lunes, junio 16, 2008

Bernardo Kliksberg: "La equidad no se consigue por decreto"


Reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y por sus estudios de la ética en la gestión pública y privada, el economista Bernardo Kliksberg destaca la extraordinaria mejoría luego de la crisis y, más allá de la coyuntura, dice que ve con optimismo las perspectivas del país. Y aunque confía en el "inmenso potencial" del país destaca que es fundamental contar con estadísticas confiables


A lo largo 30 años, Bernardo Kliksberg ganó reconocimiento internacional por sus trabajos sobre la pobreza -especialmente en América latina-, se consolidó como un pionero de la ética para el desarrollo, el capital social y la responsabilidad social empresaria, y creó una nueva disciplina: la gerencia social.

Hijo de emigrantes judíos polacos muy humildes, es doctor en economía y en ciencias administrativas, contador público y licenciado en sociología y en administración, todos títulos de la Universidad de Buenos Aires. Actualmente reside en Nueva York y es asesor de organismos y agencias internacionales como la ONU, el BID, UNICEF, UNESCO, la OEA y la OPS. En su rol de asesor de las Naciones Unidas colaboró con distintos países de la región, en las áreas vinculadas a la pobreza, y en el caso de la Argentina asesoró durante la gestión de Néstor Kirchner a los ministerios de Salud, de Desarrollo Social y de Educación.

Días atrás vino a la Argentina para presentar su último libro, Primero la gente , escrito en coautoría con el Premio Nobel de Economía 1998, Amartya Sen, considerado como uno de los economistas más influyentes de la actualidad. Entrevistado por LA NACION, Kliksberg fue renuente a las preguntas sobre la coyuntura local y en cambio prefirió mantener su discurso en el plano del análisis macro, en decir qué es lo que habría que hacer sin calificar lo que se está haciendo porque "no vivo en el país, y no sería serio".

"Prefiero las miradas de mediano y largo plazo", explicó al reinvindicar las mejoras que se lograron en el país en los índices de pobreza e indigencia respecto de 2002. En este plano, destacó las potencialidades de un país que emergió de una de sus peores crisis. En la única concesión que hizo a esta lógica, incursionó en el ríspido tema de las mediciones del Indec y dijo que "cuanto antes exista un índice confiable sería mejor para el conjunto de la sociedad".

-¿Haber escrito su libro número 47, Primero la gente , en coautoría con Amartya Sen, es un pináculo en su carrera?

-Sin duda. Compartir un libro con el Premio Nobel de Economía más leído del planeta, Amartya Sen, que es el economista con rostro humano por antonomasia y marcó totalmente el pensamiento económico del último siglo, es un honor inmenso.

-¿Qué plantea el libro?

-Este libro significa mucho en la medida en que aportamos nuestro grano de arena a una percepción de la realidad que puede conducir a cambios profundos. Y es una alianza ética, porque tenemos en común la preocupación por la gente, de ahí el título. Es compartir el haber tratado de instalar internacionalmente una nueva disciplina que se llama Etica para el desarrollo, y que significa hacer regresar la ética al comando de la economía. El pensamiento ortodoxo disoció profundamente la ética de la economía. Es muy importante que una economía tenga estabilidad, inflación baja, que haya competitividad y progreso tecnológico, pero todo eso tiene que servir para que los chicos terminen el colegio secundario y para que no haya exclusión social.

-¿Están teniendo éxito?

-La brecha entre ética y economía es muy profunda. Vivimos en un continente que produce alimentos para tres veces su población y sin embargo tiene un 16% de chicos desnutridos; 23.000 madres mueren por año y en el 50% de los casos es a raíz de la desnutrición. Este es el continente más desigual. Con las riquezas incontables que tiene el subsuelo, con la capacidad de producción agropecuaria, con las fuentes de energía baratas... América latina ha sido bendecida por la divinidad, pero tres de cada diez jóvenes pobres terminan el colegio secundario. Es una deficiencia seria desde el punto de vista de la ingeniería social y de la ética. Pero creo que vamos avanzando.

-Cuando los dirigentes elogian y premian sus trabajos, ¿no siente que es una forma de compensar otras cosas que hacen?

-Mi experiencia de más de 30 años de luchar contra la pobreza en toda América latina, y en contacto muy directo con la dirigencia, colaborando muy activamente con las democracias de la región, me induce a tener una mirada positiva. Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética, nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener sus conciencias en paz, y eso no se lo pueden extirpar. Hay que medir lo que está sucediendo en las economías del mundo globalizado desde los parámetros de la ética. Y mostrar muchas experiencias en donde se asume la responsabilidad social en las políticas públicas, responsabilidad social en las empresas privadas, responsabilidad social en los medios de comunicación, responsabilidad social en la sociedad civil. Se puede construir una sociedad virtuosa.

-¿Por ejemplo?

-Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en América latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días.

-¿Qué significa la ética empresarial que plantea en Primero la gente ?

-Tratar a los consumidores con juego limpio, productos de buena calidad, precios razonables, productos saludables, buen trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente. Una empresa que ayude a las políticas públicas. Bill Gates y Warren Buffett aportaron 60.000 millones de dólares y crearon la mayor fundación del planeta para combatir la malaria, la tuberculosis, el paludismo y el sida. Generaron alianzas estratégicas que reactivaron la investigación científica. Hay un clamor mundial por un pacto ético que regule el funcionamiento de la economía internacional. Mientras más se demore esto, va a haber más tensión social y más fracturas. Se pagan costos por tener un mundo tan desigual.

-Asumiendo que la economía es una herramienta de la política y no al revés, ¿es imaginable un pacto social si no hay ética en la política?

-Debe haber ética en la política. El antiguo testamento dice categóricamente que el fin no justifica nunca los medios. Los medios tienen que ser éticos y la política es un medio que permite articular intereses en medio de una sociedad y sin eso no hay democracia. En el último período, al margen de todas las discusiones, la pobreza se redujo a menos de la mitad.

-¿Cómo encastra el concepto de equidad en este conflicto tan exacerbado entre el Gobierno y el campo, donde lo que se está discutiendo, en definitiva, es cómo se reparte la riqueza?

-... Yo trato de centrarme mucho en las ideas de largo plazo... porque las coyunturas pueden ser múltiples. Hay una coyuntura favorable evidente para los países productores de alimentos, no era ése el panorama pocos años atrás. Entonces uno trata de mirar un poco más allá de la coyuntura, y en este plano el tema de la equidad está planteado en toda América latina. El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que dice incluso que el modelo a alcanzar no es un modelo de crecimiento con equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el camino, porque sin esto el modelo está dejando de lado a una parte de la población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de saneamiento, calificando a la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal para el crecimiento económico.

-Noto que no quiere hablar de temas de coyuntura, que prefiere señalar lo que habría que hacer, pero evita pronunciarse sobre cómo se están haciendo las cosas, ¿por qué?

-Es que no estoy viviendo en el país ni involucrado con ninguna acción política, y no sería serio. Además de mi interés por la situación de la pobreza en América latina, yo me intereso mucho por la Argentina, pero uno trata de aportar en el rumbo general, y con datos estadísticos muy precisos, no con opiniones. No puedo abordar el detalle ni creo que corresponda en mi rol de asesor de la ONU.

-¿En qué medida incide el descrédito social que tienen las mediciones del Indec en la confianza necesaria para crecer, eso que usted llama el capital social?

-Desde ya que tener un índice confiable es un instrumento fundamental de manejo para las políticas públicas y para la ciudadanía en su conjunto. Creo que está planteado que se avance a través de un trabajo experto hacia un índice que pueda ser consensuado por sus bases técnicas. Cuanto antes exista un índice de este tipo será mejor para el conjunto de la sociedad. Ahora, uno tiene que comparar la Argentina del año 2002 con esta de ahora, que tiene muchos problemas y desafíos por delante, pero que no está hundida en la desesperación como en ese momento. La Argentina ha demostrado que, tanto en el campo público como en el de la sociedad civil y en el de la empresa privada, hay un potencial inmenso para hacer cosas bien hechas. La sociedad argentina, por ejemplo, es parte del éxito de los medicamentos genéricos en poco tiempo. Eso es casi una proeza. La Organización Panamericana de la Salud lo ve como una experiencia modelo. En muchos países de América latina se han tratado de introducir los genéricos y se ha fracasado frente a la maraña de intereses creados que hay alrededor de eso.

-Con todo este potencial, ¿por qué tenemos una sociedad tan crispada?

-Vuelvo a mirar el mediano y el largo plazo. Estábamos muchísimo más crispados en 2002. Ahora, la sociedad puede estar muchísimo menos crispada y a eso hay que apuntar. Yo soy optimista y creo que la Argentina tiene todos los potenciales, es cuestión de aplicar políticas apropiadas. Hay condiciones económicas internacionales y se ha reactivado el aparato productivo nacional. Pero vuelvo al tema central, para mí el perfil del mediano y largo plazo está determinado por el predominio de valores éticos positivos en la sociedad, en las prácticas de los actores sociales, no en la utopía ni en la declamación. Este es un país que tiene un fondo de solidaridad muy importante, lo demostró con sus niveles de voluntariado en la crisis, que salvó muchas vidas y mejoró la situación de muchísimas personas. Yo estoy absolutamente esperanzado, pero no soy iluso, me baso en que vi con mis ojos.

Por Daniel Casas

El perfil

Proyección internacional

Hijo de emigrantes judíos polacos humildes, Bernardo Kliksberg es asesor de más de 30 gobiernos y numerosos organismos internacionales como la ONU, el BID, Unesco y Unicef. Actualmente reside en Nueva York. Posee varios títulos universitarios, todos de la UBA.

Más de 40 libros

Escribió más de 40 libros. Su última obra se titula Primero la gente, y fue escrita en coautoría con el Premio Nobel de Economía Amartya Sen. La ONU y la Unesco han traducido varios de sus trabajos al inglés y al portugués.


China rumbo al Olimpo: deporte, política y orgullo nacional


Consolidada como superpotencia económica, China busca ahora ser reconocida como actor político por derecho propio. Los 40 mil millones de dólares invertidos en los preparativos para las olimpíadas muestran que el gobierno apostó fuerte para transformar el mayor encuentro deportivo del mundo en el escenario de su legitimación internacional

Por Adriana La Rotta


El país más populoso del mundo, el que tiene mayor número de internautas, el principal productor de acero, el que más óxido de carbono lanza a la atmósfera, el que ha sacado de la pobreza al mayor número de personas, el que más sentencias de muerte aplica...

China es el gigante de nuestros tiempos. Un gigante contradictorio, confinado a la pobreza y al aislamiento durante la mayor parte del último siglo -el siglo de la humillación, lo llaman ellos-, pero que ha recuperado su supremacía económica y está en camino de convertirse en una potencia geopolítica: un relevamiento del Banco Mundial la ubicó cuarta en el ranking de las principales potencias mundiales, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, pero antes de Francia y Gran Bretaña; en 2006, con 974 mil millones de dólares, fue la tercera potencia exportadora mundial y el primer comprador mundial de cemento, carbón, acero, níquel y aluminio. Fue también el segundo importador de petróleo, detrás de los Estados Unidos. Así y todo, su balanza comercial arrojó un superávit de 200.000 millones de dólares.

