lunes, mayo 28, 2007

La ciencia indaga en las decisiones económicas

La neuroeconomía estudia qué pasa en el cerebro del inversor


Quizás el mundo esté a punto de hallar una explicación a los impulsos que llevan a las personas a tomar determinadas decisiones económicas. ¿Cuáles son los procesos del cerebro que participan cuando alguien opta por una inversión en lugar de otra? ¿Qué circuitos se activan para que una persona decida gastar en lugar de ahorrar? Esas son algunas de las preguntas que intenta responder la neuroeconomía, una disciplina que combina la neurociencia, la economía y la psicología.

Lo que hace esta ciencia es plantear que las decisiones financieras están guiadas en la mayoría de los casos por emociones positivas y negativas y que cada una de estas emociones, a su vez, está vinculada con distintas áreas cerebrales, mediante una competición hedonística entre el placer de obtener un beneficio, el castigo por una posible pérdida o el alivio por superar una decisión difícil.

Giorgio Coricelli, economista italiano e investigador del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de Lyon, Francia, y discípulo de uno de los iniciadores de este nuevo campo de estudios, Kevin McCabe, estuvo en el país para participar de un simposio sobre neuroeconomía organizado por la Fundación Fleni.

En diálogo con LA NACION, comentó: "En los últimos años, los avances de la neurociencia permiten estudiar cómo es la actividad cerebral en vivo, es decir, a través de la resonancia magnética funcional o la tomografía por emisión de positrones".

Por su parte, Ramón Leiguarda, neurólogo de la Fundación Fleni, explicó que en la práctica lo que se hace es poner a un individuo en la alternativa de una operación económica u otra y se averigua cuál es el área del cerebro que se activa en cada caso. "Así se sabe que si tomó una decisión equivocada se activan las áreas que tienen que ver con la frustración y el remordimiento, mientras que si se tomó una decisión acertada, se activan áreas que tienen que ver con la alegría o la felicidad por haber hecho un buen negocio", señaló.

¿Puede servir esta disciplina para predecir los comportamientos económicos? "Todavía es apresurado afirmar eso", contestó Coricelli.

Según el especialista, lo que sí se puede hacer es trazar un patrón de las reacciones que tienen los individuos comunes cuando están frente a opciones favorables o desfavorables.

¿Por qué mi cerebro ya sabe que la decisión que tomaré va a ser desfavorable?, se le preguntó. "Si lo va a hacer por primera vez no lo sabe, pero un inversor con experiencia ya tiene el dato incorporado en el cerebro. Es decir que yo lo que puedo saber antes de que se tome la decisión es si el cerebro está actuando bien y si los circuitos que se activan son los correspondientes a una toma de decisiones adecuada".

En cuanto a la posibilidad de que alguna empresa muestre interés por este tipo de investigaciones para obtener una mayor información sobre potenciales clientes, el economista dijo que existen límites éticos que dificultan una aplicación de ese tipo. "Uno está siendo invasivo con el voluntario, así que no se puede abusar con eso. Si se lo utiliza para algo científico o para entender mejor el comportamiento económico de una persona, no hay inconveniente, pero si se lo hace sólo con un fin de obtener un beneficio económico específico, ya no está tan permitido. No es el fin de la neuroeconomía poner toda esta información a disposición de las empresas privadas para su beneficio económico".

Mayor aplicación

No obstante, Coricelli indicó que, por ahora, donde mayor aplicación práctica tiene esta disciplina es en el campo del marketing. "Antes de publicar un aviso determinado se lo muestran a un grupo de sujetos normales y después se puede saber si les agrada el aviso sobre la base de su procesamiento cerebral. De este modo, se puede saber cómo va a ser la reacción de la gente ante un producto."

La neuroeconomía recién empieza a desarrollarse en el mundo. El primer trabajo empírico importante fue publicado en 2001 por el mencionado Kevin McCabe, Daniel Houser, Lee Ryan y Theodore Trouard, todos ellos profesores de economía.

Según adelantó Leiguarda, la Fundación Fleni montará en Escobar un centro dedicado al desarrollo de este tipo de investigaciones. "Creemos que estará listo dentro de un año", precisó el neurólogo

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