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lunes, abril 14, 2008

Desarrollo económico y desarrollo humano en el Medio oriente

Una idea muy difundida a propósito del bienestar de las naciones es que éste sea directamente proporcional al bienestar económico o a la renta. Durante los años ochenta algunos intelectuales criticaron la escasa atención prestada, por los grupos de investigación de las Naciones Unidas, a las dinámicas sociales con respecto a la definición del nivel de desarrollo de los estados. Estas críticas fueron en parte acogidas y el resultado fue la creación del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Con la intención de registrar también el bienestar social, además del económico, el nuevo índice prevé la medida de la renta, de las expectativas de vida y del nivel de educación. Este sistema muestra indudablemente las distorsiones que algunos modelos de desarrollo económico provocan en el tejido social del Estado. El caso de Oriente Medio es particularmente interesante, precisamente porque la renta per cápita de los países de esta zona es muy elevada.

A todos los países del mundo se les asigna un valor comprendido entre 1 (máximo desarrollo humano posible) y 0 (desarrollo humano mínimo). La escala prevé tres segmentos, alto desarrollo humano, medio desarrollo humano y bajo desarrollo humano. Del grupo de alto desarrollo humano forman parte: Kuwait 33º, Qatar 35º, los Emiratos Árabes Unidos 39º, Bahréin 41º, Omán 58º, Arabia Saudí 61º. Del grupo de medio desarrollo humano forman parte: Turquía 84º, Jordania 86º, Líbano 88º, Irán 94º, Siria 108º, Yemen 153º. Ningún país medioriental forma parte del grupo de países con bajo desarrollo humano, que incluye solamente a países africanos.
Del PIB al IDH: de lo económico a lo social

Hay que tener en cuenta la diferencia significativa entre la posición que los países de Oriente Medio ocupan en la clasificación del PIB y la que ocupan en la clasificación del IDH. El primer puesto de los países árabes en la clasificación del IDH, Kuwait (33º puesto), ocupa el 25º puesto en la escala de la renta per cápita, por lo tanto retrocede 8 posiciones. Los rendimientos del resto de países de la zona son aún menos brillantes. Qatar y los Emiratos Árabes Unidos pierden doce posiciones, Bahréin 8, Omán 15, Arabia Saudí 19, Turquía 18, Irán 23, por citar sólo los países más importantes de la región.

A propósito de la renta, habría sido interesante verificar también la desigualdad en la distribución de la renta en los países árabes que, como ya habíamos destacado, pueden alardear de óptimos niveles del PIB per cápita. La desigual distribución de la renta se mide en el informe de 2007 con el índice de Gini, mediante el que la desigualdad se mide en una escala de 0 (perfecta igualdad) a 100 (perfecta desigualdad). Desafortunadamente estos datos no están disponibles para ningún país árabe. Los pésimos resultados que hemos visto en la clasificación del IDH se deben en buena parte a datos desalentadores en el sector de la sanidad, como se puede verificar comparando los datos de estos países con países análogos desde el punto de vista del IDH. Si observamos el porcentaje de niños menores de cinco años con bajo peso, vemos que en Kuwait es del 10%, en Qatar del 6%, en los EAU del 14%, en Bahréin del 9%, en Omán del 18%, en Arabia Saudí del 14, mientras que en Argentina, que ocupa la 38ª posición del IDH, el porcentaje es del 4%, en Chile (40º puesto en el IDH) del 1%, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH ) del 6%, en Panamá (62º puesto en el IDH ) del 8%.

Naturalmente esta situación no es en absoluto casual, sin embargo, refleja el bajo porcentaje de renta nacional destinado al gasto sanitario. De hecho, si comparamos con países similares desde el punto de vista del IDH, los números de los países mediorientales son claramente deficitarios. Kuwait gasta en sanidad el 2,2% de su PIB, mientras que Malta, inmediatamente detrás en la clasificación del IDH, gasta el 7%. La situación no es mejor en el resto de países de la región. En Qatar el gasto asciende al 1,8% del PIB, en los Emiratos Árabes Unidos al 2%, en Bahréin al 2,7%, al 2,5% en Arabia Saudí y al 2,4% en Omán. La situación en los países no árabes de la región es ligeramente mejor: en Turquía el porcentaje de gasto sanitario del PIB es del 5,2% y en Irán del 3,2%.

