El sesgo de confirmación es una tendencia a interpretar la información que percibimos, de tal manera que confirme nuestras creencias mas profundas. Todos tenemos nuestras propias creencias y nos aferramos a la información que las sustentan, al tiempo que nos negamos a reconocer la evidencia que contradice nuestras ideas.
Los analistas políticos incurren como todos en este sesgo, y corren el riesgo de contaminar el análisis desde la ponderación de los datos que sirven como presupuestos de ese análisis, por eso si 1 + 1 les da 3 ya la cuenta no hay forma de enderazarla.
Un problema mas grave para el analista político, por la dimensión del daño que indefectiblemente genera, es el sesgo de deseo, que se da cuando un analista sesga la información en el sentido hacia el cual se verifica una concreción de sus deseos.
El primer sesgo, el de confirmación, puede generar ruidos en términos de congnitividad por la ponderación de los datos, pero el segundo sesgo, el del deseo, hace que un analista construya escenarios improbables e imposibles, asumiendo presupuestos irreales sobre los cuales plantea conclusiones desconectadas de la realidad.
Los que anticiparon una victoria de Freddie Storani sobre Pierri en la provincia de Buenos Aires en 1993, o los que anticiparon una segunda vuelta en 2007 entre Carrió y Rodriguez Saa, no lo hicieron necesariamente desde la deshonestidad, ahi no habría sesgo porque no habría análisis, algunos lo hicieron desde la mas absoluta honestidad intelectual y profesionalismo superficial, solo que fueron víctimas del sesgo del deseo, querían que pasara eso, mas de lo que querían llegar a la verdad, por eso confundieron realidad con deseo.
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