domingo, septiembre 02, 2007

China, ¿un coloso con los pies de barro?


Contrariamente al mito de que China será en poco tiempo la mayor superpotencia mundial, ese gigante de 1600 millones de habitantes es un país corroído por la corrupción, paralizado por la falta de democracia y la desigualdad social, con una estructura industrial obsoleta e ineficiente, y envenenado por una contaminación ambiental que mata a 700.000 personas por año, según el Banco Mundial.

Todas esas deficiencias -que los expertos consideran estructurales- podrían sumergir a China en una profunda crisis política y social que terminará arrastrando al resto del planeta.

Es cierto que en 30 años la producción china se multiplicó por 10, las exportaciones por 45, el ingreso per cápita por 7. A este ritmo, según dicen algunos expertos, en 2050 podría superar a Estados Unidos como mayor potencia económica.

"Todo eso es un espejismo", replica el investigador francés Thierry Wolton, autor del libro El bluff chino.

Las previsiones y proyecciones de los economistas subestiman los esfuerzos que China no está realizando y que le impedirán transformarse en una auténtica superpotencia.

"China no tiene capacidad tecnológica autónoma y tampoco posee una industria sofisticada e innovadora. Lo que se produce en China de buena calidad es producto de empresas europeas y estadounidenses que se irán en cuanto les deje de convenir. Tampoco tiene la cantidad de científicos y técnicos necesarios para dejar de fabricar bienes de consumo de mala calidad, diseñados también en el extranjero, y pasar a la etapa superior para competir con la industria occidental", explica Wolton.

A su juicio, esa situación es sólo una de las consecuencias del gran drama chino: la ausencia de democracia.

"No existe en la historia de la humanidad un país que se haya transformado en gran potencia económica sin libertad. China sigue siendo un país totalitario, donde una casta de 20 familias del Partido Comunista se aferra al poder. Eso alienta la corrupción, imposibilita la justicia social y bloquea toda posibilidad de evolución política."

Según la OIT, el desempleo asciende al 30%. Por otra parte, más del 90% de la población no tiene ingresos suficientes para consumir. "¿Cómo hace un país de 1600 millones de habitantes para crecer, cuando sólo 100 millones pueden consumir?", analiza Wolton. Para mantenerse en el poder, explica, la casta que dirige a los 80 millones de miembros del partido ha aprendido a manipular las estadísticas para hacerles decir lo que quiere.

Lester Thurow, del Massachussets Institute of Technology, sostuvo en un estudio reciente que China miente cuando sitúa su crecimiento industrial entre el 10 y el 11%. El informe demuestra que esas estadísticas son incompatibles con los índices objetivos de consumo chino de electricidad, comparados con cifras históricas de desarrollo en otras partes del mundo. El verdadero crecimiento chino se sitúa entre 4,5 y 6% anual. "Esos porcentajes nunca le permitirán transformarse en una superpotencia durante este siglo", concluye.

Pero, como una máquina sin frenos incapaz de detenerse, su exorbitante esfuerzo económico e industrial parece haber entrado en un círculo vicioso. "No sólo China se ha transformado en el país más contaminante del mundo, sino que las consecuencias que está pagando a nivel interno son desmesuradas: 700.000 muertos por año a causa de la polución pueden llevar el país a una revolución", predice Wolton.

En 2006, consumió aproximadamente 2400 millones de toneladas de carbón (más que Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña juntos). A fin de mantener su ritmo de su crecimiento y sin energías alternativas, el país duplicará esa cifra este año. El Organismo Internacional de Energía pronostica que en 25 años China "emitirá el doble de dióxido de carbono que todos los países industrializados reunidos".

Varios estudios internacionales estiman que la degradación ambiental cuesta anualmente a la economía china entre el 8 y el 12% de su PBI. "[En esas condiciones,] el crecimiento chino es un auténtico bluff y el peligro de una explosión social cada vez más serio", insiste Wolton. Esa perspectiva aterroriza a políticos y especialistas occidentales que han comenzado a lanzar serias advertencias a Pekín.

Para Wolton, hay cada vez más urgencia. "Si Occidente no obliga a Pekín a democratizarse rápidamente, la explosión social será de tal magnitud que el mundo corre el riesgo de precipitarse en un agujero negro de consecuencias inimaginables. ¿Qué ocurrirá si estalla un país que recibió 600.000 millones de dólares de inversión extranjera y además posee 1 billón de dólares en bonos del Tesoro de Estados Unidos?"

No hay comentarios.: