lunes, octubre 22, 2012

Beppe Grillo es la segunda fuerza política en Italia



Reúne 21% de intención de voto, apenas por debajo del primero. Derrumbe de Berlusconi.
Giuseppe Piero Grillo (Savignone, Italia, 21 de julio de 1948), más conocido como Beppe Grillo, es un cómico y actor italiano que trabaja en el cine, la televisión y el teatro.
También es blogger y su blog1 cuenta con el mayor número de visitas entre los blog de lengua italiana, siendo una de las páginas web italianas más visitadas con más de 160.000 accesos diarios
Un sondeo difundido por la tercera red de la TV estatal italiana ha puesto de nuevo en vilo a los italianos por la consolidación del fenómeno del cómico genovés Beppe Grillo, que cosecha 21% del consenso popular, como segunda fuerza política detrás del partido Democrático de centroizquierda, que llega al nivel del 25,9%. Cae sin remedio el partido de Silvio Berlusconi al 14,3% y la derecha padece una situación caótica.
La irrupción de Grillo no es una novedad pero su marcha se demuestra una aplanadora de la casta política que, si antes le temía, ahora se aterroriza. Cuando Clarín entrevistó a Beppe, de 64 años, en mayo último, ya navegaba entre 16 y 17%, pero ahora las velas están desplegadas y no sería una sorpresa que en las generales de abril próximo su Movimiento 5 Estrellas pelee el primado cabeza a cabeza a los ex comunistas del PD.

domingo, octubre 14, 2012

¿Es posible chavizar la Argentina?

Por José Natanson

Quizás el famoso aforismo del editor venezolano Rafael Poleo sea exagerado (“En este país no hay buenos y malos gobiernos sino buenos y malos precios del petróleo”), pero ni los chavistas más fanáticos podrán negar que la economía venezolana es una típica economía rentista.

Más parecida a la de Nigeria o Arabia Saudita que a la de potencias agroalimentarias con ciertos niveles de industrialización como Brasil y Argentina, Venezuela exporta prácticamente un solo producto (en 2011 el 90 por ciento de sus exportaciones y el 48 por ciento de sus ingresos fiscales provinieron del petróleo o derivados) a básicamente un solo país (el 44 por ciento se dirigieron a Estados Unidos, donde Pdvsa tiene tres refinerías, incluyendo la gigantesca de Lake Charles).
El auge de los precios de los hidrocarburos terminó de ahogar al sector agrícola de las llanuras venezolanas, que en su momento supo ser pujante, y asfixió cualquier actividad productiva, a punto tal que hoy Venezuela importa, sobre todo de Estados Unidos y Colombia, casi todo lo que consume, empezando por el 70 por ciento de los alimentos.

La soja, el petróleo argentino, no es una actividad rentista derivada de un recurso extractivo sino una actividad productiva (a la soja hay que sembrarla y cosecharla) generada a partir de un recurso renovable (el suelo). Su incidencia en la estructura económica es por supuesto relevante, pero menor a la del petróleo en Venezuela: el complejo sojero explica el 25 por ciento de las exportaciones, que se estiran al 35 si se suman otros cultivos, y menos del 13 por ciento de los ingresos fiscales. Las exportaciones argentinas incluyen también al poderoso sector automotor (12,7 por ciento del total) y no se concentran en un solo destino, sino que se dividen entre el Mercosur (básicamente Brasil), China (hoy el segundo socio comercial), Estados Unidos y Europa. Además, Argentina cuenta con una industria textil (aunque acotada), economías regionales (aunque algunas hoy en crisis), un incipiente sector de industrias culturales y turismo, segundo generador de divisas. En suma, un panorama económico más diversificado y moderno que el de Venezuela.

La trayectoria económica de los últimos años también es diferente. Desde el inicio del boom de los commodities en 2002-2003, algunos países latinoamericanos atravesaron un ciclo de bajo crecimiento y baja inflación (Brasil, Chile), otros alto crecimiento y alta inflación (es el caso de Argentina) y otros baja inflación y alto crecimiento, aunque muy desigual (Perú). Venezuela es un caso único de crecimiento moderado (3,7 promedio en la última década según la Cepal) y alta inflación.

 Los límites a la compra de dólares comenzaron a implementarse en Venezuela con el paro petrolero de 2003, que paralizó la producción y frenó el ingreso de divisas. El resultado fue la consolidación de un mercado que cotiza el dólar negro (allí lo llaman “lechuga”) al doble que el oficial. Las restricciones aquí se iniciaron más tarde, como resultado de la segunda fase de la crisis mundial, y generaron un dólar (“blue”) un 30 por ciento más alto que el oficial. Aunque ambos gobiernos impusieron controles ausentes otros países de la región, la diferencia es que en Venezuela rige un sistema de doble tipo de cambio consolidado y explícito, con un valor para los productos de primera necesidad y otro para el resto, que la brusca devaluación ordenada en 2010 no hizo más que afianzar, mientras que en Argentina el doble tipo de cambio es incipiente y con una trayectoria de devaluación suave.

 La cuestión de las estatizaciones, que a su vez remite al tipo de Estado que cada gobierno tiene en la cabeza, también permite apreciar los contrastes. En Argentina, las estatizaciones respondieron, en una primera etapa, a flagrantes incumplimientos contractuales (Thales Spectrum, Aguas Argentinas), sospechas fundadas de corrupción (los pasaportes de Siemens) o la necesidad de garantizar la prestación de un servicio considerado esencial (Aerolíneas, Correo Argentino). En otras palabras, estatizaciones episódicas y puntuales, dictadas más por las necesidades de gestión que como resultado de una estrategia deliberada. La segunda etapa, ya bajo la gestión de Cristina, fue un paso más allá, aunque no en el sentido de la vuelta del “Estado empresario” que algunos creen ver: incluyó las jubilaciones, que no es un resorte productivo sino financiero (y, para colmo, más bien esotérico, pues las AFJP no eran bancos) y luego YPF, cuya explicación también habrá que buscarla en cuestiones financieras (el alarmante déficit de la balanza energética) y que no resulta en absoluto exótica: de hecho, en casi todos los países del mundo la principal empresa petrolera está bajo algún tipo de control estatal.

Las estatizaciones de Chávez también reconocen dos etapas. La primera se inició en mayo de 2007, luego de que arrasara en la campaña por su reelección, con el anuncio de la nacionalización de las empresas privadas que operaban en los campos petrolíferos de la Faja del Orinoco, los más grandes de Occidentes. Todas las compañías –salvo la estadounidense Exxon Mobil, que litigó y perdió en los tribunales internacionales– llegaron a acuerdos con el gobierno.

