Tomás Eloy Martínez
Mientras George W. Bush hablaba sobre terrorismo, en su último discurso como presidente de los Estados Unidos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, los norteamericanos se preguntaban hasta dónde llegará la crisis que el Estado intenta conjurar, tomando 700.000 millones de dólares del bolsillo de los contribuyentes; es decir, cien mil millones más que la deuda generada por la guerra en Irak.
Desde hace un año y medio, cuando el sistema financiero comenzó a intoxicarse con el colapso de las hipotecas, a los norteamericanos comunes se les hizo cada día más difícil pagar el seguro de salud, financiar los estudios universitarios de los hijos, comprar la misma cantidad de alimentos con la misma suma de pocos meses atrás y llenar el tanque de nafta en un país donde la mayor parte de la población está obligada a manejar. Algunos ni siquiera pueden vender la casa para poner fin a la pesadilla de la hipoteca. Las propiedades valen hoy casi 20% menos de lo que se pagó por ellas hace dos años, en plena burbuja inmobiliaria, y la deuda es superior al valor de la vivienda. El tema está en boca de todos porque la crisis, más allá de la complejidad de su ingeniería financiera o sus números inasibles -el salvavidas representa sólo una parte de los ocho billones de dólares sueltos en créditos hipotecarios- refuerza la impresión de que la economía norteamericana sigue un rumbo de catástrofe debido a lo que Joseph Stiglitz llamó "ocho años de mala gestión económica". Los primeros golpes alcanzaron a las clases bajas; ahora, la clase media sucumbe a la inflación en el supermercado o cuando recibe las abrumadoras cuentas de electricidad y gas, en un país que consume más del 25 por ciento del petróleo mundial y que envió su precio a los cielos.
En el suburbio de Nueva Jersey donde vivo, los carteles de "ejecución judicial" se alternan con los que adornan los jardines en apoyo a Obama-Biden o McCain-Palin. Un colega de la universidad donde enseño envió un correo electrónico a sus amigos para recomendar dos páginas de Internet que ayudan a ahorrar combustible. Una de esas páginas, www.GasBuddy.com, busca el surtidor más económico de la zona; la otra, www.fueleconomy.com, traza el camino más corto de un punto a otro para gastar menos. "Pagar más de cien dólares en la estación de servicio es asunto de todos los días para la gente con camionetas familiares", dice un vendedor de Home Depot, de White Plains, estado de Nueva York. "Eso da miedo. Si el galón de nafta llega a 10 dólares (y la semana pasada estaba en 4,32, aunque ahora bajó a 3,99), vamos a caer en el infierno de la depresión."
Casi ochenta años después, la palabra depresión todavía eriza la memoria de las familias que sucumbieron a la crisis bursátil de 1929, cuyos efectos letales sobreviven en las novelas de Steinbeck y en las películas de la serie negra. Los historiadores coinciden en que las semillas del desastre pueden rastrearse en la torpeza de las administraciones de Hoover y Coolidge, y en la convicción de los conservadores en que los mercados podían regularse a sí mismos. Fue necesaria la audacia de un estadista brillante, como Franklin D. Roosevelt, para imponer planes que generaron trabajo, protegieron la salud, la educación y los ahorros de los sectores más bajos. Dos de las casas que se construyeron frente a la mía datan de esa época. Son modestas, tienen un pequeño jardín y se terminaron de pagar en 1956, sin traumas.
La tradición popular supone que los años de Roosevelt fueron luminosos hasta que les cayeron las sombras de Pearl Harbour, en 1941. Fue antes de esa época cuando, en 1933, una ley conocida como la Glass-Steagall, impidió que los bancos comunes jugaran en la bolsa y luego no tuvieran cómo devolver los ahorros a los ciudadanos. Las paradojas, sin embargo, entorpecen hasta las mejores intenciones. Algunas firmas de Wall Street franquearon el obstáculo y crearon los bancos de inversión que están ahora en el centro de la tormenta. Son los que compraron los fondos hipotecarios dudosos, los partieron y los reagruparon en nuevas inversiones que volvieron a colocar, permitiendo que se pagaran salarios como el de Richard Fuld, director ejecutivo de la quebrada Lehman Brothers: 45 millones de dólares el año pasado. Como tantos otros bancos de inversión, Lehman Brothers y Fuld se desbarrancaron cuando la gente no pudo seguir pagando sus hipotecas.
No es a los especuladores y timberos de Wall Street sino a los norteamericanos endeudados que quieren mantener sus casas y no pueden a los que -según cree el candidato demócrata Barack Obama- debería ir el apoyo que se está pidiendo al Estado. Lo ha dicho su asesor Stiglitz: "Podemos fomentar la renegociación de las hipotecas para que menos personas se vean obligadas a perder sus casas. Pero ningún inversor privado querría quedarse con estos valores que se imponen por la fuerza a los contribuyentes". Stiglitz recomienda lo que hizo la Corporación de Préstamos a Propietarios de Hogares (HOLC), creada durante la Gran Depresión: compró las hipotecas difíciles de pagar y las refinanció para que la gente mantuviera sus casas y aportara recursos legítimos al sistema financiero.
Obama, senador como su adversario, John McCain, prefiere reflexionar un poco antes de aprobar el salvavidas de dinero que quiere imponer el presidente Bush. Obama recordó que, ante la evidente inutilidad de los recortes de impuestos a las corporaciones, es "absolutamente necesario" un recorte de impuestos a la clase media. Aprovechó la ocasión para enfatizar su campaña de cambio: "Si queremos que la economía crezca, si queremos prevenir que una crisis como ésta vuelva a suceder, debemos cambiar a Washington. Debemos reformar nuestro sistema político, basado en el lobby. Debemos reformar las reglas que le permiten a Wall Street hacer cualquier cosa y pasarle la cuenta al pueblo".
Mientras tanto, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, exige que los 700.000 millones de dólares se concedan ya mismo. Dice que sabe lo que hace, y sin duda lo sabe.
Hasta 2006, cuando se integró al gobierno actual, fue presidente de otro banco de inversión que sucumbió a la crisis, Goldman Sachs. Al retirarse, recibió 38,5 millones de dólares en concepto de su último bono, y ahora enfrenta en el Congreso la exigencia de una cláusula a la ley de rescate que limite los salarios de siete dígitos en Wall Street.
Aunque se manifiesta "incómodo" por la exigencia de votar a libro cerrado, el candidato John McCain defiende el pedido de Washington. "Vamos a hacernos cargo de esos préstamos malos", ha dicho. "No niego que sea enredado, no niego que sea costoso. Pero tenemos que detener la sangría."
"Sería el rescate mayor de la historia norteamericana", dice un médico de Albany, capital del estado de Nueva York. "Permitiría que las instituciones financieras afectadas pudieran seguir dando créditos y no se ahogaran. Si eso sucede, la tempestad se llevará muchos empleos. Pero no estoy de acuerdo, porque esos 700.000 millones saldrán del bolsillo de los contribuyentes, y endeudarán a nuestros hijos y nietos. Compraríamos valores que nadie sabe si alguna vez podremos recuperar. Es una historia ya conocida: mil millones aquí, mil millones allá y así hemos llegado a un déficit enorme, cuando Bush asumió con superávit. Podemos estar ante la puerta de un futuro peor."
El presidente que los norteamericanos elijan en noviembre cargará con el costo de esta crisis que supera al "lunes negro" de 1987, el tequilazo de 1994, la cesación de pagos de Rusia en 1998 y la explosión de la burbuja puntocom en 2000. El default argentino de 2001 -que para Paul O Neill, entonces secretario del Tesoro, iba a ser pagado por "los plomeros y los carpinteros" norteamericanos- representa, modestamente, el 20 por ciento de la quiebra de una sola empresa, Lehman Brothers. Aún no se sabe cómo se escribirá la historia, pero todo parece indicar que, en el otoño boreal de 2008, está naciendo un crac tan letal como el de 1929.
El Consenso de Washington, que pregonó el neoliberalismo en todos los continentes y dejó una estela de pobreza en América latina, acaba de fracasar en su país natal y ahora requiere un salvavidas del Estado, que era una institución tabú. Los caminos que elijan Obama o McCain serán, sin duda, diferentes, pero la responsabilidad que asumen es la misma: definir el destino de un mundo donde la crisis ha golpeado a la primera potencia sin que aún se pueda vislumbrar en el horizonte un camino nuevo.
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sábado, septiembre 27, 2008
El crac de 2008
Tomás Eloy Martínez
Mientras George W. Bush hablaba sobre terrorismo, en su último discurso como presidente de los Estados Unidos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, los norteamericanos se preguntaban hasta dónde llegará la crisis que el Estado intenta conjurar, tomando 700.000 millones de dólares del bolsillo de los contribuyentes; es decir, cien mil millones más que la deuda generada por la guerra en Irak.
Desde hace un año y medio, cuando el sistema financiero comenzó a intoxicarse con el colapso de las hipotecas, a los norteamericanos comunes se les hizo cada día más difícil pagar el seguro de salud, financiar los estudios universitarios de los hijos, comprar la misma cantidad de alimentos con la misma suma de pocos meses atrás y llenar el tanque de nafta en un país donde la mayor parte de la población está obligada a manejar. Algunos ni siquiera pueden vender la casa para poner fin a la pesadilla de la hipoteca. Las propiedades valen hoy casi 20% menos de lo que se pagó por ellas hace dos años, en plena burbuja inmobiliaria, y la deuda es superior al valor de la vivienda. El tema está en boca de todos porque la crisis, más allá de la complejidad de su ingeniería financiera o sus números inasibles -el salvavidas representa sólo una parte de los ocho billones de dólares sueltos en créditos hipotecarios- refuerza la impresión de que la economía norteamericana sigue un rumbo de catástrofe debido a lo que Joseph Stiglitz llamó "ocho años de mala gestión económica". Los primeros golpes alcanzaron a las clases bajas; ahora, la clase media sucumbe a la inflación en el supermercado o cuando recibe las abrumadoras cuentas de electricidad y gas, en un país que consume más del 25 por ciento del petróleo mundial y que envió su precio a los cielos.
En el suburbio de Nueva Jersey donde vivo, los carteles de "ejecución judicial" se alternan con los que adornan los jardines en apoyo a Obama-Biden o McCain-Palin. Un colega de la universidad donde enseño envió un correo electrónico a sus amigos para recomendar dos páginas de Internet que ayudan a ahorrar combustible. Una de esas páginas, www.GasBuddy.com, busca el surtidor más económico de la zona; la otra, www.fueleconomy.com, traza el camino más corto de un punto a otro para gastar menos. "Pagar más de cien dólares en la estación de servicio es asunto de todos los días para la gente con camionetas familiares", dice un vendedor de Home Depot, de White Plains, estado de Nueva York. "Eso da miedo. Si el galón de nafta llega a 10 dólares (y la semana pasada estaba en 4,32, aunque ahora bajó a 3,99), vamos a caer en el infierno de la depresión."
Casi ochenta años después, la palabra depresión todavía eriza la memoria de las familias que sucumbieron a la crisis bursátil de 1929, cuyos efectos letales sobreviven en las novelas de Steinbeck y en las películas de la serie negra. Los historiadores coinciden en que las semillas del desastre pueden rastrearse en la torpeza de las administraciones de Hoover y Coolidge, y en la convicción de los conservadores en que los mercados podían regularse a sí mismos. Fue necesaria la audacia de un estadista brillante, como Franklin D. Roosevelt, para imponer planes que generaron trabajo, protegieron la salud, la educación y los ahorros de los sectores más bajos. Dos de las casas que se construyeron frente a la mía datan de esa época. Son modestas, tienen un pequeño jardín y se terminaron de pagar en 1956, sin traumas.
La tradición popular supone que los años de Roosevelt fueron luminosos hasta que les cayeron las sombras de Pearl Harbour, en 1941. Fue antes de esa época cuando, en 1933, una ley conocida como la Glass-Steagall, impidió que los bancos comunes jugaran en la bolsa y luego no tuvieran cómo devolver los ahorros a los ciudadanos. Las paradojas, sin embargo, entorpecen hasta las mejores intenciones. Algunas firmas de Wall Street franquearon el obstáculo y crearon los bancos de inversión que están ahora en el centro de la tormenta. Son los que compraron los fondos hipotecarios dudosos, los partieron y los reagruparon en nuevas inversiones que volvieron a colocar, permitiendo que se pagaran salarios como el de Richard Fuld, director ejecutivo de la quebrada Lehman Brothers: 45 millones de dólares el año pasado. Como tantos otros bancos de inversión, Lehman Brothers y Fuld se desbarrancaron cuando la gente no pudo seguir pagando sus hipotecas.
No es a los especuladores y timberos de Wall Street sino a los norteamericanos endeudados que quieren mantener sus casas y no pueden a los que -según cree el candidato demócrata Barack Obama- debería ir el apoyo que se está pidiendo al Estado. Lo ha dicho su asesor Stiglitz: "Podemos fomentar la renegociación de las hipotecas para que menos personas se vean obligadas a perder sus casas. Pero ningún inversor privado querría quedarse con estos valores que se imponen por la fuerza a los contribuyentes". Stiglitz recomienda lo que hizo la Corporación de Préstamos a Propietarios de Hogares (HOLC), creada durante la Gran Depresión: compró las hipotecas difíciles de pagar y las refinanció para que la gente mantuviera sus casas y aportara recursos legítimos al sistema financiero.
Obama, senador como su adversario, John McCain, prefiere reflexionar un poco antes de aprobar el salvavidas de dinero que quiere imponer el presidente Bush. Obama recordó que, ante la evidente inutilidad de los recortes de impuestos a las corporaciones, es "absolutamente necesario" un recorte de impuestos a la clase media. Aprovechó la ocasión para enfatizar su campaña de cambio: "Si queremos que la economía crezca, si queremos prevenir que una crisis como ésta vuelva a suceder, debemos cambiar a Washington. Debemos reformar nuestro sistema político, basado en el lobby. Debemos reformar las reglas que le permiten a Wall Street hacer cualquier cosa y pasarle la cuenta al pueblo".
Mientras tanto, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, exige que los 700.000 millones de dólares se concedan ya mismo. Dice que sabe lo que hace, y sin duda lo sabe.
Hasta 2006, cuando se integró al gobierno actual, fue presidente de otro banco de inversión que sucumbió a la crisis, Goldman Sachs. Al retirarse, recibió 38,5 millones de dólares en concepto de su último bono, y ahora enfrenta en el Congreso la exigencia de una cláusula a la ley de rescate que limite los salarios de siete dígitos en Wall Street.
Aunque se manifiesta "incómodo" por la exigencia de votar a libro cerrado, el candidato John McCain defiende el pedido de Washington. "Vamos a hacernos cargo de esos préstamos malos", ha dicho. "No niego que sea enredado, no niego que sea costoso. Pero tenemos que detener la sangría."
"Sería el rescate mayor de la historia norteamericana", dice un médico de Albany, capital del estado de Nueva York. "Permitiría que las instituciones financieras afectadas pudieran seguir dando créditos y no se ahogaran. Si eso sucede, la tempestad se llevará muchos empleos. Pero no estoy de acuerdo, porque esos 700.000 millones saldrán del bolsillo de los contribuyentes, y endeudarán a nuestros hijos y nietos. Compraríamos valores que nadie sabe si alguna vez podremos recuperar. Es una historia ya conocida: mil millones aquí, mil millones allá y así hemos llegado a un déficit enorme, cuando Bush asumió con superávit. Podemos estar ante la puerta de un futuro peor."
El presidente que los norteamericanos elijan en noviembre cargará con el costo de esta crisis que supera al "lunes negro" de 1987, el tequilazo de 1994, la cesación de pagos de Rusia en 1998 y la explosión de la burbuja puntocom en 2000. El default argentino de 2001 -que para Paul O Neill, entonces secretario del Tesoro, iba a ser pagado por "los plomeros y los carpinteros" norteamericanos- representa, modestamente, el 20 por ciento de la quiebra de una sola empresa, Lehman Brothers. Aún no se sabe cómo se escribirá la historia, pero todo parece indicar que, en el otoño boreal de 2008, está naciendo un crac tan letal como el de 1929.
El Consenso de Washington, que pregonó el neoliberalismo en todos los continentes y dejó una estela de pobreza en América latina, acaba de fracasar en su país natal y ahora requiere un salvavidas del Estado, que era una institución tabú. Los caminos que elijan Obama o McCain serán, sin duda, diferentes, pero la responsabilidad que asumen es la misma: definir el destino de un mundo donde la crisis ha golpeado a la primera potencia sin que aún se pueda vislumbrar en el horizonte un camino nuevo.
Mientras George W. Bush hablaba sobre terrorismo, en su último discurso como presidente de los Estados Unidos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, los norteamericanos se preguntaban hasta dónde llegará la crisis que el Estado intenta conjurar, tomando 700.000 millones de dólares del bolsillo de los contribuyentes; es decir, cien mil millones más que la deuda generada por la guerra en Irak.
Desde hace un año y medio, cuando el sistema financiero comenzó a intoxicarse con el colapso de las hipotecas, a los norteamericanos comunes se les hizo cada día más difícil pagar el seguro de salud, financiar los estudios universitarios de los hijos, comprar la misma cantidad de alimentos con la misma suma de pocos meses atrás y llenar el tanque de nafta en un país donde la mayor parte de la población está obligada a manejar. Algunos ni siquiera pueden vender la casa para poner fin a la pesadilla de la hipoteca. Las propiedades valen hoy casi 20% menos de lo que se pagó por ellas hace dos años, en plena burbuja inmobiliaria, y la deuda es superior al valor de la vivienda. El tema está en boca de todos porque la crisis, más allá de la complejidad de su ingeniería financiera o sus números inasibles -el salvavidas representa sólo una parte de los ocho billones de dólares sueltos en créditos hipotecarios- refuerza la impresión de que la economía norteamericana sigue un rumbo de catástrofe debido a lo que Joseph Stiglitz llamó "ocho años de mala gestión económica". Los primeros golpes alcanzaron a las clases bajas; ahora, la clase media sucumbe a la inflación en el supermercado o cuando recibe las abrumadoras cuentas de electricidad y gas, en un país que consume más del 25 por ciento del petróleo mundial y que envió su precio a los cielos.
En el suburbio de Nueva Jersey donde vivo, los carteles de "ejecución judicial" se alternan con los que adornan los jardines en apoyo a Obama-Biden o McCain-Palin. Un colega de la universidad donde enseño envió un correo electrónico a sus amigos para recomendar dos páginas de Internet que ayudan a ahorrar combustible. Una de esas páginas, www.GasBuddy.com, busca el surtidor más económico de la zona; la otra, www.fueleconomy.com, traza el camino más corto de un punto a otro para gastar menos. "Pagar más de cien dólares en la estación de servicio es asunto de todos los días para la gente con camionetas familiares", dice un vendedor de Home Depot, de White Plains, estado de Nueva York. "Eso da miedo. Si el galón de nafta llega a 10 dólares (y la semana pasada estaba en 4,32, aunque ahora bajó a 3,99), vamos a caer en el infierno de la depresión."
Casi ochenta años después, la palabra depresión todavía eriza la memoria de las familias que sucumbieron a la crisis bursátil de 1929, cuyos efectos letales sobreviven en las novelas de Steinbeck y en las películas de la serie negra. Los historiadores coinciden en que las semillas del desastre pueden rastrearse en la torpeza de las administraciones de Hoover y Coolidge, y en la convicción de los conservadores en que los mercados podían regularse a sí mismos. Fue necesaria la audacia de un estadista brillante, como Franklin D. Roosevelt, para imponer planes que generaron trabajo, protegieron la salud, la educación y los ahorros de los sectores más bajos. Dos de las casas que se construyeron frente a la mía datan de esa época. Son modestas, tienen un pequeño jardín y se terminaron de pagar en 1956, sin traumas.
La tradición popular supone que los años de Roosevelt fueron luminosos hasta que les cayeron las sombras de Pearl Harbour, en 1941. Fue antes de esa época cuando, en 1933, una ley conocida como la Glass-Steagall, impidió que los bancos comunes jugaran en la bolsa y luego no tuvieran cómo devolver los ahorros a los ciudadanos. Las paradojas, sin embargo, entorpecen hasta las mejores intenciones. Algunas firmas de Wall Street franquearon el obstáculo y crearon los bancos de inversión que están ahora en el centro de la tormenta. Son los que compraron los fondos hipotecarios dudosos, los partieron y los reagruparon en nuevas inversiones que volvieron a colocar, permitiendo que se pagaran salarios como el de Richard Fuld, director ejecutivo de la quebrada Lehman Brothers: 45 millones de dólares el año pasado. Como tantos otros bancos de inversión, Lehman Brothers y Fuld se desbarrancaron cuando la gente no pudo seguir pagando sus hipotecas.
No es a los especuladores y timberos de Wall Street sino a los norteamericanos endeudados que quieren mantener sus casas y no pueden a los que -según cree el candidato demócrata Barack Obama- debería ir el apoyo que se está pidiendo al Estado. Lo ha dicho su asesor Stiglitz: "Podemos fomentar la renegociación de las hipotecas para que menos personas se vean obligadas a perder sus casas. Pero ningún inversor privado querría quedarse con estos valores que se imponen por la fuerza a los contribuyentes". Stiglitz recomienda lo que hizo la Corporación de Préstamos a Propietarios de Hogares (HOLC), creada durante la Gran Depresión: compró las hipotecas difíciles de pagar y las refinanció para que la gente mantuviera sus casas y aportara recursos legítimos al sistema financiero.
