El fenómeno financiero islámico está creciendo a un ritmo muy veloz, superior al 20% anual durante el último trienio, cuyo valor total se ha cuadruplicado en los últimos 5 años y ha alcanzado la cifra de 800.000 millones de dólares. Existen más de 300 grupos financieros islámicos en todo el mundo, presentes en 75 países diferentes, concretamente en Oriente Medio -cuyos países productores de petróleo son los principales beneficiados del sector, sobre todo Bahréin, así como los países norteafricanos- en Asia oriental (principalmente en Malasia, aunque también en la India e Indonesia, donde se han realizado importantes inversiones en infraestructuras), e incluso en Occidente. Si tenemos en cuenta el aumento exponencial del precio del petróleo, el desarrollo de los países norteafricanos y de Oriente Medio y las exigencias de los inmigrantes de los países occidentales, es posible prever un desarrollo acelerado de este sector, que en los próximos dos años podría superar el valor total del billón de dólares, con un crecimiento superior al 100% durante la próxima década.
Los datos del fenómeno y el papel de EE.UU. y Gran Bretaña
Respecto a este fuerte crecimiento, que no estaba previsto en cuanto a tiempo y proporciones, podemos decir que Occidente no se ha quedado al margen, aunque son muchas las formas de reacción a este tipo de finanzas. Gran Bretaña y EE.UU. han intentado entrar en los mecanismos del sector desde que comenzó su crecimiento, que tras el 11 de septiembre se ha hecho cada vez mayor, alcanzando la segunda juventud de las finanzas islámicas (la primera fue en la segunda mitad de los años 70, después de la fundación del primer banco islámico en 1963), una vez superada la crisis de los años 90 que tuvo lugar cuando el precio del petróleo sufrió un estancamiento. Durante los últimos años, los grandes grupos financieros internacionales han abierto las puertas a este tipo de finanzas, primero en Oriente Medio y después en Occidente, en países donde la comunidad islámica experimentaba un fuerte crecimiento. La interacción entre Occidente y el mundo árabe en el sector fomenta una actuación bilateral cada vez mayor. Un ejemplo de estas prósperas relaciones lo representa el Islamic Bank of Britain de Londres, fundado en noviembre de 2004. El 80% del capital inicial del grupo procedía del Golfo, mientras el 80% de los inversores actuales viven en Gran Bretaña y el 80% de los directivos son británicos no musulmanes.
Este fenómeno ha llevado a resultados que muestran cómo Wall Street (índice Dow Jones islámicos, a este respecto) y sobre todo la ciudad de Londres se han convertido en los centros principales de la finanza islámica. El banco islámico más grande del mundo es el americano Citibank, con transacciones por un valor total de 6.000 millones de dólares. Si bien EE.UU. y Gran Bretaña son los dos actores que han incidido más en los negocios de ámbito islámico, otros grupos crediticios occidentales no han permanecido pasivos, aunque han actuado en proporciones inferiores: en Europa, además del inglés Hsbc (cuya filial turca pasó de 50 a 438 millones de dólares en créditos durante el período 2001-2004) destacan el Deutsche Bank, la francesa Sociètè Gènèrale, Bnp Paribas y la holandesa Abm Amro. Concretamente, el sector de los fondos de inversión es el que registra mayores niveles de crecimiento, con más de 320 fondos bursátiles islámicos, presentes en todo el mundo, que está experimentando un momento de gran prosperidad como muestra su crecimiento anual del 25%, por un total de 400.000 millones de dólares (sólo en las regiones del Golfo existen 125 fondos de acciones islámicos, por un valor que alcanza los 30.000 millones de dólares, mientras que en Malasia los fondos han pasado de 7 a 71 en los últimos 10 años). Por otro lado, el mercado de las obligaciones ha alcanzado la cuota de 200.000 millones de dólares y la capitalización de los grupos supera los 7.000 millones de dólares.
