Según la CEPAL, los años 1948, 1973 y 2008 fueron los mejores de la economía argentina. Fueron los períodos de la historia con los precios más altos de las exportaciones. El economista Aldo Ferrer señala que el gran desafío para la Argentina del Bicentenario es la "inclusión social".
En el último siglo, la economía argentina registró tres grandes años en términos de crecimiento y distribución, en los que coinciden tanto el favorable contexto internacional como el fortalecimiento de los valores macroeconómicos en el plano local.
Se trata de 1948, 1973 y 2008; períodos que se ganaron una página central en la historia económica del país, alentados en gran parte por los precios externos de intercambio que llegaron a picos históricos. A sólo un paso de atravesar las puertas del Bicentenario, renacen los debates en torno de las políticas económicas implementadas y el modelo de desarrollo a profundizar.
El informe que presentó la CEPAL, a partir de los datos del Ministerio de Economía, no contenía más que gráficos duros, desprovistos de valoraciones. "En 1948, 1973 y 2008 la evolución de los términos de intercambio mostró sus valores más altos en favor de la Argentina". Es decir que los precios de las exportaciones del país llegaron a su pico más elevado en relación con los precios de los productos que importábamos.
Casualmente, estos tres años de bonanza internacional coinciden con gobiernos peronistas al poder, lo cual bastó para despertar antiguos debates, que de cara al Bicentenario toman una resonancia todavía más sustantiva.
"Dios no es sólo argentino, sino también peronista." Con esta frase, el ex secretario de Hacienda de Raúl Alfonsín y director de la consultora Econométrica, Mario Brodersohn, abre su diálogo con Buenos Aires Económico. El economista mantiene la teoría de que el peronismo no supo aprovechar el contexto favorable internacional y asegura que "los radicales tuvieron mala suerte" con las situaciones externas que les tocó afrontar.
Mario Rapoport, economista e historiador, descree de esta visión y sostiene que "el peronismo, más allá de los términos de intercambio, tuvo que afrontar situaciones muy desfavorables en su historia". Además, subraya que en los primeros dos gobiernos radicales los panoramas económicos internacionales fueron "muy positivos".
En ese sentido, también Aldo Ferrer, economista y director editorial de Buenos Aires Económico, señaló que "las mejoras en los términos de intercambio para el país no implican un traslado automático a un desarrollo interno".
"El contexto internacional, favorable o no, no implica necesariamente el acierto en las políticas y rumbos económicos que el país adopte", agregó el ex ministro de Economía.
Más allá de las discusiones, estos tres años, con Juan Domingo Perón al gobierno en el primero y segundo caso (este último con la participación inicial de Héctor Cámpora), y a Cristina Fernández de Kirchner al mandato en 2008, se mantienen en el pedestal de valores macroeconómicos, tanto por la planilla de términos de intercambio como por los índices de crecimiento del PBI y por las políticas de redistribución de la riqueza.
El mítico '48. En el imaginario colectivo, pero también en los gráficos y estudios, 1948 se posiciona como uno de los años de mayor bonanza para la economía argentina. El análisis que presentó Brodersohn, a partir de los datos de la CEPAL, posiciona este año donde los precios de las exportaciones argentinas alcanzaron, relativamente, su nivel más alto respecto de los valores de las importaciones. "En la etapa alfonsinista los términos de intercambio fueron de la mitad de los de 1948", enfatiza el economista para abonar su teoría.
Más allá del contexto internacional, este período del primer gobierno de Perón se mantiene en el pedestal de la economía, porque fue por aquel entonces cuando los salarios reales crecieron un 62 por ciento en los primeros tres años de su mandato y se direccionó buena parte del crédito bancario barato al fortalecimiento de la industria nacional.
El crecimiento de la economía rondaba tasas cercanas al 10 por ciento, de la mano del cambio en el modelo económico, para ingresar definitivamente en la etapa de sustitución de importaciones. "Incluso en los años económicos adversos de 1952 a 1955 Perón supo sostener la participación en torno del 50 por ciento de los asalariados en el ingreso nacional", reconoce Brodersohn.
La década del 50 encontró a la Argentina con más de siete millones de obreros, de los cuales cerca del 70 por ciento estaba sindicalizado. Ya para 1952, nuestro país mostraba el índice de nivel de vida más alto de toda la región latinoamericana. En 1954, los obreros argentinos alcanzaron el 50,8 por ciento de la distribución del ingreso nacional, logrando así la mayor participación de este sector de toda la historia.
Tanto en 1948 como en 1973 y 2008 se registra un denominador común que atraviesa estas etapas tan distantes de la economía: Una crisis posterior al fuerte crecimiento, impulsada por factores externos a las políticas económicas locales.
En 1949 Estados Unidos suspende su comercio con la Argentina, principalmente de combustibles y maquinarias para la industria, se genera una caída en las exportaciones agrícolas, agravada por la sequía que llegaría promediando el año, y que se repetiría en 1952. El panorama empuja, a su vez, al crecimiento de los precios de algunos productos básicos del mercado interno.
En 1973, también un año en que los valores de intercambio se mostraban positivos y las políticas comenzaban una tendencia de redistribución económica, estalla en octubre la crisis del petróleo, que alienta el ya debilitado dólar. Entre el ‘73 y el ‘74 el PBI creció un promedio de casi el 6 por ciento. El proceso terminó de caerse con el "rodrigazo" de 1975, dando paso a una de las etapas más tristes y dolorosas para la sociedad argentina, tanto en términos humanos como sociales y económicos, como lo fue la última dictadura militar.
Finalmente, después del 2008, se sucedió la crisis financiera internacional de 2009, que todavía sigue causando serios dolores de cabeza, principalmente para la Eurozona y sus países más dependientes. Aunque la Argentina sufrió en parte el embiste que hizo temblar las economías del mundo, los valores macroeconómicos del país para 2010 se muestran mucho más alentadores de lo que se auguró meses atrás.
Hasta el 2008, la Argentina mantuvo un crecimiento de la economía ascendente, que comenzó en 2003 y que, dado el sostenimiento en el tiempo y su duración, marcó un nuevo récord histórico para la economía del país.
Deudas pendientes. Los cumpleaños, incluso los de la Patria, son siempre un disparador para evaluar lo que se hizo, pero también lo que faltó hacer. El Bicentenario, en línea con lo que plantea desde hace meses la presidenta Cristina Fernández, parece estar sentando algunos conceptos como indiscutibles, o al menos ésa es la intención de buena parte de la clase política dirigente. Entre ellos, la necesidad de fortalecer continuamente el mercado interno y no volver a caer en la primarización de la economía.
Aldo Ferrer señala que el "gran desafío" para la Argentina del Bicentenario es la "inclusión social". Un aspecto con el que coincide el historiador Rapoport y, de alguna manera, también Brodersohn.
"La causa estructural más importante de inequidad y exclusión social es la informalidad laboral", sostiene el economista director de Econométrica. Actualmente, de acuerdo con los datos que difunde el INDEC, el llamado trabajo en negro alcanza a un 35 por ciento de los asalariados, un universo bastante amplio, que se incrementó durante 2009, pero que mantiene una tendencia a la baja desde que el país comenzó la recuperación en 2003.
En ese sentido, aunque todavía un tanto apresurado para llegar a conclusiones, la Asignación Universal por Hijo está arrojando resultados que pueden situar al 2010 dentro de la pelea por el pedestal de los mejores años en términos de distribución de la riqueza y crecimiento de la economía.
De acuerdo con el INDEC, la indigencia a partir de la implementación de esta asignación se redujo un 68 por ciento, mientras que si se analizan los números de las provincias este indicador bajó un 54 por ciento.
En el caso de la pobreza, la estadística del INDEC marca una disminución del 32,6 por ciento, que, para los números de las provincias, es del 13,1.
En términos de recaudación, el año también viene marcando un buen paso: en abril el salto interanual fue del 30,7 por ciento, estableciendo un nuevo récord histórico, al alcanzar los 30.129,6 millones de pesos. En los primeros tres meses del año la recaudación ya mostraba esta línea, con crecimientos que superaban los veinte puntos porcentuales.
De esta forma, no son pocos los analistas que auguran para 2010 un año histórico, que también podría coronarse con la salida definitiva del default declarado en 2002, lo cual implicará una apertura a los mercados internacionales de crédito, que hoy muestran tasas todavía demasiado altas respecto de otras naciones vecinas.
miércoles, marzo 24, 2010
martes, marzo 23, 2010
De Ceausescu al Facebook
Por Rubén Weinsteiner para Adnmundo
En los últimos 30 años tuvieron lugar dos cambios dramáticos de paradigmas en el territorio de la comunicación, que imponen modificaciones en el mapa, sin los cuales los que intenten mapa en mano recorrer el territorio modificado, se golpearán duramente contra las nuevas construcciones.
En el año 89 tuvo lugar en Rumania, la primera revolución televisada en directo de la historia. Tanto los opositores a Ceaucescu, como sus partidarios y los miembros de la Securitate, tomaban estaciones de radio y canales de televisión, desde donde articulaban el relato del momento. Desde los revolucionarios haciéndole un agujero en el medio a la bandera, sacándole el emblema comunista, el juicio de campo al presidente y su esposa, y hasta el golpe de knock out que puso fin a la resistencia, que fue mostrar los cuerpos sin vida de Nicolae y Elena Ceausescu tirados en un camino de tierra, todo se vio por Televisión.
En agosto del 90, Irak invade Kuwait y en enero del 91, Los EE.UU atacan y con la experiencia de Vietnam, donde las imágenes televisadas de las muertes y los muertos definieron el conflicto y forzaron la retirada, producen esta vez una guerra televisada, pero con el guión en la mano, no dejando ver ni muertos ni heridos, tan solo recreaciones con la gráfica de los video juegos, que presentan el relato del Ejército de los EE.UU, una guerra sin víctimas, errores ni daños colaterales, donde la realidad se constituyó en aquello que se televisó, rendiciones de soldados iraquíes, animaciones sobre misiles y movimientos de tropas, soldados jugando con chicos Kuwaitíes y los personajes claro está: Bush, Saddam, Shwartzkopf, el locutor de la TV Iraquí, para finalmente llegar al The end, con la rendición de Saddam, el discurso de Bush y el desfile de la victoria por las calles de New York.
Estos acontecimientos estaban enmarcados en la explosión mundial del cable, la mundialización de la TV incluso tras la ex cortina de hierro, y en lo que se dio en llamar, a partir del salto cualitativo en las comunicaciones, y de la uniformidad de contenidos en todo el mundo, la aldea global.
A partir allí en el mundo y en la Argentina, plazas como las del 83 ya no se vieron, lo que pasaba, era lo que se veía en la pantalla, los candidatos comenzaron a cerrar sus campañas por TV, en espacios de propaganda política, en programas periodísticos o en shows de alto rating como Tinelli.
Los 90 se sumergieron en el paradigma de la pantalla unidireccional, donde el sujeto siempre estaba del otro lado de la misma, y le resultaba muy difícil al que estaba de este lado, del lado del televidente, escapar del rol de objeto para pasar a ser sujeto aunque sea un instante.
Todo pasó a ser televisado, para los políticos ser , se convirtió en aparecer, y para el público ser , se transformó en parecerse. Todos querían tener un programa de cable o 15 minutos de fama aun al costo de hacer el ridículo. Para la construcción del discurso había cambiado la herramienta, pero no la polaridad, en lugar hablarle a las plazas o de caminar incesantemente por los pueblos, los candidatos, le hablaban a las cámaras y caminaban entre los canales. Pero se le seguía hablando a un mudo y la imagen se constituía en el todo, el proyecto político y el relato eran accesorios y el receptor seguía siendo un consumidor.
La preeminencia del factor proyecto- idea, por sobre la imagen sin proyecto, era un dato en los sesenta y setenta, e hizo fracasar a aquellos candidatos que invertían fortunas en la televisión, como Chamizo y Ezequiel Martínez. En los noventas el nuevo paradigma cambió las reglas, seguramente con este paradigma a Chamizo le hubiese ido mejor, como le fue a De Narváez en 2009.
Estamos en este momento en una etapa de transición, ya que el paradigma volvió a cambiar en 2001, allí se produce la explosión de la sociedad civil, no solo en Argentina sino a nivel global, la gente busca protagonismo, quiere que se la escuche y se hace escuchar. El “que se vayan todos” en Argentina, reflejaba la bronca, no solo contra el corralito y la pobre calidad de la corporación política, sino que era un grito pidiendo lugar, para dejar de ser objeto y poder transformarse en sujeto.
Mientras tanto explota la burbuja de Internet, llena de negocios que no lo fueron, como la venta del portal Patagon.com, por casi 1000 millones de dólares en Argentina, que luego desapareció sin dar ni un centavo de ganancia. La Web 1.0, la Web unidireccional, donde la pantalla les hablaba a los navegantes fracasó, ya que no era negocio y con ella explotó el Nasdaq en 2001. La gente se hizo cargo del negocio de la Web y esta se hizo 2.0., una web interactiva, donde cualquiera puede tener un blog o comunicar a través de las redes sociales ideas, para discutirlas, instalar con ellas agenda, y hasta tocar vacas sagradas y ser políticamente incorrecto.
En la Web 2.0 el “boca a boca” del café incluye a miles y puede llegar a millones,si cada uno tiene por lo menos cien contactos y cada uno de esos cien tiene otros cien, cualquier información, idea o hasta un link de you tube vía e-mail llega a 10.000 personas en dos minutos. Lo que se dice en esos “boca a boca” queda para siempre en Google, al alcance de todos.
Así como la imprenta representó un cambio dramático y revolucionario, ya que antes de Gutenberg se escribía poco y era muy caro hacerlo, siendo pocos los que sabían leer, con la Web 2.0 son muchos los que escriben además de leer y nunca publicar un medio fue tan barato, alcanza con tener una computadora y una conexión de Internet.
En este cambio de paradigma la imagen sin proyecto, sin ideas y sin relato no puede sostenerse, ya que no se puede esgrimir indefinidamente una foto vacía de ideas y proyecto, por mas sonriente y fotoshopeada que este, ante el reclamo desatado de respuestas, propuestas, ideas, contenidos y diálogo continuo como se da en la Web 2.0.
El 30 % del electorado en la Argentina tiene en 2010 menos de 30 años, son nativos digitales en su mayoría, para ellos “en Google esta todo”, los que nacieron en los noventa nunca vivieron sin internet, pasan 4 horas del día en la Web, frente al monitor, la notebook o navegan desde el celular. A la TV la miran en You Tube mientras abren una ventana para leer los diarios, otra para el Facebook, otra para el Flickr, twitter, el chat y chequear los e-mails. Para este grupo la TV es aburrida, no los deja interactuar y no permite plasmar su dinámica multi-tasking. Estos jóvenes desarrollaron un grado de cognitividad superior a los de la generaciones que crecieron en los 50, 60 o 70, que les impone la decodificación de series como Lost, Los Soprano o Lie to me, cuando aquellas generaciones se medían con la linealidad de Chips, El Santo o Ladrón sin destino.
El brodcasting, donde el emisor es el sujeto y programa y el público inmóvil solo objeto, dejó lugar al pullcasting, donde el receptor-emisor “tira” y produce su propia programación.
La web 2.0 le marca la agenda a los grandes medios, las radios ya no leen los diarios, leen la Web, es que el diario de la mañana queda viejo a las 11, y al otro día sirve para envolver huevos, lo escrito en la Web queda para siempre y esta a Google de cualquiera.
En la Web 2.0 se puede hablar con todos y llegar a cada uno en particular. Una de las fortalezas del nuevo paradigma 2.0, es la segmentación. Mientras que en los ochentas Michael Jackson o Madonna vendían millones de discos, hoy en la era 2.0, nadie vende millones, porque a través de este nuevo paradigma, la uniformidad deja paso a la diversidad, hoy son decenas o centenas de miles los artistas que pueden dar a conocer su arte, y son cientos de millones los que pueden tener acceso a conocerlos, esta larga cola de la economía llego a su fin, hoy son muchos los que venden mucho, por eso hay que “taylorizar” las propuestas para poder llegar a segmentos diferentes y “conversar” con ellos, proponerles y escucharlos.
En la Web 2.0 la gente se organiza, discute, cambia de ideas y pasa de consumidor a prosumidor, es decir un productor y consumidor de información, no solo publicando noticias sino como en el sitio del partido laborista británico, donde la gente propone ideas, proyectos de ley, objeta medidas y allí David Miliband, el Canciller británico, importante dirigente del laborismo, modera la pagina y se compromete a llevar al parlamento las ideas más votadas en el sitio 2.0 del Labour.
Todos nos estamos sumando a esta inteligencia colectiva, cuando conocemos a alguien lo googleamos, cuando buscamos cambiar el auto entramos a los foros, cuando nos entró un virus, buscamos a ver que dicen otros a quienes les pasó algo parecido, cuando tenemos alguna mala experiencia con algún producto o servicio podemos testimoniarlo en la Web, cuando queremos opinar sobre una noticia posteamos un comentario, y los más comprometidos, abren un blog, están en Facebook y habitan literalmente la Web 2.0
Esta inteligencia colectiva produce un salto cualitativo enorme en materia de propuestas políticas, debate y demanda de transparencia e institucionalidad, tanto en la campaña 2.0 como en la gestión 2.0. El concepto clásico de campaña de construcción y gestión de imagen, está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Rubén Weinsteiner
En los últimos 30 años tuvieron lugar dos cambios dramáticos de paradigmas en el territorio de la comunicación, que imponen modificaciones en el mapa, sin los cuales los que intenten mapa en mano recorrer el territorio modificado, se golpearán duramente contra las nuevas construcciones.
En el año 89 tuvo lugar en Rumania, la primera revolución televisada en directo de la historia. Tanto los opositores a Ceaucescu, como sus partidarios y los miembros de la Securitate, tomaban estaciones de radio y canales de televisión, desde donde articulaban el relato del momento. Desde los revolucionarios haciéndole un agujero en el medio a la bandera, sacándole el emblema comunista, el juicio de campo al presidente y su esposa, y hasta el golpe de knock out que puso fin a la resistencia, que fue mostrar los cuerpos sin vida de Nicolae y Elena Ceausescu tirados en un camino de tierra, todo se vio por Televisión.
En agosto del 90, Irak invade Kuwait y en enero del 91, Los EE.UU atacan y con la experiencia de Vietnam, donde las imágenes televisadas de las muertes y los muertos definieron el conflicto y forzaron la retirada, producen esta vez una guerra televisada, pero con el guión en la mano, no dejando ver ni muertos ni heridos, tan solo recreaciones con la gráfica de los video juegos, que presentan el relato del Ejército de los EE.UU, una guerra sin víctimas, errores ni daños colaterales, donde la realidad se constituyó en aquello que se televisó, rendiciones de soldados iraquíes, animaciones sobre misiles y movimientos de tropas, soldados jugando con chicos Kuwaitíes y los personajes claro está: Bush, Saddam, Shwartzkopf, el locutor de la TV Iraquí, para finalmente llegar al The end, con la rendición de Saddam, el discurso de Bush y el desfile de la victoria por las calles de New York.
Estos acontecimientos estaban enmarcados en la explosión mundial del cable, la mundialización de la TV incluso tras la ex cortina de hierro, y en lo que se dio en llamar, a partir del salto cualitativo en las comunicaciones, y de la uniformidad de contenidos en todo el mundo, la aldea global.
A partir allí en el mundo y en la Argentina, plazas como las del 83 ya no se vieron, lo que pasaba, era lo que se veía en la pantalla, los candidatos comenzaron a cerrar sus campañas por TV, en espacios de propaganda política, en programas periodísticos o en shows de alto rating como Tinelli.