La segunda etapa fue más allá del petróleo e incluyó la siderurgia, el cemento, las telecomunicaciones, la electricidad, algunas empresas alimentarias que aumentaban los precios y algunos bancos, entre ellos la filial venezolana del Santander. Pero, más allá de una lista que en sí misma no dice mucho, lo interesante es señalar que la primera oleada nacionalizadora chavista asumió un carácter clásico (un Estado monoproductor apropiándose de su casi único recurso económico), mientras que la segunda tuvo un espíritu más, digamos, nacionalista: vagamente inspirada en el industrialismo de los ’50, la estrategia apunta a que el Estado tome el control de lo que antes se definía como “industrias fundamentales”.

La intervención pública no se limita, como en Argentina, al manejo de las variables macroeconómicas, los programas de estímulo y la energía, sino que apunta a controlar los resortes fundamentales de la producción (hidrocarburos, cemento, siderurgia) para desde allí orientar el rumbo económico del país.

El origen de la refundación institucional venezolana está marcado por el traumático fin del período del Punto Fijo, que se tramitó dramáticamente, con una masiva pueblada, el Caracazo, seguida por una represión sangrienta, dos intentos de golpe de Estado, el juicio político a un presidente (Carlos Andrés Pérez) y la llegada al poder de un outsider (Chávez). A diferencia de Argentina, donde el peronismo, los sindicatos y buena parte de la estructura institucional se mantuvieron bastante intactos, en Venezuela todo el sistema voló por los aires. Quizás por eso, el tránsito al pos-neoliberalismo incluyó, como más tarde en Bolivia y Ecuador, una refundación institucional ausente en países como Argentina o Brasil. Su eje fue la Constitución Bolivariana de 1999, orientada básicamente a incorporar a un sector hasta el momento excluido del contrato social entre los ciudadanos y el Estado. Como señala sagazmente Federico Vázquez en Le Monde diplomatique, la temprana democratización argentina y la ampliación de los derechos sociales durante el primer peronismo sitúan a nuestro país en un lugar distinto, como si la reforma bolivariana se hubiera hecho aquí... en 1949.

sábado, octubre 13, 2012

Marca y acumulación en Twitter



Por  Rubén Weinsteiner para Bloomberg

Para traducir en el territorio una marca política,  a favor de la consolidación de una oferta viable y eficaz,  hace falta gestionar:

a) liderazgo
b) despliegue territorial, 
c) agenda 

Twitter hoy,  atraviesa  transversalmente estas tres dimensiones constructivas de la marca política.
El liderazgo expresado a partir de una marca política,  y abordado desde las variables constitutivas de la misma;  la personalidad, la identidad, el discurso, el posicionamiento, la simbología y ritualidad y el naming, tiene en Twitter una herramienta poderosa y eficiente.
El poder político se acumula en el mercado de las emociones, no en el mercado de las razones. A nadie lo votan por sus condiciones sino por como impactan estas y se traducen en emociones en la cabeza de la gente. No vendemos ideas, vendemos sensaciones.

Twitter es ante todo conversación, diálogos ante audiencias de audiencias, inmediatez, horizontalidad y mucha emocionalidad. En Twitter, podemos escuchar, comunicar, instalar nuestro relato y que este sea viralizado, pero fundamentalmente Twitter es construcción permanente y paralela a la dinámica de la realidad.

En Twitter construimos nuestro relato histórico, los atributos que conforman nuestra personalidad, reforzamos nuestro posicionamiento, y emitimos nuestro discurso desintermediando con  los medios que median en los humores sociales.

En cuanto al despliegue territorial Twitter permite ser horizontal y profundo a muy bajo costo. Si se establecen dimensiones de compromiso eficaces, se puede construir una militancia 2.0 activa y sólida en una gran cantidad de especificidades territoriales en un período corto de tiempo. Twitter además permite nutrir, potenciar y gestionar las estructuras ya construidas.

En cuanto a la agenda, Twitter, si no se lo usa como micrófono, es decir solo para que nuestro mensaje emerja más fuerte y que lo escuchen más personas, sino para aprovechar su condición simétrica 2.0, podemos escuchar, podemos canalizar ideas, proyectos, necesidades e inquietudes y establecer diferenciales vigorosos con respecto al resto de la oferta política.










sábado, septiembre 22, 2012

Pautas profesionales, pautas corporativas

Por Oscar González

 El oficio periodístico —o la profesión, como algunos prefieren— está en crisis en todo el mundo. Los avances tecnológicos y el despliegue de Internet en particular, han impuesto otras dinámicas, urgencias y necesidades a la hora de informar, que ya eran lúcidamente analizadas por Tomás Eloy Martínez hace más de una década. Con todo, no es el mayor desafío para los periodistas. La reconversión de los medios en que trabajan les ha impuesto drásticos cambios en las condiciones laborales, que en la mayor parte de los casos se traducen en sobrecarga horaria, pluriempleo, estrés y precarización para los que permanecen adentro del sistema, junto a tasas crecientes de desempleo y exclusión.

Una de las características más notorias, y menos debatidas, de esa reconversión es que buena parte de los medios —muchos de ellos, multimedios— no son ya empresas periodísticas, sino conglomerados económicos para los que la búsqueda de información es apenas una actividad entre otras, cuyos resultados son deseables sólo si se traducen en mayores ingresos o sirven como moneda de cambio para impulsar, generar o forzar otros negocios que nada tienen que ver con la comunicación.

Podría decirse que el aura de idealismo que rodeaba en un tiempo el ejercicio del periodismo ha sido sustituida por la etapa del implacable pago al contado. Las revelaciones en torno de las escuchas ilegales de un pasquín del grupo Murdoch en Gran Bretaña muestran que no se trata de un fenómeno sólo argentino, aunque adquiera aquí proporciones preocupantes. Tanto que se ha llevado puestos todos los recaudos asociados a la buena práctica profesional, que hasta no hace mucho situaban a los periodistas entre los referentes éticos de la sociedad junto a los docentes. El abrupto descenso de la matrícula en las carreras de periodismo y comunicación es un elocuente indicador de esa devaluación.

Entretanto, los dueños de aquellos medios pretenden que el público siga viéndolos como excelsa encarnación de la pureza, resguardo privilegiado de la libertad de expresión y herramienta adecuada para su ejercicio. Sin embargo, los argentinos han perdido la inocencia, y para bien. Uno de los efectos más valiosos de la batalla cultural que se viene librando en varios frentes, en gran medida gracias a la acción del gobierno, es el reconocimiento de que ninguna agenda informativa es neutra y de que en consecuencia es necesario multiplicar las voces.

En este proceso de mercantilización de la comunicación donde hay hijos y entenados, la contracara de quienes han quedado afuera y viven de un magro salario o de colaboraciones ocasionales mal retribuidas son los periodistas estrella, aquellos personeros del establishment que operan desde los medios concentrados sobre la opinión pública, aunque algunos pretendan hablar desde el llano. La Presidenta, que no cultiva la hipocresía y ha elegido un vínculo directo, no mediado, con la sociedad, aludió en un discurso reciente a un caso prototípico, pero que está lejos de ser el único.

Como era previsible, sus palabras trajeron airadas respuestas de supuestos adalides de la libertad de expresión, los mismos que censuran dentro de sus medios y hace unos meses montaron un verdadero sketch televisivo porque la representante de todos los argentinos no les concede una suerte de derecho de picaporte al que se sienten acreedores.

Si es sabido que de esos mercaderes del dato incierto, del trascendido avieso o de la campaña engañosa nada puede esperarse, los periodistas que aún creen en las buenas prácticas profesionales deberían escuchar la reflexión presidencial para crear las instancias que fueran necesarias -foros, debates, encuentros- para establecer, por sí mismos, normas de conducta que contribuyan a garantizar la credibilidad de la información. Esas pautas profesionales, inmunes al condicionamiento de las otras pautas, las publicitarias, enaltecerán desde la autoregulación, el oficio periodístico y garantizarán que el público esté bien informado.

jueves, septiembre 20, 2012

Entropía de la marca política


Marca y acumulación en Twitter


Por  Rubén Weinsteiner para Bloomberg

Para traducir en el territorio una marca política,  a favor de la consolidación de una oferta viable y eficaz,  hace falta gestionar:
a) liderazgo
b) despliegue territorial, 
c) agenda 
Twitter hoy,  atraviesa  transversalmente estas tres dimensiones constructivas de la marca política.
El liderazgo expresado a partir de una marca política,  y abordado desde las variables constitutivas de la misma;  la personalidad, la identidad, el discurso, el posicionamiento, la simbología y ritualidad y el naming, tiene en Twitter una herramienta poderosa y eficiente.
El poder político se acumula en el mercado de las emociones, no en el mercado de las razones. A nadie lo votan por sus condiciones sino por como impactan estas y se traducen en emociones en la cabeza de la gente. No vendemos ideas, vendemos sensaciones.
Twitter es ante todo conversación, diálogos ante audiencias de audiencias, inmediatez, horizontalidad y mucha emocionalidad. En Twitter, podemos escuchar, comunicar, instalar nuestro relato y que este sea viralizado, pero fundamentalmente Twitter es construcción permanente y paralela a la dinámica de la realidad.
En Twitter construimos nuestro relato histórico, los atributos que conforman nuestra personalidad, reforzamos nuestro posicionamiento, y emitimos nuestro discurso desintermediando con  los medios que median en los humores sociales.
En cuanto al despliegue territorial Twitter permite ser horizontal y profundo a muy bajo costo. Si se establecen dimensiones de compromiso eficaces, se puede construir una militancia 2.0 activa y sólida en una gran cantidad de especificidades territoriales en un período corto de tiempo. Twitter además permite nutrir, potenciar y gestionar las estructuras ya construidas.
En cuanto a la agenda, Twitter, si no se lo usa como micrófono, es decir solo para que nuestro mensaje emerja más fuerte y que lo escuchen más personas, sino para aprovechar su condición simétrica 2.0, podemos escuchar, podemos canalizar ideas, proyectos, necesidades e inquietudes y establecer diferenciales vigorosos con respecto al resto de la oferta política.

El precio de la desigualdad

El precio.

Los pueblos se alzan o reaccionan y dicen “esto no va más, esto debe cambiar”. Ahora, estamos en eso, dice Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía, quien hace mucho tiempo que viene previniendo de los desvíos del actual sistema y de la financierización de la economía. En su nuevo libro se centra en el “precio de la desigualdad”. Hace veinte años que vienen aumentando las desigualdades y no sólo son socialmente inaceptables, sino más nefastas aún desde el punto de vista económico. Los indignados lo ponen en evidencia enarbolando los colores del 99 por ciento con referencia al 1 por ciento.

Fracaso de los mercados, fracaso de los sistemas políticos que no corrigen los excesos de los mercados y de los injustos sistemas económicos y políticos. El actual sistema multiplica y mantiene los fracasos y de golpe se agravan las desigualdades. Pero lo que mucha gente ignora es que las desigualdades cuestan muy caro porque participan directamente del “deterioro de la economía”. Stiglitz lo llama “subversión de la democracia”.
Más allá de la muy interesante y fundamentada comprobación que plantea, el economista muestra cómo la desigualdad es la causa y la consecuencia del sistema que provoca un círculo vicioso y genera inestabilidad y cómo el actual sistema económico ha llegado a su fin.
Su comprobación parte de la situación de los Estados Unidos, en donde, desde hace dos décadas, el poder de compra de las clases medias no ha hecho sino disminuir. Los Estados Unidos tienen “el problema del 1 por ciento”, una clase media presionada debido a que las desigualdades en los ingresos se han agravado y las ganancias de la recuperación “se le han esfumado”. “El 93 por ciento de los ingresos suplementarios creados en 2010 han sido acaparados por el uno por ciento de la población de clase alta”, afirma. De modo que en el transcurso de los últimos treinta años los Estados Unidos se han convertido en un país dividido: la clase alta ha progresado rápidamente y el país ha retrocedido. Los salarios bajos aumentaron en treinta años un 15 por ciento, mientras que los del uno por ciento del nivel superior aumentaron un 150. Esta situación es aún más flagrante si observamos la distribución de los ingresos del capital.
En su libro, Stiglitz muestra que las desigualdades son causa de inestabilidad económica y derrota los argumentos de quienes hacen la apología de la desigualdad como base del crecimiento, según la tesis de la “economía del derrame”. Eso no funciona así.
Por el contrario, los efectos negativos de las desigualdades son claros: descenso del nivel de vida, deterioro de la salud, de la educación, de la vivienda, de las relaciones sociales entre los jóvenes y adultos atrapados en la casa de sus padres. El mito de un Estados Unidos justo y con igualdad de oportunidades se muestra sin eufemismos.
El libro, didáctico y dirigido al gran público, permite comprender –aun cuando uno no sea especialista en economía– los diferentes mecanismos y sus perversos efectos. Es cierto que Stiglitz se apoya en muchos ejemplos norteamericanos –la campaña electoral obliga–, pero su razonamiento no se priva de mostrar que, más allá de los Estados Unidos, las limitaciones del actual sistema afectan a numerosos países, comenzando por los europeos. Porque las mismas recetas generan los mismos males.

Democracia en peligro

Además, como lo señala claramente, los Estados Unidos han jugado un papel central en la creación de las actuales reglas de juego, que han fracasado. La globalización, tal como está siendo actualmente administrada, no facilita el progreso ni la justicia, sino que –lo que es más grave– pone en peligro a la democracia. Este es seguramente uno de los puntos más sensibles del libro.
“Una democracia en peligro” es el título del capítulo 5. La actual desigualdad existente en los Estados Unidos, y en muchos otros países del mundo, nació o ha sido mantenida por las abstractas fuerzas del mercado y fortalecida por la política. Es por eso que la batalla la ha ganado el uno por ciento. Pero no es esto lo que debiera suceder en una democracia en la que el ciento por ciento de los ciudadanos debería participar del sistema “una persona=un voto”, mientras que en la realidad sucede, como él lo recuerda, “un dólar=un voto”. La política establece las reglas de juego de los mercados, y ese juego está sesgado a favor del uno por ciento.
Así, a los griegos se los privó de participar de un referéndum sobre el programa de drástica austeridad, dado que los dirigentes y los financistas pusieron el grito en el cielo ante esa idea. Pero sobre todo, como lo subraya Stiglitz, el control de los mercados financieros no se produce solamente con los países endeudados, sino en todos aquellos que quieren ganar en el mercado de capitales. Y aunque haya elecciones libres, los mercados imponen sus leyes mediante chantajes (baja de la calificación, nada de créditos, aumento sobre los préstamos de las tasas de interés). La elección de opciones económicas es limitada.
Sin olvidar el lado caprichoso de los mercados que juegan con las calificaciones para actuar en el corto plazo, la presión de las multinacionales continúa especialmente a través de la OMC. Dado que las multinacionales se hallan administradas por el uno por ciento, las reglamentaciones favorecen a ese uno por ciento. Otro mundo es posible, pero con otras formas de administrar la globalización. Porque “para preservar la democracia es necesario moderar la globalización”, afirma Stiglitz.

El Estado

Defender una justa distribución de los roles tanto del mercado como del Estado, y no acentuar sobre todo la reducción del Estado sino una estimulación de la economía. Ahora bien, explica Stiglitz, los programas anti-déficit y de austeridad tienen a menudo por objeto aumentar y preservar las desigualdades.
“La historia nos demuestra que la austeridad casi nunca funcionó” y que el gasto público, en cambio, puede ser muy eficaz. Sin embargo resulta siempre sorprendente –subraya Stiglitz– ver que muchos expertos (banqueros, políticos) o ciudadanos se dejan seducir por el “mito de la austeridad”, como también por el “mito de comparar el presupuesto del Estado con el de un hogar”. Un gobierno gastando más de lo que gana puede incentivar la producción y la generación de empleos. La creación de riquezas derivada de esa política puede llegar a ser muchas veces superior a los gastos realizados.
Ahora bien, “el uno por ciento ha captado y distorsionado el debate presupuestario” sobre la base de un chantaje sobre el exceso de gastos, pero que sólo oculta su deseo de achicar el Estado.
Stiglitz nos conduce de este modo al terreno de la política macroeconómica, de la política monetaria. Tal como ha sido delineada por los monetaristas, con Milton Friedman a la cabeza, “campeón del libre mercado” y toda la escuela de Chicago, cuyos perjuicios se conocen en todo el mundo, especialmente en América latina.

Empleos

“Las teorías de Friedman reflejaban su intención de achicar el Estado y limitar su libertad de decisión”, afirma. La moderna concepción de la política monetaria ha dañado al 99 por ciento –prosigue Stiglitz–, negando la importancia de la distribución de los ingresos, centrándose en las tasas de interés como única palanca y partiendo de la desregulación. El economista nos muestra muy bien los límites del concepto de Banco Central independiente, que tal como funcionan son cautivos de los mercados financieros. Estigmatiza también la falta de fe en el control democrático de los que defienden la independencia de los bancos centrales. Sin embargo, debería inquietarlos. Y señala con el dedo el ambiguo papel del BCE en la crisis griega, en beneficio de los bancos.
Lo más importante es que, una vez más, detrás de la política monetaria se esconde una lucha de ideas, una batalla sobre la concepción de la economía y de que lo que es bueno para ese uno por ciento que toma las decisiones no lo es para el 99 por ciento que las sufre. Si el monetarismo ha sido dejado de lado, los bancos centrales se han centrado en las tasas de inflación como único objetivo.
Esto se ha convertido en una verdadera obsesión, desviando la atención de los problemas más serios, como son las desigualdades y la baja de los salarios. La conclusión es que las políticas macroeconómicas y monetarias ortodoxas no han aportado ni estabilidad, ni crecimiento permanente, ni una mejor distribución de la riqueza. Ha llegado por lo tanto el tiempo de encontrar otro marco. Pero los bancos y los mercados mantienen la resistencia.
Otro camino es posible. A través de un programa de reformas económicas, que Stiglitz detalla en su último capítulo, el Estado debe intervenir regulando los bancos, las empresas, los paraísos fiscales. En fin, corrigiendo los excesos y fiscalizando en mayor medida los altos ingresos, promoviendo la inversión pública, mejorando la protección social y tendiendo al pleno empleo, otorgándole un papel más responsable a la banca central, “abandonando su excesiva concentración sobre la inflación para interesarse de manera más equilibrada en el empleo, el crecimiento...”. Es lo que trata de hacer la Argentina a través de una política considerada heterodoxa en cuanto a las funciones del Banco Central.
Las reformas descritas y propuestas se hallan destinadas a los Estados Unidos –en plena campaña electoral–, pero es comprensible que sean comunes a muchos países. El análisis de Stiglitz sugiere que los Estados Unidos podrían usar su poderío y su influencia –aunque ahora sea menor que antes– a favor de nuevas regulaciones que generen una economía mundial más justa.