Los bancos islámicos tienen la exclusividad financiera en Irán, Pakistán y Sudán. Además, el fenómeno se ha desarrollado fuertemente en Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Líbano, Kuwait, Arabia Saudí y Qatar. Por el contrario, los bancos islámicos no son muy bien recibidos en países como Argelia, Irak, Libia y Siria. Respecto a Asia, el fenómeno está muy desarrollado en Malasia, mientras que se encuentra en fase inicial en Indonesia, el Estado islámico más grande del mundo, donde estos bancos no gozan aún de la confianza de los clientes, que siguen prefiriendo los grupos financieros de tradición occidental.
La crisis de los préstamos subprime no afecta al sector
Un aspecto a tener en cuenta es la crisis americana de las hipotecas subprime que estalló el verano pasado. No ha afectado a las finanzas islámicas, incluso le ha servido para renovarse con un impulso que en EE.UU. Ha aumentado el número de productos financieros compatibles con la sharia, la ley islámica. El Islam prohíbe los préstamos basados en tipos de interés, o la comercialización de deudas, y un inversor musulmán no puede adquirir productos como las obligaciones de deudas colaterales (CDO, por sus siglas en ingles), una de las principales causas de la crisis. Por este motivo, los bancos islámicos no han sufrido la crisis y han aumentado su valor y su atractivo, por tanto, han ampliado su clientela. Una excepción a esta inmunidad ante la crisis la representa el Abcb.bh, banco de Bahréin, que en 2007 vio caer sus beneficios en un 37%, debido más a los negocios tradicionales que a los productos relacionados con la sharia.
El modelo de Gran Bretaña
Gran Bretaña es el país donde más arraigo tiene este tipo de finanzas, especialmente a través del banco Hsbc y la Lloyds TSB. En los últimos años se han llevado a cabo algunas medidas que permiten a la comunidad musulmana británica efectuar sus propias actividades según los principios de la finanza islámica (en Gran Bretaña se encuentran 3 millones de musulmanes, 725.00 sólo en Londres y con máximos en algunas ciudades donde alcanza al 20% de la población, como Leicester). En particular, estas medidas han afectado al mercado hipotecario, cuya cuota es de 7.000 dólares mediante el que se puede adquirir una casa según la modalidad prevista por la sharia. Además, entre las operaciones que respetan las leyes islámicas, hay que destacar los fondos fiduciarios para recien nacidos, cuentas corrientes, cuentas bancarias y de ahorros especializadas por categorías y generaciones (por ejemplo, para estudiantes y jóvenes, o los fondos de pensiones para la tercera edad), facilidades fiscales para hombres polígamos (33,65 esterlinas a la semana por cada mujer). En estas operaciones se basa la creación de los dos bancos islámicos de Londres, controlados por inversores del Golfo Pérsico: el Islamic Bank of Britain y la European Islamic Investment Bank (EIIB), que no sólo ofrecen productos de acuerdo con la sharia, sino que operan en completa conformidad con las leyes islámicas, ofreciendo sus servicios a 1,8 millones de musulmanes.
Las dificultades de desarrollo en Europa continental: el caso italiano
Fuera de Gran Bretaña, el único banco islámico presente en Europa tiene su sede en Ginebra, el Faisal Finance. Esta sede está dirigida a una clientela de alto nivel y está en activo desde hace quince años ligada al grupo financiero saudí DMI, de la Casa Real saudí. Más allá de los bancos islámicos, estas operaciones financieras no han alcanzado los niveles de Gran Bretaña en muchos países europeos. Destaca el caso italiano. En Italia viven actualmente 824.000 musulmanes y existen 66.000 empresas de emprendedores musulmanes, frente a las 200.000 compañías italianas de ciudadanos extranjeros. En Italia no existen productos financieros que respondan a las exigencias de los musulmanes que viven en el país. Durante los últimos cinco años, los grupos financieros han ofrecido instrumentos bancarios para conquistar este vacío en el mercado, pero han obtenido escaso éxito pues, en muchas ocasiones, se trataba de productos artificiales y no operaciones reales bajo los principios de la finanza islámica.