Los 90 se sumergieron en el paradigma de la pantalla unidireccional, donde el sujeto siempre estaba del otro lado de la misma, y le resultaba muy difícil al que estaba de este lado, del lado del televidente, escapar del rol de objeto para pasar a ser sujeto aunque sea un instante.
Todo pasó a ser televisado, para los políticos ser , se convirtió en aparecer, y para el público ser , se transformó en parecerse. Todos querían tener un programa de cable o 15 minutos de fama aun al costo de hacer el ridículo. Para la construcción del discurso había cambiado la herramienta, pero no la polaridad, en lugar hablarle a las plazas o de caminar incesantemente por los pueblos, los candidatos, le hablaban a las cámaras y caminaban entre los canales. Pero se le seguía hablando a un mudo y la imagen se constituía en el todo, el proyecto político y el relato eran accesorios y el receptor seguía siendo un consumidor.
La preeminencia del factor proyecto- idea, por sobre la imagen sin proyecto, era un dato en los sesenta y setenta, e hizo fracasar a aquellos candidatos que invertían fortunas en la televisión, como Chamizo y Ezequiel Martínez. En los noventas el nuevo paradigma cambió las reglas, seguramente con este paradigma a Chamizo le hubiese ido mejor, como le fue a De Narváez en 2009.
Estamos en este momento en una etapa de transición, ya que el paradigma volvió a cambiar en 2001, allí se produce la explosión de la sociedad civil, no solo en Argentina sino a nivel global, la gente busca protagonismo, quiere que se la escuche y se hace escuchar. El “que se vayan todos” en Argentina, reflejaba la bronca, no solo contra el corralito y la pobre calidad de la corporación política, sino que era un grito pidiendo lugar, para dejar de ser objeto y poder transformarse en sujeto.
Mientras tanto explota la burbuja de Internet, llena de negocios que no lo fueron, como la venta del portal Patagon.com, por casi 1000 millones de dólares en Argentina, que luego desapareció sin dar ni un centavo de ganancia. La Web 1.0, la Web unidireccional, donde la pantalla les hablaba a los navegantes fracasó, ya que no era negocio y con ella explotó el Nasdaq en 2001. La gente se hizo cargo del negocio de la Web y esta se hizo 2.0., una web interactiva, donde cualquiera puede tener un blog o comunicar a través de las redes sociales ideas, para discutirlas, instalar con ellas agenda, y hasta tocar vacas sagradas y ser políticamente incorrecto.
En la Web 2.0 el “boca a boca” del café incluye a miles y puede llegar a millones,si cada uno tiene por lo menos cien contactos y cada uno de esos cien tiene otros cien, cualquier información, idea o hasta un link de you tube vía e-mail llega a 10.000 personas en dos minutos. Lo que se dice en esos “boca a boca” queda para siempre en Google, al alcance de todos.
Así como la imprenta representó un cambio dramático y revolucionario, ya que antes de Gutenberg se escribía poco y era muy caro hacerlo, siendo pocos los que sabían leer, con la Web 2.0 son muchos los que escriben además de leer y nunca publicar un medio fue tan barato, alcanza con tener una computadora y una conexión de Internet.
En este cambio de paradigma la imagen sin proyecto, sin ideas y sin relato no puede sostenerse, ya que no se puede esgrimir indefinidamente una foto vacía de ideas y proyecto, por mas sonriente y fotoshopeada que este, ante el reclamo desatado de respuestas, propuestas, ideas, contenidos y diálogo continuo como se da en la Web 2.0.
El 30 % del electorado en la Argentina tiene en 2010 menos de 30 años, son nativos digitales en su mayoría, para ellos “en Google esta todo”, los que nacieron en los noventa nunca vivieron sin internet, pasan 4 horas del día en la Web, frente al monitor, la notebook o navegan desde el celular. A la TV la miran en You Tube mientras abren una ventana para leer los diarios, otra para el Facebook, otra para el Flickr, twitter, el chat y chequear los e-mails. Para este grupo la TV es aburrida, no los deja interactuar y no permite plasmar su dinámica multi-tasking. Estos jóvenes desarrollaron un grado de cognitividad superior a los de la generaciones que crecieron en los 50, 60 o 70, que les impone la decodificación de series como Lost, Los Soprano o Lie to me, cuando aquellas generaciones se medían con la linealidad de Chips, El Santo o Ladrón sin destino.
El brodcasting, donde el emisor es el sujeto y programa y el público inmóvil solo objeto, dejó lugar al pullcasting, donde el receptor-emisor “tira” y produce su propia programación.
La web 2.0 le marca la agenda a los grandes medios, las radios ya no leen los diarios, leen la Web, es que el diario de la mañana queda viejo a las 11, y al otro día sirve para envolver huevos, lo escrito en la Web queda para siempre y esta a Google de cualquiera.
En la Web 2.0 se puede hablar con todos y llegar a cada uno en particular. Una de las fortalezas del nuevo paradigma 2.0, es la segmentación. Mientras que en los ochentas Michael Jackson o Madonna vendían millones de discos, hoy en la era 2.0, nadie vende millones, porque a través de este nuevo paradigma, la uniformidad deja paso a la diversidad, hoy son decenas o centenas de miles los artistas que pueden dar a conocer su arte, y son cientos de millones los que pueden tener acceso a conocerlos, esta larga cola de la economía llego a su fin, hoy son muchos los que venden mucho, por eso hay que “taylorizar” las propuestas para poder llegar a segmentos diferentes y “conversar” con ellos, proponerles y escucharlos.
En la Web 2.0 la gente se organiza, discute, cambia de ideas y pasa de consumidor a prosumidor, es decir un productor y consumidor de información, no solo publicando noticias sino como en el sitio del partido laborista británico, donde la gente propone ideas, proyectos de ley, objeta medidas y allí David Miliband, el Canciller británico, importante dirigente del laborismo, modera la pagina y se compromete a llevar al parlamento las ideas más votadas en el sitio 2.0 del Labour.
Todos nos estamos sumando a esta inteligencia colectiva, cuando conocemos a alguien lo googleamos, cuando buscamos cambiar el auto entramos a los foros, cuando nos entró un virus, buscamos a ver que dicen otros a quienes les pasó algo parecido, cuando tenemos alguna mala experiencia con algún producto o servicio podemos testimoniarlo en la Web, cuando queremos opinar sobre una noticia posteamos un comentario, y los más comprometidos, abren un blog, están en Facebook y habitan literalmente la Web 2.0
Esta inteligencia colectiva produce un salto cualitativo enorme en materia de propuestas políticas, debate y demanda de transparencia e institucionalidad, tanto en la campaña 2.0 como en la gestión 2.0. El concepto clásico de campaña de construcción y gestión de imagen, está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Rubén Weinsteiner
De Ceausescu al Facebook
Por Rubén Weinsteiner para Adnmundo
En los últimos 30 años tuvieron lugar dos cambios dramáticos de paradigmas en el territorio de la comunicación, que imponen modificaciones en el mapa, sin los cuales los que intenten mapa en mano recorrer el territorio modificado, se golpearán duramente contra las nuevas construcciones.
En el año 89 tuvo lugar en Rumania, la primera revolución televisada en directo de la historia. Tanto los opositores a Ceaucescu, como sus partidarios y los miembros de la Securitate, tomaban estaciones de radio y canales de televisión, desde donde articulaban el relato del momento. Desde los revolucionarios haciéndole un agujero en el medio a la bandera, sacándole el emblema comunista, el juicio de campo al presidente y su esposa, y hasta el golpe de knock out que puso fin a la resistencia, que fue mostrar los cuerpos sin vida de Nicolae y Elena Ceausescu tirados en un camino de tierra, todo se vio por Televisión.
En agosto del 90, Irak invade Kuwait y en enero del 91, Los EE.UU atacan y con la experiencia de Vietnam, donde las imágenes televisadas de las muertes y los muertos definieron el conflicto y forzaron la retirada, producen esta vez una guerra televisada, pero con el guión en la mano, no dejando ver ni muertos ni heridos, tan solo recreaciones con la gráfica de los video juegos, que presentan el relato del Ejército de los EE.UU, una guerra sin víctimas, errores ni daños colaterales, donde la realidad se constituyó en aquello que se televisó, rendiciones de soldados iraquíes, animaciones sobre misiles y movimientos de tropas, soldados jugando con chicos Kuwaitíes y los personajes claro está: Bush, Saddam, Shwartzkopf, el locutor de la TV Iraquí, para finalmente llegar al The end, con la rendición de Saddam, el discurso de Bush y el desfile de la victoria por las calles de New York.
Estos acontecimientos estaban enmarcados en la explosión mundial del cable, la mundialización de la TV incluso tras la ex cortina de hierro, y en lo que se dio en llamar, a partir del salto cualitativo en las comunicaciones, y de la uniformidad de contenidos en todo el mundo, la aldea global.
A partir allí en el mundo y en la Argentina, plazas como las del 83 ya no se vieron, lo que pasaba, era lo que se veía en la pantalla, los candidatos comenzaron a cerrar sus campañas por TV, en espacios de propaganda política, en programas periodísticos o en shows de alto rating como Tinelli.
Los 90 se sumergieron en el paradigma de la pantalla unidireccional, donde el sujeto siempre estaba del otro lado de la misma, y le resultaba muy difícil al que estaba de este lado, del lado del televidente, escapar del rol de objeto para pasar a ser sujeto aunque sea un instante.
Todo pasó a ser televisado, para los políticos ser , se convirtió en aparecer, y para el público ser , se transformó en parecerse. Todos querían tener un programa de cable o 15 minutos de fama aun al costo de hacer el ridículo. Para la construcción del discurso había cambiado la herramienta, pero no la polaridad, en lugar hablarle a las plazas o de caminar incesantemente por los pueblos, los candidatos, le hablaban a las cámaras y caminaban entre los canales. Pero se le seguía hablando a un mudo y la imagen se constituía en el todo, el proyecto político y el relato eran accesorios y el receptor seguía siendo un consumidor.
La preeminencia del factor proyecto- idea, por sobre la imagen sin proyecto, era un dato en los sesenta y setenta, e hizo fracasar a aquellos candidatos que invertían fortunas en la televisión, como Chamizo y Ezequiel Martínez. En los noventas el nuevo paradigma cambió las reglas, seguramente con este paradigma a Chamizo le hubiese ido mejor, como le fue a De Narváez en 2009.
Estamos en este momento en una etapa de transición, ya que el paradigma volvió a cambiar en 2001, allí se produce la explosión de la sociedad civil, no solo en Argentina sino a nivel global, la gente busca protagonismo, quiere que se la escuche y se hace escuchar. El “que se vayan todos” en Argentina, reflejaba la bronca, no solo contra el corralito y la pobre calidad de la corporación política, sino que era un grito pidiendo lugar, para dejar de ser objeto y poder transformarse en sujeto.
Mientras tanto explota la burbuja de Internet, llena de negocios que no lo fueron, como la venta del portal Patagon.com, por casi 1000 millones de dólares en Argentina, que luego desapareció sin dar ni un centavo de ganancia. La Web 1.0, la Web unidireccional, donde la pantalla les hablaba a los navegantes fracasó, ya que no era negocio y con ella explotó el Nasdaq en 2001. La gente se hizo cargo del negocio de la Web y esta se hizo 2.0., una web interactiva, donde cualquiera puede tener un blog o comunicar a través de las redes sociales ideas, para discutirlas, instalar con ellas agenda, y hasta tocar vacas sagradas y ser políticamente incorrecto.
En la Web 2.0 el “boca a boca” del café incluye a miles y puede llegar a millones,si cada uno tiene por lo menos cien contactos y cada uno de esos cien tiene otros cien, cualquier información, idea o hasta un link de you tube vía e-mail llega a 10.000 personas en dos minutos. Lo que se dice en esos “boca a boca” queda para siempre en Google, al alcance de todos.
Así como la imprenta representó un cambio dramático y revolucionario, ya que antes de Gutenberg se escribía poco y era muy caro hacerlo, siendo pocos los que sabían leer, con la Web 2.0 son muchos los que escriben además de leer y nunca publicar un medio fue tan barato, alcanza con tener una computadora y una conexión de Internet.
En este cambio de paradigma la imagen sin proyecto, sin ideas y sin relato no puede sostenerse, ya que no se puede esgrimir indefinidamente una foto vacía de ideas y proyecto, por mas sonriente y fotoshopeada que este, ante el reclamo desatado de respuestas, propuestas, ideas, contenidos y diálogo continuo como se da en la Web 2.0.
El 30 % del electorado en la Argentina tiene en 2010 menos de 30 años, son nativos digitales en su mayoría, para ellos “en Google esta todo”, los que nacieron en los noventa nunca vivieron sin internet, pasan 4 horas del día en la Web, frente al monitor, la notebook o navegan desde el celular. A la TV la miran en You Tube mientras abren una ventana para leer los diarios, otra para el Facebook, otra para el Flickr, twitter, el chat y chequear los e-mails. Para este grupo la TV es aburrida, no los deja interactuar y no permite plasmar su dinámica multi-tasking. Estos jóvenes desarrollaron un grado de cognitividad superior a los de la generaciones que crecieron en los 50, 60 o 70, que les impone la decodificación de series como Lost, Los Soprano o Lie to me, cuando aquellas generaciones se medían con la linealidad de Chips, El Santo o Ladrón sin destino.
El brodcasting, donde el emisor es el sujeto y programa y el público inmóvil solo objeto, dejó lugar al pullcasting, donde el receptor-emisor “tira” y produce su propia programación.
La web 2.0 le marca la agenda a los grandes medios, las radios ya no leen los diarios, leen la Web, es que el diario de la mañana queda viejo a las 11, y al otro día sirve para envolver huevos, lo escrito en la Web queda para siempre y esta a Google de cualquiera.
En la Web 2.0 se puede hablar con todos y llegar a cada uno en particular. Una de las fortalezas del nuevo paradigma 2.0, es la segmentación. Mientras que en los ochentas Michael Jackson o Madonna vendían millones de discos, hoy en la era 2.0, nadie vende millones, porque a través de este nuevo paradigma, la uniformidad deja paso a la diversidad, hoy son decenas o centenas de miles los artistas que pueden dar a conocer su arte, y son cientos de millones los que pueden tener acceso a conocerlos, esta larga cola de la economía llego a su fin, hoy son muchos los que venden mucho, por eso hay que “taylorizar” las propuestas para poder llegar a segmentos diferentes y “conversar” con ellos, proponerles y escucharlos.
En la Web 2.0 la gente se organiza, discute, cambia de ideas y pasa de consumidor a prosumidor, es decir un productor y consumidor de información, no solo publicando noticias sino como en el sitio del partido laborista británico, donde la gente propone ideas, proyectos de ley, objeta medidas y allí David Miliband, el Canciller británico, importante dirigente del laborismo, modera la pagina y se compromete a llevar al parlamento las ideas más votadas en el sitio 2.0 del Labour.
Todos nos estamos sumando a esta inteligencia colectiva, cuando conocemos a alguien lo googleamos, cuando buscamos cambiar el auto entramos a los foros, cuando nos entró un virus, buscamos a ver que dicen otros a quienes les pasó algo parecido, cuando tenemos alguna mala experiencia con algún producto o servicio podemos testimoniarlo en la Web, cuando queremos opinar sobre una noticia posteamos un comentario, y los más comprometidos, abren un blog, están en Facebook y habitan literalmente la Web 2.0
Esta inteligencia colectiva produce un salto cualitativo enorme en materia de propuestas políticas, debate y demanda de transparencia e institucionalidad, tanto en la campaña 2.0 como en la gestión 2.0. El concepto clásico de campaña de construcción y gestión de imagen, está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Rubén Weinsteiner
En los últimos 30 años tuvieron lugar dos cambios dramáticos de paradigmas en el territorio de la comunicación, que imponen modificaciones en el mapa, sin los cuales los que intenten mapa en mano recorrer el territorio modificado, se golpearán duramente contra las nuevas construcciones.
En el año 89 tuvo lugar en Rumania, la primera revolución televisada en directo de la historia. Tanto los opositores a Ceaucescu, como sus partidarios y los miembros de la Securitate, tomaban estaciones de radio y canales de televisión, desde donde articulaban el relato del momento. Desde los revolucionarios haciéndole un agujero en el medio a la bandera, sacándole el emblema comunista, el juicio de campo al presidente y su esposa, y hasta el golpe de knock out que puso fin a la resistencia, que fue mostrar los cuerpos sin vida de Nicolae y Elena Ceausescu tirados en un camino de tierra, todo se vio por Televisión.
En agosto del 90, Irak invade Kuwait y en enero del 91, Los EE.UU atacan y con la experiencia de Vietnam, donde las imágenes televisadas de las muertes y los muertos definieron el conflicto y forzaron la retirada, producen esta vez una guerra televisada, pero con el guión en la mano, no dejando ver ni muertos ni heridos, tan solo recreaciones con la gráfica de los video juegos, que presentan el relato del Ejército de los EE.UU, una guerra sin víctimas, errores ni daños colaterales, donde la realidad se constituyó en aquello que se televisó, rendiciones de soldados iraquíes, animaciones sobre misiles y movimientos de tropas, soldados jugando con chicos Kuwaitíes y los personajes claro está: Bush, Saddam, Shwartzkopf, el locutor de la TV Iraquí, para finalmente llegar al The end, con la rendición de Saddam, el discurso de Bush y el desfile de la victoria por las calles de New York.
Estos acontecimientos estaban enmarcados en la explosión mundial del cable, la mundialización de la TV incluso tras la ex cortina de hierro, y en lo que se dio en llamar, a partir del salto cualitativo en las comunicaciones, y de la uniformidad de contenidos en todo el mundo, la aldea global.
A partir allí en el mundo y en la Argentina, plazas como las del 83 ya no se vieron, lo que pasaba, era lo que se veía en la pantalla, los candidatos comenzaron a cerrar sus campañas por TV, en espacios de propaganda política, en programas periodísticos o en shows de alto rating como Tinelli.
Los 90 se sumergieron en el paradigma de la pantalla unidireccional, donde el sujeto siempre estaba del otro lado de la misma, y le resultaba muy difícil al que estaba de este lado, del lado del televidente, escapar del rol de objeto para pasar a ser sujeto aunque sea un instante.
Todo pasó a ser televisado, para los políticos ser , se convirtió en aparecer, y para el público ser , se transformó en parecerse. Todos querían tener un programa de cable o 15 minutos de fama aun al costo de hacer el ridículo. Para la construcción del discurso había cambiado la herramienta, pero no la polaridad, en lugar hablarle a las plazas o de caminar incesantemente por los pueblos, los candidatos, le hablaban a las cámaras y caminaban entre los canales. Pero se le seguía hablando a un mudo y la imagen se constituía en el todo, el proyecto político y el relato eran accesorios y el receptor seguía siendo un consumidor.
La preeminencia del factor proyecto- idea, por sobre la imagen sin proyecto, era un dato en los sesenta y setenta, e hizo fracasar a aquellos candidatos que invertían fortunas en la televisión, como Chamizo y Ezequiel Martínez. En los noventas el nuevo paradigma cambió las reglas, seguramente con este paradigma a Chamizo le hubiese ido mejor, como le fue a De Narváez en 2009.
Estamos en este momento en una etapa de transición, ya que el paradigma volvió a cambiar en 2001, allí se produce la explosión de la sociedad civil, no solo en Argentina sino a nivel global, la gente busca protagonismo, quiere que se la escuche y se hace escuchar. El “que se vayan todos” en Argentina, reflejaba la bronca, no solo contra el corralito y la pobre calidad de la corporación política, sino que era un grito pidiendo lugar, para dejar de ser objeto y poder transformarse en sujeto.