 Estelle Leroy-Debiasi

“El euro es un polvorín que va a explotar”


El líder de la segunda fuerza política de Grecia afirma que el problema no es la moneda única, sino las políticas que la acompañan. En este reportaje destaca el modelo argentino y se interroga sobre los desaparecidos griegos en nuestro país.
 
Por Eduardo Febbro
Desde Atenas
–Euro o no euro. Esa ha sido la gran disyuntiva a través de la cual se le presentó a Grecia y, particularmente, al movimiento Syriza que usted dirige. ¿Cómo analiza el momento de crisis que atraviesa Europa y que parece poner en tela de juicio mucho más que la sacrosanta estabilidad del euro? –Creo que el modelo europeo debe reconstruirse desde abajo. No podemos estar satisfechos con lo que hoy se llama Europa. La crisis actual no es una crisis europea sino mundial. Europa no cuenta hoy con los mecanismos para hacerle frente y controlar el ataque financiero mundial contra sus pueblos. Esto explica por qué Europa se convirtió en un continente donde el ataque del sistema financiero mundial fue feroz. Estamos sin defensa.
–¿Acaso el euro, la moneda única, no es una moneda imposible, es decir, una divisa que no representa el nivel real de los 17 países que componen la Zona Euro y que, por consiguiente, impone sacrificios a muchas naciones que no están a la altura de lo que el euro necesita para existir? –El euro no es la única razón de la crisis, pero sí es parte de ella. El resorte de la crisis es la arquitectura del euro dentro de Europa. Necesitamos tener una moneda única, pero no una moneda controlada, que lo único que hace es hacerles favores al gran capital y a los ricos. Lo que nos hace falta es una moneda que responda a la necesidad de los pueblos. Tenemos una moneda única, pero nos falta contar con la capacidad de tener políticas para todos los países, en especial para los países de la periferia, que están sufriendo en este momento. El euro es un fenómeno mundial único: tenemos una moneda única, o sea, una unión monetaria, pero carecemos de unión política y de un Banco Central Europeo capaz de ofrecer ayudas a todos los países de Europa.
–¿No hay una contradicción en su postura: ser de izquierda y al mismo tiempo defender el euro? –La contradicción existiría si uno defendiera de qué manera funciona el euro, qué es lo que representa y cuál es la arquitectura y la hegemonía dentro de esa moneda única. El problema no es la moneda única sino las políticas que acompañan esta moneda. El euro se ha convertido en una cárcel para los pueblos de Europa, en especial para las economías más débiles de la periferia que están enfrentando la crisis. La contradicción está en la base con que se construyó el euro. El euro es un polvorín que va a explotar si seguimos con este rumbo. Las políticas de ajuste que van mano a mano con el modelo neoliberal dentro del euro nos van a conducir a la destrucción del euro. Pero esta perspectiva la van a pagar los pueblos y no los bancos, que van a salvarse, o a tratar de salvarse. El sectarismo dogmático de las elites europeas que defienden ese modelo conduce a Europa muchas décadas hacia atrás.
–El grado de diagnóstico que usted y la izquierda hacen de la problemática es brillante. Pero no se encuentra la misma eficacia en la forma de gestionar la confrontación con el sistema liberal. ¿Cómo salir entonces de la poesía del diagnóstico y entrar de verdad en un proceso de reforma contundente? –Una buena manera consiste en empezar cambiando las correlaciones de fuerzas en la sociedad. En mayo y junio pasado el partido Syriza estuvo muy cerca de romper esa correlación de fuerzas que existía. Grecia se convirtió en un experimento ultraliberal, en el conejillo de Indias. Aquí se puso a prueba la política del shock para luego ampliarla al resto de Europa. Pero tenemos la reacción de la sociedad. La gente ya no tiene ahora la vida cotidiana que tenía antes y es esa misma gente la que reaccionó para que las cosas cambien. Con su movilización la sociedad amenazó a las elites de nuestro país. Eso significa que sí estamos cambiando la correlación de fuerzas mediante el comportamiento crítico de las masas. Hay que recordar que, después de la ocupación nazi y fascista de nuestro país, pocos años después, en 1958, la izquierda estuvo a punto de llegar al poder. Las últimas elecciones las perdimos por un estrecho porcentaje. Pero hay que tener en cuenta que del otro lado no tenía como adversarios solamente a las fuerzas políticas, sino también a un sistema financiero mundial y europeo muy poderoso que nos combatió con todas sus armas de manera feroz. Pero si ganábamos las elecciones quizá Grecia se hubiese convertido en el eslabón débil capaz de romper la cadena que sujeta a Europa. Tal vez Grecia pueda pasar así de ser un conejillo de Indias a ser el futuro bebé, el embrión de la esperanza. Esa oportunidad histórica no la hemos perdido todavía. Los pueblos no han dicho su última palabra.
–¿Grecia fue un poco el paradigma de Chile en Europa? –Si ganábamos las elecciones nos hubiésemos convertido en el Chile de Europa. Pero no lo sabemos hoy. Las experiencias latinoamericanas de los últimos años son muy ricas para nosotros. Lo que pasó en Chile cuando cayó la dictadura, lo que pasa en Venezuela hoy, lo que pasó en la Argentina hace diez años, cuando el FMI se fue de la Argentina, todo eso constituye experiencias que nos hacen mucho más ricos y ayudan a perfeccionar y a concretizar nuestra estrategia, tanto en Grecia como en Europa.
–¿En qué sentido lo ocurrido en Chile, Venezuela o la Argentina es un aporte para los movimientos de izquierda radical del Viejo Continente? –La lección más importante radica en que la izquierda no puede desplegar sus armas en la sola propuesta de cambio político del sistema, no. La izquierda tiene que basar su esperanza y su trabajo en la sublevación del pueblo. Los pueblos se levantan y luchan. Si en el futuro llegamos a tener un gobierno Syriza en Grecia, para poder trasladar el poder de los poderos al pueblo ese proceso tiene que estar acompañado por la participación de las masas, a fin de revertir la situación. Un gobierno solo no lo puede hacer. También son necesarias nuevas instituciones democráticas. Nosotros no podemos cambiarnos de ropa y ponernos el traje del poder anterior. Ese traje no nos queda bien. Hay que crear entonces nuevas instituciones sociales y políticas para levantar a las fuerzas del pueblo, que en este momento están marginalizadas dentro del sistema y no tienen ni participación ni poder. Debemos trasladar ese poder a toda la gente.
–Muchos comparan lo ocurrido en la Argentina en 2001 con lo que está ocurriendo en Grecia. Se recuerda a aquel eslógan argentino que decía “que se vayan todos”. ¿Es válido un enunciado semejante para la Grecia actual? –Acá se siguen escuchando voces que dicen “que se vayan todos”. Los grandes medios de comunicación apoyaron este eslogan que, en realidad, no tiene contenido político. ¿Pero cuál fue el resultado de eso?: en un país como Grecia, donde nació la llamada democracia, tenemos ahora el renacimiento de las ideas fascistas de la mano del partido neonazi Aurora Dorada, que hoy está en el Parlamento. Aurora Dorada está encontrando apoyo hasta en las clases populares. Hay sí muchas similitudes entre lo que pasó en la Argentina y la Grecia de ahora. La política del shock liberal que se implementó en la Argentina en los años ’90 bajo las órdenes del FMI también se aplicó aquí. Estamos en ese proceso, lento pero destructivo, un proceso que se comporta de forma muy violenta contra los pueblos y los marginados: planes de ajuste, ataque contra los salarios, desempleo. Pero como estamos en la Zona Euro el FMI no tiene las cosas tan fáciles como en la Argentina. Si nos abandonan, las consecuencias serían muy importantes para los otros países de Europa. Nuestra economía representa el 2,5 por ciento del total de Europa. Además, el euro es la segunda moneda de reserva en los bancos mundiales.