El grupo crediticio más importante a este respecto en Italia es la Caja de Ahorros de Fabriano, que ha propuesto la conversión de los intereses activos en depósitos de alta rentabilidad, a pesar de que esta operación no se pueda considerar puramente de principios islámicos. La causa de la escasez de instrumentos de finanza islámica en Italia reside en la carencia de una estrategia a largo plazo y en el inmovilismo del Estado, además de en el nivel educativo medio-bajo de la primera generación de inmigrantes. Existe una inercia de fondo tanto en la demanda (los mismos inmigrantes no conocen a fondo los principios de la finanza islámica) como en la oferta (las bancas todavía no consideran de interés estudiar ampliamente el desarrollo de esos instrumentos). Algunos países parecen que, a medio plazo, podrían dirigirse hacia la promoción de productos adecuados a la interculturalidad (servicios de transferencia de dinero que faciliten remesas, microcréditos, tarjetas de cuentas corrientes en Italia utilizables en los países de origen sin costes añadidos, material y personal plurilingüe), pero la creación de un banco islámico italiano, que aproveche los diferentes reglamentos financieros, sólo parece factible a largo plazo. Con las medidas mencionadas anteriormente, los bancos italianos podrían contribuir a la integración social, la transparencia del sistema financiero y sobre todo aumentar la posibilidad de abrir canales preferentes en los mercados de los países árabes.
Retos y riesgos de la finanza islámica
En 2008 sigue afirmándose la tendencia positiva de la finanza islámica. Sin embargo, existen algunos factores que podrían convertirse en problemas urgentes para el sector, como la carencia de personal capaz de gestionar este tipo de productos y, sobre todo, la creencia cada vez más generalizada de que los bancos islámicos financian, directa o indirectamente, a organizaciones terroristas. El 3% de los fondos musulmanes está destinado a ayudas para asociaciones islámicas y existe el temor de que parte de ese dinero, procedente de Occidente, financie a grupos terroristas. La transmisión de estas financiaciones está poco clara y existe poca transparencia en el destino de estos fondos. A este respecto, Occidente debe estar atento para no caer en la paradoja de financiar a grupos terroristas.
Conclusiones
El sector financiero islámico está experimentando un momento de prosperidad y su crecimiento es cada vez más acelerado. Actualmente, las inversiones en el sector parecen ser muy rentables. Sin embargo, Occidente debería prestar atención al 3% que se dirige a las ayudas, controlando escrupulosamente los destinatarios de ese porcentaje, para no encontrarse en la situación paradójica de financiar a grupos terroristas que amenazan precisamente a Occidente.
Los datos del fenómeno y el papel de EE.UU. y Gran Bretaña
Respecto a este fuerte crecimiento, que no estaba previsto en cuanto a tiempo y proporciones, podemos decir que Occidente no se ha quedado al margen, aunque son muchas las formas de reacción a este tipo de finanzas. Gran Bretaña y EE.UU. han intentado entrar en los mecanismos del sector desde que comenzó su crecimiento, que tras el 11 de septiembre se ha hecho cada vez mayor, alcanzando la segunda juventud de las finanzas islámicas (la primera fue en la segunda mitad de los años 70, después de la fundación del primer banco islámico en 1963), una vez superada la crisis de los años 90 que tuvo lugar cuando el precio del petróleo sufrió un estancamiento. Durante los últimos años, los grandes grupos financieros internacionales han abierto las puertas a este tipo de finanzas, primero en Oriente Medio y después en Occidente, en países donde la comunidad islámica experimentaba un fuerte crecimiento. La interacción entre Occidente y el mundo árabe en el sector fomenta una actuación bilateral cada vez mayor. Un ejemplo de estas prósperas relaciones lo representa el Islamic Bank of Britain de Londres, fundado en noviembre de 2004. El 80% del capital inicial del grupo procedía del Golfo, mientras el 80% de los inversores actuales viven en Gran Bretaña y el 80% de los directivos son británicos no musulmanes.