Obama, senador como su adversario, John McCain, prefiere reflexionar un poco antes de aprobar el salvavidas de dinero que quiere imponer el presidente Bush. Obama recordó que, ante la evidente inutilidad de los recortes de impuestos a las corporaciones, es "absolutamente necesario" un recorte de impuestos a la clase media. Aprovechó la ocasión para enfatizar su campaña de cambio: "Si queremos que la economía crezca, si queremos prevenir que una crisis como ésta vuelva a suceder, debemos cambiar a Washington. Debemos reformar nuestro sistema político, basado en el lobby. Debemos reformar las reglas que le permiten a Wall Street hacer cualquier cosa y pasarle la cuenta al pueblo".
Mientras tanto, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, exige que los 700.000 millones de dólares se concedan ya mismo. Dice que sabe lo que hace, y sin duda lo sabe.
Hasta 2006, cuando se integró al gobierno actual, fue presidente de otro banco de inversión que sucumbió a la crisis, Goldman Sachs. Al retirarse, recibió 38,5 millones de dólares en concepto de su último bono, y ahora enfrenta en el Congreso la exigencia de una cláusula a la ley de rescate que limite los salarios de siete dígitos en Wall Street.
Aunque se manifiesta "incómodo" por la exigencia de votar a libro cerrado, el candidato John McCain defiende el pedido de Washington. "Vamos a hacernos cargo de esos préstamos malos", ha dicho. "No niego que sea enredado, no niego que sea costoso. Pero tenemos que detener la sangría."
"Sería el rescate mayor de la historia norteamericana", dice un médico de Albany, capital del estado de Nueva York. "Permitiría que las instituciones financieras afectadas pudieran seguir dando créditos y no se ahogaran. Si eso sucede, la tempestad se llevará muchos empleos. Pero no estoy de acuerdo, porque esos 700.000 millones saldrán del bolsillo de los contribuyentes, y endeudarán a nuestros hijos y nietos. Compraríamos valores que nadie sabe si alguna vez podremos recuperar. Es una historia ya conocida: mil millones aquí, mil millones allá y así hemos llegado a un déficit enorme, cuando Bush asumió con superávit. Podemos estar ante la puerta de un futuro peor."
El presidente que los norteamericanos elijan en noviembre cargará con el costo de esta crisis que supera al "lunes negro" de 1987, el tequilazo de 1994, la cesación de pagos de Rusia en 1998 y la explosión de la burbuja puntocom en 2000. El default argentino de 2001 -que para Paul O Neill, entonces secretario del Tesoro, iba a ser pagado por "los plomeros y los carpinteros" norteamericanos- representa, modestamente, el 20 por ciento de la quiebra de una sola empresa, Lehman Brothers. Aún no se sabe cómo se escribirá la historia, pero todo parece indicar que, en el otoño boreal de 2008, está naciendo un crac tan letal como el de 1929.
El Consenso de Washington, que pregonó el neoliberalismo en todos los continentes y dejó una estela de pobreza en América latina, acaba de fracasar en su país natal y ahora requiere un salvavidas del Estado, que era una institución tabú. Los caminos que elijan Obama o McCain serán, sin duda, diferentes, pero la responsabilidad que asumen es la misma: definir el destino de un mundo donde la crisis ha golpeado a la primera potencia sin que aún se pueda vislumbrar en el horizonte un camino nuevo.
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Política internacional
sábado, junio 07, 2008
Facebook y Twitter: Los dos canales por los que se disputa la política china
Mientras Facebook se ha convertido en vehículo de apoyo al primer ministro chino, Wen Jiabao (una página en esa red creada en homenaje al político comunista se ha convertido en una de las más visitadas), Twitter ha sido el vehículo elegido por algunos disidentes para expresar sus ideas.Twitter es una herramienta de comunicación instantánea en la que los usuarios pueden enviar mensajes -a través del teléfono móvil o de Internet- de sólo 140 caracteres que toda la comunidad de "twitteros" puede leer en la página web de la firma.
El grupo de Wen Jiabao en Facebook tiene ya cerca de 48.000 seguidores y el ritmo aumenta a cerca de varios miles al día.Wen es en esa red el sexto político más "seguido", por delante de webs similares de apoyo al presidente estadounidense, George W.Bush, o al líder venezolano Hugo Chávez, aunque todos están todavía muy lejos del candidato demócrata norteamericano, Barack Obama, que ya ronda los 900.000 fans.
Pero la página de apoyo a Wen fue creada el mes pasado, en los días en que el primer ministro visitó la zona afectada por el terremoto de Sichuan del 12 de mayo. Las imágenes del líder político llorando con las víctimas e intentando consolar a personas todavía atrapadas en los escombros dieron la vuelta al mundo y su popularidad ascendió de forma meteórica.Se ignora quién creó la "fan page" de Wen y es poco probable que haya sido el propio primer ministro, pero a los internautas no les importa: ellos creen que hablan directamente con el líder, y la mayoría le envía mensajes de agradecimiento y admiración, aunque no falte alguna que otra crítica."Siempre eres cercano, ¡te queremos!", asegura uno de los comentarios, dejado por un hongkonés que firma como "Kiko Lau", mientras otro internauta apodado Michael Tse le agradece su "gran humanidad al visitar siempre personalmente las zonas afectadas por desastres".
Wen, sonriente y amigo de los baños de multitudes, siempre ha sido un político bastante popular entre los chinos, en contraposición a cierta frialdad y distanciamiento del pueblo de su único superior, el presidente Hu Jintao.
En el otro lado de la política china, famosos disidentes también intentan usar Internet para expresar sus ideas, a falta de voz en los medios de comunicación, fuertemente controlados por Pekín.Algunos escogieron los blogs, caso del famoso activista Hu Jia, en prisión desde diciembre de 2007, pero ante el bloqueo de muchas de sus bitácoras se comienzan a pasar a Twitter, cuyo acceso por ahora no está limitado en China.Entre los críticos con Pekín que han comenzado a usar esta herramienta se encuentra la esposa de Hu Jia, Zeng Jinyan, otra conocida disidente y bloguera.Su cuenta ha sustituido a los correos electrónicos que habitualmente ella y su marido mandaban a los periodistas, en los que informaban de su arresto domiciliario y el acoso de las autoridades.
En sus últimos mensajes de Twitter, Zeng informaba de que la vigilancia policial contra ella y su hija había aumentado, y se quejó de acoso físico de esos vigilantes.Aunque su blog está bloqueado en China, lo sigue manteniendo y en él se permite usar la ironía para hablar de los que la acosan: "Queridos policías: están en el patio, con sus bicicletas aparcadas, esperando ordenes.
En invierno aguantan el frío viento, en verano las picaduras de los bichos, no tienen ni un sólo día libre", señala, con un estilo que le ha hecho famosa mundialmente.Otras cuentas de Twitter intentan recordar a los internautas la situación de algunos disidentes chinos, como una dedicada a pedir la liberación de Hu Jia.China alcanzó a finales del mes de febrero 221 millones de usuarios de Internet, superando por primera vez los 215 millones de USA, pasando a ser la mayor comunidad internauta del mundo, pese a las muchas limitaciones que la red tiene en el país asiático.Internet se ha convertido en China en el medio de comunicación preferido por los más jóvenes, ya que pese al control estatal de contenidos, es todavía el mejor vehículo para la discusión y expresión de ideas en el país asiático.
El grupo de Wen Jiabao en Facebook tiene ya cerca de 48.000 seguidores y el ritmo aumenta a cerca de varios miles al día.Wen es en esa red el sexto político más "seguido", por delante de webs similares de apoyo al presidente estadounidense, George W.Bush, o al líder venezolano Hugo Chávez, aunque todos están todavía muy lejos del candidato demócrata norteamericano, Barack Obama, que ya ronda los 900.000 fans.
Pero la página de apoyo a Wen fue creada el mes pasado, en los días en que el primer ministro visitó la zona afectada por el terremoto de Sichuan del 12 de mayo. Las imágenes del líder político llorando con las víctimas e intentando consolar a personas todavía atrapadas en los escombros dieron la vuelta al mundo y su popularidad ascendió de forma meteórica.Se ignora quién creó la "fan page" de Wen y es poco probable que haya sido el propio primer ministro, pero a los internautas no les importa: ellos creen que hablan directamente con el líder, y la mayoría le envía mensajes de agradecimiento y admiración, aunque no falte alguna que otra crítica."Siempre eres cercano, ¡te queremos!", asegura uno de los comentarios, dejado por un hongkonés que firma como "Kiko Lau", mientras otro internauta apodado Michael Tse le agradece su "gran humanidad al visitar siempre personalmente las zonas afectadas por desastres".
Wen, sonriente y amigo de los baños de multitudes, siempre ha sido un político bastante popular entre los chinos, en contraposición a cierta frialdad y distanciamiento del pueblo de su único superior, el presidente Hu Jintao.
En el otro lado de la política china, famosos disidentes también intentan usar Internet para expresar sus ideas, a falta de voz en los medios de comunicación, fuertemente controlados por Pekín.Algunos escogieron los blogs, caso del famoso activista Hu Jia, en prisión desde diciembre de 2007, pero ante el bloqueo de muchas de sus bitácoras se comienzan a pasar a Twitter, cuyo acceso por ahora no está limitado en China.Entre los críticos con Pekín que han comenzado a usar esta herramienta se encuentra la esposa de Hu Jia, Zeng Jinyan, otra conocida disidente y bloguera.Su cuenta ha sustituido a los correos electrónicos que habitualmente ella y su marido mandaban a los periodistas, en los que informaban de su arresto domiciliario y el acoso de las autoridades.
En sus últimos mensajes de Twitter, Zeng informaba de que la vigilancia policial contra ella y su hija había aumentado, y se quejó de acoso físico de esos vigilantes.Aunque su blog está bloqueado en China, lo sigue manteniendo y en él se permite usar la ironía para hablar de los que la acosan: "Queridos policías: están en el patio, con sus bicicletas aparcadas, esperando ordenes.
En invierno aguantan el frío viento, en verano las picaduras de los bichos, no tienen ni un sólo día libre", señala, con un estilo que le ha hecho famosa mundialmente.Otras cuentas de Twitter intentan recordar a los internautas la situación de algunos disidentes chinos, como una dedicada a pedir la liberación de Hu Jia.China alcanzó a finales del mes de febrero 221 millones de usuarios de Internet, superando por primera vez los 215 millones de USA, pasando a ser la mayor comunidad internauta del mundo, pese a las muchas limitaciones que la red tiene en el país asiático.Internet se ha convertido en China en el medio de comunicación preferido por los más jóvenes, ya que pese al control estatal de contenidos, es todavía el mejor vehículo para la discusión y expresión de ideas en el país asiático.
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Facebook y Twitter: Los dos canales por los que se disputa la política china
Mientras Facebook se ha convertido en vehículo de apoyo al primer ministro chino, Wen Jiabao (una página en esa red creada en homenaje al político comunista se ha convertido en una de las más visitadas), Twitter ha sido el vehículo elegido por algunos disidentes para expresar sus ideas.Twitter es una herramienta de comunicación instantánea en la que los usuarios pueden enviar mensajes -a través del teléfono móvil o de Internet- de sólo 140 caracteres que toda la comunidad de "twitteros" puede leer en la página web de la firma.
El grupo de Wen Jiabao en Facebook tiene ya cerca de 48.000 seguidores y el ritmo aumenta a cerca de varios miles al día.Wen es en esa red el sexto político más "seguido", por delante de webs similares de apoyo al presidente estadounidense, George W.Bush, o al líder venezolano Hugo Chávez, aunque todos están todavía muy lejos del candidato demócrata norteamericano, Barack Obama, que ya ronda los 900.000 fans.
Pero la página de apoyo a Wen fue creada el mes pasado, en los días en que el primer ministro visitó la zona afectada por el terremoto de Sichuan del 12 de mayo. Las imágenes del líder político llorando con las víctimas e intentando consolar a personas todavía atrapadas en los escombros dieron la vuelta al mundo y su popularidad ascendió de forma meteórica.Se ignora quién creó la "fan page" de Wen y es poco probable que haya sido el propio primer ministro, pero a los internautas no les importa: ellos creen que hablan directamente con el líder, y la mayoría le envía mensajes de agradecimiento y admiración, aunque no falte alguna que otra crítica."Siempre eres cercano, ¡te queremos!", asegura uno de los comentarios, dejado por un hongkonés que firma como "Kiko Lau", mientras otro internauta apodado Michael Tse le agradece su "gran humanidad al visitar siempre personalmente las zonas afectadas por desastres".
Wen, sonriente y amigo de los baños de multitudes, siempre ha sido un político bastante popular entre los chinos, en contraposición a cierta frialdad y distanciamiento del pueblo de su único superior, el presidente Hu Jintao.
En el otro lado de la política china, famosos disidentes también intentan usar Internet para expresar sus ideas, a falta de voz en los medios de comunicación, fuertemente controlados por Pekín.Algunos escogieron los blogs, caso del famoso activista Hu Jia, en prisión desde diciembre de 2007, pero ante el bloqueo de muchas de sus bitácoras se comienzan a pasar a Twitter, cuyo acceso por ahora no está limitado en China.Entre los críticos con Pekín que han comenzado a usar esta herramienta se encuentra la esposa de Hu Jia, Zeng Jinyan, otra conocida disidente y bloguera.Su cuenta ha sustituido a los correos electrónicos que habitualmente ella y su marido mandaban a los periodistas, en los que informaban de su arresto domiciliario y el acoso de las autoridades.
En sus últimos mensajes de Twitter, Zeng informaba de que la vigilancia policial contra ella y su hija había aumentado, y se quejó de acoso físico de esos vigilantes.Aunque su blog está bloqueado en China, lo sigue manteniendo y en él se permite usar la ironía para hablar de los que la acosan: "Queridos policías: están en el patio, con sus bicicletas aparcadas, esperando ordenes.
En invierno aguantan el frío viento, en verano las picaduras de los bichos, no tienen ni un sólo día libre", señala, con un estilo que le ha hecho famosa mundialmente.Otras cuentas de Twitter intentan recordar a los internautas la situación de algunos disidentes chinos, como una dedicada a pedir la liberación de Hu Jia.China alcanzó a finales del mes de febrero 221 millones de usuarios de Internet, superando por primera vez los 215 millones de USA, pasando a ser la mayor comunidad internauta del mundo, pese a las muchas limitaciones que la red tiene en el país asiático.Internet se ha convertido en China en el medio de comunicación preferido por los más jóvenes, ya que pese al control estatal de contenidos, es todavía el mejor vehículo para la discusión y expresión de ideas en el país asiático.
El grupo de Wen Jiabao en Facebook tiene ya cerca de 48.000 seguidores y el ritmo aumenta a cerca de varios miles al día.Wen es en esa red el sexto político más "seguido", por delante de webs similares de apoyo al presidente estadounidense, George W.Bush, o al líder venezolano Hugo Chávez, aunque todos están todavía muy lejos del candidato demócrata norteamericano, Barack Obama, que ya ronda los 900.000 fans.
Pero la página de apoyo a Wen fue creada el mes pasado, en los días en que el primer ministro visitó la zona afectada por el terremoto de Sichuan del 12 de mayo. Las imágenes del líder político llorando con las víctimas e intentando consolar a personas todavía atrapadas en los escombros dieron la vuelta al mundo y su popularidad ascendió de forma meteórica.Se ignora quién creó la "fan page" de Wen y es poco probable que haya sido el propio primer ministro, pero a los internautas no les importa: ellos creen que hablan directamente con el líder, y la mayoría le envía mensajes de agradecimiento y admiración, aunque no falte alguna que otra crítica."Siempre eres cercano, ¡te queremos!", asegura uno de los comentarios, dejado por un hongkonés que firma como "Kiko Lau", mientras otro internauta apodado Michael Tse le agradece su "gran humanidad al visitar siempre personalmente las zonas afectadas por desastres".
Wen, sonriente y amigo de los baños de multitudes, siempre ha sido un político bastante popular entre los chinos, en contraposición a cierta frialdad y distanciamiento del pueblo de su único superior, el presidente Hu Jintao.
En el otro lado de la política china, famosos disidentes también intentan usar Internet para expresar sus ideas, a falta de voz en los medios de comunicación, fuertemente controlados por Pekín.Algunos escogieron los blogs, caso del famoso activista Hu Jia, en prisión desde diciembre de 2007, pero ante el bloqueo de muchas de sus bitácoras se comienzan a pasar a Twitter, cuyo acceso por ahora no está limitado en China.Entre los críticos con Pekín que han comenzado a usar esta herramienta se encuentra la esposa de Hu Jia, Zeng Jinyan, otra conocida disidente y bloguera.Su cuenta ha sustituido a los correos electrónicos que habitualmente ella y su marido mandaban a los periodistas, en los que informaban de su arresto domiciliario y el acoso de las autoridades.
En sus últimos mensajes de Twitter, Zeng informaba de que la vigilancia policial contra ella y su hija había aumentado, y se quejó de acoso físico de esos vigilantes.Aunque su blog está bloqueado en China, lo sigue manteniendo y en él se permite usar la ironía para hablar de los que la acosan: "Queridos policías: están en el patio, con sus bicicletas aparcadas, esperando ordenes.
En invierno aguantan el frío viento, en verano las picaduras de los bichos, no tienen ni un sólo día libre", señala, con un estilo que le ha hecho famosa mundialmente.Otras cuentas de Twitter intentan recordar a los internautas la situación de algunos disidentes chinos, como una dedicada a pedir la liberación de Hu Jia.China alcanzó a finales del mes de febrero 221 millones de usuarios de Internet, superando por primera vez los 215 millones de USA, pasando a ser la mayor comunidad internauta del mundo, pese a las muchas limitaciones que la red tiene en el país asiático.Internet se ha convertido en China en el medio de comunicación preferido por los más jóvenes, ya que pese al control estatal de contenidos, es todavía el mejor vehículo para la discusión y expresión de ideas en el país asiático.
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jueves, junio 05, 2008
Una alegría de corta duración
Por David Brooks
Cristóbal Colón tardó 70 días en llegar al Nuevo Mundo. Un poco menos de la mitad tardamos nosotros en cumplir con el calendario de las primarias. Pero llegamos a destino y la gente de John McCain y de Barack Obama se sentirá satisfecha.
Ninguno de ellos planea un giro importante para el otoño (boreal). Confían en que tienen una estrategia para la victoria. Así que hoy mi papel es el del Dr. Fatalidad: el de fracturar la confianza inmerecida y aumentar el nivel de ansiedad de ambos bandos.
Barack Obama perdió siete de las últimas 13 primarias. Los que confían en él dicen que eso no tiene importancia. Es dudoso. Aunque los votantes prefieren las propuestas demócratas en casi todos los temas importantes, por una diferencia que oscila entre los 11 y los 25 puntos, Obama sólo aventaja a McCain en un 0,7% en el promedio de encuestas de RealClearPolitics. Su popularidad entre los independientes ha caído desde el 63% hasta el 49% desde febrero pasado.
Más aún, Obama ha pasado los últimos meses cortejando a la clase trabajadora. No parece funcionar. Hay algo de su magia que encuentra eco entre los que tienen una buena educación, pero no en los menos educados.
Por eso, tenemos los extraños resultados de las encuestas. Los votantes están de acuerdo con la postura de Obama respecto de Irak, pero, según el Pew Research Center, confían más en McCain para el manejo de la guerra.
Peter Hart organizó un focus group para el Annenberg Public Policy Center con votantes independientes de Virginia. Captó reacciones que uno escucha permanentemente. Estos votantes independientes estaban intrigados por el mensaje de "cambio" de Obama, pero no sabían casi nada de él.
Es como si no pudieran identificar la vida de Obama con nada de sus propias experiencias inmediatas y, en consecuencia, el hombre es una abstracción para ellos. Finalmente, la gente de Obama está demasiado convencida de que puede definir a McCain como Bush III. Pero los hechos demuestran que eso es incorrecto. McCain puede referirse a decenas de temas, desde la tortura y el calentamiento global hasta el gasto público, en los que ha estado en desacuerdo con su partido.
Mientras tanto, en el bando republicano existe la convicción de que Obama es un encantador peso liviano. McCain lo critica diciendo que es ingenuo, pero le saldrá el tiro por la culata.
En este clima, un candidato no puede definir al rival, sino sólo a sí mismo. Cuando McCain ataca a Obama llamándolo ingenuo, todos los votantes advierten que McCain es un tipo amargado y negativo. El problema de McCain es que su partido es inepto para gobernar. Tal como han demostrado las investigaciones del encuestador republicano David Winston, cualquier política se torna menos popular en cuanto la gente sabe que los republicanos la apoyan.
Esta elección será asimétrica. Obama tiene que proporcionar un relato con el que los votantes puedan identificarse. McCain tiene que decir por qué representa una ruptura con Bush y un futuro atractivo. Ninguna de las campañas ha hecho esas cosas. No sé por qué están tan alegres.
Cristóbal Colón tardó 70 días en llegar al Nuevo Mundo. Un poco menos de la mitad tardamos nosotros en cumplir con el calendario de las primarias. Pero llegamos a destino y la gente de John McCain y de Barack Obama se sentirá satisfecha.