Pero en la psicología del gobierno -y cada vez más en la del pueblo chino-, el estatus de primera línea le será concedido el próximo 8 de agosto, cuando se inauguren en Pekín los XXIX Juegos Olímpicos. El énfasis del gobierno en la construcción del mejor escenario para su lanzamiento internacional -la inversión total ya llegó a los 40 mil millones de dólares; se esperan 500.000 visitantes y una audiencia de 4000 millones de televidentes- permite anticipar un evento en el que habrá mucho más de epopeya nacional, de celebración patriótica, que de torneo deportivo. Y que las hazañas de los atletas, seguramente, pasarán a un segundo plano, comparadas con la proeza que China siente haber conseguido: volver a ser relevante para el mundo, tras un largo y oprobioso paréntesis.

"China ha sido siempre una de las grandes civilizaciones, pero en el último siglo estuvo subyugada a los poderes occidentales. Pekín ve los Juegos como un símbolo de su resurrección como potencia y como una oportunidad para que el resto del mundo reconozca ese poder", dice Baohui Zhang, profesor de ciencias políticas en la Universidad Lingnan de Hong Kong.

A menos de dos meses del inicio de los Juegos, el ambiente Olímpico se respira en las grandes ciudades chinas, incluyendo a Hong Kong que, once años después del traspaso del control británico al chino, está redescubriendo el orgullo de formar parte de la "madre patria".

Grandes carteles luminosos en plazas, avenidas céntricas y estaciones de tren, en todas las grandes ciudades, llevan la cuenta regresiva para el inicio del evento, mientras que los medios oficiales dedican buena parte de su espacio a mostrar los preparativos en las sedes olímpicas y a hacer perfiles de los deportistas con potencial de ganar oro para el país.

Ninguna encuesta independiente ha medido el respaldo que la población china da a los Olímpicos, pero parece ser un apoyo masivo que el gobierno interpreta -quizás con razón- como un referendo de su propio desempeño. Una buena medida de hasta qué punto se han vuelto populares estos juegos entre la población la da un hecho singular: al menos 4 mil recién nacidos en los últimos meses han sido bautizados con el nombre Aoyun, que significa nada, más y nada menos, que "Juegos Olímpicos". Muchas empresas chinas, incluso las que no son patrocinadoras oficiales del evento, han diseñado sus campañas en sintonía con los Juegos y adoptando el mismo tono épico e inflamado de fervor patrio que destila la propaganda gubernamental (ver recuadro).

Al contrario de lo que sucedió en otros continentes en donde el paso de la Antorcha Olímpica fue recibido con protestas, en el territorio chino el símbolo ha tenido recepciones multitudinarias. Inclusive en Hong Kong, cuyos habitantes solían pensar en China como un país aparte, la llama fue vitoreada por un público arropado con enormes banderas rojas.

Los Juegos Olímpicos han sometido a China a un escrutinio internacional que no sólo le ha cambiado la fisonomía a las ciudades sedes, y en especial a Pekín, sino que ha introducido elementos de democracia que antes no existían en el país, entre ellos -el más notable-, la forma abierta y transparente con que el gobierno ha manejado la emergencia producida por el terremoto en Sichuan.

Podría decirse que es un escenario parecido al de Japón en 1964, cuando los Olímpicos de Tokio simbolizaron el cierre del capítulo de la posguerra y el comienzo de la recuperación espectacular de la economía nipona. Aunque muchos preferirían que hubiera más paralelos con la Olimpiada de Seúl en 1988, la que sirvió como catalizador del movimiento democrático que acabó con cuarenta años de gobiernos autoritarios y ayudó a propulsar el desarrollo coreano.

Pero el surgimiento de China como potencia global encarnado en los Olímpicos de Pekín también podría traer cambios no tan bienvenidos por Occidente. "China y su población van a emerger de los Juegos más confiados y por lo tanto más dispuestos a dar pelea -imagina el profesor Zhang-. No van a dejarse doblegar en términos diplomáticos y serán menos cooperativos. Esa nueva confianza puede ser una invitación al conflicto."

Como el surgimiento de China no es una expectativa sino una realidad, lo que desvela a los sinólogos es cómo el gigante hará uso de su nuevo estatus. "La fuerza es apenas una parte de la ecuación. Las intenciones -cómo usará China su poder- harán la diferencia entre la guerra y la paz", escribió Susan Shrik, alta funcionaria del Departamento de Estado norteamericano para asuntos chinos, en un libro que se ha convertido en una especie de Biblia para entender ya no el "efecto" sino la "amenaza" del gigante asiático.

Shrik sostiene que el principal objetivo político de los dirigentes chinos es mantener la estabilidad social porque en ella radica la supervivencia del gobierno. Por tanto, sus decisiones de política exterior estarán determinadas por la necesidad de mantener el consenso interno.

En un país de dimensiones continentales con más de cincuenta grupos raciales y enormes disparidades económicas -se estima que hay en China 350 mil millonarios, unos 800 multimillonarios y 124 millones de personas que viven todavía con menos de un dólar por día-, la estabilidad social vive en estado de permanente fragilidad. En este momento de la historia, no obstante, a menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, Pekín tiene más consenso interno del que muchas veces se cree en Occidente.

Vientos nacionalistas

Casi tres décadas de vigoroso crecimiento han puesto al alcance de millones de personas en China bienes y servicios antes impensables. Por eso, las nuevas generaciones de chinos -que han visto a su país pasar de la pobreza a ser la cuarta economía del globo- son más pragmáticas que las anteriores y profundamente nacionalistas.

"Los jóvenes chinos son diferentes ahora porque nacieron en una sociedad más próspera y menos controlada. Son más individualistas, más sofisticados y están mejor informados. Las recientes manifestaciones de nacionalismo mostraron que también les interesa la política", dice la escritora Lijia Zhang, quien fue operaria en los años 80 en una fábrica de misiles en Nanjing y organizó protestas en 1989 en apoyo al levantamiento de los jóvenes en la plaza Tiananmen.

Zhang, quien vive ahora en Pekín, admite que la dieta de propaganda nacionalista que se les da a los jóvenes chinos ha moldeado sus posiciones políticas, pero eso, señala, no es lo único que explica por qué, en lugar de lanzarse a las calles a respaldar la independencia del Tíbet en marzo pasado, la juventud salió en masa a defender al gobierno. "Los chinos tienen buenas razones para estar orgullosos de lo que han conseguido. La fuerte explosión de nacionalismo fue provocada, en parte, por lo que es visto como una visión parcializada de la prensa extranjera", dice.

Lo que China piensa de sí misma y lo que se piensa de China en Occidente son dos visiones totalmente distintas, pero están relacionadas. China se percibe como una víctima de la avaricia y la envidia del Primer Mundo, a pesar de lo cual ha logrado dar saltos gigantescos que la han colocado en la ruta hacia convertirse en la principal economía del globo.

Aunque el gobierno no lo expresa de manera totalmente clara, Pekín condena la doble moral de Occidente, que reclama la independencia del Tíbet y condena las violaciones a los derechos humanos del régimen comunista mientras mantiene con China una lucrativa relación comercial.

No sorprende entonces que la prensa internacional, acostumbrada a reforzar la dicotomía entre Gobierno y ciudadanía, haya visto sorprendida cómo la juventud china, más expuesta que nunca a las influencias externas, tiene una mayor desconfianza hacia Occidente que sus antecesores.

"Yo veo que mis estudiantes dudan de la propaganda del gobierno porque saben que no es equilibrada, pero son mucho más escépticos de la democracia al estilo Occidental de lo que eran los jóvenes hace veinte años. La democracia como modelo no los inspira", dice Daniel Bell, profesor canadiense que enseña teoría política en la Universidad Tsinghua, una de las más prestigiosas del país.

Originaria de la provincia de Hubei, Wu Yun, una joven de 26 años a punto de terminar su maestría de ética en Tsinghua, explica por qué, pese a que no participó en las protestas en contra de los extranjeros a propósito del conflicto con Tíbet, sí entiende por qué fueron motivadas. "La mayoría de los chinos, incluyendo los jóvenes, prefiere adoptar la opinión unificada o autorizada de los hechos. En el caso del Tíbet, esa mayoría cree que el gobierno ha mejorado mucho las condiciones de vida en la región, por lo tanto los tibetanos no tienen motivos para oponerse al gobierno", explica Yun.

Si bien legítimas, las preocupaciones de los jóvenes que tienen acceso a la educación en las grandes ciudades son muy diferentes de los problemas que aquejan al 56% de la población que vive todavía en áreas rurales o a los 150 millones de trabajadores migrantes que han abandonado el campo en busca de prosperidad en las líneas de ensamblaje de las fábricas.

La industrialización ha ocasionado a millones de agricultores la pérdida de sus tierras y ha creado problemas ambientales que deterioran aún más su calidad de vida. Entre tanto, las reformas al sistema de salud -para alinearlo con una economía de mercado- han convertido a los médicos y los hospitales en artículos de lujo a los que sólo una mínima parte de la población tiene acceso.

Aunque a finales del 2005 el gobierno chino decretó nueve años de educación gratuita para los habitantes de las áreas rurales, la calidad del profesorado y el estado de las instalaciones educativas han sido una constante preocupación de los padres. Y con buen fundamento, como lo corroboró trágicamente el terremoto de mayo en Sichuan, que destruyó o dejó en estado calamitoso más de 13 mil establecimientos educativos y mató a casi 5 mil estudiantes en esa provincia.

En el saldo siniestro del terremoto de Sichuan, como en miles de otros casos a lo largo y a lo ancho del país, la corrupción es un fenómeno cuyo control escapa al gobierno central.

La gran brecha

De acuerdo con un estudio del think-tank estadounidenseFondo Carnegie para la Paz Internacional publicado en octubre pasado, el 10% del valor de todos los contratos oficiales en China está reservado para pagos ilícitos y sólo uno de cada cien funcionarios corruptos acaba en la cárcel.

Las autoridades reconocen que el problema existe y lo atribuyen a los cambios estructurales que atraviesa la economía. En la práctica, es el resultado del sistema de partido único que no permite los mecanismos control que existen en las democracias.

Pero las placas tectónicas no son la única razón por la que en China se puedan producir fuertes sismos. Desde que reemplazó el planeamiento central por una economía de mercado y se abrió al mundo en los años 80, China ha empezado a figurar en la lista de los países con mayor desigualdad. Según la revista Hurun -una especie de Forbes china que le sigue la pista a la acumulación de riqueza-, el país tiene casi 350 mil millonarios y unos 800 multimillonarios. En contraste, 124 millones de chinos viven todavía con menos de un dólar por día.

Parte de esa nueva riqueza ha sido amasada a través de medios no legítimos y, como resultado, la inestabilidad social está en los primeros lugares de las listas de los sinólogos que estudian los factores de riesgo en el futuro inmediato chino.

"Los líderes centrales entienden los problemas sociales que el país está acumulando, pero no pueden sobre-reaccionar. El país no puede parar el crecimiento económico debido a las presiones sociales", dice el experto en China y consultor Michael Enright.

Para el gobierno, sin embargo, controlar el crecimiento económico para que no produzca más desequilibrios es una prioridad, y así lo confirmó el premier chino Wen Jiabao en marzo último, cuando indicó que el gobierno querría disminuir la tasa de crecimiento del 11,4 alcanzado el año pasado a no más del 8%. La principal preocupación hoy es que las asimetrías económicas pongan en peligro la continuidad del régimen.

En la historia reciente de China hay pocos ejemplos mejores del potencial desestabilizador de un hecho y de la forma como fue controlado que el terremoto de mayo en la provincia de Sichuan. Menos de dos horas después de ocurrido el sismo, el Premier Wen Jiabao se dirigió en helicóptero a la zona del desastre y comandó en persona las tareas de los cuerpos de rescate ante los ojos del país entero, que por primera vez pudo seguir un acontecimiento como ése por televisión.

Al abrir el flujo de información, el gobierno impulsó al pueblo chino a solidarizarse con la tragedia y creó oportunidades de participación a través de colectas de dinero y trabajo voluntario que no se habían visto en la era comunista. Ecos de esa apertura se oyeron más allá del continente chino. "Por primera vez en mi vida sentí que soy china y que son mis hermanos los que están sufriendo", dijo hace poco en Hong Kong Maggie M., una oficinista de 30 años, quien hasta antes del terremoto sentía que su única patria era la excolonia británica.

El movimiento ciudadano que parece haberse despertado con los temblores de Sichuan podría, sin embargo, traer nuevos desafíos a la nación china. "Levantarse e ir a ayudar a los demás no formó parte hasta ahora de la cultura china, que suele preocuparse por la familia pero no por la comunidad. Podría ser el nacimiento de la sociedad civil, algo que las autoridades han alentado en Sichuan pero que al mismo tiempo van a querer limitar por los riesgos que encierra", advierte el profesor Baohui Zhang.

Es posible, pero la rapidez y voluntad con que millones de chinos se unieron para rodear a sus compatriotas pueden ser síntoma de que la sociedad civil está lista para ejercer más democracia de la que se le permite, y negarle esa demanda puede llegar a ser un nuevo factor de inestabilidad social.

La China que llega a los Juegos Olímpicos es un país frágil y fuerte al mismo tiempo. Algunos analistas han advertido que después de los Juegos vendrá una resaca y sólo entonces la opinión pública se empezará a preguntar si se justificaba invertir 40 mil millones de dólares en un evento cuya llama se extinguiría en tres semanas.

Tal vez quienes presagian ese final olvidan que la Olimpíada para China no es un evento deportivo sino un acto político, una especie de entrega de credenciales a la comunidad internacional del más nuevo miembro del selecto club de las superpotencias.

Los juegos en cifras



Costo total incluyendo infraestructura: US$ 40.000 millones



Costo de los escenarios deportivos: US$ 1.800 millones



Total de escenarios en Pekín: 31; fuera de Pekín, 6



Desplazados por los escenarios según el gobierno: 6.000 familias; desplazados según ONGs, 1.5 millones de personas



Atletas participantes: 10.708



Voluntarios: 70.000



Televidentes previstos: 4 mil millones



Visitantes esperados: 500.000


Propaganda y disidencia

Con la Antorcha Olímpica aproximándose a suelo tibetano, el gobierno chino se prepara para enfrentar días de tensión que podrían recordar los violentos disturbios ocurridos en Lhasa en marzo pasado.

La independencia del Tíbet es un tema fuera de cuestión para la población china, 90% de la cual pertenece a la etnia Han, la predominante en el país. Para la inmensa mayoría de la opinión pública, los reclamos de los tibetanos son una muestra de ingratitud para con la nación, que ha hecho fuertes inversiones económicas y elevado el nivel de vida en la región autónoma.

Cincuenta años de propaganda de desprestigio contra la figura del Dalai Lama han calado hondo en la población, para la cual el líder de los tibetanos es visto no como un santo, sino como un político sagaz al servicio de los intereses de Occidente.

Nada indica que habrá avances en la situación del Tíbet antes o después de la Olimpíada, ni tampoco en relación con la suerte de los miles de prisioneros políticos -la cifra real se desconoce- confinados en las cárceles chinas por ejercer actividades que en otros sistemas serían consideradas normales.

De acuerdo con el disidente Wang Dan, líder de la revuelta de Tiananmen en 1989, quien desde hace una década vive exiliado en los Estados Unidos, más de 300 mil chinos en los últimos años han sido enviados a campos de reeducación como castigo por ejercer actividades políticas distintas de las aprobadas por el Partido Comunista.

Aun así, la disidencia sobrevive en China ayudada por la capacidad de diseminación de las ideas que permite Internet. En blogs y salas de chat que logran volar bajo el radar de la censura, voces aisladas continúan reclamando apertura democrática y defendiendo las causas de minorías que no tienen voz en el país.

China rumbo al Olimpo: deporte, política y orgullo nacional


Consolidada como superpotencia económica, China busca ahora ser reconocida como actor político por derecho propio. Los 40 mil millones de dólares invertidos en los preparativos para las olimpíadas muestran que el gobierno apostó fuerte para transformar el mayor encuentro deportivo del mundo en el escenario de su legitimación internacional

Por Adriana La Rotta


El país más populoso del mundo, el que tiene mayor número de internautas, el principal productor de acero, el que más óxido de carbono lanza a la atmósfera, el que ha sacado de la pobreza al mayor número de personas, el que más sentencias de muerte aplica...

China es el gigante de nuestros tiempos. Un gigante contradictorio, confinado a la pobreza y al aislamiento durante la mayor parte del último siglo -el siglo de la humillación, lo llaman ellos-, pero que ha recuperado su supremacía económica y está en camino de convertirse en una potencia geopolítica: un relevamiento del Banco Mundial la ubicó cuarta en el ranking de las principales potencias mundiales, detrás de Estados Unidos, Japón y Alemania, pero antes de Francia y Gran Bretaña; en 2006, con 974 mil millones de dólares, fue la tercera potencia exportadora mundial y el primer comprador mundial de cemento, carbón, acero, níquel y aluminio. Fue también el segundo importador de petróleo, detrás de los Estados Unidos. Así y todo, su balanza comercial arrojó un superávit de 200.000 millones de dólares.

Pero en la psicología del gobierno -y cada vez más en la del pueblo chino-, el estatus de primera línea le será concedido el próximo 8 de agosto, cuando se inauguren en Pekín los XXIX Juegos Olímpicos. El énfasis del gobierno en la construcción del mejor escenario para su lanzamiento internacional -la inversión total ya llegó a los 40 mil millones de dólares; se esperan 500.000 visitantes y una audiencia de 4000 millones de televidentes- permite anticipar un evento en el que habrá mucho más de epopeya nacional, de celebración patriótica, que de torneo deportivo. Y que las hazañas de los atletas, seguramente, pasarán a un segundo plano, comparadas con la proeza que China siente haber conseguido: volver a ser relevante para el mundo, tras un largo y oprobioso paréntesis.

"China ha sido siempre una de las grandes civilizaciones, pero en el último siglo estuvo subyugada a los poderes occidentales. Pekín ve los Juegos como un símbolo de su resurrección como potencia y como una oportunidad para que el resto del mundo reconozca ese poder", dice Baohui Zhang, profesor de ciencias políticas en la Universidad Lingnan de Hong Kong.

A menos de dos meses del inicio de los Juegos, el ambiente Olímpico se respira en las grandes ciudades chinas, incluyendo a Hong Kong que, once años después del traspaso del control británico al chino, está redescubriendo el orgullo de formar parte de la "madre patria".

Grandes carteles luminosos en plazas, avenidas céntricas y estaciones de tren, en todas las grandes ciudades, llevan la cuenta regresiva para el inicio del evento, mientras que los medios oficiales dedican buena parte de su espacio a mostrar los preparativos en las sedes olímpicas y a hacer perfiles de los deportistas con potencial de ganar oro para el país.

Ninguna encuesta independiente ha medido el respaldo que la población china da a los Olímpicos, pero parece ser un apoyo masivo que el gobierno interpreta -quizás con razón- como un referendo de su propio desempeño. Una buena medida de hasta qué punto se han vuelto populares estos juegos entre la población la da un hecho singular: al menos 4 mil recién nacidos en los últimos meses han sido bautizados con el nombre Aoyun, que significa nada, más y nada menos, que "Juegos Olímpicos". Muchas empresas chinas, incluso las que no son patrocinadoras oficiales del evento, han diseñado sus campañas en sintonía con los Juegos y adoptando el mismo tono épico e inflamado de fervor patrio que destila la propaganda gubernamental (ver recuadro).

Al contrario de lo que sucedió en otros continentes en donde el paso de la Antorcha Olímpica fue recibido con protestas, en el territorio chino el símbolo ha tenido recepciones multitudinarias. Inclusive en Hong Kong, cuyos habitantes solían pensar en China como un país aparte, la llama fue vitoreada por un público arropado con enormes banderas rojas.

Los Juegos Olímpicos han sometido a China a un escrutinio internacional que no sólo le ha cambiado la fisonomía a las ciudades sedes, y en especial a Pekín, sino que ha introducido elementos de democracia que antes no existían en el país, entre ellos -el más notable-, la forma abierta y transparente con que el gobierno ha manejado la emergencia producida por el terremoto en Sichuan.

Podría decirse que es un escenario parecido al de Japón en 1964, cuando los Olímpicos de Tokio simbolizaron el cierre del capítulo de la posguerra y el comienzo de la recuperación espectacular de la economía nipona. Aunque muchos preferirían que hubiera más paralelos con la Olimpiada de Seúl en 1988, la que sirvió como catalizador del movimiento democrático que acabó con cuarenta años de gobiernos autoritarios y ayudó a propulsar el desarrollo coreano.

Pero el surgimiento de China como potencia global encarnado en los Olímpicos de Pekín también podría traer cambios no tan bienvenidos por Occidente. "China y su población van a emerger de los Juegos más confiados y por lo tanto más dispuestos a dar pelea -imagina el profesor Zhang-. No van a dejarse doblegar en términos diplomáticos y serán menos cooperativos. Esa nueva confianza puede ser una invitación al conflicto."

Como el surgimiento de China no es una expectativa sino una realidad, lo que desvela a los sinólogos es cómo el gigante hará uso de su nuevo estatus. "La fuerza es apenas una parte de la ecuación. Las intenciones -cómo usará China su poder- harán la diferencia entre la guerra y la paz", escribió Susan Shrik, alta funcionaria del Departamento de Estado norteamericano para asuntos chinos, en un libro que se ha convertido en una especie de Biblia para entender ya no el "efecto" sino la "amenaza" del gigante asiático.

Shrik sostiene que el principal objetivo político de los dirigentes chinos es mantener la estabilidad social porque en ella radica la supervivencia del gobierno. Por tanto, sus decisiones de política exterior estarán determinadas por la necesidad de mantener el consenso interno.

En un país de dimensiones continentales con más de cincuenta grupos raciales y enormes disparidades económicas -se estima que hay en China 350 mil millonarios, unos 800 multimillonarios y 124 millones de personas que viven todavía con menos de un dólar por día-, la estabilidad social vive en estado de permanente fragilidad. En este momento de la historia, no obstante, a menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, Pekín tiene más consenso interno del que muchas veces se cree en Occidente.

Vientos nacionalistas

Casi tres décadas de vigoroso crecimiento han puesto al alcance de millones de personas en China bienes y servicios antes impensables. Por eso, las nuevas generaciones de chinos -que han visto a su país pasar de la pobreza a ser la cuarta economía del globo- son más pragmáticas que las anteriores y profundamente nacionalistas.

"Los jóvenes chinos son diferentes ahora porque nacieron en una sociedad más próspera y menos controlada. Son más individualistas, más sofisticados y están mejor informados. Las recientes manifestaciones de nacionalismo mostraron que también les interesa la política", dice la escritora Lijia Zhang, quien fue operaria en los años 80 en una fábrica de misiles en Nanjing y organizó protestas en 1989 en apoyo al levantamiento de los jóvenes en la plaza Tiananmen.

Zhang, quien vive ahora en Pekín, admite que la dieta de propaganda nacionalista que se les da a los jóvenes chinos ha moldeado sus posiciones políticas, pero eso, señala, no es lo único que explica por qué, en lugar de lanzarse a las calles a respaldar la independencia del Tíbet en marzo pasado, la juventud salió en masa a defender al gobierno. "Los chinos tienen buenas razones para estar orgullosos de lo que han conseguido. La fuerte explosión de nacionalismo fue provocada, en parte, por lo que es visto como una visión parcializada de la prensa extranjera", dice.

Lo que China piensa de sí misma y lo que se piensa de China en Occidente son dos visiones totalmente distintas, pero están relacionadas. China se percibe como una víctima de la avaricia y la envidia del Primer Mundo, a pesar de lo cual ha logrado dar saltos gigantescos que la han colocado en la ruta hacia convertirse en la principal economía del globo.

Aunque el gobierno no lo expresa de manera totalmente clara, Pekín condena la doble moral de Occidente, que reclama la independencia del Tíbet y condena las violaciones a los derechos humanos del régimen comunista mientras mantiene con China una lucrativa relación comercial.

No sorprende entonces que la prensa internacional, acostumbrada a reforzar la dicotomía entre Gobierno y ciudadanía, haya visto sorprendida cómo la juventud china, más expuesta que nunca a las influencias externas, tiene una mayor desconfianza hacia Occidente que sus antecesores.

"Yo veo que mis estudiantes dudan de la propaganda del gobierno porque saben que no es equilibrada, pero son mucho más escépticos de la democracia al estilo Occidental de lo que eran los jóvenes hace veinte años. La democracia como modelo no los inspira", dice Daniel Bell, profesor canadiense que enseña teoría política en la Universidad Tsinghua, una de las más prestigiosas del país.

Originaria de la provincia de Hubei, Wu Yun, una joven de 26 años a punto de terminar su maestría de ética en Tsinghua, explica por qué, pese a que no participó en las protestas en contra de los extranjeros a propósito del conflicto con Tíbet, sí entiende por qué fueron motivadas. "La mayoría de los chinos, incluyendo los jóvenes, prefiere adoptar la opinión unificada o autorizada de los hechos. En el caso del Tíbet, esa mayoría cree que el gobierno ha mejorado mucho las condiciones de vida en la región, por lo tanto los tibetanos no tienen motivos para oponerse al gobierno", explica Yun.

Si bien legítimas, las preocupaciones de los jóvenes que tienen acceso a la educación en las grandes ciudades son muy diferentes de los problemas que aquejan al 56% de la población que vive todavía en áreas rurales o a los 150 millones de trabajadores migrantes que han abandonado el campo en busca de prosperidad en las líneas de ensamblaje de las fábricas.

La industrialización ha ocasionado a millones de agricultores la pérdida de sus tierras y ha creado problemas ambientales que deterioran aún más su calidad de vida. Entre tanto, las reformas al sistema de salud -para alinearlo con una economía de mercado- han convertido a los médicos y los hospitales en artículos de lujo a los que sólo una mínima parte de la población tiene acceso.

Aunque a finales del 2005 el gobierno chino decretó nueve años de educación gratuita para los habitantes de las áreas rurales, la calidad del profesorado y el estado de las instalaciones educativas han sido una constante preocupación de los padres. Y con buen fundamento, como lo corroboró trágicamente el terremoto de mayo en Sichuan, que destruyó o dejó en estado calamitoso más de 13 mil establecimientos educativos y mató a casi 5 mil estudiantes en esa provincia.

En el saldo siniestro del terremoto de Sichuan, como en miles de otros casos a lo largo y a lo ancho del país, la corrupción es un fenómeno cuyo control escapa al gobierno central.

La gran brecha

De acuerdo con un estudio del think-tank estadounidenseFondo Carnegie para la Paz Internacional publicado en octubre pasado, el 10% del valor de todos los contratos oficiales en China está reservado para pagos ilícitos y sólo uno de cada cien funcionarios corruptos acaba en la cárcel.

Las autoridades reconocen que el problema existe y lo atribuyen a los cambios estructurales que atraviesa la economía. En la práctica, es el resultado del sistema de partido único que no permite los mecanismos control que existen en las democracias.

Pero las placas tectónicas no son la única razón por la que en China se puedan producir fuertes sismos. Desde que reemplazó el planeamiento central por una economía de mercado y se abrió al mundo en los años 80, China ha empezado a figurar en la lista de los países con mayor desigualdad. Según la revista Hurun -una especie de Forbes china que le sigue la pista a la acumulación de riqueza-, el país tiene casi 350 mil millonarios y unos 800 multimillonarios. En contraste, 124 millones de chinos viven todavía con menos de un dólar por día.

Parte de esa nueva riqueza ha sido amasada a través de medios no legítimos y, como resultado, la inestabilidad social está en los primeros lugares de las listas de los sinólogos que estudian los factores de riesgo en el futuro inmediato chino.

"Los líderes centrales entienden los problemas sociales que el país está acumulando, pero no pueden sobre-reaccionar. El país no puede parar el crecimiento económico debido a las presiones sociales", dice el experto en China y consultor Michael Enright.

Para el gobierno, sin embargo, controlar el crecimiento económico para que no produzca más desequilibrios es una prioridad, y así lo confirmó el premier chino Wen Jiabao en marzo último, cuando indicó que el gobierno querría disminuir la tasa de crecimiento del 11,4 alcanzado el año pasado a no más del 8%. La principal preocupación hoy es que las asimetrías económicas pongan en peligro la continuidad del régimen.

En la historia reciente de China hay pocos ejemplos mejores del potencial desestabilizador de un hecho y de la forma como fue controlado que el terremoto de mayo en la provincia de Sichuan. Menos de dos horas después de ocurrido el sismo, el Premier Wen Jiabao se dirigió en helicóptero a la zona del desastre y comandó en persona las tareas de los cuerpos de rescate ante los ojos del país entero, que por primera vez pudo seguir un acontecimiento como ése por televisión.

Al abrir el flujo de información, el gobierno impulsó al pueblo chino a solidarizarse con la tragedia y creó oportunidades de participación a través de colectas de dinero y trabajo voluntario que no se habían visto en la era comunista. Ecos de esa apertura se oyeron más allá del continente chino. "Por primera vez en mi vida sentí que soy china y que son mis hermanos los que están sufriendo", dijo hace poco en Hong Kong Maggie M., una oficinista de 30 años, quien hasta antes del terremoto sentía que su única patria era la excolonia británica.

El movimiento ciudadano que parece haberse despertado con los temblores de Sichuan podría, sin embargo, traer nuevos desafíos a la nación china. "Levantarse e ir a ayudar a los demás no formó parte hasta ahora de la cultura china, que suele preocuparse por la familia pero no por la comunidad. Podría ser el nacimiento de la sociedad civil, algo que las autoridades han alentado en Sichuan pero que al mismo tiempo van a querer limitar por los riesgos que encierra", advierte el profesor Baohui Zhang.

Es posible, pero la rapidez y voluntad con que millones de chinos se unieron para rodear a sus compatriotas pueden ser síntoma de que la sociedad civil está lista para ejercer más democracia de la que se le permite, y negarle esa demanda puede llegar a ser un nuevo factor de inestabilidad social.

La China que llega a los Juegos Olímpicos es un país frágil y fuerte al mismo tiempo. Algunos analistas han advertido que después de los Juegos vendrá una resaca y sólo entonces la opinión pública se empezará a preguntar si se justificaba invertir 40 mil millones de dólares en un evento cuya llama se extinguiría en tres semanas.

Tal vez quienes presagian ese final olvidan que la Olimpíada para China no es un evento deportivo sino un acto político, una especie de entrega de credenciales a la comunidad internacional del más nuevo miembro del selecto club de las superpotencias.

Los juegos en cifras



Costo total incluyendo infraestructura: US$ 40.000 millones



Costo de los escenarios deportivos: US$ 1.800 millones



Total de escenarios en Pekín: 31; fuera de Pekín, 6



Desplazados por los escenarios según el gobierno: 6.000 familias; desplazados según ONGs, 1.5 millones de personas



Atletas participantes: 10.708



Voluntarios: 70.000



Televidentes previstos: 4 mil millones



Visitantes esperados: 500.000


Propaganda y disidencia

Con la Antorcha Olímpica aproximándose a suelo tibetano, el gobierno chino se prepara para enfrentar días de tensión que podrían recordar los violentos disturbios ocurridos en Lhasa en marzo pasado.

La independencia del Tíbet es un tema fuera de cuestión para la población china, 90% de la cual pertenece a la etnia Han, la predominante en el país. Para la inmensa mayoría de la opinión pública, los reclamos de los tibetanos son una muestra de ingratitud para con la nación, que ha hecho fuertes inversiones económicas y elevado el nivel de vida en la región autónoma.

Cincuenta años de propaganda de desprestigio contra la figura del Dalai Lama han calado hondo en la población, para la cual el líder de los tibetanos es visto no como un santo, sino como un político sagaz al servicio de los intereses de Occidente.

Nada indica que habrá avances en la situación del Tíbet antes o después de la Olimpíada, ni tampoco en relación con la suerte de los miles de prisioneros políticos -la cifra real se desconoce- confinados en las cárceles chinas por ejercer actividades que en otros sistemas serían consideradas normales.

De acuerdo con el disidente Wang Dan, líder de la revuelta de Tiananmen en 1989, quien desde hace una década vive exiliado en los Estados Unidos, más de 300 mil chinos en los últimos años han sido enviados a campos de reeducación como castigo por ejercer actividades políticas distintas de las aprobadas por el Partido Comunista.

Aun así, la disidencia sobrevive en China ayudada por la capacidad de diseminación de las ideas que permite Internet. En blogs y salas de chat que logran volar bajo el radar de la censura, voces aisladas continúan reclamando apertura democrática y defendiendo las causas de minorías que no tienen voz en el país.

domingo, junio 15, 2008

Koolanoo.com

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YES HDTV - Chassidic commercial

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Yes TV Israel "Vietnam"

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Yes TV Israel promoción lanzamiento programación "revolucionaria"

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El cambio climático golpea a los mas pobres

El problema del Cambio Climático afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son muy diferentes según la riqueza de los países. Lo paradójico es que los países ricos son los principales productores de gases invernadero, y los más pobres quienes sufren las peores consecuencias.

Por Bernardo Kliksberg




EL NUEVO INFORME DEL PANEL INTERGUBERNAMENTAL DE NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, había generado gran expectativa. El informe, preparado por dos mil científicos de más de cien países, predice que el calentamiento global puede tener claros impactos sobre la salud pública y señala que puede provocar un aumento de las muertes y las enfermedades debido a las olas de calor, las inundaciones, las tormentas, los incendios y las sequías.

Jonathan Patz, de la Universidad de Wisconsin, señala que se puede esperar un aumento de la malaria en África. La enfermedad mata de uno a dos millones de personas anualmente. Resalta Patz: El cambio climático es una de las más desafiantes amenazas a la salud pública del milenio.

EL PUNTO DE NO RETORNO
Thomas Lovejoy, presidente del prestigioso Centro Ambiental Heinz (Washington), dice que el informe es una triste confirmación de lo que hemos venido siguiendo los últimos 20 años. La naturaleza es muy sensible al cambio climático, y estamos viendo desequilibrios en ecosistemas en todo el planeta. David Ignatius (The Washington Post) llama la atención sobre los escenarios que traza el futurólogo Peter Schwartz, que parte de la misma premisa. Señala que el cambio climático está empujando a los sistemas en todos lados hacia puntos de no retorno.

Ejemplifica con Haití y Bangladesh. Haití se ha convertido, por la deforestación y la pérdida de abono de la tierra, en un ecosistema en el borde. Algunos de los riesgos comunes del cambio climático, como una sequía prolongada o un huracán devastador, podrían hacer explotar el sistema y producir una crisis de refugiados gravísima. En Bangladesh, millones de personas viven al lado del agua. Si el deshielo continúa y los mares crecen, se puede producir una catástrofe, pues entre 60 y 100 millones de personas tendrían que escapar. Por otro lado, el informe previene que en las regiones áridas y semiáridas, donde viven 700 millones, el calentamiento puede agravar la escasez de agua. Millones deberían irse.

UN PROBLEMA GRAVE Y EN CRECIMIENTO
El aumento de las temperaturas, el mayor en 10.000 años, puede amenazar en 2020 la supervivencia de entre el 20 y el 30 por ciento de las especies conocidas. Una ONG ambiental, WWF, indica que entre las especies en riesgo se hallan las tortugas marinas en América latina. Sus nidos pueden ser destruidos por los niveles crecientes de agua. Los bosques de alerces en Chile y la Argentina se hallarían en alto riesgo por los extensos períodos de sequía y el posible aumento de los incendios forestales.

El calentamiento global es, en un 90 por ciento, producto de la acción humana. Está directamente ligado a las emisiones de gases invernadero. Hace 10.000 años había 160 partes de dióxido de carbono por millón en la atmósfera. Ahora se estima que son 380. En los últimos 20 años, la concentración atmosférica de estos gases ha aumentado a la cifra sin precedente de 1,5 partes por año. El secretario general de la ONU, Ban-ki Moon, que ha puesto el tema en el centro de su gestión, asegura que es un problema grave, y en crecimiento.

MÁS POBRES, MÁS VULNERABLES
El problema afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son totalmente diferentes según la riqueza de los países. El informe destaca especialmente la desigualdad en los impactos. Expresa: Las comunidades pobres son especialmente vulnerables porque tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos capacidades para enfrentar el problema y son más dependientes de recursos muy sensibles al clima, como el agua y las fuentes de alimentos.

Ello genera una situación paradójica. Según los estimados, los países más ricos son los principales productores de los gases invernadero. Se calcula que Estados Unidos es responsable del 29 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y Europa Occidental, del 27 por ciento. Los países pobres no tienen incidencia mayor. Sin embargo, ellos son los que pueden sufrir las consecuencias más graves. Según la ONU, en 2020 las penurias de agua podrían estar afectando a 250 millones de personas en África y la producción agrícola en ciertas áreas podría caer en un 50 por ciento. En Asia, la falta de agua fresca puede afectar a 1000 millones de personas en 2050. Señala un economista, Jacob Mendelsohn (Yale): La idea original era que estuviéramos todos juntos en esto, y ésa es una idea más fácil para vender. Pero la investigación no la avala: no estamos todos juntos.

La presión pública por medidas inmediatas está creciendo en el mundo desarrollado. En Estados Unidos, el Congreso creó un nuevo comité dedicado al tema. La Corte Suprema termina de producir un fallo histórico. Ante la demanda interpuesta por 12 estados y 13 ONG ambientales, decidió que la Agencia de Protección del Ambiente Federal tiene la autoridad para regular los gases tóxicos de los automóviles y que no puede no ejercerla, salvo que muestre razones científicas. Diversos estados y 400 intendentes han anunciado metas de reducción de emisiones. The Washington Post dice que la mayor cuestión moral de nuestro tiempo es nuestra responsabilidad con el planeta y sus habitantes. The New York Times comenta: Los riesgos de la inacción son grandes. El tiempo para la acción es cada vez más corto.

FORJAR UN PACTO DE RESPONSABILIDAD
La Unión Europea acordó reducir las emisiones de gases invernadero en un 20 por ciento para 2020. Gran Bretaña fijó metas aún mayores: de un 26 a un 32 por ciento de reducción, y se propone dictar leyes firmes en tal sentido.

América Latina, que sólo contribuye con el 3,8 por ciento de los gases invernadero, aparece en el nuevo informe de la ONU con pronósticos preocupantes. Se dice que la reducción de los glaciares pone en riesgo de no tener suficiente agua a millones de personas. Junto a ello están los efectos de los huracanes y las inundaciones sobre las poblaciones más vulnerables, los impactos destructivos sobre la agricultura y los efectivos regresivos sobre la salud de los más pobres.

En una región tan desigual, se está sumando a las asimetrías en ingresos, capital, educación y otras, la vulnerabilidad mucho mayor de los más humildes frente al cambio climático.

Se impone, en la región como en el mundo, diseñar políticas públicas muy activas en este campo y forjar un gran pacto de responsabilidad entre gobiernos, empresas privadas ambiental y socialmente responsables y una sociedad civil movilizada.

Urge pasar del asombro y la alarma a la acción concreta.

El cambio climático golpea a los mas pobres

El problema del Cambio Climático afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son muy diferentes según la riqueza de los países. Lo paradójico es que los países ricos son los principales productores de gases invernadero, y los más pobres quienes sufren las peores consecuencias.

Por Bernardo Kliksberg




EL NUEVO INFORME DEL PANEL INTERGUBERNAMENTAL DE NACIONES UNIDAS SOBRE CAMBIO CLIMÁTICO, había generado gran expectativa. El informe, preparado por dos mil científicos de más de cien países, predice que el calentamiento global puede tener claros impactos sobre la salud pública y señala que puede provocar un aumento de las muertes y las enfermedades debido a las olas de calor, las inundaciones, las tormentas, los incendios y las sequías.

Jonathan Patz, de la Universidad de Wisconsin, señala que se puede esperar un aumento de la malaria en África. La enfermedad mata de uno a dos millones de personas anualmente. Resalta Patz: El cambio climático es una de las más desafiantes amenazas a la salud pública del milenio.

EL PUNTO DE NO RETORNO
Thomas Lovejoy, presidente del prestigioso Centro Ambiental Heinz (Washington), dice que el informe es una triste confirmación de lo que hemos venido siguiendo los últimos 20 años. La naturaleza es muy sensible al cambio climático, y estamos viendo desequilibrios en ecosistemas en todo el planeta. David Ignatius (The Washington Post) llama la atención sobre los escenarios que traza el futurólogo Peter Schwartz, que parte de la misma premisa. Señala que el cambio climático está empujando a los sistemas en todos lados hacia puntos de no retorno.

Ejemplifica con Haití y Bangladesh. Haití se ha convertido, por la deforestación y la pérdida de abono de la tierra, en un ecosistema en el borde. Algunos de los riesgos comunes del cambio climático, como una sequía prolongada o un huracán devastador, podrían hacer explotar el sistema y producir una crisis de refugiados gravísima. En Bangladesh, millones de personas viven al lado del agua. Si el deshielo continúa y los mares crecen, se puede producir una catástrofe, pues entre 60 y 100 millones de personas tendrían que escapar. Por otro lado, el informe previene que en las regiones áridas y semiáridas, donde viven 700 millones, el calentamiento puede agravar la escasez de agua. Millones deberían irse.

UN PROBLEMA GRAVE Y EN CRECIMIENTO
El aumento de las temperaturas, el mayor en 10.000 años, puede amenazar en 2020 la supervivencia de entre el 20 y el 30 por ciento de las especies conocidas. Una ONG ambiental, WWF, indica que entre las especies en riesgo se hallan las tortugas marinas en América latina. Sus nidos pueden ser destruidos por los niveles crecientes de agua. Los bosques de alerces en Chile y la Argentina se hallarían en alto riesgo por los extensos períodos de sequía y el posible aumento de los incendios forestales.

El calentamiento global es, en un 90 por ciento, producto de la acción humana. Está directamente ligado a las emisiones de gases invernadero. Hace 10.000 años había 160 partes de dióxido de carbono por millón en la atmósfera. Ahora se estima que son 380. En los últimos 20 años, la concentración atmosférica de estos gases ha aumentado a la cifra sin precedente de 1,5 partes por año. El secretario general de la ONU, Ban-ki Moon, que ha puesto el tema en el centro de su gestión, asegura que es un problema grave, y en crecimiento.

MÁS POBRES, MÁS VULNERABLES
El problema afecta a todo el planeta, pero los grados de vulnerabilidad son totalmente diferentes según la riqueza de los países. El informe destaca especialmente la desigualdad en los impactos. Expresa: Las comunidades pobres son especialmente vulnerables porque tienden a concentrarse en áreas de riesgo, tienen menos capacidades para enfrentar el problema y son más dependientes de recursos muy sensibles al clima, como el agua y las fuentes de alimentos.

Ello genera una situación paradójica. Según los estimados, los países más ricos son los principales productores de los gases invernadero. Se calcula que Estados Unidos es responsable del 29 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono y Europa Occidental, del 27 por ciento. Los países pobres no tienen incidencia mayor. Sin embargo, ellos son los que pueden sufrir las consecuencias más graves. Según la ONU, en 2020 las penurias de agua podrían estar afectando a 250 millones de personas en África y la producción agrícola en ciertas áreas podría caer en un 50 por ciento. En Asia, la falta de agua fresca puede afectar a 1000 millones de personas en 2050. Señala un economista, Jacob Mendelsohn (Yale): La idea original era que estuviéramos todos juntos en esto, y ésa es una idea más fácil para vender. Pero la investigación no la avala: no estamos todos juntos.

La presión pública por medidas inmediatas está creciendo en el mundo desarrollado. En Estados Unidos, el Congreso creó un nuevo comité dedicado al tema. La Corte Suprema termina de producir un fallo histórico. Ante la demanda interpuesta por 12 estados y 13 ONG ambientales, decidió que la Agencia de Protección del Ambiente Federal tiene la autoridad para regular los gases tóxicos de los automóviles y que no puede no ejercerla, salvo que muestre razones científicas. Diversos estados y 400 intendentes han anunciado metas de reducción de emisiones. The Washington Post dice que la mayor cuestión moral de nuestro tiempo es nuestra responsabilidad con el planeta y sus habitantes. The New York Times comenta: Los riesgos de la inacción son grandes. El tiempo para la acción es cada vez más corto.

