El reemplazo de las fuentes energéticas convencionales, no renovables, por la energía limpia y renovable puede iniciar un proceso de inversión que rescate a los países del peligro de recesión. Es para tener en cuenta.
Lograr reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 es un reto difícil pero no imposible para la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Pero sí costoso. Para lograrlo se precisará una inversión de al menos US$ 45 billones (€ 28 billones) y la combinación de las distintas energías existentes.
Al incremento del uso de fuentes renovables para la generación de electricidad, este organismo de la OCDE propone, entre otras cosas, la construcción de 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%. Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo.
"Es posible lograr un futuro energético sostenible", dice la AIE en el informe presentado ayer en Tokio. El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología.
"Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear", sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará "una revolución".
La AIE, formada por 27 países, estima que para lograr que en 2050 las emisiones sean las mismas que hoy sería necesario invertir US$ 17 millones al año (€ 10,8 millones). Pero este organismo asegura que esa reducción puede no ser suficiente.
Los líderes del G8 acordaron en 2007 considerar reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta 2050. Y la AIE lo toma como escenario. Para llegar a él la inversión debería ser US$ 1,1 billones (€ 700.000).
En ese escenario un 36% de la reducción se conseguiría con una mayor eficiencia del uso de la energía, un 21% con la utilización de energías renovables, el 19% con secuestro de CO2 y el 24% con la eficiencia en la generación de la energía.
"Las mejoras de la eficiencia energética en los edificios, los electrodomésticos, el transporte, la industria y la generación de electricidad representan los mayores ahorros y menos costosos", aseguran. Pero fundamentalmente habría que "descarbonizar" la generación de electricidad. A la creación de nucleares este organismo suma la construcción de 17.500 turbinas eólicas.
La AIE sostiene que "el paso más difícil y costoso" es reducir las emisiones del transporte. "Se espera que los biocombustibles bajos en carbono desempeñen una función significativa".
Mostrando las entradas con la etiqueta Mercado de Carbono. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Mercado de Carbono. Mostrar todas las entradas
domingo, junio 08, 2008
US$ 45 billones se necesitan para reducir las emisiones de CO2
Etiquetas:
Calentamiento,
Economía,
Economía 2.0,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
US$ 45 billones se necesitan para reducir las emisiones de CO2
El reemplazo de las fuentes energéticas convencionales, no renovables, por la energía limpia y renovable puede iniciar un proceso de inversión que rescate a los países del peligro de recesión. Es para tener en cuenta.
Lograr reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 es un reto difícil pero no imposible para la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Pero sí costoso. Para lograrlo se precisará una inversión de al menos US$ 45 billones (€ 28 billones) y la combinación de las distintas energías existentes.
Al incremento del uso de fuentes renovables para la generación de electricidad, este organismo de la OCDE propone, entre otras cosas, la construcción de 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%. Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo.
"Es posible lograr un futuro energético sostenible", dice la AIE en el informe presentado ayer en Tokio. El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología.
"Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear", sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará "una revolución".
La AIE, formada por 27 países, estima que para lograr que en 2050 las emisiones sean las mismas que hoy sería necesario invertir US$ 17 millones al año (€ 10,8 millones). Pero este organismo asegura que esa reducción puede no ser suficiente.
Los líderes del G8 acordaron en 2007 considerar reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta 2050. Y la AIE lo toma como escenario. Para llegar a él la inversión debería ser US$ 1,1 billones (€ 700.000).
En ese escenario un 36% de la reducción se conseguiría con una mayor eficiencia del uso de la energía, un 21% con la utilización de energías renovables, el 19% con secuestro de CO2 y el 24% con la eficiencia en la generación de la energía.
"Las mejoras de la eficiencia energética en los edificios, los electrodomésticos, el transporte, la industria y la generación de electricidad representan los mayores ahorros y menos costosos", aseguran. Pero fundamentalmente habría que "descarbonizar" la generación de electricidad. A la creación de nucleares este organismo suma la construcción de 17.500 turbinas eólicas.
La AIE sostiene que "el paso más difícil y costoso" es reducir las emisiones del transporte. "Se espera que los biocombustibles bajos en carbono desempeñen una función significativa".
Lograr reducir a la mitad las emisiones de CO2 de 2010 a 2050 es un reto difícil pero no imposible para la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Pero sí costoso. Para lograrlo se precisará una inversión de al menos US$ 45 billones (€ 28 billones) y la combinación de las distintas energías existentes.
Al incremento del uso de fuentes renovables para la generación de electricidad, este organismo de la OCDE propone, entre otras cosas, la construcción de 32 plantas nucleares anuales de 2010 a 2050, es decir, unas 1.280 centrales nuevas. Algo que, aseguran, supondría un ahorro de CO2 de un 6%. Actualmente hay 435 reactores en operación y 30 en construcción en todo el mundo.
"Es posible lograr un futuro energético sostenible", dice la AIE en el informe presentado ayer en Tokio. El estudio Perspectivas sobre tecnología energética 2008 asegura que la clave está en la tecnología.
"Lo principal es una mayor eficiencia energética, la captura y almacenamiento de CO2, las fuentes renovables y la energía nuclear", sostiene. En este análisis, que traza posibles escenarios y estrategias hasta 2050 para reducir las emisiones, sostiene que la economía energética precisará "una revolución".
La AIE, formada por 27 países, estima que para lograr que en 2050 las emisiones sean las mismas que hoy sería necesario invertir US$ 17 millones al año (€ 10,8 millones). Pero este organismo asegura que esa reducción puede no ser suficiente.
Los líderes del G8 acordaron en 2007 considerar reducir las emisiones de CO2 en un 50% hasta 2050. Y la AIE lo toma como escenario. Para llegar a él la inversión debería ser US$ 1,1 billones (€ 700.000).
En ese escenario un 36% de la reducción se conseguiría con una mayor eficiencia del uso de la energía, un 21% con la utilización de energías renovables, el 19% con secuestro de CO2 y el 24% con la eficiencia en la generación de la energía.
"Las mejoras de la eficiencia energética en los edificios, los electrodomésticos, el transporte, la industria y la generación de electricidad representan los mayores ahorros y menos costosos", aseguran. Pero fundamentalmente habría que "descarbonizar" la generación de electricidad. A la creación de nucleares este organismo suma la construcción de 17.500 turbinas eólicas.
La AIE sostiene que "el paso más difícil y costoso" es reducir las emisiones del transporte. "Se espera que los biocombustibles bajos en carbono desempeñen una función significativa".
Etiquetas:
Calentamiento,
Economía,
Economía 2.0,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
sábado, enero 26, 2008
Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización
Por Stephen Leahy
TORONTO, ene (IPS) - Imagine que se encuentra en una nueva y gloriosa era, en la que todo lo que hace en un día normal es ayudar a estabilizar el clima y la población global, erradicar la pobreza y restaurar el dañado ecosistema del planeta. ¿Suena irreal? Mejor sería que no.
Es que eso es exactamente lo que se requiere para prevenir el fin de la sociedad humana tal como la conocemos, según el nuevo libro "Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization", ("Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización").
La crisis es extremadamente seria y urgente y requiere un esfuerzo de movilización de las naciones similar al realizado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), argumenta el autor, Lester Brown, presidente del centro de estudios Instituto para Políticas de la Tierra, con sede en Washington.
El cambio climático ocurre mucho más rápido de lo previsto por los científicos y el planeta sufrirá inevitablemente un incremento de la temperatura de por lo menos dos grados, dijo Brown a IPS, lo cual "nos colocará decididamente en la zona de peligro".
"Ninguno de los precandidatos presidenciales para las elecciones en Estados Unidos", que se realizarán el primer martes de noviembre, "plantea la urgencia del problema del cambio climático", agregó.
En su opinión, las emisiones de gases invernadero, parcialmente responsables del recalentamiento global, deben reducirse en 80 por ciento para 2020.
Se trata de una meta mucho más ambiciosa que la planteada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore (1993-2001), quien recomendó un recorte de entre 25 y 40 por ciento respecto de los niveles de emisión de 1990.
Brown estima que los datos utilizados por el IPCC están desactualizados, ya que serían de hace dos años. Estudios más recientes indican que el cambio climático se está acelerando, dijo.
Aunque confía en que el IPCC modificará esa recomendación en su próximo informe, señaló que recién se difundirá en cinco o seis años. "Demasiado tarde, tenemos que actuar ya", aseguró.
El Plan B 3.0 de Brown recomienda medidas para llegar a 80 por ciento de reducción en las emisiones, que se basan fuertemente en el uso eficiente de la energía, las fuentes renovables y la expansión del "escudo" de árboles del planeta.
La energía eólica puede cubrir 40 por ciento de la demanda mundial con la instalación de 1,5 millones de nuevas turbinas de viento de dos megavatios. Aunque el número parece elevado, señaló Brown, se producen cada año 65 millones de automóviles en Estados Unidos.
Además, hay muchas líneas de montaje de vehículos inactivas en América del Norte y otras regiones, que podrían reconvertirse para producir turbinas de viento, agregó.
El meridional estado estadounidense de Texas planifica dotarse de 23.000 megavatios generados por energía eólica. Es el equivalente a la producción de 23 usinas que emplean carbón y suficiente para proveer energía eléctrica a 11 millones de personas, la mitad de la población de ese territorio, indicó Brown.
Estima que un alumbrado más eficiente puede reducir el uso mundial de electricidad en 12 por ciento, que permitiría cerrar 705 de las existentes 2.370 usinas alimentadas con carbón.
En Estados Unidos, los edificios comerciales y residenciales son responsables por 40 por ciento de las emisiones de carbono. El siguiente paso debe apuntar a generar electricidad de forma no contaminante para la calefacción, refrigerar y alumbrar las viviendas, afirmó.
Brown señaló que otra medida que debe adoptarse es cambiar el "combustible" humano de una dieta basada en la carne a otra vegetariana, porque esta última requiere un 25 por ciento de la energía que demanda la crianza y faena de animales.
Asimismo, cuestiona duramente el empleo de biocombustibles que se producen empleando granos como el maíz y la soja, ya que empujan al alza los precios de estos alimentos y pueden provocar una escasez de comida desastrosa para los pobres del mundo.
El crecimiento demográfico ejerce una enorme presión sobre los países en desarrollo. La adición anual de 70 millones de personas a la población mundial, señaló Brown, se concentra en naciones donde las reservas de agua se están agotando y los pozos se secan, las área boscosas se reducen, los suelos se degradan y los campos de pastura de vuelven desiertos.
Paralelamente, en sintonía con el agravamiento de estos problemas, gobiernos débiles como los de Haití, Pakistán, República Democrática de Congo, Somalia y Sudán comenzaron a desmoronarse, agregó.
Año tras año aumenta el número de "Estados inviables", que constituyen un "alerta temprana de la caída de una civilización", comentó Brown.
El aumento en el precio del petróleo debe añadirse a la lista de problemas. Los países ricos tendrán todo el que necesiten, mientras que los pobres deberán reducir su consumo.
"El crecimiento poblacional y la pobreza demandan una atención especial del mundo desarrollado. Por primera vez en la historia tenemos los recursos para encarar adecuadamente esos desafíos", aseguró Brown.
Asimismo, propone un impuesto mundial a los combustibles fósiles, que se incrementaría 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, hasta llegar a los 240 dólares por tonelada. Esta "tasa al carbono" sería compensada con una reducción en el impuesto a las ganancias.
Así se desalentaría el consumo de combustibles fósiles y se estimularía el uso de fuentes renovables de energía, argumentó.
Aunque las soluciones están al alcance de la mano, no existe una toma de conciencia sobre los riesgos que amenazan a la civilización ni la voluntad para tomar medidas.
"Salvar a la civilización no es un deporte para espectadores", dijo Brown. "Hemos llegado a un punto en el que la deteriorada relación entre nosotros y los sistemas naturales del planeta nos convierte a todos en activistas", agregó.
La velocidad es esencial. "Podemos cambiar nuestro estilo de vida, pero si no reestructuramos rápidamente la economía vamos a fracasar. El tiempo es nuestro recurso más escaso", concluyó.
TORONTO, ene (IPS) - Imagine que se encuentra en una nueva y gloriosa era, en la que todo lo que hace en un día normal es ayudar a estabilizar el clima y la población global, erradicar la pobreza y restaurar el dañado ecosistema del planeta. ¿Suena irreal? Mejor sería que no.
Es que eso es exactamente lo que se requiere para prevenir el fin de la sociedad humana tal como la conocemos, según el nuevo libro "Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization", ("Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización").
