martes, diciembre 18, 2007

India: la cuestión nuclear complica su agenda exterior

La visita del Primer Ministro indio Singh a Moscú entre los días 11 y 12 del pasado noviembre debía haber servido para que se aprobasen una serie de acuerdos entre los dos países, el más importante de los cuales hacía referencia a la construcción de algunas centrales nucleares en la zona de Kundamkulan. El nuevo acuerdo indo-ruso tendría que haber definido y afianzado la alianza comercial ente los dos países. Sin embargo, la visita diplomática del Primer Ministro indio se ha concluido con el único resultado de la firma de los primeros tratados, habiéndose aplazado la fecha del acuerdo nuclear.

El modus operandi indio está poniendo en evidencia una tendencia consistente en la suspensión sistemática de los acuerdos bilaterales sobre la cuestión nuclear. La visita del Primer Ministro indio Singh a Moscú el pasado noviembre debería haberseconcluido con la firma de un acuerdo con Rusia para la construcción de cuatro centrales nucleares para la producción de energía eléctrica. Ese acuerdo era el fruto de varias negociaciones que en enero de 2007 se habían plasmado en una auténtica declaración de intenciones.

La visita, sin embargo, ha tenido como único resultado la firma de un acuerdo referente al desarrollo del avión de carga militar Multirole Transport Aircraft transportado por la empresa rusa Irkut y por la india HAL. Un segundo acuerdo ha aprobado la anulación de la mitad de la deuda india con Rusia. Dicha deuda ascendía aproximadamente a 2.060 millones de dólares (81.400 millones de rupias) y ha sido aplazada hasta 2037. La deuda será pagada con depósitos en la cuenta del Vneshekonombank (Banco de Comercio Exterior) por el Indian Reserve Bank. Las sociedades rusas Ilyushin e Irkut se implicarán en el nuevo proyecto y la aviación rusa comprará 45 ejemplares del nuevo avión, mientras que la aviación india otros 100. Desde siempre, Rusia ha sido uno de los socios comerciales más importantes de India y, de hecho, el volumen de transacciones comerciales entre los dos países se ha duplicado en los últimos tres años, alcanzando los 4.000 millones de dólares. Se prevé que para el 2010 las cifras alcancen los 10.000 millones de dólares.

Desde el primer momento, la falta de acuerdo sobre la cuestión nuclear ponía de manifiesto la debilidad de las relaciones entre las dos potencias. De hecho, dos importantes ministros indios implicados en la preparación de los acuerdos indio-rusos, el Secretario de Asuntos Externos Pranab Mukherjee y el Secretario de Defensa Arackaparambil Kurian Antony, no fueron recibidos en audiencia por Vladimir Putin. La frialdad rusa parecía deberse a la entrada de India en el ámbito de influencia estadounidense, un hecho que ha sido demostrado no sólo por el acuerdo sobre la cuestión nuclear con Estados Unidos (el acuerdo 123), sino también por la participación india en el proyecto de un sistema de defensa de misiles en el Océano Pacifico, junto a Estados Unidos y Japón. Sin embargo, las declaraciones vertidas por el Primer Ministro indio Singh y por Putin han calmado las relaciones entre ambos países al identificar la causa del enfriamiento del acuerdo sobre la cuestión nuclear con un problema de política interna india.
Los acuerdos congelados

El acuerdo con Rusia preveía la construcción de cuatro centrales nucleares para la producción de energía eléctrica en la zona de Kundamkulan, en la parte meridional de la región de Tamil Nadu. El acuerdo indo-ruso de 1989 sobre el uso civil de la energía nuclear debería haber servido para patrocinar la construcción de las centrales, ya que el uso de la energía nuclear en India es regulado por la acción de IAEA (International Atomic Energy Agency) y por las lineas seguidas por el NSG (Nuclear Suppliers Group).

Sin embargo, algunas semanas antes de que se viniese abajo la firma del acuerdo con Rusia, IAEA pidió el Congreso indio abrir las negociaciones para modificar la posición india sobre la producción de energía nuclear para uso civil de modo que se aplicara el acuerdo 123. Pero India, después de la amenaza de los partidos de izquierda de retirarse de la mayoría del gobierno, no ha continuado con las negociaciones, que han quedado suspendidas. De este modo, el Congreso ha congelado el acuerdo sobre la cuestión nuclear con Estado Unidos. Las decisiones de Nueva Delhi referentes a la política energética parecen estar determinadas por dos factores: por un lado la oposición interna de la izquierda parlamentaria a las políticas de acuerdos bilaterales puestas en marcha por el Primer Ministro Singh y, por otro lado, la atención a la respuesta pakistaní sobre la línea adoptada por Nueva Delhi en esta zona.

