miércoles, septiembre 05, 2007

Copiar a Europa nos hace subdesarrollados



"Copiar lo que hace Europa nos condena al subdesarrollo"

Luis Lumbreras, arqueólogo peruano, analiza el atraso de América latina


“Nos faltó comprender que no teníamos que hacer el mismo recorrido que los europeos para llegar a ser como ellos”, afirma Luis Guillermo Lumbreras, uno de los antropólogos y arqueólogos más destacados de América latina.

El investigador peruano obtuvo su doctorado en 1960, en la Universidad de San Marcos, en Lima, la más antigua de América. Autor de libros ya clásicos en la especialidad, como Arqueología peruana, Arqueología de la América andina y Origen de las civilizaciones del Perú, Lumbreras reconoce que su vocación por andar desenterrando huesos, tiestos y cacharros de la etapa prehispánica nació en buena medida de la necesidad de entender por qué si el Perú, cuando llegaron los españoles, era un país floreciente, cinco siglos después es uno de los países más atrasados de América latina.

-¿Dónde está el germen del atraso y la postergación de nuestros países, cinco siglos después de la colonización española?

-Yo entiendo que fue la condición colonial la que impidió que avanzáramos con un proyecto propio. Y no porque los europeos fueran buenos o malos, de espíritu colonizador o conquistadores fabulantes, sino porque el proyecto ecuménico de Occidente fracasó en todas aquellas partes del mundo donde las condiciones materiales de existencia no se correspondían con las que fueron abordadas por la exitosa historia de Europa. Nos faltó comprender que no teníamos que hacer su mismo recorrido para llegar a ser algún día como ellos.

-¿Por qué la revolución industrial no nos afectó de la misma manera a los latinoamericanos y a los norteamericanos?

-Las explicaciones suelen ser justificativas y se conforman con encontrar presuntos culpables: los españoles flojos, comodones y matachines o los indígenas atrasados. Ante los ojos de los europeos, éste era un mundo primitivo, relegado en sus costumbres e insatisfactorio en sus necesidades; un mundo que requería modernización para ser habitable por ellos. Su tarea consistió, desde el principio, en adecuarlo a las demandas de sus hábitos construyendo ciudades, organizando la población y la producción de acuerdo con sus modelos y costumbres.

-¿No fuimos creativos para encontrar nuestras propias soluciones?

-Tanto no lo fuimos si nuestros campos se llenaron de nuevas plantas y animales. Se fundaron ciudades y se montó una infraestructura productiva destinada a lograr una fiel copia de los países modelo de Occidente; la misma alimentación, los mismos vestidos, los mismos sistemas. Nuestro éxito y desarrollo potencial se comenzaron a medir según un índice de modernidad que no es otra cosa que la proximidad relativa a las formas de producción y de vida del mundo occidental.
Eso derivó muy pronto en segregación y marginalidad de costumbres y gentes aborígenes, convirtiendo en estigma la conducta indígena. Todo esto tuvo siempre un costo muy alto para nosotros, porque nuestras tierras tropicales y cordilleranas no eran necesariamente aptas para los productos y los procedimientos propios de las praderas y los bosques fríos.
Desde muy temprano fue menester acudir a la importación de bienes de capital y de consumo para satisfacer el paradigma colonial. La industria de punta llega a nuestras tierras mientras tengamos con qué pagar. Después nos convertimos en deudores morosos y la tecnología se va haciendo cada vez más lejana y costosa. Nuestra condición de occidentales pobres va empeorando, alejándonos más y más de los países modelo.
Por supuesto que creo que no tiene sentido pensar en volver a un nuevo imperio incaico. No se trata de volver al pasado, sino de construir el futuro, pero a partir de un punto de partida sólido de relación entre nosotros y nuestras condiciones materiales concretas.

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