio completo en la política macroeconómica (léase la inflación), el mercado local permanecerá débil y la demanda de pesos seguirá frágil”, concluye.
Krugman Nobel de Economía 2008
El comité del premio Nobel anunció hoy la concesión del galardón de Economía al economista estadounidense Paul Krugman por su "análisis de las tendencias del comercio y la ubicación de la actividad económica".
La Real Academia sueca de Ciencias reconoce con la concesión del premio, la labor de Krugman en la formulación de una nueva teoría para dar respuesta a las incognitas relacionadas con los efectos del libre comercio y la globalización.
Krugman, de 55 años, actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.
El Nobel de Economía, oficialmente denominado Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, fue establecido en 1960 y está dotado con una cuantía de 10 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de euros).
Paul Robin Krugman (nacido 28 de febrero, 1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times.
Krugman es probablemente mejor conocido al público como crítico abierto de las políticas económicas y generales de la administración de George W. Bush, que ha presentado en su columna. Krugman también es visto como un autor de aportes importantes por su contraparte. Ha escrito más 200 artículos y 21 libros - alguno de ellos académicos, y otros de divulgación. Su Economía Internacional: La teoría y política es un libro de textos estándar en la economía internacional.
Ha sabido entender lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina; el mérito de Krugman radica en desenmascarar las falacias económicas que se esconden tras ciertos intereses. Se ha preocupado por replantear modelos matemáticos que resuelvan el problema de ¿dónde ocurre la actividad económica y por qué?. La filosofía económica de Krugman se puede describir lo mejor posible como neo-Keynesiana. Políticamente es considerado un liberal (término usado en Estados Unidos, para referirse a ciertas tesis de izquierda).
En 1991 la Asociación Económica Americana le concedió la prestigiosa medalla John Bates Clark Medal. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el año 2004.
Nacido en la ciudad de Long Island, se licenció en Economía de la Universidad de Yale en 1974. Luego obtuvo su Ph.D. en Economía del MIT en 1977 y fue profesor de Yale, MIT y Stanford, antes de pertenecer al claustro de la Universidad de Princeton, donde ha estado desde el 2000.
De 1982 a 1983, fue parte del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan. Cuando Bill Clinton alcanzo la presidencia en 1992, se esperaba que se le diera un puesto en el gobierno, pero ese puesto se le otorgó a Laura Tyson. Esta circunstancia le perimitió dedicarse al periodismo para amplias audiencias, primero para Fortune y Slate, más tarde para The Harvard Business Review, Foreign Policy, The Economist, Harper's, y Washington Monthly.
Krugman trabajó en el panel de asesores de Enron durante 1999, antes de renunciar para trabajar como columnista para el New York Times, que exigía cierta exclusividad.
Desde enero de 2000, ha sido columnista quincenal en la página de Opinión del New York Times, lo que le ha convertido, en concepto del Washington Monthly, "el más importante columnista político en Estados Unidos... ha estado casi solo analizado los más importantes hechos políticos recientes, los descosidos tejidos de los intereses de las corporaciones, clases y partidos políticos, en medio de los cuales la administración de Bush sobresale.".
En Septiembre de 2003, Krugman publicó una colección de sus columnas titulada The Great Unraveling ("El Gran Desenredo"). Tomada en su totalidad, era un ataque mordaz contra las políticas económicas y exterior del gobierno de Bush. Su argumentación principal se centraba en cómo el creciente déficit fiscal, generado por la disminución de impuestos, el aumento del gasto público y la guerra en Iraq, a largo plazo es insostenible, y generará eventualmente una crisis económica importante. El libro fue un éxito inmediato.
A principios de los '90, popularizó el argumento de Laurence Lau y Alwyn Young de que la economías emergentes de Sudeste Asiático no eran el resultado de políticas económicas de un nuevo tipo, como se había argumentado, sino que las altas tasas de crecimiento se debían a elevadas tasas de inversión de capital y aumentos espectaculares en la mano de obra (algo que, tal como explica el propio Krugman, recuerda en parte al "milagro soviético" 1945-1965). De hecho la Productividad total de los factores de esos países no se incrementó, lo cual revela que tecnológicamente esas economías no han sido especialmente eficientes. En base a esos hechos, su predicción ha sido que el que la tasa de crecimiento del sudeste asiático descenderá a medida que sea más difícil generar crecimiento a base de incrementar los inputs (en inversión y trabajo). Esa situación es similar al frenado que sufrió la URSS a finales de la década de los '60, su estancamiento durante los '70 (que eventualmente degeneró en decrecimiento en los '80).
Krugman predice la burbuja inmobiliaria
La Real Academia sueca de Ciencias reconoce con la concesión del premio, la labor de Krugman en la formulación de una nueva teoría para dar respuesta a las incognitas relacionadas con los efectos del libre comercio y la globalización.
Krugman, de 55 años, actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.
El Nobel de Economía, oficialmente denominado Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, fue establecido en 1960 y está dotado con una cuantía de 10 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de euros).
Paul Robin Krugman (nacido 28 de febrero, 1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times.
Krugman es probablemente mejor conocido al público como crítico abierto de las políticas económicas y generales de la administración de George W. Bush, que ha presentado en su columna. Krugman también es visto como un autor de aportes importantes por su contraparte. Ha escrito más 200 artículos y 21 libros - alguno de ellos académicos, y otros de divulgación. Su Economía Internacional: La teoría y política es un libro de textos estándar en la economía internacional.
Ha sabido entender lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina; el mérito de Krugman radica en desenmascarar las falacias económicas que se esconden tras ciertos intereses. Se ha preocupado por replantear modelos matemáticos que resuelvan el problema de ¿dónde ocurre la actividad económica y por qué?. La filosofía económica de Krugman se puede describir lo mejor posible como neo-Keynesiana. Políticamente es considerado un liberal (término usado en Estados Unidos, para referirse a ciertas tesis de izquierda).
En 1991 la Asociación Económica Americana le concedió la prestigiosa medalla John Bates Clark Medal. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el año 2004.
Nacido en la ciudad de Long Island, se licenció en Economía de la Universidad de Yale en 1974. Luego obtuvo su Ph.D. en Economía del MIT en 1977 y fue profesor de Yale, MIT y Stanford, antes de pertenecer al claustro de la Universidad de Princeton, donde ha estado desde el 2000.
De 1982 a 1983, fue parte del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan. Cuando Bill Clinton alcanzo la presidencia en 1992, se esperaba que se le diera un puesto en el gobierno, pero ese puesto se le otorgó a Laura Tyson. Esta circunstancia le perimitió dedicarse al periodismo para amplias audiencias, primero para Fortune y Slate, más tarde para The Harvard Business Review, Foreign Policy, The Economist, Harper's, y Washington Monthly.
Krugman trabajó en el panel de asesores de Enron durante 1999, antes de renunciar para trabajar como columnista para el New York Times, que exigía cierta exclusividad.
Desde enero de 2000, ha sido columnista quincenal en la página de Opinión del New York Times, lo que le ha convertido, en concepto del Washington Monthly, "el más importante columnista político en Estados Unidos... ha estado casi solo analizado los más importantes hechos políticos recientes, los descosidos tejidos de los intereses de las corporaciones, clases y partidos políticos, en medio de los cuales la administración de Bush sobresale.".
En Septiembre de 2003, Krugman publicó una colección de sus columnas titulada The Great Unraveling ("El Gran Desenredo"). Tomada en su totalidad, era un ataque mordaz contra las políticas económicas y exterior del gobierno de Bush. Su argumentación principal se centraba en cómo el creciente déficit fiscal, generado por la disminución de impuestos, el aumento del gasto público y la guerra en Iraq, a largo plazo es insostenible, y generará eventualmente una crisis económica importante. El libro fue un éxito inmediato.
A principios de los '90, popularizó el argumento de Laurence Lau y Alwyn Young de que la economías emergentes de Sudeste Asiático no eran el resultado de políticas económicas de un nuevo tipo, como se había argumentado, sino que las altas tasas de crecimiento se debían a elevadas tasas de inversión de capital y aumentos espectaculares en la mano de obra (algo que, tal como explica el propio Krugman, recuerda en parte al "milagro soviético" 1945-1965). De hecho la Productividad total de los factores de esos países no se incrementó, lo cual revela que tecnológicamente esas economías no han sido especialmente eficientes. En base a esos hechos, su predicción ha sido que el que la tasa de crecimiento del sudeste asiático descenderá a medida que sea más difícil generar crecimiento a base de incrementar los inputs (en inversión y trabajo). Esa situación es similar al frenado que sufrió la URSS a finales de la década de los '60, su estancamiento durante los '70 (que eventualmente degeneró en decrecimiento en los '80).
Krugman predice la burbuja inmobiliaria
Krugman Nobel de Economía 2008
El comité del premio Nobel anunció hoy la concesión del galardón de Economía al economista estadounidense Paul Krugman por su "análisis de las tendencias del comercio y la ubicación de la actividad económica".
La Real Academia sueca de Ciencias reconoce con la concesión del premio, la labor de Krugman en la formulación de una nueva teoría para dar respuesta a las incognitas relacionadas con los efectos del libre comercio y la globalización.
Krugman, de 55 años, actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.
El Nobel de Economía, oficialmente denominado Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, fue establecido en 1960 y está dotado con una cuantía de 10 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de euros).
Paul Robin Krugman (nacido 28 de febrero, 1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times.
Krugman es probablemente mejor conocido al público como crítico abierto de las políticas económicas y generales de la administración de George W. Bush, que ha presentado en su columna. Krugman también es visto como un autor de aportes importantes por su contraparte. Ha escrito más 200 artículos y 21 libros - alguno de ellos académicos, y otros de divulgación. Su Economía Internacional: La teoría y política es un libro de textos estándar en la economía internacional.
Ha sabido entender lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina; el mérito de Krugman radica en desenmascarar las falacias económicas que se esconden tras ciertos intereses. Se ha preocupado por replantear modelos matemáticos que resuelvan el problema de ¿dónde ocurre la actividad económica y por qué?. La filosofía económica de Krugman se puede describir lo mejor posible como neo-Keynesiana. Políticamente es considerado un liberal (término usado en Estados Unidos, para referirse a ciertas tesis de izquierda).
En 1991 la Asociación Económica Americana le concedió la prestigiosa medalla John Bates Clark Medal. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el año 2004.
Nacido en la ciudad de Long Island, se licenció en Economía de la Universidad de Yale en 1974. Luego obtuvo su Ph.D. en Economía del MIT en 1977 y fue profesor de Yale, MIT y Stanford, antes de pertenecer al claustro de la Universidad de Princeton, donde ha estado desde el 2000.
De 1982 a 1983, fue parte del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan. Cuando Bill Clinton alcanzo la presidencia en 1992, se esperaba que se le diera un puesto en el gobierno, pero ese puesto se le otorgó a Laura Tyson. Esta circunstancia le perimitió dedicarse al periodismo para amplias audiencias, primero para Fortune y Slate, más tarde para The Harvard Business Review, Foreign Policy, The Economist, Harper's, y Washington Monthly.
Krugman trabajó en el panel de asesores de Enron durante 1999, antes de renunciar para trabajar como columnista para el New York Times, que exigía cierta exclusividad.
Desde enero de 2000, ha sido columnista quincenal en la página de Opinión del New York Times, lo que le ha convertido, en concepto del Washington Monthly, "el más importante columnista político en Estados Unidos... ha estado casi solo analizado los más importantes hechos políticos recientes, los descosidos tejidos de los intereses de las corporaciones, clases y partidos políticos, en medio de los cuales la administración de Bush sobresale.".
En Septiembre de 2003, Krugman publicó una colección de sus columnas titulada The Great Unraveling ("El Gran Desenredo"). Tomada en su totalidad, era un ataque mordaz contra las políticas económicas y exterior del gobierno de Bush. Su argumentación principal se centraba en cómo el creciente déficit fiscal, generado por la disminución de impuestos, el aumento del gasto público y la guerra en Iraq, a largo plazo es insostenible, y generará eventualmente una crisis económica importante. El libro fue un éxito inmediato.
A principios de los '90, popularizó el argumento de Laurence Lau y Alwyn Young de que la economías emergentes de Sudeste Asiático no eran el resultado de políticas económicas de un nuevo tipo, como se había argumentado, sino que las altas tasas de crecimiento se debían a elevadas tasas de inversión de capital y aumentos espectaculares en la mano de obra (algo que, tal como explica el propio Krugman, recuerda en parte al "milagro soviético" 1945-1965). De hecho la Productividad total de los factores de esos países no se incrementó, lo cual revela que tecnológicamente esas economías no han sido especialmente eficientes. En base a esos hechos, su predicción ha sido que el que la tasa de crecimiento del sudeste asiático descenderá a medida que sea más difícil generar crecimiento a base de incrementar los inputs (en inversión y trabajo). Esa situación es similar al frenado que sufrió la URSS a finales de la década de los '60, su estancamiento durante los '70 (que eventualmente degeneró en decrecimiento en los '80).