Mientras tanto explota la burbuja de Internet, llena de negocios que no lo fueron, como la venta del portal Patagon.com, por casi 1000 millones de dólares en Argentina, que luego desapareció sin dar ni un centavo de ganancia. La Web 1.0, la Web unidireccional, donde la pantalla les hablaba a los navegantes fracasó, ya que no era negocio y con ella explotó el Nasdaq en 2001. La gente se hizo cargo del negocio de la Web y esta se hizo 2.0., una web interactiva, donde cualquiera puede tener un blog o comunicar a través de las redes sociales ideas, para discutirlas, instalar con ellas agenda, y hasta tocar vacas sagradas y ser políticamente incorrecto.
En la Web 2.0 el “boca a boca” del café incluye a miles y puede llegar a millones,si cada uno tiene por lo menos cien contactos y cada uno de esos cien tiene otros cien, cualquier información, idea o hasta un link de you tube vía e-mail llega a 10.000 personas en dos minutos. Lo que se dice en esos “boca a boca” queda para siempre en Google, al alcance de todos.
Así como la imprenta representó un cambio dramático y revolucionario, ya que antes de Gutenberg se escribía poco y era muy caro hacerlo, siendo pocos los que sabían leer, con la Web 2.0 son muchos los que escriben además de leer y nunca publicar un medio fue tan barato, alcanza con tener una computadora y una conexión de Internet.
En este cambio de paradigma la imagen sin proyecto, sin ideas y sin relato no puede sostenerse, ya que no se puede esgrimir indefinidamente una foto vacía de ideas y proyecto, por mas sonriente y fotoshopeada que este, ante el reclamo desatado de respuestas, propuestas, ideas, contenidos y diálogo continuo como se da en la Web 2.0.
El 30 % del electorado en la Argentina tiene en 2010 menos de 30 años, son nativos digitales en su mayoría, para ellos “en Google esta todo”, los que nacieron en los noventa nunca vivieron sin internet, pasan 4 horas del día en la Web, frente al monitor, la notebook o navegan desde el celular. A la TV la miran en You Tube mientras abren una ventana para leer los diarios, otra para el Facebook, otra para el Flickr, twitter, el chat y chequear los e-mails. Para este grupo la TV es aburrida, no los deja interactuar y no permite plasmar su dinámica multi-tasking. Estos jóvenes desarrollaron un grado de cognitividad superior a los de la generaciones que crecieron en los 50, 60 o 70, que les impone la decodificación de series como Lost, Los Soprano o Lie to me, cuando aquellas generaciones se medían con la linealidad de Chips, El Santo o Ladrón sin destino.
El brodcasting, donde el emisor es el sujeto y programa y el público inmóvil solo objeto, dejó lugar al pullcasting, donde el receptor-emisor “tira” y produce su propia programación.
La web 2.0 le marca la agenda a los grandes medios, las radios ya no leen los diarios, leen la Web, es que el diario de la mañana queda viejo a las 11, y al otro día sirve para envolver huevos, lo escrito en la Web queda para siempre y esta a Google de cualquiera.
En la Web 2.0 se puede hablar con todos y llegar a cada uno en particular. Una de las fortalezas del nuevo paradigma 2.0, es la segmentación. Mientras que en los ochentas Michael Jackson o Madonna vendían millones de discos, hoy en la era 2.0, nadie vende millones, porque a través de este nuevo paradigma, la uniformidad deja paso a la diversidad, hoy son decenas o centenas de miles los artistas que pueden dar a conocer su arte, y son cientos de millones los que pueden tener acceso a conocerlos, esta larga cola de la economía llego a su fin, hoy son muchos los que venden mucho, por eso hay que “taylorizar” las propuestas para poder llegar a segmentos diferentes y “conversar” con ellos, proponerles y escucharlos.
En la Web 2.0 la gente se organiza, discute, cambia de ideas y pasa de consumidor a prosumidor, es decir un productor y consumidor de información, no solo publicando noticias sino como en el sitio del partido laborista británico, donde la gente propone ideas, proyectos de ley, objeta medidas y allí David Miliband, el Canciller británico, importante dirigente del laborismo, modera la pagina y se compromete a llevar al parlamento las ideas más votadas en el sitio 2.0 del Labour.
Todos nos estamos sumando a esta inteligencia colectiva, cuando conocemos a alguien lo googleamos, cuando buscamos cambiar el auto entramos a los foros, cuando nos entró un virus, buscamos a ver que dicen otros a quienes les pasó algo parecido, cuando tenemos alguna mala experiencia con algún producto o servicio podemos testimoniarlo en la Web, cuando queremos opinar sobre una noticia posteamos un comentario, y los más comprometidos, abren un blog, están en Facebook y habitan literalmente la Web 2.0
Esta inteligencia colectiva produce un salto cualitativo enorme en materia de propuestas políticas, debate y demanda de transparencia e institucionalidad, tanto en la campaña 2.0 como en la gestión 2.0. El concepto clásico de campaña de construcción y gestión de imagen, está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Rubén Weinsteiner
Comunicación en lugar de información en el marketing político
Rubén Weinsteiner para Brecha
Comunicación en lugar de información, es lo que busca el prosumidor que transita la Web 2.0.
La información ya está, es un dato, a partir ella cada integrante de esta construcción colectiva que es la Web 2.0., llega con su recorte y allí la conversación entre prosumidores simétricos provee al otro de lo que está buscando, comunicación por sobre la información.
Hay que dialogar con la gente mas que bajar línea, instalar agenda o slogans vacios.Y para dialogar hay que poder, hay que tener contenidos para volcar, esto es lo que ya está, y sin duda está potenciando a las ideas, como insumo estratégico básico para hacer política.
En este contexto todavía existen consultores en comunicación, que plantean el vaciamiento de los espacios políticos, como estrategia de marketing.
Los ochenta en el mundo, con la Reaganomania Thatcher y Kohl, o la Argentina de los noventa, fueron espacios donde se había decretado la muerte de las ideologías y el vaciamiento de la política. En la Argentina el menemismo consolidó una alianza vacía de ideas, con iconos como Ante Garmaz, Yuyito González, Moria, Susana y Sofovich. El menemismo legitimó la incultura de Tinelli, la mediocridad de los programas de chimentos, porque desde el poder se presentaba como válida la ignorancia, incultura y mediocridad que ostentaba orgulloso el presidente Menem y su círculo de colaboradores.
Pero ese período, el de la ideología que las cosas funcionen, de los espacios sin militantes, sin comités, sin ideas y sin debate, terminó, con Menem y De la Rua, Lacalle, Bucaram, Sánchez de Losada, Fox y Bush.
Terminados los noventa, llegó Lula a Brasil, el Frente Amplio a Uruguay, y se le quemaron los libros al neoliberalismo en la Argentina, en Bolivia, en Ecuador y en EE.UU, donde llegó Obama y explotó la militancia digital, allí asistimos a la recuperación del discurso, las palabras como órgano constitutivo del pensamiento y de las ideas, aquellas ideas que Menem o Bush no podían articular.
Macri y De Narváez de alguna manera son noventistas, por formación intelectual, por incapacidad expresiva, por legitimación de las limitaciones en términos de marco teórico, por simbología, identidad, personalidad y todos las variables que conforman la marca política. En esa época hubieran llegado a la presidencia non stop.
Jaime Durán Barba debe pensar que los noventa no terminaron, y le dice a Macri que la gente está cansada de la ideología, de los políticos tradicionales, que hay que desperonizar, que la única ideología que funciona es la del eficientismo.
Tan bien no le fue, Michetti hizo una pobre elección con una campaña tan costosa como vacía, donde solo se veía el play, y a Michetti repetir "va a estar bueno Buenos Aires". Los resultados reflejaron una pérdida de 20 puntos en poco mas de un año, y el "va a estar bueno Buenos Aires", hoy suena como puñalada en los oidos de los porteños.
Como dijo hace poco Pepe Mujica, no se puede hacer política sin militantes, sin cuadros y sin comités. El desprecio de la política y de los políticos, bajo la forma de “no hacen nada” “ganan fortunas” “todos roban” fue una de las formas a través de las cuales Mussolini consiguió instalar el Fascismo, anclando la democracia, la política y los políticos a conceptos negativos como el caos, el desorden y corrupción.
Lo que plantea Durán Barba, atrasa 15 años, pero además no es sostenible. Un gobierno sin ideología, que no entiende el país, que llega al poder a base de frases vacías, como la cabeza del candidato, se encuentra con la gestión se pone nervioso y choca el país, como De La Rúa el último noventista, en 2001.
Ir al debate
o Acá
Comunicación en lugar de información, es lo que busca el prosumidor que transita la Web 2.0.
La información ya está, es un dato, a partir ella cada integrante de esta construcción colectiva que es la Web 2.0., llega con su recorte y allí la conversación entre prosumidores simétricos provee al otro de lo que está buscando, comunicación por sobre la información.
Hay que dialogar con la gente mas que bajar línea, instalar agenda o slogans vacios.Y para dialogar hay que poder, hay que tener contenidos para volcar, esto es lo que ya está, y sin duda está potenciando a las ideas, como insumo estratégico básico para hacer política.
En este contexto todavía existen consultores en comunicación, que plantean el vaciamiento de los espacios políticos, como estrategia de marketing.
Los ochenta en el mundo, con la Reaganomania Thatcher y Kohl, o la Argentina de los noventa, fueron espacios donde se había decretado la muerte de las ideologías y el vaciamiento de la política. En la Argentina el menemismo consolidó una alianza vacía de ideas, con iconos como Ante Garmaz, Yuyito González, Moria, Susana y Sofovich. El menemismo legitimó la incultura de Tinelli, la mediocridad de los programas de chimentos, porque desde el poder se presentaba como válida la ignorancia, incultura y mediocridad que ostentaba orgulloso el presidente Menem y su círculo de colaboradores.
Pero ese período, el de la ideología que las cosas funcionen, de los espacios sin militantes, sin comités, sin ideas y sin debate, terminó, con Menem y De la Rua, Lacalle, Bucaram, Sánchez de Losada, Fox y Bush.
Terminados los noventa, llegó Lula a Brasil, el Frente Amplio a Uruguay, y se le quemaron los libros al neoliberalismo en la Argentina, en Bolivia, en Ecuador y en EE.UU, donde llegó Obama y explotó la militancia digital, allí asistimos a la recuperación del discurso, las palabras como órgano constitutivo del pensamiento y de las ideas, aquellas ideas que Menem o Bush no podían articular.
Macri y De Narváez de alguna manera son noventistas, por formación intelectual, por incapacidad expresiva, por legitimación de las limitaciones en términos de marco teórico, por simbología, identidad, personalidad y todos las variables que conforman la marca política. En esa época hubieran llegado a la presidencia non stop.
Jaime Durán Barba debe pensar que los noventa no terminaron, y le dice a Macri que la gente está cansada de la ideología, de los políticos tradicionales, que hay que desperonizar, que la única ideología que funciona es la del eficientismo.
Tan bien no le fue, Michetti hizo una pobre elección con una campaña tan costosa como vacía, donde solo se veía el play, y a Michetti repetir "va a estar bueno Buenos Aires". Los resultados reflejaron una pérdida de 20 puntos en poco mas de un año, y el "va a estar bueno Buenos Aires", hoy suena como puñalada en los oidos de los porteños.
Como dijo hace poco Pepe Mujica, no se puede hacer política sin militantes, sin cuadros y sin comités. El desprecio de la política y de los políticos, bajo la forma de “no hacen nada” “ganan fortunas” “todos roban” fue una de las formas a través de las cuales Mussolini consiguió instalar el Fascismo, anclando la democracia, la política y los políticos a conceptos negativos como el caos, el desorden y corrupción.
Lo que plantea Durán Barba, atrasa 15 años, pero además no es sostenible. Un gobierno sin ideología, que no entiende el país, que llega al poder a base de frases vacías, como la cabeza del candidato, se encuentra con la gestión se pone nervioso y choca el país, como De La Rúa el último noventista, en 2001.
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o Acá
Comunicación en lugar de información en el marketing político
Rubén Weinsteiner para Brecha
Comunicación en lugar de información, es lo que busca el prosumidor que transita la Web 2.0.
La información ya está, es un dato, a partir ella cada integrante de esta construcción colectiva que es la Web 2.0., llega con su recorte y allí la conversación entre prosumidores simétricos provee al otro de lo que está buscando, comunicación por sobre la información.
Hay que dialogar con la gente mas que bajar línea, instalar agenda o slogans vacios.Y para dialogar hay que poder, hay que tener contenidos para volcar, esto es lo que ya está, y sin duda está potenciando a las ideas, como insumo estratégico básico para hacer política.
En este contexto todavía existen consultores en comunicación, que plantean el vaciamiento de los espacios políticos, como estrategia de marketing.
Los ochenta en el mundo, con la Reaganomania Thatcher y Kohl, o la Argentina de los noventa, fueron espacios donde se había decretado la muerte de las ideologías y el vaciamiento de la política. En la Argentina el menemismo consolidó una alianza vacía de ideas, con iconos como Ante Garmaz, Yuyito González, Moria, Susana y Sofovich. El menemismo legitimó la incultura de Tinelli, la mediocridad de los programas de chimentos, porque desde el poder se presentaba como válida la ignorancia, incultura y mediocridad que ostentaba orgulloso el presidente Menem y su círculo de colaboradores.
Pero ese período, el de la ideología que las cosas funcionen, de los espacios sin militantes, sin comités, sin ideas y sin debate, terminó, con Menem y De la Rua, Lacalle, Bucaram, Sánchez de Losada, Fox y Bush.
Terminados los noventa, llegó Lula a Brasil, el Frente Amplio a Uruguay, y se le quemaron los libros al neoliberalismo en la Argentina, en Bolivia, en Ecuador y en EE.UU, donde llegó Obama y explotó la militancia digital, allí asistimos a la recuperación del discurso, las palabras como órgano constitutivo del pensamiento y de las ideas, aquellas ideas que Menem o Bush no podían articular.
Macri y De Narváez de alguna manera son noventistas, por formación intelectual, por incapacidad expresiva, por legitimación de las limitaciones en términos de marco teórico, por simbología, identidad, personalidad y todos las variables que conforman la marca política. En esa época hubieran llegado a la presidencia non stop.
Jaime Durán Barba debe pensar que los noventa no terminaron, y le dice a Macri que la gente está cansada de la ideología, de los políticos tradicionales, que hay que desperonizar, que la única ideología que funciona es la del eficientismo.
Tan bien no le fue, Michetti hizo una pobre elección con una campaña tan costosa como vacía, donde solo se veía el play, y a Michetti repetir "va a estar bueno Buenos Aires". Los resultados reflejaron una pérdida de 20 puntos en poco mas de un año, y el "va a estar bueno Buenos Aires", hoy suena como puñalada en los oidos de los porteños.
Como dijo hace poco Pepe Mujica, no se puede hacer política sin militantes, sin cuadros y sin comités. El desprecio de la política y de los políticos, bajo la forma de “no hacen nada” “ganan fortunas” “todos roban” fue una de las formas a través de las cuales Mussolini consiguió instalar el Fascismo, anclando la democracia, la política y los políticos a conceptos negativos como el caos, el desorden y corrupción.
Lo que plantea Durán Barba, atrasa 15 años, pero además no es sostenible. Un gobierno sin ideología, que no entiende el país, que llega al poder a base de frases vacías, como la cabeza del candidato, se encuentra con la gestión se pone nervioso y choca el país, como De La Rúa el último noventista, en 2001.
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o Acá
Comunicación en lugar de información, es lo que busca el prosumidor que transita la Web 2.0.
La información ya está, es un dato, a partir ella cada integrante de esta construcción colectiva que es la Web 2.0., llega con su recorte y allí la conversación entre prosumidores simétricos provee al otro de lo que está buscando, comunicación por sobre la información.
Hay que dialogar con la gente mas que bajar línea, instalar agenda o slogans vacios.Y para dialogar hay que poder, hay que tener contenidos para volcar, esto es lo que ya está, y sin duda está potenciando a las ideas, como insumo estratégico básico para hacer política.
En este contexto todavía existen consultores en comunicación, que plantean el vaciamiento de los espacios políticos, como estrategia de marketing.
Los ochenta en el mundo, con la Reaganomania Thatcher y Kohl, o la Argentina de los noventa, fueron espacios donde se había decretado la muerte de las ideologías y el vaciamiento de la política. En la Argentina el menemismo consolidó una alianza vacía de ideas, con iconos como Ante Garmaz, Yuyito González, Moria, Susana y Sofovich. El menemismo legitimó la incultura de Tinelli, la mediocridad de los programas de chimentos, porque desde el poder se presentaba como válida la ignorancia, incultura y mediocridad que ostentaba orgulloso el presidente Menem y su círculo de colaboradores.
Pero ese período, el de la ideología que las cosas funcionen, de los espacios sin militantes, sin comités, sin ideas y sin debate, terminó, con Menem y De la Rua, Lacalle, Bucaram, Sánchez de Losada, Fox y Bush.
Terminados los noventa, llegó Lula a Brasil, el Frente Amplio a Uruguay, y se le quemaron los libros al neoliberalismo en la Argentina, en Bolivia, en Ecuador y en EE.UU, donde llegó Obama y explotó la militancia digital, allí asistimos a la recuperación del discurso, las palabras como órgano constitutivo del pensamiento y de las ideas, aquellas ideas que Menem o Bush no podían articular.
Macri y De Narváez de alguna manera son noventistas, por formación intelectual, por incapacidad expresiva, por legitimación de las limitaciones en términos de marco teórico, por simbología, identidad, personalidad y todos las variables que conforman la marca política. En esa época hubieran llegado a la presidencia non stop.
Jaime Durán Barba debe pensar que los noventa no terminaron, y le dice a Macri que la gente está cansada de la ideología, de los políticos tradicionales, que hay que desperonizar, que la única ideología que funciona es la del eficientismo.
Tan bien no le fue, Michetti hizo una pobre elección con una campaña tan costosa como vacía, donde solo se veía el play, y a Michetti repetir "va a estar bueno Buenos Aires". Los resultados reflejaron una pérdida de 20 puntos en poco mas de un año, y el "va a estar bueno Buenos Aires", hoy suena como puñalada en los oidos de los porteños.
Como dijo hace poco Pepe Mujica, no se puede hacer política sin militantes, sin cuadros y sin comités. El desprecio de la política y de los políticos, bajo la forma de “no hacen nada” “ganan fortunas” “todos roban” fue una de las formas a través de las cuales Mussolini consiguió instalar el Fascismo, anclando la democracia, la política y los políticos a conceptos negativos como el caos, el desorden y corrupción.
Lo que plantea Durán Barba, atrasa 15 años, pero además no es sostenible. Un gobierno sin ideología, que no entiende el país, que llega al poder a base de frases vacías, como la cabeza del candidato, se encuentra con la gestión se pone nervioso y choca el país, como De La Rúa el último noventista, en 2001.
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o Acá
lunes, marzo 22, 2010
Costos y productividad en el mercado de la información 2.0
Por Rubén Weinsteiner
Para Jerusalem Post
Un ciudadano en cualquier país democrático, tiene a su alcance múltiples fuentes de información para formarse una idea política de a quién votar, aprobar o no una gestión, opinar a favor o en contra de un determinado proyecto de ley, además de los medios de comunicación 1.0.
Archivos abiertos, plataformas electorales, Google news, Wikipedia, y fundamentalmente la Web 2.0, para hacer pullcasting antes de exponerse al brodcasting, tirar la data que se busca y no esperarla, blogs, redes sociales, archivos de estadísticas, expedientes judiciales, declaraciones juradas etc. Pero en esta operación de obtención de información, hay un problema netamente económico.
La posibilidad que nuestro voto u opinión defina, cambie las cosas para un lado o para el otro, es muy chica, salvo elecciones muy peleadas como las de Bush contra Gore, donde unos cientos de votos definieron Florida, en la gran mayoría de los casos nuestro voto mide poco en términos de definir. Y en el plano económico la utilidad obtenida por el consumidor de información, es poca, se limita a la percepción del alcance limitado del voto y a la satisfacción de actuar de acuerdo a conciencia.
En la mayoría de los casos, la suma de rentabilidades por estos dos beneficios es muy baja, para que el consumidor invierta recursos importantes.
La solución a este problema aparece aparentemente, en la forma de un intermediario, “un mayorista” que acumula, procesa y mediatiza la información. Un dato no menor: la “fabricación” de información, el proceso de construcción tiene altos rendimientos en términos de escala, y el costo marginal por abastecer a un consumidor mas es bajísimo, mientras que la utilidad marginal para los consumidores es alta.
Esta solución del intermediario “mayorista” de la información , plantea un problema nuevo fundamental, al abastecer a tantos consumidores con información que afecta tantos intereses de factores tan poderosos, le da a estos últimos motivaciones para manipular este flujo de contenido.
Si en un pueblo los medios locales, difunden información aludiendo a actos de corrupción del intendente, las posibilidades de ser reelecto del mismo pueden disminuir, incluso esta situación podría contribuir a una salida anticipada del mandatario comunal.
Supongamos que el Intendente sabe que los medios están por publicar información negativa sobre el, en ese caso, puede intentar darles pauta, negocios, exenciones, solucionarles problemas importantes al o a los medios.
La función a analizar en este caso sería la cantidad ponderada ( de acuerdo a tirada, rating, prestigio, legitimidad) de medios en el eje de las X, y la renta que genera el acto de corrupción en el eje de las Y.
Siguiendo esta matriz, Besley y Prat (Handcuffs for the grabbing hand? Media capture and Government Accountability) señalan que en los paises con mayor concentración de medios, ya sea en manos privadas o públicas, hay menor rotación de gobernantes y mayores índice de corrupción.
En este escenario la Web 2.0 plantea un escenario mucho mas caótico, ya nunca fue tan incontrolable lo que se dice acercar de alguien como en la Web 2.0, y ahí la función anterior no tiene cabida, porque es imposible arreglar a miles de internautas aun suponiendo que estos quieran ser coimeados.
Que pasa si tomamos mercados distintos de la información política, por ejemplo, celulares, autos o turismo. Ahí el incentivo para el consumidor es mayor, porque tiene que ver con el confort y seguridad del auto, beneficios y chiches del celular, atractivos y posibilidades que la pasemos bien en nuestras vacaciones.
Y ahí ese incentivo lleva al consumidor a invertir mas recursos en hacer, la propia investigación, en ir a la Web 2.0, y allí ser prosumidor, consumir información y también producirla, con experiencias con el producto comercial, político etc, o servicio.
La comunicación 2.0 plantea una diferencia fundamental con la Web 1.0 o la comunicación tradicional pre Internet, yo la definiría como la pérdida de control.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de nuestro producto. La misma creación de los espacios donde se habla del producto la generan los internautas, consumidores, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta en tiempo real.
La construcción 2.0 no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo y la comunicación permanente.
Ahí la producción de información se desconcentra, se atomiza y los costos de producción de información toman otra escala, con un rango de variabilidad muy grande dependiente de la eficacia en la producción, en definitiva en la nueva productividad 2.0.
Para Jerusalem Post
Un ciudadano en cualquier país democrático, tiene a su alcance múltiples fuentes de información para formarse una idea política de a quién votar, aprobar o no una gestión, opinar a favor o en contra de un determinado proyecto de ley, además de los medios de comunicación 1.0.
Archivos abiertos, plataformas electorales, Google news, Wikipedia, y fundamentalmente la Web 2.0, para hacer pullcasting antes de exponerse al brodcasting, tirar la data que se busca y no esperarla, blogs, redes sociales, archivos de estadísticas, expedientes judiciales, declaraciones juradas etc. Pero en esta operación de obtención de información, hay un problema netamente económico.
La posibilidad que nuestro voto u opinión defina, cambie las cosas para un lado o para el otro, es muy chica, salvo elecciones muy peleadas como las de Bush contra Gore, donde unos cientos de votos definieron Florida, en la gran mayoría de los casos nuestro voto mide poco en términos de definir. Y en el plano económico la utilidad obtenida por el consumidor de información, es poca, se limita a la percepción del alcance limitado del voto y a la satisfacción de actuar de acuerdo a conciencia.
En la mayoría de los casos, la suma de rentabilidades por estos dos beneficios es muy baja, para que el consumidor invierta recursos importantes.
La solución a este problema aparece aparentemente, en la forma de un intermediario, “un mayorista” que acumula, procesa y mediatiza la información. Un dato no menor: la “fabricación” de información, el proceso de construcción tiene altos rendimientos en términos de escala, y el costo marginal por abastecer a un consumidor mas es bajísimo, mientras que la utilidad marginal para los consumidores es alta.
Esta solución del intermediario “mayorista” de la información , plantea un problema nuevo fundamental, al abastecer a tantos consumidores con información que afecta tantos intereses de factores tan poderosos, le da a estos últimos motivaciones para manipular este flujo de contenido.
Si en un pueblo los medios locales, difunden información aludiendo a actos de corrupción del intendente, las posibilidades de ser reelecto del mismo pueden disminuir, incluso esta situación podría contribuir a una salida anticipada del mandatario comunal.
Supongamos que el Intendente sabe que los medios están por publicar información negativa sobre el, en ese caso, puede intentar darles pauta, negocios, exenciones, solucionarles problemas importantes al o a los medios.
La función a analizar en este caso sería la cantidad ponderada ( de acuerdo a tirada, rating, prestigio, legitimidad) de medios en el eje de las X, y la renta que genera el acto de corrupción en el eje de las Y.
Siguiendo esta matriz, Besley y Prat (Handcuffs for the grabbing hand? Media capture and Government Accountability) señalan que en los paises con mayor concentración de medios, ya sea en manos privadas o públicas, hay menor rotación de gobernantes y mayores índice de corrupción.
En este escenario la Web 2.0 plantea un escenario mucho mas caótico, ya nunca fue tan incontrolable lo que se dice acercar de alguien como en la Web 2.0, y ahí la función anterior no tiene cabida, porque es imposible arreglar a miles de internautas aun suponiendo que estos quieran ser coimeados.
Que pasa si tomamos mercados distintos de la información política, por ejemplo, celulares, autos o turismo. Ahí el incentivo para el consumidor es mayor, porque tiene que ver con el confort y seguridad del auto, beneficios y chiches del celular, atractivos y posibilidades que la pasemos bien en nuestras vacaciones.
Y ahí ese incentivo lleva al consumidor a invertir mas recursos en hacer, la propia investigación, en ir a la Web 2.0, y allí ser prosumidor, consumir información y también producirla, con experiencias con el producto comercial, político etc, o servicio.
La comunicación 2.0 plantea una diferencia fundamental con la Web 1.0 o la comunicación tradicional pre Internet, yo la definiría como la pérdida de control.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de nuestro producto. La misma creación de los espacios donde se habla del producto la generan los internautas, consumidores, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta en tiempo real.
La construcción 2.0 no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo y la comunicación permanente.
Ahí la producción de información se desconcentra, se atomiza y los costos de producción de información toman otra escala, con un rango de variabilidad muy grande dependiente de la eficacia en la producción, en definitiva en la nueva productividad 2.0.
Costos y productividad en el mercado de la información 2.0
Por Rubén Weinsteiner
Para Jerusalem Post
Un ciudadano en cualquier país democrático, tiene a su alcance múltiples fuentes de información para formarse una idea política de a quién votar, aprobar o no una gestión, opinar a favor o en contra de un determinado proyecto de ley, además de los medios de comunicación 1.0.
Archivos abiertos, plataformas electorales, Google news, Wikipedia, y fundamentalmente la Web 2.0, para hacer pullcasting antes de exponerse al brodcasting, tirar la data que se busca y no esperarla, blogs, redes sociales, archivos de estadísticas, expedientes judiciales, declaraciones juradas etc. Pero en esta operación de obtención de información, hay un problema netamente económico.
La posibilidad que nuestro voto u opinión defina, cambie las cosas para un lado o para el otro, es muy chica, salvo elecciones muy peleadas como las de Bush contra Gore, donde unos cientos de votos definieron Florida, en la gran mayoría de los casos nuestro voto mide poco en términos de definir. Y en el plano económico la utilidad obtenida por el consumidor de información, es poca, se limita a la percepción del alcance limitado del voto y a la satisfacción de actuar de acuerdo a conciencia.
En la mayoría de los casos, la suma de rentabilidades por estos dos beneficios es muy baja, para que el consumidor invierta recursos importantes.
La solución a este problema aparece aparentemente, en la forma de un intermediario, “un mayorista” que acumula, procesa y mediatiza la información. Un dato no menor: la “fabricación” de información, el proceso de construcción tiene altos rendimientos en términos de escala, y el costo marginal por abastecer a un consumidor mas es bajísimo, mientras que la utilidad marginal para los consumidores es alta.
Esta solución del intermediario “mayorista” de la información , plantea un problema nuevo fundamental, al abastecer a tantos consumidores con información que afecta tantos intereses de factores tan poderosos, le da a estos últimos motivaciones para manipular este flujo de contenido.
Si en un pueblo los medios locales, difunden información aludiendo a actos de corrupción del intendente, las posibilidades de ser reelecto del mismo pueden disminuir, incluso esta situación podría contribuir a una salida anticipada del mandatario comunal.
Supongamos que el Intendente sabe que los medios están por publicar información negativa sobre el, en ese caso, puede intentar darles pauta, negocios, exenciones, solucionarles problemas importantes al o a los medios.
La función a analizar en este caso sería la cantidad ponderada ( de acuerdo a tirada, rating, prestigio, legitimidad) de medios en el eje de las X, y la renta que genera el acto de corrupción en el eje de las Y.
Siguiendo esta matriz, Besley y Prat (Handcuffs for the grabbing hand? Media capture and Government Accountability) señalan que en los paises con mayor concentración de medios, ya sea en manos privadas o públicas, hay menor rotación de gobernantes y mayores índice de corrupción.
En este escenario la Web 2.0 plantea un escenario mucho mas caótico, ya nunca fue tan incontrolable lo que se dice acercar de alguien como en la Web 2.0, y ahí la función anterior no tiene cabida, porque es imposible arreglar a miles de internautas aun suponiendo que estos quieran ser coimeados.
Que pasa si tomamos mercados distintos de la información política, por ejemplo, celulares, autos o turismo. Ahí el incentivo para el consumidor es mayor, porque tiene que ver con el confort y seguridad del auto, beneficios y chiches del celular, atractivos y posibilidades que la pasemos bien en nuestras vacaciones.
Y ahí ese incentivo lleva al consumidor a invertir mas recursos en hacer, la propia investigación, en ir a la Web 2.0, y allí ser prosumidor, consumir información y también producirla, con experiencias con el producto comercial, político etc, o servicio.
La comunicación 2.0 plantea una diferencia fundamental con la Web 1.0 o la comunicación tradicional pre Internet, yo la definiría como la pérdida de control.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de nuestro producto. La misma creación de los espacios donde se habla del producto la generan los internautas, consumidores, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta en tiempo real.
La construcción 2.0 no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo y la comunicación permanente.
Ahí la producción de información se desconcentra, se atomiza y los costos de producción de información toman otra escala, con un rango de variabilidad muy grande dependiente de la eficacia en la producción, en definitiva en la nueva productividad 2.0.
Para Jerusalem Post
Un ciudadano en cualquier país democrático, tiene a su alcance múltiples fuentes de información para formarse una idea política de a quién votar, aprobar o no una gestión, opinar a favor o en contra de un determinado proyecto de ley, además de los medios de comunicación 1.0.
Archivos abiertos, plataformas electorales, Google news, Wikipedia, y fundamentalmente la Web 2.0, para hacer pullcasting antes de exponerse al brodcasting, tirar la data que se busca y no esperarla, blogs, redes sociales, archivos de estadísticas, expedientes judiciales, declaraciones juradas etc. Pero en esta operación de obtención de información, hay un problema netamente económico.
La posibilidad que nuestro voto u opinión defina, cambie las cosas para un lado o para el otro, es muy chica, salvo elecciones muy peleadas como las de Bush contra Gore, donde unos cientos de votos definieron Florida, en la gran mayoría de los casos nuestro voto mide poco en términos de definir. Y en el plano económico la utilidad obtenida por el consumidor de información, es poca, se limita a la percepción del alcance limitado del voto y a la satisfacción de actuar de acuerdo a conciencia.
En la mayoría de los casos, la suma de rentabilidades por estos dos beneficios es muy baja, para que el consumidor invierta recursos importantes.
La solución a este problema aparece aparentemente, en la forma de un intermediario, “un mayorista” que acumula, procesa y mediatiza la información. Un dato no menor: la “fabricación” de información, el proceso de construcción tiene altos rendimientos en términos de escala, y el costo marginal por abastecer a un consumidor mas es bajísimo, mientras que la utilidad marginal para los consumidores es alta.
Esta solución del intermediario “mayorista” de la información , plantea un problema nuevo fundamental, al abastecer a tantos consumidores con información que afecta tantos intereses de factores tan poderosos, le da a estos últimos motivaciones para manipular este flujo de contenido.
Si en un pueblo los medios locales, difunden información aludiendo a actos de corrupción del intendente, las posibilidades de ser reelecto del mismo pueden disminuir, incluso esta situación podría contribuir a una salida anticipada del mandatario comunal.
Supongamos que el Intendente sabe que los medios están por publicar información negativa sobre el, en ese caso, puede intentar darles pauta, negocios, exenciones, solucionarles problemas importantes al o a los medios.
La función a analizar en este caso sería la cantidad ponderada ( de acuerdo a tirada, rating, prestigio, legitimidad) de medios en el eje de las X, y la renta que genera el acto de corrupción en el eje de las Y.
Siguiendo esta matriz, Besley y Prat (Handcuffs for the grabbing hand? Media capture and Government Accountability) señalan que en los paises con mayor concentración de medios, ya sea en manos privadas o públicas, hay menor rotación de gobernantes y mayores índice de corrupción.
En este escenario la Web 2.0 plantea un escenario mucho mas caótico, ya nunca fue tan incontrolable lo que se dice acercar de alguien como en la Web 2.0, y ahí la función anterior no tiene cabida, porque es imposible arreglar a miles de internautas aun suponiendo que estos quieran ser coimeados.
Que pasa si tomamos mercados distintos de la información política, por ejemplo, celulares, autos o turismo. Ahí el incentivo para el consumidor es mayor, porque tiene que ver con el confort y seguridad del auto, beneficios y chiches del celular, atractivos y posibilidades que la pasemos bien en nuestras vacaciones.
Y ahí ese incentivo lleva al consumidor a invertir mas recursos en hacer, la propia investigación, en ir a la Web 2.0, y allí ser prosumidor, consumir información y también producirla, con experiencias con el producto comercial, político etc, o servicio.
La comunicación 2.0 plantea una diferencia fundamental con la Web 1.0 o la comunicación tradicional pre Internet, yo la definiría como la pérdida de control.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de nuestro producto. La misma creación de los espacios donde se habla del producto la generan los internautas, consumidores, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta en tiempo real.
La construcción 2.0 no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo y la comunicación permanente.
Ahí la producción de información se desconcentra, se atomiza y los costos de producción de información toman otra escala, con un rango de variabilidad muy grande dependiente de la eficacia en la producción, en definitiva en la nueva productividad 2.0.
Dilma Dunga
Desde el comando de campaña de Dilma Rousseff, la candidata del PT, elegida por Lula, están desarrollando una estrategia de apropiación de la imagen de Dunga el técnico de la selección de Brasil.
A Dunga un caudillo indiscutido como jugador, no solo que no le fue bien al principio, sino que fue muy resistido por jugar con un esquema extremadamente defensivo, pero al final los resultados le permitieron legitimarse.
La idea de la campaña de Rousseff, de apropiarse de la imagen de Dunga, tiene que ver con que Dilma además de no ser atractiva físicamente, no tiene el brillo, la claridad discursiva y el “glamour” de Jose Serra, su oponente.
Dunga es joven para ser técnico, es fuerte emocionalmente, y es práctico. La selección no juega lindo pero gana, prioriza el resultado por sobre los nombres, y como Dilma Roussef que va abajo en las encuestas, empieza perdiendo muchos partidos pero luego los da vuelta.
Esto nos envían desde la campaña de Dilma Rousseff :
“Dilma es parecida a Dunga, el técnico de la selección brasileña. El equipo no juega bonito, no es algo que a las personas les guste mirar. Es serio, fuerte y gana los partidos, pero a los brasileños no les gusta el fútbol que está jugando. Pero está dando buenos resultados. Dilma es un poco del estilo Dunga. No es bonita, pero el hecho es que Brasil está dando resultados, y los seguirá dando con ella al frente del País”.
A Dunga un caudillo indiscutido como jugador, no solo que no le fue bien al principio, sino que fue muy resistido por jugar con un esquema extremadamente defensivo, pero al final los resultados le permitieron legitimarse.
La idea de la campaña de Rousseff, de apropiarse de la imagen de Dunga, tiene que ver con que Dilma además de no ser atractiva físicamente, no tiene el brillo, la claridad discursiva y el “glamour” de Jose Serra, su oponente.
Dunga es joven para ser técnico, es fuerte emocionalmente, y es práctico. La selección no juega lindo pero gana, prioriza el resultado por sobre los nombres, y como Dilma Roussef que va abajo en las encuestas, empieza perdiendo muchos partidos pero luego los da vuelta.
Esto nos envían desde la campaña de Dilma Rousseff :
“Dilma es parecida a Dunga, el técnico de la selección brasileña. El equipo no juega bonito, no es algo que a las personas les guste mirar. Es serio, fuerte y gana los partidos, pero a los brasileños no les gusta el fútbol que está jugando. Pero está dando buenos resultados. Dilma es un poco del estilo Dunga. No es bonita, pero el hecho es que Brasil está dando resultados, y los seguirá dando con ella al frente del País”.
Dilma Dunga
Desde el comando de campaña de Dilma Rousseff, la candidata del PT, elegida por Lula, están desarrollando una estrategia de apropiación de la imagen de Dunga el técnico de la selección de Brasil.
A Dunga un caudillo indiscutido como jugador, no solo que no le fue bien al principio, sino que fue muy resistido por jugar con un esquema extremadamente defensivo, pero al final los resultados le permitieron legitimarse.
La idea de la campaña de Rousseff, de apropiarse de la imagen de Dunga, tiene que ver con que Dilma además de no ser atractiva físicamente, no tiene el brillo, la claridad discursiva y el “glamour” de Jose Serra, su oponente.
Dunga es joven para ser técnico, es fuerte emocionalmente, y es práctico. La selección no juega lindo pero gana, prioriza el resultado por sobre los nombres, y como Dilma Roussef que va abajo en las encuestas, empieza perdiendo muchos partidos pero luego los da vuelta.
Esto nos envían desde la campaña de Dilma Rousseff :
“Dilma es parecida a Dunga, el técnico de la selección brasileña. El equipo no juega bonito, no es algo que a las personas les guste mirar. Es serio, fuerte y gana los partidos, pero a los brasileños no les gusta el fútbol que está jugando. Pero está dando buenos resultados. Dilma es un poco del estilo Dunga. No es bonita, pero el hecho es que Brasil está dando resultados, y los seguirá dando con ella al frente del País”.