La crisis es extremadamente seria y urgente y requiere un esfuerzo de movilización de las naciones similar al realizado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), argumenta el autor, Lester Brown, presidente del centro de estudios Instituto para Políticas de la Tierra, con sede en Washington.
El cambio climático ocurre mucho más rápido de lo previsto por los científicos y el planeta sufrirá inevitablemente un incremento de la temperatura de por lo menos dos grados, dijo Brown a IPS, lo cual "nos colocará decididamente en la zona de peligro".
"Ninguno de los precandidatos presidenciales para las elecciones en Estados Unidos", que se realizarán el primer martes de noviembre, "plantea la urgencia del problema del cambio climático", agregó.
En su opinión, las emisiones de gases invernadero, parcialmente responsables del recalentamiento global, deben reducirse en 80 por ciento para 2020.
Se trata de una meta mucho más ambiciosa que la planteada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore (1993-2001), quien recomendó un recorte de entre 25 y 40 por ciento respecto de los niveles de emisión de 1990.
Brown estima que los datos utilizados por el IPCC están desactualizados, ya que serían de hace dos años. Estudios más recientes indican que el cambio climático se está acelerando, dijo.
Aunque confía en que el IPCC modificará esa recomendación en su próximo informe, señaló que recién se difundirá en cinco o seis años. "Demasiado tarde, tenemos que actuar ya", aseguró.
El Plan B 3.0 de Brown recomienda medidas para llegar a 80 por ciento de reducción en las emisiones, que se basan fuertemente en el uso eficiente de la energía, las fuentes renovables y la expansión del "escudo" de árboles del planeta.
La energía eólica puede cubrir 40 por ciento de la demanda mundial con la instalación de 1,5 millones de nuevas turbinas de viento de dos megavatios. Aunque el número parece elevado, señaló Brown, se producen cada año 65 millones de automóviles en Estados Unidos.
Además, hay muchas líneas de montaje de vehículos inactivas en América del Norte y otras regiones, que podrían reconvertirse para producir turbinas de viento, agregó.
El meridional estado estadounidense de Texas planifica dotarse de 23.000 megavatios generados por energía eólica. Es el equivalente a la producción de 23 usinas que emplean carbón y suficiente para proveer energía eléctrica a 11 millones de personas, la mitad de la población de ese territorio, indicó Brown.
Estima que un alumbrado más eficiente puede reducir el uso mundial de electricidad en 12 por ciento, que permitiría cerrar 705 de las existentes 2.370 usinas alimentadas con carbón.
En Estados Unidos, los edificios comerciales y residenciales son responsables por 40 por ciento de las emisiones de carbono. El siguiente paso debe apuntar a generar electricidad de forma no contaminante para la calefacción, refrigerar y alumbrar las viviendas, afirmó.
Brown señaló que otra medida que debe adoptarse es cambiar el "combustible" humano de una dieta basada en la carne a otra vegetariana, porque esta última requiere un 25 por ciento de la energía que demanda la crianza y faena de animales.
Asimismo, cuestiona duramente el empleo de biocombustibles que se producen empleando granos como el maíz y la soja, ya que empujan al alza los precios de estos alimentos y pueden provocar una escasez de comida desastrosa para los pobres del mundo.
El crecimiento demográfico ejerce una enorme presión sobre los países en desarrollo. La adición anual de 70 millones de personas a la población mundial, señaló Brown, se concentra en naciones donde las reservas de agua se están agotando y los pozos se secan, las área boscosas se reducen, los suelos se degradan y los campos de pastura de vuelven desiertos.
Paralelamente, en sintonía con el agravamiento de estos problemas, gobiernos débiles como los de Haití, Pakistán, República Democrática de Congo, Somalia y Sudán comenzaron a desmoronarse, agregó.
Año tras año aumenta el número de "Estados inviables", que constituyen un "alerta temprana de la caída de una civilización", comentó Brown.
El aumento en el precio del petróleo debe añadirse a la lista de problemas. Los países ricos tendrán todo el que necesiten, mientras que los pobres deberán reducir su consumo.
"El crecimiento poblacional y la pobreza demandan una atención especial del mundo desarrollado. Por primera vez en la historia tenemos los recursos para encarar adecuadamente esos desafíos", aseguró Brown.
Asimismo, propone un impuesto mundial a los combustibles fósiles, que se incrementaría 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, hasta llegar a los 240 dólares por tonelada. Esta "tasa al carbono" sería compensada con una reducción en el impuesto a las ganancias.
Así se desalentaría el consumo de combustibles fósiles y se estimularía el uso de fuentes renovables de energía, argumentó.
Aunque las soluciones están al alcance de la mano, no existe una toma de conciencia sobre los riesgos que amenazan a la civilización ni la voluntad para tomar medidas.
"Salvar a la civilización no es un deporte para espectadores", dijo Brown. "Hemos llegado a un punto en el que la deteriorada relación entre nosotros y los sistemas naturales del planeta nos convierte a todos en activistas", agregó.
La velocidad es esencial. "Podemos cambiar nuestro estilo de vida, pero si no reestructuramos rápidamente la economía vamos a fracasar. El tiempo es nuestro recurso más escaso", concluyó.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización
Por Stephen Leahy
TORONTO, ene (IPS) - Imagine que se encuentra en una nueva y gloriosa era, en la que todo lo que hace en un día normal es ayudar a estabilizar el clima y la población global, erradicar la pobreza y restaurar el dañado ecosistema del planeta. ¿Suena irreal? Mejor sería que no.
Es que eso es exactamente lo que se requiere para prevenir el fin de la sociedad humana tal como la conocemos, según el nuevo libro "Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization", ("Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización").
La crisis es extremadamente seria y urgente y requiere un esfuerzo de movilización de las naciones similar al realizado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), argumenta el autor, Lester Brown, presidente del centro de estudios Instituto para Políticas de la Tierra, con sede en Washington.
El cambio climático ocurre mucho más rápido de lo previsto por los científicos y el planeta sufrirá inevitablemente un incremento de la temperatura de por lo menos dos grados, dijo Brown a IPS, lo cual "nos colocará decididamente en la zona de peligro".
"Ninguno de los precandidatos presidenciales para las elecciones en Estados Unidos", que se realizarán el primer martes de noviembre, "plantea la urgencia del problema del cambio climático", agregó.
En su opinión, las emisiones de gases invernadero, parcialmente responsables del recalentamiento global, deben reducirse en 80 por ciento para 2020.
Se trata de una meta mucho más ambiciosa que la planteada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore (1993-2001), quien recomendó un recorte de entre 25 y 40 por ciento respecto de los niveles de emisión de 1990.
Brown estima que los datos utilizados por el IPCC están desactualizados, ya que serían de hace dos años. Estudios más recientes indican que el cambio climático se está acelerando, dijo.
Aunque confía en que el IPCC modificará esa recomendación en su próximo informe, señaló que recién se difundirá en cinco o seis años. "Demasiado tarde, tenemos que actuar ya", aseguró.
El Plan B 3.0 de Brown recomienda medidas para llegar a 80 por ciento de reducción en las emisiones, que se basan fuertemente en el uso eficiente de la energía, las fuentes renovables y la expansión del "escudo" de árboles del planeta.
La energía eólica puede cubrir 40 por ciento de la demanda mundial con la instalación de 1,5 millones de nuevas turbinas de viento de dos megavatios. Aunque el número parece elevado, señaló Brown, se producen cada año 65 millones de automóviles en Estados Unidos.
Además, hay muchas líneas de montaje de vehículos inactivas en América del Norte y otras regiones, que podrían reconvertirse para producir turbinas de viento, agregó.
El meridional estado estadounidense de Texas planifica dotarse de 23.000 megavatios generados por energía eólica. Es el equivalente a la producción de 23 usinas que emplean carbón y suficiente para proveer energía eléctrica a 11 millones de personas, la mitad de la población de ese territorio, indicó Brown.
Estima que un alumbrado más eficiente puede reducir el uso mundial de electricidad en 12 por ciento, que permitiría cerrar 705 de las existentes 2.370 usinas alimentadas con carbón.
En Estados Unidos, los edificios comerciales y residenciales son responsables por 40 por ciento de las emisiones de carbono. El siguiente paso debe apuntar a generar electricidad de forma no contaminante para la calefacción, refrigerar y alumbrar las viviendas, afirmó.
Brown señaló que otra medida que debe adoptarse es cambiar el "combustible" humano de una dieta basada en la carne a otra vegetariana, porque esta última requiere un 25 por ciento de la energía que demanda la crianza y faena de animales.
Asimismo, cuestiona duramente el empleo de biocombustibles que se producen empleando granos como el maíz y la soja, ya que empujan al alza los precios de estos alimentos y pueden provocar una escasez de comida desastrosa para los pobres del mundo.
El crecimiento demográfico ejerce una enorme presión sobre los países en desarrollo. La adición anual de 70 millones de personas a la población mundial, señaló Brown, se concentra en naciones donde las reservas de agua se están agotando y los pozos se secan, las área boscosas se reducen, los suelos se degradan y los campos de pastura de vuelven desiertos.
Paralelamente, en sintonía con el agravamiento de estos problemas, gobiernos débiles como los de Haití, Pakistán, República Democrática de Congo, Somalia y Sudán comenzaron a desmoronarse, agregó.
Año tras año aumenta el número de "Estados inviables", que constituyen un "alerta temprana de la caída de una civilización", comentó Brown.
El aumento en el precio del petróleo debe añadirse a la lista de problemas. Los países ricos tendrán todo el que necesiten, mientras que los pobres deberán reducir su consumo.
"El crecimiento poblacional y la pobreza demandan una atención especial del mundo desarrollado. Por primera vez en la historia tenemos los recursos para encarar adecuadamente esos desafíos", aseguró Brown.
Asimismo, propone un impuesto mundial a los combustibles fósiles, que se incrementaría 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, hasta llegar a los 240 dólares por tonelada. Esta "tasa al carbono" sería compensada con una reducción en el impuesto a las ganancias.
Así se desalentaría el consumo de combustibles fósiles y se estimularía el uso de fuentes renovables de energía, argumentó.
Aunque las soluciones están al alcance de la mano, no existe una toma de conciencia sobre los riesgos que amenazan a la civilización ni la voluntad para tomar medidas.
"Salvar a la civilización no es un deporte para espectadores", dijo Brown. "Hemos llegado a un punto en el que la deteriorada relación entre nosotros y los sistemas naturales del planeta nos convierte a todos en activistas", agregó.
La velocidad es esencial. "Podemos cambiar nuestro estilo de vida, pero si no reestructuramos rápidamente la economía vamos a fracasar. El tiempo es nuestro recurso más escaso", concluyó.
TORONTO, ene (IPS) - Imagine que se encuentra en una nueva y gloriosa era, en la que todo lo que hace en un día normal es ayudar a estabilizar el clima y la población global, erradicar la pobreza y restaurar el dañado ecosistema del planeta. ¿Suena irreal? Mejor sería que no.
Es que eso es exactamente lo que se requiere para prevenir el fin de la sociedad humana tal como la conocemos, según el nuevo libro "Plan B 3.0: Mobilizing to Save Civilization", ("Plan B 3.0: Movilizarse para Salvar la Civilización").
La crisis es extremadamente seria y urgente y requiere un esfuerzo de movilización de las naciones similar al realizado durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), argumenta el autor, Lester Brown, presidente del centro de estudios Instituto para Políticas de la Tierra, con sede en Washington.
El cambio climático ocurre mucho más rápido de lo previsto por los científicos y el planeta sufrirá inevitablemente un incremento de la temperatura de por lo menos dos grados, dijo Brown a IPS, lo cual "nos colocará decididamente en la zona de peligro".
"Ninguno de los precandidatos presidenciales para las elecciones en Estados Unidos", que se realizarán el primer martes de noviembre, "plantea la urgencia del problema del cambio climático", agregó.
En su opinión, las emisiones de gases invernadero, parcialmente responsables del recalentamiento global, deben reducirse en 80 por ciento para 2020.
Se trata de una meta mucho más ambiciosa que la planteada por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), que recibió en 2007 el premio Nobel de la Paz junto con el ex vicepresidente estadounidense Al Gore (1993-2001), quien recomendó un recorte de entre 25 y 40 por ciento respecto de los niveles de emisión de 1990.
Brown estima que los datos utilizados por el IPCC están desactualizados, ya que serían de hace dos años. Estudios más recientes indican que el cambio climático se está acelerando, dijo.
Aunque confía en que el IPCC modificará esa recomendación en su próximo informe, señaló que recién se difundirá en cinco o seis años. "Demasiado tarde, tenemos que actuar ya", aseguró.
El Plan B 3.0 de Brown recomienda medidas para llegar a 80 por ciento de reducción en las emisiones, que se basan fuertemente en el uso eficiente de la energía, las fuentes renovables y la expansión del "escudo" de árboles del planeta.
La energía eólica puede cubrir 40 por ciento de la demanda mundial con la instalación de 1,5 millones de nuevas turbinas de viento de dos megavatios. Aunque el número parece elevado, señaló Brown, se producen cada año 65 millones de automóviles en Estados Unidos.
Además, hay muchas líneas de montaje de vehículos inactivas en América del Norte y otras regiones, que podrían reconvertirse para producir turbinas de viento, agregó.
El meridional estado estadounidense de Texas planifica dotarse de 23.000 megavatios generados por energía eólica. Es el equivalente a la producción de 23 usinas que emplean carbón y suficiente para proveer energía eléctrica a 11 millones de personas, la mitad de la población de ese territorio, indicó Brown.
Estima que un alumbrado más eficiente puede reducir el uso mundial de electricidad en 12 por ciento, que permitiría cerrar 705 de las existentes 2.370 usinas alimentadas con carbón.
En Estados Unidos, los edificios comerciales y residenciales son responsables por 40 por ciento de las emisiones de carbono. El siguiente paso debe apuntar a generar electricidad de forma no contaminante para la calefacción, refrigerar y alumbrar las viviendas, afirmó.
Brown señaló que otra medida que debe adoptarse es cambiar el "combustible" humano de una dieta basada en la carne a otra vegetariana, porque esta última requiere un 25 por ciento de la energía que demanda la crianza y faena de animales.
Asimismo, cuestiona duramente el empleo de biocombustibles que se producen empleando granos como el maíz y la soja, ya que empujan al alza los precios de estos alimentos y pueden provocar una escasez de comida desastrosa para los pobres del mundo.
El crecimiento demográfico ejerce una enorme presión sobre los países en desarrollo. La adición anual de 70 millones de personas a la población mundial, señaló Brown, se concentra en naciones donde las reservas de agua se están agotando y los pozos se secan, las área boscosas se reducen, los suelos se degradan y los campos de pastura de vuelven desiertos.
Paralelamente, en sintonía con el agravamiento de estos problemas, gobiernos débiles como los de Haití, Pakistán, República Democrática de Congo, Somalia y Sudán comenzaron a desmoronarse, agregó.
Año tras año aumenta el número de "Estados inviables", que constituyen un "alerta temprana de la caída de una civilización", comentó Brown.
El aumento en el precio del petróleo debe añadirse a la lista de problemas. Los países ricos tendrán todo el que necesiten, mientras que los pobres deberán reducir su consumo.
"El crecimiento poblacional y la pobreza demandan una atención especial del mundo desarrollado. Por primera vez en la historia tenemos los recursos para encarar adecuadamente esos desafíos", aseguró Brown.
Asimismo, propone un impuesto mundial a los combustibles fósiles, que se incrementaría 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, hasta llegar a los 240 dólares por tonelada. Esta "tasa al carbono" sería compensada con una reducción en el impuesto a las ganancias.
Así se desalentaría el consumo de combustibles fósiles y se estimularía el uso de fuentes renovables de energía, argumentó.
Aunque las soluciones están al alcance de la mano, no existe una toma de conciencia sobre los riesgos que amenazan a la civilización ni la voluntad para tomar medidas.
"Salvar a la civilización no es un deporte para espectadores", dijo Brown. "Hemos llegado a un punto en el que la deteriorada relación entre nosotros y los sistemas naturales del planeta nos convierte a todos en activistas", agregó.
La velocidad es esencial. "Podemos cambiar nuestro estilo de vida, pero si no reestructuramos rápidamente la economía vamos a fracasar. El tiempo es nuestro recurso más escaso", concluyó.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
CAMBIO CLIMÁTICO: Grandes negocios se nutren de poco carbono
Por Stephen Leahy
Al parecer inevitable un impuesto sobre las emisiones de carbono, algunas de las corporaciones más grandes del mundo pedirán a sus proveedores que informen sobre sus emisiones como parte de futuros esfuerzos de reducción.
"Los inversores demandan que las compañías sepan cuáles son sus emisiones de carbono y los consumidores quieren que las compañías sean verdes", dijo Paul Dickinson, presidente del Proyecto de Revelación de Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro en Gran Bretaña que está coordinando el esfuerzo.
"Se avecina un precio global para el carbono, y estamos ayudando a las empresas a prepararse para operar en un mundo limitado por el carbono", dijo Dickinson a IPS.
Las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo están causando el cambio climático, que resulta en daños y pérdidas de miles de millones de dólares debido a tormentas más intensas, temperaturas más elevadas y más inundaciones, entre otros factores.
Muchos economistas y expertos en política reconocen que, a menos que quienes generan emisiones de carbono sean obligados a pagar un alto precio por ellas, la mayoría no cambiará su modo de operar.
En su nuevo libro, "Plan B 3.0: Mobilising to Save Civilisation" ("Plan B 3.0: Movilizándose para salvar a la civilización"), Lester Brown, presidente del Instituto para las Políticas de la Tierra, con sede en Washington, recomendó un aumento de los impuestos al carbono de 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, estabilizándose en 240 dólares por tonelada.
Ese impuesto se compensará en cada etapa con una reducción en los impuestos a los ingresos para desalentar el uso de combustibles fósiles y estimular las inversiones en fuentes renovables de energía.
Pero pocas firmas saben cuáles son sus emisiones de carbono, porque no hay ninguna razón que los obligue a medirlas, observó Dickinson.
"Estamos intentando cambiar eso porque, si las compañías no miden sus emisiones, no pueden manejarlas", dijo.
Cada una de las 11 corporaciones que participan en la Colaboración del Liderazgo de la Cadena de Suministro (SCLC, por sus siglas en inglés) le pedirá a hasta 50 proveedores que completen una solicitud de información estandarizada que sea probada en el primer trimestre de 2008.
El objetivo del Proyecto de Revelación de Carbono es ampliar la SCLC y terminar involucrando a decenas de miles de compañías de la cadena de suministro, así como ayudar a las grandes empresas y proveedores a desarrollar estrategias para reducir sus emisiones de carbono.
El Proyecto de Revelación de Carbono está creando un enfoque único y estandarizado para proporcionar un intercambio clave de información climática a través de sus cadenas de suministro.
"Ésta es la fase uno de un esfuerzo mayor que se concretará luego para medir las emisiones de todos los proveedores", señaló Dickinson.
Los participantes de este primer proyecto piloto incluyen a Dell, Hewlett Packard, L'Oreal, PepsiCo, Cadbury Schweppes, Nestlé, Procter & Gamble, Tesco, Imperial Tobacco y Unilever.
"Nuestra asociación con el Proyecto de Revelación de Carbono en la SCLC nos dará una oportunidad tremenda de ayudar a reducir no sólo nuestras propias emisiones de carbono sino, en última instancia, las de nuestra cadena de suministro", expresó en una declaración escrita Tod Arbogast, director de empresas sustentables en Dell.
Los resultados del proyecto piloto refinarán el proceso y posibilitarán que grandes empresas trabajen para manejar sus emisiones totales de carbono, dado que el primer paso para reducir las emisiones totales es medir su tamaño. Luego, tanto las grandes compañías como sus proveedores pueden trabajar juntos para desarrollar esas estrategias con el fin de reducir sus emisiones.
"Muchos de los participantes se dan cuenta de que reducir las emisiones siendo más eficientes desde el punto de vista energético disminuye los costos de la energía", destacó Dickinson.
Los inversores institucionales se encuentran entre quienes respaldan al Proyecto de Revelación de Carbono porque saben que el cambio climático está modificando la manera en cómo operan las empresas. Aunque muchas firmas europeas se dan cuenta de esto, menos de la mitad de las más grandes de Estados Unidos se toman muy en serio el cambio climático, según un estudio realizado hace un año por Ceres y el Calvert Group.
Y la mayoría de los bancos del mundo no lograron hacer que sus mentes colectivas se adaptaran a la nueva realidad del siglo XXI y continuaran invirtiendo en centrales alimentadas a carbón, o el desarrollo de arenas alquitranadas canadienses, dos importantes fuentes de gases de efecto invernadero.
"Cada vez más bancos se dan cuenta de que el cambio climático es un asunto de grandes empresas, pero sus respuestas hasta ahora son la punta del iceberg de lo que se necesita para hacer frente a este colosal desafío global", dijo Mindy Lubber, presidenta de Ceres, que este mes publicó un nuevo informe sobre el sector bancario.
El informe, "Gobernanza corporativa y cambio climático: El sector bancario", que estudió los casos de 40 bancos y empresas de servicios financieros del mundo, reveló que alrededor de la mitad ofrecían fondos específicos para el clima y productos similares.
La clave para hacer que los bancos dejen de invertir en combustibles fósiles y proyectos que generan grandes emisiones de carbono es ponerles un precio a esas emisiones, enfatizó Lubber.
"Si el carbono no tiene un precio, es la señal equivocada. Y los bancos y los fondos de pensión necesitan señales adecuadas del mercado", opinó.
Al parecer inevitable un impuesto sobre las emisiones de carbono, algunas de las corporaciones más grandes del mundo pedirán a sus proveedores que informen sobre sus emisiones como parte de futuros esfuerzos de reducción.
"Los inversores demandan que las compañías sepan cuáles son sus emisiones de carbono y los consumidores quieren que las compañías sean verdes", dijo Paul Dickinson, presidente del Proyecto de Revelación de Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro en Gran Bretaña que está coordinando el esfuerzo.
"Se avecina un precio global para el carbono, y estamos ayudando a las empresas a prepararse para operar en un mundo limitado por el carbono", dijo Dickinson a IPS.
Las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo están causando el cambio climático, que resulta en daños y pérdidas de miles de millones de dólares debido a tormentas más intensas, temperaturas más elevadas y más inundaciones, entre otros factores.
Muchos economistas y expertos en política reconocen que, a menos que quienes generan emisiones de carbono sean obligados a pagar un alto precio por ellas, la mayoría no cambiará su modo de operar.
En su nuevo libro, "Plan B 3.0: Mobilising to Save Civilisation" ("Plan B 3.0: Movilizándose para salvar a la civilización"), Lester Brown, presidente del Instituto para las Políticas de la Tierra, con sede en Washington, recomendó un aumento de los impuestos al carbono de 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, estabilizándose en 240 dólares por tonelada.
Ese impuesto se compensará en cada etapa con una reducción en los impuestos a los ingresos para desalentar el uso de combustibles fósiles y estimular las inversiones en fuentes renovables de energía.
Pero pocas firmas saben cuáles son sus emisiones de carbono, porque no hay ninguna razón que los obligue a medirlas, observó Dickinson.
"Estamos intentando cambiar eso porque, si las compañías no miden sus emisiones, no pueden manejarlas", dijo.
Cada una de las 11 corporaciones que participan en la Colaboración del Liderazgo de la Cadena de Suministro (SCLC, por sus siglas en inglés) le pedirá a hasta 50 proveedores que completen una solicitud de información estandarizada que sea probada en el primer trimestre de 2008.
El objetivo del Proyecto de Revelación de Carbono es ampliar la SCLC y terminar involucrando a decenas de miles de compañías de la cadena de suministro, así como ayudar a las grandes empresas y proveedores a desarrollar estrategias para reducir sus emisiones de carbono.
El Proyecto de Revelación de Carbono está creando un enfoque único y estandarizado para proporcionar un intercambio clave de información climática a través de sus cadenas de suministro.
"Ésta es la fase uno de un esfuerzo mayor que se concretará luego para medir las emisiones de todos los proveedores", señaló Dickinson.
Los participantes de este primer proyecto piloto incluyen a Dell, Hewlett Packard, L'Oreal, PepsiCo, Cadbury Schweppes, Nestlé, Procter & Gamble, Tesco, Imperial Tobacco y Unilever.
"Nuestra asociación con el Proyecto de Revelación de Carbono en la SCLC nos dará una oportunidad tremenda de ayudar a reducir no sólo nuestras propias emisiones de carbono sino, en última instancia, las de nuestra cadena de suministro", expresó en una declaración escrita Tod Arbogast, director de empresas sustentables en Dell.
Los resultados del proyecto piloto refinarán el proceso y posibilitarán que grandes empresas trabajen para manejar sus emisiones totales de carbono, dado que el primer paso para reducir las emisiones totales es medir su tamaño. Luego, tanto las grandes compañías como sus proveedores pueden trabajar juntos para desarrollar esas estrategias con el fin de reducir sus emisiones.
"Muchos de los participantes se dan cuenta de que reducir las emisiones siendo más eficientes desde el punto de vista energético disminuye los costos de la energía", destacó Dickinson.
Los inversores institucionales se encuentran entre quienes respaldan al Proyecto de Revelación de Carbono porque saben que el cambio climático está modificando la manera en cómo operan las empresas. Aunque muchas firmas europeas se dan cuenta de esto, menos de la mitad de las más grandes de Estados Unidos se toman muy en serio el cambio climático, según un estudio realizado hace un año por Ceres y el Calvert Group.
Y la mayoría de los bancos del mundo no lograron hacer que sus mentes colectivas se adaptaran a la nueva realidad del siglo XXI y continuaran invirtiendo en centrales alimentadas a carbón, o el desarrollo de arenas alquitranadas canadienses, dos importantes fuentes de gases de efecto invernadero.
"Cada vez más bancos se dan cuenta de que el cambio climático es un asunto de grandes empresas, pero sus respuestas hasta ahora son la punta del iceberg de lo que se necesita para hacer frente a este colosal desafío global", dijo Mindy Lubber, presidenta de Ceres, que este mes publicó un nuevo informe sobre el sector bancario.
El informe, "Gobernanza corporativa y cambio climático: El sector bancario", que estudió los casos de 40 bancos y empresas de servicios financieros del mundo, reveló que alrededor de la mitad ofrecían fondos específicos para el clima y productos similares.
La clave para hacer que los bancos dejen de invertir en combustibles fósiles y proyectos que generan grandes emisiones de carbono es ponerles un precio a esas emisiones, enfatizó Lubber.
"Si el carbono no tiene un precio, es la señal equivocada. Y los bancos y los fondos de pensión necesitan señales adecuadas del mercado", opinó.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
CAMBIO CLIMÁTICO: Grandes negocios se nutren de poco carbono
Por Stephen Leahy
Al parecer inevitable un impuesto sobre las emisiones de carbono, algunas de las corporaciones más grandes del mundo pedirán a sus proveedores que informen sobre sus emisiones como parte de futuros esfuerzos de reducción.
"Los inversores demandan que las compañías sepan cuáles son sus emisiones de carbono y los consumidores quieren que las compañías sean verdes", dijo Paul Dickinson, presidente del Proyecto de Revelación de Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro en Gran Bretaña que está coordinando el esfuerzo.
"Se avecina un precio global para el carbono, y estamos ayudando a las empresas a prepararse para operar en un mundo limitado por el carbono", dijo Dickinson a IPS.
Las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo están causando el cambio climático, que resulta en daños y pérdidas de miles de millones de dólares debido a tormentas más intensas, temperaturas más elevadas y más inundaciones, entre otros factores.
Muchos economistas y expertos en política reconocen que, a menos que quienes generan emisiones de carbono sean obligados a pagar un alto precio por ellas, la mayoría no cambiará su modo de operar.
En su nuevo libro, "Plan B 3.0: Mobilising to Save Civilisation" ("Plan B 3.0: Movilizándose para salvar a la civilización"), Lester Brown, presidente del Instituto para las Políticas de la Tierra, con sede en Washington, recomendó un aumento de los impuestos al carbono de 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, estabilizándose en 240 dólares por tonelada.
Ese impuesto se compensará en cada etapa con una reducción en los impuestos a los ingresos para desalentar el uso de combustibles fósiles y estimular las inversiones en fuentes renovables de energía.
Pero pocas firmas saben cuáles son sus emisiones de carbono, porque no hay ninguna razón que los obligue a medirlas, observó Dickinson.
"Estamos intentando cambiar eso porque, si las compañías no miden sus emisiones, no pueden manejarlas", dijo.
Cada una de las 11 corporaciones que participan en la Colaboración del Liderazgo de la Cadena de Suministro (SCLC, por sus siglas en inglés) le pedirá a hasta 50 proveedores que completen una solicitud de información estandarizada que sea probada en el primer trimestre de 2008.
El objetivo del Proyecto de Revelación de Carbono es ampliar la SCLC y terminar involucrando a decenas de miles de compañías de la cadena de suministro, así como ayudar a las grandes empresas y proveedores a desarrollar estrategias para reducir sus emisiones de carbono.
El Proyecto de Revelación de Carbono está creando un enfoque único y estandarizado para proporcionar un intercambio clave de información climática a través de sus cadenas de suministro.
"Ésta es la fase uno de un esfuerzo mayor que se concretará luego para medir las emisiones de todos los proveedores", señaló Dickinson.
Los participantes de este primer proyecto piloto incluyen a Dell, Hewlett Packard, L'Oreal, PepsiCo, Cadbury Schweppes, Nestlé, Procter & Gamble, Tesco, Imperial Tobacco y Unilever.
"Nuestra asociación con el Proyecto de Revelación de Carbono en la SCLC nos dará una oportunidad tremenda de ayudar a reducir no sólo nuestras propias emisiones de carbono sino, en última instancia, las de nuestra cadena de suministro", expresó en una declaración escrita Tod Arbogast, director de empresas sustentables en Dell.
Los resultados del proyecto piloto refinarán el proceso y posibilitarán que grandes empresas trabajen para manejar sus emisiones totales de carbono, dado que el primer paso para reducir las emisiones totales es medir su tamaño. Luego, tanto las grandes compañías como sus proveedores pueden trabajar juntos para desarrollar esas estrategias con el fin de reducir sus emisiones.
"Muchos de los participantes se dan cuenta de que reducir las emisiones siendo más eficientes desde el punto de vista energético disminuye los costos de la energía", destacó Dickinson.
Los inversores institucionales se encuentran entre quienes respaldan al Proyecto de Revelación de Carbono porque saben que el cambio climático está modificando la manera en cómo operan las empresas. Aunque muchas firmas europeas se dan cuenta de esto, menos de la mitad de las más grandes de Estados Unidos se toman muy en serio el cambio climático, según un estudio realizado hace un año por Ceres y el Calvert Group.
Y la mayoría de los bancos del mundo no lograron hacer que sus mentes colectivas se adaptaran a la nueva realidad del siglo XXI y continuaran invirtiendo en centrales alimentadas a carbón, o el desarrollo de arenas alquitranadas canadienses, dos importantes fuentes de gases de efecto invernadero.
"Cada vez más bancos se dan cuenta de que el cambio climático es un asunto de grandes empresas, pero sus respuestas hasta ahora son la punta del iceberg de lo que se necesita para hacer frente a este colosal desafío global", dijo Mindy Lubber, presidenta de Ceres, que este mes publicó un nuevo informe sobre el sector bancario.
El informe, "Gobernanza corporativa y cambio climático: El sector bancario", que estudió los casos de 40 bancos y empresas de servicios financieros del mundo, reveló que alrededor de la mitad ofrecían fondos específicos para el clima y productos similares.
La clave para hacer que los bancos dejen de invertir en combustibles fósiles y proyectos que generan grandes emisiones de carbono es ponerles un precio a esas emisiones, enfatizó Lubber.
"Si el carbono no tiene un precio, es la señal equivocada. Y los bancos y los fondos de pensión necesitan señales adecuadas del mercado", opinó.
Al parecer inevitable un impuesto sobre las emisiones de carbono, algunas de las corporaciones más grandes del mundo pedirán a sus proveedores que informen sobre sus emisiones como parte de futuros esfuerzos de reducción.
"Los inversores demandan que las compañías sepan cuáles son sus emisiones de carbono y los consumidores quieren que las compañías sean verdes", dijo Paul Dickinson, presidente del Proyecto de Revelación de Carbono (CDP, por sus siglas en inglés), una organización independiente sin fines de lucro en Gran Bretaña que está coordinando el esfuerzo.
"Se avecina un precio global para el carbono, y estamos ayudando a las empresas a prepararse para operar en un mundo limitado por el carbono", dijo Dickinson a IPS.
Las emisiones generadas por la quema de combustibles fósiles como el carbón, el gas y el petróleo están causando el cambio climático, que resulta en daños y pérdidas de miles de millones de dólares debido a tormentas más intensas, temperaturas más elevadas y más inundaciones, entre otros factores.
Muchos economistas y expertos en política reconocen que, a menos que quienes generan emisiones de carbono sean obligados a pagar un alto precio por ellas, la mayoría no cambiará su modo de operar.
En su nuevo libro, "Plan B 3.0: Mobilising to Save Civilisation" ("Plan B 3.0: Movilizándose para salvar a la civilización"), Lester Brown, presidente del Instituto para las Políticas de la Tierra, con sede en Washington, recomendó un aumento de los impuestos al carbono de 20 dólares por tonelada cada año entre 2008 y 2020, estabilizándose en 240 dólares por tonelada.
Ese impuesto se compensará en cada etapa con una reducción en los impuestos a los ingresos para desalentar el uso de combustibles fósiles y estimular las inversiones en fuentes renovables de energía.
Pero pocas firmas saben cuáles son sus emisiones de carbono, porque no hay ninguna razón que los obligue a medirlas, observó Dickinson.
"Estamos intentando cambiar eso porque, si las compañías no miden sus emisiones, no pueden manejarlas", dijo.
Cada una de las 11 corporaciones que participan en la Colaboración del Liderazgo de la Cadena de Suministro (SCLC, por sus siglas en inglés) le pedirá a hasta 50 proveedores que completen una solicitud de información estandarizada que sea probada en el primer trimestre de 2008.
El objetivo del Proyecto de Revelación de Carbono es ampliar la SCLC y terminar involucrando a decenas de miles de compañías de la cadena de suministro, así como ayudar a las grandes empresas y proveedores a desarrollar estrategias para reducir sus emisiones de carbono.
El Proyecto de Revelación de Carbono está creando un enfoque único y estandarizado para proporcionar un intercambio clave de información climática a través de sus cadenas de suministro.
"Ésta es la fase uno de un esfuerzo mayor que se concretará luego para medir las emisiones de todos los proveedores", señaló Dickinson.
Los participantes de este primer proyecto piloto incluyen a Dell, Hewlett Packard, L'Oreal, PepsiCo, Cadbury Schweppes, Nestlé, Procter & Gamble, Tesco, Imperial Tobacco y Unilever.
"Nuestra asociación con el Proyecto de Revelación de Carbono en la SCLC nos dará una oportunidad tremenda de ayudar a reducir no sólo nuestras propias emisiones de carbono sino, en última instancia, las de nuestra cadena de suministro", expresó en una declaración escrita Tod Arbogast, director de empresas sustentables en Dell.
Los resultados del proyecto piloto refinarán el proceso y posibilitarán que grandes empresas trabajen para manejar sus emisiones totales de carbono, dado que el primer paso para reducir las emisiones totales es medir su tamaño. Luego, tanto las grandes compañías como sus proveedores pueden trabajar juntos para desarrollar esas estrategias con el fin de reducir sus emisiones.
"Muchos de los participantes se dan cuenta de que reducir las emisiones siendo más eficientes desde el punto de vista energético disminuye los costos de la energía", destacó Dickinson.
Los inversores institucionales se encuentran entre quienes respaldan al Proyecto de Revelación de Carbono porque saben que el cambio climático está modificando la manera en cómo operan las empresas. Aunque muchas firmas europeas se dan cuenta de esto, menos de la mitad de las más grandes de Estados Unidos se toman muy en serio el cambio climático, según un estudio realizado hace un año por Ceres y el Calvert Group.
Y la mayoría de los bancos del mundo no lograron hacer que sus mentes colectivas se adaptaran a la nueva realidad del siglo XXI y continuaran invirtiendo en centrales alimentadas a carbón, o el desarrollo de arenas alquitranadas canadienses, dos importantes fuentes de gases de efecto invernadero.
"Cada vez más bancos se dan cuenta de que el cambio climático es un asunto de grandes empresas, pero sus respuestas hasta ahora son la punta del iceberg de lo que se necesita para hacer frente a este colosal desafío global", dijo Mindy Lubber, presidenta de Ceres, que este mes publicó un nuevo informe sobre el sector bancario.
El informe, "Gobernanza corporativa y cambio climático: El sector bancario", que estudió los casos de 40 bancos y empresas de servicios financieros del mundo, reveló que alrededor de la mitad ofrecían fondos específicos para el clima y productos similares.