Krugman predice la burbuja inmobiliaria
La Real Academia sueca de Ciencias reconoce con la concesión del premio, la labor de Krugman en la formulación de una nueva teoría para dar respuesta a las incognitas relacionadas con los efectos del libre comercio y la globalización.
Krugman, de 55 años, actualmente es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos.
El Nobel de Economía, oficialmente denominado Premio de Ciencias Económicas del Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel, fue establecido en 1960 y está dotado con una cuantía de 10 millones de coronas suecas (alrededor de un millón de euros).
Paul Robin Krugman (nacido 28 de febrero, 1953) es un economista, divulgador y periodista norteamericano, cercano a los planteamientos neokeynesianos. Actualmente profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton. Desde 2000 escribe una columna en el periódico New York Times.
Krugman es probablemente mejor conocido al público como crítico abierto de las políticas económicas y generales de la administración de George W. Bush, que ha presentado en su columna. Krugman también es visto como un autor de aportes importantes por su contraparte. Ha escrito más 200 artículos y 21 libros - alguno de ellos académicos, y otros de divulgación. Su Economía Internacional: La teoría y política es un libro de textos estándar en la economía internacional.
Ha sabido entender lo mucho que la economía tiene de política o, lo que es lo mismo, los intereses y las fuerzas que se mueven en el trasfondo de la disciplina; el mérito de Krugman radica en desenmascarar las falacias económicas que se esconden tras ciertos intereses. Se ha preocupado por replantear modelos matemáticos que resuelvan el problema de ¿dónde ocurre la actividad económica y por qué?. La filosofía económica de Krugman se puede describir lo mejor posible como neo-Keynesiana. Políticamente es considerado un liberal (término usado en Estados Unidos, para referirse a ciertas tesis de izquierda).
En 1991 la Asociación Económica Americana le concedió la prestigiosa medalla John Bates Clark Medal. Ganó el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en el año 2004.
Nacido en la ciudad de Long Island, se licenció en Economía de la Universidad de Yale en 1974. Luego obtuvo su Ph.D. en Economía del MIT en 1977 y fue profesor de Yale, MIT y Stanford, antes de pertenecer al claustro de la Universidad de Princeton, donde ha estado desde el 2000.
De 1982 a 1983, fue parte del Consejo de Asesores Económicos (Council of Economic Advisers) de la administración de Reagan. Cuando Bill Clinton alcanzo la presidencia en 1992, se esperaba que se le diera un puesto en el gobierno, pero ese puesto se le otorgó a Laura Tyson. Esta circunstancia le perimitió dedicarse al periodismo para amplias audiencias, primero para Fortune y Slate, más tarde para The Harvard Business Review, Foreign Policy, The Economist, Harper's, y Washington Monthly.
Krugman trabajó en el panel de asesores de Enron durante 1999, antes de renunciar para trabajar como columnista para el New York Times, que exigía cierta exclusividad.
Desde enero de 2000, ha sido columnista quincenal en la página de Opinión del New York Times, lo que le ha convertido, en concepto del Washington Monthly, "el más importante columnista político en Estados Unidos... ha estado casi solo analizado los más importantes hechos políticos recientes, los descosidos tejidos de los intereses de las corporaciones, clases y partidos políticos, en medio de los cuales la administración de Bush sobresale.".
En Septiembre de 2003, Krugman publicó una colección de sus columnas titulada The Great Unraveling ("El Gran Desenredo"). Tomada en su totalidad, era un ataque mordaz contra las políticas económicas y exterior del gobierno de Bush. Su argumentación principal se centraba en cómo el creciente déficit fiscal, generado por la disminución de impuestos, el aumento del gasto público y la guerra en Iraq, a largo plazo es insostenible, y generará eventualmente una crisis económica importante. El libro fue un éxito inmediato.
A principios de los '90, popularizó el argumento de Laurence Lau y Alwyn Young de que la economías emergentes de Sudeste Asiático no eran el resultado de políticas económicas de un nuevo tipo, como se había argumentado, sino que las altas tasas de crecimiento se debían a elevadas tasas de inversión de capital y aumentos espectaculares en la mano de obra (algo que, tal como explica el propio Krugman, recuerda en parte al "milagro soviético" 1945-1965). De hecho la Productividad total de los factores de esos países no se incrementó, lo cual revela que tecnológicamente esas economías no han sido especialmente eficientes. En base a esos hechos, su predicción ha sido que el que la tasa de crecimiento del sudeste asiático descenderá a medida que sea más difícil generar crecimiento a base de incrementar los inputs (en inversión y trabajo). Esa situación es similar al frenado que sufrió la URSS a finales de la década de los '60, su estancamiento durante los '70 (que eventualmente degeneró en decrecimiento en los '80).
Krugman predice la burbuja inmobiliaria
martes, octubre 07, 2008
Los mercados desconfían de los rescates estatales
La crisis financiera global acaba de dar un giro peligroso: mientras los gobiernos redoblan sus esfuerzos para contenerla, los mercados no creen que tales medidas surtan efecto.
El lunes, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y los gobiernos europeos anunciaron iniciativas que se suman al paquete de rescate de US$ 700.000 millones que el Congreso de EE.UU. aprobó la semana pasada. Los mercados mundiales, no obstante, hicieron sentir su desconfianza de forma contundente. Las acciones europeas registraron su mayor caída de los últimos 20 años, mientras que el Promedio Industrial Dow Jones cerró por debajo de los 10.000 puntos, un mal augurio de que la evolución de la crisis está superando la capacidad de las autoridades para contenerla.
El derrumbe de los mercados ilustra cómo la crisis financiera dejó atrás los problemas del mercado de hipotecas de alto riesgo estadounidenses para transformarse en un problema de confianza. Todos los esfuerzos de Estados Unidos y Europa no han resuelto una falta de confianza primordial. Nadie sabe qué firmas quebrarán, por lo que nadie está dispuesto a prestar.
Bank of America Corp., considerado uno de los pilares del sistema bancario estadounidense, anunció un abrupto recorte en su dividendo y planes para recaudar capital. Hace apenas tres semanas, el banco acordó la compra de Merrill Lynch & Co., lo que fue interpretado como una señal de fortaleza. El lunes, su presidente, Kenneth Lewis, dijo que estaba presenciando "la época más difícil para las instituciones financieras que me ha tocado vivir en mis 39 años en la banca".
El problema se ha vuelto tan severo que ya no sólo afecta a los bancos, sino a la capacidad de las empresas de endeudarse para financiar sus actividades cotidianas, como pagar sueldos y comprar materias primas. Si no cesa, la paralización de los mercados de crédito de corto plazo tendrá un gran impacto en la ya debilitada economía global, una dura realidad que los inversionistas ya empiezan a reconocer. "Para apuntalar la confianza en el sistema, me refiero a los mercados monetarios, se necesita algo más grande y algo que sea consistente de un país a otro", señala Hans Lorenzen, estratega de crédito para Citigroup Inc. en Londres. "Y se necesita pronto."
La Fed, que ya lleva 12 años en una campaña improvisada para reescribir los libros de texto de los bancos centrales, divulgó el lunes nuevas medidas para eliminar el bloqueo que se ha apoderado de los mercados de crédito de corto plazo en las últimas semanas. Una medida, la decisión de pagar intereses sobre las reservas que dejan los bancos como depósito en el banco central, sitúa a la Fed en una posición para expandir en forma significativa sus programas de préstamos. La probabilidad de que la Fed anuncie nuevos recortes de tasas parece cada vez más mayor.
A medida que la crisis financiera se ahonda y globaliza, una acción coordinada para reducir las tasas de interés podría cobrar un mayor atractivo. "La coordinación es absolutamente esencial", señaló Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, en una entrevista de cara a la reunión del FMI y el Banco Mundial este fin de semana en Washington.
Los países de la Unión Europea intensificaron la campaña para coordinar su respuesta ante la crisis, después de que una serie de medidas unilaterales no tuviera el efecto deseado. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, cuyo país ejerce la presidencia rotativa de la UE, leyó en televisión una declaración conjunta de los 27 países de la Unión Europea diciendo que cada uno "adoptará todas las medidas necesarias para proteger la estabilidad del sistema financiero".
La declaración se produjo después de la sorpresiva decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de garantizar todas las cuentas bancarias de los residentes de la mayor economía europea, apenas un día después de criticar una medida similar por parte de Irlanda. El lunes, Austria, Suecia y Dinamarca se sumaron a la lista creciente de países que reforzaron sus garantías a los depósitos bancarios.
Toda esta actividad no ha reparado las fisuras en los mercados de crédito, que se han agravado en las últimas semanas, tras el colapso de Lehman Brothers Holdings Inc. En una señal preocupante, el mercado de papel comercial estadounidense, una fuente crucial de crédito a corto plazo para los bancos y otras compañías en Estados Unidos y Europa, se contrajo en US$ 94.900 millones en la semana concluida el 1 de octubre, para ascender a los US$ 1,61 billones (millón de millones) en deuda circulante, según los datos de la Fed.
La Fed ha actuado enérgicamente en los últimos doce meses para hacer frente a la crisis. Desde septiembre del año pasado ha reducido la tasa interbancaria de 5,25 a 2 por ciento. También ha recurrido a una serie de medidas poco ortodoxas, como garantizar los fondos mutuos de los mercados monetarios, conceder líneas de crédito a los bancos de inversión y asumir activos tóxicos de Bear Stearns y American International Group Inc., por nombrar sólo algunas.
La misión ha sido mantener el flujo de crédito, pero la Fed se ha topado con tres grandes obstáculos.
Primero, los bancos y los inversionistas están tratando de reducir su deuda, un proceso de desapalancamiento que el banco central puede desacelerar, pero no detener. En segundo lugar, la innovación financiera de los últimos años, que supuestamente era positiva porque diseminaba el riesgo, ha resultado ser nociva porque oculta la ubicación del riesgo, exacerbando la incertidumbre sobre qué instituciones financieras pueden sobrevivir. Tercero, la quiebra de Lehman y otras instituciones financieras ha erosionado a tal grado la confianza que incluso los grandes planes de rescate han sido incapaces de restablecerla.
El lunes, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y los gobiernos europeos anunciaron iniciativas que se suman al paquete de rescate de US$ 700.000 millones que el Congreso de EE.UU. aprobó la semana pasada. Los mercados mundiales, no obstante, hicieron sentir su desconfianza de forma contundente. Las acciones europeas registraron su mayor caída de los últimos 20 años, mientras que el Promedio Industrial Dow Jones cerró por debajo de los 10.000 puntos, un mal augurio de que la evolución de la crisis está superando la capacidad de las autoridades para contenerla.
El derrumbe de los mercados ilustra cómo la crisis financiera dejó atrás los problemas del mercado de hipotecas de alto riesgo estadounidenses para transformarse en un problema de confianza. Todos los esfuerzos de Estados Unidos y Europa no han resuelto una falta de confianza primordial. Nadie sabe qué firmas quebrarán, por lo que nadie está dispuesto a prestar.
Bank of America Corp., considerado uno de los pilares del sistema bancario estadounidense, anunció un abrupto recorte en su dividendo y planes para recaudar capital. Hace apenas tres semanas, el banco acordó la compra de Merrill Lynch & Co., lo que fue interpretado como una señal de fortaleza. El lunes, su presidente, Kenneth Lewis, dijo que estaba presenciando "la época más difícil para las instituciones financieras que me ha tocado vivir en mis 39 años en la banca".
El problema se ha vuelto tan severo que ya no sólo afecta a los bancos, sino a la capacidad de las empresas de endeudarse para financiar sus actividades cotidianas, como pagar sueldos y comprar materias primas. Si no cesa, la paralización de los mercados de crédito de corto plazo tendrá un gran impacto en la ya debilitada economía global, una dura realidad que los inversionistas ya empiezan a reconocer. "Para apuntalar la confianza en el sistema, me refiero a los mercados monetarios, se necesita algo más grande y algo que sea consistente de un país a otro", señala Hans Lorenzen, estratega de crédito para Citigroup Inc. en Londres. "Y se necesita pronto."
La Fed, que ya lleva 12 años en una campaña improvisada para reescribir los libros de texto de los bancos centrales, divulgó el lunes nuevas medidas para eliminar el bloqueo que se ha apoderado de los mercados de crédito de corto plazo en las últimas semanas. Una medida, la decisión de pagar intereses sobre las reservas que dejan los bancos como depósito en el banco central, sitúa a la Fed en una posición para expandir en forma significativa sus programas de préstamos. La probabilidad de que la Fed anuncie nuevos recortes de tasas parece cada vez más mayor.
A medida que la crisis financiera se ahonda y globaliza, una acción coordinada para reducir las tasas de interés podría cobrar un mayor atractivo. "La coordinación es absolutamente esencial", señaló Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, en una entrevista de cara a la reunión del FMI y el Banco Mundial este fin de semana en Washington.
Los países de la Unión Europea intensificaron la campaña para coordinar su respuesta ante la crisis, después de que una serie de medidas unilaterales no tuviera el efecto deseado. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, cuyo país ejerce la presidencia rotativa de la UE, leyó en televisión una declaración conjunta de los 27 países de la Unión Europea diciendo que cada uno "adoptará todas las medidas necesarias para proteger la estabilidad del sistema financiero".