Ninguno de ellos planea un giro importante para el otoño (boreal). Confían en que tienen una estrategia para la victoria. Así que hoy mi papel es el del Dr. Fatalidad: el de fracturar la confianza inmerecida y aumentar el nivel de ansiedad de ambos bandos.
Barack Obama perdió siete de las últimas 13 primarias. Los que confían en él dicen que eso no tiene importancia. Es dudoso. Aunque los votantes prefieren las propuestas demócratas en casi todos los temas importantes, por una diferencia que oscila entre los 11 y los 25 puntos, Obama sólo aventaja a McCain en un 0,7% en el promedio de encuestas de RealClearPolitics. Su popularidad entre los independientes ha caído desde el 63% hasta el 49% desde febrero pasado.
Más aún, Obama ha pasado los últimos meses cortejando a la clase trabajadora. No parece funcionar. Hay algo de su magia que encuentra eco entre los que tienen una buena educación, pero no en los menos educados.
Por eso, tenemos los extraños resultados de las encuestas. Los votantes están de acuerdo con la postura de Obama respecto de Irak, pero, según el Pew Research Center, confían más en McCain para el manejo de la guerra.
Peter Hart organizó un focus group para el Annenberg Public Policy Center con votantes independientes de Virginia. Captó reacciones que uno escucha permanentemente. Estos votantes independientes estaban intrigados por el mensaje de "cambio" de Obama, pero no sabían casi nada de él.
Es como si no pudieran identificar la vida de Obama con nada de sus propias experiencias inmediatas y, en consecuencia, el hombre es una abstracción para ellos. Finalmente, la gente de Obama está demasiado convencida de que puede definir a McCain como Bush III. Pero los hechos demuestran que eso es incorrecto. McCain puede referirse a decenas de temas, desde la tortura y el calentamiento global hasta el gasto público, en los que ha estado en desacuerdo con su partido.
Mientras tanto, en el bando republicano existe la convicción de que Obama es un encantador peso liviano. McCain lo critica diciendo que es ingenuo, pero le saldrá el tiro por la culata.
En este clima, un candidato no puede definir al rival, sino sólo a sí mismo. Cuando McCain ataca a Obama llamándolo ingenuo, todos los votantes advierten que McCain es un tipo amargado y negativo. El problema de McCain es que su partido es inepto para gobernar. Tal como han demostrado las investigaciones del encuestador republicano David Winston, cualquier política se torna menos popular en cuanto la gente sabe que los republicanos la apoyan.
Esta elección será asimétrica. Obama tiene que proporcionar un relato con el que los votantes puedan identificarse. McCain tiene que decir por qué representa una ruptura con Bush y un futuro atractivo. Ninguna de las campañas ha hecho esas cosas. No sé por qué están tan alegres.
Una alegría de corta duración
Por David Brooks
Cristóbal Colón tardó 70 días en llegar al Nuevo Mundo. Un poco menos de la mitad tardamos nosotros en cumplir con el calendario de las primarias. Pero llegamos a destino y la gente de John McCain y de Barack Obama se sentirá satisfecha.
Ninguno de ellos planea un giro importante para el otoño (boreal). Confían en que tienen una estrategia para la victoria. Así que hoy mi papel es el del Dr. Fatalidad: el de fracturar la confianza inmerecida y aumentar el nivel de ansiedad de ambos bandos.
Barack Obama perdió siete de las últimas 13 primarias. Los que confían en él dicen que eso no tiene importancia. Es dudoso. Aunque los votantes prefieren las propuestas demócratas en casi todos los temas importantes, por una diferencia que oscila entre los 11 y los 25 puntos, Obama sólo aventaja a McCain en un 0,7% en el promedio de encuestas de RealClearPolitics. Su popularidad entre los independientes ha caído desde el 63% hasta el 49% desde febrero pasado.
Más aún, Obama ha pasado los últimos meses cortejando a la clase trabajadora. No parece funcionar. Hay algo de su magia que encuentra eco entre los que tienen una buena educación, pero no en los menos educados.
Por eso, tenemos los extraños resultados de las encuestas. Los votantes están de acuerdo con la postura de Obama respecto de Irak, pero, según el Pew Research Center, confían más en McCain para el manejo de la guerra.
Peter Hart organizó un focus group para el Annenberg Public Policy Center con votantes independientes de Virginia. Captó reacciones que uno escucha permanentemente. Estos votantes independientes estaban intrigados por el mensaje de "cambio" de Obama, pero no sabían casi nada de él.
Es como si no pudieran identificar la vida de Obama con nada de sus propias experiencias inmediatas y, en consecuencia, el hombre es una abstracción para ellos. Finalmente, la gente de Obama está demasiado convencida de que puede definir a McCain como Bush III. Pero los hechos demuestran que eso es incorrecto. McCain puede referirse a decenas de temas, desde la tortura y el calentamiento global hasta el gasto público, en los que ha estado en desacuerdo con su partido.
Mientras tanto, en el bando republicano existe la convicción de que Obama es un encantador peso liviano. McCain lo critica diciendo que es ingenuo, pero le saldrá el tiro por la culata.
En este clima, un candidato no puede definir al rival, sino sólo a sí mismo. Cuando McCain ataca a Obama llamándolo ingenuo, todos los votantes advierten que McCain es un tipo amargado y negativo. El problema de McCain es que su partido es inepto para gobernar. Tal como han demostrado las investigaciones del encuestador republicano David Winston, cualquier política se torna menos popular en cuanto la gente sabe que los republicanos la apoyan.
Esta elección será asimétrica. Obama tiene que proporcionar un relato con el que los votantes puedan identificarse. McCain tiene que decir por qué representa una ruptura con Bush y un futuro atractivo. Ninguna de las campañas ha hecho esas cosas. No sé por qué están tan alegres.
Cristóbal Colón tardó 70 días en llegar al Nuevo Mundo. Un poco menos de la mitad tardamos nosotros en cumplir con el calendario de las primarias. Pero llegamos a destino y la gente de John McCain y de Barack Obama se sentirá satisfecha.
Ninguno de ellos planea un giro importante para el otoño (boreal). Confían en que tienen una estrategia para la victoria. Así que hoy mi papel es el del Dr. Fatalidad: el de fracturar la confianza inmerecida y aumentar el nivel de ansiedad de ambos bandos.
Barack Obama perdió siete de las últimas 13 primarias. Los que confían en él dicen que eso no tiene importancia. Es dudoso. Aunque los votantes prefieren las propuestas demócratas en casi todos los temas importantes, por una diferencia que oscila entre los 11 y los 25 puntos, Obama sólo aventaja a McCain en un 0,7% en el promedio de encuestas de RealClearPolitics. Su popularidad entre los independientes ha caído desde el 63% hasta el 49% desde febrero pasado.
Más aún, Obama ha pasado los últimos meses cortejando a la clase trabajadora. No parece funcionar. Hay algo de su magia que encuentra eco entre los que tienen una buena educación, pero no en los menos educados.
Por eso, tenemos los extraños resultados de las encuestas. Los votantes están de acuerdo con la postura de Obama respecto de Irak, pero, según el Pew Research Center, confían más en McCain para el manejo de la guerra.
Peter Hart organizó un focus group para el Annenberg Public Policy Center con votantes independientes de Virginia. Captó reacciones que uno escucha permanentemente. Estos votantes independientes estaban intrigados por el mensaje de "cambio" de Obama, pero no sabían casi nada de él.
Es como si no pudieran identificar la vida de Obama con nada de sus propias experiencias inmediatas y, en consecuencia, el hombre es una abstracción para ellos. Finalmente, la gente de Obama está demasiado convencida de que puede definir a McCain como Bush III. Pero los hechos demuestran que eso es incorrecto. McCain puede referirse a decenas de temas, desde la tortura y el calentamiento global hasta el gasto público, en los que ha estado en desacuerdo con su partido.
Mientras tanto, en el bando republicano existe la convicción de que Obama es un encantador peso liviano. McCain lo critica diciendo que es ingenuo, pero le saldrá el tiro por la culata.
En este clima, un candidato no puede definir al rival, sino sólo a sí mismo. Cuando McCain ataca a Obama llamándolo ingenuo, todos los votantes advierten que McCain es un tipo amargado y negativo. El problema de McCain es que su partido es inepto para gobernar. Tal como han demostrado las investigaciones del encuestador republicano David Winston, cualquier política se torna menos popular en cuanto la gente sabe que los republicanos la apoyan.
Esta elección será asimétrica. Obama tiene que proporcionar un relato con el que los votantes puedan identificarse. McCain tiene que decir por qué representa una ruptura con Bush y un futuro atractivo. Ninguna de las campañas ha hecho esas cosas. No sé por qué están tan alegres.
martes, mayo 20, 2008
¿ Quo vadis, Mercosur?
Por Eduardo Amadeo
El Mercosur no concurrió a las cumbres de Lima como un actor, sino, básicamente, como un participante. Más allá de firmar documentos diversos, el Mercosur no llevó, como bloque, posiciones acordadas que pudieran establecer nuevas agendas en las numerosas cuestiones que forman parte de la compleja trama de relaciones entre la Unión Europea y América latina. Esta carencia de protagonismo del Mercosur como bloque se ha venido dando en numerosas oportunidades, en las que se han discutido cuestiones y tomado decisiones importantes, sin que nuestra región pudiera manifestarse orgánicamente. No sólo le ha costado dar consistencia y ejecutar su propia agenda ampliada, y definir su integración definitiva, sino que no ha tenido voz relevante en cuestiones estratégicas, como la Ronda de Doha, ni en las coyunturales, como el reciente conflicto andino, que forman parte de la dinámica diplomática cotidiana.
Mas aún: como bloque, al Mercosur le está costando mucho establecer relaciones estratégicas con otros bloques, como lo muestra el magro resultado de un solo acuerdo (con Israel), que implica un porcentaje nimio del comercio de ambos firmantes. Incluso los acuerdos estratégicos importantes, como el reciente sobre cuestiones nucleares y aeronáuticas entre la Argentina y Brasil, no han incluido a los demás socios, siquiera como participantes lejanos.
Así planteadas las cosas, cabe preguntarnos hacia dónde va y qué quiere ser el Mercosur: ¿un espacio de libre comercio? ¿Cuál? ¿Una región en la que se logre la integración de cadenas de valor, que atraiga inversiones para aprovechar el mercado ampliado? ¿Un espacio para ampliar los derechos de los ciudadanos? ¿Un ámbito político para construir consensos, irradiarlos al Sur y tener más relevancia y poder en las relaciones internacionales? ¿Un generador de oportunidades de crecimiento para los países más pequeños?
¿Cuál de estos objetivos ha logrado y cuáles quiere o puede lograr? Es cierto que el Mercosur ha sido una magnífica herramienta para ampliar el intercambio comercial entre la Argentina y Brasil; para hacer desaparecer las hipótesis de conflicto y para refirmar la democracia como criterio de participación, cuestión en la que, además, ha influido sobre otros países de la región.
Pero luego de sus enormes éxitos iniciales, forzoso es también afirmar que el Mercosur ha entrado en una meseta de la cual le cuesta salir y que le dificulta lograr esos objetivos. Sin institucionalidad confiable, el Mercosur no ha conseguido ni conseguirá desviar hacia la región inversiones que integren cadenas de valor. ¿Qué empresa se ha de acoger a una legislación regional que simplemente no existe, o confiará en un arancel externo común perforado ad infinitum y en un tribunal de resolución de controversias de difícil acceso e inciertos tiempos de resolución?
Y desde el punto de vista político, es evidente que el Mercosur ha pasado a ser marginal en la toma de decisiones de Brasil, cuestión que es comprensible, vista la estrategia global de Itamaraty, pero no necesariamente aceptable para los demás países que forman el bloque.
Con estas carencias objetivas, no alcanzan los discursos optimistas que cada seis meses proclaman el futuro común de nuestros países, casi como un destino manifiesto. La retórica política no alcanza, si no se dan dos condiciones esenciales para que el proceso de integración avance en calidad y profundidad: potenciar los intereses comerciales comunes, y algún grado de cesión de soberanía a favor del conjunto que resuelva las carencias institucionales y operativas, cuestión que aparece como muy poco probable, vista la experiencia de todos estos años y datos objetivos como la limitada institucionalización de las normas. Por ello es que la posición de Uruguay, que afirma, más o menos explícitamente, que su permanencia en la región ya no depende de los discursos políticos sino de las oportunidades que más le convengan. Y la posibilidad de que el nuevo gobierno paraguayo aumente sus reclamos por mayores oportunidades de participar del comercio regional aparece como comprensible frente a un futuro incierto .
La profundización y la refundación periódica se han convertido en una intención difusa que también revive cada seis meses. Pero esa intención no podrá concretarse si no se dan algunas discusiones básicas, que hasta ahora se eluden sistemáticamente, como las referidas a la supranacionalidad o a un modelo de geometrías variables y varias velocidades, como ha propuesto Félix Peña. Y, como es más que obvio que sin discusión no hay crecimiento, las nuevas etapas del Mercosur nunca llegan.
He usado a propósito esta descripción "dura" de la realidad actual del Mercosur como disparador, pues creo que es importante y necesario pensar con franqueza acerca de nuestra futura relación con la región, que es componente esencial de nuestra estrategia de relación con el mundo, sin ampararnos en voluntarismos retóricos que limitan la discusión, sino admitiendo a este Mercosur como una institución inevitable e inmutable.
Pero las oportunidades para una estrategia más proactiva son enormes: América latina necesita establecer y sostener ámbitos de diálogo para múltiples temas, desde resolver y prevenir conflictos bilaterales hasta el narcoterrorismo o el medio ambiente; avanzar en la efectiva integración de la Comunidad Andina con el Mercosur; desarrollar una agenda energética definitiva; iniciar la agenda de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa) que hace tiempo propuso el BID. Y, sobre todo, ampliar las relaciones comerciales con un resto del mundo que se nos aleja. Todo ello no puede quedar librado sólo a la iniciativa de Brasil o México, con el resto de los países como espectadores invitados.
Obviamente, pensar desde la Argentina en nuevas alternativas para el Mercosur puede tomarse como una opción demasiado riesgosa, en la medida en que temamos que cualquier opción al statu quo actual pudiera agredir nuestra necesaria e inevitable relación estratégica con Brasil. Pero no hay razón para paralizarse por esta posibilidad. Si bien Brasil tiene una decisión de liderazgo en los espacios de poder a nivel mundial, también es cierto que para Brasil no hay dinámica sudamericana sin la Argentina, y que el costo de un eventual desgajamiento de Mercosur es muy alto para nuestro principal socio.
Por ello es que el primer paso debe ser discutir francamente con Brasil hasta dónde se puede o se quiere llegar con la institucionalización, el fortalecimiento operativo y la equidad interna del Mercosur. Pero también la Argentina debe incorporar en esa agenda la posibilidad de un acercamiento estratégico con Chile, para recuperar el ABC en un proyecto que incluya tomar iniciativas políticas en conjunto, avanzar en cadenas de valor e integración física, y la más audaz, de pensar en la compatibilidad de los tratados comerciales del Mercosur con los tratados de libre comercio chilenos, incluidos en este esquema Uruguay y Paraguay, con sus justas demandas de equidad.
Los intereses comerciales y la relevancia política de la Argentina exigen un salto de creatividad que nuestra diplomacia, sin duda, puede dar, para recuperar y potenciar lo mucho y bueno del Mercosur, pero integrándolo a una estrategia ampliada hacia mayores horizontes.
El autor fue jefe de gabinete de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur
El Mercosur no concurrió a las cumbres de Lima como un actor, sino, básicamente, como un participante. Más allá de firmar documentos diversos, el Mercosur no llevó, como bloque, posiciones acordadas que pudieran establecer nuevas agendas en las numerosas cuestiones que forman parte de la compleja trama de relaciones entre la Unión Europea y América latina. Esta carencia de protagonismo del Mercosur como bloque se ha venido dando en numerosas oportunidades, en las que se han discutido cuestiones y tomado decisiones importantes, sin que nuestra región pudiera manifestarse orgánicamente. No sólo le ha costado dar consistencia y ejecutar su propia agenda ampliada, y definir su integración definitiva, sino que no ha tenido voz relevante en cuestiones estratégicas, como la Ronda de Doha, ni en las coyunturales, como el reciente conflicto andino, que forman parte de la dinámica diplomática cotidiana.
Mas aún: como bloque, al Mercosur le está costando mucho establecer relaciones estratégicas con otros bloques, como lo muestra el magro resultado de un solo acuerdo (con Israel), que implica un porcentaje nimio del comercio de ambos firmantes. Incluso los acuerdos estratégicos importantes, como el reciente sobre cuestiones nucleares y aeronáuticas entre la Argentina y Brasil, no han incluido a los demás socios, siquiera como participantes lejanos.
Así planteadas las cosas, cabe preguntarnos hacia dónde va y qué quiere ser el Mercosur: ¿un espacio de libre comercio? ¿Cuál? ¿Una región en la que se logre la integración de cadenas de valor, que atraiga inversiones para aprovechar el mercado ampliado? ¿Un espacio para ampliar los derechos de los ciudadanos? ¿Un ámbito político para construir consensos, irradiarlos al Sur y tener más relevancia y poder en las relaciones internacionales? ¿Un generador de oportunidades de crecimiento para los países más pequeños?
¿Cuál de estos objetivos ha logrado y cuáles quiere o puede lograr? Es cierto que el Mercosur ha sido una magnífica herramienta para ampliar el intercambio comercial entre la Argentina y Brasil; para hacer desaparecer las hipótesis de conflicto y para refirmar la democracia como criterio de participación, cuestión en la que, además, ha influido sobre otros países de la región.
Pero luego de sus enormes éxitos iniciales, forzoso es también afirmar que el Mercosur ha entrado en una meseta de la cual le cuesta salir y que le dificulta lograr esos objetivos. Sin institucionalidad confiable, el Mercosur no ha conseguido ni conseguirá desviar hacia la región inversiones que integren cadenas de valor. ¿Qué empresa se ha de acoger a una legislación regional que simplemente no existe, o confiará en un arancel externo común perforado ad infinitum y en un tribunal de resolución de controversias de difícil acceso e inciertos tiempos de resolución?
Y desde el punto de vista político, es evidente que el Mercosur ha pasado a ser marginal en la toma de decisiones de Brasil, cuestión que es comprensible, vista la estrategia global de Itamaraty, pero no necesariamente aceptable para los demás países que forman el bloque.
Con estas carencias objetivas, no alcanzan los discursos optimistas que cada seis meses proclaman el futuro común de nuestros países, casi como un destino manifiesto. La retórica política no alcanza, si no se dan dos condiciones esenciales para que el proceso de integración avance en calidad y profundidad: potenciar los intereses comerciales comunes, y algún grado de cesión de soberanía a favor del conjunto que resuelva las carencias institucionales y operativas, cuestión que aparece como muy poco probable, vista la experiencia de todos estos años y datos objetivos como la limitada institucionalización de las normas. Por ello es que la posición de Uruguay, que afirma, más o menos explícitamente, que su permanencia en la región ya no depende de los discursos políticos sino de las oportunidades que más le convengan. Y la posibilidad de que el nuevo gobierno paraguayo aumente sus reclamos por mayores oportunidades de participar del comercio regional aparece como comprensible frente a un futuro incierto .
La profundización y la refundación periódica se han convertido en una intención difusa que también revive cada seis meses. Pero esa intención no podrá concretarse si no se dan algunas discusiones básicas, que hasta ahora se eluden sistemáticamente, como las referidas a la supranacionalidad o a un modelo de geometrías variables y varias velocidades, como ha propuesto Félix Peña. Y, como es más que obvio que sin discusión no hay crecimiento, las nuevas etapas del Mercosur nunca llegan.
He usado a propósito esta descripción "dura" de la realidad actual del Mercosur como disparador, pues creo que es importante y necesario pensar con franqueza acerca de nuestra futura relación con la región, que es componente esencial de nuestra estrategia de relación con el mundo, sin ampararnos en voluntarismos retóricos que limitan la discusión, sino admitiendo a este Mercosur como una institución inevitable e inmutable.
Pero las oportunidades para una estrategia más proactiva son enormes: América latina necesita establecer y sostener ámbitos de diálogo para múltiples temas, desde resolver y prevenir conflictos bilaterales hasta el narcoterrorismo o el medio ambiente; avanzar en la efectiva integración de la Comunidad Andina con el Mercosur; desarrollar una agenda energética definitiva; iniciar la agenda de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa) que hace tiempo propuso el BID. Y, sobre todo, ampliar las relaciones comerciales con un resto del mundo que se nos aleja. Todo ello no puede quedar librado sólo a la iniciativa de Brasil o México, con el resto de los países como espectadores invitados.
Obviamente, pensar desde la Argentina en nuevas alternativas para el Mercosur puede tomarse como una opción demasiado riesgosa, en la medida en que temamos que cualquier opción al statu quo actual pudiera agredir nuestra necesaria e inevitable relación estratégica con Brasil. Pero no hay razón para paralizarse por esta posibilidad. Si bien Brasil tiene una decisión de liderazgo en los espacios de poder a nivel mundial, también es cierto que para Brasil no hay dinámica sudamericana sin la Argentina, y que el costo de un eventual desgajamiento de Mercosur es muy alto para nuestro principal socio.
Por ello es que el primer paso debe ser discutir francamente con Brasil hasta dónde se puede o se quiere llegar con la institucionalización, el fortalecimiento operativo y la equidad interna del Mercosur. Pero también la Argentina debe incorporar en esa agenda la posibilidad de un acercamiento estratégico con Chile, para recuperar el ABC en un proyecto que incluya tomar iniciativas políticas en conjunto, avanzar en cadenas de valor e integración física, y la más audaz, de pensar en la compatibilidad de los tratados comerciales del Mercosur con los tratados de libre comercio chilenos, incluidos en este esquema Uruguay y Paraguay, con sus justas demandas de equidad.
Los intereses comerciales y la relevancia política de la Argentina exigen un salto de creatividad que nuestra diplomacia, sin duda, puede dar, para recuperar y potenciar lo mucho y bueno del Mercosur, pero integrándolo a una estrategia ampliada hacia mayores horizontes.
El autor fue jefe de gabinete de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur
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Política internacional
¿ Quo vadis, Mercosur?
Por Eduardo Amadeo
El Mercosur no concurrió a las cumbres de Lima como un actor, sino, básicamente, como un participante. Más allá de firmar documentos diversos, el Mercosur no llevó, como bloque, posiciones acordadas que pudieran establecer nuevas agendas en las numerosas cuestiones que forman parte de la compleja trama de relaciones entre la Unión Europea y América latina. Esta carencia de protagonismo del Mercosur como bloque se ha venido dando en numerosas oportunidades, en las que se han discutido cuestiones y tomado decisiones importantes, sin que nuestra región pudiera manifestarse orgánicamente. No sólo le ha costado dar consistencia y ejecutar su propia agenda ampliada, y definir su integración definitiva, sino que no ha tenido voz relevante en cuestiones estratégicas, como la Ronda de Doha, ni en las coyunturales, como el reciente conflicto andino, que forman parte de la dinámica diplomática cotidiana.
Mas aún: como bloque, al Mercosur le está costando mucho establecer relaciones estratégicas con otros bloques, como lo muestra el magro resultado de un solo acuerdo (con Israel), que implica un porcentaje nimio del comercio de ambos firmantes. Incluso los acuerdos estratégicos importantes, como el reciente sobre cuestiones nucleares y aeronáuticas entre la Argentina y Brasil, no han incluido a los demás socios, siquiera como participantes lejanos.
Así planteadas las cosas, cabe preguntarnos hacia dónde va y qué quiere ser el Mercosur: ¿un espacio de libre comercio? ¿Cuál? ¿Una región en la que se logre la integración de cadenas de valor, que atraiga inversiones para aprovechar el mercado ampliado? ¿Un espacio para ampliar los derechos de los ciudadanos? ¿Un ámbito político para construir consensos, irradiarlos al Sur y tener más relevancia y poder en las relaciones internacionales? ¿Un generador de oportunidades de crecimiento para los países más pequeños?
¿Cuál de estos objetivos ha logrado y cuáles quiere o puede lograr? Es cierto que el Mercosur ha sido una magnífica herramienta para ampliar el intercambio comercial entre la Argentina y Brasil; para hacer desaparecer las hipótesis de conflicto y para refirmar la democracia como criterio de participación, cuestión en la que, además, ha influido sobre otros países de la región.
Pero luego de sus enormes éxitos iniciales, forzoso es también afirmar que el Mercosur ha entrado en una meseta de la cual le cuesta salir y que le dificulta lograr esos objetivos. Sin institucionalidad confiable, el Mercosur no ha conseguido ni conseguirá desviar hacia la región inversiones que integren cadenas de valor. ¿Qué empresa se ha de acoger a una legislación regional que simplemente no existe, o confiará en un arancel externo común perforado ad infinitum y en un tribunal de resolución de controversias de difícil acceso e inciertos tiempos de resolución?
Y desde el punto de vista político, es evidente que el Mercosur ha pasado a ser marginal en la toma de decisiones de Brasil, cuestión que es comprensible, vista la estrategia global de Itamaraty, pero no necesariamente aceptable para los demás países que forman el bloque.
Con estas carencias objetivas, no alcanzan los discursos optimistas que cada seis meses proclaman el futuro común de nuestros países, casi como un destino manifiesto. La retórica política no alcanza, si no se dan dos condiciones esenciales para que el proceso de integración avance en calidad y profundidad: potenciar los intereses comerciales comunes, y algún grado de cesión de soberanía a favor del conjunto que resuelva las carencias institucionales y operativas, cuestión que aparece como muy poco probable, vista la experiencia de todos estos años y datos objetivos como la limitada institucionalización de las normas. Por ello es que la posición de Uruguay, que afirma, más o menos explícitamente, que su permanencia en la región ya no depende de los discursos políticos sino de las oportunidades que más le convengan. Y la posibilidad de que el nuevo gobierno paraguayo aumente sus reclamos por mayores oportunidades de participar del comercio regional aparece como comprensible frente a un futuro incierto .
La profundización y la refundación periódica se han convertido en una intención difusa que también revive cada seis meses. Pero esa intención no podrá concretarse si no se dan algunas discusiones básicas, que hasta ahora se eluden sistemáticamente, como las referidas a la supranacionalidad o a un modelo de geometrías variables y varias velocidades, como ha propuesto Félix Peña. Y, como es más que obvio que sin discusión no hay crecimiento, las nuevas etapas del Mercosur nunca llegan.
He usado a propósito esta descripción "dura" de la realidad actual del Mercosur como disparador, pues creo que es importante y necesario pensar con franqueza acerca de nuestra futura relación con la región, que es componente esencial de nuestra estrategia de relación con el mundo, sin ampararnos en voluntarismos retóricos que limitan la discusión, sino admitiendo a este Mercosur como una institución inevitable e inmutable.
Pero las oportunidades para una estrategia más proactiva son enormes: América latina necesita establecer y sostener ámbitos de diálogo para múltiples temas, desde resolver y prevenir conflictos bilaterales hasta el narcoterrorismo o el medio ambiente; avanzar en la efectiva integración de la Comunidad Andina con el Mercosur; desarrollar una agenda energética definitiva; iniciar la agenda de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa) que hace tiempo propuso el BID. Y, sobre todo, ampliar las relaciones comerciales con un resto del mundo que se nos aleja. Todo ello no puede quedar librado sólo a la iniciativa de Brasil o México, con el resto de los países como espectadores invitados.
Obviamente, pensar desde la Argentina en nuevas alternativas para el Mercosur puede tomarse como una opción demasiado riesgosa, en la medida en que temamos que cualquier opción al statu quo actual pudiera agredir nuestra necesaria e inevitable relación estratégica con Brasil. Pero no hay razón para paralizarse por esta posibilidad. Si bien Brasil tiene una decisión de liderazgo en los espacios de poder a nivel mundial, también es cierto que para Brasil no hay dinámica sudamericana sin la Argentina, y que el costo de un eventual desgajamiento de Mercosur es muy alto para nuestro principal socio.
Por ello es que el primer paso debe ser discutir francamente con Brasil hasta dónde se puede o se quiere llegar con la institucionalización, el fortalecimiento operativo y la equidad interna del Mercosur. Pero también la Argentina debe incorporar en esa agenda la posibilidad de un acercamiento estratégico con Chile, para recuperar el ABC en un proyecto que incluya tomar iniciativas políticas en conjunto, avanzar en cadenas de valor e integración física, y la más audaz, de pensar en la compatibilidad de los tratados comerciales del Mercosur con los tratados de libre comercio chilenos, incluidos en este esquema Uruguay y Paraguay, con sus justas demandas de equidad.
Los intereses comerciales y la relevancia política de la Argentina exigen un salto de creatividad que nuestra diplomacia, sin duda, puede dar, para recuperar y potenciar lo mucho y bueno del Mercosur, pero integrándolo a una estrategia ampliada hacia mayores horizontes.
El autor fue jefe de gabinete de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur
El Mercosur no concurrió a las cumbres de Lima como un actor, sino, básicamente, como un participante. Más allá de firmar documentos diversos, el Mercosur no llevó, como bloque, posiciones acordadas que pudieran establecer nuevas agendas en las numerosas cuestiones que forman parte de la compleja trama de relaciones entre la Unión Europea y América latina. Esta carencia de protagonismo del Mercosur como bloque se ha venido dando en numerosas oportunidades, en las que se han discutido cuestiones y tomado decisiones importantes, sin que nuestra región pudiera manifestarse orgánicamente. No sólo le ha costado dar consistencia y ejecutar su propia agenda ampliada, y definir su integración definitiva, sino que no ha tenido voz relevante en cuestiones estratégicas, como la Ronda de Doha, ni en las coyunturales, como el reciente conflicto andino, que forman parte de la dinámica diplomática cotidiana.
Mas aún: como bloque, al Mercosur le está costando mucho establecer relaciones estratégicas con otros bloques, como lo muestra el magro resultado de un solo acuerdo (con Israel), que implica un porcentaje nimio del comercio de ambos firmantes. Incluso los acuerdos estratégicos importantes, como el reciente sobre cuestiones nucleares y aeronáuticas entre la Argentina y Brasil, no han incluido a los demás socios, siquiera como participantes lejanos.
Así planteadas las cosas, cabe preguntarnos hacia dónde va y qué quiere ser el Mercosur: ¿un espacio de libre comercio? ¿Cuál? ¿Una región en la que se logre la integración de cadenas de valor, que atraiga inversiones para aprovechar el mercado ampliado? ¿Un espacio para ampliar los derechos de los ciudadanos? ¿Un ámbito político para construir consensos, irradiarlos al Sur y tener más relevancia y poder en las relaciones internacionales? ¿Un generador de oportunidades de crecimiento para los países más pequeños?
¿Cuál de estos objetivos ha logrado y cuáles quiere o puede lograr? Es cierto que el Mercosur ha sido una magnífica herramienta para ampliar el intercambio comercial entre la Argentina y Brasil; para hacer desaparecer las hipótesis de conflicto y para refirmar la democracia como criterio de participación, cuestión en la que, además, ha influido sobre otros países de la región.
Pero luego de sus enormes éxitos iniciales, forzoso es también afirmar que el Mercosur ha entrado en una meseta de la cual le cuesta salir y que le dificulta lograr esos objetivos. Sin institucionalidad confiable, el Mercosur no ha conseguido ni conseguirá desviar hacia la región inversiones que integren cadenas de valor. ¿Qué empresa se ha de acoger a una legislación regional que simplemente no existe, o confiará en un arancel externo común perforado ad infinitum y en un tribunal de resolución de controversias de difícil acceso e inciertos tiempos de resolución?
Y desde el punto de vista político, es evidente que el Mercosur ha pasado a ser marginal en la toma de decisiones de Brasil, cuestión que es comprensible, vista la estrategia global de Itamaraty, pero no necesariamente aceptable para los demás países que forman el bloque.
Con estas carencias objetivas, no alcanzan los discursos optimistas que cada seis meses proclaman el futuro común de nuestros países, casi como un destino manifiesto. La retórica política no alcanza, si no se dan dos condiciones esenciales para que el proceso de integración avance en calidad y profundidad: potenciar los intereses comerciales comunes, y algún grado de cesión de soberanía a favor del conjunto que resuelva las carencias institucionales y operativas, cuestión que aparece como muy poco probable, vista la experiencia de todos estos años y datos objetivos como la limitada institucionalización de las normas. Por ello es que la posición de Uruguay, que afirma, más o menos explícitamente, que su permanencia en la región ya no depende de los discursos políticos sino de las oportunidades que más le convengan. Y la posibilidad de que el nuevo gobierno paraguayo aumente sus reclamos por mayores oportunidades de participar del comercio regional aparece como comprensible frente a un futuro incierto .
La profundización y la refundación periódica se han convertido en una intención difusa que también revive cada seis meses. Pero esa intención no podrá concretarse si no se dan algunas discusiones básicas, que hasta ahora se eluden sistemáticamente, como las referidas a la supranacionalidad o a un modelo de geometrías variables y varias velocidades, como ha propuesto Félix Peña. Y, como es más que obvio que sin discusión no hay crecimiento, las nuevas etapas del Mercosur nunca llegan.
He usado a propósito esta descripción "dura" de la realidad actual del Mercosur como disparador, pues creo que es importante y necesario pensar con franqueza acerca de nuestra futura relación con la región, que es componente esencial de nuestra estrategia de relación con el mundo, sin ampararnos en voluntarismos retóricos que limitan la discusión, sino admitiendo a este Mercosur como una institución inevitable e inmutable.
Pero las oportunidades para una estrategia más proactiva son enormes: América latina necesita establecer y sostener ámbitos de diálogo para múltiples temas, desde resolver y prevenir conflictos bilaterales hasta el narcoterrorismo o el medio ambiente; avanzar en la efectiva integración de la Comunidad Andina con el Mercosur; desarrollar una agenda energética definitiva; iniciar la agenda de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (Iirsa) que hace tiempo propuso el BID. Y, sobre todo, ampliar las relaciones comerciales con un resto del mundo que se nos aleja. Todo ello no puede quedar librado sólo a la iniciativa de Brasil o México, con el resto de los países como espectadores invitados.
Obviamente, pensar desde la Argentina en nuevas alternativas para el Mercosur puede tomarse como una opción demasiado riesgosa, en la medida en que temamos que cualquier opción al statu quo actual pudiera agredir nuestra necesaria e inevitable relación estratégica con Brasil. Pero no hay razón para paralizarse por esta posibilidad. Si bien Brasil tiene una decisión de liderazgo en los espacios de poder a nivel mundial, también es cierto que para Brasil no hay dinámica sudamericana sin la Argentina, y que el costo de un eventual desgajamiento de Mercosur es muy alto para nuestro principal socio.
Por ello es que el primer paso debe ser discutir francamente con Brasil hasta dónde se puede o se quiere llegar con la institucionalización, el fortalecimiento operativo y la equidad interna del Mercosur. Pero también la Argentina debe incorporar en esa agenda la posibilidad de un acercamiento estratégico con Chile, para recuperar el ABC en un proyecto que incluya tomar iniciativas políticas en conjunto, avanzar en cadenas de valor e integración física, y la más audaz, de pensar en la compatibilidad de los tratados comerciales del Mercosur con los tratados de libre comercio chilenos, incluidos en este esquema Uruguay y Paraguay, con sus justas demandas de equidad.
Los intereses comerciales y la relevancia política de la Argentina exigen un salto de creatividad que nuestra diplomacia, sin duda, puede dar, para recuperar y potenciar lo mucho y bueno del Mercosur, pero integrándolo a una estrategia ampliada hacia mayores horizontes.
El autor fue jefe de gabinete de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur
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martes, mayo 13, 2008
El auge de Internet y de los blogs, la nueva cara de las reformas en Cuba
Se han convertido en un foro de debate abierto en la isla, y el gobierno de Raúl Castro no parece empeñado en impedirlo. Yoani Sánchez, una periodista de 32 años, acaba de ganar un importante premio por su espacio.
Las dificultades de acceso a Internet en Cuba no impiden que la Red se haya convertido en un foro donde se debate sin tapujos el presente y futuro del país y el gobierno no parece empeñado en ponerle trabas.
Un ejemplo del papel que vienen desempeñando las nuevas tecnologías fue la sorpresiva difusión por la Red de un video en el que un joven, Eliécer Avila, criticó al presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, en una reciente reunión a puertas cerradas en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Avila expresó malestar por la falta de acceso a Internet y las limitaciones para viajar. Ante la repercusión que tuvo el video, las autoridades montaron en la versión digital del diario oficial Granma una entrevista con el muchacho, en la que aclaraba que las críticas estaban encaminadas a fortalecer el socialismo, no a eliminarlo. La información completa jamás se difundió en la prensa nacional y todo quedó en el ciberespacio.
En la Red se discutió abiertamente la histórica renuncia de Fidel Castro a la presidencia en febrero, la elección de su hermano Raúl para sucederlo y las especulaciones sobre el rumbo de su gobierno. "Raúl necesita ahora tiempo", escribió, por ejemplo, una persona llamada Rogelio Sarforat en un comentario en Kaosenlared.net. Y agregó: "Tengamos confianza, calma y mantengámonos unidos en torno a la dirección de la Revolución."
Alguien le respondió desde Miami: "Las palabras de Raúl y la constitución del nuevo Consejo de Estado fueron un cubo de agua fría para los que esperaban que se hiciera explícita una mayor voluntad de cambio." Hay de todo, incluidos insultos y palabras subidas de tono.
"Ante esta fragmentación de la sociedad civil que tenemos, quizá la tecnología nos está sirviendo para conectar", reflexionó Yoani Sánchez, bloguera que dijo haber recibido más de un millón de entradas a su página en febrero y que ganó el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en España por su blog. "Este entramado que falta aquí abajo se está haciendo allá arriba (en la Red). Es irreversible, cada paso que se da en esa dirección, será muy difícil para el gobierno retrotraerlo", reflexionó la mujer, que administra Generación Y, creada en abril de 2007.
La mayor parte de las visitas al blog de Sánchez son del exterior, aunque también abundan las que hacen cubanos anónimos que critican al gobierno dentro de la isla. Pero no es sencillo. Para colocar sus comentarios, Sánchez se viste como si fuera una turista y va a hoteles de La Habana con acceso a la Red para extranjeros. La conexión cuesta unos 6 dólares la hora y no puede permanecer mucho tiempo, no sólo por lo caro sino porque teme que alguien se dé cuenta de que se trata de una cubana que se conectó a la Red sin permiso.
Los amigos de la Revolución, recelosos de la forma en que la prensa internacional informa sobre Cuba, consideran que Internet contribuye a distorsionar la imagen del proceso isleño. "Asistimos a una guerra promovida desde las nuevas tecnologías de comunicación, de la industria del entretenimiento y de las estrategias de mercadeo", dijo a comienzos de abril un reporte del VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Los creadores, no obstante, opinaron que "prohibir el acceso a estas opciones, además de que no pasaría de ser un gesto vacío, sólo incrementaría su atractivo". Agregaron que el gobierno debe prepararse "para la interacción adecuada con los canales a través de los cuales se procesa y distribuye la información en el mundo". El gobierno mantiene una docena de páginas destinadas a defender la imagen de Cuba y difundir sus logros, pero por lo general se las critica por ser repetitivas y aburridas.
Según Sánchez, las autoridades tienen montada una campaña "sobre todo en la Universidad de Ciencias Informáticas para elevar los ''hit'' de los sitios cubanos".
"No conozco ninguna persona que utilice su tiempo de Internet pagado por él para defender el proceso político cubano", agregó su esposo, el periodista independiente Reynaldo Escobar. "Todas las personas que argumentan a favor del gobierno lo hacen por un sueldo o porque les han dado la tarea", concluyó.
Las dificultades de acceso a Internet en Cuba no impiden que la Red se haya convertido en un foro donde se debate sin tapujos el presente y futuro del país y el gobierno no parece empeñado en ponerle trabas.
Un ejemplo del papel que vienen desempeñando las nuevas tecnologías fue la sorpresiva difusión por la Red de un video en el que un joven, Eliécer Avila, criticó al presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, en una reciente reunión a puertas cerradas en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Avila expresó malestar por la falta de acceso a Internet y las limitaciones para viajar. Ante la repercusión que tuvo el video, las autoridades montaron en la versión digital del diario oficial Granma una entrevista con el muchacho, en la que aclaraba que las críticas estaban encaminadas a fortalecer el socialismo, no a eliminarlo. La información completa jamás se difundió en la prensa nacional y todo quedó en el ciberespacio.
En la Red se discutió abiertamente la histórica renuncia de Fidel Castro a la presidencia en febrero, la elección de su hermano Raúl para sucederlo y las especulaciones sobre el rumbo de su gobierno. "Raúl necesita ahora tiempo", escribió, por ejemplo, una persona llamada Rogelio Sarforat en un comentario en Kaosenlared.net. Y agregó: "Tengamos confianza, calma y mantengámonos unidos en torno a la dirección de la Revolución."
Alguien le respondió desde Miami: "Las palabras de Raúl y la constitución del nuevo Consejo de Estado fueron un cubo de agua fría para los que esperaban que se hiciera explícita una mayor voluntad de cambio." Hay de todo, incluidos insultos y palabras subidas de tono.
"Ante esta fragmentación de la sociedad civil que tenemos, quizá la tecnología nos está sirviendo para conectar", reflexionó Yoani Sánchez, bloguera que dijo haber recibido más de un millón de entradas a su página en febrero y que ganó el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en España por su blog. "Este entramado que falta aquí abajo se está haciendo allá arriba (en la Red). Es irreversible, cada paso que se da en esa dirección, será muy difícil para el gobierno retrotraerlo", reflexionó la mujer, que administra Generación Y, creada en abril de 2007.
La mayor parte de las visitas al blog de Sánchez son del exterior, aunque también abundan las que hacen cubanos anónimos que critican al gobierno dentro de la isla. Pero no es sencillo. Para colocar sus comentarios, Sánchez se viste como si fuera una turista y va a hoteles de La Habana con acceso a la Red para extranjeros. La conexión cuesta unos 6 dólares la hora y no puede permanecer mucho tiempo, no sólo por lo caro sino porque teme que alguien se dé cuenta de que se trata de una cubana que se conectó a la Red sin permiso.
Los amigos de la Revolución, recelosos de la forma en que la prensa internacional informa sobre Cuba, consideran que Internet contribuye a distorsionar la imagen del proceso isleño. "Asistimos a una guerra promovida desde las nuevas tecnologías de comunicación, de la industria del entretenimiento y de las estrategias de mercadeo", dijo a comienzos de abril un reporte del VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Los creadores, no obstante, opinaron que "prohibir el acceso a estas opciones, además de que no pasaría de ser un gesto vacío, sólo incrementaría su atractivo". Agregaron que el gobierno debe prepararse "para la interacción adecuada con los canales a través de los cuales se procesa y distribuye la información en el mundo". El gobierno mantiene una docena de páginas destinadas a defender la imagen de Cuba y difundir sus logros, pero por lo general se las critica por ser repetitivas y aburridas.
Según Sánchez, las autoridades tienen montada una campaña "sobre todo en la Universidad de Ciencias Informáticas para elevar los ''hit'' de los sitios cubanos".
"No conozco ninguna persona que utilice su tiempo de Internet pagado por él para defender el proceso político cubano", agregó su esposo, el periodista independiente Reynaldo Escobar. "Todas las personas que argumentan a favor del gobierno lo hacen por un sueldo o porque les han dado la tarea", concluyó.
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El auge de Internet y de los blogs, la nueva cara de las reformas en Cuba
Se han convertido en un foro de debate abierto en la isla, y el gobierno de Raúl Castro no parece empeñado en impedirlo. Yoani Sánchez, una periodista de 32 años, acaba de ganar un importante premio por su espacio.
Las dificultades de acceso a Internet en Cuba no impiden que la Red se haya convertido en un foro donde se debate sin tapujos el presente y futuro del país y el gobierno no parece empeñado en ponerle trabas.
Un ejemplo del papel que vienen desempeñando las nuevas tecnologías fue la sorpresiva difusión por la Red de un video en el que un joven, Eliécer Avila, criticó al presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, en una reciente reunión a puertas cerradas en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Avila expresó malestar por la falta de acceso a Internet y las limitaciones para viajar. Ante la repercusión que tuvo el video, las autoridades montaron en la versión digital del diario oficial Granma una entrevista con el muchacho, en la que aclaraba que las críticas estaban encaminadas a fortalecer el socialismo, no a eliminarlo. La información completa jamás se difundió en la prensa nacional y todo quedó en el ciberespacio.
En la Red se discutió abiertamente la histórica renuncia de Fidel Castro a la presidencia en febrero, la elección de su hermano Raúl para sucederlo y las especulaciones sobre el rumbo de su gobierno. "Raúl necesita ahora tiempo", escribió, por ejemplo, una persona llamada Rogelio Sarforat en un comentario en Kaosenlared.net. Y agregó: "Tengamos confianza, calma y mantengámonos unidos en torno a la dirección de la Revolución."
Alguien le respondió desde Miami: "Las palabras de Raúl y la constitución del nuevo Consejo de Estado fueron un cubo de agua fría para los que esperaban que se hiciera explícita una mayor voluntad de cambio." Hay de todo, incluidos insultos y palabras subidas de tono.
"Ante esta fragmentación de la sociedad civil que tenemos, quizá la tecnología nos está sirviendo para conectar", reflexionó Yoani Sánchez, bloguera que dijo haber recibido más de un millón de entradas a su página en febrero y que ganó el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en España por su blog. "Este entramado que falta aquí abajo se está haciendo allá arriba (en la Red). Es irreversible, cada paso que se da en esa dirección, será muy difícil para el gobierno retrotraerlo", reflexionó la mujer, que administra Generación Y, creada en abril de 2007.
La mayor parte de las visitas al blog de Sánchez son del exterior, aunque también abundan las que hacen cubanos anónimos que critican al gobierno dentro de la isla. Pero no es sencillo. Para colocar sus comentarios, Sánchez se viste como si fuera una turista y va a hoteles de La Habana con acceso a la Red para extranjeros. La conexión cuesta unos 6 dólares la hora y no puede permanecer mucho tiempo, no sólo por lo caro sino porque teme que alguien se dé cuenta de que se trata de una cubana que se conectó a la Red sin permiso.
Los amigos de la Revolución, recelosos de la forma en que la prensa internacional informa sobre Cuba, consideran que Internet contribuye a distorsionar la imagen del proceso isleño. "Asistimos a una guerra promovida desde las nuevas tecnologías de comunicación, de la industria del entretenimiento y de las estrategias de mercadeo", dijo a comienzos de abril un reporte del VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Los creadores, no obstante, opinaron que "prohibir el acceso a estas opciones, además de que no pasaría de ser un gesto vacío, sólo incrementaría su atractivo". Agregaron que el gobierno debe prepararse "para la interacción adecuada con los canales a través de los cuales se procesa y distribuye la información en el mundo". El gobierno mantiene una docena de páginas destinadas a defender la imagen de Cuba y difundir sus logros, pero por lo general se las critica por ser repetitivas y aburridas.
Según Sánchez, las autoridades tienen montada una campaña "sobre todo en la Universidad de Ciencias Informáticas para elevar los ''hit'' de los sitios cubanos".
"No conozco ninguna persona que utilice su tiempo de Internet pagado por él para defender el proceso político cubano", agregó su esposo, el periodista independiente Reynaldo Escobar. "Todas las personas que argumentan a favor del gobierno lo hacen por un sueldo o porque les han dado la tarea", concluyó.
Las dificultades de acceso a Internet en Cuba no impiden que la Red se haya convertido en un foro donde se debate sin tapujos el presente y futuro del país y el gobierno no parece empeñado en ponerle trabas.
Un ejemplo del papel que vienen desempeñando las nuevas tecnologías fue la sorpresiva difusión por la Red de un video en el que un joven, Eliécer Avila, criticó al presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, en una reciente reunión a puertas cerradas en la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI). Avila expresó malestar por la falta de acceso a Internet y las limitaciones para viajar. Ante la repercusión que tuvo el video, las autoridades montaron en la versión digital del diario oficial Granma una entrevista con el muchacho, en la que aclaraba que las críticas estaban encaminadas a fortalecer el socialismo, no a eliminarlo. La información completa jamás se difundió en la prensa nacional y todo quedó en el ciberespacio.
En la Red se discutió abiertamente la histórica renuncia de Fidel Castro a la presidencia en febrero, la elección de su hermano Raúl para sucederlo y las especulaciones sobre el rumbo de su gobierno. "Raúl necesita ahora tiempo", escribió, por ejemplo, una persona llamada Rogelio Sarforat en un comentario en Kaosenlared.net. Y agregó: "Tengamos confianza, calma y mantengámonos unidos en torno a la dirección de la Revolución."
Alguien le respondió desde Miami: "Las palabras de Raúl y la constitución del nuevo Consejo de Estado fueron un cubo de agua fría para los que esperaban que se hiciera explícita una mayor voluntad de cambio." Hay de todo, incluidos insultos y palabras subidas de tono.
"Ante esta fragmentación de la sociedad civil que tenemos, quizá la tecnología nos está sirviendo para conectar", reflexionó Yoani Sánchez, bloguera que dijo haber recibido más de un millón de entradas a su página en febrero y que ganó el Premio Ortega y Gasset de Periodismo en España por su blog. "Este entramado que falta aquí abajo se está haciendo allá arriba (en la Red). Es irreversible, cada paso que se da en esa dirección, será muy difícil para el gobierno retrotraerlo", reflexionó la mujer, que administra Generación Y, creada en abril de 2007.
La mayor parte de las visitas al blog de Sánchez son del exterior, aunque también abundan las que hacen cubanos anónimos que critican al gobierno dentro de la isla. Pero no es sencillo. Para colocar sus comentarios, Sánchez se viste como si fuera una turista y va a hoteles de La Habana con acceso a la Red para extranjeros. La conexión cuesta unos 6 dólares la hora y no puede permanecer mucho tiempo, no sólo por lo caro sino porque teme que alguien se dé cuenta de que se trata de una cubana que se conectó a la Red sin permiso.
Los amigos de la Revolución, recelosos de la forma en que la prensa internacional informa sobre Cuba, consideran que Internet contribuye a distorsionar la imagen del proceso isleño. "Asistimos a una guerra promovida desde las nuevas tecnologías de comunicación, de la industria del entretenimiento y de las estrategias de mercadeo", dijo a comienzos de abril un reporte del VII Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Los creadores, no obstante, opinaron que "prohibir el acceso a estas opciones, además de que no pasaría de ser un gesto vacío, sólo incrementaría su atractivo". Agregaron que el gobierno debe prepararse "para la interacción adecuada con los canales a través de los cuales se procesa y distribuye la información en el mundo". El gobierno mantiene una docena de páginas destinadas a defender la imagen de Cuba y difundir sus logros, pero por lo general se las critica por ser repetitivas y aburridas.
Según Sánchez, las autoridades tienen montada una campaña "sobre todo en la Universidad de Ciencias Informáticas para elevar los ''hit'' de los sitios cubanos".
"No conozco ninguna persona que utilice su tiempo de Internet pagado por él para defender el proceso político cubano", agregó su esposo, el periodista independiente Reynaldo Escobar. "Todas las personas que argumentan a favor del gobierno lo hacen por un sueldo o porque les han dado la tarea", concluyó.
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viernes, abril 11, 2008
La polarización, un arma peligrosa
Por Juan Gabriel Tokatlian
La polarización política es a menudo la antesala de la confrontación social extendida y ésta antecede, eventualmente y en su manifestación más cruenta, a la guerra civil o al colapso de un régimen. La polarización, fenómeno escasamente estudiado por las ciencias sociales, explicita una lucha sin mediaciones y revela el agotamiento de la confianza y la quiebra de los ámbitos de cooperación institucionalizados. A su vez, adopta diferentes características y modalidades.
Puede derivar de un hecho objetivo: en muchas ocasiones la enorme brecha socioeconómica, político-cultural o étnico-religiosa entre grupos humanos tiende a ofrecer un telón de fondo que alienta la fractura y segmentación de una nación en polos nítidamente identificados, facilita la transformación de los naturales conflictos que vive toda sociedad en un tipo de pugna irreconciliable y violenta, y exacerba antagonismos preexistentes que no se canalizan y tramitan positivamente en el plano institucional. En ese caso, asistimos a una polarización expansiva.
La polarización puede ser también consecuencia de un acto subjetivo. Esto es, un determinado conglomerado humano (social, político, religioso, étnico), encabezado por líderes maximalistas y poco afectos al pluralismo político y religioso, al multiculturalismo racial, a la diversidad de opciones sexuales y/o a las reglas de juego democrático, emprende una serie de acciones orientadas a extremar las diferencias, distancias y divergencias en un país. Acá estamos en presencia de una polarización instrumental.
Por otro lado, la polarización puede surgir como producto de una compleja y crítica dinámica entre el Estado y la sociedad que induce a posturas crispadas, agresivas e innegociables, poco dependientes ya de la voluntad específica u original de los principales protagonistas. Es decir: la polarización es un efecto no deseado ni planificado, pero que expresa el nivel de resentimiento social, exasperación política y descalabro institucional que la han nutrido. Esta es una forma de polarización indeliberada.
En oposición, polarizar puede ser el resultado de una acción planeada por una o por las dos partes de una relación bipolar y que pretende llevar a una sociedad a grados insoportables de tensión y a estadios crecientes de fricción.
Hay una serie de pasos en pos de la polarización: demonizar al adversario, transformarlo en un enemigo con el cual no es posible transacción alguna y debilitar los espacios institucionales en los que se podrían negociar intereses encontrados. En última instancia, se busca enfilar a los bandos divididos, así como a sus sectores de apoyo, hacia una prueba definitiva de fuerzas, y que ello culmine con un ganador y un perdedor netos. En ese sentido, resulta evidente la existencia de una polarización premeditada.
La polarización no es un asunto nuevo ni inevitable, aunque tampoco se puede erradicar plenamente. Así, la experiencia histórica en América latina durante la Guerra Fría mostró que en un gran número de casos en los que se produjeron golpes de Estado no existían condiciones objetivas de polarización –lo que denominamos “polarización expansiva”–, pero sí había actores dispuestos a polarizar deliberadamente –lo que denominamos “polarización premeditada”– a las sociedades.
Gradualmente, se instaló en el campo doméstico lo que en política internacional se conoce como un dilema de seguridad: los actores enfrentados procuraban su propia seguridad, pero ello producía más inseguridad en la contraparte.
Lo anterior devenía en una escalada en la que ambas partes iban elevando su capacidad de pugnacidad y provocación hasta que el enfrentamiento se tornaba imperioso para cada uno. Cabe recordar que en aquel momento histórico las estrategias de polarización fueron tácita y clandestinamente alentadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética y el dilema de seguridad entre las superpotencias se desplegaba en las naciones periféricas.
La lógica polarizante y la sensación de inseguridad eran fácilmente asimiladas en el plano interno por diversos grupos sociales y políticos, que las concebían como indispensable para avanzar y forzar su pretensión hegemónica.
Por lo general, entonces, los golpes de Estado expresaban la fase final de un proyecto destinado a generar una situación extrema. En ese contexto, una minoría social asociada con una mayoría militar irrumpía y destruía la democracia para alcanzar un presunto “nuevo orden” y fundar una supuesta nueva hegemonía.
Los costos humanos y materiales para los países del área, incluida, obviamente, a la Argentina, fueron enormes y ominosos.
La experiencia regional en materia de polarización dejó algunas heridas que tomará tiempo cicatrizar. Asimismo, si bien la polarización no es un destino inexorable, tiende a reemerger: actualmente, América latina vive un nuevo ciclo de praxis polarizante. Ocurre, entre otros países, en Venezuela. Sin embargo, de aquel pasado y de este presente ha aflorado un claro aprendizaje colectivo en los países del área. Por ejemplo, se entendió que era indispensable un comportamiento activo, lúcido y paciente de aquellos que no se ubicaban en los extremos de esa polarización construida. Los polos siempre se disputan la adhesión de los no polarizados y éstos no constituyen una clase en sí (por ejemplo, la clase media) o un partido concreto (por ejemplo, las agrupaciones de centro). Los “del medio” pueden provenir de distintas clases sociales, partidos políticos, corrientes ideológicas, movimientos cívicos, comunidades religiosas, organizaciones no gubernamentales, asociaciones regionales y personalidades públicas. Los “del medio” pueden estar tanto en el Estado como en la sociedad, en el gobierno como en la oposición, en las esferas intelectuales como en los medios de comunicación. Ahora bien, resulta indispensable que se movilicen mucho y bien; en particular, en coyunturas de potencial polarización espontánea o urdida.
Ello implica, entre otras, eludir las tácticas facciosas y obstruccionistas, ampliar los espacios de deliberación institucionalizada, participación política y convivencia ciudadana, defender incansablemente los derechos humanos, evitar las prácticas oportunistas y predatorias, reforzar mediante el ejemplo el Estado de Derecho, brindar alternativas legítimas de liderazgo, articular intereses de manera incluyente, exigir políticas visibles y viables de justicia social y económica e interactuar intensamente con actores externos comprometidos con la defensa de la democracia.
En esta confusa y difícil hora política que atraviesa la Argentina, en medio de una relativa bonanza económica y con notables deficiencias en términos institucionales y distributivos, es fundamental que el rechazo a la polarización sea el epicentro de las acciones políticas, sociales, culturales y simbólicas. Es bueno recordar que ingresar en el sendero de la polarización es bastante fácil; salir de él es muy difícil. Por ello, mitigar su manifestación es imperativo e impedir su reaparición es un deber.
La polarización política es a menudo la antesala de la confrontación social extendida y ésta antecede, eventualmente y en su manifestación más cruenta, a la guerra civil o al colapso de un régimen. La polarización, fenómeno escasamente estudiado por las ciencias sociales, explicita una lucha sin mediaciones y revela el agotamiento de la confianza y la quiebra de los ámbitos de cooperación institucionalizados. A su vez, adopta diferentes características y modalidades.
Puede derivar de un hecho objetivo: en muchas ocasiones la enorme brecha socioeconómica, político-cultural o étnico-religiosa entre grupos humanos tiende a ofrecer un telón de fondo que alienta la fractura y segmentación de una nación en polos nítidamente identificados, facilita la transformación de los naturales conflictos que vive toda sociedad en un tipo de pugna irreconciliable y violenta, y exacerba antagonismos preexistentes que no se canalizan y tramitan positivamente en el plano institucional. En ese caso, asistimos a una polarización expansiva.
La polarización puede ser también consecuencia de un acto subjetivo. Esto es, un determinado conglomerado humano (social, político, religioso, étnico), encabezado por líderes maximalistas y poco afectos al pluralismo político y religioso, al multiculturalismo racial, a la diversidad de opciones sexuales y/o a las reglas de juego democrático, emprende una serie de acciones orientadas a extremar las diferencias, distancias y divergencias en un país. Acá estamos en presencia de una polarización instrumental.
Por otro lado, la polarización puede surgir como producto de una compleja y crítica dinámica entre el Estado y la sociedad que induce a posturas crispadas, agresivas e innegociables, poco dependientes ya de la voluntad específica u original de los principales protagonistas. Es decir: la polarización es un efecto no deseado ni planificado, pero que expresa el nivel de resentimiento social, exasperación política y descalabro institucional que la han nutrido. Esta es una forma de polarización indeliberada.
En oposición, polarizar puede ser el resultado de una acción planeada por una o por las dos partes de una relación bipolar y que pretende llevar a una sociedad a grados insoportables de tensión y a estadios crecientes de fricción.
Hay una serie de pasos en pos de la polarización: demonizar al adversario, transformarlo en un enemigo con el cual no es posible transacción alguna y debilitar los espacios institucionales en los que se podrían negociar intereses encontrados. En última instancia, se busca enfilar a los bandos divididos, así como a sus sectores de apoyo, hacia una prueba definitiva de fuerzas, y que ello culmine con un ganador y un perdedor netos. En ese sentido, resulta evidente la existencia de una polarización premeditada.
La polarización no es un asunto nuevo ni inevitable, aunque tampoco se puede erradicar plenamente. Así, la experiencia histórica en América latina durante la Guerra Fría mostró que en un gran número de casos en los que se produjeron golpes de Estado no existían condiciones objetivas de polarización –lo que denominamos “polarización expansiva”–, pero sí había actores dispuestos a polarizar deliberadamente –lo que denominamos “polarización premeditada”– a las sociedades.
Gradualmente, se instaló en el campo doméstico lo que en política internacional se conoce como un dilema de seguridad: los actores enfrentados procuraban su propia seguridad, pero ello producía más inseguridad en la contraparte.
Lo anterior devenía en una escalada en la que ambas partes iban elevando su capacidad de pugnacidad y provocación hasta que el enfrentamiento se tornaba imperioso para cada uno. Cabe recordar que en aquel momento histórico las estrategias de polarización fueron tácita y clandestinamente alentadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética y el dilema de seguridad entre las superpotencias se desplegaba en las naciones periféricas.
La lógica polarizante y la sensación de inseguridad eran fácilmente asimiladas en el plano interno por diversos grupos sociales y políticos, que las concebían como indispensable para avanzar y forzar su pretensión hegemónica.
Por lo general, entonces, los golpes de Estado expresaban la fase final de un proyecto destinado a generar una situación extrema. En ese contexto, una minoría social asociada con una mayoría militar irrumpía y destruía la democracia para alcanzar un presunto “nuevo orden” y fundar una supuesta nueva hegemonía.
Los costos humanos y materiales para los países del área, incluida, obviamente, a la Argentina, fueron enormes y ominosos.
La experiencia regional en materia de polarización dejó algunas heridas que tomará tiempo cicatrizar. Asimismo, si bien la polarización no es un destino inexorable, tiende a reemerger: actualmente, América latina vive un nuevo ciclo de praxis polarizante. Ocurre, entre otros países, en Venezuela. Sin embargo, de aquel pasado y de este presente ha aflorado un claro aprendizaje colectivo en los países del área. Por ejemplo, se entendió que era indispensable un comportamiento activo, lúcido y paciente de aquellos que no se ubicaban en los extremos de esa polarización construida. Los polos siempre se disputan la adhesión de los no polarizados y éstos no constituyen una clase en sí (por ejemplo, la clase media) o un partido concreto (por ejemplo, las agrupaciones de centro). Los “del medio” pueden provenir de distintas clases sociales, partidos políticos, corrientes ideológicas, movimientos cívicos, comunidades religiosas, organizaciones no gubernamentales, asociaciones regionales y personalidades públicas. Los “del medio” pueden estar tanto en el Estado como en la sociedad, en el gobierno como en la oposición, en las esferas intelectuales como en los medios de comunicación. Ahora bien, resulta indispensable que se movilicen mucho y bien; en particular, en coyunturas de potencial polarización espontánea o urdida.
Ello implica, entre otras, eludir las tácticas facciosas y obstruccionistas, ampliar los espacios de deliberación institucionalizada, participación política y convivencia ciudadana, defender incansablemente los derechos humanos, evitar las prácticas oportunistas y predatorias, reforzar mediante el ejemplo el Estado de Derecho, brindar alternativas legítimas de liderazgo, articular intereses de manera incluyente, exigir políticas visibles y viables de justicia social y económica e interactuar intensamente con actores externos comprometidos con la defensa de la democracia.
En esta confusa y difícil hora política que atraviesa la Argentina, en medio de una relativa bonanza económica y con notables deficiencias en términos institucionales y distributivos, es fundamental que el rechazo a la polarización sea el epicentro de las acciones políticas, sociales, culturales y simbólicas. Es bueno recordar que ingresar en el sendero de la polarización es bastante fácil; salir de él es muy difícil. Por ello, mitigar su manifestación es imperativo e impedir su reaparición es un deber.
La polarización, un arma peligrosa
Por Juan Gabriel Tokatlian
La polarización política es a menudo la antesala de la confrontación social extendida y ésta antecede, eventualmente y en su manifestación más cruenta, a la guerra civil o al colapso de un régimen. La polarización, fenómeno escasamente estudiado por las ciencias sociales, explicita una lucha sin mediaciones y revela el agotamiento de la confianza y la quiebra de los ámbitos de cooperación institucionalizados. A su vez, adopta diferentes características y modalidades.
Puede derivar de un hecho objetivo: en muchas ocasiones la enorme brecha socioeconómica, político-cultural o étnico-religiosa entre grupos humanos tiende a ofrecer un telón de fondo que alienta la fractura y segmentación de una nación en polos nítidamente identificados, facilita la transformación de los naturales conflictos que vive toda sociedad en un tipo de pugna irreconciliable y violenta, y exacerba antagonismos preexistentes que no se canalizan y tramitan positivamente en el plano institucional. En ese caso, asistimos a una polarización expansiva.
La polarización puede ser también consecuencia de un acto subjetivo. Esto es, un determinado conglomerado humano (social, político, religioso, étnico), encabezado por líderes maximalistas y poco afectos al pluralismo político y religioso, al multiculturalismo racial, a la diversidad de opciones sexuales y/o a las reglas de juego democrático, emprende una serie de acciones orientadas a extremar las diferencias, distancias y divergencias en un país. Acá estamos en presencia de una polarización instrumental.
Por otro lado, la polarización puede surgir como producto de una compleja y crítica dinámica entre el Estado y la sociedad que induce a posturas crispadas, agresivas e innegociables, poco dependientes ya de la voluntad específica u original de los principales protagonistas. Es decir: la polarización es un efecto no deseado ni planificado, pero que expresa el nivel de resentimiento social, exasperación política y descalabro institucional que la han nutrido. Esta es una forma de polarización indeliberada.
En oposición, polarizar puede ser el resultado de una acción planeada por una o por las dos partes de una relación bipolar y que pretende llevar a una sociedad a grados insoportables de tensión y a estadios crecientes de fricción.
Hay una serie de pasos en pos de la polarización: demonizar al adversario, transformarlo en un enemigo con el cual no es posible transacción alguna y debilitar los espacios institucionales en los que se podrían negociar intereses encontrados. En última instancia, se busca enfilar a los bandos divididos, así como a sus sectores de apoyo, hacia una prueba definitiva de fuerzas, y que ello culmine con un ganador y un perdedor netos. En ese sentido, resulta evidente la existencia de una polarización premeditada.
La polarización no es un asunto nuevo ni inevitable, aunque tampoco se puede erradicar plenamente. Así, la experiencia histórica en América latina durante la Guerra Fría mostró que en un gran número de casos en los que se produjeron golpes de Estado no existían condiciones objetivas de polarización –lo que denominamos “polarización expansiva”–, pero sí había actores dispuestos a polarizar deliberadamente –lo que denominamos “polarización premeditada”– a las sociedades.
Gradualmente, se instaló en el campo doméstico lo que en política internacional se conoce como un dilema de seguridad: los actores enfrentados procuraban su propia seguridad, pero ello producía más inseguridad en la contraparte.
Lo anterior devenía en una escalada en la que ambas partes iban elevando su capacidad de pugnacidad y provocación hasta que el enfrentamiento se tornaba imperioso para cada uno. Cabe recordar que en aquel momento histórico las estrategias de polarización fueron tácita y clandestinamente alentadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética y el dilema de seguridad entre las superpotencias se desplegaba en las naciones periféricas.
La lógica polarizante y la sensación de inseguridad eran fácilmente asimiladas en el plano interno por diversos grupos sociales y políticos, que las concebían como indispensable para avanzar y forzar su pretensión hegemónica.
Por lo general, entonces, los golpes de Estado expresaban la fase final de un proyecto destinado a generar una situación extrema. En ese contexto, una minoría social asociada con una mayoría militar irrumpía y destruía la democracia para alcanzar un presunto “nuevo orden” y fundar una supuesta nueva hegemonía.
Los costos humanos y materiales para los países del área, incluida, obviamente, a la Argentina, fueron enormes y ominosos.
La experiencia regional en materia de polarización dejó algunas heridas que tomará tiempo cicatrizar. Asimismo, si bien la polarización no es un destino inexorable, tiende a reemerger: actualmente, América latina vive un nuevo ciclo de praxis polarizante. Ocurre, entre otros países, en Venezuela. Sin embargo, de aquel pasado y de este presente ha aflorado un claro aprendizaje colectivo en los países del área. Por ejemplo, se entendió que era indispensable un comportamiento activo, lúcido y paciente de aquellos que no se ubicaban en los extremos de esa polarización construida. Los polos siempre se disputan la adhesión de los no polarizados y éstos no constituyen una clase en sí (por ejemplo, la clase media) o un partido concreto (por ejemplo, las agrupaciones de centro). Los “del medio” pueden provenir de distintas clases sociales, partidos políticos, corrientes ideológicas, movimientos cívicos, comunidades religiosas, organizaciones no gubernamentales, asociaciones regionales y personalidades públicas. Los “del medio” pueden estar tanto en el Estado como en la sociedad, en el gobierno como en la oposición, en las esferas intelectuales como en los medios de comunicación. Ahora bien, resulta indispensable que se movilicen mucho y bien; en particular, en coyunturas de potencial polarización espontánea o urdida.
Ello implica, entre otras, eludir las tácticas facciosas y obstruccionistas, ampliar los espacios de deliberación institucionalizada, participación política y convivencia ciudadana, defender incansablemente los derechos humanos, evitar las prácticas oportunistas y predatorias, reforzar mediante el ejemplo el Estado de Derecho, brindar alternativas legítimas de liderazgo, articular intereses de manera incluyente, exigir políticas visibles y viables de justicia social y económica e interactuar intensamente con actores externos comprometidos con la defensa de la democracia.
En esta confusa y difícil hora política que atraviesa la Argentina, en medio de una relativa bonanza económica y con notables deficiencias en términos institucionales y distributivos, es fundamental que el rechazo a la polarización sea el epicentro de las acciones políticas, sociales, culturales y simbólicas. Es bueno recordar que ingresar en el sendero de la polarización es bastante fácil; salir de él es muy difícil. Por ello, mitigar su manifestación es imperativo e impedir su reaparición es un deber.
La polarización política es a menudo la antesala de la confrontación social extendida y ésta antecede, eventualmente y en su manifestación más cruenta, a la guerra civil o al colapso de un régimen. La polarización, fenómeno escasamente estudiado por las ciencias sociales, explicita una lucha sin mediaciones y revela el agotamiento de la confianza y la quiebra de los ámbitos de cooperación institucionalizados. A su vez, adopta diferentes características y modalidades.
Puede derivar de un hecho objetivo: en muchas ocasiones la enorme brecha socioeconómica, político-cultural o étnico-religiosa entre grupos humanos tiende a ofrecer un telón de fondo que alienta la fractura y segmentación de una nación en polos nítidamente identificados, facilita la transformación de los naturales conflictos que vive toda sociedad en un tipo de pugna irreconciliable y violenta, y exacerba antagonismos preexistentes que no se canalizan y tramitan positivamente en el plano institucional. En ese caso, asistimos a una polarización expansiva.
La polarización puede ser también consecuencia de un acto subjetivo. Esto es, un determinado conglomerado humano (social, político, religioso, étnico), encabezado por líderes maximalistas y poco afectos al pluralismo político y religioso, al multiculturalismo racial, a la diversidad de opciones sexuales y/o a las reglas de juego democrático, emprende una serie de acciones orientadas a extremar las diferencias, distancias y divergencias en un país. Acá estamos en presencia de una polarización instrumental.
Por otro lado, la polarización puede surgir como producto de una compleja y crítica dinámica entre el Estado y la sociedad que induce a posturas crispadas, agresivas e innegociables, poco dependientes ya de la voluntad específica u original de los principales protagonistas. Es decir: la polarización es un efecto no deseado ni planificado, pero que expresa el nivel de resentimiento social, exasperación política y descalabro institucional que la han nutrido. Esta es una forma de polarización indeliberada.
En oposición, polarizar puede ser el resultado de una acción planeada por una o por las dos partes de una relación bipolar y que pretende llevar a una sociedad a grados insoportables de tensión y a estadios crecientes de fricción.
Hay una serie de pasos en pos de la polarización: demonizar al adversario, transformarlo en un enemigo con el cual no es posible transacción alguna y debilitar los espacios institucionales en los que se podrían negociar intereses encontrados. En última instancia, se busca enfilar a los bandos divididos, así como a sus sectores de apoyo, hacia una prueba definitiva de fuerzas, y que ello culmine con un ganador y un perdedor netos. En ese sentido, resulta evidente la existencia de una polarización premeditada.
La polarización no es un asunto nuevo ni inevitable, aunque tampoco se puede erradicar plenamente. Así, la experiencia histórica en América latina durante la Guerra Fría mostró que en un gran número de casos en los que se produjeron golpes de Estado no existían condiciones objetivas de polarización –lo que denominamos “polarización expansiva”–, pero sí había actores dispuestos a polarizar deliberadamente –lo que denominamos “polarización premeditada”– a las sociedades.
Gradualmente, se instaló en el campo doméstico lo que en política internacional se conoce como un dilema de seguridad: los actores enfrentados procuraban su propia seguridad, pero ello producía más inseguridad en la contraparte.
Lo anterior devenía en una escalada en la que ambas partes iban elevando su capacidad de pugnacidad y provocación hasta que el enfrentamiento se tornaba imperioso para cada uno. Cabe recordar que en aquel momento histórico las estrategias de polarización fueron tácita y clandestinamente alentadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética y el dilema de seguridad entre las superpotencias se desplegaba en las naciones periféricas.
La lógica polarizante y la sensación de inseguridad eran fácilmente asimiladas en el plano interno por diversos grupos sociales y políticos, que las concebían como indispensable para avanzar y forzar su pretensión hegemónica.
Por lo general, entonces, los golpes de Estado expresaban la fase final de un proyecto destinado a generar una situación extrema. En ese contexto, una minoría social asociada con una mayoría militar irrumpía y destruía la democracia para alcanzar un presunto “nuevo orden” y fundar una supuesta nueva hegemonía.
Los costos humanos y materiales para los países del área, incluida, obviamente, a la Argentina, fueron enormes y ominosos.
La experiencia regional en materia de polarización dejó algunas heridas que tomará tiempo cicatrizar. Asimismo, si bien la polarización no es un destino inexorable, tiende a reemerger: actualmente, América latina vive un nuevo ciclo de praxis polarizante. Ocurre, entre otros países, en Venezuela. Sin embargo, de aquel pasado y de este presente ha aflorado un claro aprendizaje colectivo en los países del área. Por ejemplo, se entendió que era indispensable un comportamiento activo, lúcido y paciente de aquellos que no se ubicaban en los extremos de esa polarización construida. Los polos siempre se disputan la adhesión de los no polarizados y éstos no constituyen una clase en sí (por ejemplo, la clase media) o un partido concreto (por ejemplo, las agrupaciones de centro). Los “del medio” pueden provenir de distintas clases sociales, partidos políticos, corrientes ideológicas, movimientos cívicos, comunidades religiosas, organizaciones no gubernamentales, asociaciones regionales y personalidades públicas. Los “del medio” pueden estar tanto en el Estado como en la sociedad, en el gobierno como en la oposición, en las esferas intelectuales como en los medios de comunicación. Ahora bien, resulta indispensable que se movilicen mucho y bien; en particular, en coyunturas de potencial polarización espontánea o urdida.
Ello implica, entre otras, eludir las tácticas facciosas y obstruccionistas, ampliar los espacios de deliberación institucionalizada, participación política y convivencia ciudadana, defender incansablemente los derechos humanos, evitar las prácticas oportunistas y predatorias, reforzar mediante el ejemplo el Estado de Derecho, brindar alternativas legítimas de liderazgo, articular intereses de manera incluyente, exigir políticas visibles y viables de justicia social y económica e interactuar intensamente con actores externos comprometidos con la defensa de la democracia.
En esta confusa y difícil hora política que atraviesa la Argentina, en medio de una relativa bonanza económica y con notables deficiencias en términos institucionales y distributivos, es fundamental que el rechazo a la polarización sea el epicentro de las acciones políticas, sociales, culturales y simbólicas. Es bueno recordar que ingresar en el sendero de la polarización es bastante fácil; salir de él es muy difícil. Por ello, mitigar su manifestación es imperativo e impedir su reaparición es un deber.
jueves, marzo 13, 2008
Gracias a los cortes de gas de Argentina a Chile, Bolivia podría tener salida al mar
Desde la cancillería chilena, el titular de la cartera, Alejandro Foxley, aseguró que la posibilidad de dar salida marítima a Bolivia (territorio que sería cedido por Chile) ya está sobre la mesa, aunque no hay "una fórmula específica". La negociación está abierta desde que la Argentina comenzó con los cortes de envío de gas a Chile dada su propia crisis energética.
El canciller chileno, Alejandro Foxley, dijo que el tema de una salida boliviana al mar, está en la mesa de discusión pero todavía no se llega a una solución.
“Todavía no tenemos ninguna fórmula específica, pero está el tema en la mesa”, afirmó Foxley en declaraciones a radio ADN.
En aparente alusión al rechazo de sectores chilenos de resolver la demanda marítima, Foxley llamó a la solidaridad con Bolivia.
"La opinión pública no puede aislarse. Este es un país que tiene que ser generoso, tiene que ser solidario”, dijo el canciller. Agregó que Bolivia tiene problemas de pobreza y que “cualquiera que vaya a ese país se dará cuenta de que la gente es de una amabilidad y afectividad impresionantes hacia los chilenos y yo espero que los chilenos nos acompañen en alcanzar sustantivamente esa agenda de 13 puntos”.
Los dos países acordaron hace dos años discutir una agenda de 13 puntos, entre los cuales figura el de la salida al mar. Las negociaciones se llevan a cabo a nivel de vicecancilleres, quienes se reúnen periódicamente.
Entre una de las opciones que se manejaban está la de canjear territorio por gas, que gracias a los recortes que realiza el gobierno de los K, se reprodujeron durante los últimos años en Chile.
El canciller chileno, Alejandro Foxley, dijo que el tema de una salida boliviana al mar, está en la mesa de discusión pero todavía no se llega a una solución.
“Todavía no tenemos ninguna fórmula específica, pero está el tema en la mesa”, afirmó Foxley en declaraciones a radio ADN.
En aparente alusión al rechazo de sectores chilenos de resolver la demanda marítima, Foxley llamó a la solidaridad con Bolivia.
"La opinión pública no puede aislarse. Este es un país que tiene que ser generoso, tiene que ser solidario”, dijo el canciller. Agregó que Bolivia tiene problemas de pobreza y que “cualquiera que vaya a ese país se dará cuenta de que la gente es de una amabilidad y afectividad impresionantes hacia los chilenos y yo espero que los chilenos nos acompañen en alcanzar sustantivamente esa agenda de 13 puntos”.
Los dos países acordaron hace dos años discutir una agenda de 13 puntos, entre los cuales figura el de la salida al mar. Las negociaciones se llevan a cabo a nivel de vicecancilleres, quienes se reúnen periódicamente.
Entre una de las opciones que se manejaban está la de canjear territorio por gas, que gracias a los recortes que realiza el gobierno de los K, se reprodujeron durante los últimos años en Chile.
Gracias a los cortes de gas de Argentina a Chile, Bolivia podría tener salida al mar
Desde la cancillería chilena, el titular de la cartera, Alejandro Foxley, aseguró que la posibilidad de dar salida marítima a Bolivia (territorio que sería cedido por Chile) ya está sobre la mesa, aunque no hay "una fórmula específica". La negociación está abierta desde que la Argentina comenzó con los cortes de envío de gas a Chile dada su propia crisis energética.
El canciller chileno, Alejandro Foxley, dijo que el tema de una salida boliviana al mar, está en la mesa de discusión pero todavía no se llega a una solución.
“Todavía no tenemos ninguna fórmula específica, pero está el tema en la mesa”, afirmó Foxley en declaraciones a radio ADN.
En aparente alusión al rechazo de sectores chilenos de resolver la demanda marítima, Foxley llamó a la solidaridad con Bolivia.
"La opinión pública no puede aislarse. Este es un país que tiene que ser generoso, tiene que ser solidario”, dijo el canciller. Agregó que Bolivia tiene problemas de pobreza y que “cualquiera que vaya a ese país se dará cuenta de que la gente es de una amabilidad y afectividad impresionantes hacia los chilenos y yo espero que los chilenos nos acompañen en alcanzar sustantivamente esa agenda de 13 puntos”.
Los dos países acordaron hace dos años discutir una agenda de 13 puntos, entre los cuales figura el de la salida al mar. Las negociaciones se llevan a cabo a nivel de vicecancilleres, quienes se reúnen periódicamente.
Entre una de las opciones que se manejaban está la de canjear territorio por gas, que gracias a los recortes que realiza el gobierno de los K, se reprodujeron durante los últimos años en Chile.
El canciller chileno, Alejandro Foxley, dijo que el tema de una salida boliviana al mar, está en la mesa de discusión pero todavía no se llega a una solución.
“Todavía no tenemos ninguna fórmula específica, pero está el tema en la mesa”, afirmó Foxley en declaraciones a radio ADN.
En aparente alusión al rechazo de sectores chilenos de resolver la demanda marítima, Foxley llamó a la solidaridad con Bolivia.
"La opinión pública no puede aislarse. Este es un país que tiene que ser generoso, tiene que ser solidario”, dijo el canciller. Agregó que Bolivia tiene problemas de pobreza y que “cualquiera que vaya a ese país se dará cuenta de que la gente es de una amabilidad y afectividad impresionantes hacia los chilenos y yo espero que los chilenos nos acompañen en alcanzar sustantivamente esa agenda de 13 puntos”.
Los dos países acordaron hace dos años discutir una agenda de 13 puntos, entre los cuales figura el de la salida al mar. Las negociaciones se llevan a cabo a nivel de vicecancilleres, quienes se reúnen periódicamente.
Entre una de las opciones que se manejaban está la de canjear territorio por gas, que gracias a los recortes que realiza el gobierno de los K, se reprodujeron durante los últimos años en Chile.
lunes, marzo 10, 2008
Sudáfrica: crisis energética entre desarrollo y sostenibilidad
Durante la última década, Sudáfrica ha experimentado un fuerte crecimiento económico, explicado por un difuso desarrollo industrial y un fuerte aumento de la demanda energética agregada.
A pesar de los intentos de diversificar las fuentes energéticas, la oferta no ha sido capaz de alcanzar los niveles de demanda provocando la crisis que estalló el pasado enero y que todavía no parece haberse resuelto.
A pesar de los intentos de diversificar las fuentes energéticas, la oferta no ha sido capaz de alcanzar los niveles de demanda provocando la crisis que estalló el pasado enero y que todavía no parece haberse resuelto.
Etiquetas:
Energía,
Política internacional
Sudáfrica: crisis energética entre desarrollo y sostenibilidad
Durante la última década, Sudáfrica ha experimentado un fuerte crecimiento económico, explicado por un difuso desarrollo industrial y un fuerte aumento de la demanda energética agregada.
A pesar de los intentos de diversificar las fuentes energéticas, la oferta no ha sido capaz de alcanzar los niveles de demanda provocando la crisis que estalló el pasado enero y que todavía no parece haberse resuelto.
A pesar de los intentos de diversificar las fuentes energéticas, la oferta no ha sido capaz de alcanzar los niveles de demanda provocando la crisis que estalló el pasado enero y que todavía no parece haberse resuelto.
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sábado, enero 12, 2008
Ucrania: una segunda oportunidad para los Naranjas
La reelección de Julia Tymoshenko como primera ministra de Ucrania, hecha oficial el pasado 18 de diciembre, representa una segunda oportunidad para los Naranjas y posibilita una evolución real hacia la democracia en el país. Sin embargo, el actual Gobierno, muy diferente al anterior, es el fruto de numerosas negociaciones realizadas no sólo dentro de los propios Naranjas, sino también entre éstos y los pro-rusos, actualmente en la oposición. Por tanto, abandonadas ya las pretensiones idealistas de la Revolución Naranja, los actuales líderes ucranianos intentan garantizar un desarrollo estable y duradero del país, adoptando un mayor pragmatismo para sus acciones de Gobierno.
“Julka” vuelve al poder
La elección de Julia Tymoshenko, o “Julka”, tal y como la llaman cariñosamente sus seguidores, se produjo el pasado 18 de diciembre, cuando la Rada, el Parlamento ucraniano, eligió a Tymoshenko como Primera Ministra del país con 227 votos a favor, uno más de los 226 votos necesarios para acceder al cargo. Éstos provinieron del partido de la propia Tymoshenko, el Blok Julij Tymoshenko y del Nasha Ukraina, partido liderado por Viktor Yushchenko, actual presidente ucraniano y protagonista, junto con Tymoshenko, de la famosa Revolución Naranja.