FORJAR UN PACTO DE RESPONSABILIDAD
La Unión Europea acordó reducir las emisiones de gases invernadero en un 20 por ciento para 2020. Gran Bretaña fijó metas aún mayores: de un 26 a un 32 por ciento de reducción, y se propone dictar leyes firmes en tal sentido.

América Latina, que sólo contribuye con el 3,8 por ciento de los gases invernadero, aparece en el nuevo informe de la ONU con pronósticos preocupantes. Se dice que la reducción de los glaciares pone en riesgo de no tener suficiente agua a millones de personas. Junto a ello están los efectos de los huracanes y las inundaciones sobre las poblaciones más vulnerables, los impactos destructivos sobre la agricultura y los efectivos regresivos sobre la salud de los más pobres.

En una región tan desigual, se está sumando a las asimetrías en ingresos, capital, educación y otras, la vulnerabilidad mucho mayor de los más humildes frente al cambio climático.

Se impone, en la región como en el mundo, diseñar políticas públicas muy activas en este campo y forjar un gran pacto de responsabilidad entre gobiernos, empresas privadas ambiental y socialmente responsables y una sociedad civil movilizada.

Urge pasar del asombro y la alarma a la acción concreta.

Cambio climatico causa de conflictos armados

La fragilidad del Estado y el impacto medioambiental, una combinación explosiva

Si no se frenan los efectos del cambio climático, y la sequía avanza en amplias zonas del mundo, factores como el hambre, los desplazamientos de población, el desequilibrio y los conflictos se agudizarán. Los países más pobres sufrirán las peores consecuencias, dice la autora. Los países desarrollados deben afrontar y abordar sus responsabilidades al respecto, señala.

Por Mabel González Bustelo




EN EL AÑO 2007 el cambio climático logró por fin situarse en la agenda política global como uno de los grandes problemas que afronta la humanidad. Así lo reflejaron las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), y su importancia también quedó constatada en la concesión del premio Nobel de la Paz al citado organismo y al ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.

“Los efectos del cambio climático junto a problemas socioeconómicos y políticos pueden agravar tensiones ya existentes y dar lugar a conflictos armados” Pero además, cobró fuerza y visibilidad una dimensión hasta ahora poco estudiada del fenómeno: el cambio climático como posible fuente de tensiones y conflictos. Una muestra de ello es que el año pasado, por primera vez, el Consejo de Seguridad de la ONU debatió sobre el cambio climático como amenaza para la paz y la seguridad global.

Los efectos del cambio climático amenazan la paz y estabilidad en amplias regiones del mundo, especialmente en aquellas donde vienen a sumarse a una situación de fragilidad estatal, gobiernos débiles, problemas económicos e inestabilidad. Su combinación con los problemas socioeconómicos y políticos pueden agravar tensiones ya existentes y dar lugar a la escalada de las mismas e incluso a conflictos armados.

COMPETENCIA POR RECURSOS CADA VEZ MÁS ESCASOS
Según la organización International Alert, 46 países (en los que viven 2.700 millones de personas) “El cambio en los patrones pluviométricos pueden provocar el agotamiento de las cosechas y aumentar la inseguridad alimentaria” están en claro riesgo de sufrir conflictos violentos, mientras en otros 56 las instituciones tendrán serios problemas para gestionar los efectos de este fenómeno, ya que éste se sumará a los retos ya presentes.

Las regiones más afectadas serían África, el centro y sur de Asia y zonas de América Latina como la región andina. Se trata de algunas de las regiones más pobres del mundo.

Hay varias formas en las que el cambio climático puede generar tensión e incluso conflictos. Una de ellas es la competencia por recursos cada vez más escasos. “Con la desertización, se dificulta la coexistencia entre poblaciones agrícolas sedentarias y pastores nómadas que solían compartir los recursos” El avance de la desertificación y el cambio en los patrones pluviométricos pueden provocar el agotamiento de las cosechas y en último término aumentar la inseguridad alimentaria. 430 millones de personas ya viven actualmente con escasez de agua, y todas las predicciones del IPCC indican que este número aumentará.

Un ejemplo de ello podría ser la guerra en Darfur (Sudán), que se ha calificado como el primer conflicto del cambio climático. Aunque las interpretaciones más frecuentes lo explican como un enfrentamiento de raíces étnicas entre árabes y africanos, la realidad es más compleja.

OTRA LAMENTABLE RAZÓN PARA EL DESPLAZAMIENTO DE PERSONAS
Hay que tener en cuenta el enfrentamiento por la tierra y las fuentes de agua entre poblaciones agrícolas sedentarias y pastores nómadas que tradicionalmente habían compartido los recursos, pero que ahora tienen más difícil hacerlo por el avance del desierto. “Para el año 2050, habrá más desplazados y refugiados por el cambio climático que por los conflictos”

Otros elementos que han contribuido a la violencia son el abandono de la región por parte del gobierno central, la debilidad estatal, la proliferación de armas ligeras o la intervención de actores externos, entre otros.

Asimismo, otro factor de inestabilidad pueden ser los grandes movimientos de población. Las formas de vida de cientos de millones de personas van a resultar afectadas por las consecuencias del cambio climático, y son previsibles grandes movimientos de población, dentro de los países (hacia otras zonas rurales o hacia las ciudades) y cruzando fronteras.

“Las zonas donde se dan las condiciones climáticas favorables para la proliferación de enfermedades como la malaria aumentarán” Tanto desde la ONU como desde numerosas ONG se afirma que, para el año 2050, habrá más desplazados y refugiados por el cambio climático que por los conflictos. Este movimiento, por sí mismo, no tiene por qué generar inestabilidad, pero lo hará si los recursos en el lugar de llegada también son escasos y esto genera fricciones con las comunidades locales. Por ejemplo, además de las consecuencias internas, el conflicto de Darfur ha llevado a 300.000 personas a huir al país vecino, Chad. Esto ha extendido el conflicto a este país, y se ha sumado a la violencia interétnica y al enfrentamiento entre Gobierno y rebeldes. El resultado es que casi 200.000 personas en Chad también han tenido que abandonar sus hogares.

LOS ESTADOS FRÁGILES, LOS MÁS AMENAZADOS
La salud pública también puede resultar afectada. Las zonas donde se dan las condiciones climáticas favorables para la proliferación de enfermedades como el cólera o la malaria aumentarán. “La fragilidad estatal es importante: hacer frente a los impactos del cambio climático requerirá unos recursos, eficacia y legitimidad de los que muchos Estados carecen” Esto es grave porque se producirá en países que en muchos casos no disponen de los recursos sanitarios suficientes como para hacer frente a estas epidemias. Y la falta de acción de los Estados frente a estos problemas es uno de los grandes factores que minan su legitimidad.

Los países que resultarán más afectados serán aquellos donde las nuevas condiciones vengan a sumarse a un contexto de guerras recientes o inestabilidad política, pobreza y desigualdad y mal gobierno.

La cuestión de la fragilidad estatal es importante: hacer frente a los impactos del cambio climático requerirá unos recursos, eficacia y legitimidad de los que muchos de estos Estados carecen. En estos casos, es más probable que los ciudadanos se sientan desprotegidos y rompan el contrato social con el Estado, llegando a adoptar conductas violentas en busca de una forma de vida.

“Los países desarrollados tienen sólo un 15 por ciento de la población mundial y son los mayores emisores de gases de efecto invernadero” Es evidente que ésta no es ni será la única fuente de violencia en el mundo. El año pasado había activos 28 conflictos y 70 situaciones de tensión. Cada uno de ellos tiene raíces locales y motivaciones específicas, aunque pueden rastrearse rasgos comunes en la fragilidad estatal, la ubicación en regiones periféricas del sistema internacional, su exclusión del modelo actual de globalización, etc. Tras todos ellos hay también motivaciones políticas que probablemente seguirán existiendo en el futuro y que es necesario tener presente para comprender el origen y evolución de los conflictos violentos. Lo que el cambio climático puede hacer es exacerbar y extender las situaciones de tensión, poner aún más en entredicho la eficacia estatal y colocar en situación de vulnerabilidad a más millones de personas.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS PAÍSES RICOS
Una cuestión importante que no puede obviarse es la extrema injusticia que supone todo esto. Los países desarrollados tienen sólo un 15 por ciento de la población mundial y son los mayores emisores de gases de efecto invernadero (aunque ahora se han sumado a ellos China e India, entre otras potencias emergentes).

Frente a esto, los efectos los sufrirán los países y poblaciones más pobres, que son los que menos han contribuido a esta situación.

Los países ricos tienen importantes responsabilidades hacia el resto del mundo y ésta debería ser una de ellas: por un lado cambiar su conducta para frenar el avance del cambio climático; por otro, una creciente y decidida cooperación internacional para ayudar a los países que no lo han generado a paliar sus impactos.

Cambio climatico causa de conflictos armados

La fragilidad del Estado y el impacto medioambiental, una combinación explosiva

Si no se frenan los efectos del cambio climático, y la sequía avanza en amplias zonas del mundo, factores como el hambre, los desplazamientos de población, el desequilibrio y los conflictos se agudizarán. Los países más pobres sufrirán las peores consecuencias, dice la autora. Los países desarrollados deben afrontar y abordar sus responsabilidades al respecto, señala.

Por Mabel González Bustelo




EN EL AÑO 2007 el cambio climático logró por fin situarse en la agenda política global como uno de los grandes problemas que afronta la humanidad. Así lo reflejaron las conclusiones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), y su importancia también quedó constatada en la concesión del premio Nobel de la Paz al citado organismo y al ex vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore.

“Los efectos del cambio climático junto a problemas socioeconómicos y políticos pueden agravar tensiones ya existentes y dar lugar a conflictos armados” Pero además, cobró fuerza y visibilidad una dimensión hasta ahora poco estudiada del fenómeno: el cambio climático como posible fuente de tensiones y conflictos. Una muestra de ello es que el año pasado, por primera vez, el Consejo de Seguridad de la ONU debatió sobre el cambio climático como amenaza para la paz y la seguridad global.

Los efectos del cambio climático amenazan la paz y estabilidad en amplias regiones del mundo, especialmente en aquellas donde vienen a sumarse a una situación de fragilidad estatal, gobiernos débiles, problemas económicos e inestabilidad. Su combinación con los problemas socioeconómicos y políticos pueden agravar tensiones ya existentes y dar lugar a la escalada de las mismas e incluso a conflictos armados.

COMPETENCIA POR RECURSOS CADA VEZ MÁS ESCASOS
Según la organización International Alert, 46 países (en los que viven 2.700 millones de personas) “El cambio en los patrones pluviométricos pueden provocar el agotamiento de las cosechas y aumentar la inseguridad alimentaria” están en claro riesgo de sufrir conflictos violentos, mientras en otros 56 las instituciones tendrán serios problemas para gestionar los efectos de este fenómeno, ya que éste se sumará a los retos ya presentes.

Las regiones más afectadas serían África, el centro y sur de Asia y zonas de América Latina como la región andina. Se trata de algunas de las regiones más pobres del mundo.

Hay varias formas en las que el cambio climático puede generar tensión e incluso conflictos. Una de ellas es la competencia por recursos cada vez más escasos. “Con la desertización, se dificulta la coexistencia entre poblaciones agrícolas sedentarias y pastores nómadas que solían compartir los recursos” El avance de la desertificación y el cambio en los patrones pluviométricos pueden provocar el agotamiento de las cosechas y en último término aumentar la inseguridad alimentaria. 430 millones de personas ya viven actualmente con escasez de agua, y todas las predicciones del IPCC indican que este número aumentará.

Un ejemplo de ello podría ser la guerra en Darfur (Sudán), que se ha calificado como el primer conflicto del cambio climático. Aunque las interpretaciones más frecuentes lo explican como un enfrentamiento de raíces étnicas entre árabes y africanos, la realidad es más compleja.

OTRA LAMENTABLE RAZÓN PARA EL DESPLAZAMIENTO DE PERSONAS
Hay que tener en cuenta el enfrentamiento por la tierra y las fuentes de agua entre poblaciones agrícolas sedentarias y pastores nómadas que tradicionalmente habían compartido los recursos, pero que ahora tienen más difícil hacerlo por el avance del desierto. “Para el año 2050, habrá más desplazados y refugiados por el cambio climático que por los conflictos”

Otros elementos que han contribuido a la violencia son el abandono de la región por parte del gobierno central, la debilidad estatal, la proliferación de armas ligeras o la intervención de actores externos, entre otros.

Asimismo, otro factor de inestabilidad pueden ser los grandes movimientos de población. Las formas de vida de cientos de millones de personas van a resultar afectadas por las consecuencias del cambio climático, y son previsibles grandes movimientos de población, dentro de los países (hacia otras zonas rurales o hacia las ciudades) y cruzando fronteras.

“Las zonas donde se dan las condiciones climáticas favorables para la proliferación de enfermedades como la malaria aumentarán” Tanto desde la ONU como desde numerosas ONG se afirma que, para el año 2050, habrá más desplazados y refugiados por el cambio climático que por los conflictos. Este movimiento, por sí mismo, no tiene por qué generar inestabilidad, pero lo hará si los recursos en el lugar de llegada también son escasos y esto genera fricciones con las comunidades locales. Por ejemplo, además de las consecuencias internas, el conflicto de Darfur ha llevado a 300.000 personas a huir al país vecino, Chad. Esto ha extendido el conflicto a este país, y se ha sumado a la violencia interétnica y al enfrentamiento entre Gobierno y rebeldes. El resultado es que casi 200.000 personas en Chad también han tenido que abandonar sus hogares.

LOS ESTADOS FRÁGILES, LOS MÁS AMENAZADOS
La salud pública también puede resultar afectada. Las zonas donde se dan las condiciones climáticas favorables para la proliferación de enfermedades como el cólera o la malaria aumentarán. “La fragilidad estatal es importante: hacer frente a los impactos del cambio climático requerirá unos recursos, eficacia y legitimidad de los que muchos Estados carecen” Esto es grave porque se producirá en países que en muchos casos no disponen de los recursos sanitarios suficientes como para hacer frente a estas epidemias. Y la falta de acción de los Estados frente a estos problemas es uno de los grandes factores que minan su legitimidad.

Los países que resultarán más afectados serán aquellos donde las nuevas condiciones vengan a sumarse a un contexto de guerras recientes o inestabilidad política, pobreza y desigualdad y mal gobierno.

La cuestión de la fragilidad estatal es importante: hacer frente a los impactos del cambio climático requerirá unos recursos, eficacia y legitimidad de los que muchos de estos Estados carecen. En estos casos, es más probable que los ciudadanos se sientan desprotegidos y rompan el contrato social con el Estado, llegando a adoptar conductas violentas en busca de una forma de vida.

“Los países desarrollados tienen sólo un 15 por ciento de la población mundial y son los mayores emisores de gases de efecto invernadero” Es evidente que ésta no es ni será la única fuente de violencia en el mundo. El año pasado había activos 28 conflictos y 70 situaciones de tensión. Cada uno de ellos tiene raíces locales y motivaciones específicas, aunque pueden rastrearse rasgos comunes en la fragilidad estatal, la ubicación en regiones periféricas del sistema internacional, su exclusión del modelo actual de globalización, etc. Tras todos ellos hay también motivaciones políticas que probablemente seguirán existiendo en el futuro y que es necesario tener presente para comprender el origen y evolución de los conflictos violentos. Lo que el cambio climático puede hacer es exacerbar y extender las situaciones de tensión, poner aún más en entredicho la eficacia estatal y colocar en situación de vulnerabilidad a más millones de personas.

LA RESPONSABILIDAD DE LOS PAÍSES RICOS
Una cuestión importante que no puede obviarse es la extrema injusticia que supone todo esto. Los países desarrollados tienen sólo un 15 por ciento de la población mundial y son los mayores emisores de gases de efecto invernadero (aunque ahora se han sumado a ellos China e India, entre otras potencias emergentes).

Frente a esto, los efectos los sufrirán los países y poblaciones más pobres, que son los que menos han contribuido a esta situación.

Los países ricos tienen importantes responsabilidades hacia el resto del mundo y ésta debería ser una de ellas: por un lado cambiar su conducta para frenar el avance del cambio climático; por otro, una creciente y decidida cooperación internacional para ayudar a los países que no lo han generado a paliar sus impactos.

Tienes un e-mail (recontrapinchado)

El escándalo de los e-mails comenzó en 2006, y ahora se ha extendido como una mancha de aceite. Los juzgados y los espías.

Jorge Lanata

El escándalo de los e-mails comenzó en 2006, y ahora se ha extendido como una mancha de aceite. Una serie de allanamientos realizados el viernes en distintos domicilios de Capital y la provincia podría dar a luz una encarnizada pelea entre la SIDE y una de las SIDE paralelas, además de que deja al descubierto al menos dos juzgados federales manejados con total impunidad por los espías. Ésta es una historia de escuchas cruzadas, traiciones, operaciones políticas, periodistas corruptos y dinero negro, que muestra la inexistente frontera de la vida privada de los personajes públicos: a 25 años de recuperada la democracia, el aparato de inteligencia en la Argentina sigue inalterado e inmanejable: el poder dentro del poder, la sombra en la sombra y los gobiernos que danzan a su alrededor, ingenuos o cómplices.

LA PUNTA DEL OVILLO. En 2006 el periodista Edgard Mainhard publicó un e-mail de la casilla personal de Alberto Fernández. Para Mainhard, esto no supuso conflicto alguno: días atrás, en su sitio web Urgente 24, escribió que “la responsabilidad de un periodista es verificar la información, no cuestionar su procedencia”, a la vez que reivindicó el hecho de pagar por la información que pudiera brindarle un funcionario. Pero volvamos a 2006: los e-mails de Alberto eran personales, cartas a Vilma Ibarra, letras de canciones. El jefe de Gabinete convocó a Paco Larcher (José Francisco Larcher, subsecretario de Inteligencia desde 2003, en la práctica el jefe de la SIDE oficial, sobre quien volveremos más adelante) y le pidió que investigara el asunto. Como su casilla de correo era de Fibertel, Alberto se comunicó con Jorge Rendo, operador de Héctor Magnetto, del Grupo Clarín, dueño de esos servidores. Rendo le confirmó luego que la pinchadura no estaba en el servidor, sino que había sido realizada por un hacker. Larcher llevó a la Jefatura de Gabinete días después una carpeta que contenía el origen de los allanamientos del viernes. La SIDE oficial le aseguró que los responsables eran dos espías de la Policía de Seguridad Aeronáutica (PSA) que vendían el resultado de varios hackeos. Para Larcher, algunos de los compradores eran Mariano Obarrio, Daniel Hadad, Carlos Pagni, Raúl Moneta, Darío Gallo y Roberto García. Las pinchaduras también tenían su sección de entertainment: actrices, modelos y personajes de la farándula. El nombre de Jorge Rial aparece, también, vinculado con la causa como uno de los compradores del Grupo de Tareas Digital. Imbuidos del espíritu de ida y vuelta de la comunicación, los espías no sólo vendían, también monitoreaban la computadora del comprador. Al cierre de esta edición, el editor de Ámbito Financiero, por ejemplo, estudiaba la posibilidad de presentarse en la causa como querellante: los e-mails de su casa y el diario están pinchados hace tiempo.

Consultados por Crítica de la Argentina, allegados al empresario Daniel Hadad desmintieron que él comprara información a los ex espías. Es más, dijeron que el propio Hadad fue víctima de espionaje electrónico y que seguramente lo citarán a declarar como damnificado. Darío Gallo, ex editor ejecutivo de la revista Noticias y actual editor de perfil.com, primero se rió ante la consulta. “¿Y cuánto dicen que pagaba?”, dijo. Gallo negó haber adquirido este tipo de información, aunque el portal de Perfil publicó, al menos en un par de oportunidades, material de esa procedencia.
Algunos meses después del hackeo a Alberto F, e-mails del juez federal Daniel Rafecas y del miembro de la Corte Raúl Zaffaroni fueron publicados por el Servicio Privado de Información (Seprin), un sitio web de agentes y ex agentes de inteligencia manejado por Héctor “Kolla” Alderete, cuyo domicilio también fue allanado anteayer.

Las denuncias fueron cayendo en distintos juzgados hasta que finalmente fue un juzgado muy particular el polo de atracción de todo lo vinculado con el tema: el de San Isidro, a cargo de Sandra Arroyo Salgado, quien llegó allí de la mano del agente de contrainteligencia Jaime Stiusso y de su esposo, el fiscal de la Unidad AMIA Alberto Nissman, quien guarda en su ropero al terrorista suicida pero aún no lo ha dado a conocer. Todas las fuentes judiciales, policiales y del Gobierno consultadas coincidieron en un punto: el de San Isidro es un juzgado de la SIDE. La jueza Arroyo ya tuvo su primera prueba de amor con la muerte del prefecto Héctor Febbres: el Gobierno se empecinó en presentar el caso como un asesinato y no como un suicidio, y Arroyo siguió esa hipótesis hasta que el tema desapareció de los medios. El fiscal de la causa es Alberto Gentile, subrogante en San Isidro, antes en la Fiscalía Especial contra el Narcotráfico, donde Gentile se dedicó a dilapidar su presupuesto en cenas en Puerto Madero y ninguna investigación relevante.

La denuncia de hackeo formulada por Lorenzetti, el presidente de la Corte Suprema, cayó en el juzgado de Sergio Torres, pero fue rápidamente absorbida por el de San Isidro después de un llamado del senador Miguel Pichetto:
–La jueza Arroyo lo va a llamar esta tarde. ¿Por qué no le mandan la causa si ella ya está investigando el tema?