La declaración se produjo después de la sorpresiva decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de garantizar todas las cuentas bancarias de los residentes de la mayor economía europea, apenas un día después de criticar una medida similar por parte de Irlanda. El lunes, Austria, Suecia y Dinamarca se sumaron a la lista creciente de países que reforzaron sus garantías a los depósitos bancarios.
Toda esta actividad no ha reparado las fisuras en los mercados de crédito, que se han agravado en las últimas semanas, tras el colapso de Lehman Brothers Holdings Inc. En una señal preocupante, el mercado de papel comercial estadounidense, una fuente crucial de crédito a corto plazo para los bancos y otras compañías en Estados Unidos y Europa, se contrajo en US$ 94.900 millones en la semana concluida el 1 de octubre, para ascender a los US$ 1,61 billones (millón de millones) en deuda circulante, según los datos de la Fed.
La Fed ha actuado enérgicamente en los últimos doce meses para hacer frente a la crisis. Desde septiembre del año pasado ha reducido la tasa interbancaria de 5,25 a 2 por ciento. También ha recurrido a una serie de medidas poco ortodoxas, como garantizar los fondos mutuos de los mercados monetarios, conceder líneas de crédito a los bancos de inversión y asumir activos tóxicos de Bear Stearns y American International Group Inc., por nombrar sólo algunas.
La misión ha sido mantener el flujo de crédito, pero la Fed se ha topado con tres grandes obstáculos.
Primero, los bancos y los inversionistas están tratando de reducir su deuda, un proceso de desapalancamiento que el banco central puede desacelerar, pero no detener. En segundo lugar, la innovación financiera de los últimos años, que supuestamente era positiva porque diseminaba el riesgo, ha resultado ser nociva porque oculta la ubicación del riesgo, exacerbando la incertidumbre sobre qué instituciones financieras pueden sobrevivir. Tercero, la quiebra de Lehman y otras instituciones financieras ha erosionado a tal grado la confianza que incluso los grandes planes de rescate han sido incapaces de restablecerla.
Los mercados desconfían de los rescates estatales
La crisis financiera global acaba de dar un giro peligroso: mientras los gobiernos redoblan sus esfuerzos para contenerla, los mercados no creen que tales medidas surtan efecto.
El lunes, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y los gobiernos europeos anunciaron iniciativas que se suman al paquete de rescate de US$ 700.000 millones que el Congreso de EE.UU. aprobó la semana pasada. Los mercados mundiales, no obstante, hicieron sentir su desconfianza de forma contundente. Las acciones europeas registraron su mayor caída de los últimos 20 años, mientras que el Promedio Industrial Dow Jones cerró por debajo de los 10.000 puntos, un mal augurio de que la evolución de la crisis está superando la capacidad de las autoridades para contenerla.
El derrumbe de los mercados ilustra cómo la crisis financiera dejó atrás los problemas del mercado de hipotecas de alto riesgo estadounidenses para transformarse en un problema de confianza. Todos los esfuerzos de Estados Unidos y Europa no han resuelto una falta de confianza primordial. Nadie sabe qué firmas quebrarán, por lo que nadie está dispuesto a prestar.
Bank of America Corp., considerado uno de los pilares del sistema bancario estadounidense, anunció un abrupto recorte en su dividendo y planes para recaudar capital. Hace apenas tres semanas, el banco acordó la compra de Merrill Lynch & Co., lo que fue interpretado como una señal de fortaleza. El lunes, su presidente, Kenneth Lewis, dijo que estaba presenciando "la época más difícil para las instituciones financieras que me ha tocado vivir en mis 39 años en la banca".
El problema se ha vuelto tan severo que ya no sólo afecta a los bancos, sino a la capacidad de las empresas de endeudarse para financiar sus actividades cotidianas, como pagar sueldos y comprar materias primas. Si no cesa, la paralización de los mercados de crédito de corto plazo tendrá un gran impacto en la ya debilitada economía global, una dura realidad que los inversionistas ya empiezan a reconocer. "Para apuntalar la confianza en el sistema, me refiero a los mercados monetarios, se necesita algo más grande y algo que sea consistente de un país a otro", señala Hans Lorenzen, estratega de crédito para Citigroup Inc. en Londres. "Y se necesita pronto."
La Fed, que ya lleva 12 años en una campaña improvisada para reescribir los libros de texto de los bancos centrales, divulgó el lunes nuevas medidas para eliminar el bloqueo que se ha apoderado de los mercados de crédito de corto plazo en las últimas semanas. Una medida, la decisión de pagar intereses sobre las reservas que dejan los bancos como depósito en el banco central, sitúa a la Fed en una posición para expandir en forma significativa sus programas de préstamos. La probabilidad de que la Fed anuncie nuevos recortes de tasas parece cada vez más mayor.
A medida que la crisis financiera se ahonda y globaliza, una acción coordinada para reducir las tasas de interés podría cobrar un mayor atractivo. "La coordinación es absolutamente esencial", señaló Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, en una entrevista de cara a la reunión del FMI y el Banco Mundial este fin de semana en Washington.
Los países de la Unión Europea intensificaron la campaña para coordinar su respuesta ante la crisis, después de que una serie de medidas unilaterales no tuviera el efecto deseado. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, cuyo país ejerce la presidencia rotativa de la UE, leyó en televisión una declaración conjunta de los 27 países de la Unión Europea diciendo que cada uno "adoptará todas las medidas necesarias para proteger la estabilidad del sistema financiero".
La declaración se produjo después de la sorpresiva decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de garantizar todas las cuentas bancarias de los residentes de la mayor economía europea, apenas un día después de criticar una medida similar por parte de Irlanda. El lunes, Austria, Suecia y Dinamarca se sumaron a la lista creciente de países que reforzaron sus garantías a los depósitos bancarios.
Toda esta actividad no ha reparado las fisuras en los mercados de crédito, que se han agravado en las últimas semanas, tras el colapso de Lehman Brothers Holdings Inc. En una señal preocupante, el mercado de papel comercial estadounidense, una fuente crucial de crédito a corto plazo para los bancos y otras compañías en Estados Unidos y Europa, se contrajo en US$ 94.900 millones en la semana concluida el 1 de octubre, para ascender a los US$ 1,61 billones (millón de millones) en deuda circulante, según los datos de la Fed.
La Fed ha actuado enérgicamente en los últimos doce meses para hacer frente a la crisis. Desde septiembre del año pasado ha reducido la tasa interbancaria de 5,25 a 2 por ciento. También ha recurrido a una serie de medidas poco ortodoxas, como garantizar los fondos mutuos de los mercados monetarios, conceder líneas de crédito a los bancos de inversión y asumir activos tóxicos de Bear Stearns y American International Group Inc., por nombrar sólo algunas.
La misión ha sido mantener el flujo de crédito, pero la Fed se ha topado con tres grandes obstáculos.
Primero, los bancos y los inversionistas están tratando de reducir su deuda, un proceso de desapalancamiento que el banco central puede desacelerar, pero no detener. En segundo lugar, la innovación financiera de los últimos años, que supuestamente era positiva porque diseminaba el riesgo, ha resultado ser nociva porque oculta la ubicación del riesgo, exacerbando la incertidumbre sobre qué instituciones financieras pueden sobrevivir. Tercero, la quiebra de Lehman y otras instituciones financieras ha erosionado a tal grado la confianza que incluso los grandes planes de rescate han sido incapaces de restablecerla.
El lunes, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) y los gobiernos europeos anunciaron iniciativas que se suman al paquete de rescate de US$ 700.000 millones que el Congreso de EE.UU. aprobó la semana pasada. Los mercados mundiales, no obstante, hicieron sentir su desconfianza de forma contundente. Las acciones europeas registraron su mayor caída de los últimos 20 años, mientras que el Promedio Industrial Dow Jones cerró por debajo de los 10.000 puntos, un mal augurio de que la evolución de la crisis está superando la capacidad de las autoridades para contenerla.
El derrumbe de los mercados ilustra cómo la crisis financiera dejó atrás los problemas del mercado de hipotecas de alto riesgo estadounidenses para transformarse en un problema de confianza. Todos los esfuerzos de Estados Unidos y Europa no han resuelto una falta de confianza primordial. Nadie sabe qué firmas quebrarán, por lo que nadie está dispuesto a prestar.
Bank of America Corp., considerado uno de los pilares del sistema bancario estadounidense, anunció un abrupto recorte en su dividendo y planes para recaudar capital. Hace apenas tres semanas, el banco acordó la compra de Merrill Lynch & Co., lo que fue interpretado como una señal de fortaleza. El lunes, su presidente, Kenneth Lewis, dijo que estaba presenciando "la época más difícil para las instituciones financieras que me ha tocado vivir en mis 39 años en la banca".
El problema se ha vuelto tan severo que ya no sólo afecta a los bancos, sino a la capacidad de las empresas de endeudarse para financiar sus actividades cotidianas, como pagar sueldos y comprar materias primas. Si no cesa, la paralización de los mercados de crédito de corto plazo tendrá un gran impacto en la ya debilitada economía global, una dura realidad que los inversionistas ya empiezan a reconocer. "Para apuntalar la confianza en el sistema, me refiero a los mercados monetarios, se necesita algo más grande y algo que sea consistente de un país a otro", señala Hans Lorenzen, estratega de crédito para Citigroup Inc. en Londres. "Y se necesita pronto."
La Fed, que ya lleva 12 años en una campaña improvisada para reescribir los libros de texto de los bancos centrales, divulgó el lunes nuevas medidas para eliminar el bloqueo que se ha apoderado de los mercados de crédito de corto plazo en las últimas semanas. Una medida, la decisión de pagar intereses sobre las reservas que dejan los bancos como depósito en el banco central, sitúa a la Fed en una posición para expandir en forma significativa sus programas de préstamos. La probabilidad de que la Fed anuncie nuevos recortes de tasas parece cada vez más mayor.
A medida que la crisis financiera se ahonda y globaliza, una acción coordinada para reducir las tasas de interés podría cobrar un mayor atractivo. "La coordinación es absolutamente esencial", señaló Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, en una entrevista de cara a la reunión del FMI y el Banco Mundial este fin de semana en Washington.
Los países de la Unión Europea intensificaron la campaña para coordinar su respuesta ante la crisis, después de que una serie de medidas unilaterales no tuviera el efecto deseado. El presidente francés, Nicolás Sarkozy, cuyo país ejerce la presidencia rotativa de la UE, leyó en televisión una declaración conjunta de los 27 países de la Unión Europea diciendo que cada uno "adoptará todas las medidas necesarias para proteger la estabilidad del sistema financiero".
La declaración se produjo después de la sorpresiva decisión de la canciller alemana, Angela Merkel, de garantizar todas las cuentas bancarias de los residentes de la mayor economía europea, apenas un día después de criticar una medida similar por parte de Irlanda. El lunes, Austria, Suecia y Dinamarca se sumaron a la lista creciente de países que reforzaron sus garantías a los depósitos bancarios.
Toda esta actividad no ha reparado las fisuras en los mercados de crédito, que se han agravado en las últimas semanas, tras el colapso de Lehman Brothers Holdings Inc. En una señal preocupante, el mercado de papel comercial estadounidense, una fuente crucial de crédito a corto plazo para los bancos y otras compañías en Estados Unidos y Europa, se contrajo en US$ 94.900 millones en la semana concluida el 1 de octubre, para ascender a los US$ 1,61 billones (millón de millones) en deuda circulante, según los datos de la Fed.
La Fed ha actuado enérgicamente en los últimos doce meses para hacer frente a la crisis. Desde septiembre del año pasado ha reducido la tasa interbancaria de 5,25 a 2 por ciento. También ha recurrido a una serie de medidas poco ortodoxas, como garantizar los fondos mutuos de los mercados monetarios, conceder líneas de crédito a los bancos de inversión y asumir activos tóxicos de Bear Stearns y American International Group Inc., por nombrar sólo algunas.
La misión ha sido mantener el flujo de crédito, pero la Fed se ha topado con tres grandes obstáculos.
Primero, los bancos y los inversionistas están tratando de reducir su deuda, un proceso de desapalancamiento que el banco central puede desacelerar, pero no detener. En segundo lugar, la innovación financiera de los últimos años, que supuestamente era positiva porque diseminaba el riesgo, ha resultado ser nociva porque oculta la ubicación del riesgo, exacerbando la incertidumbre sobre qué instituciones financieras pueden sobrevivir. Tercero, la quiebra de Lehman y otras instituciones financieras ha erosionado a tal grado la confianza que incluso los grandes planes de rescate han sido incapaces de restablecerla.
Reflexiones sobre la cisis financiera internacional
Frente al contexto de inestabilidad de los mercados y en función de las consultas recibidas, creemos importante compartir algunas reflexiones con nuestros lectores.
Aprobado el paquete de asistencia financiera del gobierno de EEUU que comentáramos en nuestra última edición, quisiéramos complementar nuestra opinión en el tema.