Se abstuvieron del voto el Partido de las Regiones, liderado por el pro-ruso Viktor Yanukovic, el Partido Comunista ucraniano y el Blok Litvina, liderado por Vladimir Litvin, actualmente en la oposición. Este nombramiento constituye una victoria importante para la ex-pasionaria de la Revolución, que vuelve a desempeñar el cargo de primera ministra, como ya hiciera entre enero y septiembre del 2005, antes de ser cesada por Yushchenko y sustituida por el actual ministro de Defensa Yurij Yekhanurov. Tras reconciliarse con el presidente, y contando con un amplio apoyo tanto en la Rada como en las calles, “Julka” consiguió imponer su candidatura a Yushchenko, que tuvo que superar su inicial oposición. Aprovechando su superioridad numérica, basada en un mayor número de escaños en el Parlamento, Tymoshenko se ha reservado la posibilidad de nombrar a los Ministros de mayor relieve como el de Finanzas, Economía y Energía, además de nombrar a dos de los tres vice primeros ministros del nuevo Gobierno, dejando para Yushchenko la decisión de conceder las carteras ministeriales de menor relevancia.
El “nuevo curso” de Tymoshenko
Apenas confirmada su elección, Tymoshenko hizo públicos los puntos focales en torno a los cuales girará la labor de su Gobierno, destacando sobre todo la necesidad de luchar eficazmente contra la corrupción y de llevar a cabo una profunda reforma del sistema jurídico del país. A pesar de que las cosas han cambiado mucho desde el Blackmail State de Kuchma, cuando el Estado incentivaba y controlaba la corrupción, el sistema político y económico del país sigue todavía bajo el yugo de la corrupción, que invade todos los aspectos vitales del país. Tymoshenko presenta cinco puntos para erradicar la plaga de la corrupción: reforzar y hacer efectiva la actual legislación anticorrupción; crear una nueva cámara judicial compuesta por jueces unidos y jóvenes, e inmunes a la corrupción; instituir una oficina de lucha contra la corrupción de amplia escala; reducir o eliminar la inmunidad parlamentaria, utilizada sistemáticamente para evitar persecuciones penales. Con estas medidas se pretende obtener una mayor transparencia en la labor de los dirigentes públicos y de los propios políticos.
Para lograr sus objetivos, Tymoshenko ha conformado un equipo de hombres importantes caracterizados por su integridad moral a la hora de gestionar sus propios negocios, llamados a ocupar algunos de los cargos más importantes del sistema ucraniano para garantizar una eficaz implantación del programa. Entre estos hombres de negocios destacan Oleh Dubyna, vinculado a la Unión Industrial de Donbass, nombrado director de la Naftogaz Ukraini, compañía nacional ucraniana encargada de la distribución del gas; Valery Horoshkovsky, accionista del grupo televisivo ucraniano Inter TV channel, nombrado responsable del Sistema Aduanero del país y por último, Serhij Buriak, copropietario, junto con su hermano, de varias empresas ucranianas, y nombrado responsable del Fisco.
En cuanto a la política exterior, Tymoshenko demuestra una postura más pragmática, declarando su intención de continuar acercándose a la Unión Europea además de intentar “normalizar” sus relaciones con Moscú. El mayor problema entre ambos países orientales es el del transporte y abastecimiento del gas que llega a Kiev procedente de Asia Central, y cuyo transporte es criticado por el actual Gobierno ucraniano. Kiev critica la existencia de un intermediario, RosUkrEnergo, joint-venture formada por la rusa Gazprom (Véase, Ucrania: RosUkrEnergo está retomando el control de los gaseoductos ucranianos) y por dos hombres de negocios ucranianos, Dmytro Firtash e Ivan Fursin. Los ucranianos consideran que esta alianza es inútil y dañina para los intereses del país, ya que impide a Naftogaz Ukraini, compañía estatal encargada de distribuir el gas dentro del país, negociar directamente con Gazprom. Si no se mejoran las relaciones entre ambos países, será muy difícil que en los próximos meses se logre solucionar el “problema RosUkrEnergo”.
Sin embargo, Tymoshenko no logra escapar de las críticas que provienen sobre todo de algunos analistas, que ven en sus discursos tintes demasiado populistas. Entre sus múltiples declaraciones, destaca la intención de devolver todo el dinero que el pueblo ha perdido por la enorme inflación, que ahoga al país desde la caída de la Unión Soviética, aunque no se especifica de dónde saldrá el enorme capital que pretende reembolsar a los ciudadanos. Además, critican también la promulgación de un referéndum nacional para la adhesión del país a la OTAN sin tan siquiera ofrecer una fecha concreta para su celebración. Aún debemos esperar varios meses para saber cuál será el alcance total, y los resultados, del actual Gobierno.
Las peculiaridades del nuevo Gobierno Naranja
Si a primera vista el actual Gobierno Naranja parece muy similar al anterior, con una mayor relevancia de Tymoshenko en detrimento del presidente Yushchenko, un análisis más profundo permite ver las enormes diferencias. Ante todo, y por primera vez desde las dudosas elecciones del 2004 que causaron la caída de la Revolución Naranja, la tríada Yushchenko-Tymoshenko-Yanukovic ya no representa la realidad del país. De hecho, han aparecido nuevos elementos que poco a poco se van insertando en el juego político y que deben tenerse en cuenta. Un hecho central fue la vuelta del presidente ucraniano Yushchenko, al que muchos consideraban fuera de la política. Destaca también el inesperado nombramiento de Rayusa Bohatyryova (diputada del Partido de las Regiones), como secretaria del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa. Esta decisión, impulsada por el propio presidente, sorprendió tanto a los Naranjas como a los pro-rusos.
Este nombramiento se produjo sin consultar a su rival Yanukovic, líder del partido del que Bohatyryova es miembro, sorprendiendo tanto al Gobierno como a la oposición. Muchos opinan que dicho encargo formaría parte de una política promovida por Yushchenko, de acercamiento entre “pro-rusos” y “pro-occidentales”, excluyendo así a los “radicales” Tymoshenko y Yanukovic. Ni “Julka”, ni “Viktor” (Yanukovic) estarían dispuestos a firmar “acuerdos de larga duración”, cosa que Yushchenko no descarta en absoluto, tal y como ha declarado en varias ocasiones (algo que también manifestó en las elecciones parlamentarias de marzo de 2006). El nombramiento de Bohatyryova representa, ante todo, una derrota para Yanukovic, cuya influencia dentro del Gobierno desciende, al tiempo que se crea un centro de poder alternativo dentro de la propia oposición.
En segundo lugar, Bohatyryova podría desempeñar un papel de primer orden en el diálogo entre el presidente ucraniano y los centros de poder de Donetsk y Donbass, sobre todo con el principal oligarca ucraniano Rinat Akhmetov, parlamentario y defensor del Partido de las Regiones, de cuyo círculo forma parte Bohatyryova. Además, este nombramiento es también una llamada de atención a Tymoshchenko, que en el pasado se enfrentó a algunos aliados de Yushchenko, incluido el “oligarca Naranja” Petro Poroshenko (nombrado por Yushchenko jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa tras la Revolución). Por tanto, no es posible excluir la intención del presidente de crear una coalición con los pro-rusos (a lo que se opone la primera ministra), una coalición que simbolizaría su absoluto rechazo a los abusos de poder por parte de Tymoshenko, o a que ésta lleve a cabo golpes de efecto, o a que se aparte de las pretensiones presidenciales. Además, y con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2010, Bohatyryova podría garantizar a Yushchenko el apoyo político en la zona oriental del país, que en las pasadas elecciones votó mayoritariamente a Yanukovic.
Otra hipótesis a considerar es que este hecho sea el fruto de la reunión celebrada en la primavera del 2007 entre Yushchenko y Akhmetov, y de un posible acuerdo alcanzado entre ambos antes de las elecciones parlamentarias del pasado 30 de septiembre. Una colaboración entre ambos, que muchos ven confirmada tras el nombramiento de Bohatyryova, permitiría al oligarca de Donetsk defender sus negocios (evitando las “reprivatizaciones” como las realizadas por el líder Naranja tras la Revolución, actualmente promovidas por Tymoshenko), mientras que Yushchenko obtendría el apoyo de aquél en las elecciones presidenciales del 2010. Más allá de todas estas consideraciones, el nombramiento de Bohatyryova representa una victoria para Yushchenko, ya que le garantiza la creación de un “canal directo” de comunicación con las elites económicas del Este del país, dueñas del complejo siderúrgico de la nación y que controlan el poder económico del país.
Sin embargo, este nombramiento no es el último de los éxitos cosechados por Yushchenko. De hecho, en los últimos meses el presidente ucraniano ha logrado finalizar numerosos proyectos, destacando entre ellos el de haber obtenido la posibilidad de nombrar la mitad de las carteras ministeriales del nuevo Gobierno (a pesar de haber logrado sólo el 14% en las últimas elecciones parlamentarias). Además, logró que su mano derecha, Arseniy Yatsenyuk, se alzara como presidente del Parlamento, el tercer cargo más importante del país tras el Presidente y el Primer Ministro.
Conclusiones
No cabe duda de que el pragmatismo ha llegado al país. Ante todo, los líderes Naranjas parecen estar determinados a evitar la paralización de las instituciones (tal y como ocurrió durante su primer Gobierno), así como a prevenir eventuales “traiciones”, echando mano de sus propios recursos sin tener que recurrir a partidos ajenos a su pensamiento. Sin embargo, hay que destacar lo que está sucediendo dentro del Partido de las Regiones, erróneamente definido como pro-ruso, donde las alianzas parecen estar cambiando y donde el principal financiador del partido, además del gran oligarca ucraniano, Rinat Akhmetov está adquiriendo cada vez más relevancia, en detrimento del actual líder del partido Viktor Yanukovic. Las recientes actuaciones de Yushchenko dejan entrever sin embargo que, más allá de los movimientos políticos, no se puede excluir que se produzcan algunos cambios y que la actual contraposición entre “pro-rusos” y “pro-occidentales” se quede anticuada en un futuro próximo.
“Julka” vuelve al poder
La elección de Julia Tymoshenko, o “Julka”, tal y como la llaman cariñosamente sus seguidores, se produjo el pasado 18 de diciembre, cuando la Rada, el Parlamento ucraniano, eligió a Tymoshenko como Primera Ministra del país con 227 votos a favor, uno más de los 226 votos necesarios para acceder al cargo. Éstos provinieron del partido de la propia Tymoshenko, el Blok Julij Tymoshenko y del Nasha Ukraina, partido liderado por Viktor Yushchenko, actual presidente ucraniano y protagonista, junto con Tymoshenko, de la famosa Revolución Naranja.
Se abstuvieron del voto el Partido de las Regiones, liderado por el pro-ruso Viktor Yanukovic, el Partido Comunista ucraniano y el Blok Litvina, liderado por Vladimir Litvin, actualmente en la oposición. Este nombramiento constituye una victoria importante para la ex-pasionaria de la Revolución, que vuelve a desempeñar el cargo de primera ministra, como ya hiciera entre enero y septiembre del 2005, antes de ser cesada por Yushchenko y sustituida por el actual ministro de Defensa Yurij Yekhanurov. Tras reconciliarse con el presidente, y contando con un amplio apoyo tanto en la Rada como en las calles, “Julka” consiguió imponer su candidatura a Yushchenko, que tuvo que superar su inicial oposición. Aprovechando su superioridad numérica, basada en un mayor número de escaños en el Parlamento, Tymoshenko se ha reservado la posibilidad de nombrar a los Ministros de mayor relieve como el de Finanzas, Economía y Energía, además de nombrar a dos de los tres vice primeros ministros del nuevo Gobierno, dejando para Yushchenko la decisión de conceder las carteras ministeriales de menor relevancia.
El “nuevo curso” de Tymoshenko
Apenas confirmada su elección, Tymoshenko hizo públicos los puntos focales en torno a los cuales girará la labor de su Gobierno, destacando sobre todo la necesidad de luchar eficazmente contra la corrupción y de llevar a cabo una profunda reforma del sistema jurídico del país. A pesar de que las cosas han cambiado mucho desde el Blackmail State de Kuchma, cuando el Estado incentivaba y controlaba la corrupción, el sistema político y económico del país sigue todavía bajo el yugo de la corrupción, que invade todos los aspectos vitales del país. Tymoshenko presenta cinco puntos para erradicar la plaga de la corrupción: reforzar y hacer efectiva la actual legislación anticorrupción; crear una nueva cámara judicial compuesta por jueces unidos y jóvenes, e inmunes a la corrupción; instituir una oficina de lucha contra la corrupción de amplia escala; reducir o eliminar la inmunidad parlamentaria, utilizada sistemáticamente para evitar persecuciones penales. Con estas medidas se pretende obtener una mayor transparencia en la labor de los dirigentes públicos y de los propios políticos.
Para lograr sus objetivos, Tymoshenko ha conformado un equipo de hombres importantes caracterizados por su integridad moral a la hora de gestionar sus propios negocios, llamados a ocupar algunos de los cargos más importantes del sistema ucraniano para garantizar una eficaz implantación del programa. Entre estos hombres de negocios destacan Oleh Dubyna, vinculado a la Unión Industrial de Donbass, nombrado director de la Naftogaz Ukraini, compañía nacional ucraniana encargada de la distribución del gas; Valery Horoshkovsky, accionista del grupo televisivo ucraniano Inter TV channel, nombrado responsable del Sistema Aduanero del país y por último, Serhij Buriak, copropietario, junto con su hermano, de varias empresas ucranianas, y nombrado responsable del Fisco.
En cuanto a la política exterior, Tymoshenko demuestra una postura más pragmática, declarando su intención de continuar acercándose a la Unión Europea además de intentar “normalizar” sus relaciones con Moscú. El mayor problema entre ambos países orientales es el del transporte y abastecimiento del gas que llega a Kiev procedente de Asia Central, y cuyo transporte es criticado por el actual Gobierno ucraniano. Kiev critica la existencia de un intermediario, RosUkrEnergo, joint-venture formada por la rusa Gazprom (Véase, Ucrania: RosUkrEnergo está retomando el control de los gaseoductos ucranianos) y por dos hombres de negocios ucranianos, Dmytro Firtash e Ivan Fursin. Los ucranianos consideran que esta alianza es inútil y dañina para los intereses del país, ya que impide a Naftogaz Ukraini, compañía estatal encargada de distribuir el gas dentro del país, negociar directamente con Gazprom. Si no se mejoran las relaciones entre ambos países, será muy difícil que en los próximos meses se logre solucionar el “problema RosUkrEnergo”.
Sin embargo, Tymoshenko no logra escapar de las críticas que provienen sobre todo de algunos analistas, que ven en sus discursos tintes demasiado populistas. Entre sus múltiples declaraciones, destaca la intención de devolver todo el dinero que el pueblo ha perdido por la enorme inflación, que ahoga al país desde la caída de la Unión Soviética, aunque no se especifica de dónde saldrá el enorme capital que pretende reembolsar a los ciudadanos. Además, critican también la promulgación de un referéndum nacional para la adhesión del país a la OTAN sin tan siquiera ofrecer una fecha concreta para su celebración. Aún debemos esperar varios meses para saber cuál será el alcance total, y los resultados, del actual Gobierno.
Las peculiaridades del nuevo Gobierno Naranja
Si a primera vista el actual Gobierno Naranja parece muy similar al anterior, con una mayor relevancia de Tymoshenko en detrimento del presidente Yushchenko, un análisis más profundo permite ver las enormes diferencias. Ante todo, y por primera vez desde las dudosas elecciones del 2004 que causaron la caída de la Revolución Naranja, la tríada Yushchenko-Tymoshenko-Yanukovic ya no representa la realidad del país. De hecho, han aparecido nuevos elementos que poco a poco se van insertando en el juego político y que deben tenerse en cuenta. Un hecho central fue la vuelta del presidente ucraniano Yushchenko, al que muchos consideraban fuera de la política. Destaca también el inesperado nombramiento de Rayusa Bohatyryova (diputada del Partido de las Regiones), como secretaria del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa. Esta decisión, impulsada por el propio presidente, sorprendió tanto a los Naranjas como a los pro-rusos.
Este nombramiento se produjo sin consultar a su rival Yanukovic, líder del partido del que Bohatyryova es miembro, sorprendiendo tanto al Gobierno como a la oposición. Muchos opinan que dicho encargo formaría parte de una política promovida por Yushchenko, de acercamiento entre “pro-rusos” y “pro-occidentales”, excluyendo así a los “radicales” Tymoshenko y Yanukovic. Ni “Julka”, ni “Viktor” (Yanukovic) estarían dispuestos a firmar “acuerdos de larga duración”, cosa que Yushchenko no descarta en absoluto, tal y como ha declarado en varias ocasiones (algo que también manifestó en las elecciones parlamentarias de marzo de 2006). El nombramiento de Bohatyryova representa, ante todo, una derrota para Yanukovic, cuya influencia dentro del Gobierno desciende, al tiempo que se crea un centro de poder alternativo dentro de la propia oposición.
En segundo lugar, Bohatyryova podría desempeñar un papel de primer orden en el diálogo entre el presidente ucraniano y los centros de poder de Donetsk y Donbass, sobre todo con el principal oligarca ucraniano Rinat Akhmetov, parlamentario y defensor del Partido de las Regiones, de cuyo círculo forma parte Bohatyryova. Además, este nombramiento es también una llamada de atención a Tymoshchenko, que en el pasado se enfrentó a algunos aliados de Yushchenko, incluido el “oligarca Naranja” Petro Poroshenko (nombrado por Yushchenko jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa tras la Revolución). Por tanto, no es posible excluir la intención del presidente de crear una coalición con los pro-rusos (a lo que se opone la primera ministra), una coalición que simbolizaría su absoluto rechazo a los abusos de poder por parte de Tymoshenko, o a que ésta lleve a cabo golpes de efecto, o a que se aparte de las pretensiones presidenciales. Además, y con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2010, Bohatyryova podría garantizar a Yushchenko el apoyo político en la zona oriental del país, que en las pasadas elecciones votó mayoritariamente a Yanukovic.
Otra hipótesis a considerar es que este hecho sea el fruto de la reunión celebrada en la primavera del 2007 entre Yushchenko y Akhmetov, y de un posible acuerdo alcanzado entre ambos antes de las elecciones parlamentarias del pasado 30 de septiembre. Una colaboración entre ambos, que muchos ven confirmada tras el nombramiento de Bohatyryova, permitiría al oligarca de Donetsk defender sus negocios (evitando las “reprivatizaciones” como las realizadas por el líder Naranja tras la Revolución, actualmente promovidas por Tymoshenko), mientras que Yushchenko obtendría el apoyo de aquél en las elecciones presidenciales del 2010. Más allá de todas estas consideraciones, el nombramiento de Bohatyryova representa una victoria para Yushchenko, ya que le garantiza la creación de un “canal directo” de comunicación con las elites económicas del Este del país, dueñas del complejo siderúrgico de la nación y que controlan el poder económico del país.
Sin embargo, este nombramiento no es el último de los éxitos cosechados por Yushchenko. De hecho, en los últimos meses el presidente ucraniano ha logrado finalizar numerosos proyectos, destacando entre ellos el de haber obtenido la posibilidad de nombrar la mitad de las carteras ministeriales del nuevo Gobierno (a pesar de haber logrado sólo el 14% en las últimas elecciones parlamentarias). Además, logró que su mano derecha, Arseniy Yatsenyuk, se alzara como presidente del Parlamento, el tercer cargo más importante del país tras el Presidente y el Primer Ministro.
Conclusiones
No cabe duda de que el pragmatismo ha llegado al país. Ante todo, los líderes Naranjas parecen estar determinados a evitar la paralización de las instituciones (tal y como ocurrió durante su primer Gobierno), así como a prevenir eventuales “traiciones”, echando mano de sus propios recursos sin tener que recurrir a partidos ajenos a su pensamiento. Sin embargo, hay que destacar lo que está sucediendo dentro del Partido de las Regiones, erróneamente definido como pro-ruso, donde las alianzas parecen estar cambiando y donde el principal financiador del partido, además del gran oligarca ucraniano, Rinat Akhmetov está adquiriendo cada vez más relevancia, en detrimento del actual líder del partido Viktor Yanukovic. Las recientes actuaciones de Yushchenko dejan entrever sin embargo que, más allá de los movimientos políticos, no se puede excluir que se produzcan algunos cambios y que la actual contraposición entre “pro-rusos” y “pro-occidentales” se quede anticuada en un futuro próximo.
Ucrania: una segunda oportunidad para los Naranjas
La reelección de Julia Tymoshenko como primera ministra de Ucrania, hecha oficial el pasado 18 de diciembre, representa una segunda oportunidad para los Naranjas y posibilita una evolución real hacia la democracia en el país. Sin embargo, el actual Gobierno, muy diferente al anterior, es el fruto de numerosas negociaciones realizadas no sólo dentro de los propios Naranjas, sino también entre éstos y los pro-rusos, actualmente en la oposición. Por tanto, abandonadas ya las pretensiones idealistas de la Revolución Naranja, los actuales líderes ucranianos intentan garantizar un desarrollo estable y duradero del país, adoptando un mayor pragmatismo para sus acciones de Gobierno.
