Un informe de Trend Micro afirma que la tecnología de malware ha avanzado y que los estafadores utilizan elaboradas técnicas de ingeniería social.
La empresa de seguridad informática Trend Micro Inc. ha presentado un informe donde analiza el primer semestre de 2008 y realiza previsiones para los últimos seis meses del año. Lo primero que reconoce el estudio es que los ciberdelincuentes han reinventado sus métodos de ataque, al combinar una avanzada tecnología de malware y elaborados técnicas de ingeniería social.
Trend Micro afirma que, si bien se ha detectado un incremento de las amenazas Web, las modalidades de adware y spyware han registrado un importante descenso, ya que las soluciones de seguridad de alto nivel logran bloquearlas.
En cambio, las técnicas de ingeniería social como la estafa del phising se han modernizado. En marzo, Trend Micro descubrió cerca de 400 kits diseñados para generar páginas de phising dirigidas a los principales sitios de redes sociales y otras páginas Web 2.0.
Según el director de Tecnología de Trend Micro, Raimund Genes, la caída de modalidades como el spyware y el avance de otro tipo de estafas “es un buen ejemplo de cómo los cibercriminales están evolucionando y adaptándose a los nuevos tiempos, alejándose de las amenazas que utilizan tecnologías anticuadas o en declive, para centrarse en las amenazas lucrativas que les proporcionen una mayor carga útil”.
En cuanto a la situación del spam, el informe prevé una media diaria de entre 30.000 y 50.000 millones de mensajes no deseados para el segundo semestre del año. La cifra podría aumentar hasta los 180.000 millones de spam al día durante la temporada navideña.
Julián Perez Porto
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jueves, julio 10, 2008
viernes, abril 04, 2008
Ciberterrorismo y cambio climático las nuevas hipótesis de OTAN
Las nuevas preocupaciones de la OTAN van más allá de los talibanes o de Al-Qaeda: entre ellas, figuran los hackers, las amenazas globales a la provisión de energía y los que pretenden sacar ventaja del cambio climático.
Los líderes de los países integrantes de la OTAN están deliberando acerca de que es lo que se puede hacer para neutralizar a los "ciberterroristas", a los "hacktivistas" (activistas por Internet) y otras amenazas emergentes que los expertos reconocen no son las tradicionales, pero aún así son potencialmente letales.
La OTAN debe equiparse y armarse para una "guerra cibernética": ataques sistemáticos en la Web que podrían interrumpir el comercio en todo el mundo mediante el uso de virus informáticos para desactivar servicios en línea para usuarios, como las actividades bancarias por Internet.
Los ataques ciberterroristas proliferarán rápidamente y pueden ser realizados por cualquiera que tenga una conexión una Internet.
En el corto plazo, la guerra cibernética supondrá una amenaza creciente para los países miembros de la OTAN, que deben encarar el problema como si fuera una amenaza inmediata y empeñarse en desarrollar una cooperación defensiva práctica.
El año pasado, Estonia, que forma parte de la OTAN, sufrió una serie de ataques cibernéticos paralizantes y económicamente devastadores, cuya autoría atribuyó a Rusia. Moscú negó su participación. "Los ataques plantean interrogantes sobre la capacidad de la OTAN para proteger a sus miembros más recientes", señaló Stanley Kober, analista del Instituto Cato, de Washington.
Preservar la seguridad de infraestructuras energéticas vulnerables podría ser una preocupación incluso más urgente, advirtieron anteayer los funcionarios de la OTAN durante la cumbre. El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, ha estado promoviendo un nuevo "concepto estratégico" que definiría la función de la alianza para afrontar la amenaza.
Muchos de esos desafíos no provocarán una reacción militar clásica. Para afrontarlos será necesario que los aliados se apoyen entre sí, política, económica, y, tal vez, militarmente.
La energía también se ha vuelto una preocupación para la alianza atlántica, a medida que Rusia afianza el control sobre sus más importantes yacimientos de gas natural. Gazprom, el monopolio energético estatal, controla gasoductos clave, que suministran esa fuente de energía a Europa occidental.
Estados Unidos está impulsando a la OTAN a que asuma una mayor participación en la cuestión de la seguridad energética, algo que Washington considera una importante amenaza en la pot Guerra Fría.
El cambio climático, que ya es considerado de vital importancia en varios otros frentes, también empieza a preocupar a la OTAN.
Escasez de alimentos
La alianza quizás debería estar lista para proteger la provisión de agua y alimentos si el calentamiento global provoca su escasez y las tensiones crean la suficiente inestabilidad política y económica como para llevar a los países al borde de una guerra.
"Es importante reconocer que los riesgos no son sólo de naturaleza humanitaria. Hay también riesgos políticos y de seguridad, que afectan directamente los intereses europeos", advirtió.
La función esencial de la OTAN está definida en su tratado fundamental de 1949, que establece que todos los miembros deben unir sus esfuerzos para la defensa colectiva en caso de ser atacados por un agresor externo.
Los líderes de los países integrantes de la OTAN están deliberando acerca de que es lo que se puede hacer para neutralizar a los "ciberterroristas", a los "hacktivistas" (activistas por Internet) y otras amenazas emergentes que los expertos reconocen no son las tradicionales, pero aún así son potencialmente letales.
La OTAN debe equiparse y armarse para una "guerra cibernética": ataques sistemáticos en la Web que podrían interrumpir el comercio en todo el mundo mediante el uso de virus informáticos para desactivar servicios en línea para usuarios, como las actividades bancarias por Internet.
Los ataques ciberterroristas proliferarán rápidamente y pueden ser realizados por cualquiera que tenga una conexión una Internet.
En el corto plazo, la guerra cibernética supondrá una amenaza creciente para los países miembros de la OTAN, que deben encarar el problema como si fuera una amenaza inmediata y empeñarse en desarrollar una cooperación defensiva práctica.
El año pasado, Estonia, que forma parte de la OTAN, sufrió una serie de ataques cibernéticos paralizantes y económicamente devastadores, cuya autoría atribuyó a Rusia. Moscú negó su participación. "Los ataques plantean interrogantes sobre la capacidad de la OTAN para proteger a sus miembros más recientes", señaló Stanley Kober, analista del Instituto Cato, de Washington.
Preservar la seguridad de infraestructuras energéticas vulnerables podría ser una preocupación incluso más urgente, advirtieron anteayer los funcionarios de la OTAN durante la cumbre. El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, ha estado promoviendo un nuevo "concepto estratégico" que definiría la función de la alianza para afrontar la amenaza.
Muchos de esos desafíos no provocarán una reacción militar clásica. Para afrontarlos será necesario que los aliados se apoyen entre sí, política, económica, y, tal vez, militarmente.
La energía también se ha vuelto una preocupación para la alianza atlántica, a medida que Rusia afianza el control sobre sus más importantes yacimientos de gas natural. Gazprom, el monopolio energético estatal, controla gasoductos clave, que suministran esa fuente de energía a Europa occidental.
Estados Unidos está impulsando a la OTAN a que asuma una mayor participación en la cuestión de la seguridad energética, algo que Washington considera una importante amenaza en la pot Guerra Fría.
El cambio climático, que ya es considerado de vital importancia en varios otros frentes, también empieza a preocupar a la OTAN.
Escasez de alimentos
La alianza quizás debería estar lista para proteger la provisión de agua y alimentos si el calentamiento global provoca su escasez y las tensiones crean la suficiente inestabilidad política y económica como para llevar a los países al borde de una guerra.
"Es importante reconocer que los riesgos no son sólo de naturaleza humanitaria. Hay también riesgos políticos y de seguridad, que afectan directamente los intereses europeos", advirtió.
La función esencial de la OTAN está definida en su tratado fundamental de 1949, que establece que todos los miembros deben unir sus esfuerzos para la defensa colectiva en caso de ser atacados por un agresor externo.
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Ciberterrorismo y cambio climático las nuevas hipótesis de OTAN
Las nuevas preocupaciones de la OTAN van más allá de los talibanes o de Al-Qaeda: entre ellas, figuran los hackers, las amenazas globales a la provisión de energía y los que pretenden sacar ventaja del cambio climático.
Los líderes de los países integrantes de la OTAN están deliberando acerca de que es lo que se puede hacer para neutralizar a los "ciberterroristas", a los "hacktivistas" (activistas por Internet) y otras amenazas emergentes que los expertos reconocen no son las tradicionales, pero aún así son potencialmente letales.
La OTAN debe equiparse y armarse para una "guerra cibernética": ataques sistemáticos en la Web que podrían interrumpir el comercio en todo el mundo mediante el uso de virus informáticos para desactivar servicios en línea para usuarios, como las actividades bancarias por Internet.
Los ataques ciberterroristas proliferarán rápidamente y pueden ser realizados por cualquiera que tenga una conexión una Internet.
En el corto plazo, la guerra cibernética supondrá una amenaza creciente para los países miembros de la OTAN, que deben encarar el problema como si fuera una amenaza inmediata y empeñarse en desarrollar una cooperación defensiva práctica.
El año pasado, Estonia, que forma parte de la OTAN, sufrió una serie de ataques cibernéticos paralizantes y económicamente devastadores, cuya autoría atribuyó a Rusia. Moscú negó su participación. "Los ataques plantean interrogantes sobre la capacidad de la OTAN para proteger a sus miembros más recientes", señaló Stanley Kober, analista del Instituto Cato, de Washington.
Preservar la seguridad de infraestructuras energéticas vulnerables podría ser una preocupación incluso más urgente, advirtieron anteayer los funcionarios de la OTAN durante la cumbre. El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, ha estado promoviendo un nuevo "concepto estratégico" que definiría la función de la alianza para afrontar la amenaza.
Muchos de esos desafíos no provocarán una reacción militar clásica. Para afrontarlos será necesario que los aliados se apoyen entre sí, política, económica, y, tal vez, militarmente.
La energía también se ha vuelto una preocupación para la alianza atlántica, a medida que Rusia afianza el control sobre sus más importantes yacimientos de gas natural. Gazprom, el monopolio energético estatal, controla gasoductos clave, que suministran esa fuente de energía a Europa occidental.
Estados Unidos está impulsando a la OTAN a que asuma una mayor participación en la cuestión de la seguridad energética, algo que Washington considera una importante amenaza en la pot Guerra Fría.
El cambio climático, que ya es considerado de vital importancia en varios otros frentes, también empieza a preocupar a la OTAN.
Escasez de alimentos
La alianza quizás debería estar lista para proteger la provisión de agua y alimentos si el calentamiento global provoca su escasez y las tensiones crean la suficiente inestabilidad política y económica como para llevar a los países al borde de una guerra.
"Es importante reconocer que los riesgos no son sólo de naturaleza humanitaria. Hay también riesgos políticos y de seguridad, que afectan directamente los intereses europeos", advirtió.
La función esencial de la OTAN está definida en su tratado fundamental de 1949, que establece que todos los miembros deben unir sus esfuerzos para la defensa colectiva en caso de ser atacados por un agresor externo.
Los líderes de los países integrantes de la OTAN están deliberando acerca de que es lo que se puede hacer para neutralizar a los "ciberterroristas", a los "hacktivistas" (activistas por Internet) y otras amenazas emergentes que los expertos reconocen no son las tradicionales, pero aún así son potencialmente letales.
La OTAN debe equiparse y armarse para una "guerra cibernética": ataques sistemáticos en la Web que podrían interrumpir el comercio en todo el mundo mediante el uso de virus informáticos para desactivar servicios en línea para usuarios, como las actividades bancarias por Internet.
Los ataques ciberterroristas proliferarán rápidamente y pueden ser realizados por cualquiera que tenga una conexión una Internet.
En el corto plazo, la guerra cibernética supondrá una amenaza creciente para los países miembros de la OTAN, que deben encarar el problema como si fuera una amenaza inmediata y empeñarse en desarrollar una cooperación defensiva práctica.
El año pasado, Estonia, que forma parte de la OTAN, sufrió una serie de ataques cibernéticos paralizantes y económicamente devastadores, cuya autoría atribuyó a Rusia. Moscú negó su participación. "Los ataques plantean interrogantes sobre la capacidad de la OTAN para proteger a sus miembros más recientes", señaló Stanley Kober, analista del Instituto Cato, de Washington.
Preservar la seguridad de infraestructuras energéticas vulnerables podría ser una preocupación incluso más urgente, advirtieron anteayer los funcionarios de la OTAN durante la cumbre. El secretario general de la OTAN, Jaap de Hoop Scheffer, ha estado promoviendo un nuevo "concepto estratégico" que definiría la función de la alianza para afrontar la amenaza.