1) El paquete aprobado -u$s 700.000 millones- equivale al 6% del PBI norteamericano. Más allá de la cifra, quedó en evidencia la voluntad del gobierno de evitar una crisis ampliando la garantía de depósitos a u$s 250.000 frente a los u$s 100.000 anteriores por cuenta.
2) La demora en la aprobación del paquete agudizó un clima de desconfianza en donde el imprescindible fluir normal del crédito se trabó. Para evitar una fuerte recesión corta o una larga recesión leve el normal fluir de crédito debe restablecerse rápidamente.
3) La Comunidad Europea manifestó su voluntad de actuar frente a problemas en su mercado. Sin embargo, debe mencionarse que las medidas concretas serán adoptadas por los países individualmente. Algunos países aumentaron la garantía estatal sobre los depósitos bancarios, y también intervinieron en la solución de entidades financieras en problemas (Hypobank – Alemania, Fortis – Bélgica y Holanda).
Concluyendo, si bien durante la semana pasada se dieron pasos firmes a la solución de la crisis, resta por verse la efectividad de las acciones europeas. En la medida que éstas no sean interpretadas como contundentes por el público y se demoren en su implementación no se restablecerá rápidamente el normal fluir del crédito y las probabilidades de un escenario de recesión aumentará notablemente. El riesgo operacional con los bancos en EEUU y Alemania ha disminuido muchísimo -por no animarnos a decir desaparecido-.
Seguimos opinando que el mundo se mueve a un escenario de mayor inflación cuyo efecto -nominalmente- irá absorbiendo la sobrevaluación de activos. Además, consideramos que hasta que no se obtenga una coordinación efectiva entre los principales países, continuará la volatilidad. En consecuencia, en el corto plazo es altamente probable que continúe la debilidad del Euro frente al dólar y, en menor medida, de éste frente al yen.
OPORTUNIDADES
Como hemos mencionado, al haberse adoptado una política país por país en Europa, quedan en evidencia potenciales problemas en países con economías reducidas en relación con sus grandes bancos. Suiza es un caso emblemático, vale considerar que sólo su principal banco (UBS) posee pasivos por casi u$s 2 billones (millones de millones), más del cuádruple del PBI del país, y que su Patrimonio Neto ajustado por activos intangibles es negativo.
Si, como creemos, UBS (entre otros bancos) requiere ayuda del gobierno suizo -lo que es probable- y el gobierno lo aprueba -lo que es casi seguro en caso de crisis-, la fortaleza del franco suizo estará cuestionada ya sea por una emisión excesiva de moneda, o por desconfianza en la solidez financiera del gobierno. Creemos, entonces, que una manera de proceder favorablemente en esta coyuntura es tomar posiciones en dólares (o yenes) y en contra del franco suizo.
Aprobado el paquete de asistencia financiera del gobierno de EEUU que comentáramos en nuestra última edición, quisiéramos complementar nuestra opinión en el tema.
1) El paquete aprobado -u$s 700.000 millones- equivale al 6% del PBI norteamericano. Más allá de la cifra, quedó en evidencia la voluntad del gobierno de evitar una crisis ampliando la garantía de depósitos a u$s 250.000 frente a los u$s 100.000 anteriores por cuenta.
2) La demora en la aprobación del paquete agudizó un clima de desconfianza en donde el imprescindible fluir normal del crédito se trabó. Para evitar una fuerte recesión corta o una larga recesión leve el normal fluir de crédito debe restablecerse rápidamente.
3) La Comunidad Europea manifestó su voluntad de actuar frente a problemas en su mercado. Sin embargo, debe mencionarse que las medidas concretas serán adoptadas por los países individualmente. Algunos países aumentaron la garantía estatal sobre los depósitos bancarios, y también intervinieron en la solución de entidades financieras en problemas (Hypobank – Alemania, Fortis – Bélgica y Holanda).
Concluyendo, si bien durante la semana pasada se dieron pasos firmes a la solución de la crisis, resta por verse la efectividad de las acciones europeas. En la medida que éstas no sean interpretadas como contundentes por el público y se demoren en su implementación no se restablecerá rápidamente el normal fluir del crédito y las probabilidades de un escenario de recesión aumentará notablemente. El riesgo operacional con los bancos en EEUU y Alemania ha disminuido muchísimo -por no animarnos a decir desaparecido-.
Seguimos opinando que el mundo se mueve a un escenario de mayor inflación cuyo efecto -nominalmente- irá absorbiendo la sobrevaluación de activos. Además, consideramos que hasta que no se obtenga una coordinación efectiva entre los principales países, continuará la volatilidad. En consecuencia, en el corto plazo es altamente probable que continúe la debilidad del Euro frente al dólar y, en menor medida, de éste frente al yen.
OPORTUNIDADES
Como hemos mencionado, al haberse adoptado una política país por país en Europa, quedan en evidencia potenciales problemas en países con economías reducidas en relación con sus grandes bancos. Suiza es un caso emblemático, vale considerar que sólo su principal banco (UBS) posee pasivos por casi u$s 2 billones (millones de millones), más del cuádruple del PBI del país, y que su Patrimonio Neto ajustado por activos intangibles es negativo.
Si, como creemos, UBS (entre otros bancos) requiere ayuda del gobierno suizo -lo que es probable- y el gobierno lo aprueba -lo que es casi seguro en caso de crisis-, la fortaleza del franco suizo estará cuestionada ya sea por una emisión excesiva de moneda, o por desconfianza en la solidez financiera del gobierno. Creemos, entonces, que una manera de proceder favorablemente en esta coyuntura es tomar posiciones en dólares (o yenes) y en contra del franco suizo.
Reflexiones sobre la cisis financiera internacional
Frente al contexto de inestabilidad de los mercados y en función de las consultas recibidas, creemos importante compartir algunas reflexiones con nuestros lectores.
Aprobado el paquete de asistencia financiera del gobierno de EEUU que comentáramos en nuestra última edición, quisiéramos complementar nuestra opinión en el tema.
1) El paquete aprobado -u$s 700.000 millones- equivale al 6% del PBI norteamericano. Más allá de la cifra, quedó en evidencia la voluntad del gobierno de evitar una crisis ampliando la garantía de depósitos a u$s 250.000 frente a los u$s 100.000 anteriores por cuenta.
2) La demora en la aprobación del paquete agudizó un clima de desconfianza en donde el imprescindible fluir normal del crédito se trabó. Para evitar una fuerte recesión corta o una larga recesión leve el normal fluir de crédito debe restablecerse rápidamente.
3) La Comunidad Europea manifestó su voluntad de actuar frente a problemas en su mercado. Sin embargo, debe mencionarse que las medidas concretas serán adoptadas por los países individualmente. Algunos países aumentaron la garantía estatal sobre los depósitos bancarios, y también intervinieron en la solución de entidades financieras en problemas (Hypobank – Alemania, Fortis – Bélgica y Holanda).
Concluyendo, si bien durante la semana pasada se dieron pasos firmes a la solución de la crisis, resta por verse la efectividad de las acciones europeas. En la medida que éstas no sean interpretadas como contundentes por el público y se demoren en su implementación no se restablecerá rápidamente el normal fluir del crédito y las probabilidades de un escenario de recesión aumentará notablemente. El riesgo operacional con los bancos en EEUU y Alemania ha disminuido muchísimo -por no animarnos a decir desaparecido-.
Seguimos opinando que el mundo se mueve a un escenario de mayor inflación cuyo efecto -nominalmente- irá absorbiendo la sobrevaluación de activos. Además, consideramos que hasta que no se obtenga una coordinación efectiva entre los principales países, continuará la volatilidad. En consecuencia, en el corto plazo es altamente probable que continúe la debilidad del Euro frente al dólar y, en menor medida, de éste frente al yen.
OPORTUNIDADES
Como hemos mencionado, al haberse adoptado una política país por país en Europa, quedan en evidencia potenciales problemas en países con economías reducidas en relación con sus grandes bancos. Suiza es un caso emblemático, vale considerar que sólo su principal banco (UBS) posee pasivos por casi u$s 2 billones (millones de millones), más del cuádruple del PBI del país, y que su Patrimonio Neto ajustado por activos intangibles es negativo.
Si, como creemos, UBS (entre otros bancos) requiere ayuda del gobierno suizo -lo que es probable- y el gobierno lo aprueba -lo que es casi seguro en caso de crisis-, la fortaleza del franco suizo estará cuestionada ya sea por una emisión excesiva de moneda, o por desconfianza en la solidez financiera del gobierno. Creemos, entonces, que una manera de proceder favorablemente en esta coyuntura es tomar posiciones en dólares (o yenes) y en contra del franco suizo.
Aprobado el paquete de asistencia financiera del gobierno de EEUU que comentáramos en nuestra última edición, quisiéramos complementar nuestra opinión en el tema.
1) El paquete aprobado -u$s 700.000 millones- equivale al 6% del PBI norteamericano. Más allá de la cifra, quedó en evidencia la voluntad del gobierno de evitar una crisis ampliando la garantía de depósitos a u$s 250.000 frente a los u$s 100.000 anteriores por cuenta.
2) La demora en la aprobación del paquete agudizó un clima de desconfianza en donde el imprescindible fluir normal del crédito se trabó. Para evitar una fuerte recesión corta o una larga recesión leve el normal fluir de crédito debe restablecerse rápidamente.
3) La Comunidad Europea manifestó su voluntad de actuar frente a problemas en su mercado. Sin embargo, debe mencionarse que las medidas concretas serán adoptadas por los países individualmente. Algunos países aumentaron la garantía estatal sobre los depósitos bancarios, y también intervinieron en la solución de entidades financieras en problemas (Hypobank – Alemania, Fortis – Bélgica y Holanda).
Concluyendo, si bien durante la semana pasada se dieron pasos firmes a la solución de la crisis, resta por verse la efectividad de las acciones europeas. En la medida que éstas no sean interpretadas como contundentes por el público y se demoren en su implementación no se restablecerá rápidamente el normal fluir del crédito y las probabilidades de un escenario de recesión aumentará notablemente. El riesgo operacional con los bancos en EEUU y Alemania ha disminuido muchísimo -por no animarnos a decir desaparecido-.
Seguimos opinando que el mundo se mueve a un escenario de mayor inflación cuyo efecto -nominalmente- irá absorbiendo la sobrevaluación de activos. Además, consideramos que hasta que no se obtenga una coordinación efectiva entre los principales países, continuará la volatilidad. En consecuencia, en el corto plazo es altamente probable que continúe la debilidad del Euro frente al dólar y, en menor medida, de éste frente al yen.
OPORTUNIDADES
Como hemos mencionado, al haberse adoptado una política país por país en Europa, quedan en evidencia potenciales problemas en países con economías reducidas en relación con sus grandes bancos. Suiza es un caso emblemático, vale considerar que sólo su principal banco (UBS) posee pasivos por casi u$s 2 billones (millones de millones), más del cuádruple del PBI del país, y que su Patrimonio Neto ajustado por activos intangibles es negativo.
Si, como creemos, UBS (entre otros bancos) requiere ayuda del gobierno suizo -lo que es probable- y el gobierno lo aprueba -lo que es casi seguro en caso de crisis-, la fortaleza del franco suizo estará cuestionada ya sea por una emisión excesiva de moneda, o por desconfianza en la solidez financiera del gobierno. Creemos, entonces, que una manera de proceder favorablemente en esta coyuntura es tomar posiciones en dólares (o yenes) y en contra del franco suizo.
viernes, octubre 03, 2008
Es imperioso salvar el salvataje
Por Thomas L. Friedman
Estaba haciendo zapping el lunes mientras seguía el derrumbe de casi 800 puntos de las acciones, cuando un comentarista de CNBC me llamó la atención. Le pedían que asesorara a los televidentes acerca de cuáles eran las mejores posiciones para capear la tormenta del mercado. Impertérrito, sin vacilaciones, respondió: "Dinero en efectivo y posición fetal".
Yo estoy en ambas posiciones? Pocas veces he tenido miedo por mi país: en 1962, cuando era un niño de 9 años y seguía el desarrollo de la crisis misilística cubana; en 1963, con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy; el 11 de septiembre de 2001, y este lunes, cuando los republicanos rechazaron el rescate en el Congreso.
Este momento es el que más me asusta, porque los anteriores fueron causados por potenciales ataques externos. Esta vez, los agresores somos nosotros mismos. Esta vez, lo que nos amenaza es nuestro propio fracaso en la regulación del sistema financiero y en la legislación del remedio adecuado.
Siempre creí que el gobierno de Estados Unidos era un sistema político único: un sistema ideado por genios para que pudiera ser manejado por idiotas. Me equivoqué. Ningún sistema puede ser suficientemente inteligente como para sobrevivir a este nivel de incompetencia y de imprudencia por parte de la gente a cargo.
Esto es peligroso. Tenemos miembros de la Cámara de Representantes que rechazan un complejo paquete de rescate porque algunos votantes los inundaron de llamadas. Entiendo la furia popular contra Wall Street, pero no se puede enfrentar así esta crisis.
Es una crisis crediticia. Se trata de la confianza. Lo que no se entiende es por qué el banco A ya no le presta a la empresa B o no acepta la hipoteca de la empresa C. Eso pasa porque nadie está seguro de cuánto valen los activos y las garantías del otro, y por eso el gobierno debe acudir para poner un piso firme debajo de todo.