“Julka” vuelve al poder
La elección de Julia Tymoshenko, o “Julka”, tal y como la llaman cariñosamente sus seguidores, se produjo el pasado 18 de diciembre, cuando la Rada, el Parlamento ucraniano, eligió a Tymoshenko como Primera Ministra del país con 227 votos a favor, uno más de los 226 votos necesarios para acceder al cargo. Éstos provinieron del partido de la propia Tymoshenko, el Blok Julij Tymoshenko y del Nasha Ukraina, partido liderado por Viktor Yushchenko, actual presidente ucraniano y protagonista, junto con Tymoshenko, de la famosa Revolución Naranja.
Se abstuvieron del voto el Partido de las Regiones, liderado por el pro-ruso Viktor Yanukovic, el Partido Comunista ucraniano y el Blok Litvina, liderado por Vladimir Litvin, actualmente en la oposición. Este nombramiento constituye una victoria importante para la ex-pasionaria de la Revolución, que vuelve a desempeñar el cargo de primera ministra, como ya hiciera entre enero y septiembre del 2005, antes de ser cesada por Yushchenko y sustituida por el actual ministro de Defensa Yurij Yekhanurov. Tras reconciliarse con el presidente, y contando con un amplio apoyo tanto en la Rada como en las calles, “Julka” consiguió imponer su candidatura a Yushchenko, que tuvo que superar su inicial oposición. Aprovechando su superioridad numérica, basada en un mayor número de escaños en el Parlamento, Tymoshenko se ha reservado la posibilidad de nombrar a los Ministros de mayor relieve como el de Finanzas, Economía y Energía, además de nombrar a dos de los tres vice primeros ministros del nuevo Gobierno, dejando para Yushchenko la decisión de conceder las carteras ministeriales de menor relevancia.
El “nuevo curso” de Tymoshenko
Apenas confirmada su elección, Tymoshenko hizo públicos los puntos focales en torno a los cuales girará la labor de su Gobierno, destacando sobre todo la necesidad de luchar eficazmente contra la corrupción y de llevar a cabo una profunda reforma del sistema jurídico del país. A pesar de que las cosas han cambiado mucho desde el Blackmail State de Kuchma, cuando el Estado incentivaba y controlaba la corrupción, el sistema político y económico del país sigue todavía bajo el yugo de la corrupción, que invade todos los aspectos vitales del país. Tymoshenko presenta cinco puntos para erradicar la plaga de la corrupción: reforzar y hacer efectiva la actual legislación anticorrupción; crear una nueva cámara judicial compuesta por jueces unidos y jóvenes, e inmunes a la corrupción; instituir una oficina de lucha contra la corrupción de amplia escala; reducir o eliminar la inmunidad parlamentaria, utilizada sistemáticamente para evitar persecuciones penales. Con estas medidas se pretende obtener una mayor transparencia en la labor de los dirigentes públicos y de los propios políticos.
Para lograr sus objetivos, Tymoshenko ha conformado un equipo de hombres importantes caracterizados por su integridad moral a la hora de gestionar sus propios negocios, llamados a ocupar algunos de los cargos más importantes del sistema ucraniano para garantizar una eficaz implantación del programa. Entre estos hombres de negocios destacan Oleh Dubyna, vinculado a la Unión Industrial de Donbass, nombrado director de la Naftogaz Ukraini, compañía nacional ucraniana encargada de la distribución del gas; Valery Horoshkovsky, accionista del grupo televisivo ucraniano Inter TV channel, nombrado responsable del Sistema Aduanero del país y por último, Serhij Buriak, copropietario, junto con su hermano, de varias empresas ucranianas, y nombrado responsable del Fisco.
En cuanto a la política exterior, Tymoshenko demuestra una postura más pragmática, declarando su intención de continuar acercándose a la Unión Europea además de intentar “normalizar” sus relaciones con Moscú. El mayor problema entre ambos países orientales es el del transporte y abastecimiento del gas que llega a Kiev procedente de Asia Central, y cuyo transporte es criticado por el actual Gobierno ucraniano. Kiev critica la existencia de un intermediario, RosUkrEnergo, joint-venture formada por la rusa Gazprom (Véase, Ucrania: RosUkrEnergo está retomando el control de los gaseoductos ucranianos) y por dos hombres de negocios ucranianos, Dmytro Firtash e Ivan Fursin. Los ucranianos consideran que esta alianza es inútil y dañina para los intereses del país, ya que impide a Naftogaz Ukraini, compañía estatal encargada de distribuir el gas dentro del país, negociar directamente con Gazprom. Si no se mejoran las relaciones entre ambos países, será muy difícil que en los próximos meses se logre solucionar el “problema RosUkrEnergo”.
Sin embargo, Tymoshenko no logra escapar de las críticas que provienen sobre todo de algunos analistas, que ven en sus discursos tintes demasiado populistas. Entre sus múltiples declaraciones, destaca la intención de devolver todo el dinero que el pueblo ha perdido por la enorme inflación, que ahoga al país desde la caída de la Unión Soviética, aunque no se especifica de dónde saldrá el enorme capital que pretende reembolsar a los ciudadanos. Además, critican también la promulgación de un referéndum nacional para la adhesión del país a la OTAN sin tan siquiera ofrecer una fecha concreta para su celebración. Aún debemos esperar varios meses para saber cuál será el alcance total, y los resultados, del actual Gobierno.
Las peculiaridades del nuevo Gobierno Naranja
Si a primera vista el actual Gobierno Naranja parece muy similar al anterior, con una mayor relevancia de Tymoshenko en detrimento del presidente Yushchenko, un análisis más profundo permite ver las enormes diferencias. Ante todo, y por primera vez desde las dudosas elecciones del 2004 que causaron la caída de la Revolución Naranja, la tríada Yushchenko-Tymoshenko-Yanukovic ya no representa la realidad del país. De hecho, han aparecido nuevos elementos que poco a poco se van insertando en el juego político y que deben tenerse en cuenta. Un hecho central fue la vuelta del presidente ucraniano Yushchenko, al que muchos consideraban fuera de la política. Destaca también el inesperado nombramiento de Rayusa Bohatyryova (diputada del Partido de las Regiones), como secretaria del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa. Esta decisión, impulsada por el propio presidente, sorprendió tanto a los Naranjas como a los pro-rusos.
Este nombramiento se produjo sin consultar a su rival Yanukovic, líder del partido del que Bohatyryova es miembro, sorprendiendo tanto al Gobierno como a la oposición. Muchos opinan que dicho encargo formaría parte de una política promovida por Yushchenko, de acercamiento entre “pro-rusos” y “pro-occidentales”, excluyendo así a los “radicales” Tymoshenko y Yanukovic. Ni “Julka”, ni “Viktor” (Yanukovic) estarían dispuestos a firmar “acuerdos de larga duración”, cosa que Yushchenko no descarta en absoluto, tal y como ha declarado en varias ocasiones (algo que también manifestó en las elecciones parlamentarias de marzo de 2006). El nombramiento de Bohatyryova representa, ante todo, una derrota para Yanukovic, cuya influencia dentro del Gobierno desciende, al tiempo que se crea un centro de poder alternativo dentro de la propia oposición.
En segundo lugar, Bohatyryova podría desempeñar un papel de primer orden en el diálogo entre el presidente ucraniano y los centros de poder de Donetsk y Donbass, sobre todo con el principal oligarca ucraniano Rinat Akhmetov, parlamentario y defensor del Partido de las Regiones, de cuyo círculo forma parte Bohatyryova. Además, este nombramiento es también una llamada de atención a Tymoshchenko, que en el pasado se enfrentó a algunos aliados de Yushchenko, incluido el “oligarca Naranja” Petro Poroshenko (nombrado por Yushchenko jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa tras la Revolución). Por tanto, no es posible excluir la intención del presidente de crear una coalición con los pro-rusos (a lo que se opone la primera ministra), una coalición que simbolizaría su absoluto rechazo a los abusos de poder por parte de Tymoshenko, o a que ésta lleve a cabo golpes de efecto, o a que se aparte de las pretensiones presidenciales. Además, y con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2010, Bohatyryova podría garantizar a Yushchenko el apoyo político en la zona oriental del país, que en las pasadas elecciones votó mayoritariamente a Yanukovic.
Otra hipótesis a considerar es que este hecho sea el fruto de la reunión celebrada en la primavera del 2007 entre Yushchenko y Akhmetov, y de un posible acuerdo alcanzado entre ambos antes de las elecciones parlamentarias del pasado 30 de septiembre. Una colaboración entre ambos, que muchos ven confirmada tras el nombramiento de Bohatyryova, permitiría al oligarca de Donetsk defender sus negocios (evitando las “reprivatizaciones” como las realizadas por el líder Naranja tras la Revolución, actualmente promovidas por Tymoshenko), mientras que Yushchenko obtendría el apoyo de aquél en las elecciones presidenciales del 2010. Más allá de todas estas consideraciones, el nombramiento de Bohatyryova representa una victoria para Yushchenko, ya que le garantiza la creación de un “canal directo” de comunicación con las elites económicas del Este del país, dueñas del complejo siderúrgico de la nación y que controlan el poder económico del país.
Sin embargo, este nombramiento no es el último de los éxitos cosechados por Yushchenko. De hecho, en los últimos meses el presidente ucraniano ha logrado finalizar numerosos proyectos, destacando entre ellos el de haber obtenido la posibilidad de nombrar la mitad de las carteras ministeriales del nuevo Gobierno (a pesar de haber logrado sólo el 14% en las últimas elecciones parlamentarias). Además, logró que su mano derecha, Arseniy Yatsenyuk, se alzara como presidente del Parlamento, el tercer cargo más importante del país tras el Presidente y el Primer Ministro.
Conclusiones
No cabe duda de que el pragmatismo ha llegado al país. Ante todo, los líderes Naranjas parecen estar determinados a evitar la paralización de las instituciones (tal y como ocurrió durante su primer Gobierno), así como a prevenir eventuales “traiciones”, echando mano de sus propios recursos sin tener que recurrir a partidos ajenos a su pensamiento. Sin embargo, hay que destacar lo que está sucediendo dentro del Partido de las Regiones, erróneamente definido como pro-ruso, donde las alianzas parecen estar cambiando y donde el principal financiador del partido, además del gran oligarca ucraniano, Rinat Akhmetov está adquiriendo cada vez más relevancia, en detrimento del actual líder del partido Viktor Yanukovic. Las recientes actuaciones de Yushchenko dejan entrever sin embargo que, más allá de los movimientos políticos, no se puede excluir que se produzcan algunos cambios y que la actual contraposición entre “pro-rusos” y “pro-occidentales” se quede anticuada en un futuro próximo.
“Julka” vuelve al poder
La elección de Julia Tymoshenko, o “Julka”, tal y como la llaman cariñosamente sus seguidores, se produjo el pasado 18 de diciembre, cuando la Rada, el Parlamento ucraniano, eligió a Tymoshenko como Primera Ministra del país con 227 votos a favor, uno más de los 226 votos necesarios para acceder al cargo. Éstos provinieron del partido de la propia Tymoshenko, el Blok Julij Tymoshenko y del Nasha Ukraina, partido liderado por Viktor Yushchenko, actual presidente ucraniano y protagonista, junto con Tymoshenko, de la famosa Revolución Naranja.
Se abstuvieron del voto el Partido de las Regiones, liderado por el pro-ruso Viktor Yanukovic, el Partido Comunista ucraniano y el Blok Litvina, liderado por Vladimir Litvin, actualmente en la oposición. Este nombramiento constituye una victoria importante para la ex-pasionaria de la Revolución, que vuelve a desempeñar el cargo de primera ministra, como ya hiciera entre enero y septiembre del 2005, antes de ser cesada por Yushchenko y sustituida por el actual ministro de Defensa Yurij Yekhanurov. Tras reconciliarse con el presidente, y contando con un amplio apoyo tanto en la Rada como en las calles, “Julka” consiguió imponer su candidatura a Yushchenko, que tuvo que superar su inicial oposición. Aprovechando su superioridad numérica, basada en un mayor número de escaños en el Parlamento, Tymoshenko se ha reservado la posibilidad de nombrar a los Ministros de mayor relieve como el de Finanzas, Economía y Energía, además de nombrar a dos de los tres vice primeros ministros del nuevo Gobierno, dejando para Yushchenko la decisión de conceder las carteras ministeriales de menor relevancia.
El “nuevo curso” de Tymoshenko
Apenas confirmada su elección, Tymoshenko hizo públicos los puntos focales en torno a los cuales girará la labor de su Gobierno, destacando sobre todo la necesidad de luchar eficazmente contra la corrupción y de llevar a cabo una profunda reforma del sistema jurídico del país. A pesar de que las cosas han cambiado mucho desde el Blackmail State de Kuchma, cuando el Estado incentivaba y controlaba la corrupción, el sistema político y económico del país sigue todavía bajo el yugo de la corrupción, que invade todos los aspectos vitales del país. Tymoshenko presenta cinco puntos para erradicar la plaga de la corrupción: reforzar y hacer efectiva la actual legislación anticorrupción; crear una nueva cámara judicial compuesta por jueces unidos y jóvenes, e inmunes a la corrupción; instituir una oficina de lucha contra la corrupción de amplia escala; reducir o eliminar la inmunidad parlamentaria, utilizada sistemáticamente para evitar persecuciones penales. Con estas medidas se pretende obtener una mayor transparencia en la labor de los dirigentes públicos y de los propios políticos.
Para lograr sus objetivos, Tymoshenko ha conformado un equipo de hombres importantes caracterizados por su integridad moral a la hora de gestionar sus propios negocios, llamados a ocupar algunos de los cargos más importantes del sistema ucraniano para garantizar una eficaz implantación del programa. Entre estos hombres de negocios destacan Oleh Dubyna, vinculado a la Unión Industrial de Donbass, nombrado director de la Naftogaz Ukraini, compañía nacional ucraniana encargada de la distribución del gas; Valery Horoshkovsky, accionista del grupo televisivo ucraniano Inter TV channel, nombrado responsable del Sistema Aduanero del país y por último, Serhij Buriak, copropietario, junto con su hermano, de varias empresas ucranianas, y nombrado responsable del Fisco.
En cuanto a la política exterior, Tymoshenko demuestra una postura más pragmática, declarando su intención de continuar acercándose a la Unión Europea además de intentar “normalizar” sus relaciones con Moscú. El mayor problema entre ambos países orientales es el del transporte y abastecimiento del gas que llega a Kiev procedente de Asia Central, y cuyo transporte es criticado por el actual Gobierno ucraniano. Kiev critica la existencia de un intermediario, RosUkrEnergo, joint-venture formada por la rusa Gazprom (Véase, Ucrania: RosUkrEnergo está retomando el control de los gaseoductos ucranianos) y por dos hombres de negocios ucranianos, Dmytro Firtash e Ivan Fursin. Los ucranianos consideran que esta alianza es inútil y dañina para los intereses del país, ya que impide a Naftogaz Ukraini, compañía estatal encargada de distribuir el gas dentro del país, negociar directamente con Gazprom. Si no se mejoran las relaciones entre ambos países, será muy difícil que en los próximos meses se logre solucionar el “problema RosUkrEnergo”.
Sin embargo, Tymoshenko no logra escapar de las críticas que provienen sobre todo de algunos analistas, que ven en sus discursos tintes demasiado populistas. Entre sus múltiples declaraciones, destaca la intención de devolver todo el dinero que el pueblo ha perdido por la enorme inflación, que ahoga al país desde la caída de la Unión Soviética, aunque no se especifica de dónde saldrá el enorme capital que pretende reembolsar a los ciudadanos. Además, critican también la promulgación de un referéndum nacional para la adhesión del país a la OTAN sin tan siquiera ofrecer una fecha concreta para su celebración. Aún debemos esperar varios meses para saber cuál será el alcance total, y los resultados, del actual Gobierno.
Las peculiaridades del nuevo Gobierno Naranja
Si a primera vista el actual Gobierno Naranja parece muy similar al anterior, con una mayor relevancia de Tymoshenko en detrimento del presidente Yushchenko, un análisis más profundo permite ver las enormes diferencias. Ante todo, y por primera vez desde las dudosas elecciones del 2004 que causaron la caída de la Revolución Naranja, la tríada Yushchenko-Tymoshenko-Yanukovic ya no representa la realidad del país. De hecho, han aparecido nuevos elementos que poco a poco se van insertando en el juego político y que deben tenerse en cuenta. Un hecho central fue la vuelta del presidente ucraniano Yushchenko, al que muchos consideraban fuera de la política. Destaca también el inesperado nombramiento de Rayusa Bohatyryova (diputada del Partido de las Regiones), como secretaria del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa. Esta decisión, impulsada por el propio presidente, sorprendió tanto a los Naranjas como a los pro-rusos.
Este nombramiento se produjo sin consultar a su rival Yanukovic, líder del partido del que Bohatyryova es miembro, sorprendiendo tanto al Gobierno como a la oposición. Muchos opinan que dicho encargo formaría parte de una política promovida por Yushchenko, de acercamiento entre “pro-rusos” y “pro-occidentales”, excluyendo así a los “radicales” Tymoshenko y Yanukovic. Ni “Julka”, ni “Viktor” (Yanukovic) estarían dispuestos a firmar “acuerdos de larga duración”, cosa que Yushchenko no descarta en absoluto, tal y como ha declarado en varias ocasiones (algo que también manifestó en las elecciones parlamentarias de marzo de 2006). El nombramiento de Bohatyryova representa, ante todo, una derrota para Yanukovic, cuya influencia dentro del Gobierno desciende, al tiempo que se crea un centro de poder alternativo dentro de la propia oposición.
En segundo lugar, Bohatyryova podría desempeñar un papel de primer orden en el diálogo entre el presidente ucraniano y los centros de poder de Donetsk y Donbass, sobre todo con el principal oligarca ucraniano Rinat Akhmetov, parlamentario y defensor del Partido de las Regiones, de cuyo círculo forma parte Bohatyryova. Además, este nombramiento es también una llamada de atención a Tymoshchenko, que en el pasado se enfrentó a algunos aliados de Yushchenko, incluido el “oligarca Naranja” Petro Poroshenko (nombrado por Yushchenko jefe del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa tras la Revolución). Por tanto, no es posible excluir la intención del presidente de crear una coalición con los pro-rusos (a lo que se opone la primera ministra), una coalición que simbolizaría su absoluto rechazo a los abusos de poder por parte de Tymoshenko, o a que ésta lleve a cabo golpes de efecto, o a que se aparte de las pretensiones presidenciales. Además, y con la mirada puesta en las elecciones presidenciales del 2010, Bohatyryova podría garantizar a Yushchenko el apoyo político en la zona oriental del país, que en las pasadas elecciones votó mayoritariamente a Yanukovic.
Otra hipótesis a considerar es que este hecho sea el fruto de la reunión celebrada en la primavera del 2007 entre Yushchenko y Akhmetov, y de un posible acuerdo alcanzado entre ambos antes de las elecciones parlamentarias del pasado 30 de septiembre. Una colaboración entre ambos, que muchos ven confirmada tras el nombramiento de Bohatyryova, permitiría al oligarca de Donetsk defender sus negocios (evitando las “reprivatizaciones” como las realizadas por el líder Naranja tras la Revolución, actualmente promovidas por Tymoshenko), mientras que Yushchenko obtendría el apoyo de aquél en las elecciones presidenciales del 2010. Más allá de todas estas consideraciones, el nombramiento de Bohatyryova representa una victoria para Yushchenko, ya que le garantiza la creación de un “canal directo” de comunicación con las elites económicas del Este del país, dueñas del complejo siderúrgico de la nación y que controlan el poder económico del país.
Sin embargo, este nombramiento no es el último de los éxitos cosechados por Yushchenko. De hecho, en los últimos meses el presidente ucraniano ha logrado finalizar numerosos proyectos, destacando entre ellos el de haber obtenido la posibilidad de nombrar la mitad de las carteras ministeriales del nuevo Gobierno (a pesar de haber logrado sólo el 14% en las últimas elecciones parlamentarias). Además, logró que su mano derecha, Arseniy Yatsenyuk, se alzara como presidente del Parlamento, el tercer cargo más importante del país tras el Presidente y el Primer Ministro.
Conclusiones
No cabe duda de que el pragmatismo ha llegado al país. Ante todo, los líderes Naranjas parecen estar determinados a evitar la paralización de las instituciones (tal y como ocurrió durante su primer Gobierno), así como a prevenir eventuales “traiciones”, echando mano de sus propios recursos sin tener que recurrir a partidos ajenos a su pensamiento. Sin embargo, hay que destacar lo que está sucediendo dentro del Partido de las Regiones, erróneamente definido como pro-ruso, donde las alianzas parecen estar cambiando y donde el principal financiador del partido, además del gran oligarca ucraniano, Rinat Akhmetov está adquiriendo cada vez más relevancia, en detrimento del actual líder del partido Viktor Yanukovic. Las recientes actuaciones de Yushchenko dejan entrever sin embargo que, más allá de los movimientos políticos, no se puede excluir que se produzcan algunos cambios y que la actual contraposición entre “pro-rusos” y “pro-occidentales” se quede anticuada en un futuro próximo.
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