miércoles, diciembre 19, 2007

¿El Gobierno impide el crédito para la vivienda?

Vino la crisis y la devaluación, y el Gobierno decidió que en adelante los bancos no podrían dar más créditos en dólares a particulares. Y también se excomulgó la indexación para los créditos nuevos. Sólo préstamos en pesos: a tasa fija o variable, pero sin ajustes.

Aparentemente, la intención es proteger a quienes se endeuden de tomar créditos impagables. En los hechos se transformó en un impedimento para el acceso al crédito para la vivienda. El Gobierno declaró que no subsidiará los préstamos. ¿Alguien puede creer que los subsidiarán los bancos?


Veamos un ejemplo. Juan tiene un empleo en blanco. Un salario bruto de cerca de $ 4.000 y le quedan algo más de $ 3.000 netos. Además, tiene ahorrados 20.000 dólares. Casi un privilegiado.

Quiere comprar un departamento. Sin aspiraciones exageradas: vale 70 mil dólares. Tendría que financiar 50.000 dólares y necesita entonces pedir algo más de $ 150.000.

El 30% de su bastante buen sueldo le permite pagar una cuota de $ 1.000. Consigue una tasa más que conveniente: 12% anual, o 1% mensual.

Con una cuota de $ 1.000 por mes, ¿le darán $ 150.000, aunque sea estirando el plazo a 30 años? No hay manera, le dicen en el banco. Un crédito de $ 150.000 arranca con intereses de $ 1.500 por mes (el 1% de 150.000). Y con una cuota de $ 1.000 apenas se cubren 2 tercios de los intereses. Es necesario, además, amortizar algo de capital , para que el crédito no sea eterno.

Veamos ahora si, por alguna clase de magia, pudieran aplicarle una tasa de 4% anual en vez del 12%. El piso para la cuota que determinan los intereses sería de sólo $ 500. Dispondría así de otros $ 500 para aplicar a la amortización. Terminaría de pagar el crédito en unos 200 meses.

¿Es posible una tasa de 4% anual? Sólo en una economía con inflación muy baja. O con un ajuste del capital por inflación. ¿Es cierto que los créditos ajustables por precios son imposibles de pagar? Los salarios, salvo situaciones puntuales de crisis, evolucionan al ritmo de la inflación y lo normal es que lo hagan algo por arriba. Es decir, que el salario real, aunque sea lentamente, vaya mejorando en el tiempo. Esto implicaría que la cuota del préstamo iría –lentamente—pesando cada vez menos en el presupuesto personal.

Pretender, como el Gobierno, que el peso de la cuota del préstamo baje violentamente en relación a los ingresos por efecto de la inflación es pretender que alguien se haga cargo de ese costo. Y es ingenuo pretender que lo hagan los bancos. En una economía inflacionaria sin aplicar ajustes o moneda dura, el crédito a largo plazo es virtualmente imposible.

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