De otra manera, el sistema se asfixiará por falta de crédito, como un cuerpo al que se le niega el oxígeno.
Bien, usted dirá: "Yo no tengo acciones que sufran esos monstruos codiciosos de Wall Street". Tal vez usted no tiene acciones, pero su fondo de retiro sí tenía algunas acciones de Lehman Brothers y su banco tenía bonos de las hipotecas subprime , y por eso usted pudo refinanciar su casa hace dos años.
Y su aeropuerto estaba asegurado por AIG; y su municipalidad vendió bonos para financiar el desagüe de su calle, y su empresa de automóviles dependía de los mercados para financiar el préstamo de su auto y ahora que el crédito se ha secado, el Wachovia quebró y su vecina perdió su trabajo allí.
Todos estamos conectados. No se puede salvar al ciudadano común y castigar a Wall Street, así como no se puede estar en un bote con alguien que uno odia y pensar que la filtración en el fondo de la embarcación que el otro tiene bajo los pies no hará que usted se hunda con él. El mundo es en realidad plano. Todos estamos conectados. "Desacoplarse" es pura fantasía.
Vivir en Marte
Entiendo el resentimiento contra los titanes de Wall Street que se llevan 60 millones de dólares en bonificaciones. Pero cuando el sistema crediticio está en peligro, es necesario concentrarse en salvarlo, aun cuando eso signifique rescatar a personas que no lo merecen. De otra manera es como decir: contendré la respiración hasta que ese gordo gato de Wall Street se ponga azul. Pero no será él quien se ponga azul: será usted, o más bien todos nosotros.
Mi rabino contó esta historia anteayer: una frágil madre de 80 años celebra su cumpleaños, y cada uno de sus hijos le hace un regalo. Harry le regala una casa nueva. Harvey le regala un auto y un chofer. Y Bernie le regala un loro enorme que puede recitar la Torá.
Una semana más tarde, la madre reúne a sus hijos y les dice: "Harry, gracias por la hermosa casa, pero yo vivo en una sola habitación. Harvey, gracias por el hermoso auto, pero no soporto al chofer. Bernie, gracias por regalarle a tu madre algo que ella realmente podía disfrutar. Ese pollo estaba delicioso".
Mensaje al Congreso: no sean astutos. No nos den algo que no necesitamos. No nos den algo destinado a resolver sus propios problemas. Sí, Paulson y Bernanke deben aceptar supervisión y se les debe garantizar a los contribuyentes parte de las ganancias de los bancos rescatados. Pero, aparte de eso, denles el capital y la flexibilidad para apagar este incendio.
Siempre me digo: nuestro gobierno está tan quebrado que sólo puede funcionar en respuesta a una enorme crisis. Pero hemos tenido una enorme crisis y el sistema no parece funcionar. Nuestros líderes están tan desacostumbrados a trabajar juntos que incluso ante la amenaza de un derrumbe no pueden ponerse de acuerdo, como si vivieran en Marte y estuvieran aquí de visita, y fueran completamente ajenos a las consecuencias. La historia no puede terminar así. Si lo hace, mejor asuma la posición fetal.
Estaba haciendo zapping el lunes mientras seguía el derrumbe de casi 800 puntos de las acciones, cuando un comentarista de CNBC me llamó la atención. Le pedían que asesorara a los televidentes acerca de cuáles eran las mejores posiciones para capear la tormenta del mercado. Impertérrito, sin vacilaciones, respondió: "Dinero en efectivo y posición fetal".
Yo estoy en ambas posiciones? Pocas veces he tenido miedo por mi país: en 1962, cuando era un niño de 9 años y seguía el desarrollo de la crisis misilística cubana; en 1963, con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy; el 11 de septiembre de 2001, y este lunes, cuando los republicanos rechazaron el rescate en el Congreso.
Este momento es el que más me asusta, porque los anteriores fueron causados por potenciales ataques externos. Esta vez, los agresores somos nosotros mismos. Esta vez, lo que nos amenaza es nuestro propio fracaso en la regulación del sistema financiero y en la legislación del remedio adecuado.
Siempre creí que el gobierno de Estados Unidos era un sistema político único: un sistema ideado por genios para que pudiera ser manejado por idiotas. Me equivoqué. Ningún sistema puede ser suficientemente inteligente como para sobrevivir a este nivel de incompetencia y de imprudencia por parte de la gente a cargo.
Esto es peligroso. Tenemos miembros de la Cámara de Representantes que rechazan un complejo paquete de rescate porque algunos votantes los inundaron de llamadas. Entiendo la furia popular contra Wall Street, pero no se puede enfrentar así esta crisis.
Es una crisis crediticia. Se trata de la confianza. Lo que no se entiende es por qué el banco A ya no le presta a la empresa B o no acepta la hipoteca de la empresa C. Eso pasa porque nadie está seguro de cuánto valen los activos y las garantías del otro, y por eso el gobierno debe acudir para poner un piso firme debajo de todo.
De otra manera, el sistema se asfixiará por falta de crédito, como un cuerpo al que se le niega el oxígeno.
Bien, usted dirá: "Yo no tengo acciones que sufran esos monstruos codiciosos de Wall Street". Tal vez usted no tiene acciones, pero su fondo de retiro sí tenía algunas acciones de Lehman Brothers y su banco tenía bonos de las hipotecas subprime , y por eso usted pudo refinanciar su casa hace dos años.
Y su aeropuerto estaba asegurado por AIG; y su municipalidad vendió bonos para financiar el desagüe de su calle, y su empresa de automóviles dependía de los mercados para financiar el préstamo de su auto y ahora que el crédito se ha secado, el Wachovia quebró y su vecina perdió su trabajo allí.
Todos estamos conectados. No se puede salvar al ciudadano común y castigar a Wall Street, así como no se puede estar en un bote con alguien que uno odia y pensar que la filtración en el fondo de la embarcación que el otro tiene bajo los pies no hará que usted se hunda con él. El mundo es en realidad plano. Todos estamos conectados. "Desacoplarse" es pura fantasía.
Vivir en Marte
Entiendo el resentimiento contra los titanes de Wall Street que se llevan 60 millones de dólares en bonificaciones. Pero cuando el sistema crediticio está en peligro, es necesario concentrarse en salvarlo, aun cuando eso signifique rescatar a personas que no lo merecen. De otra manera es como decir: contendré la respiración hasta que ese gordo gato de Wall Street se ponga azul. Pero no será él quien se ponga azul: será usted, o más bien todos nosotros.
Mi rabino contó esta historia anteayer: una frágil madre de 80 años celebra su cumpleaños, y cada uno de sus hijos le hace un regalo. Harry le regala una casa nueva. Harvey le regala un auto y un chofer. Y Bernie le regala un loro enorme que puede recitar la Torá.
Una semana más tarde, la madre reúne a sus hijos y les dice: "Harry, gracias por la hermosa casa, pero yo vivo en una sola habitación. Harvey, gracias por el hermoso auto, pero no soporto al chofer. Bernie, gracias por regalarle a tu madre algo que ella realmente podía disfrutar. Ese pollo estaba delicioso".
Mensaje al Congreso: no sean astutos. No nos den algo que no necesitamos. No nos den algo destinado a resolver sus propios problemas. Sí, Paulson y Bernanke deben aceptar supervisión y se les debe garantizar a los contribuyentes parte de las ganancias de los bancos rescatados. Pero, aparte de eso, denles el capital y la flexibilidad para apagar este incendio.
Siempre me digo: nuestro gobierno está tan quebrado que sólo puede funcionar en respuesta a una enorme crisis. Pero hemos tenido una enorme crisis y el sistema no parece funcionar. Nuestros líderes están tan desacostumbrados a trabajar juntos que incluso ante la amenaza de un derrumbe no pueden ponerse de acuerdo, como si vivieran en Marte y estuvieran aquí de visita, y fueran completamente ajenos a las consecuencias. La historia no puede terminar así. Si lo hace, mejor asuma la posición fetal.
Es imperioso salvar el salvataje
Por Thomas L. Friedman
Estaba haciendo zapping el lunes mientras seguía el derrumbe de casi 800 puntos de las acciones, cuando un comentarista de CNBC me llamó la atención. Le pedían que asesorara a los televidentes acerca de cuáles eran las mejores posiciones para capear la tormenta del mercado. Impertérrito, sin vacilaciones, respondió: "Dinero en efectivo y posición fetal".
Yo estoy en ambas posiciones? Pocas veces he tenido miedo por mi país: en 1962, cuando era un niño de 9 años y seguía el desarrollo de la crisis misilística cubana; en 1963, con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy; el 11 de septiembre de 2001, y este lunes, cuando los republicanos rechazaron el rescate en el Congreso.
Este momento es el que más me asusta, porque los anteriores fueron causados por potenciales ataques externos. Esta vez, los agresores somos nosotros mismos. Esta vez, lo que nos amenaza es nuestro propio fracaso en la regulación del sistema financiero y en la legislación del remedio adecuado.
Siempre creí que el gobierno de Estados Unidos era un sistema político único: un sistema ideado por genios para que pudiera ser manejado por idiotas. Me equivoqué. Ningún sistema puede ser suficientemente inteligente como para sobrevivir a este nivel de incompetencia y de imprudencia por parte de la gente a cargo.
Esto es peligroso. Tenemos miembros de la Cámara de Representantes que rechazan un complejo paquete de rescate porque algunos votantes los inundaron de llamadas. Entiendo la furia popular contra Wall Street, pero no se puede enfrentar así esta crisis.
Es una crisis crediticia. Se trata de la confianza. Lo que no se entiende es por qué el banco A ya no le presta a la empresa B o no acepta la hipoteca de la empresa C. Eso pasa porque nadie está seguro de cuánto valen los activos y las garantías del otro, y por eso el gobierno debe acudir para poner un piso firme debajo de todo.
De otra manera, el sistema se asfixiará por falta de crédito, como un cuerpo al que se le niega el oxígeno.
Bien, usted dirá: "Yo no tengo acciones que sufran esos monstruos codiciosos de Wall Street". Tal vez usted no tiene acciones, pero su fondo de retiro sí tenía algunas acciones de Lehman Brothers y su banco tenía bonos de las hipotecas subprime , y por eso usted pudo refinanciar su casa hace dos años.
Y su aeropuerto estaba asegurado por AIG; y su municipalidad vendió bonos para financiar el desagüe de su calle, y su empresa de automóviles dependía de los mercados para financiar el préstamo de su auto y ahora que el crédito se ha secado, el Wachovia quebró y su vecina perdió su trabajo allí.
Todos estamos conectados. No se puede salvar al ciudadano común y castigar a Wall Street, así como no se puede estar en un bote con alguien que uno odia y pensar que la filtración en el fondo de la embarcación que el otro tiene bajo los pies no hará que usted se hunda con él. El mundo es en realidad plano. Todos estamos conectados. "Desacoplarse" es pura fantasía.
Vivir en Marte
Entiendo el resentimiento contra los titanes de Wall Street que se llevan 60 millones de dólares en bonificaciones. Pero cuando el sistema crediticio está en peligro, es necesario concentrarse en salvarlo, aun cuando eso signifique rescatar a personas que no lo merecen. De otra manera es como decir: contendré la respiración hasta que ese gordo gato de Wall Street se ponga azul. Pero no será él quien se ponga azul: será usted, o más bien todos nosotros.
Mi rabino contó esta historia anteayer: una frágil madre de 80 años celebra su cumpleaños, y cada uno de sus hijos le hace un regalo. Harry le regala una casa nueva. Harvey le regala un auto y un chofer. Y Bernie le regala un loro enorme que puede recitar la Torá.
Una semana más tarde, la madre reúne a sus hijos y les dice: "Harry, gracias por la hermosa casa, pero yo vivo en una sola habitación. Harvey, gracias por el hermoso auto, pero no soporto al chofer. Bernie, gracias por regalarle a tu madre algo que ella realmente podía disfrutar. Ese pollo estaba delicioso".
Mensaje al Congreso: no sean astutos. No nos den algo que no necesitamos. No nos den algo destinado a resolver sus propios problemas. Sí, Paulson y Bernanke deben aceptar supervisión y se les debe garantizar a los contribuyentes parte de las ganancias de los bancos rescatados. Pero, aparte de eso, denles el capital y la flexibilidad para apagar este incendio.
Siempre me digo: nuestro gobierno está tan quebrado que sólo puede funcionar en respuesta a una enorme crisis. Pero hemos tenido una enorme crisis y el sistema no parece funcionar. Nuestros líderes están tan desacostumbrados a trabajar juntos que incluso ante la amenaza de un derrumbe no pueden ponerse de acuerdo, como si vivieran en Marte y estuvieran aquí de visita, y fueran completamente ajenos a las consecuencias. La historia no puede terminar así. Si lo hace, mejor asuma la posición fetal.
Estaba haciendo zapping el lunes mientras seguía el derrumbe de casi 800 puntos de las acciones, cuando un comentarista de CNBC me llamó la atención. Le pedían que asesorara a los televidentes acerca de cuáles eran las mejores posiciones para capear la tormenta del mercado. Impertérrito, sin vacilaciones, respondió: "Dinero en efectivo y posición fetal".
Yo estoy en ambas posiciones? Pocas veces he tenido miedo por mi país: en 1962, cuando era un niño de 9 años y seguía el desarrollo de la crisis misilística cubana; en 1963, con el asesinato de John Fitzgerald Kennedy; el 11 de septiembre de 2001, y este lunes, cuando los republicanos rechazaron el rescate en el Congreso.
Este momento es el que más me asusta, porque los anteriores fueron causados por potenciales ataques externos. Esta vez, los agresores somos nosotros mismos. Esta vez, lo que nos amenaza es nuestro propio fracaso en la regulación del sistema financiero y en la legislación del remedio adecuado.
Siempre creí que el gobierno de Estados Unidos era un sistema político único: un sistema ideado por genios para que pudiera ser manejado por idiotas. Me equivoqué. Ningún sistema puede ser suficientemente inteligente como para sobrevivir a este nivel de incompetencia y de imprudencia por parte de la gente a cargo.
Esto es peligroso. Tenemos miembros de la Cámara de Representantes que rechazan un complejo paquete de rescate porque algunos votantes los inundaron de llamadas. Entiendo la furia popular contra Wall Street, pero no se puede enfrentar así esta crisis.
Es una crisis crediticia. Se trata de la confianza. Lo que no se entiende es por qué el banco A ya no le presta a la empresa B o no acepta la hipoteca de la empresa C. Eso pasa porque nadie está seguro de cuánto valen los activos y las garantías del otro, y por eso el gobierno debe acudir para poner un piso firme debajo de todo.
De otra manera, el sistema se asfixiará por falta de crédito, como un cuerpo al que se le niega el oxígeno.
Bien, usted dirá: "Yo no tengo acciones que sufran esos monstruos codiciosos de Wall Street". Tal vez usted no tiene acciones, pero su fondo de retiro sí tenía algunas acciones de Lehman Brothers y su banco tenía bonos de las hipotecas subprime , y por eso usted pudo refinanciar su casa hace dos años.
Y su aeropuerto estaba asegurado por AIG; y su municipalidad vendió bonos para financiar el desagüe de su calle, y su empresa de automóviles dependía de los mercados para financiar el préstamo de su auto y ahora que el crédito se ha secado, el Wachovia quebró y su vecina perdió su trabajo allí.
Todos estamos conectados. No se puede salvar al ciudadano común y castigar a Wall Street, así como no se puede estar en un bote con alguien que uno odia y pensar que la filtración en el fondo de la embarcación que el otro tiene bajo los pies no hará que usted se hunda con él. El mundo es en realidad plano. Todos estamos conectados. "Desacoplarse" es pura fantasía.
Vivir en Marte
Entiendo el resentimiento contra los titanes de Wall Street que se llevan 60 millones de dólares en bonificaciones. Pero cuando el sistema crediticio está en peligro, es necesario concentrarse en salvarlo, aun cuando eso signifique rescatar a personas que no lo merecen. De otra manera es como decir: contendré la respiración hasta que ese gordo gato de Wall Street se ponga azul. Pero no será él quien se ponga azul: será usted, o más bien todos nosotros.
Mi rabino contó esta historia anteayer: una frágil madre de 80 años celebra su cumpleaños, y cada uno de sus hijos le hace un regalo. Harry le regala una casa nueva. Harvey le regala un auto y un chofer. Y Bernie le regala un loro enorme que puede recitar la Torá.
Una semana más tarde, la madre reúne a sus hijos y les dice: "Harry, gracias por la hermosa casa, pero yo vivo en una sola habitación. Harvey, gracias por el hermoso auto, pero no soporto al chofer. Bernie, gracias por regalarle a tu madre algo que ella realmente podía disfrutar. Ese pollo estaba delicioso".
Mensaje al Congreso: no sean astutos. No nos den algo que no necesitamos. No nos den algo destinado a resolver sus propios problemas. Sí, Paulson y Bernanke deben aceptar supervisión y se les debe garantizar a los contribuyentes parte de las ganancias de los bancos rescatados. Pero, aparte de eso, denles el capital y la flexibilidad para apagar este incendio.
Siempre me digo: nuestro gobierno está tan quebrado que sólo puede funcionar en respuesta a una enorme crisis. Pero hemos tenido una enorme crisis y el sistema no parece funcionar. Nuestros líderes están tan desacostumbrados a trabajar juntos que incluso ante la amenaza de un derrumbe no pueden ponerse de acuerdo, como si vivieran en Marte y estuvieran aquí de visita, y fueran completamente ajenos a las consecuencias. La historia no puede terminar así. Si lo hace, mejor asuma la posición fetal.
miércoles, octubre 01, 2008
Joseph Stiglitz: "La economía estadounidense se dirige hacia una larga recesión"
El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, prevé una larga recesión en Estados Unidos y la victoria del demócrata Barack Obama en la elección presidencial de noviembre.
El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz prevé una larga recesión en Estados Unidos y la victoria del demócrata Barack Obama en la elección presidencial de noviembre, según declaró en una entrevista publicada hoy por el diario italiano La Stampa.
"Veremos al índice Dow Jones de la bolsa neoyorquina en una caída libre mayor de la que podemos imaginar. Habrá quiebras estridentes de instituciones financieras. La economía estadounidense se dirige hacia una larga recesión", auguró el economista norteamericano.
"Estamos en medio de una de las peores crisis del siglo y hasta que no hayamos tocado fondo no podremos salir a flote", agregó Stiglitz, ex asesor económico del presidente estadounidense demócrata Bill Clinton y ex vicepresidente del Banco Mundial (BM).
"El próximo presidente de Estados Unidos será Barack Obama. En una situación de este tipo, no hay ninguna posibilidad de que los estadounidenses lleven a la Casa Blanca al partido del presidente saliente", explicó.
El rival de Obama es John McCain, que pertenece al Partido Republicano del presidente George W. Bush.
El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz prevé una larga recesión en Estados Unidos y la victoria del demócrata Barack Obama en la elección presidencial de noviembre, según declaró en una entrevista publicada hoy por el diario italiano La Stampa.
"Veremos al índice Dow Jones de la bolsa neoyorquina en una caída libre mayor de la que podemos imaginar. Habrá quiebras estridentes de instituciones financieras. La economía estadounidense se dirige hacia una larga recesión", auguró el economista norteamericano.
"Estamos en medio de una de las peores crisis del siglo y hasta que no hayamos tocado fondo no podremos salir a flote", agregó Stiglitz, ex asesor económico del presidente estadounidense demócrata Bill Clinton y ex vicepresidente del Banco Mundial (BM).
"El próximo presidente de Estados Unidos será Barack Obama. En una situación de este tipo, no hay ninguna posibilidad de que los estadounidenses lleven a la Casa Blanca al partido del presidente saliente", explicó.
El rival de Obama es John McCain, que pertenece al Partido Republicano del presidente George W. Bush.
Joseph Stiglitz: "La economía estadounidense se dirige hacia una larga recesión"
El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, prevé una larga recesión en Estados Unidos y la victoria del demócrata Barack Obama en la elección presidencial de noviembre.
El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz prevé una larga recesión en Estados Unidos y la victoria del demócrata Barack Obama en la elección presidencial de noviembre, según declaró en una entrevista publicada hoy por el diario italiano La Stampa.
"Veremos al índice Dow Jones de la bolsa neoyorquina en una caída libre mayor de la que podemos imaginar. Habrá quiebras estridentes de instituciones financieras. La economía estadounidense se dirige hacia una larga recesión", auguró el economista norteamericano.
"Estamos en medio de una de las peores crisis del siglo y hasta que no hayamos tocado fondo no podremos salir a flote", agregó Stiglitz, ex asesor económico del presidente estadounidense demócrata Bill Clinton y ex vicepresidente del Banco Mundial (BM).
"El próximo presidente de Estados Unidos será Barack Obama. En una situación de este tipo, no hay ninguna posibilidad de que los estadounidenses lleven a la Casa Blanca al partido del presidente saliente", explicó.
El rival de Obama es John McCain, que pertenece al Partido Republicano del presidente George W. Bush.
El Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz prevé una larga recesión en Estados Unidos y la victoria del demócrata Barack Obama en la elección presidencial de noviembre, según declaró en una entrevista publicada hoy por el diario italiano La Stampa.
"Veremos al índice Dow Jones de la bolsa neoyorquina en una caída libre mayor de la que podemos imaginar. Habrá quiebras estridentes de instituciones financieras. La economía estadounidense se dirige hacia una larga recesión", auguró el economista norteamericano.
"Estamos en medio de una de las peores crisis del siglo y hasta que no hayamos tocado fondo no podremos salir a flote", agregó Stiglitz, ex asesor económico del presidente estadounidense demócrata Bill Clinton y ex vicepresidente del Banco Mundial (BM).
"El próximo presidente de Estados Unidos será Barack Obama. En una situación de este tipo, no hay ninguna posibilidad de que los estadounidenses lleven a la Casa Blanca al partido del presidente saliente", explicó.
El rival de Obama es John McCain, que pertenece al Partido Republicano del presidente George W. Bush.
domingo, septiembre 28, 2008
La inflación, una cuestión de menor peso
Sin una aparente decisión política, el alza de precios se ha desacelerado influida por un enfriamiento de la economía y una baja en el consumo; sin embargo, se espera un índice que rondaría en un 17 por ciento en todo el año
Por Alfredo Sainz
En la Argentina se está aplicando un plan antiinflacionario de facto, al que nadie parece haber elegido y que por momentos entra en colisión con algunos de los dogmas del modelo económico K.
La aceleración en el ritmo de los aumentos de precios que se registró a partir de mayo y que llevó al índice de inflación muy cerca del 2% mensual, terminó prácticamente imponiéndole al Gobierno las medidas que eran reclamadas desde hace tiempo por los economistas más ortodoxos como contener al dólar, autorizar los primeros aumentos en las tarifas de algunos servicios públicos, subir la tasa de interés y moderar, aunque sea un poco, el crecimiento del gasto público. Al menos en un primer momento los resultados parecen darle la razón a los que dictaban los manuales de economía, ya que después de casi un año de subas mayores en septiembre la inflación real volverá ubicarse en torno del 1% o incluso apenas por debajo, algo que no se daba desde mediados de 2007.
De esta manera, no sería descabellado que en el mes confluyan en un mismo número la inflación real y la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), después de casi dos años de intervención del organismo por parte del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
La desaceleración de la inflación ya se siente en algunos rubros. Por caso, el sector de los alimentos y las bebidas aumentan a un ritmo mucho menor. Los analistas privados anticipan que hacia fin de año podría ser más palpable entre los consumidores.
Los más optimistas pronostican que 2008 incluso podría cerrar con una inflación por debajo o en línea con el 17% que, a falta de estadísticas oficiales creíbles, fue la suba promedio en el costo de vida en 2007 que surgió de un relevamiento realizado por LA NACION entre 30 economistas y consultoras privadas.
"A pesar de que no hubo ningún anuncio del lanzamiento de un plan para combatir a la inflación, en los hechos esta política existe. Anclar el dólar y subir la tasa de interés eran medidas que se venían reclamando desde hace mucho tiempo y que finalmente el Gobierno ahora parece tomar en cuenta. El punto que aún está pendiente es el del gasto público, aunque en este punto también se nota un cambio de tendencia", explicó Jorge Todesca, presidente de Finsoport Consultores Económicos.
Entre las medidas más ortodoxas que reclamaban al Gobierno y que en silencio la administración de Cristina Kirchner parece haber aceptado también figura la decisión de dejar de alentar la demanda en materia de consumo. El Gobierno ya dejó en claro que no apoya una reapertura de las paritarias durante este año y ahora acaba de tomar la decisión de postergar la devolución del impuesto a las ganancias para los salarios más altos que se beneficiaron con la reciente suba del mínimo no imponible. A diferencia de muchos de sus colegas que hablan de medidas que le fueron impuestas por imperio de las circunstancias, Aldo Abram sostiene que la desaceleración de los precios se debe más que nada a una decisión política. "La desaceleración viene desde hace varios meses y tiene que ver con que el Banco Central desde fines de 2007 viene bajando el ritmo de emisión de pesos, aunque recién se nota en los últimos meses básicamente porque el contexto interno con la crisis del campo le venía jugando en contra", explica el economista socio de la consultora Exante.
Abram además se muestra optimista que esta tendencia se profundizará durante 2009, si se toma en cuenta que se trata de un año electoral. "La decisión del Banco Central de desacelerar el ritmo de expansión de la base monetaria se va a mantener para adelante. Que la Presidenta haya dicho que no va a subir el tipo de cambio porque acelera la inflación es un espaldarazo tremendo para la política del Central y detrás de esta decisión hay un objetivo político: la inflación les pega con más fuerza a los sectores de menores ingresos, que es la base electoral de este Gobierno. Hay una relación directa entre el apoyo de la población y la inflación, que explica la caída en la popularidad del Gobierno en los últimos meses", explicó el economista.