Este fenómeno ha llevado a resultados que muestran cómo Wall Street (índice Dow Jones islámicos, a este respecto) y sobre todo la ciudad de Londres se han convertido en los centros principales de la finanza islámica. El banco islámico más grande del mundo es el americano Citibank, con transacciones por un valor total de 6.000 millones de dólares. Si bien EE.UU. y Gran Bretaña son los dos actores que han incidido más en los negocios de ámbito islámico, otros grupos crediticios occidentales no han permanecido pasivos, aunque han actuado en proporciones inferiores: en Europa, además del inglés Hsbc (cuya filial turca pasó de 50 a 438 millones de dólares en créditos durante el período 2001-2004) destacan el Deutsche Bank, la francesa Sociètè Gènèrale, Bnp Paribas y la holandesa Abm Amro. Concretamente, el sector de los fondos de inversión es el que registra mayores niveles de crecimiento, con más de 320 fondos bursátiles islámicos, presentes en todo el mundo, que está experimentando un momento de gran prosperidad como muestra su crecimiento anual del 25%, por un total de 400.000 millones de dólares (sólo en las regiones del Golfo existen 125 fondos de acciones islámicos, por un valor que alcanza los 30.000 millones de dólares, mientras que en Malasia los fondos han pasado de 7 a 71 en los últimos 10 años). Por otro lado, el mercado de las obligaciones ha alcanzado la cuota de 200.000 millones de dólares y la capitalización de los grupos supera los 7.000 millones de dólares.
Los bancos islámicos tienen la exclusividad financiera en Irán, Pakistán y Sudán. Además, el fenómeno se ha desarrollado fuertemente en Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Líbano, Kuwait, Arabia Saudí y Qatar. Por el contrario, los bancos islámicos no son muy bien recibidos en países como Argelia, Irak, Libia y Siria. Respecto a Asia, el fenómeno está muy desarrollado en Malasia, mientras que se encuentra en fase inicial en Indonesia, el Estado islámico más grande del mundo, donde estos bancos no gozan aún de la confianza de los clientes, que siguen prefiriendo los grupos financieros de tradición occidental.
La crisis de los préstamos subprime no afecta al sector
Un aspecto a tener en cuenta es la crisis americana de las hipotecas subprime que estalló el verano pasado. No ha afectado a las finanzas islámicas, incluso le ha servido para renovarse con un impulso que en EE.UU. Ha aumentado el número de productos financieros compatibles con la sharia, la ley islámica. El Islam prohíbe los préstamos basados en tipos de interés, o la comercialización de deudas, y un inversor musulmán no puede adquirir productos como las obligaciones de deudas colaterales (CDO, por sus siglas en ingles), una de las principales causas de la crisis. Por este motivo, los bancos islámicos no han sufrido la crisis y han aumentado su valor y su atractivo, por tanto, han ampliado su clientela. Una excepción a esta inmunidad ante la crisis la representa el Abcb.bh, banco de Bahréin, que en 2007 vio caer sus beneficios en un 37%, debido más a los negocios tradicionales que a los productos relacionados con la sharia.
El modelo de Gran Bretaña
Gran Bretaña es el país donde más arraigo tiene este tipo de finanzas, especialmente a través del banco Hsbc y la Lloyds TSB. En los últimos años se han llevado a cabo algunas medidas que permiten a la comunidad musulmana británica efectuar sus propias actividades según los principios de la finanza islámica (en Gran Bretaña se encuentran 3 millones de musulmanes, 725.00 sólo en Londres y con máximos en algunas ciudades donde alcanza al 20% de la población, como Leicester). En particular, estas medidas han afectado al mercado hipotecario, cuya cuota es de 7.000 dólares mediante el que se puede adquirir una casa según la modalidad prevista por la sharia. Además, entre las operaciones que respetan las leyes islámicas, hay que destacar los fondos fiduciarios para recien nacidos, cuentas corrientes, cuentas bancarias y de ahorros especializadas por categorías y generaciones (por ejemplo, para estudiantes y jóvenes, o los fondos de pensiones para la tercera edad), facilidades fiscales para hombres polígamos (33,65 esterlinas a la semana por cada mujer). En estas operaciones se basa la creación de los dos bancos islámicos de Londres, controlados por inversores del Golfo Pérsico: el Islamic Bank of Britain y la European Islamic Investment Bank (EIIB), que no sólo ofrecen productos de acuerdo con la sharia, sino que operan en completa conformidad con las leyes islámicas, ofreciendo sus servicios a 1,8 millones de musulmanes.