La clave para hacer que los bancos dejen de invertir en combustibles fósiles y proyectos que generan grandes emisiones de carbono es ponerles un precio a esas emisiones, enfatizó Lubber.
"Si el carbono no tiene un precio, es la señal equivocada. Y los bancos y los fondos de pensión necesitan señales adecuadas del mercado", opinó.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
sábado, diciembre 22, 2007
Italia: nuevas perspectivas para el “carbón limpio”
La cuestión energética constituye un importante problema para el sistema productivo italiano. En los últimos años, la polémica a cerca de la utilización del “carbón limpio” se ha hecho mucho más intensa. El “carbón limpio” se obtiene a través de una nueva forma de purificación de los combustibles y promete importantes ventajas (aunque también desventajas) para productores y consumidores.
La cuestión de la energía constituye desde siempre una espina clavada en el sistema productivo italiano, pues, al margen de las dinámicas vinculadas al uso de la energía nuclear, el aprovechamiento de los recursos ha condicionado siempre la política del país. Actualmente la producción energética italiana se compone de una mezcla de aceite y gas (cerca del 60%), fuentes renovables (15'2%, comprendido el sector hidroeléctrico), derivados del petróleo (14%) y carbón, cuya producción representa el 11% de las necesidades energéticas del país, con niveles que oscilan entre el 10% y el 25%. En cualquier caso, sobresalen claramente dos factores: en primer lugar, la dependencia respecto a las fuentes de aprovisionamento externas, sobre todo del gas natural, lo que tiene claras repercusiones tanto a nivel económico como geopolítico; en segundo lugar, la enorme incidencia de los hidrocarburos en todo el cuadro energético del país. Todo este panorama, que separa claramente a Italia del resto de los países europeos, se remonta a las políticas adoptadas durante los años 70 y 80, consecuencia, primero, de la crisis petrolífera de 1973 y, segundo, del referéndum sobre la cuestión nuclear de 1987. Estos acontecimientos determinaron un desplazamiento cada vez más marcado hacia el uso del metano y de los gases naturales, relegando a un segundo plano la utilización del carbón y eliminando completamente el suministro proporcionado por las centrales atómicas.
Carbón limpio: el caso italiano
Desde hace algunos años ha comenzado a abrirse paso una alternativa consistente en el aprovechamiento del carbón limpio. De forma general, se trata de una técnica que consiste en la “purificación” de los fósiles de los elementos químicos con el fin de obtener un material más homogéneo que pueda ser tratado posteriormente, a lo largo de sus sucesivos estadios de elaboración. Aunque la comunidad científica no se pone de acuerdo a la hora de valorar dicho proceso, desde el punto de vista económico el carbón parece contar con un respaldo general. Al menos eso es lo que ha quedado plasmado en el informe sobre Perspectivas Energéticas Mundiales (World Energy Outlook) presentado el pasado mes de noviembre en un Congreso celebrado en Roma, en el que se ha establecido como objetivo primordial llamar la atención de los países sobre la situación energética mundial. Es en este encuentro en el que Italia ha pasado oficialmente a formar parte de la Asociación Global de Energía Nuclear, iniciativa ideada por Washington para el desarrollo de avanzadas tecnologías nucleares de cuarta generación. Se trata de un acuerdo bilateral en materia de investigación y desarrollo que, en palabras de Bersani, Ministro de Desarrollo Económico, “implicará un intercambio recíproco de información sobre tecnologías energéticas del sector, especialmente sobre el uso de carbón limpio y energía nuclear, además de hidrógeno y bioenergía”. El énfasis en este caso recae sobre el carbón limpio más que sobre la energía nuclear, ya que se espera poder fomentar nuevos desarrollos, hasta el momento confinados exclusivamente al mundo de la investigación. Al margen del Congreso, Bersani afirmó que Italia necesita mayores niveles de carbón y que un incremento del 11 al 38% de la producción podría satisfacer las necesidades del país y disminuir la dependencia de los suministros externos.
El ingreso de Italia en la Asociación Global de Energía Nuclear, de la que forman parte también Rusia, China, Francia y Japón, refleja, por lo tanto, una tendencia general de revalorización de la combustión fósil, una revalorización mencionada también por George W. Bush en su último discurso ante el Congreso americano. A pesar de que el mínimo común denominador de la GNEP esté representado por la energía atómica, el carbón limpio es señalado por la misma organización como una fuente fundamental para las futuras estrategias energéticas. Como confirmación de esta tendencia pueden señalarse los dos siguientes factores. En primer lugar, durante el 2007 las estimaciones señalaban un incremento de la producción mundial de carbón de un 7%, con un total de aproximadamente 6.000 millones de toneladas producidas; dicho resultado ha sido corroborado por la relativa estabilidad de los precios, que han registrado en los últimos años variaciones mínimas, originadas casi exclusivamente por causas exógenas (aumento de los costes de transporte). Si se compara con las oscilaciones y con las incertidumbres del petróleo y del gas natural, esta tendencia no puede más que inclinar la balanza a favor del carbón. En segundo lugar, síntoma de esta evolución es el anuncio del Presidente Ruso Vladimir Putin del desarrollo de un plan de conversión de 16 centrales de gas en centrales productoras de carbón, que deberían conseguir, para el 2015, un incremento de la producción de energía fósil del actual 15% a un 35%, lo cual permitiría dirigir el superávit de gas hacia los mercados exteriores más rentables. Dicha lógica se encuentra vinculada más a la esfera económica que a la ecológica, y, por lo tanto, pone de relieve la existencia de motivaciones más profundas para apoyar la explotación del carbón limpio.
Los protagonistas del carbón limpio en Italia
¿Cuáles son, por lo tanto, en Italia, los principales protagonistas implicados a nivel económico en el sector del carbón limpio? Se puede hablar de una pluralidad de sujetos, con modalidades de participación y gestión diferentes. En primera linea se encuentra Enel, cuyo papel es de fundamental importancia, tal y como se verá con profundidad a continuación. Además, en materia de gestión y búsqueda, destacan por su activo esfuerzo algunos entes y sujetos con participación estatal como Enea (Ente para las Nuevas Tecnologías, la Energía y el Ambiente), Sogin (Sociedad de Gestión de Plantas Nucleares) y Cesi Ricerca. Tales sociedades han desarrollado y desarrollan todavía un rol fundamental en el estudio y promoción de la explotación del carbón limpio en Italia, a través de una actividad de lobby sobre la que algunas áreas del panorama político italiano han expresado sus reservas. De hecho, estos sujetos han desarrollado un papel activo en la promoción de la Asociación Global de Energía Nuclear, ya desde las primeras negociaciones para la adhesión en noviembre de 2006.
A nivel privado la competición parece concernir casi exclusivamente a Enel y Finmeccanica; esta última, de hecho, opera en el sector de la energía a través de la sociedad participativa Anslado, que tanto en Italia como en el resto del mundo se ocupa de la construcción y la gestión de plantas de gas, carbón y nucleares. La empresa recientemente ha invertido aproximadamente 45 millones de dólares en la construcción de una nueva central en Rusia, en colaboración con el coloso Gazprom, y ha realizado una diversificación de su estrategia productiva con el fin de liberar recursos para el desarrollo del carbón limpio.
Enel todavía representa la realidad punta del sector, gracias a una mezcla de inversiones y conocimientos. De hecho, la empresa está realizando una radical y discutida reestructuración de las principales plantas de producción, situadas en Civitavecchia y Brindisi, con el objetivo de incrementar la utilización de carbón limpio y el porcentaje de energía producida con éste. En palabras del Consejero Delegado del grupo, Fulvio Conti, las modificaciones estructurales aplicadas deberían conducir en los próximos años a una reducción unitaria de los costes de entre el 20 y el 30%, igualando los costes energéticos a los niveles medios europeos. Esta reducción, según la propia empresa, podría liberar recursos y permitir así la inversión en fuentes renovables como la energía solar o eólica.
El incremento de la utilización de carbón, sobre todo en la central de Civitaecchia, cuenta con una fuerte oposición por parte de la población, las sociedades locales y las organizaciones ambientales. Precisamente hace pocos días, activistas de Greenpeace realizaron una protesta simbólica delante de la central nuclear de Torre Valdaliga Norte, subrayando la peligrosidad de la estructura y recordando los objetivos del Protocolo de Kyoto. Esta protesta fue apoyada por gran parte de los habitantes e instituciones de la zona y ha sido avivada a través de Internet, donde han surgido numerosos portales que se han manifestado en contra del uso del coque.
La situación es diferente en Cerdeña, donde el presidente de la región, Renato Soru, ha dado luz verde a la construcción de una nueva central de carbón limpio, que sustituirá a las anteriores plantas de gas. La estructura utilizará el material de las minas de Sulcis y empleará una nueva tecnología denominada CoHyGen. Este procedimiento permite la separación del hidrógeno presente en el carbón y su utilización con fines productivos, optimizando los recursos y garantizando una disminución de los costes. El proyecto ha sido desarrollado por Sotacarbo, sociedad líder en tecnologías de extracción, en colaboración con Enea y Ansaldo Ricerche, y podría ser utilizado en el futuro también en plantas situadas fuera de Cerdeña.
Conclusiones
No parece existir un consenso, a nivel científico y social, acerca del carbón limpio. Las inversiones y los esfuerzos de las grandes empresas, como Enel y Ansaldo reflejan la voluntad de conseguir este objetivo, con el fin de optimizar la producción de energía en Italia y obtener significativos incrementos en la facturación. De hecho, la dimensión económica del proceso puesto en marcha es tangible, e inevitablemente condicionará tanto las dinámicas del mercado energético italiano como las políticas gubernamentales sobre dicha materia. Por otro lado, la atención a la evolución del sector, así como el respeto al protocolo de Kyoto, indican un interés hacia un retorno neto al carbón, que presenta menores costes de producción y menores riesgos geopolíticos. El continuo aumento del precio del petróleo y las tensiones en Asia Central y en Europa del Este podrían jugar un papel fundamental en la política energética del país durante los próximos años.
La cuestión de la energía constituye desde siempre una espina clavada en el sistema productivo italiano, pues, al margen de las dinámicas vinculadas al uso de la energía nuclear, el aprovechamiento de los recursos ha condicionado siempre la política del país. Actualmente la producción energética italiana se compone de una mezcla de aceite y gas (cerca del 60%), fuentes renovables (15'2%, comprendido el sector hidroeléctrico), derivados del petróleo (14%) y carbón, cuya producción representa el 11% de las necesidades energéticas del país, con niveles que oscilan entre el 10% y el 25%. En cualquier caso, sobresalen claramente dos factores: en primer lugar, la dependencia respecto a las fuentes de aprovisionamento externas, sobre todo del gas natural, lo que tiene claras repercusiones tanto a nivel económico como geopolítico; en segundo lugar, la enorme incidencia de los hidrocarburos en todo el cuadro energético del país. Todo este panorama, que separa claramente a Italia del resto de los países europeos, se remonta a las políticas adoptadas durante los años 70 y 80, consecuencia, primero, de la crisis petrolífera de 1973 y, segundo, del referéndum sobre la cuestión nuclear de 1987. Estos acontecimientos determinaron un desplazamiento cada vez más marcado hacia el uso del metano y de los gases naturales, relegando a un segundo plano la utilización del carbón y eliminando completamente el suministro proporcionado por las centrales atómicas.
Carbón limpio: el caso italiano
Desde hace algunos años ha comenzado a abrirse paso una alternativa consistente en el aprovechamiento del carbón limpio. De forma general, se trata de una técnica que consiste en la “purificación” de los fósiles de los elementos químicos con el fin de obtener un material más homogéneo que pueda ser tratado posteriormente, a lo largo de sus sucesivos estadios de elaboración. Aunque la comunidad científica no se pone de acuerdo a la hora de valorar dicho proceso, desde el punto de vista económico el carbón parece contar con un respaldo general. Al menos eso es lo que ha quedado plasmado en el informe sobre Perspectivas Energéticas Mundiales (World Energy Outlook) presentado el pasado mes de noviembre en un Congreso celebrado en Roma, en el que se ha establecido como objetivo primordial llamar la atención de los países sobre la situación energética mundial. Es en este encuentro en el que Italia ha pasado oficialmente a formar parte de la Asociación Global de Energía Nuclear, iniciativa ideada por Washington para el desarrollo de avanzadas tecnologías nucleares de cuarta generación. Se trata de un acuerdo bilateral en materia de investigación y desarrollo que, en palabras de Bersani, Ministro de Desarrollo Económico, “implicará un intercambio recíproco de información sobre tecnologías energéticas del sector, especialmente sobre el uso de carbón limpio y energía nuclear, además de hidrógeno y bioenergía”. El énfasis en este caso recae sobre el carbón limpio más que sobre la energía nuclear, ya que se espera poder fomentar nuevos desarrollos, hasta el momento confinados exclusivamente al mundo de la investigación. Al margen del Congreso, Bersani afirmó que Italia necesita mayores niveles de carbón y que un incremento del 11 al 38% de la producción podría satisfacer las necesidades del país y disminuir la dependencia de los suministros externos.