A Dunga un caudillo indiscutido como jugador, no solo que no le fue bien al principio, sino que fue muy resistido por jugar con un esquema extremadamente defensivo, pero al final los resultados le permitieron legitimarse.
La idea de la campaña de Rousseff, de apropiarse de la imagen de Dunga, tiene que ver con que Dilma además de no ser atractiva físicamente, no tiene el brillo, la claridad discursiva y el “glamour” de Jose Serra, su oponente.
Dunga es joven para ser técnico, es fuerte emocionalmente, y es práctico. La selección no juega lindo pero gana, prioriza el resultado por sobre los nombres, y como Dilma Roussef que va abajo en las encuestas, empieza perdiendo muchos partidos pero luego los da vuelta.
Esto nos envían desde la campaña de Dilma Rousseff :
“Dilma es parecida a Dunga, el técnico de la selección brasileña. El equipo no juega bonito, no es algo que a las personas les guste mirar. Es serio, fuerte y gana los partidos, pero a los brasileños no les gusta el fútbol que está jugando. Pero está dando buenos resultados. Dilma es un poco del estilo Dunga. No es bonita, pero el hecho es que Brasil está dando resultados, y los seguirá dando con ella al frente del País”.
sábado, marzo 20, 2010
Cae la venta de los diarios pero no de todos, la Web 1.0 no es popular
Los diarios Clarín y La Nación volvieron a experimentar una caída en sus ventas en el año 2009. Con esta baja en su circulación, Clarín experimenta su cuarto año consecutivo de descenso y La Nación, su tercero.
La única excepción a las caídas generalizadas en los diarios en papel fue Diario Popular. El matutino logró aumentar sus ventas en 2009 y el mercado que está ganando generó que en los últimos meses varias empresas periodísticas pusieran un ojo en el sector denominado “popular”.
Los sectores medios y altos en materia informativa, cambiaron la pantalla por el papel, los sectores bajos aún no.
No es que no consuman Internet, sí que lo que hacen y cada vez más, pero por trabajos de campo que pude realizar, percibo que no leen el diario, se conectan mas con la Web social, buscan mas el esquema relacional 2.0 con Internet.
Se me ocurre que esto pasa por:
a) Los sectores bajos aún no han incorporado a los mayores de 40 masivamente.
b) La Inserción en la Web de los sectores bajos se canaliza a través de accesos caros, ya sea Cyber o dial up, y cuando no hay tiempo hay que ir a lo que más atrae, que para los jóvenes de bajos recursos no son las noticias.
c) La inmediatez y la repentización escrita, puntos fuertes de la Web, calan más fuerte en los sectores medios y altos, y los sectores bajos siguen el minuto a minuto por TV.
d) Los secotres altos trasladaron el hecho de comprar el diario, a entrar en el portal en la Web. Los sectores bajos habían perdido hace ya mucho tiempo la costumbre de comprar el diario, por eso no la trasladan a la Web, estos sectores hace mas de 30 años que toman a la radio y a la TV como sus proveedores de noticias.
A los números
Tomo los números del excelente portal Diario sobre diarios y veo que Clarín cayó en sus ventas por cuarto año consecutivo. Su media se ubicó en los 348.757 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, bien lejos de aquellos 400.000 que hace sólo tres años constituían su piso de circulación.
La Nación experimentó una baja por tercer año seguido (el matutino de los Saguier había logrado crecer en 2006 cuando Clarín experimentó su primer año de caída), también con el peor promedio anual de todos estos años, que se ubicó en los 137.842 ejemplares, también a distancia de aquellos 160.000 que eran su como su piso hace 3 años.
En cuanto a Diario Popular, su promedio anual se ubicó en los 88.484 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, superando así las marcas obtenidas desde 2004 a 2008, que siempre mostraron una curva ascendente.
La única excepción a las caídas generalizadas en los diarios en papel fue Diario Popular. El matutino logró aumentar sus ventas en 2009 y el mercado que está ganando generó que en los últimos meses varias empresas periodísticas pusieran un ojo en el sector denominado “popular”.
Los sectores medios y altos en materia informativa, cambiaron la pantalla por el papel, los sectores bajos aún no.
No es que no consuman Internet, sí que lo que hacen y cada vez más, pero por trabajos de campo que pude realizar, percibo que no leen el diario, se conectan mas con la Web social, buscan mas el esquema relacional 2.0 con Internet.
Se me ocurre que esto pasa por:
a) Los sectores bajos aún no han incorporado a los mayores de 40 masivamente.
b) La Inserción en la Web de los sectores bajos se canaliza a través de accesos caros, ya sea Cyber o dial up, y cuando no hay tiempo hay que ir a lo que más atrae, que para los jóvenes de bajos recursos no son las noticias.
c) La inmediatez y la repentización escrita, puntos fuertes de la Web, calan más fuerte en los sectores medios y altos, y los sectores bajos siguen el minuto a minuto por TV.
d) Los secotres altos trasladaron el hecho de comprar el diario, a entrar en el portal en la Web. Los sectores bajos habían perdido hace ya mucho tiempo la costumbre de comprar el diario, por eso no la trasladan a la Web, estos sectores hace mas de 30 años que toman a la radio y a la TV como sus proveedores de noticias.
A los números
Tomo los números del excelente portal Diario sobre diarios y veo que Clarín cayó en sus ventas por cuarto año consecutivo. Su media se ubicó en los 348.757 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, bien lejos de aquellos 400.000 que hace sólo tres años constituían su piso de circulación.
La Nación experimentó una baja por tercer año seguido (el matutino de los Saguier había logrado crecer en 2006 cuando Clarín experimentó su primer año de caída), también con el peor promedio anual de todos estos años, que se ubicó en los 137.842 ejemplares, también a distancia de aquellos 160.000 que eran su como su piso hace 3 años.
En cuanto a Diario Popular, su promedio anual se ubicó en los 88.484 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, superando así las marcas obtenidas desde 2004 a 2008, que siempre mostraron una curva ascendente.
Cae la venta de los diarios pero no de todos, la Web 1.0 no es popular
Los diarios Clarín y La Nación volvieron a experimentar una caída en sus ventas en el año 2009. Con esta baja en su circulación, Clarín experimenta su cuarto año consecutivo de descenso y La Nación, su tercero.
La única excepción a las caídas generalizadas en los diarios en papel fue Diario Popular. El matutino logró aumentar sus ventas en 2009 y el mercado que está ganando generó que en los últimos meses varias empresas periodísticas pusieran un ojo en el sector denominado “popular”.
Los sectores medios y altos en materia informativa, cambiaron la pantalla por el papel, los sectores bajos aún no.
No es que no consuman Internet, sí que lo que hacen y cada vez más, pero por trabajos de campo que pude realizar, percibo que no leen el diario, se conectan mas con la Web social, buscan mas el esquema relacional 2.0 con Internet.
Se me ocurre que esto pasa por:
a) Los sectores bajos aún no han incorporado a los mayores de 40 masivamente.
b) La Inserción en la Web de los sectores bajos se canaliza a través de accesos caros, ya sea Cyber o dial up, y cuando no hay tiempo hay que ir a lo que más atrae, que para los jóvenes de bajos recursos no son las noticias.
c) La inmediatez y la repentización escrita, puntos fuertes de la Web, calan más fuerte en los sectores medios y altos, y los sectores bajos siguen el minuto a minuto por TV.
d) Los secotres altos trasladaron el hecho de comprar el diario, a entrar en el portal en la Web. Los sectores bajos habían perdido hace ya mucho tiempo la costumbre de comprar el diario, por eso no la trasladan a la Web, estos sectores hace mas de 30 años que toman a la radio y a la TV como sus proveedores de noticias.
A los números
Tomo los números del excelente portal Diario sobre diarios y veo que Clarín cayó en sus ventas por cuarto año consecutivo. Su media se ubicó en los 348.757 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, bien lejos de aquellos 400.000 que hace sólo tres años constituían su piso de circulación.
La Nación experimentó una baja por tercer año seguido (el matutino de los Saguier había logrado crecer en 2006 cuando Clarín experimentó su primer año de caída), también con el peor promedio anual de todos estos años, que se ubicó en los 137.842 ejemplares, también a distancia de aquellos 160.000 que eran su como su piso hace 3 años.
En cuanto a Diario Popular, su promedio anual se ubicó en los 88.484 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, superando así las marcas obtenidas desde 2004 a 2008, que siempre mostraron una curva ascendente.
La única excepción a las caídas generalizadas en los diarios en papel fue Diario Popular. El matutino logró aumentar sus ventas en 2009 y el mercado que está ganando generó que en los últimos meses varias empresas periodísticas pusieran un ojo en el sector denominado “popular”.
Los sectores medios y altos en materia informativa, cambiaron la pantalla por el papel, los sectores bajos aún no.
No es que no consuman Internet, sí que lo que hacen y cada vez más, pero por trabajos de campo que pude realizar, percibo que no leen el diario, se conectan mas con la Web social, buscan mas el esquema relacional 2.0 con Internet.
Se me ocurre que esto pasa por:
a) Los sectores bajos aún no han incorporado a los mayores de 40 masivamente.
b) La Inserción en la Web de los sectores bajos se canaliza a través de accesos caros, ya sea Cyber o dial up, y cuando no hay tiempo hay que ir a lo que más atrae, que para los jóvenes de bajos recursos no son las noticias.
c) La inmediatez y la repentización escrita, puntos fuertes de la Web, calan más fuerte en los sectores medios y altos, y los sectores bajos siguen el minuto a minuto por TV.
d) Los secotres altos trasladaron el hecho de comprar el diario, a entrar en el portal en la Web. Los sectores bajos habían perdido hace ya mucho tiempo la costumbre de comprar el diario, por eso no la trasladan a la Web, estos sectores hace mas de 30 años que toman a la radio y a la TV como sus proveedores de noticias.
A los números
Tomo los números del excelente portal Diario sobre diarios y veo que Clarín cayó en sus ventas por cuarto año consecutivo. Su media se ubicó en los 348.757 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, bien lejos de aquellos 400.000 que hace sólo tres años constituían su piso de circulación.
La Nación experimentó una baja por tercer año seguido (el matutino de los Saguier había logrado crecer en 2006 cuando Clarín experimentó su primer año de caída), también con el peor promedio anual de todos estos años, que se ubicó en los 137.842 ejemplares, también a distancia de aquellos 160.000 que eran su como su piso hace 3 años.
En cuanto a Diario Popular, su promedio anual se ubicó en los 88.484 ejemplares promedio diario de lunes a domingo, superando así las marcas obtenidas desde 2004 a 2008, que siempre mostraron una curva ascendente.
¿Las marcas saben lo que se dice de ellas en la Web 2.0?
La atención que las empresas dan a los medios digitales, es totalmente incongruente con el nivel de atención que sus clientes le dan a esos mismos medios y el contenido generado por los usuarios en estos medios, alcanza una penetración del 25% en los resultados de búsqueda de las marcas más importantes.
Existe una alta probabilidad de que la decisión de compra de un producto o de preferencia de un servicio se tome en algún lugar del que uno no tiene control, La decisión sucede fuera del sitio propio y fuera de la campaña.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de una marca. Hoy la mayor parte de lo espacios digitales donde se habla de una marca son propuestos por los usuarios, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta permanente de parte de la marca.
La construcción de marca en el mundo digital no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo continuo.
El concepto clásico de campaña publicitaria está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Existe una alta probabilidad de que la decisión de compra de un producto o de preferencia de un servicio se tome en algún lugar del que uno no tiene control, La decisión sucede fuera del sitio propio y fuera de la campaña.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de una marca. Hoy la mayor parte de lo espacios digitales donde se habla de una marca son propuestos por los usuarios, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta permanente de parte de la marca.
La construcción de marca en el mundo digital no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo continuo.
El concepto clásico de campaña publicitaria está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
¿Las marcas saben lo que se dice de ellas en la Web 2.0?
La atención que las empresas dan a los medios digitales, es totalmente incongruente con el nivel de atención que sus clientes le dan a esos mismos medios y el contenido generado por los usuarios en estos medios, alcanza una penetración del 25% en los resultados de búsqueda de las marcas más importantes.
Existe una alta probabilidad de que la decisión de compra de un producto o de preferencia de un servicio se tome en algún lugar del que uno no tiene control, La decisión sucede fuera del sitio propio y fuera de la campaña.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de una marca. Hoy la mayor parte de lo espacios digitales donde se habla de una marca son propuestos por los usuarios, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta permanente de parte de la marca.
La construcción de marca en el mundo digital no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo continuo.
El concepto clásico de campaña publicitaria está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Existe una alta probabilidad de que la decisión de compra de un producto o de preferencia de un servicio se tome en algún lugar del que uno no tiene control, La decisión sucede fuera del sitio propio y fuera de la campaña.
Ya no se controla ni cómo ni quién ni cuándo se habla de una marca. Hoy la mayor parte de lo espacios digitales donde se habla de una marca son propuestos por los usuarios, ya sea para plantear sus diferencias o puntos de afinidad. Esta presencia constante de la acción del usuario requiere una respuesta permanente de parte de la marca.
La construcción de marca en el mundo digital no se da por lo que pretendemos decir de nosotros mismos, ni siquiera por aquello que los demás dicen de nosotros. Se construye a través del diálogo continuo.
El concepto clásico de campaña publicitaria está dejando paso a la idea de comunicación permanente.
Contenidos de TV: del Brodcasting al Pullcasting
Rubén Weinsteiner para Adnmundo
El desafío de los creadores de contenidos de TV, de los programadores, los medidores de audiencia y fundamentalmente de los anunciantes, pasa por poder acompañar y asumir este cambio de paradigma en las nuevas formas de consumir por parte del público.
Diego Capussotto se quejaba con humor de su jefe el Sr You Tube, lo cierto es que el programa del genial humorista, nunca levantó en el rating de Ibope, pero sus videos tienen uno de los ratings mas altos en You tube en materia de contenidos Argentinos.
Esta nueva forma de ver televisión, deja atrás lo que llamábamos brodcasting, la emisora que emite contenidos y el público que sentado frente al televisor consume en el horario que el programa sale al aire. Esta forma de consumir aceptada por los Baby boomers( explosión demográfica post segunda guerra mundial), aquellos que nacieron entre el 45 y el 64, choca contra los hábitos de la generación Y (80-90) y por supuesto con la generación Google (90 en adelante)que en lugar de esperar el brodcasting, hacen su pull (tirar) casting.
Estos grupos no tienen ni paciencia ni ganas de sentarse frente a la TV a esperar que luego del corte…, ellos quieren ver lo que ellos quieren, y no les que les prometen y luego cumplen a medias animadores de la escuela Gelblungista. Y la segunda variable fundamental del nuevo paradigma es el cuando.
Este control absoluto del tiempo es un cambio que no tiene vuelta atrás, ya no alcanza con grabar, aún con las sofisticadas opciones de grabado múltiple y visualización casi en tiempo real, sin dejar de grabar, de los proveedores de cable, el nuevo paradigma plantea que el diálogo social en la Web 2.0 diga que es lo que “hay que ver” y luego en los tiempos propios de cada uno, verlo, bajarlo, enviarlo, comentarlo y hacerlo disparador de la charla social en las diferentes plataformas.
La atomización del rating a favor del cable de los 90, hoy atraviesa una segunda atomización a favor de Internet, solo que esta vez no hay merma en el rating, esta vez el rating se sostiene, lo que ha cambiado es la forma de consumir, lo que plantea un nuevo escenario para los creadores de contenidos, programadores, empresas de medición y fundamentalmente anunciantes.
El desafío de los creadores de contenidos de TV, de los programadores, los medidores de audiencia y fundamentalmente de los anunciantes, pasa por poder acompañar y asumir este cambio de paradigma en las nuevas formas de consumir por parte del público.
Diego Capussotto se quejaba con humor de su jefe el Sr You Tube, lo cierto es que el programa del genial humorista, nunca levantó en el rating de Ibope, pero sus videos tienen uno de los ratings mas altos en You tube en materia de contenidos Argentinos.
Esta nueva forma de ver televisión, deja atrás lo que llamábamos brodcasting, la emisora que emite contenidos y el público que sentado frente al televisor consume en el horario que el programa sale al aire. Esta forma de consumir aceptada por los Baby boomers( explosión demográfica post segunda guerra mundial), aquellos que nacieron entre el 45 y el 64, choca contra los hábitos de la generación Y (80-90) y por supuesto con la generación Google (90 en adelante)que en lugar de esperar el brodcasting, hacen su pull (tirar) casting.
Estos grupos no tienen ni paciencia ni ganas de sentarse frente a la TV a esperar que luego del corte…, ellos quieren ver lo que ellos quieren, y no les que les prometen y luego cumplen a medias animadores de la escuela Gelblungista. Y la segunda variable fundamental del nuevo paradigma es el cuando.
Este control absoluto del tiempo es un cambio que no tiene vuelta atrás, ya no alcanza con grabar, aún con las sofisticadas opciones de grabado múltiple y visualización casi en tiempo real, sin dejar de grabar, de los proveedores de cable, el nuevo paradigma plantea que el diálogo social en la Web 2.0 diga que es lo que “hay que ver” y luego en los tiempos propios de cada uno, verlo, bajarlo, enviarlo, comentarlo y hacerlo disparador de la charla social en las diferentes plataformas.
La atomización del rating a favor del cable de los 90, hoy atraviesa una segunda atomización a favor de Internet, solo que esta vez no hay merma en el rating, esta vez el rating se sostiene, lo que ha cambiado es la forma de consumir, lo que plantea un nuevo escenario para los creadores de contenidos, programadores, empresas de medición y fundamentalmente anunciantes.
Contenidos de TV: del Brodcasting al Pullcasting
Rubén Weinsteiner para Adnmundo
El desafío de los creadores de contenidos de TV, de los programadores, los medidores de audiencia y fundamentalmente de los anunciantes, pasa por poder acompañar y asumir este cambio de paradigma en las nuevas formas de consumir por parte del público.
Diego Capussotto se quejaba con humor de su jefe el Sr You Tube, lo cierto es que el programa del genial humorista, nunca levantó en el rating de Ibope, pero sus videos tienen uno de los ratings mas altos en You tube en materia de contenidos Argentinos.
Esta nueva forma de ver televisión, deja atrás lo que llamábamos brodcasting, la emisora que emite contenidos y el público que sentado frente al televisor consume en el horario que el programa sale al aire. Esta forma de consumir aceptada por los Baby boomers( explosión demográfica post segunda guerra mundial), aquellos que nacieron entre el 45 y el 64, choca contra los hábitos de la generación Y (80-90) y por supuesto con la generación Google (90 en adelante)que en lugar de esperar el brodcasting, hacen su pull (tirar) casting.
Estos grupos no tienen ni paciencia ni ganas de sentarse frente a la TV a esperar que luego del corte…, ellos quieren ver lo que ellos quieren, y no les que les prometen y luego cumplen a medias animadores de la escuela Gelblungista. Y la segunda variable fundamental del nuevo paradigma es el cuando.
Este control absoluto del tiempo es un cambio que no tiene vuelta atrás, ya no alcanza con grabar, aún con las sofisticadas opciones de grabado múltiple y visualización casi en tiempo real, sin dejar de grabar, de los proveedores de cable, el nuevo paradigma plantea que el diálogo social en la Web 2.0 diga que es lo que “hay que ver” y luego en los tiempos propios de cada uno, verlo, bajarlo, enviarlo, comentarlo y hacerlo disparador de la charla social en las diferentes plataformas.