Muchos de esos desafíos no provocarán una reacción militar clásica. Para afrontarlos será necesario que los aliados se apoyen entre sí, política, económica, y, tal vez, militarmente.
La energía también se ha vuelto una preocupación para la alianza atlántica, a medida que Rusia afianza el control sobre sus más importantes yacimientos de gas natural. Gazprom, el monopolio energético estatal, controla gasoductos clave, que suministran esa fuente de energía a Europa occidental.
Estados Unidos está impulsando a la OTAN a que asuma una mayor participación en la cuestión de la seguridad energética, algo que Washington considera una importante amenaza en la pot Guerra Fría.
El cambio climático, que ya es considerado de vital importancia en varios otros frentes, también empieza a preocupar a la OTAN.
Escasez de alimentos
La alianza quizás debería estar lista para proteger la provisión de agua y alimentos si el calentamiento global provoca su escasez y las tensiones crean la suficiente inestabilidad política y económica como para llevar a los países al borde de una guerra.
"Es importante reconocer que los riesgos no son sólo de naturaleza humanitaria. Hay también riesgos políticos y de seguridad, que afectan directamente los intereses europeos", advirtió.
La función esencial de la OTAN está definida en su tratado fundamental de 1949, que establece que todos los miembros deben unir sus esfuerzos para la defensa colectiva en caso de ser atacados por un agresor externo.
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sábado, septiembre 15, 2007
Ciberdelitos
Si Arthur Conan Doyle hubiera creado a Sherlock Holmes en estos días, el detective no sería famoso por fijar su mirada detrás de una lupa, sino frente a una pantalla de computadora: casi todos los delitos que se cometen hoy en día tienen a Internet como "escena del crimen".
No en vano, los expertos son unánimes en considerar al cibercrimen -que abarca al ciberterrorismo- como el "mal del siglo". Un flagelo difícil de combatir porque su naturaleza "virtual" no sigue los lineamientos de la criminología tradicional y su accionar no sólo pasa por alto toda frontera nacional, sino que prospera en el clima de la globalización.
Es por eso por lo que el Consejo de Europa, la organización gubernamental que agrupa a 46 naciones, con sede en esta ciudad, tomó la iniciativa de redactar la primera Convención Internacional contra el Cibercrimen, la cual fue firmada por todos sus países miembros, con la excepción de Rusia, Turquía, Andorra, Georgia, Liechtenstein y San Marino.
Canadá, Japón y Sudáfrica, que no integran la organización, también la subscribieron. Estados Unidos consideró tan crucial para su seguridad la aplicación de sus recomendaciones que no sólo firmó el texto, sino que también lo ratificó y lo puso en vigor este año.
La ansiedad de Washington por aplicar las normas europeas se explica en el reconocimiento de que el cibercrimen ha dejado de ser una amenaza de "ciencia ficción" para convertirse en un problema concreto.
En el Reino Unido, se estima que cada 10 segundos se comete un cibercrimen. Esto incluye casos de fraude, lavado de dinero, piratería industrial y comercial, intentos de violación sexual, pedofilia, abusos raciales, robos de identidad, violación de la privacidad, compra y venta de armas y explosivos, organización de asesinatos, narcotráfico, comercialización de medicamentos adulterados, trámites para la inmigración ilegal, pornografía y prostitución.
Tan grande es el negocio generado por vía electrónica, que el comisionado de Seguridad Franco Frattini confirmó recientemente ante el Parlamento Europeo que dos bandas criminales europeas recogieron este año ganancias de 100 millones de dólares gracias a maniobras de fraude online .
El creciente uso de Internet ha expuesto tanto a los ciudadanos como a los Estados y los entes que protegen la soberanía nacional. En las dos primeras semanas de mayo último, Estonia fue blanco de 128 ataques concertados por parte de hackers, aparentemente originarios de Rusia, que paralizaron su sistema bancario e interrumpieron sus comunicaciones con bombardeos de spam (mensajes masivos). Operaciones de este tipo son lanzadas por servers robots (conocidos como botnets ) ensamblados por delincuentes que los ofrecen en alquiler por unos 500 dólares el día. En esa ocasión, la ofensiva se extendió también a Alemania, donde 750.000 computadoras fueron infectadas con un virus de similar procedencia.
Esta semana, el Ministerio de Defensa francés fue víctima de una agresión originada en otro rincón. "Sabemos que el ataque fue lanzado desde China, pero somos prudentes -advirtió el ministro de Defensa galo, Francis Delon-. Cuando hablamos de China, no es necesariamente de su gobierno. No tenemos pruebas en ese sentido."
La convención del Consejo de Europa obliga a los signatarios a criminalizar todo acto de acceso no autorizado de computadoras, la creación y diseminación de virus, el envío de mails con fines fraudulentos, y el uso de Internet para el planeamiento y ejecución de todo delito ya reconocido. Al mismo tiempo, insta a los gobiernos a ofrecer protección a quienes denuncien haber sido víctimas o testigos de cibercrímenes.
Crucialmente, el acuerdo compromete a los firmantes a cooperar con sus pares de otros países en la identificación, captura y extradición de los autores de estos delitos.
No en vano, los expertos son unánimes en considerar al cibercrimen -que abarca al ciberterrorismo- como el "mal del siglo". Un flagelo difícil de combatir porque su naturaleza "virtual" no sigue los lineamientos de la criminología tradicional y su accionar no sólo pasa por alto toda frontera nacional, sino que prospera en el clima de la globalización.
Es por eso por lo que el Consejo de Europa, la organización gubernamental que agrupa a 46 naciones, con sede en esta ciudad, tomó la iniciativa de redactar la primera Convención Internacional contra el Cibercrimen, la cual fue firmada por todos sus países miembros, con la excepción de Rusia, Turquía, Andorra, Georgia, Liechtenstein y San Marino.
Canadá, Japón y Sudáfrica, que no integran la organización, también la subscribieron. Estados Unidos consideró tan crucial para su seguridad la aplicación de sus recomendaciones que no sólo firmó el texto, sino que también lo ratificó y lo puso en vigor este año.
La ansiedad de Washington por aplicar las normas europeas se explica en el reconocimiento de que el cibercrimen ha dejado de ser una amenaza de "ciencia ficción" para convertirse en un problema concreto.
En el Reino Unido, se estima que cada 10 segundos se comete un cibercrimen. Esto incluye casos de fraude, lavado de dinero, piratería industrial y comercial, intentos de violación sexual, pedofilia, abusos raciales, robos de identidad, violación de la privacidad, compra y venta de armas y explosivos, organización de asesinatos, narcotráfico, comercialización de medicamentos adulterados, trámites para la inmigración ilegal, pornografía y prostitución.
Tan grande es el negocio generado por vía electrónica, que el comisionado de Seguridad Franco Frattini confirmó recientemente ante el Parlamento Europeo que dos bandas criminales europeas recogieron este año ganancias de 100 millones de dólares gracias a maniobras de fraude online .
El creciente uso de Internet ha expuesto tanto a los ciudadanos como a los Estados y los entes que protegen la soberanía nacional. En las dos primeras semanas de mayo último, Estonia fue blanco de 128 ataques concertados por parte de hackers, aparentemente originarios de Rusia, que paralizaron su sistema bancario e interrumpieron sus comunicaciones con bombardeos de spam (mensajes masivos). Operaciones de este tipo son lanzadas por servers robots (conocidos como botnets ) ensamblados por delincuentes que los ofrecen en alquiler por unos 500 dólares el día. En esa ocasión, la ofensiva se extendió también a Alemania, donde 750.000 computadoras fueron infectadas con un virus de similar procedencia.
Esta semana, el Ministerio de Defensa francés fue víctima de una agresión originada en otro rincón. "Sabemos que el ataque fue lanzado desde China, pero somos prudentes -advirtió el ministro de Defensa galo, Francis Delon-. Cuando hablamos de China, no es necesariamente de su gobierno. No tenemos pruebas en ese sentido."
La convención del Consejo de Europa obliga a los signatarios a criminalizar todo acto de acceso no autorizado de computadoras, la creación y diseminación de virus, el envío de mails con fines fraudulentos, y el uso de Internet para el planeamiento y ejecución de todo delito ya reconocido. Al mismo tiempo, insta a los gobiernos a ofrecer protección a quienes denuncien haber sido víctimas o testigos de cibercrímenes.
Crucialmente, el acuerdo compromete a los firmantes a cooperar con sus pares de otros países en la identificación, captura y extradición de los autores de estos delitos.
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