Las dificultades de desarrollo en Europa continental: el caso italiano
Fuera de Gran Bretaña, el único banco islámico presente en Europa tiene su sede en Ginebra, el Faisal Finance. Esta sede está dirigida a una clientela de alto nivel y está en activo desde hace quince años ligada al grupo financiero saudí DMI, de la Casa Real saudí. Más allá de los bancos islámicos, estas operaciones financieras no han alcanzado los niveles de Gran Bretaña en muchos países europeos. Destaca el caso italiano. En Italia viven actualmente 824.000 musulmanes y existen 66.000 empresas de emprendedores musulmanes, frente a las 200.000 compañías italianas de ciudadanos extranjeros. En Italia no existen productos financieros que respondan a las exigencias de los musulmanes que viven en el país. Durante los últimos cinco años, los grupos financieros han ofrecido instrumentos bancarios para conquistar este vacío en el mercado, pero han obtenido escaso éxito pues, en muchas ocasiones, se trataba de productos artificiales y no operaciones reales bajo los principios de la finanza islámica.
El grupo crediticio más importante a este respecto en Italia es la Caja de Ahorros de Fabriano, que ha propuesto la conversión de los intereses activos en depósitos de alta rentabilidad, a pesar de que esta operación no se pueda considerar puramente de principios islámicos. La causa de la escasez de instrumentos de finanza islámica en Italia reside en la carencia de una estrategia a largo plazo y en el inmovilismo del Estado, además de en el nivel educativo medio-bajo de la primera generación de inmigrantes. Existe una inercia de fondo tanto en la demanda (los mismos inmigrantes no conocen a fondo los principios de la finanza islámica) como en la oferta (las bancas todavía no consideran de interés estudiar ampliamente el desarrollo de esos instrumentos). Algunos países parecen que, a medio plazo, podrían dirigirse hacia la promoción de productos adecuados a la interculturalidad (servicios de transferencia de dinero que faciliten remesas, microcréditos, tarjetas de cuentas corrientes en Italia utilizables en los países de origen sin costes añadidos, material y personal plurilingüe), pero la creación de un banco islámico italiano, que aproveche los diferentes reglamentos financieros, sólo parece factible a largo plazo. Con las medidas mencionadas anteriormente, los bancos italianos podrían contribuir a la integración social, la transparencia del sistema financiero y sobre todo aumentar la posibilidad de abrir canales preferentes en los mercados de los países árabes.
Retos y riesgos de la finanza islámica
En 2008 sigue afirmándose la tendencia positiva de la finanza islámica. Sin embargo, existen algunos factores que podrían convertirse en problemas urgentes para el sector, como la carencia de personal capaz de gestionar este tipo de productos y, sobre todo, la creencia cada vez más generalizada de que los bancos islámicos financian, directa o indirectamente, a organizaciones terroristas. El 3% de los fondos musulmanes está destinado a ayudas para asociaciones islámicas y existe el temor de que parte de ese dinero, procedente de Occidente, financie a grupos terroristas. La transmisión de estas financiaciones está poco clara y existe poca transparencia en el destino de estos fondos. A este respecto, Occidente debe estar atento para no caer en la paradoja de financiar a grupos terroristas.
Conclusiones
El sector financiero islámico está experimentando un momento de prosperidad y su crecimiento es cada vez más acelerado. Actualmente, las inversiones en el sector parecen ser muy rentables. Sin embargo, Occidente debería prestar atención al 3% que se dirige a las ayudas, controlando escrupulosamente los destinatarios de ese porcentaje, para no encontrarse en la situación paradójica de financiar a grupos terroristas que amenazan precisamente a Occidente.