La atomización del rating a favor del cable de los 90, hoy atraviesa una segunda atomización a favor de Internet, solo que esta vez no hay merma en el rating, esta vez el rating se sostiene, lo que ha cambiado es la forma de consumir, lo que plantea un nuevo escenario para los creadores de contenidos, programadores, empresas de medición y fundamentalmente anunciantes.
El desafío de los creadores de contenidos de TV, de los programadores, los medidores de audiencia y fundamentalmente de los anunciantes, pasa por poder acompañar y asumir este cambio de paradigma en las nuevas formas de consumir por parte del público.
Diego Capussotto se quejaba con humor de su jefe el Sr You Tube, lo cierto es que el programa del genial humorista, nunca levantó en el rating de Ibope, pero sus videos tienen uno de los ratings mas altos en You tube en materia de contenidos Argentinos.
Esta nueva forma de ver televisión, deja atrás lo que llamábamos brodcasting, la emisora que emite contenidos y el público que sentado frente al televisor consume en el horario que el programa sale al aire. Esta forma de consumir aceptada por los Baby boomers( explosión demográfica post segunda guerra mundial), aquellos que nacieron entre el 45 y el 64, choca contra los hábitos de la generación Y (80-90) y por supuesto con la generación Google (90 en adelante)que en lugar de esperar el brodcasting, hacen su pull (tirar) casting.
Estos grupos no tienen ni paciencia ni ganas de sentarse frente a la TV a esperar que luego del corte…, ellos quieren ver lo que ellos quieren, y no les que les prometen y luego cumplen a medias animadores de la escuela Gelblungista. Y la segunda variable fundamental del nuevo paradigma es el cuando.
Este control absoluto del tiempo es un cambio que no tiene vuelta atrás, ya no alcanza con grabar, aún con las sofisticadas opciones de grabado múltiple y visualización casi en tiempo real, sin dejar de grabar, de los proveedores de cable, el nuevo paradigma plantea que el diálogo social en la Web 2.0 diga que es lo que “hay que ver” y luego en los tiempos propios de cada uno, verlo, bajarlo, enviarlo, comentarlo y hacerlo disparador de la charla social en las diferentes plataformas.
La atomización del rating a favor del cable de los 90, hoy atraviesa una segunda atomización a favor de Internet, solo que esta vez no hay merma en el rating, esta vez el rating se sostiene, lo que ha cambiado es la forma de consumir, lo que plantea un nuevo escenario para los creadores de contenidos, programadores, empresas de medición y fundamentalmente anunciantes.
viernes, marzo 19, 2010
De Arnold a Lost, el salto cognitivo de la generación google
Rubén Weinsteiner para Adnmundo
Replicar o adaptar de forma mas o menos directa modelos de comunicación a la Web 2.0, suele chocar contra la pared del salto cualitativo en términos de cognitividad que dieron la generación Y (1980-1990) y la generación Google (1990 en adelante).
Traducido en el terreno, todos vemos como nuestros hijos aprenden, aprehenden y manejan modelos con una multiplicidad de variables, que los de la generación X, a esa edad no manejábamos.
Mientras nosotros mirábamos de chicos Astroboy o Hijitus, construcciones lineales, con un bueno y un malo, donde el bueno siempre es absolutamente bueno y el malo siempre completamente malo, donde apenas uno veía al malo, se daba cuenta que lo era, sin margen de error, los Google, miran los padrinos mágicos, Olivia o los imaginadores.
Y mientras los X mirábamos El Santo, Ladrón sin destino, Alf o Blanco y negro, los Google miran Lost, Lie to me o los Soprano.
En Lost, y las demás series de los 2000, para los mas grandes y hasta los mas chicos la complejidad en términos de demanda cognitiva es muchísimo mayor, los buenos ya no son siempre buenos, y los malos tienen momentos de bondad también, resulta difícil la clasificación y encasillamiento de los personajes, y la multidimensionalidad de las situaciones, plantea desafíos cognitivos que generan consumidores mucho mas difíciles de abordar, de convencer y como dice mi amigo Jorge Schussheim de vencer emocionalmente.
Es por eso que la Web 2.0 ha perfeccionado los niveles de demanda cognitiva para no aburrir, para llegar y para impactar en las generaciones Y y Google, que conciben la comunicación emitiendo y recibiendo en su formato multitasking, esto es que mientras chatean, miran lo interesante de la TV de ayer en You tube, chequean su Facebook, abren otra ventanas para Twitter y para Flickr, visitan 2 o 3 páginas, y revisan los e-mails. Para ellos sentarse frente al televisor de brazos cruzados como nuestras abuelas resulta imposible.
Es cierto que la curva ha ido pronunciando su verticalidad, mientras las bisabuelas y abuelas se sentaban a mirar la radio mientras la escuchaban en la mesa de la cocina, los baby boomers hacían los deberes frente al televisor, y así hasta los google multitasking, la curva ha tomado una secuencia geométrica frente a la aritmeticidad de la curva hasta la generación X.
El fenómeno esta explicado por la velocidad de los cambios y el salto cognitivo de la generación Google. Este nuevo escenario de consumidores mas inteligentes, abre como decíamos en un post anterior la larga cola del rating, ya nadie tiene 60 puntos, la demanda cognitiva afina la sintonía, construyendo espacios intermedios en el dial de la comunicación en cualquiera de sus canales.
Traducido en el terreno, todos vemos como nuestros hijos aprenden, aprehenden y manejan modelos con una multiplicidad de variables, que los de la generación X, a esa edad no manejábamos.
Mientras nosotros mirábamos de chicos Astroboy o Hijitus, construcciones lineales, con un bueno y un malo, donde el bueno siempre es absolutamente bueno y el malo siempre completamente malo, donde apenas uno veía al malo, se daba cuenta que lo era, sin margen de error, los Google, miran los padrinos mágicos, Olivia o los imaginadores.
Y mientras los X mirábamos El Santo, Ladrón sin destino, Alf o Blanco y negro, los Google miran Lost, Lie to me o los Soprano.
En Lost, y las demás series de los 2000, para los mas grandes y hasta los mas chicos la complejidad en términos de demanda cognitiva es muchísimo mayor, los buenos ya no son siempre buenos, y los malos tienen momentos de bondad también, resulta difícil la clasificación y encasillamiento de los personajes, y la multidimensionalidad de las situaciones, plantea desafíos cognitivos que generan consumidores mucho mas difíciles de abordar, de convencer y como dice mi amigo Jorge Schussheim de vencer emocionalmente.
Es por eso que la Web 2.0 ha perfeccionado los niveles de demanda cognitiva para no aburrir, para llegar y para impactar en las generaciones Y y Google, que conciben la comunicación emitiendo y recibiendo en su formato multitasking, esto es que mientras chatean, miran lo interesante de la TV de ayer en You tube, chequean su Facebook, abren otra ventanas para Twitter y para Flickr, visitan 2 o 3 páginas, y revisan los e-mails. Para ellos sentarse frente al televisor de brazos cruzados como nuestras abuelas resulta imposible.
Es cierto que la curva ha ido pronunciando su verticalidad, mientras las bisabuelas y abuelas se sentaban a mirar la radio mientras la escuchaban en la mesa de la cocina, los baby boomers hacían los deberes frente al televisor, y así hasta los google multitasking, la curva ha tomado una secuencia geométrica frente a la aritmeticidad de la curva hasta la generación X.
El fenómeno esta explicado por la velocidad de los cambios y el salto cognitivo de la generación Google. Este nuevo escenario de consumidores mas inteligentes, abre como decíamos en un post anterior la larga cola del rating, ya nadie tiene 60 puntos, la demanda cognitiva afina la sintonía, construyendo espacios intermedios en el dial de la comunicación en cualquiera de sus canales.
miércoles, marzo 17, 2010
Discutir o no discutir
Por Rubén Weinsteiner para Adnmundo
¿Sirve discutir en comunicación? ¿Debe discutir el líder? ¿Hay que apuntar a convencer o a vencer emocionalmente? Preguntas que nos hacemos los estrategas cada tanto, a favor de no relegar ni el lugar, ni el valor de la duda en el marco investigativo.
Una vez vi en un diario alemán un caricatura que mostraba a una pareja discutiendo, el marido le decía algo asi como : “querida se razonable” y la mujer le respondía : “que sea razonable, lo único que me interesa es ganar esta discusión”.
Es obvio que las discusiones no se ganan en términos de A vence a B, B lo reconoce, le da la mano y dice que cambiará de opinión. Las discusiones en comunicación se ganan o se pierden en el ring side, en la teleplatea, cuando se debate delante de otros, lo que se dice, los argumentos, los giros, gestos, en definitiva la estrategia apunta a influir en los que miran.
Parte de la biblioteca dice “el líder no discute”, otra parte dice “hay que dar la batalla discutir, todo y todo el tiempo”.
El problema de discutir todo el tiempo, y no digo que no haya que discutir a veces, es que exige un desgaste de la imagen al grado de la mutación de la misma, desde la diseñada en la estrategia, a la de la pelea. Y allí se le otorga al otro el diseño de la propia imagen.
Cuando discutimos le estamos otorgando entidad a la otra parte, sin dicha entidad no podríamos establecer la discusión. El contrato discusional consiste en aceptar que el otro está en un lugar de equivalencia, que este lugar esta legitimado desde la posición, desde el equipaje argumental o desde la entidad del otro. Y cuando discutimos estamos aceptando nuestras propias limitaciones, sean estas dudas o límites de poder. Si tuviéramos la seguridad absoluta de tener la razón y el otro no tuviera ningún poder no discutiríamos, nadie discute con la abuela con Alzheimer. Con lo cual discutir, es aceptar nuestras limitaciones y al otro.
En la discusión se condiciona la imagen y el relato a favor de la victoria en el debate, y en ese momento se sale de la estrategia propia de imagen y relato, lo cual no es grave, solo requiere mayor flexibilidad, pero el peligro consiste en que ese replanteo de imagen y relato, puede estar muy condicionado por el otro, es como cuando quieren poner nervioso a alguien y le dicen cosas con ese propósito, para “sacarlo”, ahí, si uno se “engancha” el poder lo asume el otro, la solución lo sabemos todos esta en no responder, porque ahí no hay forma de ganar.
Bajado al terreno de la comunicación la traducción no es exactamente no responder, ante el modelo inquisidor, inquirir o callar pone al otro en el lugar de “mover la ficha”, lo que se impone en ese caso es lo que en comunicación llamamos fogging, lo que nos permite no jugar el juego sin patear el tablero.
Un Gobierno, una empresa, cualquier organización deben tener proyecto, imagen y relato, apuntar a solo uno de estos tres factores condena a cualquier estrategia a no sobrevivir al corto plazo.
Así un partido político, una empresa que son pura imagen, y no tienen proyecto ni relato, podrán impactar mucho pero no sobreviven, porque el mercado de votantes o consumidores, rápidamente percibirá el vacío, si solo tienen proyecto pero no construyen imagen no alcanzarán la visibilidad deseada, y si no construyen relato no podrán sobrellevar los embates de la competencia.
¿Sirve discutir en comunicación? ¿Debe discutir el líder? ¿Hay que apuntar a convencer o a vencer emocionalmente? Preguntas que nos hacemos los estrategas cada tanto, a favor de no relegar ni el lugar, ni el valor de la duda en el marco investigativo.
Una vez vi en un diario alemán un caricatura que mostraba a una pareja discutiendo, el marido le decía algo asi como : “querida se razonable” y la mujer le respondía : “que sea razonable, lo único que me interesa es ganar esta discusión”.
Es obvio que las discusiones no se ganan en términos de A vence a B, B lo reconoce, le da la mano y dice que cambiará de opinión. Las discusiones en comunicación se ganan o se pierden en el ring side, en la teleplatea, cuando se debate delante de otros, lo que se dice, los argumentos, los giros, gestos, en definitiva la estrategia apunta a influir en los que miran.
Parte de la biblioteca dice “el líder no discute”, otra parte dice “hay que dar la batalla discutir, todo y todo el tiempo”.
El problema de discutir todo el tiempo, y no digo que no haya que discutir a veces, es que exige un desgaste de la imagen al grado de la mutación de la misma, desde la diseñada en la estrategia, a la de la pelea. Y allí se le otorga al otro el diseño de la propia imagen.
Cuando discutimos le estamos otorgando entidad a la otra parte, sin dicha entidad no podríamos establecer la discusión. El contrato discusional consiste en aceptar que el otro está en un lugar de equivalencia, que este lugar esta legitimado desde la posición, desde el equipaje argumental o desde la entidad del otro. Y cuando discutimos estamos aceptando nuestras propias limitaciones, sean estas dudas o límites de poder. Si tuviéramos la seguridad absoluta de tener la razón y el otro no tuviera ningún poder no discutiríamos, nadie discute con la abuela con Alzheimer. Con lo cual discutir, es aceptar nuestras limitaciones y al otro.
En la discusión se condiciona la imagen y el relato a favor de la victoria en el debate, y en ese momento se sale de la estrategia propia de imagen y relato, lo cual no es grave, solo requiere mayor flexibilidad, pero el peligro consiste en que ese replanteo de imagen y relato, puede estar muy condicionado por el otro, es como cuando quieren poner nervioso a alguien y le dicen cosas con ese propósito, para “sacarlo”, ahí, si uno se “engancha” el poder lo asume el otro, la solución lo sabemos todos esta en no responder, porque ahí no hay forma de ganar.
Bajado al terreno de la comunicación la traducción no es exactamente no responder, ante el modelo inquisidor, inquirir o callar pone al otro en el lugar de “mover la ficha”, lo que se impone en ese caso es lo que en comunicación llamamos fogging, lo que nos permite no jugar el juego sin patear el tablero.
Un Gobierno, una empresa, cualquier organización deben tener proyecto, imagen y relato, apuntar a solo uno de estos tres factores condena a cualquier estrategia a no sobrevivir al corto plazo.
Así un partido político, una empresa que son pura imagen, y no tienen proyecto ni relato, podrán impactar mucho pero no sobreviven, porque el mercado de votantes o consumidores, rápidamente percibirá el vacío, si solo tienen proyecto pero no construyen imagen no alcanzarán la visibilidad deseada, y si no construyen relato no podrán sobrellevar los embates de la competencia.
Discutir o no discutir
Por Rubén Weinsteiner para Adnmundo
¿Sirve discutir en comunicación? ¿Debe discutir el líder? ¿Hay que apuntar a convencer o a vencer emocionalmente? Preguntas que nos hacemos los estrategas cada tanto, a favor de no relegar ni el lugar, ni el valor de la duda en el marco investigativo.
Una vez vi en un diario alemán un caricatura que mostraba a una pareja discutiendo, el marido le decía algo asi como : “querida se razonable” y la mujer le respondía : “que sea razonable, lo único que me interesa es ganar esta discusión”.
Es obvio que las discusiones no se ganan en términos de A vence a B, B lo reconoce, le da la mano y dice que cambiará de opinión. Las discusiones en comunicación se ganan o se pierden en el ring side, en la teleplatea, cuando se debate delante de otros, lo que se dice, los argumentos, los giros, gestos, en definitiva la estrategia apunta a influir en los que miran.
Parte de la biblioteca dice “el líder no discute”, otra parte dice “hay que dar la batalla discutir, todo y todo el tiempo”.
El problema de discutir todo el tiempo, y no digo que no haya que discutir a veces, es que exige un desgaste de la imagen al grado de la mutación de la misma, desde la diseñada en la estrategia, a la de la pelea. Y allí se le otorga al otro el diseño de la propia imagen.
Cuando discutimos le estamos otorgando entidad a la otra parte, sin dicha entidad no podríamos establecer la discusión. El contrato discusional consiste en aceptar que el otro está en un lugar de equivalencia, que este lugar esta legitimado desde la posición, desde el equipaje argumental o desde la entidad del otro. Y cuando discutimos estamos aceptando nuestras propias limitaciones, sean estas dudas o límites de poder. Si tuviéramos la seguridad absoluta de tener la razón y el otro no tuviera ningún poder no discutiríamos, nadie discute con la abuela con Alzheimer. Con lo cual discutir, es aceptar nuestras limitaciones y al otro.
En la discusión se condiciona la imagen y el relato a favor de la victoria en el debate, y en ese momento se sale de la estrategia propia de imagen y relato, lo cual no es grave, solo requiere mayor flexibilidad, pero el peligro consiste en que ese replanteo de imagen y relato, puede estar muy condicionado por el otro, es como cuando quieren poner nervioso a alguien y le dicen cosas con ese propósito, para “sacarlo”, ahí, si uno se “engancha” el poder lo asume el otro, la solución lo sabemos todos esta en no responder, porque ahí no hay forma de ganar.
Bajado al terreno de la comunicación la traducción no es exactamente no responder, ante el modelo inquisidor, inquirir o callar pone al otro en el lugar de “mover la ficha”, lo que se impone en ese caso es lo que en comunicación llamamos fogging, lo que nos permite no jugar el juego sin patear el tablero.
Un Gobierno, una empresa, cualquier organización deben tener proyecto, imagen y relato, apuntar a solo uno de estos tres factores condena a cualquier estrategia a no sobrevivir al corto plazo.
Así un partido político, una empresa que son pura imagen, y no tienen proyecto ni relato, podrán impactar mucho pero no sobreviven, porque el mercado de votantes o consumidores, rápidamente percibirá el vacío, si solo tienen proyecto pero no construyen imagen no alcanzarán la visibilidad deseada, y si no construyen relato no podrán sobrellevar los embates de la competencia.
¿Sirve discutir en comunicación? ¿Debe discutir el líder? ¿Hay que apuntar a convencer o a vencer emocionalmente? Preguntas que nos hacemos los estrategas cada tanto, a favor de no relegar ni el lugar, ni el valor de la duda en el marco investigativo.
Una vez vi en un diario alemán un caricatura que mostraba a una pareja discutiendo, el marido le decía algo asi como : “querida se razonable” y la mujer le respondía : “que sea razonable, lo único que me interesa es ganar esta discusión”.
Es obvio que las discusiones no se ganan en términos de A vence a B, B lo reconoce, le da la mano y dice que cambiará de opinión. Las discusiones en comunicación se ganan o se pierden en el ring side, en la teleplatea, cuando se debate delante de otros, lo que se dice, los argumentos, los giros, gestos, en definitiva la estrategia apunta a influir en los que miran.
Parte de la biblioteca dice “el líder no discute”, otra parte dice “hay que dar la batalla discutir, todo y todo el tiempo”.
El problema de discutir todo el tiempo, y no digo que no haya que discutir a veces, es que exige un desgaste de la imagen al grado de la mutación de la misma, desde la diseñada en la estrategia, a la de la pelea. Y allí se le otorga al otro el diseño de la propia imagen.
Cuando discutimos le estamos otorgando entidad a la otra parte, sin dicha entidad no podríamos establecer la discusión. El contrato discusional consiste en aceptar que el otro está en un lugar de equivalencia, que este lugar esta legitimado desde la posición, desde el equipaje argumental o desde la entidad del otro. Y cuando discutimos estamos aceptando nuestras propias limitaciones, sean estas dudas o límites de poder. Si tuviéramos la seguridad absoluta de tener la razón y el otro no tuviera ningún poder no discutiríamos, nadie discute con la abuela con Alzheimer. Con lo cual discutir, es aceptar nuestras limitaciones y al otro.
En la discusión se condiciona la imagen y el relato a favor de la victoria en el debate, y en ese momento se sale de la estrategia propia de imagen y relato, lo cual no es grave, solo requiere mayor flexibilidad, pero el peligro consiste en que ese replanteo de imagen y relato, puede estar muy condicionado por el otro, es como cuando quieren poner nervioso a alguien y le dicen cosas con ese propósito, para “sacarlo”, ahí, si uno se “engancha” el poder lo asume el otro, la solución lo sabemos todos esta en no responder, porque ahí no hay forma de ganar.