–¿Qué lecciones saca usted del desastre argentino del 2001? –La experiencia argentina es muy importante para sacar conclusiones políticas. Diría que la conclusión más importante radica en que la política del neoliberalismo es cínica, inhumana. Es un callejón sin salida. Pero, por otra parte, la Argentina nos mostró la forma en que un pueblo se puede parar contra este sistema y reconstruir sus bases para vivir mejor, para reorganizar el Estado y la sociedad. Tuve que responder en el Parlamento al ministro griego de Economía cuando atacó de forma muy racista a la Argentina. El ministro dijo: “Noso-tros no somos como los argentinos”, y yo le respondí que estábamos mucho peor que Argentina. Esa es la verdad.
–La democracia argentina se revalorizó con la crisis. En Grecia, en cambio, surgió un movimiento neonazi muy poderoso. Esto permite conjeturar que puede haber en el futuro una mayoría neonazi con una oposición de izquierda radical fuerte, o al revés. –No creo que lleguemos a tener un gobierno de extrema derecha. Nuestro pueblo es heredero de una gran historia antifascista. Este pueblo tiene memoria histórica y no lo va a permitir. Pero hay algo que debe decirse claramente: el neonazismo y Alba Dorada no son una fuerza antisistema, no, es una fuerza del sistema dentro del sistema. Es el brazo más fuerte del sistema que será utilizado si se siente en peligro. El único peligro para nuestro país son las políticas neoliberales, la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo, Unión Europea) y el movimiento neonazi, que es un aliado para seguir en este camino.
–Usted rompió hace poco el silencio proponiendo en el Parlamento griego que Grecia se ocupara del destino de los de-saparecidos griegos en la Argentina. ¿Cómo quedó ese reclamo? –Dentro de los 30 mil desaparecidos en la Argentina durante la década de los ’70 hubo casos de aproximadamente 17 personas que eran hijos de griegos. Sus padres no saben aún qué pasó con sus hijos. Nosotros planteamos ese tema en el Parlamento para poder tratar de averiguar con la ayuda del gobierno argentino qué pasó con esos jóvenes. Nosotros no podemos olvidar cómo un régimen autocrático que gobernó la Argentina llevó al genocidio a casi una generación. La violencia, la desaparición y el asesinato de tanta gente en manos de esos regímenes autocráticos no pueden dejarse en el olvido. En la historia moderna hay un paralelo entre Grecia y la Argentina, porque acá también hubo dictaduras apoyadas por los grandes imperios. Debemos proteger con la democracia a las futuras generaciones de esas dictaduras.
–Los neonazis tienen mucha fuerza. Parte de ella nace del trabajo social que hace, de su acción en la calle, de su oferta de seguridad. ¿Acaso a la izquierda no le falta capacidad de acción para derrotar a la ultraderecha en el terreno de lo concreto? –Lo que tiene que hacer la izquierda es crear un frente ideológico y, al mismo tiempo, construir un modelo de sociedad que resiste y es solidaria. La solidaridad no es la filantropía sino cómo resistir juntos. No tenemos que permitir que esos grupos se presenten con la cara lavada cuando en realidad representan la historia de lo más violento que sufrió la humanidad. Nuestra lucha en la calle tiene que tener otro modelo para elaborar ese frente ideológico de protección del pueblo. Se trata de un frente doble: contra las fuerzas neoliberales y contra el fascismo.
–La llamada izquierda radical tiene muchos enemigos, empezando por quien debería ser, al menos, un aliado parcial: la socialdemocracia. –En Europa y en el mundo la socialdemocracia ha pasado por una mutación increíble en los últimos años. La socialdemocracia opera como una suerte de cirugía plástica con la cual quieren cambiar algo que no se cambia. Este capitalismo financiero casino no pueda cambiar de imagen por más cirugía que se le haga. La socialdemocracia es incapaz de ofrecer soluciones a los problemas sociales y reales que enfrentan los pueblos. En Grecia, el partido que representó a la socialdemocracia, el Pasok, no se diferencia en nada de la derecha. Son una copia. Por eso nuestra izquierda puede convertirse en un polo de alianzas con auténtica base social y popular.
–Cuál sería su modelo ideal: Chávez en Venezuela, los Castro en Cuba, Lula en Brasil o el peronismo de Kirchner en la Argentina. –América latina siempre fue un laboratorio social y político increíble que da resultados. Cada país y cada movimiento tienen su particularidad. A nosotros nos interesa saber cuál es la mejor visión del socialismo del siglo XXI para todo el planeta. A pesar las particularidades necesitamos una visión común y los mismos enemigos. Nosotros seguimos muy de cerca el proceso de integración en América latina. Ese proceso no es teórico, está en práctica y da respuestas al dogmatismo neoliberal. Pero lo que se encuentra más cerca al modelo griego es Argentina y Brasil. En las realidades sociales y en las paralelas históricas, tenemos mucho más que ver con lo que sucedió en Argentina y Brasil. Desde luego, también tenemos puntos en común con Venezuela y Cuba. Nuestros enemigos dicen que Syriza quiere convertir a Grecia en la Cuba de Europa. Nosotros les respondemos que ellos quieren crear una Cuba en Europa, pero la Cuba de antes del ’60. A eso quieren llevarnos.
–Usted representa a una generación marcada por una época donde se produjo una gran despolitización. ¿Cuál sería la fórmula para reintroducir la política y, más concretamente, el interés por una política de izquierda? –En este momento estamos viviendo la última fase del capitalismo y no del socialismo. Estamos en la caída del sistema capitalista y esto nos conduce a un análisis diferente del comportamiento social como generación, tanto más cuanto que constatamos las condiciones en las que estamos viviendo hoy en día. Mi generación entró en la política como una fuerza muy pequeña en las universidades y en las escuelas cuando ya había una hegemonía casi total del neoliberalismo, cuando se presentaban porcentajes de crecimiento económico enormes y a la vez abstractos y cuando los ejemplos del buen vivir eran el súper consumismo. Ahora estamos en otra realidad. Hoy, en Grecia, uno de cada dos jóvenes que tiene entre 24 y 35 años no tiene trabajo. Están condenando a esa generación a vivir mucho peor que sus padres, los están condenando a vivir sin soñar. Lo que le podemos dar y decir a esta generación es que tiene que reencontrar en su conciencia la esperanza dentro de la lucha. Para poder reconstruir esas vidas destruidas deben creer que hay un futuro mejor, no hay otra manera. La justicia social y la dignidad son dos cosas muy importantes para una generación que quiere reconquistar su futuro.
–Usted juega el fútbol y está rodeado de gente argentina, uno de ellos es de Independiente. Dentro de poco irá a la Argentina. ¿A qué club le pone fichas? Tomemos tres: Boca, River o Independiente. –Apuesto por Boca porque Maradona jugó en Boca. Yo tengo esa imagen mítica de la Bombonera que vi en las fotos y en las películas. Tengo mucha fe en la política de Syriza porque tenemos eso fútbol de la fantasía que es el fútbol argentino.

