Hace dos años, los líderes de Arabia Saudita les dijeron a los expertos internacionales en energía atómica que no vislumbraban ninguna necesidad de desarrollar energía nuclear. Hoy, están buscando desesperadamente contratistas nucleares para contratar y armando un sistema regional de reactores. También Turquía se está preparando para construir su primera planta atómica. Y Egipto ha anunciado que planea construir una en su costa mediterránea. En total, aproximadamente una docena de Estados de la región han recurrido recientemente al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en Viena, para solicitar ayuda para iniciar sus propios programas nucleares.
Si bien el interés en la energía nuclear está aumentando en todo el mundo, es particularmente fuerte en Medio Oriente. Allí, los Estados dicen que sólo quieren energía atómica. Es probable que, para algunos, así sea. Sin embargo, el gobierno norteamericano y los analistas privados creen que el apuro también tiene el propósito de contrarrestar la amenaza de un Irán nuclear.
Por su naturaleza, las tecnologías subyacentes en la energía nuclear pueden producir electricidad o, con más esfuerzo, ojivas. Y, según los analistas, es posible que los vecinos intranquilos de Irán se estén posicionando para hacer exactamente eso. "Uno de los peligros de que Irán tenga energía nuclear siempre ha sido que podría llevar a otros a seguir su camino", dijo Mark Fitzpatrick, investigador del Instituto Internacional para Estudios Estratégicos. Algunos analistas se preguntan por qué Estados árabes del Golfo Pérsico, que tienen casi la mitad de las reservas de petróleo del mundo, querrían enfrentar los altos costos y las obligaciones de una forma tan temperamental de energía. Los países responden que deben invertir en el futuro, en miras al día en que se agote el flujo de petróleo. Sin embargo, debido a que el Irán chiita es cada vez más dominante en la región, los países sunnitas han apuntado a otros motivos.
Funcionarios de 21 gobiernos en Medio Oriente y de sus alrededores advirtieron recientemente, en una cumbre árabe, que el ímpetu de Irán por la tecnología atómica podría tener como resultado el comienzo de "una carrera armamentista grave y destructiva en la región". Ya antes, Medio Oriente había visto indicios de una carrera nuclear, luego de que Israel obtuvo su primera arma, hace cuatro décadas.
En ese entonces, varios países dieron pasos en igual sentido. Pero muchos analistas dicen que es la intransigencia en asuntos atómicos de Irán lo que ahora ha estimulado a las potencias sunnitas a abrir el juego y, al igual que Irán, a aprovechar los elevados precios del petróleo para hacerlo. "Ahora es el momento para preocuparse", dijo Geoffrey Kemp, un experto en Medio Oriente del Centro Nixon, un centro de investigación de Washington. "Los iraníes deberían preocuparse también. La idea de que surgirán como el poder hegemónico regional es tonta. Habrá una respuesta muy seria, con un rearme militar convencional pero también con el análisis de la opción nuclear."
En este momento, ningún país árabe tiene un reactor de energía nuclear para extraer plutonio, que es uno de los dos materiales preferidos -junto con el uranio- para fabricar bombas atómicas. No obstante, algunos Estados árabes sí cuentan con programas de investigación en energía atómica para fines civiles. Los analistas advierten que es difícil predecir cómo se daría la reacción en cadena a un eventual ensayo nuclear.
La mayoría de los países parecen estar esperando para ver qué sucede con el enfrentamiento entre Irán y Occidente antes de lanzarse de lleno a programas de desarrollo nuclear. Además, aun si los países en Medio Oriente obtuviesen energía nuclear, las alianzas políticas y los acuerdos de control de armamento podrían hacer que en lo individual dudaran antes de cruzar la línea para obtener ojivas. Muchos podrían decidir al final que los costos y riesgos superan los beneficios, como sucedió con Corea del Sur, Taiwan, Sudáfrica y Libia tras invertir mucho dinero en programas de armas.
Pero muchos analistas y diplomáticos dicen que los gobiernos sunnitas de la región están tan preocupados por el progreso nuclear de Teherán que podrían, aun a regañadientes, apoyar un ataque de Estados Unidos contra Irán. "Si las cosas llegan a ese punto, y si la elección es entre un Irán nuclear y un ataque de Estados Unidos contra Irán, los Estados árabes no tendrán opción más que apoyar a Washington", dijo Christian Kock, director de Estudios Internacionales del Centro de Investigación del Golfo, un grupo privado de Dubai. Antes de que se conociera la dimensión del plan nuclear de Irán, eran pocos los países de Medio Oriente, si es que alguno, que asistían a las reuniones sobre desarrollo nuclear del OIEA. Ahora, aproximadamente una docena lo están haciendo, a la vez que elaboran planes atómicos.
Los países que en los últimos tiempos han mostrado interés son Bahrein, Egipto, Jordania, Kuwait, Omán, Qatar, Arabia Saudita, Siria, Turquía, Yemen y los Emiratos Arabes Unidos. "Por lo general, preguntan qué necesitan hacer para introducir la energía", dijo R. Ian Facer, un ingeniero en energía nuclear que trabaja en el OIEA. El organismo enseña los fundamentos de la energía nuclear.
Y, a cambio, hace inspecciones periódicas en los países para asegurarse de que sus programas civiles no tengan derivaciones militares. Arabia Saudita, luego de haber dado marcha atrás en los reactores, se ha vuelto un torbellino de interés atómico. Los diplomáticos y analistas dicen que el país preside la campaña de energía nuclear dentro del Consejo de Cooperación del Golfo, con sede en Riad.
El organismo está integrado también por Bahrein, Omán, Qatar y los Emiratos Arabes Unidos, los aliados árabes más cercanos de Washington. A fines del año pasado, el Consejo anunció que se embarcaría en un programa de energía nuclear. Sus funcionarios dijeron que quieren ponerlo en marcha en 2009. "Lo vamos a desarrollar abiertamente", dijo el príncipe Saud Al-Faisal, ministro de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita. "No queremos bombas. Sólo queremos un Medio Oriente sin armas de destrucción masiva", agregó, en clara referencia a los programas nucleares tanto de Israel como de Irán. En total, un 85 por ciento de los países del Golfo -todos, salvo Irak- han manifestado interés en desarrollar energía nuclear.
En comparación, 15 por ciento de los países de América latina lo han hecho, y 20 por ciento de los africanos. Uno de los factores que explican este nivel extraordinario de interés es que, justamente, los países del Golfo tienen los medios.
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