Con respecto a la nutrición, la situación de Oriente Medio es mejor, cuyos datos son bastante similares a los de los países más desarrollados. En Kuwait el valor es del 5%, frente a un porcentaje inferior al 2,5% de casi todos los países que lo preceden en la clasificación. El dato más importante de este país es la notable mejora que se ha producido durante los últimos 15 años. De hecho, en el bienio 1990/1992 el porcentaje registrado era del 24%. En los Emiratos Árabes Unidos el porcentaje es inferior al 2,5%, por lo tanto, próximo a los valores de los países más avanzados. Arabia Saudí ofrece el dato menos desalentador, no tanto por el porcentaje en sí mismo, 4%, similar al de los países de la región, sino por el hecho de que el porcentaje es idéntico al del bienio 1990/1992, como ha sucedido también en Egipto e Irán. En Turquía la situación es aún peor, ya que de un dato inferior al 2,5% se ha pasado al 3%. Con respecto a Omán, Qatar y Bahréin no disponemos de datos. Las cifras sobre educación tampoco son positivas. De hecho, solamente Kuwait tiene una tasa de analfabetismo en edad adulta inferior al 10% ( precisamente el 6,7%), mientras que el resto supera ese umbral: Qatar 11%, EAU 11,3%, Bahréin 13,5%, Omán 18,6%, Arabia Saudí 17,1%, Turquía 12% e Irán 17%. Comparando de nuevo con otros países nos damos cuenta de la insuficiencia de estos valores. De hecho, observamos que en Argentina el analfabetismo está en el 2,8% y en las Seychelles en el 8,2 %, mismo porcentaje que en Panamá.


La condición de la mujer

Un elemento fundamental del desarrollo humano es la condición de la mujer, claramente negativo en Oriente Medio, cualquiera que sea el factor tomado en consideración. Desde el punto de vista político-social es necesario valorar cuánto cuentan las mujeres, es decir, calcular cuántas mujeres están presentes en las élites de los países, por lo tanto, capaces de incidir en la toma de decisiones de sus países. Sabemos que en Oriente Medio, a excepción de Turquía e Israel, no existen democracias representativas, sin embargo tienen parlamentos, aunque con funciones claramente secundarias. El porcentaje de mujeres en estos parlamentos es extremadamente bajo, sin embargo, hay que tener en cuenta que no son muchos los países en los que se supera el 30%. En Kuwait el porcentaje es del 3,1%, en Bahréin del 13,8%, en los EAU del 22,5%, en Omán 7,8%, mientras que en Qatar y Arabia Saudí se llega incluso al 0,0%. Como de costumbre comparamos estos datos con los de otras naciones: en Malta (34º puesto en el IDH) la mujeres en el Parlamento son el 9,2%, en Chile (40º puesto en el IDH) 12,7%, en Malasia (puesto 63º en el IDH) el porcentaje es del 13,1%.

En los países no árabes la situación no es mejor: en Turquía encontramos un 4,4% de mujeres en el Parlamento, algo superior en Irán donde existe un 4,1%. Como hemos indicado anteriormente, los países a los que nos referimos no son democracias, por lo tanto, también es útil considerar el porcentaje de mujeres con cargos de alto funcionariado, mánager o dirigente administrativo. Los datos de los que disponemos son incompletos, ya que no tenemos a disposición los de Kuwait y Bahréin, sin embargo, son útiles para completar la panorámica de la posición de las mujeres. En Qatar, las mujeres en las élites representan el 8% del total, como en los Emiratos Árabes Unidos, frente a Malta donde se llega al 20% y en Chile al 25%. La situación es mejor en Arabia Saudí, 31%, sin embargo, este dato se contrarresta con el escaso porcentaje de profesionales y técnicos, sólo el 6%, el valor más bajo del mundo (aunque hay que señalar que no se dispone de los datos de todos los países).

También en los países no árabes encontramos porcentajes análogos, Turquía 7%, Irán 16%. Entre los países con un IDH similar a estos dos países consideramos a Paraguay (IDH 95º) que presenta un valor del 23%. Habíamos señalado que el porcentaje de mujeres en los países árabes en los parlamentos era escaso, sin embargo, no excesivamente bajo, excepto los casos límite de Qatar y Arabia Saudí. Sin embargo, observando los datos con respecto a la importancia social de las mujeres, hemos visto que se amplia la diferencia con los países que tienen una posición de IDH similar, con los porcentajes que aumentan en el resto de países y disminuyen en los países mediorientales. Esto indica, con toda probabilidad, que el núcleo del poder excluye completamente a las mujeres, a pesar de lo que diga su ya escaso peso político.