El ingreso de Italia en la Asociación Global de Energía Nuclear, de la que forman parte también Rusia, China, Francia y Japón, refleja, por lo tanto, una tendencia general de revalorización de la combustión fósil, una revalorización mencionada también por George W. Bush en su último discurso ante el Congreso americano. A pesar de que el mínimo común denominador de la GNEP esté representado por la energía atómica, el carbón limpio es señalado por la misma organización como una fuente fundamental para las futuras estrategias energéticas. Como confirmación de esta tendencia pueden señalarse los dos siguientes factores. En primer lugar, durante el 2007 las estimaciones señalaban un incremento de la producción mundial de carbón de un 7%, con un total de aproximadamente 6.000 millones de toneladas producidas; dicho resultado ha sido corroborado por la relativa estabilidad de los precios, que han registrado en los últimos años variaciones mínimas, originadas casi exclusivamente por causas exógenas (aumento de los costes de transporte). Si se compara con las oscilaciones y con las incertidumbres del petróleo y del gas natural, esta tendencia no puede más que inclinar la balanza a favor del carbón. En segundo lugar, síntoma de esta evolución es el anuncio del Presidente Ruso Vladimir Putin del desarrollo de un plan de conversión de 16 centrales de gas en centrales productoras de carbón, que deberían conseguir, para el 2015, un incremento de la producción de energía fósil del actual 15% a un 35%, lo cual permitiría dirigir el superávit de gas hacia los mercados exteriores más rentables. Dicha lógica se encuentra vinculada más a la esfera económica que a la ecológica, y, por lo tanto, pone de relieve la existencia de motivaciones más profundas para apoyar la explotación del carbón limpio.
Los protagonistas del carbón limpio en Italia
¿Cuáles son, por lo tanto, en Italia, los principales protagonistas implicados a nivel económico en el sector del carbón limpio? Se puede hablar de una pluralidad de sujetos, con modalidades de participación y gestión diferentes. En primera linea se encuentra Enel, cuyo papel es de fundamental importancia, tal y como se verá con profundidad a continuación. Además, en materia de gestión y búsqueda, destacan por su activo esfuerzo algunos entes y sujetos con participación estatal como Enea (Ente para las Nuevas Tecnologías, la Energía y el Ambiente), Sogin (Sociedad de Gestión de Plantas Nucleares) y Cesi Ricerca. Tales sociedades han desarrollado y desarrollan todavía un rol fundamental en el estudio y promoción de la explotación del carbón limpio en Italia, a través de una actividad de lobby sobre la que algunas áreas del panorama político italiano han expresado sus reservas. De hecho, estos sujetos han desarrollado un papel activo en la promoción de la Asociación Global de Energía Nuclear, ya desde las primeras negociaciones para la adhesión en noviembre de 2006.
A nivel privado la competición parece concernir casi exclusivamente a Enel y Finmeccanica; esta última, de hecho, opera en el sector de la energía a través de la sociedad participativa Anslado, que tanto en Italia como en el resto del mundo se ocupa de la construcción y la gestión de plantas de gas, carbón y nucleares. La empresa recientemente ha invertido aproximadamente 45 millones de dólares en la construcción de una nueva central en Rusia, en colaboración con el coloso Gazprom, y ha realizado una diversificación de su estrategia productiva con el fin de liberar recursos para el desarrollo del carbón limpio.
Enel todavía representa la realidad punta del sector, gracias a una mezcla de inversiones y conocimientos. De hecho, la empresa está realizando una radical y discutida reestructuración de las principales plantas de producción, situadas en Civitavecchia y Brindisi, con el objetivo de incrementar la utilización de carbón limpio y el porcentaje de energía producida con éste. En palabras del Consejero Delegado del grupo, Fulvio Conti, las modificaciones estructurales aplicadas deberían conducir en los próximos años a una reducción unitaria de los costes de entre el 20 y el 30%, igualando los costes energéticos a los niveles medios europeos. Esta reducción, según la propia empresa, podría liberar recursos y permitir así la inversión en fuentes renovables como la energía solar o eólica.
El incremento de la utilización de carbón, sobre todo en la central de Civitaecchia, cuenta con una fuerte oposición por parte de la población, las sociedades locales y las organizaciones ambientales. Precisamente hace pocos días, activistas de Greenpeace realizaron una protesta simbólica delante de la central nuclear de Torre Valdaliga Norte, subrayando la peligrosidad de la estructura y recordando los objetivos del Protocolo de Kyoto. Esta protesta fue apoyada por gran parte de los habitantes e instituciones de la zona y ha sido avivada a través de Internet, donde han surgido numerosos portales que se han manifestado en contra del uso del coque.
La situación es diferente en Cerdeña, donde el presidente de la región, Renato Soru, ha dado luz verde a la construcción de una nueva central de carbón limpio, que sustituirá a las anteriores plantas de gas. La estructura utilizará el material de las minas de Sulcis y empleará una nueva tecnología denominada CoHyGen. Este procedimiento permite la separación del hidrógeno presente en el carbón y su utilización con fines productivos, optimizando los recursos y garantizando una disminución de los costes. El proyecto ha sido desarrollado por Sotacarbo, sociedad líder en tecnologías de extracción, en colaboración con Enea y Ansaldo Ricerche, y podría ser utilizado en el futuro también en plantas situadas fuera de Cerdeña.
Conclusiones
No parece existir un consenso, a nivel científico y social, acerca del carbón limpio. Las inversiones y los esfuerzos de las grandes empresas, como Enel y Ansaldo reflejan la voluntad de conseguir este objetivo, con el fin de optimizar la producción de energía en Italia y obtener significativos incrementos en la facturación. De hecho, la dimensión económica del proceso puesto en marcha es tangible, e inevitablemente condicionará tanto las dinámicas del mercado energético italiano como las políticas gubernamentales sobre dicha materia. Por otro lado, la atención a la evolución del sector, así como el respeto al protocolo de Kyoto, indican un interés hacia un retorno neto al carbón, que presenta menores costes de producción y menores riesgos geopolíticos. El continuo aumento del precio del petróleo y las tensiones en Asia Central y en Europa del Este podrían jugar un papel fundamental en la política energética del país durante los próximos años.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Kyoto,
MDL,
Mercado de Carbono
Italia: nuevas perspectivas para el “carbón limpio”
La cuestión energética constituye un importante problema para el sistema productivo italiano. En los últimos años, la polémica a cerca de la utilización del “carbón limpio” se ha hecho mucho más intensa. El “carbón limpio” se obtiene a través de una nueva forma de purificación de los combustibles y promete importantes ventajas (aunque también desventajas) para productores y consumidores.
La cuestión de la energía constituye desde siempre una espina clavada en el sistema productivo italiano, pues, al margen de las dinámicas vinculadas al uso de la energía nuclear, el aprovechamiento de los recursos ha condicionado siempre la política del país. Actualmente la producción energética italiana se compone de una mezcla de aceite y gas (cerca del 60%), fuentes renovables (15'2%, comprendido el sector hidroeléctrico), derivados del petróleo (14%) y carbón, cuya producción representa el 11% de las necesidades energéticas del país, con niveles que oscilan entre el 10% y el 25%. En cualquier caso, sobresalen claramente dos factores: en primer lugar, la dependencia respecto a las fuentes de aprovisionamento externas, sobre todo del gas natural, lo que tiene claras repercusiones tanto a nivel económico como geopolítico; en segundo lugar, la enorme incidencia de los hidrocarburos en todo el cuadro energético del país. Todo este panorama, que separa claramente a Italia del resto de los países europeos, se remonta a las políticas adoptadas durante los años 70 y 80, consecuencia, primero, de la crisis petrolífera de 1973 y, segundo, del referéndum sobre la cuestión nuclear de 1987. Estos acontecimientos determinaron un desplazamiento cada vez más marcado hacia el uso del metano y de los gases naturales, relegando a un segundo plano la utilización del carbón y eliminando completamente el suministro proporcionado por las centrales atómicas.
Carbón limpio: el caso italiano
Desde hace algunos años ha comenzado a abrirse paso una alternativa consistente en el aprovechamiento del carbón limpio. De forma general, se trata de una técnica que consiste en la “purificación” de los fósiles de los elementos químicos con el fin de obtener un material más homogéneo que pueda ser tratado posteriormente, a lo largo de sus sucesivos estadios de elaboración. Aunque la comunidad científica no se pone de acuerdo a la hora de valorar dicho proceso, desde el punto de vista económico el carbón parece contar con un respaldo general. Al menos eso es lo que ha quedado plasmado en el informe sobre Perspectivas Energéticas Mundiales (World Energy Outlook) presentado el pasado mes de noviembre en un Congreso celebrado en Roma, en el que se ha establecido como objetivo primordial llamar la atención de los países sobre la situación energética mundial. Es en este encuentro en el que Italia ha pasado oficialmente a formar parte de la Asociación Global de Energía Nuclear, iniciativa ideada por Washington para el desarrollo de avanzadas tecnologías nucleares de cuarta generación. Se trata de un acuerdo bilateral en materia de investigación y desarrollo que, en palabras de Bersani, Ministro de Desarrollo Económico, “implicará un intercambio recíproco de información sobre tecnologías energéticas del sector, especialmente sobre el uso de carbón limpio y energía nuclear, además de hidrógeno y bioenergía”. El énfasis en este caso recae sobre el carbón limpio más que sobre la energía nuclear, ya que se espera poder fomentar nuevos desarrollos, hasta el momento confinados exclusivamente al mundo de la investigación. Al margen del Congreso, Bersani afirmó que Italia necesita mayores niveles de carbón y que un incremento del 11 al 38% de la producción podría satisfacer las necesidades del país y disminuir la dependencia de los suministros externos.
El ingreso de Italia en la Asociación Global de Energía Nuclear, de la que forman parte también Rusia, China, Francia y Japón, refleja, por lo tanto, una tendencia general de revalorización de la combustión fósil, una revalorización mencionada también por George W. Bush en su último discurso ante el Congreso americano. A pesar de que el mínimo común denominador de la GNEP esté representado por la energía atómica, el carbón limpio es señalado por la misma organización como una fuente fundamental para las futuras estrategias energéticas. Como confirmación de esta tendencia pueden señalarse los dos siguientes factores. En primer lugar, durante el 2007 las estimaciones señalaban un incremento de la producción mundial de carbón de un 7%, con un total de aproximadamente 6.000 millones de toneladas producidas; dicho resultado ha sido corroborado por la relativa estabilidad de los precios, que han registrado en los últimos años variaciones mínimas, originadas casi exclusivamente por causas exógenas (aumento de los costes de transporte). Si se compara con las oscilaciones y con las incertidumbres del petróleo y del gas natural, esta tendencia no puede más que inclinar la balanza a favor del carbón. En segundo lugar, síntoma de esta evolución es el anuncio del Presidente Ruso Vladimir Putin del desarrollo de un plan de conversión de 16 centrales de gas en centrales productoras de carbón, que deberían conseguir, para el 2015, un incremento de la producción de energía fósil del actual 15% a un 35%, lo cual permitiría dirigir el superávit de gas hacia los mercados exteriores más rentables. Dicha lógica se encuentra vinculada más a la esfera económica que a la ecológica, y, por lo tanto, pone de relieve la existencia de motivaciones más profundas para apoyar la explotación del carbón limpio.
Los protagonistas del carbón limpio en Italia
¿Cuáles son, por lo tanto, en Italia, los principales protagonistas implicados a nivel económico en el sector del carbón limpio? Se puede hablar de una pluralidad de sujetos, con modalidades de participación y gestión diferentes. En primera linea se encuentra Enel, cuyo papel es de fundamental importancia, tal y como se verá con profundidad a continuación. Además, en materia de gestión y búsqueda, destacan por su activo esfuerzo algunos entes y sujetos con participación estatal como Enea (Ente para las Nuevas Tecnologías, la Energía y el Ambiente), Sogin (Sociedad de Gestión de Plantas Nucleares) y Cesi Ricerca. Tales sociedades han desarrollado y desarrollan todavía un rol fundamental en el estudio y promoción de la explotación del carbón limpio en Italia, a través de una actividad de lobby sobre la que algunas áreas del panorama político italiano han expresado sus reservas. De hecho, estos sujetos han desarrollado un papel activo en la promoción de la Asociación Global de Energía Nuclear, ya desde las primeras negociaciones para la adhesión en noviembre de 2006.
