Según la CEPAL, los años 1948, 1973 y 2008 fueron los mejores de la economía argentina. Fueron los períodos de la historia con los precios más altos de las exportaciones. El economista Aldo Ferrer señala que el gran desafío para la Argentina del Bicentenario es la "inclusión social".
En el último siglo, la economía argentina registró tres grandes años en términos de crecimiento y distribución, en los que coinciden tanto el favorable contexto internacional como el fortalecimiento de los valores macroeconómicos en el plano local.
Se trata de 1948, 1973 y 2008; períodos que se ganaron una página central en la historia económica del país, alentados en gran parte por los precios externos de intercambio que llegaron a picos históricos. A sólo un paso de atravesar las puertas del Bicentenario, renacen los debates en torno de las políticas económicas implementadas y el modelo de desarrollo a profundizar.
El informe que presentó la CEPAL, a partir de los datos del Ministerio de Economía, no contenía más que gráficos duros, desprovistos de valoraciones. "En 1948, 1973 y 2008 la evolución de los términos de intercambio mostró sus valores más altos en favor de la Argentina". Es decir que los precios de las exportaciones del país llegaron a su pico más elevado en relación con los precios de los productos que importábamos.
Casualmente, estos tres años de bonanza internacional coinciden con gobiernos peronistas al poder, lo cual bastó para despertar antiguos debates, que de cara al Bicentenario toman una resonancia todavía más sustantiva.
"Dios no es sólo argentino, sino también peronista." Con esta frase, el ex secretario de Hacienda de Raúl Alfonsín y director de la consultora Econométrica, Mario Brodersohn, abre su diálogo con Buenos Aires Económico. El economista mantiene la teoría de que el peronismo no supo aprovechar el contexto favorable internacional y asegura que "los radicales tuvieron mala suerte" con las situaciones externas que les tocó afrontar.
Mario Rapoport, economista e historiador, descree de esta visión y sostiene que "el peronismo, más allá de los términos de intercambio, tuvo que afrontar situaciones muy desfavorables en su historia". Además, subraya que en los primeros dos gobiernos radicales los panoramas económicos internacionales fueron "muy positivos".
En ese sentido, también Aldo Ferrer, economista y director editorial de Buenos Aires Económico, señaló que "las mejoras en los términos de intercambio para el país no implican un traslado automático a un desarrollo interno".
"El contexto internacional, favorable o no, no implica necesariamente el acierto en las políticas y rumbos económicos que el país adopte", agregó el ex ministro de Economía.
Más allá de las discusiones, estos tres años, con Juan Domingo Perón al gobierno en el primero y segundo caso (este último con la participación inicial de Héctor Cámpora), y a Cristina Fernández de Kirchner al mandato en 2008, se mantienen en el pedestal de valores macroeconómicos, tanto por la planilla de términos de intercambio como por los índices de crecimiento del PBI y por las políticas de redistribución de la riqueza.
El mítico '48. En el imaginario colectivo, pero también en los gráficos y estudios, 1948 se posiciona como uno de los años de mayor bonanza para la economía argentina. El análisis que presentó Brodersohn, a partir de los datos de la CEPAL, posiciona este año donde los precios de las exportaciones argentinas alcanzaron, relativamente, su nivel más alto respecto de los valores de las importaciones. "En la etapa alfonsinista los términos de intercambio fueron de la mitad de los de 1948", enfatiza el economista para abonar su teoría.
Más allá del contexto internacional, este período del primer gobierno de Perón se mantiene en el pedestal de la economía, porque fue por aquel entonces cuando los salarios reales crecieron un 62 por ciento en los primeros tres años de su mandato y se direccionó buena parte del crédito bancario barato al fortalecimiento de la industria nacional.
El crecimiento de la economía rondaba tasas cercanas al 10 por ciento, de la mano del cambio en el modelo económico, para ingresar definitivamente en la etapa de sustitución de importaciones. "Incluso en los años económicos adversos de 1952 a 1955 Perón supo sostener la participación en torno del 50 por ciento de los asalariados en el ingreso nacional", reconoce Brodersohn.