El último elemento de la condición femenina que hay que valorar es el económico, que podemos deducir de otra medida proporcionada por el Informe de Desarrollo Humano: la relación entre renta masculina y femenina. También aquí, ya a nivel mundial, la situación no es muy buena, pero la situación se agrava mucho más en los países que estamos examinando. Por ejemplo, si en Malta (35º puesto en el IDH) la relación es de 0,5, en Kuwait es de 0,35, en Qatar 0,24, en los Emiratos Árabes Unidos 0,25 y en Bahréin 0,35. En Omán la relación es de 0,19, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH) de 0,46, mientras que en Arabia Saudí se llega al insignificante valor de 0,16. Con respecto a los países no árabes, la situación es levemente mejor: en Turquía el valor es 0,35 y en Irán 0,39.
Conclusiones

Por lo tanto, ¿qué muestra el Índice de Desarrollo Humano? La primera cosa que nos dice es que una renta alta no significa necesariamente un bienestar generalizado para la población, y en los países de Oriente Medio, especialmente los productores de petróleo, esto es un elemento importantísimo. Según los datos que hemos analizado, la riqueza garantizada, al menos por el momento, por los rendimientos petrolíferos no encuentra una salida hacia los servicios públicos, lo que significa escasos rendimientos de la sanidad y del sistema de educación. Sin embargo, significa también distribución absolutamente desigual de la riqueza, especialmente entre sexos. Hay que señalar que el índice no puede tener en cuenta todas las variables. La ausencia de referencias a la cualidad democrática de los estados y a la situación de los derechos humanos es evidente. Naturalmente la ausencia de estos elementos se debe a la imposibilidad de encontrar indicadores estadísticos fiables. Un problema grave de esta falta es que se corre el riesgo de hacer excesivamente “técnico” el concepto de desarrollo humano, relacionándolo con la idea de “buena gobernabilidad” que muchos analistas la identifican como la responsable del vacío de las instituciones representativas, especialmente en los países del tercer mundo. Un posterior problema de este índice es que anula las diferencias culturales, de hecho, permite un sólo modelo de desarrollo.

Desarrollo económico y desarrollo humano en el Medio oriente

Una idea muy difundida a propósito del bienestar de las naciones es que éste sea directamente proporcional al bienestar económico o a la renta. Durante los años ochenta algunos intelectuales criticaron la escasa atención prestada, por los grupos de investigación de las Naciones Unidas, a las dinámicas sociales con respecto a la definición del nivel de desarrollo de los estados. Estas críticas fueron en parte acogidas y el resultado fue la creación del Índice de Desarrollo Humano (IDH). Con la intención de registrar también el bienestar social, además del económico, el nuevo índice prevé la medida de la renta, de las expectativas de vida y del nivel de educación. Este sistema muestra indudablemente las distorsiones que algunos modelos de desarrollo económico provocan en el tejido social del Estado. El caso de Oriente Medio es particularmente interesante, precisamente porque la renta per cápita de los países de esta zona es muy elevada.

A todos los países del mundo se les asigna un valor comprendido entre 1 (máximo desarrollo humano posible) y 0 (desarrollo humano mínimo). La escala prevé tres segmentos, alto desarrollo humano, medio desarrollo humano y bajo desarrollo humano. Del grupo de alto desarrollo humano forman parte: Kuwait 33º, Qatar 35º, los Emiratos Árabes Unidos 39º, Bahréin 41º, Omán 58º, Arabia Saudí 61º. Del grupo de medio desarrollo humano forman parte: Turquía 84º, Jordania 86º, Líbano 88º, Irán 94º, Siria 108º, Yemen 153º. Ningún país medioriental forma parte del grupo de países con bajo desarrollo humano, que incluye solamente a países africanos.
Del PIB al IDH: de lo económico a lo social

Hay que tener en cuenta la diferencia significativa entre la posición que los países de Oriente Medio ocupan en la clasificación del PIB y la que ocupan en la clasificación del IDH. El primer puesto de los países árabes en la clasificación del IDH, Kuwait (33º puesto), ocupa el 25º puesto en la escala de la renta per cápita, por lo tanto retrocede 8 posiciones. Los rendimientos del resto de países de la zona son aún menos brillantes. Qatar y los Emiratos Árabes Unidos pierden doce posiciones, Bahréin 8, Omán 15, Arabia Saudí 19, Turquía 18, Irán 23, por citar sólo los países más importantes de la región.

A propósito de la renta, habría sido interesante verificar también la desigualdad en la distribución de la renta en los países árabes que, como ya habíamos destacado, pueden alardear de óptimos niveles del PIB per cápita. La desigual distribución de la renta se mide en el informe de 2007 con el índice de Gini, mediante el que la desigualdad se mide en una escala de 0 (perfecta igualdad) a 100 (perfecta desigualdad). Desafortunadamente estos datos no están disponibles para ningún país árabe. Los pésimos resultados que hemos visto en la clasificación del IDH se deben en buena parte a datos desalentadores en el sector de la sanidad, como se puede verificar comparando los datos de estos países con países análogos desde el punto de vista del IDH. Si observamos el porcentaje de niños menores de cinco años con bajo peso, vemos que en Kuwait es del 10%, en Qatar del 6%, en los EAU del 14%, en Bahréin del 9%, en Omán del 18%, en Arabia Saudí del 14, mientras que en Argentina, que ocupa la 38ª posición del IDH, el porcentaje es del 4%, en Chile (40º puesto en el IDH) del 1%, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH ) del 6%, en Panamá (62º puesto en el IDH ) del 8%.

Naturalmente esta situación no es en absoluto casual, sin embargo, refleja el bajo porcentaje de renta nacional destinado al gasto sanitario. De hecho, si comparamos con países similares desde el punto de vista del IDH, los números de los países mediorientales son claramente deficitarios. Kuwait gasta en sanidad el 2,2% de su PIB, mientras que Malta, inmediatamente detrás en la clasificación del IDH, gasta el 7%. La situación no es mejor en el resto de países de la región. En Qatar el gasto asciende al 1,8% del PIB, en los Emiratos Árabes Unidos al 2%, en Bahréin al 2,7%, al 2,5% en Arabia Saudí y al 2,4% en Omán. La situación en los países no árabes de la región es ligeramente mejor: en Turquía el porcentaje de gasto sanitario del PIB es del 5,2% y en Irán del 3,2%.

Con respecto a la nutrición, la situación de Oriente Medio es mejor, cuyos datos son bastante similares a los de los países más desarrollados. En Kuwait el valor es del 5%, frente a un porcentaje inferior al 2,5% de casi todos los países que lo preceden en la clasificación. El dato más importante de este país es la notable mejora que se ha producido durante los últimos 15 años. De hecho, en el bienio 1990/1992 el porcentaje registrado era del 24%. En los Emiratos Árabes Unidos el porcentaje es inferior al 2,5%, por lo tanto, próximo a los valores de los países más avanzados. Arabia Saudí ofrece el dato menos desalentador, no tanto por el porcentaje en sí mismo, 4%, similar al de los países de la región, sino por el hecho de que el porcentaje es idéntico al del bienio 1990/1992, como ha sucedido también en Egipto e Irán. En Turquía la situación es aún peor, ya que de un dato inferior al 2,5% se ha pasado al 3%. Con respecto a Omán, Qatar y Bahréin no disponemos de datos. Las cifras sobre educación tampoco son positivas. De hecho, solamente Kuwait tiene una tasa de analfabetismo en edad adulta inferior al 10% ( precisamente el 6,7%), mientras que el resto supera ese umbral: Qatar 11%, EAU 11,3%, Bahréin 13,5%, Omán 18,6%, Arabia Saudí 17,1%, Turquía 12% e Irán 17%. Comparando de nuevo con otros países nos damos cuenta de la insuficiencia de estos valores. De hecho, observamos que en Argentina el analfabetismo está en el 2,8% y en las Seychelles en el 8,2 %, mismo porcentaje que en Panamá.