A las medidas más ortodoxas que vienen ayudando a controlar la inflación también se suman algunas causas internas, ligadas básicamente a la desaceleración de la demanda en diferentes rubros de la economía.
Alarma inmobiliaria
La primera señal de alarma llegó con la construcción, ya que después de tres años consecutivos de fuerte crecimiento, en el primer semestre se desplomaron un 27,7% los pedidos de construcción de obras nuevas en la Capital Federal.
El panorama para la industria automotriz no es mucho más alentador. En agosto, las ventas de cero kilómetro cayeron un 7,3%, en lo que constituyó la mayor caída interanual desde 2003. El freno en la demanda obligó a los fabricantes a retocar a la baja sus pronósticos de ventas para 2008 y el piso de 620.000 unidades se convirtió en el "techo", mientras que algunas terminales, como General Motors, ya iniciaron la suspensión durante algunos días de su producción para adecuarse a las nuevas condiciones del mercado.
Otro rubro que da cuenta de una demanda en baja es el de los electrodomésticos. La decisión de las tarjetas de créditos de suspender la compras en doce cuotas sin interés impactó de llenó en las ventas de los artículos para el hogar y el propio Indec reconoció que entre abril y junio la demanda cayó un poco más de trece puntos.
"Está claro que la demanda está un poco más contenida y, por lo tanto, no convalida cualquier precio y esto se percibe especialmente en el rubro de alimentos y bebidas, que se está desacelerando después de las fuertes subas del segundo trimestre de 2008", explicó Rodrigo Alvarez, economista de la consultora Ecolatina.
La mayoría de los economistas consultados por LA NACION coinciden en que la causa del freno en la inflación no hay que buscarla exclusivamente en medidas proactivas del ministerio que preside Carlos Fernández, sino también en la nueva coyuntura internacional provocada por la crisis del sistema financiero norteamericano.
"Hay una desaceleración importante de la inflación, que llevará el índice al uno por ciento o aún un poco por debajo en septiembre. Y la principal causa de esta desaceleración es la caída en los precios de las commodities , como los granos y el petróleo, que en promedio rondó el 25 por ciento, y que tiene un impacto muy grande en los precios de los alimentos y de los combustibles", explicó el economista Orlando J. Ferreres.
Ya no es un desvelo
En el mismo sentido, Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, destaca que en el Primer Mundo la inflación ya dejó el principal motivo de desvelo. "Hasta julio, la preocupación de los Banco Centrales de Europa era la inflación, pero está claro que ahora la prioridad pasó a ser la crisis financiera", explica la economista.
Más allá de que amigos y enemigos del Gobierno reconocen que la desaceleración de los precios es un hecho, tampoco parece haber demasiados motivos para festejar. Los cálculos más optimistas pronostican una inflación real de 2008 de entre el 15 y el 20%, con lo cual este índice seguiría estando claramente por encima del promedio del 9,1% que proyecta el Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países emergentes.
"El ritmo actual de la inflación está claramente más tranquilo y hoy se ubica en el 15 o el 16% anual. La desaceleración es especialmente visible en el precio de los alimentos, pero con los salarios creciendo por encima del 20% anual es inevitable que sigan los aumentos en los servicios, en los que el peso de los salarios es muy grande y el ancla del dólar no funciona", señaló Marina Dal Poggetto. La sensación de que la inflación llegó para quedarse, aunque a tasas más bajas, se sustenta en el hecho de que no será tan fácil desactivar las expectativas que lógicamente se generaron entre la población tras dos años de convivencia con una tasa de aumento de los precios de dos dígitos anuales.
"A pesar de que los alimentos muestran una desaceleración importante, la mayoría de los rubros continúan creciendo con subas por encima del 20%, lo que indica que todavía hay mucha inercia en materia de inflación", explicó Rodrigo Alvarez.
Por Alfredo Sainz
En la Argentina se está aplicando un plan antiinflacionario de facto, al que nadie parece haber elegido y que por momentos entra en colisión con algunos de los dogmas del modelo económico K.
La aceleración en el ritmo de los aumentos de precios que se registró a partir de mayo y que llevó al índice de inflación muy cerca del 2% mensual, terminó prácticamente imponiéndole al Gobierno las medidas que eran reclamadas desde hace tiempo por los economistas más ortodoxos como contener al dólar, autorizar los primeros aumentos en las tarifas de algunos servicios públicos, subir la tasa de interés y moderar, aunque sea un poco, el crecimiento del gasto público. Al menos en un primer momento los resultados parecen darle la razón a los que dictaban los manuales de economía, ya que después de casi un año de subas mayores en septiembre la inflación real volverá ubicarse en torno del 1% o incluso apenas por debajo, algo que no se daba desde mediados de 2007.
De esta manera, no sería descabellado que en el mes confluyan en un mismo número la inflación real y la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), después de casi dos años de intervención del organismo por parte del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
La desaceleración de la inflación ya se siente en algunos rubros. Por caso, el sector de los alimentos y las bebidas aumentan a un ritmo mucho menor. Los analistas privados anticipan que hacia fin de año podría ser más palpable entre los consumidores.
Los más optimistas pronostican que 2008 incluso podría cerrar con una inflación por debajo o en línea con el 17% que, a falta de estadísticas oficiales creíbles, fue la suba promedio en el costo de vida en 2007 que surgió de un relevamiento realizado por LA NACION entre 30 economistas y consultoras privadas.
"A pesar de que no hubo ningún anuncio del lanzamiento de un plan para combatir a la inflación, en los hechos esta política existe. Anclar el dólar y subir la tasa de interés eran medidas que se venían reclamando desde hace mucho tiempo y que finalmente el Gobierno ahora parece tomar en cuenta. El punto que aún está pendiente es el del gasto público, aunque en este punto también se nota un cambio de tendencia", explicó Jorge Todesca, presidente de Finsoport Consultores Económicos.
Entre las medidas más ortodoxas que reclamaban al Gobierno y que en silencio la administración de Cristina Kirchner parece haber aceptado también figura la decisión de dejar de alentar la demanda en materia de consumo. El Gobierno ya dejó en claro que no apoya una reapertura de las paritarias durante este año y ahora acaba de tomar la decisión de postergar la devolución del impuesto a las ganancias para los salarios más altos que se beneficiaron con la reciente suba del mínimo no imponible. A diferencia de muchos de sus colegas que hablan de medidas que le fueron impuestas por imperio de las circunstancias, Aldo Abram sostiene que la desaceleración de los precios se debe más que nada a una decisión política. "La desaceleración viene desde hace varios meses y tiene que ver con que el Banco Central desde fines de 2007 viene bajando el ritmo de emisión de pesos, aunque recién se nota en los últimos meses básicamente porque el contexto interno con la crisis del campo le venía jugando en contra", explica el economista socio de la consultora Exante.
Abram además se muestra optimista que esta tendencia se profundizará durante 2009, si se toma en cuenta que se trata de un año electoral. "La decisión del Banco Central de desacelerar el ritmo de expansión de la base monetaria se va a mantener para adelante. Que la Presidenta haya dicho que no va a subir el tipo de cambio porque acelera la inflación es un espaldarazo tremendo para la política del Central y detrás de esta decisión hay un objetivo político: la inflación les pega con más fuerza a los sectores de menores ingresos, que es la base electoral de este Gobierno. Hay una relación directa entre el apoyo de la población y la inflación, que explica la caída en la popularidad del Gobierno en los últimos meses", explicó el economista.
A las medidas más ortodoxas que vienen ayudando a controlar la inflación también se suman algunas causas internas, ligadas básicamente a la desaceleración de la demanda en diferentes rubros de la economía.
Alarma inmobiliaria
La primera señal de alarma llegó con la construcción, ya que después de tres años consecutivos de fuerte crecimiento, en el primer semestre se desplomaron un 27,7% los pedidos de construcción de obras nuevas en la Capital Federal.
El panorama para la industria automotriz no es mucho más alentador. En agosto, las ventas de cero kilómetro cayeron un 7,3%, en lo que constituyó la mayor caída interanual desde 2003. El freno en la demanda obligó a los fabricantes a retocar a la baja sus pronósticos de ventas para 2008 y el piso de 620.000 unidades se convirtió en el "techo", mientras que algunas terminales, como General Motors, ya iniciaron la suspensión durante algunos días de su producción para adecuarse a las nuevas condiciones del mercado.
Otro rubro que da cuenta de una demanda en baja es el de los electrodomésticos. La decisión de las tarjetas de créditos de suspender la compras en doce cuotas sin interés impactó de llenó en las ventas de los artículos para el hogar y el propio Indec reconoció que entre abril y junio la demanda cayó un poco más de trece puntos.
"Está claro que la demanda está un poco más contenida y, por lo tanto, no convalida cualquier precio y esto se percibe especialmente en el rubro de alimentos y bebidas, que se está desacelerando después de las fuertes subas del segundo trimestre de 2008", explicó Rodrigo Alvarez, economista de la consultora Ecolatina.
La mayoría de los economistas consultados por LA NACION coinciden en que la causa del freno en la inflación no hay que buscarla exclusivamente en medidas proactivas del ministerio que preside Carlos Fernández, sino también en la nueva coyuntura internacional provocada por la crisis del sistema financiero norteamericano.
"Hay una desaceleración importante de la inflación, que llevará el índice al uno por ciento o aún un poco por debajo en septiembre. Y la principal causa de esta desaceleración es la caída en los precios de las commodities , como los granos y el petróleo, que en promedio rondó el 25 por ciento, y que tiene un impacto muy grande en los precios de los alimentos y de los combustibles", explicó el economista Orlando J. Ferreres.
Ya no es un desvelo
En el mismo sentido, Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, destaca que en el Primer Mundo la inflación ya dejó el principal motivo de desvelo. "Hasta julio, la preocupación de los Banco Centrales de Europa era la inflación, pero está claro que ahora la prioridad pasó a ser la crisis financiera", explica la economista.
Más allá de que amigos y enemigos del Gobierno reconocen que la desaceleración de los precios es un hecho, tampoco parece haber demasiados motivos para festejar. Los cálculos más optimistas pronostican una inflación real de 2008 de entre el 15 y el 20%, con lo cual este índice seguiría estando claramente por encima del promedio del 9,1% que proyecta el Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países emergentes.
"El ritmo actual de la inflación está claramente más tranquilo y hoy se ubica en el 15 o el 16% anual. La desaceleración es especialmente visible en el precio de los alimentos, pero con los salarios creciendo por encima del 20% anual es inevitable que sigan los aumentos en los servicios, en los que el peso de los salarios es muy grande y el ancla del dólar no funciona", señaló Marina Dal Poggetto. La sensación de que la inflación llegó para quedarse, aunque a tasas más bajas, se sustenta en el hecho de que no será tan fácil desactivar las expectativas que lógicamente se generaron entre la población tras dos años de convivencia con una tasa de aumento de los precios de dos dígitos anuales.
"A pesar de que los alimentos muestran una desaceleración importante, la mayoría de los rubros continúan creciendo con subas por encima del 20%, lo que indica que todavía hay mucha inercia en materia de inflación", explicó Rodrigo Alvarez.
La inflación, una cuestión de menor peso
Sin una aparente decisión política, el alza de precios se ha desacelerado influida por un enfriamiento de la economía y una baja en el consumo; sin embargo, se espera un índice que rondaría en un 17 por ciento en todo el año
Por Alfredo Sainz
En la Argentina se está aplicando un plan antiinflacionario de facto, al que nadie parece haber elegido y que por momentos entra en colisión con algunos de los dogmas del modelo económico K.
La aceleración en el ritmo de los aumentos de precios que se registró a partir de mayo y que llevó al índice de inflación muy cerca del 2% mensual, terminó prácticamente imponiéndole al Gobierno las medidas que eran reclamadas desde hace tiempo por los economistas más ortodoxos como contener al dólar, autorizar los primeros aumentos en las tarifas de algunos servicios públicos, subir la tasa de interés y moderar, aunque sea un poco, el crecimiento del gasto público. Al menos en un primer momento los resultados parecen darle la razón a los que dictaban los manuales de economía, ya que después de casi un año de subas mayores en septiembre la inflación real volverá ubicarse en torno del 1% o incluso apenas por debajo, algo que no se daba desde mediados de 2007.
De esta manera, no sería descabellado que en el mes confluyan en un mismo número la inflación real y la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), después de casi dos años de intervención del organismo por parte del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
La desaceleración de la inflación ya se siente en algunos rubros. Por caso, el sector de los alimentos y las bebidas aumentan a un ritmo mucho menor. Los analistas privados anticipan que hacia fin de año podría ser más palpable entre los consumidores.
Los más optimistas pronostican que 2008 incluso podría cerrar con una inflación por debajo o en línea con el 17% que, a falta de estadísticas oficiales creíbles, fue la suba promedio en el costo de vida en 2007 que surgió de un relevamiento realizado por LA NACION entre 30 economistas y consultoras privadas.