La década del 50 encontró a la Argentina con más de siete millones de obreros, de los cuales cerca del 70 por ciento estaba sindicalizado. Ya para 1952, nuestro país mostraba el índice de nivel de vida más alto de toda la región latinoamericana. En 1954, los obreros argentinos alcanzaron el 50,8 por ciento de la distribución del ingreso nacional, logrando así la mayor participación de este sector de toda la historia.
Tanto en 1948 como en 1973 y 2008 se registra un denominador común que atraviesa estas etapas tan distantes de la economía: Una crisis posterior al fuerte crecimiento, impulsada por factores externos a las políticas económicas locales.
En 1949 Estados Unidos suspende su comercio con la Argentina, principalmente de combustibles y maquinarias para la industria, se genera una caída en las exportaciones agrícolas, agravada por la sequía que llegaría promediando el año, y que se repetiría en 1952. El panorama empuja, a su vez, al crecimiento de los precios de algunos productos básicos del mercado interno.
En 1973, también un año en que los valores de intercambio se mostraban positivos y las políticas comenzaban una tendencia de redistribución económica, estalla en octubre la crisis del petróleo, que alienta el ya debilitado dólar. Entre el ‘73 y el ‘74 el PBI creció un promedio de casi el 6 por ciento. El proceso terminó de caerse con el "rodrigazo" de 1975, dando paso a una de las etapas más tristes y dolorosas para la sociedad argentina, tanto en términos humanos como sociales y económicos, como lo fue la última dictadura militar.
Finalmente, después del 2008, se sucedió la crisis financiera internacional de 2009, que todavía sigue causando serios dolores de cabeza, principalmente para la Eurozona y sus países más dependientes. Aunque la Argentina sufrió en parte el embiste que hizo temblar las economías del mundo, los valores macroeconómicos del país para 2010 se muestran mucho más alentadores de lo que se auguró meses atrás.
Hasta el 2008, la Argentina mantuvo un crecimiento de la economía ascendente, que comenzó en 2003 y que, dado el sostenimiento en el tiempo y su duración, marcó un nuevo récord histórico para la economía del país.
Deudas pendientes. Los cumpleaños, incluso los de la Patria, son siempre un disparador para evaluar lo que se hizo, pero también lo que faltó hacer. El Bicentenario, en línea con lo que plantea desde hace meses la presidenta Cristina Fernández, parece estar sentando algunos conceptos como indiscutibles, o al menos ésa es la intención de buena parte de la clase política dirigente. Entre ellos, la necesidad de fortalecer continuamente el mercado interno y no volver a caer en la primarización de la economía.
Aldo Ferrer señala que el "gran desafío" para la Argentina del Bicentenario es la "inclusión social". Un aspecto con el que coincide el historiador Rapoport y, de alguna manera, también Brodersohn.
"La causa estructural más importante de inequidad y exclusión social es la informalidad laboral", sostiene el economista director de Econométrica. Actualmente, de acuerdo con los datos que difunde el INDEC, el llamado trabajo en negro alcanza a un 35 por ciento de los asalariados, un universo bastante amplio, que se incrementó durante 2009, pero que mantiene una tendencia a la baja desde que el país comenzó la recuperación en 2003.
En ese sentido, aunque todavía un tanto apresurado para llegar a conclusiones, la Asignación Universal por Hijo está arrojando resultados que pueden situar al 2010 dentro de la pelea por el pedestal de los mejores años en términos de distribución de la riqueza y crecimiento de la economía.
De acuerdo con el INDEC, la indigencia a partir de la implementación de esta asignación se redujo un 68 por ciento, mientras que si se analizan los números de las provincias este indicador bajó un 54 por ciento.
En el caso de la pobreza, la estadística del INDEC marca una disminución del 32,6 por ciento, que, para los números de las provincias, es del 13,1.
En términos de recaudación, el año también viene marcando un buen paso: en abril el salto interanual fue del 30,7 por ciento, estableciendo un nuevo récord histórico, al alcanzar los 30.129,6 millones de pesos. En los primeros tres meses del año la recaudación ya mostraba esta línea, con crecimientos que superaban los veinte puntos porcentuales.
De esta forma, no son pocos los analistas que auguran para 2010 un año histórico, que también podría coronarse con la salida definitiva del default declarado en 2002, lo cual implicará una apertura a los mercados internacionales de crédito, que hoy muestran tasas todavía demasiado altas respecto de otras naciones vecinas.
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