Bajado al terreno de la comunicación la traducción no es exactamente no responder, ante el modelo inquisidor, inquirir o callar pone al otro en el lugar de “mover la ficha”, lo que se impone en ese caso es lo que en comunicación llamamos fogging, lo que nos permite no jugar el juego sin patear el tablero.
Un Gobierno, una empresa, cualquier organización deben tener proyecto, imagen y relato, apuntar a solo uno de estos tres factores condena a cualquier estrategia a no sobrevivir al corto plazo.
Así un partido político, una empresa que son pura imagen, y no tienen proyecto ni relato, podrán impactar mucho pero no sobreviven, porque el mercado de votantes o consumidores, rápidamente percibirá el vacío, si solo tienen proyecto pero no construyen imagen no alcanzarán la visibilidad deseada, y si no construyen relato no podrán sobrellevar los embates de la competencia.
Universidad 2.0, masificar la excelencia
Durante años, la ecuación fue: más alumnos, menos calidad. Esa ecuación en los térninos que se la plantea quedo vieja.
Yale tiene 5.247 alumnos. La UBA, 358.071. Ya se, en Yale hay que pagar 36.500 dólares por año; en la UBA, nada.
La educación masiva y gratuita forma parte de una decisión estratégica de la Argentina, ¿Como salir de la trampa que esta ecuación plantea?
Con la Universidad 2.0 se plantean nuevos paradigmas
Adorno podía tener 30 alumnos; pero no 30.000. Y no existen 1.000 comparables a Adorno. Hoy, Adorno podría dictar clases a millones, con cámaras, podcast, presencia en las redes sociales, videos en You Tube, y actualizaciónes y observaciones en Twitter.
Los estudciantes, pod´ran seguirlo en su celular, netbook, notebook, o pc en un locutorio, o sentarse en u nbar con Wi Fi o en una plaza en los lugares que cuenbtan con Wi Max.
todo sería absolutamente 2.0, top down y down top, de ida y vuelta y co la posibilidaqd de tener toda la bibliografía online.
La Web 2.0 permite masificar la excelencia, y la posibilidad de cursar en cualquier lugar del mundo abre el mercado y genera un escenario de competencia muy interesante.
Las Universidades de todo el mundo van a tener que competir con las mejores, la de Lima tendrá que competir con Harvard o La Sorbona, y podrá hacerlo, ya que al volver algunos paradigmas a cero, se abre el juego con posibilidades para muchas institucuiones, que podrán contratar profesores de cualquier país, sin costos operativos mayores que su vinculación contractual con la Universidad.
Yale tiene 5.247 alumnos. La UBA, 358.071. Ya se, en Yale hay que pagar 36.500 dólares por año; en la UBA, nada.
La educación masiva y gratuita forma parte de una decisión estratégica de la Argentina, ¿Como salir de la trampa que esta ecuación plantea?
Con la Universidad 2.0 se plantean nuevos paradigmas
Adorno podía tener 30 alumnos; pero no 30.000. Y no existen 1.000 comparables a Adorno. Hoy, Adorno podría dictar clases a millones, con cámaras, podcast, presencia en las redes sociales, videos en You Tube, y actualizaciónes y observaciones en Twitter.
Los estudciantes, pod´ran seguirlo en su celular, netbook, notebook, o pc en un locutorio, o sentarse en u nbar con Wi Fi o en una plaza en los lugares que cuenbtan con Wi Max.
todo sería absolutamente 2.0, top down y down top, de ida y vuelta y co la posibilidaqd de tener toda la bibliografía online.
La Web 2.0 permite masificar la excelencia, y la posibilidad de cursar en cualquier lugar del mundo abre el mercado y genera un escenario de competencia muy interesante.
Las Universidades de todo el mundo van a tener que competir con las mejores, la de Lima tendrá que competir con Harvard o La Sorbona, y podrá hacerlo, ya que al volver algunos paradigmas a cero, se abre el juego con posibilidades para muchas institucuiones, que podrán contratar profesores de cualquier país, sin costos operativos mayores que su vinculación contractual con la Universidad.
Universidad 2.0, masificar la excelencia
Durante años, la ecuación fue: más alumnos, menos calidad. Esa ecuación en los térninos que se la plantea quedo vieja.
Yale tiene 5.247 alumnos. La UBA, 358.071. Ya se, en Yale hay que pagar 36.500 dólares por año; en la UBA, nada.
La educación masiva y gratuita forma parte de una decisión estratégica de la Argentina, ¿Como salir de la trampa que esta ecuación plantea?
Con la Universidad 2.0 se plantean nuevos paradigmas
Adorno podía tener 30 alumnos; pero no 30.000. Y no existen 1.000 comparables a Adorno. Hoy, Adorno podría dictar clases a millones, con cámaras, podcast, presencia en las redes sociales, videos en You Tube, y actualizaciónes y observaciones en Twitter.
Los estudciantes, pod´ran seguirlo en su celular, netbook, notebook, o pc en un locutorio, o sentarse en u nbar con Wi Fi o en una plaza en los lugares que cuenbtan con Wi Max.
todo sería absolutamente 2.0, top down y down top, de ida y vuelta y co la posibilidaqd de tener toda la bibliografía online.
La Web 2.0 permite masificar la excelencia, y la posibilidad de cursar en cualquier lugar del mundo abre el mercado y genera un escenario de competencia muy interesante.
Las Universidades de todo el mundo van a tener que competir con las mejores, la de Lima tendrá que competir con Harvard o La Sorbona, y podrá hacerlo, ya que al volver algunos paradigmas a cero, se abre el juego con posibilidades para muchas institucuiones, que podrán contratar profesores de cualquier país, sin costos operativos mayores que su vinculación contractual con la Universidad.
Yale tiene 5.247 alumnos. La UBA, 358.071. Ya se, en Yale hay que pagar 36.500 dólares por año; en la UBA, nada.
La educación masiva y gratuita forma parte de una decisión estratégica de la Argentina, ¿Como salir de la trampa que esta ecuación plantea?
Con la Universidad 2.0 se plantean nuevos paradigmas
Adorno podía tener 30 alumnos; pero no 30.000. Y no existen 1.000 comparables a Adorno. Hoy, Adorno podría dictar clases a millones, con cámaras, podcast, presencia en las redes sociales, videos en You Tube, y actualizaciónes y observaciones en Twitter.
Los estudciantes, pod´ran seguirlo en su celular, netbook, notebook, o pc en un locutorio, o sentarse en u nbar con Wi Fi o en una plaza en los lugares que cuenbtan con Wi Max.
todo sería absolutamente 2.0, top down y down top, de ida y vuelta y co la posibilidaqd de tener toda la bibliografía online.
La Web 2.0 permite masificar la excelencia, y la posibilidad de cursar en cualquier lugar del mundo abre el mercado y genera un escenario de competencia muy interesante.
Las Universidades de todo el mundo van a tener que competir con las mejores, la de Lima tendrá que competir con Harvard o La Sorbona, y podrá hacerlo, ya que al volver algunos paradigmas a cero, se abre el juego con posibilidades para muchas institucuiones, que podrán contratar profesores de cualquier país, sin costos operativos mayores que su vinculación contractual con la Universidad.
martes, marzo 16, 2010
La Ideología “de que las cosas funcionen” en el branding político
La UCD fue un partido -dicho en pasado esto, porque la expresión residual que hoy lidera Pereyra de Olazábal solo encarna a mi juicio un vestigio arqueológico- que surgió a medida de Álvaro Alsogaray, quien capitalizó y bien, la experiencia fallida de los setentas con la campaña más cara de la historia argentina, la de la Nueva Fuerza, que postulaba la fórmula Chamizo-Ondarts, para la presidencia de la nación y que lideraba publicitariamente Juan Cosín.
La UCD hizo una campaña digna en el 83, creció hacia el 85 con las figuras de María Julia y Adelina, se contrajo en las elecciones del 87, y finalmente sacó 2 millones de votos en el 89, constituyéndose en el soporte ideológico de Carlos Menem, quien además de convocar al Ing. Alsogaray como consejero y cara visible, integró a la cúpula entera de la UCD a su gobierno, Así María Julia privatizó, Adelina presidió Bancos, y Albamonte y Kamerath fueron pasando de una secretaría a la otra.
El fenómeno de la fusión UCD-Peronismo menemista resulta un interesante objeto de análisis en términos de branding político, mientras el menemismo hizo suya la prédica liberal, la doctrina en materia de relaciones exteriores, y algunas concepciones liberales en materia política, los inmigrantes liberales al espacio pejotista, no solo cantaron la marchita sino que adquirieron un visión corporativista, de alianza de clases, no a favor de un proyecto nacional en los términos de la ortodoxia peronista, pero si a favor de “un país integrado al mundo” “un país donde las cosas funcionen” o simplemente “un país que ya es parte del primer mundo” .
Esta unión se constituyó en el certificado de defunción de la UCD, más allá de algún sello de goma que ande dando vueltas en algún cajón desvencijado, y determinó también un cisma en el peronismo.
¿Cuando murió la UCD? Cuando relego su ideología a favor del pragmatismo, y no solo desapareció su espacio, sino que ningún partido, ni aquellos que se los podría considerar, herederos en términos de marketing político de la UCD, promueven en forma abierta las ideas del viejo partido de Alsogaray.
En ese punto quisiera detenerme y plantear que la UCD, antes de rematar su equipaje ideológico, tuvo una agenda ideológica clara, no planteaba el fin de las ideologías, era liberal, en un contexto de guerra fría es cierto, pero le permitía a su militancia construir cuadros, acercar intelectuales, discutir, ideas con ideología, e instalar una agenda estratégica en el debate político.
El relato de Alsogaray era dogmático pero interesante mas allá de estar en contra o a favor, hablaba de libertad política y económica, de la pasión, impulso y creatividad de los privados, de la ineficiencia del estado, de la preservación del individuo frente al avance de ese estado, de la complementariedad en materia de comercio internacional, de apertura, de derrame. Insisto uno puedo oponerse a las ideas, pero estaban planteadas, estaban ahí y enamoraron a mucha gente.
Los herederos naturales de la UCD, el PRO y De Narváez, construyen un discurso a mi juicio, fatalmente cortoplacista en términos de branding, que puede convencer pero nunca apasionar, emocionar o enamorar.
La Diputada Nacional por el PRO, Soledad Martínez dice en una entrevista concedida al diario La Nación: "Creo que la política no pasa ya por las batallas ideológicas y pasa más por el hacer", y añade: "No creo que haya soluciones de izquierda y de derecha, hay soluciones de sentido común”
Hace pocas semanas en Facebook, leía en la página de una asesora muy cercana a De Narváez algo así como: "No tengo ideología política, me basta con que las cosas funcionen” semejante definición abierta, no permite dilucidar si se refería a las instituciones, a la justicia social, o a los cajeros automáticos de los bancos.
Pero en todo caso, la matriz discursiva a partir de “hacer las cosas bien, que funcionen” sin ideología, no ha tenido éxito más allá de construcciones de corto plazo, en los diferentes escenarios donde se ha planteado como “discurso de poder” en términos de Foucault. Ya que como discurso de poder solo se enfoca en resolver y aliviar algunos recortes del presente, pero no enamora, no emociona, no moviliza, no asegura cambios drásticos y por lo tanto no puede constituir nunca un “discurso de poder”.
Cuando uno construye marca en el mercado político, debe ser abierto, es de manual, en las propuestas, cuanto menos precisión y sintonía fina, mejor, por eso siempre se plantean los “que” y jamás los “como ”. Esto es hacer campaña con el preámbulo de la constitución como lo hizo Alfonsín, “constituir la unión nacional, promover a la defensa común, asegurar el bienestar general” etc.
Nadie puede estar en contra de estas propuestas, por eso son inclusivas y suman. Pero lo que no se puede hacer a mi juicio, es esa apertura trasladarla a la organicidad constitutiva ideológica del espacio, no se puede decir no tengo ideología, solo quiero que los semáforos funcionen, porque de esa manera, será imposible debatir ideas más allá de la coyuntura, y en ese contexto todo plan estratégico resulta inabordable y cuando solo el escalafón táctico opera, indefectiblemente los semáforos en algún momento dejan de funcionar.
Que las cosas funcionen es un medio no un fin, la ideología es el rumbo de un barco, el destino final, si no hay ideología, el barco puede andar derechito y sin sobresaltos, pero ¿adonde va?.
Sin ideología no hay estrategia y sin estrategia es imposible asumir la iniciativa, y cuando un espacio no puede asumir la iniciativa ni desde las políticas ni desde el relato, pasa a la fase de la política del bombero, es decir correr a apagar incendios, a echar funcionarios, a desmentir, a explicar, a aclarar lo que oscurece y luego a desaparecer como la UCD.
La UCD hizo una campaña digna en el 83, creció hacia el 85 con las figuras de María Julia y Adelina, se contrajo en las elecciones del 87, y finalmente sacó 2 millones de votos en el 89, constituyéndose en el soporte ideológico de Carlos Menem, quien además de convocar al Ing. Alsogaray como consejero y cara visible, integró a la cúpula entera de la UCD a su gobierno, Así María Julia privatizó, Adelina presidió Bancos, y Albamonte y Kamerath fueron pasando de una secretaría a la otra.
El fenómeno de la fusión UCD-Peronismo menemista resulta un interesante objeto de análisis en términos de branding político, mientras el menemismo hizo suya la prédica liberal, la doctrina en materia de relaciones exteriores, y algunas concepciones liberales en materia política, los inmigrantes liberales al espacio pejotista, no solo cantaron la marchita sino que adquirieron un visión corporativista, de alianza de clases, no a favor de un proyecto nacional en los términos de la ortodoxia peronista, pero si a favor de “un país integrado al mundo” “un país donde las cosas funcionen” o simplemente “un país que ya es parte del primer mundo” .
Esta unión se constituyó en el certificado de defunción de la UCD, más allá de algún sello de goma que ande dando vueltas en algún cajón desvencijado, y determinó también un cisma en el peronismo.
¿Cuando murió la UCD? Cuando relego su ideología a favor del pragmatismo, y no solo desapareció su espacio, sino que ningún partido, ni aquellos que se los podría considerar, herederos en términos de marketing político de la UCD, promueven en forma abierta las ideas del viejo partido de Alsogaray.
En ese punto quisiera detenerme y plantear que la UCD, antes de rematar su equipaje ideológico, tuvo una agenda ideológica clara, no planteaba el fin de las ideologías, era liberal, en un contexto de guerra fría es cierto, pero le permitía a su militancia construir cuadros, acercar intelectuales, discutir, ideas con ideología, e instalar una agenda estratégica en el debate político.
El relato de Alsogaray era dogmático pero interesante mas allá de estar en contra o a favor, hablaba de libertad política y económica, de la pasión, impulso y creatividad de los privados, de la ineficiencia del estado, de la preservación del individuo frente al avance de ese estado, de la complementariedad en materia de comercio internacional, de apertura, de derrame. Insisto uno puedo oponerse a las ideas, pero estaban planteadas, estaban ahí y enamoraron a mucha gente.
Los herederos naturales de la UCD, el PRO y De Narváez, construyen un discurso a mi juicio, fatalmente cortoplacista en términos de branding, que puede convencer pero nunca apasionar, emocionar o enamorar.
La Diputada Nacional por el PRO, Soledad Martínez dice en una entrevista concedida al diario La Nación: "Creo que la política no pasa ya por las batallas ideológicas y pasa más por el hacer", y añade: "No creo que haya soluciones de izquierda y de derecha, hay soluciones de sentido común”
Hace pocas semanas en Facebook, leía en la página de una asesora muy cercana a De Narváez algo así como: "No tengo ideología política, me basta con que las cosas funcionen” semejante definición abierta, no permite dilucidar si se refería a las instituciones, a la justicia social, o a los cajeros automáticos de los bancos.
Pero en todo caso, la matriz discursiva a partir de “hacer las cosas bien, que funcionen” sin ideología, no ha tenido éxito más allá de construcciones de corto plazo, en los diferentes escenarios donde se ha planteado como “discurso de poder” en términos de Foucault. Ya que como discurso de poder solo se enfoca en resolver y aliviar algunos recortes del presente, pero no enamora, no emociona, no moviliza, no asegura cambios drásticos y por lo tanto no puede constituir nunca un “discurso de poder”.
Cuando uno construye marca en el mercado político, debe ser abierto, es de manual, en las propuestas, cuanto menos precisión y sintonía fina, mejor, por eso siempre se plantean los “que” y jamás los “como ”. Esto es hacer campaña con el preámbulo de la constitución como lo hizo Alfonsín, “constituir la unión nacional, promover a la defensa común, asegurar el bienestar general” etc.
Nadie puede estar en contra de estas propuestas, por eso son inclusivas y suman. Pero lo que no se puede hacer a mi juicio, es esa apertura trasladarla a la organicidad constitutiva ideológica del espacio, no se puede decir no tengo ideología, solo quiero que los semáforos funcionen, porque de esa manera, será imposible debatir ideas más allá de la coyuntura, y en ese contexto todo plan estratégico resulta inabordable y cuando solo el escalafón táctico opera, indefectiblemente los semáforos en algún momento dejan de funcionar.
Que las cosas funcionen es un medio no un fin, la ideología es el rumbo de un barco, el destino final, si no hay ideología, el barco puede andar derechito y sin sobresaltos, pero ¿adonde va?.
Sin ideología no hay estrategia y sin estrategia es imposible asumir la iniciativa, y cuando un espacio no puede asumir la iniciativa ni desde las políticas ni desde el relato, pasa a la fase de la política del bombero, es decir correr a apagar incendios, a echar funcionarios, a desmentir, a explicar, a aclarar lo que oscurece y luego a desaparecer como la UCD.
La Ideología “de que las cosas funcionen” en el branding político
La UCD fue un partido -dicho en pasado esto, porque la expresión residual que hoy lidera Pereyra de Olazábal solo encarna a mi juicio un vestigio arqueológico- que surgió a medida de Álvaro Alsogaray, quien capitalizó y bien, la experiencia fallida de los setentas con la campaña más cara de la historia argentina, la de la Nueva Fuerza, que postulaba la fórmula Chamizo-Ondarts, para la presidencia de la nación y que lideraba publicitariamente Juan Cosín.
La UCD hizo una campaña digna en el 83, creció hacia el 85 con las figuras de María Julia y Adelina, se contrajo en las elecciones del 87, y finalmente sacó 2 millones de votos en el 89, constituyéndose en el soporte ideológico de Carlos Menem, quien además de convocar al Ing. Alsogaray como consejero y cara visible, integró a la cúpula entera de la UCD a su gobierno, Así María Julia privatizó, Adelina presidió Bancos, y Albamonte y Kamerath fueron pasando de una secretaría a la otra.
El fenómeno de la fusión UCD-Peronismo menemista resulta un interesante objeto de análisis en términos de branding político, mientras el menemismo hizo suya la prédica liberal, la doctrina en materia de relaciones exteriores, y algunas concepciones liberales en materia política, los inmigrantes liberales al espacio pejotista, no solo cantaron la marchita sino que adquirieron un visión corporativista, de alianza de clases, no a favor de un proyecto nacional en los términos de la ortodoxia peronista, pero si a favor de “un país integrado al mundo” “un país donde las cosas funcionen” o simplemente “un país que ya es parte del primer mundo” .
Esta unión se constituyó en el certificado de defunción de la UCD, más allá de algún sello de goma que ande dando vueltas en algún cajón desvencijado, y determinó también un cisma en el peronismo.