De hecho, el ala izquierdo del Parlamento se ha opuesto con la misma fuerza tanto al acuerdo bilateral con Estado Unidos, como con Rusia. Por tanto, la posibilidad de ver amenazada la estabilidad interna del país por poner en marcha la política energética india es lo que ha empujado a Singh a rectificar los acuerdos iniciales con ambos países. El enfriamiento de ambos acuerdos, sin embargo, no ha modificado la necesidad india de adquirir fondos que le permitan desarrollar su potencialidad energética. La principal razón esgrimida por la oposición surgida dentro del propio Gobierno es que la utilización de los acuerdos bilaterales con EE.UU y Rusia como forma de incrementar la producción de energía nuclear, restringiría dicha actividad a lo estipulado por cada uno de los acuerdos, lo que no serviría para modificar definitiva y eficazmente la posición de India al respecto.

De hecho, la alianza con Rusia ha dado siempre a India el margen de acción necesario para poder llevar a cabo sus políticas energéticas (de hecho, dos centrales nucleares han sido construidas gracias al acuerdo sobre energía nuclear civil de 1988 con Rusia), pero ha vinculado esa autonomía al interior de acuerdos bilaterales. Del mismo modo, el acuerdo que estaba siendo creado por IAEA para permitir la concreción del tratado bilateral India-EEUU, habría sido creado ad hoc para la ocasión y no habría modificado la dependencia de las actividades nucleares indias por la continua renegociación de los acuerdos de protección de IAEA y por las líneas seguidas por el NSG. En este sentido, por lo tanto, se entiende el rechazo por parte de la izquierda parlamentaria a estipular el enésimo acuerdo bilateral que además de dar la posibilidad de constituir una red energética propia, igualmente habría confirmado la dependencia de Estado Unidos y/o Rusia.
Las políticas nucleares de Pakistán

El otro elemento que determina el radio de acción indio sobre las políticas nucleares es la situación nuclear de Pakistán. De hecho, los dos países compiten fuertemente en este ámbito y ninguno ha firmado el acuerdo de no proliferación de armas nucleares, lo que influye irremediablemente en las políticas nacionales en respuesta a las posiciones respectivas. En cuanto al acuerdo con Rusia, Pakistán (como ya hizo en 1985 cuando firmó el acuerdo sobre el uso civil de la energía nuclear con China para la construcción de las dos centrales nucleares Chashma I y Chashma II) ya había iniciado las conversaciones con Pekín para la construcción de otras dos centrales nucleares, Chashma III y Chashma IV, un acuerdo apenas hecho público cuando comenzaron las negociaciones indo-rusas. Dichas negociaciones comenzaron con la visita del presidente chino Hu Jintao a Pakistán en febrero del 2006, al que Musharraff pidió apoyo para la construcción de seis centrales nucleares. Sin embargo, las negociaciones se paralizaron en julio de este año, cuando el NSG declaró que no avalaría la construcción de las nuevas centrales nucleares siguiendo el anterior acuerdo de 1985 que regulaba la construcción de otras dos.

La iniciativa pakistaní ha tenido, por tanto, dos consecuencias fundamentales en el comportamiento indio, influyendo sobre todo en las relaciones entre India y Rusia. De hecho, por un lado, dado que no se consideraba que el acuerdo chino-pakistaní del 85 pudiera servir para regular la construcción de las nuevas centrales nucleares, se suponía que tampoco el NSG podría considerar adecuado el acuerdo indo-ruso. Esto ha dado un motivo a la izquierda india para congelar el acuerdo con Moscú antes de que el NSG mostrase su oposición al mismo. Por otra parte, Pakistán ha demostrado su intención de no querer quedarse atrás en lo referente a las actividades indias y ha seguido respondiendo a las decisiones de Nueva Delhi. Estas consideraciones explican en parte la reticencia india a tomar una posición clara y precisa sobre el uso de la energía nuclear. Por tanto, a pesar de que los acuerdos hasta ahora estipulados vinculan la tecnología nuclear a un uso meramente civil, el riesgo de un excedente de los respectivos programas civiles a aquellos nucleares es aún alto, teniendo en cuenta además que ambos países no han firmado el acuerdo de no proliferación.
Conclusiones

India parece decidida a mantener su propia capacidad de decisión en el marco internacional. Esta intención se demuestra en las últimas conversaciones en política energética, que han llevado a la suspensión de los últimos acuerdos en el sector nuclear. La dificultad de Nueva Delhi a vincular su programa nuclear con acuerdos internacionales está ligada al riesgo de que Pakistán pueda aprovecharse de una mayor libertad en la materia. Por otra parte, el recurso a un acuerdo bilateral habría proporcionado a Nueva Delhi la capacidad de depender de Rusia o de Estados Unidos, ya que un acuerdo entre ambos países no hubiera sido posible. Sin embargo, India necesita mantener intactas las relaciones con las dos potencias, por lo que la decisión de dar marcha atrás en materia nuclear ha sido la decisión más acertada para evitar un enfriamiento de sus relaciones con Rusia, principal aliado comercial indio, y una disminución del apoyo estadounidense a las actividades indias.

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