Cospeles, verbatim e imput en la realidad

Todos contra Patricia Bullrich por su disparatado tuit

Como una humorada hacia los controles de la AFIP, la diputada escribió cuánto había gastado en el día y se dispararon las críticas
  1. PatoBullrich
    AFIP : hoy gaste 5 $ en nafta, compre 1 alfajor, 1 cospel, 1 viaje en subte, 1 cafe sin medialuna, 2 llamadas celu, en 2 hrs informo #fb
  2. nicotoranzo
    Hoy a la noche @patobullrich va a sintonizar Videomatch en Telefe, le parecen un plato las camaras ocultas y los raporteros.
  3. olimacsajor
    Nadie dice nada de que @PatoBullrich todavía compra cospeles. Dónde? Para qué? Atenti, AFIP.

    el problema del colectivo fue que el muchacho no tenía la SUBE cargada y quiso pagar con los cospéles de @PatoBullrich

  4. @PatoBullrich Hola zonza! el cospel hace mil que no existe más.Avisale a Mauri, pa q no haga la misma macana, igual regracioso!! Un plato!

    @patobullrich andas en ciclomotor que cargas sólo $5 de nafta?
  5. OscarAZarate
    @PatoBullrich un cospel y cinco pesos en nafta. La política del futuro, la que va a cambiar la Argentina: volver a 1980. Diputada, genios...
  6. eltoba
    @PatoBullrich de los 30.000, 29990 te siguen para putearte. Tengo un cospel de Entel, si querés te lo vendo...

domingo, septiembre 16, 2012

Existe el milagro económico peruano?


Ayer dimos cuenta del notable crecimiento económico Peruano. En este análisis de La Economía On Line, observamos más en detalle la modalidad que asume este crecimiento , sus beneficios y sus altos costos.
Perú anda de parabienes y no deja de recibir buenas noticias. Inversiones que ingresan al país, mejoras en la calificación de la nota soberana por parte de la calificadora de riesgo Moody’s por mantener “políticas fiscales y macroeconómicas prudentes”. A pesar de que “si bien el presidente Humala intentó aumentar el enfoque del Gobierno en la inclusión social, desde que asumió el cargo ha demostrado su compromiso de mantener políticas fiscales y macroeconómicas prudentes y de respaldar el continuo desarrollo de la industria minera, contrariamente al temor de que sus políticas condujeran a un deterioro fiscal y que decidiera dar un enfoque más intervencionista a la economía”, afirmó la calificadora.
Una docena de años creciendo al doble del promedio de América Latina, ha triplicado el PIB en 10 años, redujo la pobreza en 15 puntos y lo acompañó con una inflación baja.
Sería de esperar que las grandes inversiones colaboren con un país que ha transcurrido su historia a la par de exacciones colonialistas.
Recorramos la estructura de este milagro económico latinoamericano.
Perú es líder a nivel regional en producción de oro, plata, zinc, plomo, estaño y telurio y, a nivel mundial, es el primer productor de plata y segundo de cobre y zinc.
Respecto de la revalorización de los recursos naturales con que la región se vio beneficiada en la última década, vale la pena esta aclaración: el oro, en la última década, se revalorizó 6,8 veces; la plata, hasta 10 veces; el zinc, hasta 6 veces; el plomo, hasta 9 veces y el cobre, 4,6 veces (a modo de referencia, la soja en el mismo período se revalorizó 2,3 veces). Perú ha quintuplicado la inversión externa y más que sextuplicado sus exportaciones (61% de ellas son metales).
El costo del milagro
Perú recibió US$ 15.000 millones en inversiones en el sector minero entre 1999 y 2009 por parte de todas las empresas mineras, pero sólo cinco mineras en sólo cinco años (2005-2009) se llevaron US$ 20.000 millones de utilidades.
Muchas de las operaciones a gran escala se ubican entre las unidades productivas de menor costo unitario de las mineras internacionales. Con el 35% de rentabilidad anual, en tres años recuperan la inversión.
Perú tiene una extensión total de 128 millones de hectáreas de las cuales tiene más de 20 millones concesionadas a industrias de minería según catastro minero nacional de Perú, más de 50 millones a petroleras y más de 8 millones de hectáreas a forestales (es decir, suman 80 millones de hectáreas), lo que implica que más del 60% del territorio está “loteado” a concesiones extractivas mineras, petroleras o forestales, principalmente empresas privadas trasnacionales, de acuerdo a ProInversión, Agencia de Promoción de la Inversión Privada de Perú.
Las áreas concesionadas a las empresas mineras incluyen comunidades campesinas y ocupan ríos, lagos, montañas, partes de glaciares y, en algunos casos, poblaciones.
Un estudio de minería presentado en la Universidad de San Juan databa que en 2006 había 97conflictos socio-ambientales de los cuales 20 eran con empresas mineras, y en 2010 los conflictos habían aumentado a 246 en total, de los cuales 125 eran con mineras, según cifras publicadas por la oficina de la Defensoría del Pueblo, en Perú. Es decir, más del 70% de los conflictos socioambientales son creados por empresas mineras. De 95 casos en proceso de dialogo entre las comunidades y las empresas extractivas, 55 comenzaron luego de hechos de violencia: de otra manera no se oiría la voz ciudadana...