A nivel privado la competición parece concernir casi exclusivamente a Enel y Finmeccanica; esta última, de hecho, opera en el sector de la energía a través de la sociedad participativa Anslado, que tanto en Italia como en el resto del mundo se ocupa de la construcción y la gestión de plantas de gas, carbón y nucleares. La empresa recientemente ha invertido aproximadamente 45 millones de dólares en la construcción de una nueva central en Rusia, en colaboración con el coloso Gazprom, y ha realizado una diversificación de su estrategia productiva con el fin de liberar recursos para el desarrollo del carbón limpio.
Enel todavía representa la realidad punta del sector, gracias a una mezcla de inversiones y conocimientos. De hecho, la empresa está realizando una radical y discutida reestructuración de las principales plantas de producción, situadas en Civitavecchia y Brindisi, con el objetivo de incrementar la utilización de carbón limpio y el porcentaje de energía producida con éste. En palabras del Consejero Delegado del grupo, Fulvio Conti, las modificaciones estructurales aplicadas deberían conducir en los próximos años a una reducción unitaria de los costes de entre el 20 y el 30%, igualando los costes energéticos a los niveles medios europeos. Esta reducción, según la propia empresa, podría liberar recursos y permitir así la inversión en fuentes renovables como la energía solar o eólica.
El incremento de la utilización de carbón, sobre todo en la central de Civitaecchia, cuenta con una fuerte oposición por parte de la población, las sociedades locales y las organizaciones ambientales. Precisamente hace pocos días, activistas de Greenpeace realizaron una protesta simbólica delante de la central nuclear de Torre Valdaliga Norte, subrayando la peligrosidad de la estructura y recordando los objetivos del Protocolo de Kyoto. Esta protesta fue apoyada por gran parte de los habitantes e instituciones de la zona y ha sido avivada a través de Internet, donde han surgido numerosos portales que se han manifestado en contra del uso del coque.
La situación es diferente en Cerdeña, donde el presidente de la región, Renato Soru, ha dado luz verde a la construcción de una nueva central de carbón limpio, que sustituirá a las anteriores plantas de gas. La estructura utilizará el material de las minas de Sulcis y empleará una nueva tecnología denominada CoHyGen. Este procedimiento permite la separación del hidrógeno presente en el carbón y su utilización con fines productivos, optimizando los recursos y garantizando una disminución de los costes. El proyecto ha sido desarrollado por Sotacarbo, sociedad líder en tecnologías de extracción, en colaboración con Enea y Ansaldo Ricerche, y podría ser utilizado en el futuro también en plantas situadas fuera de Cerdeña.
Conclusiones
No parece existir un consenso, a nivel científico y social, acerca del carbón limpio. Las inversiones y los esfuerzos de las grandes empresas, como Enel y Ansaldo reflejan la voluntad de conseguir este objetivo, con el fin de optimizar la producción de energía en Italia y obtener significativos incrementos en la facturación. De hecho, la dimensión económica del proceso puesto en marcha es tangible, e inevitablemente condicionará tanto las dinámicas del mercado energético italiano como las políticas gubernamentales sobre dicha materia. Por otro lado, la atención a la evolución del sector, así como el respeto al protocolo de Kyoto, indican un interés hacia un retorno neto al carbón, que presenta menores costes de producción y menores riesgos geopolíticos. El continuo aumento del precio del petróleo y las tensiones en Asia Central y en Europa del Este podrían jugar un papel fundamental en la política energética del país durante los próximos años.
La cuestión de la energía constituye desde siempre una espina clavada en el sistema productivo italiano, pues, al margen de las dinámicas vinculadas al uso de la energía nuclear, el aprovechamiento de los recursos ha condicionado siempre la política del país. Actualmente la producción energética italiana se compone de una mezcla de aceite y gas (cerca del 60%), fuentes renovables (15'2%, comprendido el sector hidroeléctrico), derivados del petróleo (14%) y carbón, cuya producción representa el 11% de las necesidades energéticas del país, con niveles que oscilan entre el 10% y el 25%. En cualquier caso, sobresalen claramente dos factores: en primer lugar, la dependencia respecto a las fuentes de aprovisionamento externas, sobre todo del gas natural, lo que tiene claras repercusiones tanto a nivel económico como geopolítico; en segundo lugar, la enorme incidencia de los hidrocarburos en todo el cuadro energético del país. Todo este panorama, que separa claramente a Italia del resto de los países europeos, se remonta a las políticas adoptadas durante los años 70 y 80, consecuencia, primero, de la crisis petrolífera de 1973 y, segundo, del referéndum sobre la cuestión nuclear de 1987. Estos acontecimientos determinaron un desplazamiento cada vez más marcado hacia el uso del metano y de los gases naturales, relegando a un segundo plano la utilización del carbón y eliminando completamente el suministro proporcionado por las centrales atómicas.
Carbón limpio: el caso italiano
Desde hace algunos años ha comenzado a abrirse paso una alternativa consistente en el aprovechamiento del carbón limpio. De forma general, se trata de una técnica que consiste en la “purificación” de los fósiles de los elementos químicos con el fin de obtener un material más homogéneo que pueda ser tratado posteriormente, a lo largo de sus sucesivos estadios de elaboración. Aunque la comunidad científica no se pone de acuerdo a la hora de valorar dicho proceso, desde el punto de vista económico el carbón parece contar con un respaldo general. Al menos eso es lo que ha quedado plasmado en el informe sobre Perspectivas Energéticas Mundiales (World Energy Outlook) presentado el pasado mes de noviembre en un Congreso celebrado en Roma, en el que se ha establecido como objetivo primordial llamar la atención de los países sobre la situación energética mundial. Es en este encuentro en el que Italia ha pasado oficialmente a formar parte de la Asociación Global de Energía Nuclear, iniciativa ideada por Washington para el desarrollo de avanzadas tecnologías nucleares de cuarta generación. Se trata de un acuerdo bilateral en materia de investigación y desarrollo que, en palabras de Bersani, Ministro de Desarrollo Económico, “implicará un intercambio recíproco de información sobre tecnologías energéticas del sector, especialmente sobre el uso de carbón limpio y energía nuclear, además de hidrógeno y bioenergía”. El énfasis en este caso recae sobre el carbón limpio más que sobre la energía nuclear, ya que se espera poder fomentar nuevos desarrollos, hasta el momento confinados exclusivamente al mundo de la investigación. Al margen del Congreso, Bersani afirmó que Italia necesita mayores niveles de carbón y que un incremento del 11 al 38% de la producción podría satisfacer las necesidades del país y disminuir la dependencia de los suministros externos.
El ingreso de Italia en la Asociación Global de Energía Nuclear, de la que forman parte también Rusia, China, Francia y Japón, refleja, por lo tanto, una tendencia general de revalorización de la combustión fósil, una revalorización mencionada también por George W. Bush en su último discurso ante el Congreso americano. A pesar de que el mínimo común denominador de la GNEP esté representado por la energía atómica, el carbón limpio es señalado por la misma organización como una fuente fundamental para las futuras estrategias energéticas. Como confirmación de esta tendencia pueden señalarse los dos siguientes factores. En primer lugar, durante el 2007 las estimaciones señalaban un incremento de la producción mundial de carbón de un 7%, con un total de aproximadamente 6.000 millones de toneladas producidas; dicho resultado ha sido corroborado por la relativa estabilidad de los precios, que han registrado en los últimos años variaciones mínimas, originadas casi exclusivamente por causas exógenas (aumento de los costes de transporte). Si se compara con las oscilaciones y con las incertidumbres del petróleo y del gas natural, esta tendencia no puede más que inclinar la balanza a favor del carbón. En segundo lugar, síntoma de esta evolución es el anuncio del Presidente Ruso Vladimir Putin del desarrollo de un plan de conversión de 16 centrales de gas en centrales productoras de carbón, que deberían conseguir, para el 2015, un incremento de la producción de energía fósil del actual 15% a un 35%, lo cual permitiría dirigir el superávit de gas hacia los mercados exteriores más rentables. Dicha lógica se encuentra vinculada más a la esfera económica que a la ecológica, y, por lo tanto, pone de relieve la existencia de motivaciones más profundas para apoyar la explotación del carbón limpio.
Los protagonistas del carbón limpio en Italia
¿Cuáles son, por lo tanto, en Italia, los principales protagonistas implicados a nivel económico en el sector del carbón limpio? Se puede hablar de una pluralidad de sujetos, con modalidades de participación y gestión diferentes. En primera linea se encuentra Enel, cuyo papel es de fundamental importancia, tal y como se verá con profundidad a continuación. Además, en materia de gestión y búsqueda, destacan por su activo esfuerzo algunos entes y sujetos con participación estatal como Enea (Ente para las Nuevas Tecnologías, la Energía y el Ambiente), Sogin (Sociedad de Gestión de Plantas Nucleares) y Cesi Ricerca. Tales sociedades han desarrollado y desarrollan todavía un rol fundamental en el estudio y promoción de la explotación del carbón limpio en Italia, a través de una actividad de lobby sobre la que algunas áreas del panorama político italiano han expresado sus reservas. De hecho, estos sujetos han desarrollado un papel activo en la promoción de la Asociación Global de Energía Nuclear, ya desde las primeras negociaciones para la adhesión en noviembre de 2006.
A nivel privado la competición parece concernir casi exclusivamente a Enel y Finmeccanica; esta última, de hecho, opera en el sector de la energía a través de la sociedad participativa Anslado, que tanto en Italia como en el resto del mundo se ocupa de la construcción y la gestión de plantas de gas, carbón y nucleares. La empresa recientemente ha invertido aproximadamente 45 millones de dólares en la construcción de una nueva central en Rusia, en colaboración con el coloso Gazprom, y ha realizado una diversificación de su estrategia productiva con el fin de liberar recursos para el desarrollo del carbón limpio.
Enel todavía representa la realidad punta del sector, gracias a una mezcla de inversiones y conocimientos. De hecho, la empresa está realizando una radical y discutida reestructuración de las principales plantas de producción, situadas en Civitavecchia y Brindisi, con el objetivo de incrementar la utilización de carbón limpio y el porcentaje de energía producida con éste. En palabras del Consejero Delegado del grupo, Fulvio Conti, las modificaciones estructurales aplicadas deberían conducir en los próximos años a una reducción unitaria de los costes de entre el 20 y el 30%, igualando los costes energéticos a los niveles medios europeos. Esta reducción, según la propia empresa, podría liberar recursos y permitir así la inversión en fuentes renovables como la energía solar o eólica.
El incremento de la utilización de carbón, sobre todo en la central de Civitaecchia, cuenta con una fuerte oposición por parte de la población, las sociedades locales y las organizaciones ambientales. Precisamente hace pocos días, activistas de Greenpeace realizaron una protesta simbólica delante de la central nuclear de Torre Valdaliga Norte, subrayando la peligrosidad de la estructura y recordando los objetivos del Protocolo de Kyoto. Esta protesta fue apoyada por gran parte de los habitantes e instituciones de la zona y ha sido avivada a través de Internet, donde han surgido numerosos portales que se han manifestado en contra del uso del coque.
La situación es diferente en Cerdeña, donde el presidente de la región, Renato Soru, ha dado luz verde a la construcción de una nueva central de carbón limpio, que sustituirá a las anteriores plantas de gas. La estructura utilizará el material de las minas de Sulcis y empleará una nueva tecnología denominada CoHyGen. Este procedimiento permite la separación del hidrógeno presente en el carbón y su utilización con fines productivos, optimizando los recursos y garantizando una disminución de los costes. El proyecto ha sido desarrollado por Sotacarbo, sociedad líder en tecnologías de extracción, en colaboración con Enea y Ansaldo Ricerche, y podría ser utilizado en el futuro también en plantas situadas fuera de Cerdeña.