¿Cuando murió la UCD? Cuando relego su ideología a favor del pragmatismo, y no solo desapareció su espacio, sino que ningún partido, ni aquellos que se los podría considerar, herederos en términos de marketing político de la UCD, promueven en forma abierta las ideas del viejo partido de Alsogaray.
En ese punto quisiera detenerme y plantear que la UCD, antes de rematar su equipaje ideológico, tuvo una agenda ideológica clara, no planteaba el fin de las ideologías, era liberal, en un contexto de guerra fría es cierto, pero le permitía a su militancia construir cuadros, acercar intelectuales, discutir, ideas con ideología, e instalar una agenda estratégica en el debate político.
El relato de Alsogaray era dogmático pero interesante mas allá de estar en contra o a favor, hablaba de libertad política y económica, de la pasión, impulso y creatividad de los privados, de la ineficiencia del estado, de la preservación del individuo frente al avance de ese estado, de la complementariedad en materia de comercio internacional, de apertura, de derrame. Insisto uno puedo oponerse a las ideas, pero estaban planteadas, estaban ahí y enamoraron a mucha gente.
Los herederos naturales de la UCD, el PRO y De Narváez, construyen un discurso a mi juicio, fatalmente cortoplacista en términos de branding, que puede convencer pero nunca apasionar, emocionar o enamorar.
La Diputada Nacional por el PRO, Soledad Martínez dice en una entrevista concedida al diario La Nación: "Creo que la política no pasa ya por las batallas ideológicas y pasa más por el hacer", y añade: "No creo que haya soluciones de izquierda y de derecha, hay soluciones de sentido común”
Hace pocas semanas en Facebook, leía en la página de una asesora muy cercana a De Narváez algo así como: "No tengo ideología política, me basta con que las cosas funcionen” semejante definición abierta, no permite dilucidar si se refería a las instituciones, a la justicia social, o a los cajeros automáticos de los bancos.
Pero en todo caso, la matriz discursiva a partir de “hacer las cosas bien, que funcionen” sin ideología, no ha tenido éxito más allá de construcciones de corto plazo, en los diferentes escenarios donde se ha planteado como “discurso de poder” en términos de Foucault. Ya que como discurso de poder solo se enfoca en resolver y aliviar algunos recortes del presente, pero no enamora, no emociona, no moviliza, no asegura cambios drásticos y por lo tanto no puede constituir nunca un “discurso de poder”.
Cuando uno construye marca en el mercado político, debe ser abierto, es de manual, en las propuestas, cuanto menos precisión y sintonía fina, mejor, por eso siempre se plantean los “que” y jamás los “como ”. Esto es hacer campaña con el preámbulo de la constitución como lo hizo Alfonsín, “constituir la unión nacional, promover a la defensa común, asegurar el bienestar general” etc.
Nadie puede estar en contra de estas propuestas, por eso son inclusivas y suman. Pero lo que no se puede hacer a mi juicio, es esa apertura trasladarla a la organicidad constitutiva ideológica del espacio, no se puede decir no tengo ideología, solo quiero que los semáforos funcionen, porque de esa manera, será imposible debatir ideas más allá de la coyuntura, y en ese contexto todo plan estratégico resulta inabordable y cuando solo el escalafón táctico opera, indefectiblemente los semáforos en algún momento dejan de funcionar.
Que las cosas funcionen es un medio no un fin, la ideología es el rumbo de un barco, el destino final, si no hay ideología, el barco puede andar derechito y sin sobresaltos, pero ¿adonde va?.
Sin ideología no hay estrategia y sin estrategia es imposible asumir la iniciativa, y cuando un espacio no puede asumir la iniciativa ni desde las políticas ni desde el relato, pasa a la fase de la política del bombero, es decir correr a apagar incendios, a echar funcionarios, a desmentir, a explicar, a aclarar lo que oscurece y luego a desaparecer como la UCD.
La UCD hizo una campaña digna en el 83, creció hacia el 85 con las figuras de María Julia y Adelina, se contrajo en las elecciones del 87, y finalmente sacó 2 millones de votos en el 89, constituyéndose en el soporte ideológico de Carlos Menem, quien además de convocar al Ing. Alsogaray como consejero y cara visible, integró a la cúpula entera de la UCD a su gobierno, Así María Julia privatizó, Adelina presidió Bancos, y Albamonte y Kamerath fueron pasando de una secretaría a la otra.
El fenómeno de la fusión UCD-Peronismo menemista resulta un interesante objeto de análisis en términos de branding político, mientras el menemismo hizo suya la prédica liberal, la doctrina en materia de relaciones exteriores, y algunas concepciones liberales en materia política, los inmigrantes liberales al espacio pejotista, no solo cantaron la marchita sino que adquirieron un visión corporativista, de alianza de clases, no a favor de un proyecto nacional en los términos de la ortodoxia peronista, pero si a favor de “un país integrado al mundo” “un país donde las cosas funcionen” o simplemente “un país que ya es parte del primer mundo” .
Esta unión se constituyó en el certificado de defunción de la UCD, más allá de algún sello de goma que ande dando vueltas en algún cajón desvencijado, y determinó también un cisma en el peronismo.
¿Cuando murió la UCD? Cuando relego su ideología a favor del pragmatismo, y no solo desapareció su espacio, sino que ningún partido, ni aquellos que se los podría considerar, herederos en términos de marketing político de la UCD, promueven en forma abierta las ideas del viejo partido de Alsogaray.
En ese punto quisiera detenerme y plantear que la UCD, antes de rematar su equipaje ideológico, tuvo una agenda ideológica clara, no planteaba el fin de las ideologías, era liberal, en un contexto de guerra fría es cierto, pero le permitía a su militancia construir cuadros, acercar intelectuales, discutir, ideas con ideología, e instalar una agenda estratégica en el debate político.
El relato de Alsogaray era dogmático pero interesante mas allá de estar en contra o a favor, hablaba de libertad política y económica, de la pasión, impulso y creatividad de los privados, de la ineficiencia del estado, de la preservación del individuo frente al avance de ese estado, de la complementariedad en materia de comercio internacional, de apertura, de derrame. Insisto uno puedo oponerse a las ideas, pero estaban planteadas, estaban ahí y enamoraron a mucha gente.
Los herederos naturales de la UCD, el PRO y De Narváez, construyen un discurso a mi juicio, fatalmente cortoplacista en términos de branding, que puede convencer pero nunca apasionar, emocionar o enamorar.
La Diputada Nacional por el PRO, Soledad Martínez dice en una entrevista concedida al diario La Nación: "Creo que la política no pasa ya por las batallas ideológicas y pasa más por el hacer", y añade: "No creo que haya soluciones de izquierda y de derecha, hay soluciones de sentido común”
Hace pocas semanas en Facebook, leía en la página de una asesora muy cercana a De Narváez algo así como: "No tengo ideología política, me basta con que las cosas funcionen” semejante definición abierta, no permite dilucidar si se refería a las instituciones, a la justicia social, o a los cajeros automáticos de los bancos.
Pero en todo caso, la matriz discursiva a partir de “hacer las cosas bien, que funcionen” sin ideología, no ha tenido éxito más allá de construcciones de corto plazo, en los diferentes escenarios donde se ha planteado como “discurso de poder” en términos de Foucault. Ya que como discurso de poder solo se enfoca en resolver y aliviar algunos recortes del presente, pero no enamora, no emociona, no moviliza, no asegura cambios drásticos y por lo tanto no puede constituir nunca un “discurso de poder”.
Cuando uno construye marca en el mercado político, debe ser abierto, es de manual, en las propuestas, cuanto menos precisión y sintonía fina, mejor, por eso siempre se plantean los “que” y jamás los “como ”. Esto es hacer campaña con el preámbulo de la constitución como lo hizo Alfonsín, “constituir la unión nacional, promover a la defensa común, asegurar el bienestar general” etc.
Nadie puede estar en contra de estas propuestas, por eso son inclusivas y suman. Pero lo que no se puede hacer a mi juicio, es esa apertura trasladarla a la organicidad constitutiva ideológica del espacio, no se puede decir no tengo ideología, solo quiero que los semáforos funcionen, porque de esa manera, será imposible debatir ideas más allá de la coyuntura, y en ese contexto todo plan estratégico resulta inabordable y cuando solo el escalafón táctico opera, indefectiblemente los semáforos en algún momento dejan de funcionar.
Que las cosas funcionen es un medio no un fin, la ideología es el rumbo de un barco, el destino final, si no hay ideología, el barco puede andar derechito y sin sobresaltos, pero ¿adonde va?.
Sin ideología no hay estrategia y sin estrategia es imposible asumir la iniciativa, y cuando un espacio no puede asumir la iniciativa ni desde las políticas ni desde el relato, pasa a la fase de la política del bombero, es decir correr a apagar incendios, a echar funcionarios, a desmentir, a explicar, a aclarar lo que oscurece y luego a desaparecer como la UCD.
La horizontalidad atraviesa la verticalidad
La comunicación vertical es inmanejable desde abajo, solo puede manejarse desde la cúpula, allí donde se estrangula en el vértice que determina como en física, el momento de la fuerza. Siguiendo con las leyes de la estática, si pudiéramos determinar el centro de la base con un dedo, podríamos manejar también la verticalidad, traducido al mundo de la comunicación, en algunos casos una persona pudo quebrar la hegemonía de la verticalidad de los grandes medios entrándole justo allí donde reside el apoyo de su poder. Pero esto es raro, la verticalidad, los grandes medios deciden arriba y desde allí bajan la línea estratégica, te pegan desde el diario, luego en la radio, en la web luego en la otra radio, en la TV y así.
El viernes tuvo lugar una marcha en Plaza de Mayo, de apoyo al gobierno, convocada desde Facebook por los televidentes del programa 6,7,8 un programa oficialista sin complejos, que se siente en la obligación día a día de defender todo lo que hace el gobierno y de repetir hasta el cansancio cada error de la oposición, escondiendo los errores del espacio K, por ejemplo el viaje de D’elía a Irán.
La marcha fue un éxito desde el punto de vista de la concurrencia en términos de números, para los organizadores llegaron a los 15.000 concurrentes, para el único medio no pro gobierno que levanto la crónica, asistieron 8.000 en cualquier caso, el número resulta importante en épocas donde es difícil juntar 3.000 personas en el espacio público.
Este tipo de recortes tan radicalmente oficialistas, no tienen espacio, salvo para la caricatura, en la agenda mediática instalada por los grupos: Clarín, La Nación, Prisa, América etc, que pasaron de la oposición al enojo y del enojo a la furia.
Desde el Facebook de 6 7 8 se convocó a una marcha y ningún medio lo levantó, fue como si no pasara, y sin embargo juntaron, digamos 10.000 personas.
Es un ejemplo claro de cómo la comunicación horizontal atraviesa a la comunicación vertical, la perfora y prescinde de ella.
La horizontalidad no garantiza calidad, la horizontalidad es solo un metamodelo de comunicación, a través del cual puede pasar cualquier mensaje, pero resulta interesante pensar en este debilitamiento de la verticalidad, esta pérdida del monopolio de la fuerza, que tanto intranquiliza a aquellos acostumbrados a hablarles a un público invisible y mudo.
El viernes tuvo lugar una marcha en Plaza de Mayo, de apoyo al gobierno, convocada desde Facebook por los televidentes del programa 6,7,8 un programa oficialista sin complejos, que se siente en la obligación día a día de defender todo lo que hace el gobierno y de repetir hasta el cansancio cada error de la oposición, escondiendo los errores del espacio K, por ejemplo el viaje de D’elía a Irán.
La marcha fue un éxito desde el punto de vista de la concurrencia en términos de números, para los organizadores llegaron a los 15.000 concurrentes, para el único medio no pro gobierno que levanto la crónica, asistieron 8.000 en cualquier caso, el número resulta importante en épocas donde es difícil juntar 3.000 personas en el espacio público.
Este tipo de recortes tan radicalmente oficialistas, no tienen espacio, salvo para la caricatura, en la agenda mediática instalada por los grupos: Clarín, La Nación, Prisa, América etc, que pasaron de la oposición al enojo y del enojo a la furia.
Desde el Facebook de 6 7 8 se convocó a una marcha y ningún medio lo levantó, fue como si no pasara, y sin embargo juntaron, digamos 10.000 personas.
Es un ejemplo claro de cómo la comunicación horizontal atraviesa a la comunicación vertical, la perfora y prescinde de ella.
La horizontalidad no garantiza calidad, la horizontalidad es solo un metamodelo de comunicación, a través del cual puede pasar cualquier mensaje, pero resulta interesante pensar en este debilitamiento de la verticalidad, esta pérdida del monopolio de la fuerza, que tanto intranquiliza a aquellos acostumbrados a hablarles a un público invisible y mudo.
La horizontalidad atraviesa la verticalidad
La comunicación vertical es inmanejable desde abajo, solo puede manejarse desde la cúpula, allí donde se estrangula en el vértice que determina como en física, el momento de la fuerza. Siguiendo con las leyes de la estática, si pudiéramos determinar el centro de la base con un dedo, podríamos manejar también la verticalidad, traducido al mundo de la comunicación, en algunos casos una persona pudo quebrar la hegemonía de la verticalidad de los grandes medios entrándole justo allí donde reside el apoyo de su poder. Pero esto es raro, la verticalidad, los grandes medios deciden arriba y desde allí bajan la línea estratégica, te pegan desde el diario, luego en la radio, en la web luego en la otra radio, en la TV y así.
El viernes tuvo lugar una marcha en Plaza de Mayo, de apoyo al gobierno, convocada desde Facebook por los televidentes del programa 6,7,8 un programa oficialista sin complejos, que se siente en la obligación día a día de defender todo lo que hace el gobierno y de repetir hasta el cansancio cada error de la oposición, escondiendo los errores del espacio K, por ejemplo el viaje de D’elía a Irán.
La marcha fue un éxito desde el punto de vista de la concurrencia en términos de números, para los organizadores llegaron a los 15.000 concurrentes, para el único medio no pro gobierno que levanto la crónica, asistieron 8.000 en cualquier caso, el número resulta importante en épocas donde es difícil juntar 3.000 personas en el espacio público.
Este tipo de recortes tan radicalmente oficialistas, no tienen espacio, salvo para la caricatura, en la agenda mediática instalada por los grupos: Clarín, La Nación, Prisa, América etc, que pasaron de la oposición al enojo y del enojo a la furia.
Desde el Facebook de 6 7 8 se convocó a una marcha y ningún medio lo levantó, fue como si no pasara, y sin embargo juntaron, digamos 10.000 personas.
Es un ejemplo claro de cómo la comunicación horizontal atraviesa a la comunicación vertical, la perfora y prescinde de ella.
La horizontalidad no garantiza calidad, la horizontalidad es solo un metamodelo de comunicación, a través del cual puede pasar cualquier mensaje, pero resulta interesante pensar en este debilitamiento de la verticalidad, esta pérdida del monopolio de la fuerza, que tanto intranquiliza a aquellos acostumbrados a hablarles a un público invisible y mudo.
El viernes tuvo lugar una marcha en Plaza de Mayo, de apoyo al gobierno, convocada desde Facebook por los televidentes del programa 6,7,8 un programa oficialista sin complejos, que se siente en la obligación día a día de defender todo lo que hace el gobierno y de repetir hasta el cansancio cada error de la oposición, escondiendo los errores del espacio K, por ejemplo el viaje de D’elía a Irán.
La marcha fue un éxito desde el punto de vista de la concurrencia en términos de números, para los organizadores llegaron a los 15.000 concurrentes, para el único medio no pro gobierno que levanto la crónica, asistieron 8.000 en cualquier caso, el número resulta importante en épocas donde es difícil juntar 3.000 personas en el espacio público.
Este tipo de recortes tan radicalmente oficialistas, no tienen espacio, salvo para la caricatura, en la agenda mediática instalada por los grupos: Clarín, La Nación, Prisa, América etc, que pasaron de la oposición al enojo y del enojo a la furia.
Desde el Facebook de 6 7 8 se convocó a una marcha y ningún medio lo levantó, fue como si no pasara, y sin embargo juntaron, digamos 10.000 personas.
Es un ejemplo claro de cómo la comunicación horizontal atraviesa a la comunicación vertical, la perfora y prescinde de ella.
La horizontalidad no garantiza calidad, la horizontalidad es solo un metamodelo de comunicación, a través del cual puede pasar cualquier mensaje, pero resulta interesante pensar en este debilitamiento de la verticalidad, esta pérdida del monopolio de la fuerza, que tanto intranquiliza a aquellos acostumbrados a hablarles a un público invisible y mudo.
sábado, marzo 13, 2010
Sartre y el quinto poder
Sartre planteaba que el intelectual no tiene poder alguno, esta falta de poder se origina a partir del ejercicio de la contradicción que lo convierte en intelectual.
El político, según Sartre, no tiene, ni puede vivir esa contradicción, sino no hace nada, no construye poder, no llega y no administra los negocios de la corona.
El intelectual gestiona la contradicción, pero desde Sartre a esta parte, algunas cosas cambiaron, el poder intelectual se ha convertido en el quinto poder luego de los tres tradicionales y la prensa como cuarto.
El poder intelectual hoy, ha ganado espacio y ha perdido independencia. se vende muchas veces utilizando su capital de contradicciones pasadas.
Pero lo que vemos claramente es que aún hoy las corrientes intelectuales, los tabúes, las no fly zones, por más carga que les impongan los medios instaladores de agenda y del main stream, no pueden imponerse sin el si de los intelectuales.
El político, según Sartre, no tiene, ni puede vivir esa contradicción, sino no hace nada, no construye poder, no llega y no administra los negocios de la corona.
El intelectual gestiona la contradicción, pero desde Sartre a esta parte, algunas cosas cambiaron, el poder intelectual se ha convertido en el quinto poder luego de los tres tradicionales y la prensa como cuarto.
El poder intelectual hoy, ha ganado espacio y ha perdido independencia. se vende muchas veces utilizando su capital de contradicciones pasadas.
Pero lo que vemos claramente es que aún hoy las corrientes intelectuales, los tabúes, las no fly zones, por más carga que les impongan los medios instaladores de agenda y del main stream, no pueden imponerse sin el si de los intelectuales.
Sartre y el quinto poder
Sartre planteaba que el intelectual no tiene poder alguno, esta falta de poder se origina a partir del ejercicio de la contradicción que lo convierte en intelectual.
El político, según Sartre, no tiene, ni puede vivir esa contradicción, sino no hace nada, no construye poder, no llega y no administra los negocios de la corona.
El intelectual gestiona la contradicción, pero desde Sartre a esta parte, algunas cosas cambiaron, el poder intelectual se ha convertido en el quinto poder luego de los tres tradicionales y la prensa como cuarto.
El poder intelectual hoy, ha ganado espacio y ha perdido independencia. se vende muchas veces utilizando su capital de contradicciones pasadas.
Pero lo que vemos claramente es que aún hoy las corrientes intelectuales, los tabúes, las no fly zones, por más carga que les impongan los medios instaladores de agenda y del main stream, no pueden imponerse sin el si de los intelectuales.
El político, según Sartre, no tiene, ni puede vivir esa contradicción, sino no hace nada, no construye poder, no llega y no administra los negocios de la corona.
El intelectual gestiona la contradicción, pero desde Sartre a esta parte, algunas cosas cambiaron, el poder intelectual se ha convertido en el quinto poder luego de los tres tradicionales y la prensa como cuarto.
El poder intelectual hoy, ha ganado espacio y ha perdido independencia. se vende muchas veces utilizando su capital de contradicciones pasadas.
Pero lo que vemos claramente es que aún hoy las corrientes intelectuales, los tabúes, las no fly zones, por más carga que les impongan los medios instaladores de agenda y del main stream, no pueden imponerse sin el si de los intelectuales.
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