Hace algunos días, cuando el escándalo comenzó a crecer, los espías decidieron que era mejor agendarse un plan B. El Consejo de la Magistratura estaba a punto de destituir al juez federal de Zárate-Campana, Faggionato Márquez, pero el representante de los abogados es un hombre de lectura meditada y decidió pedir más tiempo para analizar el expediente. Faggionato es un impresentable acusado de formar una red de corrupción con la policía local pero tiene una clara ventaja sobre el resto: es el juez de la causa de las pinchaduras de Garín, donde la SIDE está directamente involucrada.

EL INGENIERO Y LA HELADERA. El presupuesto de la SIDE para este año es de $388.035.912, poco más de 127 millones de dólares. Cuando Kirchner llegó al Gobierno, el rubro Gastos Reservados era de 4 millones de pesos; hoy es de 257 millones. Según un estudio del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), los fondos sin control aumentaron entre 2004 y 2008 un 83% en términos reales. Los espías son, aproximadamente, unos 2.500. El titular de la SIDE oficial es Héctor “Chango” Icazuriaga, el Señor Cinco. Es un incondicional de Kirchner; fue diputado y gobernador y reemplazó a otro ex gobernador de Santa Cruz, Sergio Acevedo. Hace poco, en la noche del 8 al 9 de junio, entraron a la casa de dos pisos que tiene en Río Gallegos, revolvieron al menos dos de los cuartos y sólo se llevaron una botella de whisky.

José Francisco “Paco” Larcher es, como dijimos, el verdadero jefe de la SIDE oficial: el Señor Ocho es el encargado de pasarle al Presidente el parte de información reservada. Debajo de Larcher, la SIDE se divide en varios departamentos: el de Jurídicos, Recursos Humanos, Reunión (a cargo de Fernando Pocino), Análisis (contrainteligencia, a cargo del ingeniero Jaime Stiusso).
–Stiusso tiene enchufe propio –dicen en el ambiente de inteligencia.

“Enchufe propio” significa relaciones directas con la CIA, el Mossad u otros organismos. Todos lo mencionan como un profesional prestigioso pero nadie puede explicar cómo, bajo su responsabilidad directa, desaparecieron las escuchas de la foja 114 del primer cuerpo de la investigación de la AMIA. Traducción para todo público: Stiusso tenía pinchados los teléfonos de Telleldín ANTES de la bomba, aunque su figura se hace pública recién después, cuando los niños menores de dos años suponen que “encontraron” el motor de la Trafic asesina con el número en perfecto estado para ser descubierto. Jaime entró a la SIDE durante la dictadura, y come casi todas las noches en Happening de Puerto Madero. Stiusso tuvo sus treinta segundos de fama mediática cuando Gustavo Beliz lo acusó de espiarlo y mostró su foto por la televisión. También le adjudican la Operación Clarita, realizada contra Carrió y Olivera durante la campaña electoral de Capital.

Fernando “Heladera” Pocino cumplió 47 años el 27 de diciembre y tenía 25 cuando entró a la SIDE. Pocino es radical, y llegó de la mano de Enrique “Coti” Nosiglia. Lo de heladera viene de su debut como espía, cuando se disfrazaba de heladero para espiar en el microcentro. Como es alto, y grandote, lo apodaban “Heladera”, vestido ad hoc con uniforme blanco. Parroquiano de La Biela, el Florida Garden y varios cabarets de moda, Pocino está ahora separado y lo vinculan con la hija de Nilda Garré, ministra de Defensa. Durante el menemismo le tocó a Pocino espiar a su propio bloque (el radical) y fue por esos días cuando conoció a Miguel Núñez, vocero de Cristina, a quien terminó pidiéndole trabajo después de la campaña. Diversas fuentes coinciden en señalar a Pocino como jefe de una especie de grupo especial del Gobierno, que en un momento dependía del Ministerio del Interior hasta que fue el propio Pocino quien llevó a Defensa la conspiración de Aníbal F contra Garré, que terminó en la renuncia de Montero, jefe de inteligencia del Ejército. “Pocino pertenece al mismo grupo que Marcelo Saín (PSA), Luis Tibiletti, Slokar, Filmus, Garré y Verbitsky”, aseguraron fuentes judiciales a este diario. Según el propio Verbitsky, Pocino se sentó a la mesa del reducido comité de crisis que se creó con la desaparición de Luis Gerez, que luego se reveló como un autosecuestro.

El aparato de prensa a disposición de Pocino es de segunda categoría pero no escaso: su vocero más popular y orgánico es Rolando Graña, pero además Pocino influye de manera directa en un programa de cable en Metro, uno de radio en FM La Isla y el sitio web Informe Reservado.
Un “empresario” llamado Alejandro Ruiz Laprida, con oficinas en la planta baja de Alvear 1940, también aparece vinculado con el escándalo de los e-mails. Ruiz Laprida también viene del radicalismo, comenzó su militancia con Beto Larrosa, fue jefe de gabinete en la sombra de Enrique Mathov y con excelentes vínculos con miembros de la ESMA y la SIDE. Ruiz Laprida se jacta ante sus amigos de ser especialista en lavado de dinero, tiene “enchufe” con las bases de los servicios de inteligencia extranjeros y tres fuentes distintas le aseguran a este diario que es el titular de una empresa de informática inclinada al hackeo. Fuentes del Gobierno aseguran que es ésa la empresa que está investigando la Justicia, y que Ruiz Laprida está vinculado con los dos espías exiliados en Montevideo. ¿Cómo que dos espías? Espere un momento, y lo sabrá.

RÓMULO Y REMO EN LA PASIVA. Iván Velázquez y Pablo Carpintero son dos espías del Grupo de Tareas Digital que decidieron autoexiliarse en Montevideo. El viernes a media mañana el canciller uruguayo, Gonzalo Fernández (evidentemente, en el Mercosur todos son Fernández), llamó al jefe de Gabinete, Alberto Fernández, para consultarlo sobre el pedido de asilo de los dos espías.
–Los tipos son unos tránsfugas –se exasperó el Fernández argentino–. Hagan lo que ustedes quieran.

Aunque lo niegan, todo indica que Velázquez y Carpintero fueron los responsables de hackear al presidente de la Corte. Rómulo y Remo se hacen cargo de otros “trabajos”: según declararon a Noticias, la SIDE les ordenó intervenir las computadoras de Alberto F, Carlos Stornelli, Abal Medina y “de Cristina Kirchner para abajo”. Aunque nunca presentaron los documentos, los autoexiliados sostienen que recibían órdenes directas de Aníbal Fernández y de Fernando Pocino. Fuentes de la Casa de Gobierno aseguran haber visto en más de una oportunidad a Aníbal F alardeando ante el presidente K de ciertos datos de inteligencia. Hay quienes ven en Velázquez y Carpintero a una especie de patrulla perdida: se independizaron de Pocino y comenzaron a vender el resultado de los hackeos. Siempre viene bien una changuita. Mientras ellos denuncian desde Montevideo a la que denominan “Gestapo K”, una cadena de e-mails inunda las redacciones con fotos de lo más diversas: imágenes privadas de Héctor Magnetto, vacaciones en Punta del Este de Victoria Bereziuk (la chica del caso Antonini Wilson), un sitio web con datos familiares y vida cotidiana del propio Pocino, al que acusan de traición, etc., etc., etc.

ÉRAMOS POCOS Y LA ABUELA SE PUSO CACHONDA. Cuando el juez Efraín Federico Faggionato Márquez estaba rodeado por los indios sioux a punto de morir bajo las flechas, se escuchó la trompeta del Séptimo de Caballería y la figura del general Custer se recortó en el horizonte. El expediente 170/05, que reúne las acusaciones en su contra, señala que Faggionato formó parte de una “red de corrupción integrada por el magistrado, dos ex policías de la provincia de Buenos Aires y un abogado de apellido Henricot”. Faggionato y sus amigos se habrían “apropiado” (choreado) parte de una cosecha de soja de un predio usurpado”, “extorsionado por medio de policías y abogado para orientar la investigación” e “integrado una red de contrabando en la zona”. Las denuncias son tantas que, en lugar de echarlo, el Consejo pidió más tiempo para leerlas. Pero la libertad condicional de Faggionato tiene un precio: investigar como se debe a la Cueva de Garín, donde se descubrió un equipo que interceptaba 3.780 líneas de celulares, fijos y correos electrónicos. La historia empezó a las 10 de la mañana del jueves 18 de enero de 2007, cuando un grupo de hombres se acercó a la casa del director de la Agencia de Recaudación bonaerense, Santiago Montoya. Uno de ellos encañonó al vigilador de la garita con su nueve milímetros y le dijo:
–¿Dónde está la casa de Montoya?

El tipo preguntaba para intimidar. Uno de sus compañeros ya estaba parado en la puerta correcta.
Uno de los vecinos, el juez Luis Cayuela, cruzó la escena distraído, pero no tanto como para no advertir que el guardia no estaba en su puesto, y lo llamó de un grito.
–Acá estoy, doctor –apareció el vigilador de la nada, encañonado y advertido desde la sombra–. Me consultaban por una calle.

Pero la calle que mencionó no existía. Cayuela comprendió que pasaba algo raro, pero siguió su marcha y se paró a observar desde el fondo de su casa. Allí vio que el vigilador estaba reducido por un tipo, pero que había dos más en una moto, uno a pie y por lo menos otros dos en un coche estacionado. Llamó a la policía y le gritó al de seguridad:
–¡No se preocupe! Ahora viene la policía con una Filcar!

Los agresores huyeron. Montoya entendió que se trataba de un mensaje. Se abrió una causa y Montoya, casi al terminar su declaración, comenta que –por consejo del entonces gobernador Solá y del ministro Arslanian– había hecho monitorear su celular, y que estaba pinchado. No sólo lo escuchaban sino que también podían rastrearlo.

Una pericia oficial mostró que las intercepciones procedían de Escobar. El 14 de marzo de 2007, uno de seis allanamientos simultáneos dio positivo: en un edificio de Telecom se encontró un equipo DVCRAU (Data Voice Call Recording and Acquisition Unit) con 3.780 líneas interceptadas. En el lugar sólo había un encargada de limpieza. Las grabaciones no se escuchaban en Garín sino que se retransmitían a un destino desconocido con una antena de microondas de dos metros de diámetro instalada en el techo. Todos los equipos tenían su cartelito: “Líneas judiciales. Av. Los Incas”, decían. “Ese papelito estaba ahí para incriminar a Stiusso”, afirmaron fuentes del Gobierno a este diario. Telecom deslindó su responsabilidad por los equipos que, claro, nadie reclamaba. El modelo era similar al detectado por Jorge Fontevecchia luego de una pericia de la UBA, y que pinchara su casa y los teléfonos de Perfil. En la causa hay más de un denunciante: se incorporó la investigación del secuestro de un empresario automotor con el argumento de que los raptores conocían su recorrido por monitoreo de celular, y también se agregó como querellante Mariano Obarrio, periodista de La Nación, acusado por el Gobierno de utilizar la información de los hackers pero, a la vez, víctima de ellos: el 15 de agosto de 2006 asaltaron su casa sabiendo que tenía dinero guardado.

El expediente pasó a manos de Faggionato Márquez. La causa está en orden.

INVESTIGACIÓN: J. L. / LUCIANA GEUNA/ JESICA BOSSI/ DIEGO GENOUD