La condición de la mujer

Un elemento fundamental del desarrollo humano es la condición de la mujer, claramente negativo en Oriente Medio, cualquiera que sea el factor tomado en consideración. Desde el punto de vista político-social es necesario valorar cuánto cuentan las mujeres, es decir, calcular cuántas mujeres están presentes en las élites de los países, por lo tanto, capaces de incidir en la toma de decisiones de sus países. Sabemos que en Oriente Medio, a excepción de Turquía e Israel, no existen democracias representativas, sin embargo tienen parlamentos, aunque con funciones claramente secundarias. El porcentaje de mujeres en estos parlamentos es extremadamente bajo, sin embargo, hay que tener en cuenta que no son muchos los países en los que se supera el 30%. En Kuwait el porcentaje es del 3,1%, en Bahréin del 13,8%, en los EAU del 22,5%, en Omán 7,8%, mientras que en Qatar y Arabia Saudí se llega incluso al 0,0%. Como de costumbre comparamos estos datos con los de otras naciones: en Malta (34º puesto en el IDH) la mujeres en el Parlamento son el 9,2%, en Chile (40º puesto en el IDH) 12,7%, en Malasia (puesto 63º en el IDH) el porcentaje es del 13,1%.

En los países no árabes la situación no es mejor: en Turquía encontramos un 4,4% de mujeres en el Parlamento, algo superior en Irán donde existe un 4,1%. Como hemos indicado anteriormente, los países a los que nos referimos no son democracias, por lo tanto, también es útil considerar el porcentaje de mujeres con cargos de alto funcionariado, mánager o dirigente administrativo. Los datos de los que disponemos son incompletos, ya que no tenemos a disposición los de Kuwait y Bahréin, sin embargo, son útiles para completar la panorámica de la posición de las mujeres. En Qatar, las mujeres en las élites representan el 8% del total, como en los Emiratos Árabes Unidos, frente a Malta donde se llega al 20% y en Chile al 25%. La situación es mejor en Arabia Saudí, 31%, sin embargo, este dato se contrarresta con el escaso porcentaje de profesionales y técnicos, sólo el 6%, el valor más bajo del mundo (aunque hay que señalar que no se dispone de los datos de todos los países).

También en los países no árabes encontramos porcentajes análogos, Turquía 7%, Irán 16%. Entre los países con un IDH similar a estos dos países consideramos a Paraguay (IDH 95º) que presenta un valor del 23%. Habíamos señalado que el porcentaje de mujeres en los países árabes en los parlamentos era escaso, sin embargo, no excesivamente bajo, excepto los casos límite de Qatar y Arabia Saudí. Sin embargo, observando los datos con respecto a la importancia social de las mujeres, hemos visto que se amplia la diferencia con los países que tienen una posición de IDH similar, con los porcentajes que aumentan en el resto de países y disminuyen en los países mediorientales. Esto indica, con toda probabilidad, que el núcleo del poder excluye completamente a las mujeres, a pesar de lo que diga su ya escaso peso político.

El último elemento de la condición femenina que hay que valorar es el económico, que podemos deducir de otra medida proporcionada por el Informe de Desarrollo Humano: la relación entre renta masculina y femenina. También aquí, ya a nivel mundial, la situación no es muy buena, pero la situación se agrava mucho más en los países que estamos examinando. Por ejemplo, si en Malta (35º puesto en el IDH) la relación es de 0,5, en Kuwait es de 0,35, en Qatar 0,24, en los Emiratos Árabes Unidos 0,25 y en Bahréin 0,35. En Omán la relación es de 0,19, en Trinidad y Tobago (59º puesto en el IDH) de 0,46, mientras que en Arabia Saudí se llega al insignificante valor de 0,16. Con respecto a los países no árabes, la situación es levemente mejor: en Turquía el valor es 0,35 y en Irán 0,39.
Conclusiones

Por lo tanto, ¿qué muestra el Índice de Desarrollo Humano? La primera cosa que nos dice es que una renta alta no significa necesariamente un bienestar generalizado para la población, y en los países de Oriente Medio, especialmente los productores de petróleo, esto es un elemento importantísimo. Según los datos que hemos analizado, la riqueza garantizada, al menos por el momento, por los rendimientos petrolíferos no encuentra una salida hacia los servicios públicos, lo que significa escasos rendimientos de la sanidad y del sistema de educación. Sin embargo, significa también distribución absolutamente desigual de la riqueza, especialmente entre sexos. Hay que señalar que el índice no puede tener en cuenta todas las variables. La ausencia de referencias a la cualidad democrática de los estados y a la situación de los derechos humanos es evidente. Naturalmente la ausencia de estos elementos se debe a la imposibilidad de encontrar indicadores estadísticos fiables. Un problema grave de esta falta es que se corre el riesgo de hacer excesivamente “técnico” el concepto de desarrollo humano, relacionándolo con la idea de “buena gobernabilidad” que muchos analistas la identifican como la responsable del vacío de las instituciones representativas, especialmente en los países del tercer mundo. Un posterior problema de este índice es que anula las diferencias culturales, de hecho, permite un sólo modelo de desarrollo.