Conclusiones
No parece existir un consenso, a nivel científico y social, acerca del carbón limpio. Las inversiones y los esfuerzos de las grandes empresas, como Enel y Ansaldo reflejan la voluntad de conseguir este objetivo, con el fin de optimizar la producción de energía en Italia y obtener significativos incrementos en la facturación. De hecho, la dimensión económica del proceso puesto en marcha es tangible, e inevitablemente condicionará tanto las dinámicas del mercado energético italiano como las políticas gubernamentales sobre dicha materia. Por otro lado, la atención a la evolución del sector, así como el respeto al protocolo de Kyoto, indican un interés hacia un retorno neto al carbón, que presenta menores costes de producción y menores riesgos geopolíticos. El continuo aumento del precio del petróleo y las tensiones en Asia Central y en Europa del Este podrían jugar un papel fundamental en la política energética del país durante los próximos años.
Etiquetas:
Calentamiento,
Cambio climático,
Kyoto,
MDL,
Mercado de Carbono
domingo, octubre 14, 2007
Suiza-Chile avanzan en el mercado del Carbono
Suiza también quiere aplicar el Protocolo de Kyoto y bajar sus emisiones contaminantes hasta 2012. Una forma de hacerlo es invirtiendo en proyectos que reduzcan el efecto invernadero en países en desarrollo.
La Confederación Helvética es hoy en día uno de los líderes en tecnologías del medio ambiente: su expulsión de gases de anhídrido carbónico está dentro de la media de los demás países de la Unión Europea y es uno de los más eficientes del mundo en términos energéticos.
Razones de sobra para adherir, en 1997, al Protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Ese acuerdo compromete a las naciones industrializadas a reducir sus emisiones en un promedio de 5,2% respecto de los niveles de 1990 y, para cumplir esa meta hasta 2012, hay tres mecanismos:
Uno de ellos, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), permite a compañías de países desarrollados invertir en proyectos de reducción de emisiones en naciones en desarrollo. Si el proyecto cumple con todos los requisitos exigidos, podrá recibir un Certificado de Reducción de Emisiones (CERs), más conocido como 'créditos' o 'bonos de carbono'.
A través de estos bonos, las empresas pueden contabilizar como propias esas reducciones -como si las hubiesen efectuado en sus países de origen- o incluso comerciarlas en los mercados de emisiones.
¿Da lo mismo dónde (des)contaminar?
Dado que el cambio climático es un fenómeno que afecta a todo el planeta, se entiende que los proyectos destinados a disminuir emisiones contaminantes, independientemente del lugar en que se materialicen, van a beneficiar al mundo entero.
Jaime Eidelstein, director de EcoTrust, empresa suizo-chilena dedicada a la transacción internacional de bonos de carbono señala que "si bien en Chile, éste es un mercado incipiente, los proyectos realizados hasta ahora son de una envergadura profundamente interesante, teniendo en consideración los montos transados".
Entre ellos, menciona el de la central hidroeléctrica Chacabuquito, (2002-2003), el primer proyecto en Latinoamérica en vender reducciones de CO2 al alero del Protocolo de Kioto, generando una transacción de US$ 10 millones.
El proyecto de Nestlé Chile en 2003 también se considera emblemático en la historia nacional de este mercado. Para emitir bonos, la filial local de la multinacional suiza ejecutó un proyecto de energía en una de sus plantas productoras (Graneros), donde se pasó del uso de carbón al gas natural, logrando una reducción equivalente a 20.000 toneladas anuales de carbono.
Con inversión propia, la firma inició conversaciones directamente con la Organización de Naciones Unidas (ONU) para evaluar si la transformación en el uso de energía les permitía acogerse al protocolo. Buscaron un cliente potencial, que encontraron en Japón, y comenzaron con el reemplazo de carbón por gas natural. Gracias al éxito del proyecto, hoy exploran otras áreas que les permitan aprovechar estos beneficios.
Chile y la Fundación Suiza del Céntimo Climático
Según datos del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas, en este momento Chile es el 5º mayor oferente a nivel mundial en bonos de carbono, después de India, China, Corea del Sur y Brasil. A nivel regional, ocupa el 3º lugar en número de proyectos, con un 7% de la oferta. A la fecha en el país se han negociado 30 proyectos, los cuales podrían representar cifras cercanas a los US$ 210 millones.
La Confederación Helvética es hoy en día uno de los líderes en tecnologías del medio ambiente: su expulsión de gases de anhídrido carbónico está dentro de la media de los demás países de la Unión Europea y es uno de los más eficientes del mundo en términos energéticos.
Razones de sobra para adherir, en 1997, al Protocolo de Kioto sobre el cambio climático. Ese acuerdo compromete a las naciones industrializadas a reducir sus emisiones en un promedio de 5,2% respecto de los niveles de 1990 y, para cumplir esa meta hasta 2012, hay tres mecanismos:
Uno de ellos, el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), permite a compañías de países desarrollados invertir en proyectos de reducción de emisiones en naciones en desarrollo. Si el proyecto cumple con todos los requisitos exigidos, podrá recibir un Certificado de Reducción de Emisiones (CERs), más conocido como 'créditos' o 'bonos de carbono'.
A través de estos bonos, las empresas pueden contabilizar como propias esas reducciones -como si las hubiesen efectuado en sus países de origen- o incluso comerciarlas en los mercados de emisiones.
¿Da lo mismo dónde (des)contaminar?
Dado que el cambio climático es un fenómeno que afecta a todo el planeta, se entiende que los proyectos destinados a disminuir emisiones contaminantes, independientemente del lugar en que se materialicen, van a beneficiar al mundo entero.
Jaime Eidelstein, director de EcoTrust, empresa suizo-chilena dedicada a la transacción internacional de bonos de carbono señala que "si bien en Chile, éste es un mercado incipiente, los proyectos realizados hasta ahora son de una envergadura profundamente interesante, teniendo en consideración los montos transados".
Entre ellos, menciona el de la central hidroeléctrica Chacabuquito, (2002-2003), el primer proyecto en Latinoamérica en vender reducciones de CO2 al alero del Protocolo de Kioto, generando una transacción de US$ 10 millones.
El proyecto de Nestlé Chile en 2003 también se considera emblemático en la historia nacional de este mercado. Para emitir bonos, la filial local de la multinacional suiza ejecutó un proyecto de energía en una de sus plantas productoras (Graneros), donde se pasó del uso de carbón al gas natural, logrando una reducción equivalente a 20.000 toneladas anuales de carbono.
Con inversión propia, la firma inició conversaciones directamente con la Organización de Naciones Unidas (ONU) para evaluar si la transformación en el uso de energía les permitía acogerse al protocolo. Buscaron un cliente potencial, que encontraron en Japón, y comenzaron con el reemplazo de carbón por gas natural. Gracias al éxito del proyecto, hoy exploran otras áreas que les permitan aprovechar estos beneficios.
Chile y la Fundación Suiza del Céntimo Climático
Según datos del Programa Medioambiental de las Naciones Unidas, en este momento Chile es el 5º mayor oferente a nivel mundial en bonos de carbono, después de India, China, Corea del Sur y Brasil. A nivel regional, ocupa el 3º lugar en número de proyectos, con un 7% de la oferta. A la fecha en el país se han negociado 30 proyectos, los cuales podrían representar cifras cercanas a los US$ 210 millones.
lunes, septiembre 03, 2007
Hacia Kyoto II para reducir hasta un 40% las emisiones
Los representantes de 158 países participantes en una conferencia de la ONU sobre el clima llegaron ayer a un acuerdo básico para limitar la emisión de gases que producen el llamado efecto invernadero, en un pequeño avance hacia un pacto climático para reemplazar al vigente Protocolo de Kyoto, que expira en 2012.
Después de largos debates en la conferencia celebrada en Viena, los países participantes reconocieron oficialmente la necesidad de recortar antes de 2020 entre un 25 un 40 por ciento las emisiones contaminantes en los países industrializados antes con respecto a 1990.
Según el documento elaborado por los participantes, ese rango, que había sido propuesto por científicos expertos en cambio climático, "ofrecerá parámetros iniciales útiles para el nivel conjunto de búsqueda de mayores reducciones de emisiones".
Sin embargo, no se acordó, tal como querían la Unión Europea y los países en vías de desarrollo, que la reducción de entre el 25 y el 40 por ciento fuera considerada una guía indicativa más fuerte para un pacto climático futuro.
"Esto es un pequeño paso", dijo Arthur Runge-Metzerm jefe de la delegación de la Unión Europea. "Queremos pasos más grandes. Pero creo que el rango del 25 al 40 por ciento será visto como un punto de partida, una base para el trabajo posterior."
Países como Japón, Suiza, Nueva Zelanda, Canadá y Rusia objetaron la idea de fijar un valor concreto de reducción de emisión de gases, considerando que ésta podría terminar obligándolos a hacer radicales cambios en sus economías.
De todos modos, aunque los objetivos fijados por el acuerdo de ayer no son obligatorios, se los considera una señal importante de que las naciones industrializadas se proponen seriamente reducir la cantidad de gases peligrosos, en un esfuerzo por evitar las consecuencias más catastróficas del calentamiento terrestre.
El acuerdo deja en claro que las emisiones deben ser reducidas a "niveles muy bajos" para prevenir devastadoras inundaciones, sequías y otros fenómenos extremos.
El congreso de Viena, que tuvo lugar entre el 27 y el 31 de agosto, tenía como objetivo preparar la conferencia de diciembre de Bali, que definirá qué pasará con los compromisos frente al calentamiento global una vez que expire el Protocolo de Kyoto, en 2012. La ONU ha subrayado que para que pueda aplicarse un pacto posterior a Kyoto es necesario que, como máximo, se alcance un acuerdo en 2009.
En ese sentido, el recorte del 25 al 40 por ciento por debajo de los niveles de emisión de 1990 es un objetivo ambicioso, si se tiene en cuenta que el acuerdo de Kyoto establecía una disminución del 5 por ciento con respecto al mismo año.
Además, la ONU está haciendo esfuerzos para que un nuevo acuerdo climático incluya a grandes contaminantes que no firmaron el Protocolo de Kyoto, como Estados Unidos, Australia, China y la India.
Después de largos debates en la conferencia celebrada en Viena, los países participantes reconocieron oficialmente la necesidad de recortar antes de 2020 entre un 25 un 40 por ciento las emisiones contaminantes en los países industrializados antes con respecto a 1990.
Según el documento elaborado por los participantes, ese rango, que había sido propuesto por científicos expertos en cambio climático, "ofrecerá parámetros iniciales útiles para el nivel conjunto de búsqueda de mayores reducciones de emisiones".
Sin embargo, no se acordó, tal como querían la Unión Europea y los países en vías de desarrollo, que la reducción de entre el 25 y el 40 por ciento fuera considerada una guía indicativa más fuerte para un pacto climático futuro.
"Esto es un pequeño paso", dijo Arthur Runge-Metzerm jefe de la delegación de la Unión Europea. "Queremos pasos más grandes. Pero creo que el rango del 25 al 40 por ciento será visto como un punto de partida, una base para el trabajo posterior."
Países como Japón, Suiza, Nueva Zelanda, Canadá y Rusia objetaron la idea de fijar un valor concreto de reducción de emisión de gases, considerando que ésta podría terminar obligándolos a hacer radicales cambios en sus economías.
De todos modos, aunque los objetivos fijados por el acuerdo de ayer no son obligatorios, se los considera una señal importante de que las naciones industrializadas se proponen seriamente reducir la cantidad de gases peligrosos, en un esfuerzo por evitar las consecuencias más catastróficas del calentamiento terrestre.
El acuerdo deja en claro que las emisiones deben ser reducidas a "niveles muy bajos" para prevenir devastadoras inundaciones, sequías y otros fenómenos extremos.
El congreso de Viena, que tuvo lugar entre el 27 y el 31 de agosto, tenía como objetivo preparar la conferencia de diciembre de Bali, que definirá qué pasará con los compromisos frente al calentamiento global una vez que expire el Protocolo de Kyoto, en 2012. La ONU ha subrayado que para que pueda aplicarse un pacto posterior a Kyoto es necesario que, como máximo, se alcance un acuerdo en 2009.
En ese sentido, el recorte del 25 al 40 por ciento por debajo de los niveles de emisión de 1990 es un objetivo ambicioso, si se tiene en cuenta que el acuerdo de Kyoto establecía una disminución del 5 por ciento con respecto al mismo año.
Además, la ONU está haciendo esfuerzos para que un nuevo acuerdo climático incluya a grandes contaminantes que no firmaron el Protocolo de Kyoto, como Estados Unidos, Australia, China y la India.
Etiquetas:
Emisiones,
Kyoto,
Medio ambiente,
Mercado de Carbono
Suscribirse a:
Entradas (Atom)