Por Rubén Weinsteiner para El País
Las propuestas de gestión, las medidas a implementar, los atributos personales de un candidato, construyen en el imaginario de los votantes, la representación funcional de un candidato, lo que en comunicación política llamamos, Funcionalidad.
Es decir, alguien decide votar a Rodríguez, porque Rodríguez promete implementar un plan de suelo, hábitat y viviendas revolucionario, una reducción del IVA, construir una autopista Buenos Aires-Mar del Plata de ocho carriles, o subir el mínimo no imponible en consonancia con la suba del mínimo vital y móvil. O bien, vota a Rodríguez porque es inteligente, tiene experiencia, capacidad de gestión etc.
La realidad en comunicación política, es la percepción que se puede generar y sostener en la mente de los ciudadanos.
Nadie vota a un candidato por sus condiciones, sino por la percepción emocional, que la comunicación de esas condiciones, dispara en la mente de los votantes. Así como no se vota a un candidato por la promesa de una medida a tomar, sino por el impacto emocional que esa medida produce en la mente del elector.
Y cuando caracterizamos los efectos de ese impacto lo hacemos en términos de un estado, una perspectiva, como nos vamos a sentir en el escenario en el cual el candidato electo gestione. Esto es la Suprafuncionalidad de un candidato.
Como señaló Mao “no hemos atraído al pueblo apelando a la razón, sino desarrollando la esperanza, la confianza y la fraternidad, frente a la pobreza, la voluntad de igualdad, adquiere la fuerza de un sentimiento religioso”
La principal función de la marca política, según mi experiencia, es generar confianza. Las crisis económicas se dan por falta de confianza y los diferentes tipos de relaciones se destruyen por la misma razón. Por eso la dimensión de satisfacción más importante de la suprafuncionalidad de un candidato es la confiabilidad
No hay que proponer medidas, hay que proponer una perspectiva sólida, con poder de fuego para construir sensaciones poderosas, que determinarán como se va a sentir el votante con el candidato en el poder. Porque lo que vendemos en comunicación política
no son las características de un candidato ni las medidas que va a implementar, sino las sensaciones que va a construir la gestión del candidato en la mente de los electores.