miércoles, diciembre 26, 2007

Mercados latinoamericanos

En líneas generales, se espera una moderada reducción del crecimiento en el 2008 para la región. Aún así, bajo el escenario base de crecimiento mundial proyectado en las ‘Perspectivas de la economía mundial’ del Fondo Monetario Internacional (FMI), la expansión se mantendrá sólida, a una tasa de alrededor de 4,25%, con lo que se trataría del quinto año consecutivo de crecimiento por encima del 4%.

De forma más concreta, el organismo internacional señala que la actividad económica ha repuntado durante 2007 en países en los que el crecimiento fue relativamente modesto el año pasado, particularmente en Brasil, donde el incremento interanual del Producto Interior Bruto (PIB) ascendió a 5,5% en el segundo trimestre de este año. En la mayoría de las demás naciones, la expansión conservó su vigor y en algunos casos siguió marcando máximos históricos. Aún después de la turbulencia que sufrieron los mercados financieros a mediados de año, los precios de los productos básicos permanecieron sólidos y estimularon la actividad económica de los países exportadores de esos productos, como Perú y Bolivia. En Colombia y Uruguay, el crecimiento ha estado alimentado sobre todo por la demanda interna, aunque también se ha beneficiado de la pujanza de las exportaciones. Las buenas cosechas en el 2007 han contribuido a estimular la producción de este año en Argentina y Paraguay.

Menos crecimiento

De cara al futuro, los nuevos estudios señalan que la contracción del crédito que ya están viviendo los mercados financieros y una fuerte desaceleración económica en Estados Unidos, combinada con una cierta repercusión en el crecimiento mundial y el consiguiente deterioro de los precios de los productos básicos, podrían hacer descender el crecimiento de América Latina en el 2008 hasta 2 puntos porcentuales por debajo del actual nivel de referencia. El crecimiento esperado en el próximo ejercicio 2008 por el FMI oscilará entre 3% y 4% en México, Ecuador y Uruguay, entre 4% y 5% en Brasil, Chile, Colombia y Paraguay, y entre 5,5% y 6% en Argentina, Bolivia, Perú y Venezuela.

A pesar de esta previsible desaceleración, el reciente panorama económico mundial no ha deteriorado la confianza en la evolución económica de los países de la región. “Latinoamérica continúa gozando de un ciclo económico muy favorable que creemos continuará el próximo año”, comenta David Tuesta Cárdenas, profesor de laPontificia Universidad Católica de Perú.Básicamente, dice, “existen dos soportes que lo periten. En primer lugar, están jugando muy a favor las reformas estructurales iniciadas en los noventa y que, en general, han seguido perfeccionándose a pesar de algunas dudas y temores a comienzos de este siglo. Se han dado sobre todo avances importantes para brindar a los países de una mayor competitividad (reducciones arancelarias, acuerdos comerciales…) y los inversores internacionales están comenzando a llegar ante las mejoras observadas, las cuales se perciben como más permanentes”. En segundo lugar, explica, “está el hecho de que países emergentes como China e India, continúan liderando el crecimiento mundial, y por tanto han sido demandantes centrales de materias primas, hecho que parece mantenerse a pesar de la situación financiera observada a nivel mundial”.

Las economías de Latinoamérica se encontrarán el año que viene con una importante prueba de fuego: el eventual deterioro del entorno externo. El FMI en su último informe sobre las perspectivas económicas de la región indica que “la reciente turbulencia financiera mundial y la desaceleración del crecimiento en Estados Unidos y en otros países industriales constituyen la primera prueba real de la capacidad de recuperación de América Latina frente a los shocks desde el 2002”. La pregunta que se hacen los expertos es cómo la expansión que se registra en los países de la zona reaccionará ante estos problemas.

“Financieramente el impacto será escaso”, prevé Mauro Guillén, director del Lauder Institute de la Wharton School. Pero si la economía de EEUU entra en recesión, añade, “México y Centroamérica sufrirán mucho. La otra incógnita serán las presidenciales de noviembre en la primera potencia mundial. Los candidatos estadounidenses están haciendo concesiones a los intereses proteccionistas y esto puede hacer descarrilar las negociaciones de acuerdos de libre comercio con algunos países suramericanos”.

Según el FMI, en principio, la agitación reciente en los mercados financieros globales y sus repercusiones en la economía mundial podrían afectar a América Latina por medio de cuatro canales: la demanda externa real, en la medida en que se deteriore el crecimiento de los socios comerciales, en especial Estados Unidos; los descensos de los precios de los productos básicos y deterioro de los términos de intercambio a causa de la desaceleración de la actividad económica mundial; los canales financieros, como el encarecimiento del costo del capital y una reducción de los flujos de capital que recibe la región, o una salida de capitales; y por último un menor ingreso de remesas privadas a la región, conforme vayan reduciéndose los ingresos y el crédito de los trabajadores latinoamericanos en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos.


La importancia relativa de EEUU

El impacto del posible descenso de las exportaciones y remesas dependerá del grado de desaceleración de la actividad económica en los socios comerciales y esto a su vez probablemente dependa de la situación de la economía de EEUU. Aunque los organismos económicos internacionales coinciden en destacar que una fuerte desaceleración en la actividad estadounidense no incidirá significativamente en el crecimiento mundial, sobre todo si se tiene en cuenta el vigoroso desarrollo en los mercados emergentes. Es por ello que David Tuesta cree que todo “dependerá de la magnitud de la crisis estadounidense”, pero especifica que “mientras ésta no afecte ostensiblemente a China, en principio, se debería esperar una desaceleración en la región no tan dramática”. Por otro lado, América Latina en conjunto depende ahora menos de la demanda de EEUU. Las exportaciones a ese país disminuyeron de 57% del total de las exportaciones en el 2000 a 47% en el 2006, aunque aún se sitúan en un nivel elevadísimo en el caso de México (85%) y algunos países de América Central.



Más preocupante sería un fuerte descenso de los precios de los productos básicos, que han experimentado en los últimos meses un importante encarecimiento. Las estimaciones presentadas en la edición de abril de ‘Perspectivas económicas: Las Américas’ del FMI hacían pensar a los expertos que una caída trimestral de 5% en los precios de los productos que exporta la región reduciría, al cabo de dos trimestres, el crecimiento agregado de seis grandes economías latinoamericanas (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú) en aproximadamente un tercio de un punto porcentual. Sin embargo, los precios de los productos de exportación de Latinoamérica permanecen en niveles altos, y a mediano plazo por el momento solo se proyectan bajas leves. Un descenso más pronunciado de dichos precios sólo sería probable en el contexto de una desaceleración mundial más brusca.

Los altos precios de las materias primas (petróleo, gas, cobre, hierro, soja…) tienen a su vez un lado negativo ya que pueden generar inflación, advierten los expertos. La subida de los precios se mantiene contenida en comparación con los niveles del pasado, sin embargo, tras el mínimo histórico que la región como un todo registró en el 2006, las tasas han repuntado recientemente en muchos países. En Colombia y Uruguay, la inflación ha aumentado en un contexto de crecimiento sólido, y está aproximándose o superando el tope de las metas fijadas por el banco central. En Chile, México y Perú, si bien la inflación global se mantiene contenida, ha sido impulsada por encima de la meta por la inflación de los precios de los alimentos. La inflación también ha repuntado en algunos países de América Central y el Caribe; sigue siendo alta en Argentina; ha aumentado recientemente a dos dígitos en Bolivia (en términos interanuales), y se ha mantenido en los dos dígitos en Venezuela, pese a que las importaciones han ayudado a aliviar ciertas restricciones de la oferta. En Brasil, la inflación permanece por debajo del punto medio del rango fijado como meta, pero también ha empezado a aumentar recientemente.

Problemas inflacionistas

El alza de los precios de los alimentos desde mediados del 2006 contribuyó a la agudización de las presiones inflacionarias en muchos países; la media de la diferencia entre las tasas interanuales de inflación de los alimentos y de inflación global alcanzó 3,75% en agosto del 2007, según cálculos del FMI. Esto ha afectado tanto a países grandes (en especial Brasil, Chile, Colombia y México), como a los pequeños de América Central y el Caribe. Como respuesta, algunos gobiernos han tomado medidas para aplacar directamente las presiones de los precios de los alimentos.


“La subida de los precios de las materias primas favorece el crecimiento de la región, pero al mismo tiempo genera exceso de liquidez, lo que incrementa las expectativas de inflación”, explica Rafael Pampillón, profesor de Entorno Económico y Análisis de Países de la escuela de negocios española Instituto de Empresa. “El IPC puede dar disgustos en las economías de la zona y provocar que los bancos centrales opten por subidas de los tipos de interés, lo que frenará el crecimiento económico”, advierte.



Los expertos señalan que las medidas políticas internas pueden desempeñar un papel determinante en todas estas economías, sea mitigando o agravando los problemas o dificultades que el panorama internacional les presentará en 2008. Es por ello que el creciente populismo político que se está desarrollando en la región es observado con mucha atención por los inversores internacionales. “El factor político es siempre un riesgo en la región”, reconoce David Tuesta. Este profesor de la Pontificia Universidad Católica de Perú cree que “el efecto futuro de las políticas populistas dependerán de la efectividad de los gobiernos en administrar los mayores recursos fiscales para programas sociales que hayan sido correctamente focalizados y de si van avanzando en temas más de largo plazo como educación, a fin de mejorar la productividad de la población y así asegurar un mayor compromiso con las reformas económicas”. Rafael Pampillón ve un “importante peligro” si los gobiernos como los de Hugo Chávez en Venezuela, o Rafael Correa en Ecuador, “se encaminan hacia un desbordamiento del gasto público y un intento de controlar los precios y los mercados”.

Retos y objetivos

En cuanto a los retos de Latinoamérica para el próximo ejercicio, el primer estudio anual sobre ‘Perspectivas Económicas de América Latina 2008’ elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señala que el crecimiento económico de la región aún es "demasiado bajo" y los dos motores "más importantes de su economía", Brasil y México, están perdiendo terreno frente a sus competidores asiáticos. Este organismo considera que Suramérica "no ha alcanzado todo su potencial" y que existen "múltiples oportunidades" que la región no debe desaprovechar.

En materia de inversión y desarrollo comercial el organismo cree que América Latina se ha consolidado como una de las zonas más atractivas del mundo en desarrollo, con más de 72.000 millones de dólares captados en 2006. Pero el auge de China e India en la economía global ha tenido un importante impacto en la región, debido a la competencia que se produce en los envíos a terceros mercados, especialmente EEUU, la Unión Europea y Japón.

Unos cuantos países de Latinoamérica se enfrentan a un nivel elevado de competencia por parte de China e India, especialmente de materias primas. Bolivia, Paraguay, Venezuela y Chile son los países latinoamericanos que menos sufren la competencia de estos dos gigantes asiáticos. Pero la OCDE ha advertido de que datos recientes sobre patrones comerciales de América Latina sugieren una llamada de atención sobre la necesidad de no concentrarse en determinadas exportaciones en detrimento de otros sectores. "América Latina debe de ver su relación con China e India más como una oportunidad de asociación que como una amenaza de competencia", ha recomendado el organismo, que reúne a 30 de las principales economías del mundo.

De la misma opinión es Rafael Pampillón. “El desarrollo económico de China e India es una oportunidad para los países latinoamericanos ya que podrán incrementar sus exportaciones a esos dos países. Según este profesor del Instituto de Empresa, estos dos gigantes asiáticos se han convertido en la “fábrica del mundo” y están demandando materias primas y “América Latina está jugando un papel muy importante en la venta de esas materias primas a ambos”. Pero, al mismo tiempo, Pampillón advierte de que “especializarse en exportaciones de materias primas es una amenaza ya que históricamente los países que hacen esto tienen una menor inversión en investigación y desarrollo lo que detiene su crecimiento y los hace mas dependientes de otros países”. Es por ello que, para este experto, los países latinoamericanos tienen que pasar de exportar materias primas a ser países desarrolladores de tecnología, servicios y bienes industriales.

Para 2008, los expertos vuelven a señalar como objetivo primordial de Latinoamérica el eterno y urgente reto de que la política fiscal y la política social reduzcan las disparidades socio económicas que sufren los países del área. También mantener el esfuerzo reformador en el sistema de pensiones y fomentar la competencia y mejorar la capacidad reguladora para conseguir que la inversión extranjera crezca y contribuya al desarrollo de la región.