Evolución y mapa de la informalidad laboral




Un gran tema de agenda del gobierno es sin duda la persistencia de altas tasas de trabajo informal
Responsable del patrón distributivo aún inequitativo,  la desfinanciación del sistema de salud, la crisis recurrente del previsional y el sostenimiento de trabajadores pobres, quey aún ocupados pleno reciben salarios que implican en promedio un 47% de su par formal, la informalidad laboral está en la base de la desindustrialización que impactara sobre el país desde el último tercio del siglo pasado y que tiene una reversión discreta.
 Los indicadores del segundo trimestre del año, muestran que el 34,5 % de la población activa no esta registrada; y la situación se mantuvo estable en comparación al mismo lapso de 2011
El total de trabajadores no registrados acusó una leve reducción de 17.100 personas porque  se redujo la gravitación de los puestos en relación de dependencia en la estructura ocupacional. Sin embargo, la informalidad aumentó en proporción al total de trabajadores en relación de dependencia que como se muestra en el gráfico de apertura se ubicaba en el 34,1% en junio de 2011  y pasó a 34,5% en 2012.
Con este resultado, se observa que 4.400.000 trabajadores trabajan en la informalidad, sobre una Población Económicamente Activa (PEA) de 18 millones de personas, con un nivel de desempleo de 7,2 por ciento y con un nivel de asalariados del 76,7 por ciento del total. El dato relevante es que el estancamiento en la mejora en la calidad del empleo se produjo en un período en el que la economía expresa un crecimiento interanual del orden del 5,3 por ciento.
Complementariamente ya se había observado que en el lapso comprendido entre el segundo trimestre de 2011 y 2012 185.000 asalariados plenos se habían transformado en subocupados demandantes
 Si se distribuye geográficamente la carencia de formalidad laboral, como es histórico y de aacuerdo con la información oficial, la peor situación laboral se observa en el norte del país.
En el noroeste el 40,9 por ciento de los empleos son irregulares, mientras que en el noreste es del 40,1 por ciento.
En tanto, en la región de Cuyo el 35,7 por ciento de los trabajadores no se encuentra inscripto de manera regular, mientras que en el Gran Buenos Aires se ubica en 34,6 por ciento.
A su vez, los menores registros de informalidad se observan en la región pampeana la informalidad afecta al 32,7 por ciento de los empleos, mientras que en la Patagonia desciende al 19,3 por ciento, dond ees muy notable la formalidad que induce el empleo público combinada con la baja densidad poblacional.
Respecto a la densidad poblacional , si se los divide por el tamaño de las poblaciones la situación es similar tanto para los aglomerados de más de 500 mil habitantes como para los que están por debajo de ese número.
En las ciudades más pobladas el trabajo informal es de 34,6 por ciento y en las más chicas de 34 por ciento..
Por otra parte se observa un ligero aumento de los trabajadores autónomos respecto a los asalariados Los indicadores demográficos de la población de los 31 aglomerados urbanos medidos por el Indec dieron cuenta de que, para el período abril a junio, del total de trabajadores en el país el 76,3% lo hizo en relación de dependencia y el 23,7% en condiciones de empleado independiente.
En efecto en el caso de losasalariados, el informe del INDEC , dio cuenta de que se trata de una nueva reducción trimestral, tras haber alcanzado un pico de 77,4 a fines del 2011.
Se estima que alcanzó a un universo de 13,27 millones de personas, con una disminución  de 0,4 por ciento.
En sentido opuesto, los cuentapropistas se habrían acrecentado en 1,9% a unas 4,12 millones de personas, alcanzando el registro más elevado en términos absolutos desde el último trimestre de 2009.

Reason Why, la llave emocional para el triunfo electoral


Por Rubén Weinsteiner para ADN


Uno de los procesos más característicos de la construcción del voto, luego de la crisis de representación post 2001, es la creciente tendencia a una mayor complejidad emocional en términos de las demandas.

Dado que ninguna instancia de gestión puede dar respuesta emocional completa a todo el caudal de demandas, aparecen múltiples organizaciones públicas, privadas, cuasiprivadas, cuasipúblicas, actores corporativos nacionales y transanacionales, movimientos de protesta, agrupaciones regionales, líderes sociales, artistas, con una participación individualizada en diversos espacios sociales diferenciados, no siempre consistente y más bien fragmentada.

Para construir una oferta política sólida hace falta consolidar

1) Liderazgo
2) Agenda
3) Despliegue territorial

Está claro que sin un liderazgo potente, con una marca política eficaz, y sin la capacidad de construir votos y fiscalizar en todas las especificidades territoriales, resulta imposible ganar una elección. Pero la agenda constituye un territorio conceptual difuso y complejo para la mayoría de los candidatos.  

¿Que es la agenda?

Cuando hablamos de que al votante hay que proponerle una perspectiva no un conjunto de medidas, para poder proponerle y venderle sensaciones, y no propuestas de gobierno; estamos hablando de los atajos cognitivos que toma el votante a la hora de decidir su voto.

Estos atajos cognitivos reducen el tiempo y esfuerzo de decisión que llevaría sopesar, analizar y decidir en base a gran cantidad de información para orientar un voto o adoptar una postura. El votante compra como se va a sentir y no un pliego de condiciones con un listado de medidas a implementar, así como el que compra un auto, compra como se va sentir manejando ese auto, llevando a alguien en ese auto, estacionándolo en el parking de un restaurante, y no las características de su motor.

La agenda la constituyen las sensaciones articuladas por el reason why (el para qué) de la candidatura.

Un candidato debe poder comunicar para qué quiere el poder, para qué es bueno que él sea presidente, gobernador, intendente, legislador, y para que es bueno votarlo. Si un candidato no tiene un reason why sólido, aún con un liderazgo fuerte, y vasto despliegue territorial, no podrá interpelar emocionalmente a los votantes, y toda construcción desprovista de emocionalidad y sensaciones, carecerá de poder de fuego electoral.

Fuente: www.weinsteiner.net

Por una Grecia en el Rín