"A pesar de que no hubo ningún anuncio del lanzamiento de un plan para combatir a la inflación, en los hechos esta política existe. Anclar el dólar y subir la tasa de interés eran medidas que se venían reclamando desde hace mucho tiempo y que finalmente el Gobierno ahora parece tomar en cuenta. El punto que aún está pendiente es el del gasto público, aunque en este punto también se nota un cambio de tendencia", explicó Jorge Todesca, presidente de Finsoport Consultores Económicos.
Entre las medidas más ortodoxas que reclamaban al Gobierno y que en silencio la administración de Cristina Kirchner parece haber aceptado también figura la decisión de dejar de alentar la demanda en materia de consumo. El Gobierno ya dejó en claro que no apoya una reapertura de las paritarias durante este año y ahora acaba de tomar la decisión de postergar la devolución del impuesto a las ganancias para los salarios más altos que se beneficiaron con la reciente suba del mínimo no imponible. A diferencia de muchos de sus colegas que hablan de medidas que le fueron impuestas por imperio de las circunstancias, Aldo Abram sostiene que la desaceleración de los precios se debe más que nada a una decisión política. "La desaceleración viene desde hace varios meses y tiene que ver con que el Banco Central desde fines de 2007 viene bajando el ritmo de emisión de pesos, aunque recién se nota en los últimos meses básicamente porque el contexto interno con la crisis del campo le venía jugando en contra", explica el economista socio de la consultora Exante.
Abram además se muestra optimista que esta tendencia se profundizará durante 2009, si se toma en cuenta que se trata de un año electoral. "La decisión del Banco Central de desacelerar el ritmo de expansión de la base monetaria se va a mantener para adelante. Que la Presidenta haya dicho que no va a subir el tipo de cambio porque acelera la inflación es un espaldarazo tremendo para la política del Central y detrás de esta decisión hay un objetivo político: la inflación les pega con más fuerza a los sectores de menores ingresos, que es la base electoral de este Gobierno. Hay una relación directa entre el apoyo de la población y la inflación, que explica la caída en la popularidad del Gobierno en los últimos meses", explicó el economista.
A las medidas más ortodoxas que vienen ayudando a controlar la inflación también se suman algunas causas internas, ligadas básicamente a la desaceleración de la demanda en diferentes rubros de la economía.
Alarma inmobiliaria
La primera señal de alarma llegó con la construcción, ya que después de tres años consecutivos de fuerte crecimiento, en el primer semestre se desplomaron un 27,7% los pedidos de construcción de obras nuevas en la Capital Federal.
El panorama para la industria automotriz no es mucho más alentador. En agosto, las ventas de cero kilómetro cayeron un 7,3%, en lo que constituyó la mayor caída interanual desde 2003. El freno en la demanda obligó a los fabricantes a retocar a la baja sus pronósticos de ventas para 2008 y el piso de 620.000 unidades se convirtió en el "techo", mientras que algunas terminales, como General Motors, ya iniciaron la suspensión durante algunos días de su producción para adecuarse a las nuevas condiciones del mercado.
Otro rubro que da cuenta de una demanda en baja es el de los electrodomésticos. La decisión de las tarjetas de créditos de suspender la compras en doce cuotas sin interés impactó de llenó en las ventas de los artículos para el hogar y el propio Indec reconoció que entre abril y junio la demanda cayó un poco más de trece puntos.
"Está claro que la demanda está un poco más contenida y, por lo tanto, no convalida cualquier precio y esto se percibe especialmente en el rubro de alimentos y bebidas, que se está desacelerando después de las fuertes subas del segundo trimestre de 2008", explicó Rodrigo Alvarez, economista de la consultora Ecolatina.
La mayoría de los economistas consultados por LA NACION coinciden en que la causa del freno en la inflación no hay que buscarla exclusivamente en medidas proactivas del ministerio que preside Carlos Fernández, sino también en la nueva coyuntura internacional provocada por la crisis del sistema financiero norteamericano.
"Hay una desaceleración importante de la inflación, que llevará el índice al uno por ciento o aún un poco por debajo en septiembre. Y la principal causa de esta desaceleración es la caída en los precios de las commodities , como los granos y el petróleo, que en promedio rondó el 25 por ciento, y que tiene un impacto muy grande en los precios de los alimentos y de los combustibles", explicó el economista Orlando J. Ferreres.
Ya no es un desvelo
En el mismo sentido, Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, destaca que en el Primer Mundo la inflación ya dejó el principal motivo de desvelo. "Hasta julio, la preocupación de los Banco Centrales de Europa era la inflación, pero está claro que ahora la prioridad pasó a ser la crisis financiera", explica la economista.
Más allá de que amigos y enemigos del Gobierno reconocen que la desaceleración de los precios es un hecho, tampoco parece haber demasiados motivos para festejar. Los cálculos más optimistas pronostican una inflación real de 2008 de entre el 15 y el 20%, con lo cual este índice seguiría estando claramente por encima del promedio del 9,1% que proyecta el Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países emergentes.
"El ritmo actual de la inflación está claramente más tranquilo y hoy se ubica en el 15 o el 16% anual. La desaceleración es especialmente visible en el precio de los alimentos, pero con los salarios creciendo por encima del 20% anual es inevitable que sigan los aumentos en los servicios, en los que el peso de los salarios es muy grande y el ancla del dólar no funciona", señaló Marina Dal Poggetto. La sensación de que la inflación llegó para quedarse, aunque a tasas más bajas, se sustenta en el hecho de que no será tan fácil desactivar las expectativas que lógicamente se generaron entre la población tras dos años de convivencia con una tasa de aumento de los precios de dos dígitos anuales.
"A pesar de que los alimentos muestran una desaceleración importante, la mayoría de los rubros continúan creciendo con subas por encima del 20%, lo que indica que todavía hay mucha inercia en materia de inflación", explicó Rodrigo Alvarez.
Por Alfredo Sainz
En la Argentina se está aplicando un plan antiinflacionario de facto, al que nadie parece haber elegido y que por momentos entra en colisión con algunos de los dogmas del modelo económico K.
La aceleración en el ritmo de los aumentos de precios que se registró a partir de mayo y que llevó al índice de inflación muy cerca del 2% mensual, terminó prácticamente imponiéndole al Gobierno las medidas que eran reclamadas desde hace tiempo por los economistas más ortodoxos como contener al dólar, autorizar los primeros aumentos en las tarifas de algunos servicios públicos, subir la tasa de interés y moderar, aunque sea un poco, el crecimiento del gasto público. Al menos en un primer momento los resultados parecen darle la razón a los que dictaban los manuales de economía, ya que después de casi un año de subas mayores en septiembre la inflación real volverá ubicarse en torno del 1% o incluso apenas por debajo, algo que no se daba desde mediados de 2007.
De esta manera, no sería descabellado que en el mes confluyan en un mismo número la inflación real y la que mide el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), después de casi dos años de intervención del organismo por parte del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
La desaceleración de la inflación ya se siente en algunos rubros. Por caso, el sector de los alimentos y las bebidas aumentan a un ritmo mucho menor. Los analistas privados anticipan que hacia fin de año podría ser más palpable entre los consumidores.
Los más optimistas pronostican que 2008 incluso podría cerrar con una inflación por debajo o en línea con el 17% que, a falta de estadísticas oficiales creíbles, fue la suba promedio en el costo de vida en 2007 que surgió de un relevamiento realizado por LA NACION entre 30 economistas y consultoras privadas.
"A pesar de que no hubo ningún anuncio del lanzamiento de un plan para combatir a la inflación, en los hechos esta política existe. Anclar el dólar y subir la tasa de interés eran medidas que se venían reclamando desde hace mucho tiempo y que finalmente el Gobierno ahora parece tomar en cuenta. El punto que aún está pendiente es el del gasto público, aunque en este punto también se nota un cambio de tendencia", explicó Jorge Todesca, presidente de Finsoport Consultores Económicos.
Entre las medidas más ortodoxas que reclamaban al Gobierno y que en silencio la administración de Cristina Kirchner parece haber aceptado también figura la decisión de dejar de alentar la demanda en materia de consumo. El Gobierno ya dejó en claro que no apoya una reapertura de las paritarias durante este año y ahora acaba de tomar la decisión de postergar la devolución del impuesto a las ganancias para los salarios más altos que se beneficiaron con la reciente suba del mínimo no imponible. A diferencia de muchos de sus colegas que hablan de medidas que le fueron impuestas por imperio de las circunstancias, Aldo Abram sostiene que la desaceleración de los precios se debe más que nada a una decisión política. "La desaceleración viene desde hace varios meses y tiene que ver con que el Banco Central desde fines de 2007 viene bajando el ritmo de emisión de pesos, aunque recién se nota en los últimos meses básicamente porque el contexto interno con la crisis del campo le venía jugando en contra", explica el economista socio de la consultora Exante.
Abram además se muestra optimista que esta tendencia se profundizará durante 2009, si se toma en cuenta que se trata de un año electoral. "La decisión del Banco Central de desacelerar el ritmo de expansión de la base monetaria se va a mantener para adelante. Que la Presidenta haya dicho que no va a subir el tipo de cambio porque acelera la inflación es un espaldarazo tremendo para la política del Central y detrás de esta decisión hay un objetivo político: la inflación les pega con más fuerza a los sectores de menores ingresos, que es la base electoral de este Gobierno. Hay una relación directa entre el apoyo de la población y la inflación, que explica la caída en la popularidad del Gobierno en los últimos meses", explicó el economista.
A las medidas más ortodoxas que vienen ayudando a controlar la inflación también se suman algunas causas internas, ligadas básicamente a la desaceleración de la demanda en diferentes rubros de la economía.
Alarma inmobiliaria
La primera señal de alarma llegó con la construcción, ya que después de tres años consecutivos de fuerte crecimiento, en el primer semestre se desplomaron un 27,7% los pedidos de construcción de obras nuevas en la Capital Federal.
El panorama para la industria automotriz no es mucho más alentador. En agosto, las ventas de cero kilómetro cayeron un 7,3%, en lo que constituyó la mayor caída interanual desde 2003. El freno en la demanda obligó a los fabricantes a retocar a la baja sus pronósticos de ventas para 2008 y el piso de 620.000 unidades se convirtió en el "techo", mientras que algunas terminales, como General Motors, ya iniciaron la suspensión durante algunos días de su producción para adecuarse a las nuevas condiciones del mercado.
Otro rubro que da cuenta de una demanda en baja es el de los electrodomésticos. La decisión de las tarjetas de créditos de suspender la compras en doce cuotas sin interés impactó de llenó en las ventas de los artículos para el hogar y el propio Indec reconoció que entre abril y junio la demanda cayó un poco más de trece puntos.
"Está claro que la demanda está un poco más contenida y, por lo tanto, no convalida cualquier precio y esto se percibe especialmente en el rubro de alimentos y bebidas, que se está desacelerando después de las fuertes subas del segundo trimestre de 2008", explicó Rodrigo Alvarez, economista de la consultora Ecolatina.
La mayoría de los economistas consultados por LA NACION coinciden en que la causa del freno en la inflación no hay que buscarla exclusivamente en medidas proactivas del ministerio que preside Carlos Fernández, sino también en la nueva coyuntura internacional provocada por la crisis del sistema financiero norteamericano.
"Hay una desaceleración importante de la inflación, que llevará el índice al uno por ciento o aún un poco por debajo en septiembre. Y la principal causa de esta desaceleración es la caída en los precios de las commodities , como los granos y el petróleo, que en promedio rondó el 25 por ciento, y que tiene un impacto muy grande en los precios de los alimentos y de los combustibles", explicó el economista Orlando J. Ferreres.
Ya no es un desvelo
En el mismo sentido, Marina Dal Poggetto, del estudio Bein, destaca que en el Primer Mundo la inflación ya dejó el principal motivo de desvelo. "Hasta julio, la preocupación de los Banco Centrales de Europa era la inflación, pero está claro que ahora la prioridad pasó a ser la crisis financiera", explica la economista.
Más allá de que amigos y enemigos del Gobierno reconocen que la desaceleración de los precios es un hecho, tampoco parece haber demasiados motivos para festejar. Los cálculos más optimistas pronostican una inflación real de 2008 de entre el 15 y el 20%, con lo cual este índice seguiría estando claramente por encima del promedio del 9,1% que proyecta el Fondo Monetario Internacional (FMI) para los países emergentes.
"El ritmo actual de la inflación está claramente más tranquilo y hoy se ubica en el 15 o el 16% anual. La desaceleración es especialmente visible en el precio de los alimentos, pero con los salarios creciendo por encima del 20% anual es inevitable que sigan los aumentos en los servicios, en los que el peso de los salarios es muy grande y el ancla del dólar no funciona", señaló Marina Dal Poggetto. La sensación de que la inflación llegó para quedarse, aunque a tasas más bajas, se sustenta en el hecho de que no será tan fácil desactivar las expectativas que lógicamente se generaron entre la población tras dos años de convivencia con una tasa de aumento de los precios de dos dígitos anuales.
"A pesar de que los alimentos muestran una desaceleración importante, la mayoría de los rubros continúan creciendo con subas por encima del 20%, lo que indica que todavía hay mucha inercia en materia de inflación", explicó Rodrigo Alvarez.
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